Loe raamatut: «Hacia una dialéctica entre individuo y cultura en la construcción de conocimientos sociales»

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Diseño general: Gerardo Miño

Armado y composición: Eduardo Rosende

Edición: Primera. Marzo de 2021

ISBN: 978-84-18095-67-2

Depósito legal: M-7593-2021

THEMA: J [Sociedad y ciencias sociales]; JMC [Psicología infantil y evolutiva/del desarrollo]; JNC [Psicología de la educación]

Lugar de edición: Buenos Aires, Argentina

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Índice

Prólogo (Mario Carretero)

Introducción (José Antonio Castorina y Alicia Barreiro)

Capítulo I. El concepto de marco epistémico: diversidad de aplicaciones y desafíos (Gastón Becerra y José Antonio Castorina)

Capítulo II. Las condiciones históricas de la construcción de conocimientos: una mirada foucaulteana (Tomás Baquero Cano)

Capítulo III. El contexto en los estudios sobre la construcción de conocimiento de los niños y niñas. Una aproximación a sus usos y sentidos desde la antropología social y la psicología genética (Mariana García Palacios, Paula Shabel, Axel Horn y José Antonio Castorina)

Capítulo IV. La contribución de la teoría de las representaciones sociales al estudio del desarrollo moral (José Antonio Castorina y Alicia Barreiro)

Capítulo V. La construcción social de la nada y su contribución a la teoría de las representaciones sociales (Alicia Barreiro y José Antonio Castorina)

Capítulo VI. Representación y represión de los significados sociales en la cartografía: El caso de la Conquista del Desierto (Cristian Parellada, José Antonio Castorina y Alicia Barreiro)

Capítulo VII. “La política en la vida cotidiana de los y las adolescentes ”: representaciones sociales, prácticas políticas y polifasia cognitiva (Daniela Bruno y Alicia Barreiro)

Capítulo VIII. El gobierno, el presidente y la policía. La política según niños y niñas que viven en una casa tomada (Paula Nurit Shabel)

Capítulo IX. El derecho a la intimidad en la escuela secundaria: ideas de los y las adolescentes (Mariela Helman, Axel Horn y José Antonio Castorina)

Sobre los autores

Prólogo

Mario Carretero

Catedrático de Psicología Cognitiva, Universidad Autónoma de Madrid e Investigador de FLACSO (Argentina)

Escribo este prólogo en contexto de pandemia. Es éste un término del cual las generaciones actuales sólo sabíamos su significado teórico pero no su acepción real y mucho menos sus implicaciones cotidianas. En estos meses hemos ido conociendo de primera mano que algunos conceptos, cuando pasan de la mera expresión escrita, y por tanto intangible y puramente teórica, a la zona sensible de la experiencia fenomenológica, llegan a ser primero conmovedores, después agresivos y finalmente desesperantes. Y así estamos ahora. Encerrados en espacios limitados como única defensa contra algo que nos rodea pero no vemos, nos amenaza y al mismo tiempo no podemos localizar y sin embargo condiciona todas nuestras acciones, sociabilidades y afectos, hasta lograr que nos sintamos indefensos, desorientados y vulnerables, sobre todo vulnerables. Son ya numerosas las reflexiones que se han ido elaborando para dar cuenta de todo este estado de cosas. Esto se debe a la urgencia de las sociedades para otorgar sentido a lo nuevo que nos acontece, lo cual no es fácil, pero también a la necesidad de la industria cultural por generar nuevos productos intelectuales que puedan ser rápidamente consumidos por la ciudadanía. Las más de las veces, estos vaticinios, a veces apresurados, han versado sobre las consecuencias que tendrá la pandemia en nuestras sociedades. Algunas de estas reflexiones tienen una particular relación con este libro, el cual no aborda los ámbitos de la pandemia pero sí está profundamente relacionado con las explicaciones que podemos ofrecer los científicos sociales para dar cuenta de cómo la especie humana se vincula y conceptualiza fenómenos sociales, culturales y educativos como el que estamos viviendo. Lamentablemente, lo que solo hace meses nos podría haber resultado ciencia ficción y distopía a lo Hollywood parece estar muy cerca, a menos que se generen respuestas planetarias (Véase por ejemplo, la necesidad de un nuevo Green New Deal que expone N. Klein en su reciente obra). Mis breves comentarios en estas páginas no tratarán sobre las posibles consecuencias de la pandemia, algo que a mi entender resulta bastante difícil de predecir, sino más bien sobre el presente o en todo caso sobre el inmediato pasado. Es decir, propongo tomar al desarrollo de la propia pandemia como posible ejemplo de las cuestiones que trata este libro editado por Castorina y Barreiro.

Como dice el dicho castellano, lo primero es antes. Así es que vayamos a los días primeros de la pandemia. Es decir, a cuando esa era una realidad inobservable pero al mismo tiempo inobjetable. El virus se nos acercó de manera silenciosa pero implacable. Es decir, cuando en los primeros días de marzo de 2020 comenzaron a subir endemoniadamente las curvas de registros de infectados sobre todo en los países europeos y se decretaron las primeras cuarentenas. ¿Cómo es posible que Occidente en su conjunto, sociedades, autoridades y científicos, no lo hubieran advertido antes, salvo muy raras excepciones? ¿Cómo es posible que las evidentes señales de alarma de los datos mismos y de las declaraciones de organismos como la OMS no recibieran el crédito necesario? ¿Que la amenaza de llamada gripe aviar de hace unos años no hubiera servido para anticipar consecuencias como las presentes? A fecha de hoy parece claro que hubo al menos dos barreras cognitivas en las que este libro abunda y desarrolla con un feliz y original resultado teórico. Por un lado, la enorme dificultad que tienen nuestras sociedades, con todo su bagaje de supuesto progreso científico y tecnológico de admitir que no es omnipotente. O dicho de otro modo, el sesgo de verificación, actuó una vez más dando por bueno que sí somos vivimos en sociedades omnipotentes, aunque la hipótesis contraria avanzara dejando una más que amenazante cantidad de víctimas mortales. Por otro lado, la especie humana, tal y como está organizada, al menos en occidente ha hecho gala en este caso de una enorme capacidad de negación de la vulnerabilidad de nuestras sociedades, y esa negación va unida, y probablemente está sostenida, por la expansión de teorías conspirativas, precientíficas y de un autoritarismo premoderno, insolidario, banal y autodestructivo. Es posible que estas afirmaciones parezcan exageradas y quizás producidas por el impacto del momento que estamos viviendo, pero intentaré mostrar al lector que solo estoy describiendo un estado de cosas tan real como los efectos del propio virus. Por ejemplo, el excelente libro de Andersen (2017) muestra y documenta que una cantidad enorme de la sociedad estadounidense, compuesta por casi trescientos millones de uno de los países más ricos del planeta, sostiene teorías creacionistas sobre el origen del mundo, y profundamente negacionistas de muchas conclusiones científicas, así como otras muchas que resultan absurdas, peregrinas o simplemente de una estolidez abrumadora, pero que están firmemente arraigadas en la mente de millones de personas. Este estado de cosas, obviamente de carácter social -y que tiene una relación muy estrecha con las teorías y desarrollos de este libro- es realmente alarmante porque interactúa con el fenómeno natural que es la expansión de virus y hace que la pandemia avance en vez de reducirse. A la par que prepara condiciones muy adversas para futuras situaciones similares. Es decir, ni la pandemia del COVID tiene un origen exclusivamente natural –ya que se ha producido como una de las consecuencias negativas de la inadecuada gestión de los recursos sobre el medio ambiente– ni es una pandemia comparable a otras que han sucedido en la historia. Bien podría ser que esta pandemia supusiera un punto de no retorno, o al menos de no retorno fácilmente accesible, a la manera en que hemos conceptualizado hasta ahora la interacción entre los fenómenos de la naturaleza y los fenómenos sociales (Chakrabarty, 2009), que se han visto tradicionalmente como ámbitos separados, no ya en sus consecuencias pero sí en sus causas.

Así, este libro realiza un aporte complejo, original y reflexivo sobre la posibilidad que tenemos las personas y sociedades humanas para entender el mundo social, incluyendo e incluso haciendo hincapié en su proceso ontogenético, que no se concibe sino en continua interacción con el sociogenético. Creo que esta obra es sumamente oportuna en estos momentos porque abunda en una cuestión que parece sencilla pero en realidad no lo es. Es decir, que las cuestiones y problemas sociales –la pobreza, la desigualdad o el impacto social de la misma pandemia, pongamos por caso– son difíciles de solucionar por obstáculos políticos pero en realidad resultan fáciles de comprender. A diferencia de los fenómenos naturales –la gravedad, el funcionamiento de los satélites o los virus respiratorios como el COVID– que supuestamente resultarían muy difíciles de entender. Los diferentes capítulos de este libro desmienten esta posición y muestran cómo muchas de las cuestiones sociales que nos rodean poseen causas y efectos de gran complejidad, así como importantes obstáculos para su comprensión, tanto en la escuela como en la ciudadanía en general. Uno de ellos son sin duda las representaciones sociales (RRSS), enraizadas en las consiguientes prácticas que las sostienen y les dan sentido cotidiano, aparentemente veraz. En este sentido, esta obra contribuye a un análisis muy detallado de cuáles son esos obstáculos y cómo opera el funcionamiento de las ideas del estudiante y del ciudadano en general sobre el mundo social. En este mismo sentido, el análisis de la influencia de la idea de marco epistémico, en el seno de la epistemología genética piagetiana, resulta también muy útil para estos propósitos.

Creo que esta compilación posee unos destacables méritos. Por un lado, la amplitud y relevancia de los fenómenos sociales abordados que van desde las ideas morales, las representaciones sobre la actividad política, cuestiones legales como el derecho a la privacidad, ideas sobre el papel de la presidencia de la nación o la función de la policía e incluso el uso de las representaciones cartográficas y su empleo en la construcción simbólica y política de las naciones. En todos ellos, los autores de este equipo de investigación hacen gala de una profunda y útil reflexión acerca de cómo nociones sociales, y sus teorías asociadas, son a menudo inadecuadamente comprendidas por las personas y las sociedades, allanando el camino tanto para conocer las causas de esta dificultad, sobre todo desde el punto de vista teórico, como para eventualmente contribuir a desarrollos aplicados que puedan establecer mejores formas de enseñanza. La obra no aborda cuestiones aplicadas ya que su naturaleza pertenece a la investigación básica, pero me parece importante señalar su más que posible utilidad para el ámbito didáctico. En primer lugar porque una de sus conclusiones más relevantes es justamente la idea central de que las representaciones sobre los fenómenos sociales, incluyendo la manera en que posteriormente se convierten en acciones, proceden de nuestras prácticas sociales. Y eso implica, en mi opinión, que la educación en general, y particularmente la enseñanza del mundo social y político en su conjunto, debería abandonar su tradicional verbalismo y elitismo conceptual, para acercar a los alumnos a una actividad reflexiva compleja, pero práctica y cotidiana a la vez, sobre los problemas sociales concretos. Como hemos señalado en otro lugar, al igual que no se puede concebir la enseñanza de la ciencia sin hacer actividades científicas reales, en el laboratorio o fuera del mismo, de la misma manera no creo que tenga sentido tratar de enseñar ciencias sociales sin acercarse a los ámbitos reales donde la sociedad asoma sus conflictos. Es decir, los pensamientos de las personas a través de encuestas o entrevistas, el análisis comparativo de medios de comunicación, la gestión democrática de los centros educativos, el desenmascaramiento de las falsedades políticas de diferente signo, el favorecimiento del diálogo a través del respeto de la opinión del otro, la crítica a los procesos de silenciamiento histórico, el señalamiento de los conflictos ocultos en nuestras sociedades y otras muchas posibles actividades que podrían hacer de la enseñanza de las ciencias sociales una actividad atractiva y verdaderamente enriquecedora para las y los estudiantes y la ciudadanía en general.

Finalmente, quiero agradecer a los editores la invitación para escribir este prólogo ya que se trata de una obra que representa la continuidad de la tradición investigadora de un equipo liderado señeramente por J.A. Castorina desde hace décadas, con el apoyo más reciente de A. Barreiro, que sin duda ha venido siendo clave en América Latina, y en lengua castellana en general, que entronca con la obra de pensadores como E. Ferreiro y R. García que ha sido decisiva en la aportación de la teoría constructivista. Como es sabido, la obra de estos dos últimos autores ha tenido y tiene un pleno reconocimiento en el mundo por su gran originalidad y relevancia de sus planteamientos, en pos no solo de la búsqueda de soluciones teóricas en el estudio de la construcción del conocimiento sino también de nuevas preguntas y contextos concretos de investigación.

Por todo ello, creo que una obra como esta da cuenta del vigor de los planteamientos constructivistas, que está lejos de la conformidad que proporciona una supuestas soluciones definitivas a las preguntas sobre el estudio de la génesis del conocimiento, sino que indaga, critica y renueva la reflexión teórica sobre el mismo, tratando de abrir nuevas vías teóricas, metodológicas y empíricas, a través de la interdisciplina y la relación significativa con posiciones cercanas.

Referencias bibliográficas

Andersen, K. (2017). The fantasy land. How America went haywire. A 500-year history. Random House.

Chakrabarty, D. (2009). The climate of history: Four theses. Critical inquiry, 35(2), 197-222.

Klein, N. (2020). On fire: the (burning) case for a green new deal. Simon & Schuster. Trad. cast. En llamas. Un (enardecido) argumento a favor del GREEN NEW DEAL. Paidós, 2021.

Introducción

José Antonio Castorina y Alicia Barreiro

El presente libro ofrece trabajos de autores y autoras de un mismo equipo de investigación dedicado, de manera sostenida desde hace más de dos décadas, a la indagación de la construcción del conocimiento social desde una perspectiva constructivista heredera del pensamiento piagetiano, complementando investigaciones empíricas, elaboraciones teóricas y análisis metateóricos (Castorina, 2005a, 2007a, 2010; Castorina y Barreiro, 2014; Castorina y Lenzi, 2001)1. A lo largo de estos años de trabajo, el dialogo con distintos colegas (ya sea en persona o a partir de la lectura de sus publicaciones) y los conocimientos que hemos producido nos permitieron revisar el programa piagetiano, aunque manteniendo aspectos cruciales de su núcleo: la perspectiva epistemológica para el abordaje de la construcción del sujeto y el objeto de conocimiento (referida tanto a la construcción infantil del conocimiento sobre el mundo social, como a la construcción de conocimiento por parte de los grupos sociales y de la ciencia); y la adopción de un marco epistémico relacional o dialéctico en la delimitación de las unidades de análisis, en la metodología para abordarlas y en la elaboración de una teoría explicativa de la formación de nuevos conocimientos.

Respecto de la perspectiva epistemológica constructivista (de difícil caracterización dada la diversidad de corrientes que históricamente se reclaman como tales) la corriente piagetiana, que ha presidido las investigaciones de este equipo, se centra en la relación constitutiva entre el sujeto y el objeto de conocimiento, entendidos como dos polos indisociables de las actividades que se realizan sobre el mundo. En el desarrollo de los conocimientos, las organizaciones producidas en las interacciones entre ellos no están contenidas en las organizaciones anteriores; es decir, son novedosas. Así, las tesis constructivistas se han elaborado en un intento de superar las dicotomías clásicas en el estudio de los conocimientos: sujeto-objeto; individuo-sociedad; teoría y observable; a priori y a posteriori, hechos y valores, etc. En otras palabras, tales tesis constituyen el lado epistemológico (como contracara del ontológico) de una concepción del mundo dialéctica o relacional, en oposición a una concepción basada en el marco epistémico de la escisión, que ha orientado buena parte de los estudios clásicos del desarrollo de los conocimientos sociales (Castorina, 2007b). El análisis de las interrelaciones, conflictos y articulaciones de los componentes que intervienen en los procesos de construcción del conocimiento para superar tales dicotomías, o la búsqueda de un trasfondo meta-teórico, han orientado explícitamente las investigaciones de este equipo. Dicho de otro modo, el planteo mismo de los problemas de investigación (cada vez más centrados en cómo se vinculan individuo y cultura en el desarrollo de los conocimientos sociales), la elección de las unidades de análisis (las interdependencias dinámicas entre las prácticas sociales y la construcción individual de conocimiento) o los métodos de indagación (e. g. entrevistas clínicas, etnografía). Justamente, la intervención de un marco dialéctico hace compatibles –en su diversidad– a la teoría de las representaciones sociales y la psicología genética, ambas reconsideradas y revisadas, o a esta última y a la antropología social. Por eso, por ejemplo, al investigar la construcción de ideas de los adolescentes sobre su derecho a la intimidad es pertinente el estudio de las prácticas institucionales; o estudiar cómo la ontogénesis de las representaciones sociales de la justicia es posibilitada por aquello que los grupos sociales constituyen como “realidad”, o indagar cómo las prácticas de los niños, niñas y adolescentes intervienen en el modo en el que piensan la política, a partir de sus experiencias con ella.

Es importante aclarar que poner en primer plano las condiciones contextuales de construcción del conocimiento y la apropiación de representaciones sociales no implica dejar de lado los procesos constructivos que tienen lugar a nivel individual, es decir, no supone abandonar el carácter activo del sujeto en dicho proceso, otra de las tesis centrales de la teoría piagetiana. En trabajos previos de este equipo (Barreiro y Castorina, 2018; Horn, 2019) se analizó cómo la génesis de las ideas sobre la justicia, el derecho a la intimidad, el género o el presidente, requiere la reconstrucción por parte de los individuos de estructuras de significados colectivos que se expresan en la prácticas y contextos sociales de los que estos participan. A los fines de esclarecer ese proceso, recurrimos a la propuesta de Jean Piaget (1980/1996, 1975/1990) sobre las inferencias dialécticas –inferencias que no reiteran las premisas en la conclusión– y dan lugar a la construcción de nuevos significados. Tales inferencias corresponden al mecanismo de equilibración (Piaget, 1975/1990) que explica las transformaciones de los conocimientos por la actividad cognoscitiva de los individuos con los objetos de conocimiento. Específicamente, planteamos que las inferencias dialécticas resultan instrumentos cognitivos que podrían explicar las transformaciones de los conocimientos colectivos durante su apropiación por parte de los individuos y, serían una herramienta teórica fructífera para que los investigadores puedan avanzar en el esclarecimiento del proceso ontegénetico de los conocimientos sobre el mundo social.

Por otra parte, como ya hemos planteado en producciones anteriores de este equipo (e. g. Castorina, 2005, 2010; Castorina y Barreiro, 2014), el modo en el que delimitamos e indagamos las condiciones culturales de la construcción individual de los conocimientos sociales, nos ha llevado a un procesos de apertura del programa de investigación de la psicología genética a la filosofía, la psicología social y la antropología social, que posibilitó el desarrollo de investigaciones conjuntas. Tal apertura supone la explicitación de los marcos epistémicos comunes junto con la articulación de sus perspectivas conceptuales y procedimientos metodológicos, asumiendo críticamente las contribuciones mutuas para, a su vez, consolidar el propio programa de investigación constructivista. Así, el trabajo colaborativo con otras disciplinas nos ha llevado a transformar el propio proceso de investigación, considerado como una totalidad dinámica en la que interactúan tanto el marco epistémico y las teorías que se van elaborando, junto con los métodos y los fenómenos construidos, articulados por la creatividad de los investigadores. Un auténtico ciclo metodológico, al decir de Valsiner (2012). En contra de las posiciones positivistas que atribuyen a los métodos por sí solos el logro del conocimiento, en nuestro programa de investigación se pone de manifiesto la concepción de una interacción entre la construcción teórica, la invención creativa de los individuos y la verificación empírica. Cualquiera de ellos puede cambiar, por virtud de sus conexiones, no sólo las teorías al ser falsadas por los hechos o por controversias con otras, o los métodos ante los requerimientos de los nuevos problemas, sino también los marcos epistémicos. En nuestro caso el marco epistémico dialéctico se “dialectizó”, valga la expresión, ya que se diversificaron y complejizaron las relaciones básicas, por ejemplo, al pasar progresivamente del estudio de la interacción dual entre sujeto y objeto a relaciones ternarias entre sujeto-objeto-otro.

De esta manera, para producir las elaboraciones teóricas y los estudios empíricos que se presentan en este libro, ha sido crucial la reflexión meta-teórica o epistemológica sobre la caracterización de las teorías, la elección metodológica, y la explicitación de un marco epistémico dialéctico que puede justificar el diálogo in vivo entre diferentes disciplinas. Más aún, la originalidad de los trabajos reunidos en esta obra reside, en gran medida, en el intento de articular las reflexiones meta-teóricas con los otros niveles de investigación: la realización de estudios empíricos y la elaboración de teoría sobre el proceso de construcción colectiva y de apropiación individual del conocimiento social. En la mayor parte de los capítulos de este libro puede encontrarse un testimonio de tal esfuerzo al plantear, o sugerir, una revisión de las unidades de análisis: ya sea en términos de la incorporación del contexto a las indagaciones cruzadas entre psicología del desarrollo y antropología, o en la investigación sobre el derecho a la intimidad en adolescentes; ya sea en una aproximación a una unidad ternaria y dinámica –específica para cada investigación– compuesta por un sujeto social, objeto de conocimiento y alter (individuas, grupos, o prácticas normativas con adolescentes en escuelas). Así, a lo largo del despliegue de nuestro programa de investigación fuimos abandonando progresivamente al sujeto epistémico propio de la tradición piagetiana clásica en pos de un sujeto psicosocial, constituido por su participación en prácticas sociales donde las relaciones entre el sujeto y el otro, expresadas en creencias y prácticas colectivas, juegan un rol constructivo. Esta ha sido quizás la más significativa revisión del programa clásico de investigación constructivista de los conocimientos sociales, una revisión de una de sus tesis nucleares, que a su vez ha posibilitado la investigación colaborativa con otras disciplinas. Cabe mencionar que esta apertura fue posible debido a la multidisciplinariedad de los integrantes de este equipo de investigación, que provienen de distintos campos de las ciencias sociales: psicólogos y psicólogas del desarrollo, sociólogos y sociólogas, filósofos, antropólogas, psicólogas sociales y licenciadas en ciencias de la educación.

Además, gracias al diálogo entre diferentes enfoques disciplinares pudimos avanzar en la delimitación y comprensión del “carácter social” del conocimiento, una tesis que para nosotros está lejos de ser obvia –como parece serlo para muchos investigadores e investigadoras– sino que es un problema que reclama discusión conceptual y producción de conocimientos empíricos para ser interpretado cabalmente. En este sentido, pensamos que nuestro trabajo ha contribuido a explicitar y delimitar, tanto conceptual como epistemológica y metodológicamente, la especificidad de los procesos de construcción del conocimiento social en un sentido amplio, que a nuestro criterio abarca diferentes dimensiones que se fueron desplegando; es decir, volviéndose visibles y necesarias para nosotros, en la medida en que fuimos avanzando en el trabajo investigativo.

Una dimensión de los procesos de construcción del conocimiento social, vislumbrada y abordada por este equipo desde sus inicios (Castorina y Lenzi, 2001) se ha ocupado del estudio del modo en el que los niños piensan los objetos constitutivos del mundo social, esto es, aquello que en la psicología del desarrollo contemporánea se denomina como “dominio social” de conocimiento (Turiel, 1984, 2008; Smetana y Villalobos, 2009). Desde esta perspectiva, se asume que el contexto social y cultural ejerce influencia sobre el contenido del conocimiento, pero no afecta a la forma del proceso cognitivo; es decir, a la trayectoria de complejización de los juicios y argumentos elaborados por los individuos (Castorina, 2005b, 2014). Específicamente, la perspectiva que sostenemos postula el dominio de conocimiento social como el campo de fenómenos y relaciones sobre los cuales los individuos formulan ideas, constituido durante sus experiencias sociales (Castorina y Faigenbaum, 2003; Castorina et al., 2010). Así, el dominio social no refiere a una aplicación particular de sistemas de pensamiento individuales generales, como en la tradición piagetiana clásica. Por lo tanto, es posible identificar recorridos constructivos propios a cada campo de experiencia específica con la sociedad. En esta línea, en obras anteriores (Castorina, 2005b) hemos delimitado una versión “crítica” de la psicología genética que modifica ciertos aspectos de la tradición original en base a los avances en la investigación de las nociones sociales en los niños y niñas, así como también en la búsqueda de relaciones con otras disciplinas. Básicamente, hemos llevado adelante un programa de investigación sobre una diversidad de objetos de conocimiento, aunque compartiendo una misma perspectiva epistemológica respecto a la especificidad del conocimiento social: una tesis constructivista renovada, que permite indagar la experiencia moral, política o jurídica. Con respecto a este punto, un resultado de la colaboración con otras disciplinas ha sido haber considerado a las prácticas sociales como indisociables de su significación para el grupo de pertenencia de los individuos. Asimismo, el carácter constitutivo de tales prácticas en la elaboración de nociones por parte de los individuos es simultáneo y, a su vez, posibilitante de la apropiación de creencias colectivas, como también de su construcción y sostenimiento a lo largo del tiempo. Como ya hemos planteado en trabajos previos, la perspectiva revisada del programa constructivista en la que se enmarcan estos estudios afirma que los objetos del mundo social se constituyen en las prácticas de los individuos, por lo tanto, sin ellas no existiría pensamiento social y, a su vez, tales prácticas le ponen límites a lo pensable acerca de los fenómenos sociales (Castorina, 2005b, 2014). Se plantea así una “tensión” entre el polo de la actividad constructiva y el de las condiciones culturales que la restringen, dado que ambas no pueden ser concebidas de manera independiente. En este sentido, en los capítulos del presente libro veremos, por ejemplo, cómo la participación de los niños, niñas y adolescentes en prácticas sociales propias de los contextos escolares o de colectivos políticos restringe de un modo particular la conceptualización de su propio derecho a la intimidad y de la política.

La segunda dimensión constitutiva del “carácter social” del conocimiento es aquella referida al modo en el que “lo social” (e. g. creencias, valores, relaciones de poder) interviene en la construcción del propio conocimiento científico. Es importante mencionar que las condiciones sociales intervienen en las investigaciones de nuestro equipo, como de cualquier otro, y se refieren a las concepciones del mundo (nuestro marco epistémico, ontológico y epistemológico) que condicionan el desarrollo de la investigación científica (García, 2001). En la medida en que se asocian a su trasfondo sociocultural, las investigaciones deben incluir valores no epistémicos, referidos a aspectos normativos morales y políticos, porque son la expresión de las relaciones y disputas sociales en las que se sitúa la práctica investigativa. En tal sentido, y a los fines de la conquista de una objetividad relativa e histórica de los resultados de las investigaciones, se abre como problema examinar las modalidades de intervención de las presuposiciones ontológicas y epistemológicas, junto con los valores que son componentes genuinos de un marco epistémico, en el “ciclo metodológico” (Valsiner, 2012). Es necesario establecer las condiciones de posibilidad de la práctica de investigación y la crítica de valores que la obstaculizan, como la negación del significado político de las investigaciones, la “neutralidad valorativa”, o la actitud de control sobre los comportamientos de los sujetos. Por último, queda como programa futuro estudiar los actos institucionales, cuasi-administrativos y políticos o los derivados de las posiciones de los investigadores en el campo académico, que en conjunto imponen una regulación social constitutiva de ciertas maneras de “hacer buena ciencia”, una norma institucional en determinadas condiciones históricas.

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9788418095672
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