Loe raamatut: «A 150 años de la Guerra Guasu», lehekülg 4

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11 de abril

El teniente Ayala permaneció en Buenos Aires solo un día y raudamente abordó el vapor que lo trasladaría de vuelta al Paraguay, pero fue apresado en la localidad de Goya, acusado de espía retornó a la capital argentina, donde fue recluido y procesado dos años más tarde. En tanto, la noticia de la declaración de guerra había circulado no solo en los medios gubernamentales, sino también en los círculos de la sociedad porteña. En la fecha el periódico La Nación Argentina, órgano oficial del Gobierno de Mitre, publicaba que “el tirano del Paraguay había llegado al paroxismo de la locura después de haber declarado la guerra al general Flores y al Brasil, lo hacía también a la Argentina”. Por su parte, La Tribuna aseguraba la existencia de un acuerdo tripartito contra el gobierno de Solano López.

Ese mismo día zarparon del puerto de Asunción los vapores Tacuarí, Ygurey, Paraguarí, Marqués de Olinda y el Yporá, conduciendo al ejército paraguayo rumbo al sur.

13 de abril. Inicio de la Campaña de Corrientes

Era el Jueves Santo, a las siete y treinta de la mañana, la escuadrilla de guerra divisó el puerto de Corrientes, en cuyo frente se hallaban fondeados los barcos argentinos 25 de Mayo y Gualeguay, este último en reparaciones cerca de la costa. De inmediato, las fuerzas paraguayas empezaron a disparar sobre la costa logrando derribar algunos edificios cercanos al puerto correntino y, en menos de una hora, los soldados se apoderaron de las dos pequeñas embarcaciones y de la ciudad. Con este suceso se iniciaba la Campaña de Corrientes y la guerra contra la Argentina. Varias autoridades locales partidarias de la causa nacional invitaron al capitán Meza, comandante de la escuadra, a que bajase a tierra, pero este decidió esperar una comunicación oficial de sus superiores.

14 de abril

Una columna de 3000 soldados dirigida por el general Wenceslao Robles y ochocientos hombres de caballería al mando de Isidoro Resquín se adueñaban de la ciudad de Corrientes. Ocupada esta localidad, el ejército siguió avanzando con gran celeridad apoderándose de posiciones estratégicas, donde eran recibidos amistosamente. Un gran sector de la población, contrario a la política de Mitre, desaprobaba la guerra e, inclusive, muchos de los allegados a Urquiza pretendieron unirse al ejército de Robles y hubo intentos de incorporarlos.

15 de abril

Sin demora las fuerzas del general Robles invadieron las calles de la ciudad, sin resistencia. Algunos ciudadanos atemorizados buscaron refugio en las iglesias, pero el comandante paraguayo les hizo saber que no tenían nada que temer y podían retornar a sus hogares sin ser molestados.

Solano López, complacido con la conquista militar de Corrientes, entendía que, si bien tuvo un resultado exitoso, con esta acción no conseguía aún la victoria sobre Buenos Aires y el Imperio del Brasil, pero necesitaba colaboradores en las provincias del litoral. Por consiguiente, desde el principio buscó cimentar una alianza política con aquellos correntinos que justificaban la causa paraguaya.

16 de abril

La noticia de la ocupación de Corrientes y el apresamiento de los barcos 25 de Mayo y Gualeguay por el ejército paraguayo llegó a Buenos Aires, generando una reacción muy diferente. Los periódicos porteños reflejaron la opinión general presentando a Solano López como un “tirano irracional”. El presidente Mitre, al entesarse de dicha ocupación, lanzó una proclama expresando que en medio de la paz y con violación de tratados anteriores, sin previo aviso, el Paraguay declaraba la guerra a la Argentina, aunque desde el 8 de abril el Gobierno porteño ya había estado al tanto de la declaración oficial de la guerra, pero ella fue ocultada a la ciudadanía. Ante una multitud indignada, el gobernante porteño prometió que estarían “en veinticuatro horas en los cuarteles, en tres semanas en las fronteras y en tres meses en Asunción”. Los jóvenes reaccionaron con entusiasmo a favor de la guerra. Al mismo tiempo, Mitre se apresuró a escribirle a Urquiza para informarle que López había iniciado la contienda en forma “verdaderamente salvaje”.

17 de abril

Tras la ocupación de Corrientes, el canciller José Berges fue enviado al sitio por el mariscal Solano López para promover la formación de un gobierno provisorio, ya que no pretendía establecer una administración netamente militar. Para ese efecto, los principales vecinos de la ciudad fueron convocados a una asamblea, donde el general Robles les propuso el proyecto. En consecuencia, se resolvió destituir al gobernador Manuel Lagraña, quien había abandonado el poder, y establecer una Junta Gubernativa integrada por caracterizados ciudadanos correntinos. El nuevo Gobierno anunció su alianza con el Paraguay en la guerra contra el Imperio de Brasil y Buenos Aires.

18 de abril

La noticia del inicio de las hostilidades entre el Paraguay y la Argentina fue conocida por el ministro brasileño Francisco de Octaviano, quien se hallaba en Montevideo. De inmediato se trasladó a Buenos Aires y presentó sus cartas credenciales ante el Gobierno de Mitre en esta fecha y se puso a trabajar con el objetivo de lograr una alianza entre el Imperio, la Argentina y el Uruguay.

19 de abril

Ante estos acontecimientos, el general Urquiza, que siempre había mantenido buenas relaciones con el Paraguay y sus gobernantes —los dos López—, cambió de actitud y prometió su apoyo irrevocable al Gobierno central y combatir de nuevo “bajo la bandera que unió a todos los argentinos en Caseros”. Con estas declaraciones los disidentes entrerrianos, que al inicio dieron su apoyo y que pudieron haberse unido a López, combatieron al lado del jefe confederado. El gobernante porteño no perdió tiempo y ordenó de inmediato la formación de nuevas unidades de infantería para la Guardia Nacional, cuatro batallones de quinientos hombres de la ciudad de Buenos Aires y otros cuatro de la provincia.

24 de abril

El primer batallón de infantería porteña comandado por el general Wenceslao Paunero partía rumbo al norte de la Argentina. La efervescencia bélica cundía por todo el país e, inclusive, los líderes de la ciudad de Rosario, quienes al principio se manifestaron a favor de la causa nacional contra el Imperio del Brasil, demostraron su desagravio y arrestaron al cónsul paraguayo José Rufo Caminos. También arrancaron del edificio del Consulado el escudo paraguayo y lo arrastraron por las calles con un retrato del mariscal Solano López.

25 de abril

Mitre llamó a las provincias del norte y del litoral a contribuir con once batallones —unos nueve mil quinientos efectivos— y formar así la columna vertebral del ejército argentino. Estas tropas se reunirían con los diez mil soldados de caballería que se estaban concentrando en Entre Ríos. De esta manera, los planes de Solano López se frustraron de raíz, pues las tentativas paraguayas de movilizar a los disidentes se malograron y ninguna provincia y ningún caudillo del norte argentino se sublevaron a favor del Paraguay, oportunidad aprovechada por el gobernador correntino para organizar la resistencia con la formación de una fuerza denominada Vanguardia Correntina.

27 de abril

El nuevo comandante de Encarnación, el teniente coronel Antonio de la Cruz Estigarribia, había llegado a Pindapoy para suplantar al mayor Pedro Duarte, quedando este como segundo en el comando.

28 de abril

Entretanto, desde el campamento instalado en Riachuelo el general Robles constantemente enviaba varias patrullas al interior de la provincia con el propósito de investigar el movimiento de las fuerzas correntinas y, al mismo tiempo, procurar ganado vacuno destinado al aprovisionamiento de las tropas. En esta fecha tuvo lugar el primer enfrentamiento entre ambas fuerzas en la ribera del río San Lorenzo y en cercanías de la ciudad de Empedrado. Las acciones duraron menos de una hora, pero propiciaron el triunfo de las tropas dirigidas por el general Robles.

30 de abril

Después de extensas discusiones para formar una alianza contra el Paraguay, entre los representantes de las cancillerías argentina y brasileña finalmente llegaron a un acuerdo. El Gobierno de Mitre aceptaba garantizar la independencia paraguaya, pero solo por cinco años, después de concertar la paz.

1 de mayo

Una vez más el Imperio lograba sus objetivos de extender sus dominios hacia el Plata. Dicho convenio, conocido como el Tratado de la Triple Alianza, fue firmado el 1 de mayo de 1865. Los representantes fueron: por el Imperio, Francisco Otaviano de Almeida Rosa; por la Confederación Argentina, su ministro Rufino de Elizalde, y por el Uruguay, Carlos de Castro. Sus principales artículos atestiguaban que los tres Estados se unirían en “alianza ofensiva y defensiva en la guerra promovida por el Gobierno del Paraguay, para lo cual concurrirían con todos los medios que puedan disponer en tierra y en los ríos”, y no cesarían las hostilidades hasta la deposición de su gobernante (arts. 1.º y 2.º). Los aliados no depondrían las armas sino de común acuerdo y no negociarían con el enemigo por separado (art. 6.º). Se comprometían a respetar “la independencia, soberanía e integridad del Paraguay”, solo por cinco años (art. 8.º). Se arrebataría al Paraguay la soberanía de sus ríos (art. 11.º). La nación paraguaya debería de cargar con las deudas de la guerra y sus respectivas derivaciones económicas (art. 14.º). Con estas cláusulas los países firmantes decretaban el aniquilamiento del Paraguay. Igualmente, el Brasil y la Argentina, “para evitar discusiones y guerras que traen consigo las cuestiones de límites” al terminar el conflicto, se repartirían una inmensa extensión de territorio paraguayo. Finalmente, una cláusula declaraba secreto el Tratado, pero por una indiscreción su texto fue conocido en Inglaterra un año más tarde.

5 de mayo. Inicio de la Campaña de Uruguayana

Simultáneamente a las acciones del general Robles, desde Encarnación, el coronel Estigarribia despachaba los partes al mayor Pedro Duarte, con el objetivo de iniciar un reconocimiento de los terrenos situados en el noreste argentino, región abandonada por los pobladores al iniciarse la guerra. Dos días más tarde los soldados llegaron a Santa María, antigua localidad jesuita, también desierta y en ruinas. Noticiado que más hacia el sur se hallaban algunos efectivos enemigos, Duarte solicitó ayuda a Estigarribia, quien le envió dos escuadrones de lanceros.

9 de mayo

Después de transitar cuarenta y cinco kilómetros por la selva, la brigada de Duarte avistó el río Uruguay y ordenó a sus mejores hombres que avanzaran hacia Santo Tomé, sitio donde se suponía que se hallaban los aliados. Llegaron hasta allí y se encontraron con unas ancianas y dos comerciantes italianos, quienes les informaron que las fuerzas brasileñas se hallaban más al sur. El subcomandante decidió esperar a que llegasen los refuerzos solicitados.

11 de mayo

Mientras tanto, las tropas paraguayas del Paraná comandadas por Robles, después del enfrentamiento a orillas del río San Lorenzo, repentinamente cambiaron de rumbo y se dirigieron lejos del río para engañar a los piquetes argentinos. Luego volvieron a girar al este y más tarde hacia el sur y cuatro días más tarde tomaron la ciudad de Empedrado.

15 de mayo

La columna paraguaya de Robles, bien organizada, se dirigía hacia el sur, rumbo a la localidad de Bella Vista. La vanguardia dirigida por el coronel José María Aguiar marchaba entusiasmada, juntamente con la artillería, hasta que empezó el enfrentamiento con los correntinos a corta distancia. Gracias a la hábil maniobra de los artilleros, la victoria paraguaya fue contundente después de cinco días de arduo combate.

20 de mayo

Las victoriosas tropas de Robles tomaron Bella Vista y hallaron el poblado mayormente desierto. Sus habitantes habían abandonado el sitio ante el avance del ejército paraguayo; sin embargo, dejaron una considerable cantidad de comestibles a disposición de los soldados paraguayos, quienes pudieron llenar sus alforjas a más de naranjas y mandarinas. Después de transitar unos ciento veinte kilómetros por los pantanos, las tropas estaban exhaustas y, por consiguiente, Robles les permitió un descanso de dos días.

21 de mayo

El mariscal Solano López envió un mensaje a Estigarribia para proseguir la avanzada hacia San Borja, donde se hallaban las guarniciones brasileñas. El coronel paraguayo debía trasladar su comando al sur, sobre el río Uruguay, y hacer cruzar a sus fuerzas en el Paso de los Garruchos y tomar el citado pueblo. Una guarnición de soldados al mando de Duarte debía marchar por la margen derecha del río, protegiendo la línea de comunicación entre ambas columnas nacionales.

23 de mayo

Mientras, los soldados de Robles marchaban con un excelente ánimo e iban tomando nuevas posiciones a lo largo del río Santa Lucía, unos sesenta kilómetros al sur de Bella Vista. Listos para avanzar sobre Goya. En tanto, el almirante brasileño Tamandaré había enviado hacia Bella Vista una flota de diez barcos al mando del vicealmirante Barroso para ayudar al general Paunero, quien había recibido noticias de que el ejército paraguayo se había retirado de Empedrado y abandonado además su campamento en Riachuelo. Esa noche, los brasileños capturaron una pequeña embarcación paraguaya que estaba intentando llegar hasta Robles por el Paraná. Fue así como el jefe argentino se enteró de que Corrientes se hallaba desguarnecida.

25 de mayo

El general Paunero, aprovechando la marcha hacia el sur de las fuerzas de Robles, llegó a Corrientes al mando de tres mil quinientos hombres de infantería y cinco mil de caballería, venciendo en sangrientos combates a las escasas fuerzas paraguayas que allí se encontraban, cuyos resultados alentaron a los partidarios de la guerra, pero, por otra parte, ocasionaron funestas represalias a la población civil. Los aliados fueron dueños de la ciudad y cometieron toda clase de desmanes, sobre todo en las casas abandonadas de las familias correntinas. Al día siguiente, Paunero, temiendo que Robles regresara con su ejército, solicitó auxilio a Barroso, comandante de la escuadra brasileña, quien no acudió al llamado del general argentino.

27 de mayo

Como el comandante brasileño, que se hallaba con sus naves en el fondeadero del Riachuelo, se había negado a acudir al llamado de su aliado, arguyendo que carecía de prácticos, Paunero resolvió desocupar Corrientes y lo hizo en las primeras horas de la mañana.

Ese mismo día, el mayor Pedro Duarte, que temporalmente abandonó Santo Tomé y se enfrentó en algunas escaramuzas con soldados argentinos, decidió retornar al pueblo y reportar sobre la situación a Estigarribia, quien todavía dudaba de comprometer la totalidad de sus hombres retrasando su partida hacia San Borja.

31 de mayo

Pese a la urgencia de las órdenes enviadas por Solano López, Estigarribia recién partió en esta fecha. Su División Uruguay contaba con unos ocho mil hombres en ocho batallones de infantería de setecientos hombres cada uno, tres regimientos de caballería de seiscientos cada uno, un escuadrón de artillería con cinco cañones y varias unidades de ingenieros para manejar las canoas y cuarenta carros de suministros. En ese tiempo, los brasileños no contaban con soldados al oeste del río Uruguay y dependían de los esporádicos reportes de los refugiados correntinos que huían de esos territorios para obtener alguna información de inteligencia.

2 de junio

Debido a las circunstancias del momento, Solano López resolvió dirigir la guerra desde un punto más cercano al escenario de las operaciones y, en consecuencia, partió con destino a Humaitá, dejando instalado en Asunción un gobierno provisorio, a cargo del vicepresidente Domingo Francisco Sánchez. Antes de hacerlo, pronunció una proclama justificando tal actitud e instigando a una movilización general de voluntarios. El mariscal presidente nunca más regresaría a la capital del país.

7 de junio

Estigarribia llegó a las cercanías de Santo Tomé, habiendo evitado el Paso de los Garruchos y haciendo caso omiso a las directivas de Solano López. Durante dos días el cuerpo del ejército acampó en ese lugar, mientras se reparaban algunas canoas para cruzar el río Uruguay. Por su parte, las tropas brasileñas se habían establecido a trece kilómetros de San Borja.

10 de junio. Combate en el río Uruguay

A la media mañana, los piqueteros brasileños divisaron las columnas paraguayas que se hallaban vadeando el río Uruguay. El cruce del ejército a la luz del día no era prudente, pero la noche anterior Estigarribia había despachado un batallón de infiltrados en la costa este del río. Tres horas más tarde, se iniciaron los bombardeos entre ambos contendientes. Los soldados paraguayos, bajo las órdenes del capitán José del Rosario López, arremetieron contra los hombres del Batallón I de Infantería de Voluntarios del Brasil. Las acciones duraron hasta el atardecer. Las bajas enemigas fueron más que las paraguayas.

11 de junio. Batalla de Riachuelo

Entretanto, con el propósito de romper el bloqueo fluvial brasileño sobre el Paraná, Solano López encargó al capitán Pedro Meza que realizase un audaz ataque a la escuadra brasileña apostada a quince kilómetros al sur de Corrientes, enfrente del Riachuelo. El golpe, de resultar exitoso, hubiera cambiado la suerte de la guerra. Ese día, Meza, al mando de la flota paraguaya compuesta por nueve buques —solo dos de ellos, el Tacuary y el Paraguarí, eran de guerra, el resto eran barcos mercantes equipados para el fin—. Con una tripulación de dos mil soldados y un armamento de treinta y cuatro cañones, la flota paraguaya llegaba a las Tres Bocas. Una avería sufrida por una de sus naves causó un retraso de tres horas en la iniciación del ataque. La demora fue fatal, pues los brasileños, al mando del vicealmirante Barroso, tuvieron tiempo de prevenirse para el combate. La lucha fue violenta y, al principio, favoreció a la escuadra de Meza, pero al final se impuso la superioridad del armamento imperial. Quedaron fuera de combate tres embarcaciones. Esa misma tarde, el resto del convoy paraguayo se retiraba a Humaitá. Triunfantes los brasileños se replegaron hacia el sur. El Paraguay, con la pérdida de su flota, quedaba bloqueado y debió bastarse a sí mismo durante el transcurso de toda la contienda.

12 de junio

Luego del combate en el río Uruguay, y ante el avance de las fuerzas paraguayas, los comandantes brasileños decidieron que San Borja no podía mantenerse sin una fuerte custodia militar, con la que en esos momentos ellos no contaban. Por consiguiente, evacuaron a los pobladores civiles y se retiraron del pueblo, dejándolo a merced de los paraguayos, quienes ocuparon el lugar de inmediato. Lastimosamente, los soldados depredaron en breve tiempo la antigua reducción jesuítica.

13 de junio

El capitán López y sus hombres se dirigieron hacia el sur del pueblo vigilando a las fuerzas brasileñas. Cruzaron el río una vez hacia la costa occidental y solo hallaron a algunos pobladores civiles que en su retirada intentaban llegar al Paraná.

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