Loe raamatut: «Enigmas de las Américas»

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Enigmas de las Américas. Geografía y expediciones del Nuevo Orbis

Autores

Sabrina Guerra Moscoso1, Rodrigo Moreno Jeria2, Mateo Ponce1, César Adolfo Ávila Royert3, Diego Quiroga Ferri1, Carmen Fernández-Salvador1, Ana Sevilla1, Elisa Sevilla1, Kris Lane4, Andrew Lambert5

1Universidad San Francisco de Quito USFQ, 2Universidad Adolfo Ibáñez, 3Universidad Nacional de la Plata, 4Tulane University, 5King’s College London

Editora general de la colección Enigmas de las Américas: Sabrina Guerra Moscoso

Producción editorial: Valentina Bravo y Diego F. Cisneros

Diseño y diagramación: Krushenka Bayas y Ricardo Vásquez

Diseño de cubierta: Krushenka Bayas y Ricardo Vásquez

Revisión de estilo e idioma: Patricia Castañeda

Esta obra es publicada luego de un proceso de revisión por pares ciegos (peer-reviewed).

© Sabrina Guerra Moscoso, Rodrigo Moreno Jeria, Mateo Ponce, César Adolfo Ávila Royert, Diego Quiroga Ferri, Carmen Fernández-Salvador, Ana Sevilla, Elisa Sevilla, Kris Lane, Andrew Lambert, 2021

© Universidad San Francisco de Quito USFQ, 2021

© Ediciones Doce Calles, 2021

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ISBN USFQ PRESS: 978-9978-68-198-5

ISBN Ediciones Doce Calles: 978-84-9744-380-7

Registro de autor: 055134

Primera edición impresa: septiembre, 2013

Segunda edición impresa: diciembre, 2018

Segunda edición digital: octubre, 2021

Catalogación en la fuente Biblioteca de la Universidad San Francisco de Quito USFQ.

Geografía y expediciones del Nuevo Orbis / Sabrina Guerra Moscoso ... [y otros]. – 2ª edición digital. – Quito : USFQ Press, ©2021

p. : cm. ; (Enigmas de las Américas)

ISBN(e): 978-9978-68-198-5

1. Geografía histórica – América. – 2. Geografía histórica – Mapas – América. – 3. América – Descubrimientos y exploraciones. – 4. Descubrimientos geográficos – América. – I. Guerra Moscoso, Sabrina. – II. Serie.

LC: E 101 .G46 2018

CDD: 970.01

OBI-126

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CONTENIDO

INTRODUCCIÓN

Sabrina Guerra Moscoso

EL PASO SUR

EL RÍO DE LA PLATA: UN ENIGMA EN EL SUR DE AMÉRICA

Rodrigo Moreno Jeria

MAGALLANES, UN PASO INTEROCEÁNICO

Sabrina Guerra Moscoso • Mateo Ponce

EL CABO DEL FIN DEL MUNDO: HOORN Y EL CAMINO AL PACÍFICO

Rodrigo Moreno Jeria

TERRA AUSTRALIS

LA INVENCIÓN DE UN ARCHIPIÉLAGO: EL DEBATE SOBRE LA TERRA AUSTRALIS INCOGNITA Y EL NACIMIENTO DE TIERRA DEL FUEGO EN LOS SIGLOS XVI Y XVII

César Adolfo Ávila Royert

TERRA INCOGNITA: MITOS, CIENCIA Y FRONTERA

Diego Quiroga

EL DORADO

DE LA DESCRIPCIÓN AL MAPA: RELATOS DE VIAJE Y CARTOGRAFÍA DEL AMAZONAS EN EL SIGLO XVII

Carmen Fernández-Salvador

AMAZONÍA: UNA TIERRA INCÓGNITA

Ana María Sevilla • Elisa Sevilla

EL PASO NOROESTE

EL ENIGMA DEL PASO DEL NOROESTE

Kris Lane

ELABORACIÓN DE MAPAS CIENTÍFICOS: LOS BRITÁNICOS EN EL ÁRTICO, 1817-1859

Andrew Lambert

UNAS ISLAS MUY FANTÁSTICAS

ISLAS DE FANTASÍA: CARTOGRAFÍAS IMAGINARIAS DEL MAR DEL SUR

Kris Lane

AGRADECIMIENTOS

AUTORES


Detalle de Americae Pars Meridionalis, Joannes Janssonius, 1647-1650, Nouvelle Atlas Du Theatre Monde, cortesía Fondo Jijón, Biblioteca Nacional, Ministerio de Cultura del Ecuador.


INTRODUCCIÓN

Sabrina Guerra Moscoso

a imagen del mundo es una representación construida a pedazos por miles de viajeros a lo largo de la Historia. La recopilación de estas noticias se ha plasmado en los mapas, cartas y atlas que han constituido, en cada momento, un “retrato” de la Tierra que también reflejaba a quienes lo trazaban.1

El Theatrum Orbis Terrarum, un teatro que es el escenario del accionar humano, en su portadilla (Imagen 1) presenta enmarcado dentro de un arco dórico (figura renacentista, propia de la arquitectura clásica) cuatro figuras femeninas, que representan las cuatro partes del mundo. En la parte superior, ocupando una posición dominante, se observa una mujer mayor, una figura autoritaria, en sus manos sujeta un cetro y un timón, personifica a Europa. A la izquierda está otra mujer, una princesa oriental, en cuyas manos porta un recipiente de incienso humeante, en representación del Asia exótica. A la derecha una doncella negra, cuyo brillo responde al calor tropical, personifica África. En la base se encuentra la figura que interpreta la salvaje América, en su mano izquierda alza una cabeza, representa el Mundus Novus, que ha pasado a integrar el teatro del mundo, como la flamante cuarta parte. Pero junto a América también aparece una quinta figura incompleta, que personifica una tierra enigmática por descubrir, aquella Tierra Incógnita, Tierra Magallánica, Tierra del Fuego o Terra Australis, un nueva quinta parte todavía por explorar2. Abraham Ortelius escogió esta imagen para la portada de su obra, que fue el primer atlas del mundo, publicado por primera vez en latín en el año 1570, fue reeditado más de 30 veces y fue traducido a otros seis idiomas: alemán, holandés, francés, español, italiano e inglés. Esta obra es reconocida como el primer atlas moderno, el primer intento de incorporar todo el conocimiento geográfico registrado en el siglo de las exploraciones.


Imagen 1: Portadilla de Theatrum Orbis Terrarum, Abraham Ortelius, 1612 (edición española), cortesía Fondo Jijón, Biblioteca Nacional, Ministerio de Cultura, Ecuador.

MUNDUS NOVUS

En esas partes del sur he encontrado un continente mas (sic) poblado y habitado por animales que Nuestra Europa o Asia o Africa3.

Como un “Novo mondo retrovari”, un nuevo mundo encontrado, denominó Américo Vespucio a esta nueva cuarta parte del mundo; y explicaba que “podemos llamarlo asi (sic) porque nuestros ancestros no tienen conocimiento de el (sic)”. En 1501, Vespucio registró en uno de sus comunicados: “Supimos que esa tierra era un continente y no una isla por tener una muy larga costa y por estar repleta de infinitud de habitantes”4. Es así como la discusión de si se trataba de una nueva masa continental o una gran isla parte del Asia comenzó tan temprano con los primeros viajes europeos a Occidente.

En el año 1500, Juan de La Cosa, piloto y cosmógrafo español, realizó el portulano en el Puerto de Santa María; se trata de un manuscrito sobre pergamino, hecho con la tradicional técnica de portulano, que recoge los descubrimientos de Juan de Caboto (1498) y de los tres viajes de Colón (1492/1493/1496) a las Indias. En este documento se puede ver, en color verde el perfil del continente americano y están señaladas las islas del Caribe, exploradas ya por Colón en sus viajes (Imagen 2).


Imagen 2: Puerto de Santa María, Juan de la Cosa, 1500 (edición facsimilar), cortesía Fondo Jijón, Biblioteca Nacional, Ministerio de Cultura del Ecuador. En el año 1832, el barón de Walckenaer en un Kiosco de antigüedades parisino encontró este mapa. Los portulanos representan ciudades, monarcas y personajes bíblicos, figuras mitológicas, las rutas de navegación y los puertos.

Por el mismo tiempo, un italiano, de nombre Alberto Cantino, adquirió en el año 1502, en Lisboa, un planisferio de autor anónimo, realizado también con la técnica de portulano, sobre un pergamino manuscrito y coloreado, que incluye detalles de la costa americana. Por supuesto, al ser de origen portugués resalta la importancia del meridiano que, según el Tratado de Tordesillas (1494), trazaba la división entre la parte castellana (Occidente) y la porción portuguesa. Para la fecha de publicación de este planisferio estaba claro que las Indias descritas por Colón eran en realidad un nuevo continente que ya había sido repartido entre España y Portugal. Este planisferio introduce algunas novedades, es una carta náutica que por primera vez presenta la línea ecuatorial y los trópicos. Lo más sorprendente es que incluye regiones del Nuevo Mundo que todavía no habían sido exploradas, como Florida, descubrimiento atribuido a Juan Ponce de León años más tarde, recién en 1513 (Imagen 3).


Imagen 3: Planisferio de Cantino, Anónimo, 1502. Biblioteca Estense de Módena, Italia

Estos primeros mapas europeos, que registran la información de las tempranas exploraciones europeas, incorporan las incipientes nociones que se tenían sobre la geografía de lo que para ellos era un “Mundus Novus”. Esta cartografía evidencia cómo América fue en otro tiempo pura y simplemente el Nuevo Orbis5, la cuarta parte del mundo. De hecho, el nombre América fue utilizado por primera vez por el cosmógrafo alemán Martin Waldseemüller para denominar las tierras exploradas por Américo Vespucio. Aunque durante el siglo XVI persistía una tendencia a rechazar la posibilidad de que esta masa continental fuera un nuevo continente, puesto que todavía se pensaba que era solo una prolongación de Asia; de hecho, descifrar si se trataba de una nueva masa continental fue precisamente el primer gran enigma de la geografía moderna. Los tempranos viajes europeos a Occidente buscaron resolver esta incógnita.

Fue precisamente Martín Waldseemüller quien por primera vez usó el nombre de América, en su mapa realizado en 1507, para denominar el descubrimiento: “ahora una cuarta parte ha sido descubierta por Amerigo Vespucci”6 (Imagen 4). No obstante, Waldseemüller en un mapa posterior, publicado en 1513, ya no usó el nombre América, sino el de Terra Incognita, pero era ya muy tarde, el nombre se había popularizado para denominar a este nuevo orbis. Es así como el mapa de 1507 ha sido considerado como el certificado de nacimiento de América7.


Imagen 4: America, Waldseemüeller, 1507, cortesía de Library of Congress (LOC). Impreso en doce partes (cada una de 18 x 24 pulgadas, mide 4 x 8 pies), se trata del mapa más grande impreso hasta hoy.

El mapa de Waldseemüller fue un verdadero hito cartográfico, por ser el primero en implementar al menos cuatro novedades: usar el término América, representar la esfericidad de la Tierra, separar América de Asia e incorporar el Pacífico, que para 1507 todavía era desconocido para los europeos. De este mapa se realizaron más de 1000 copias, de las cuales solamente sobrevive una, que se encuentra en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, un verdadero tesoro de la cartografía. Otro de los hitos importantes que marca este mapa y que resuelve la primera interrogante sobre el Nuevo Mundo se encuentra en el recuadro de la parte inferior derecha donde se expresa: “América que es conocida ahora por ser la cuarta parte del Mundo”8.

Entonces, la definición de América como un nuevo continente fue un reto, un nuevo paradigma que desafiaba el antiguo paradigma ptolemaico sobre las tres partes que conformaban el mundo, tal vez por esto se entiende que por tanto tiempo haya persistido la discusión sobre si era realmente un nuevo continente o una isla. Este debate se mantuvo por largo tiempo y la cartografía jugó un rol definitivo al comprobar en forma irrevocable la realidad de un continente y no de una isla, y la imposibilidad de que se tratara de una extensión de Asia.

En el año 1526 se publicó la Carta Universal de Juan de Vespucio, sobrino de Américo y piloto de la Casa de Contratación. Se trata de una carta portulana muy decorada, una representación de la costa atlántica de América y también del Pacífico. La innovación más importante es la información sobre la costa de Florida, resultado de las tempranas expediciones españolas de Lucas Vásquez Ayllón (1525), que había llegado hasta la bahía de Chessapeake. Esta carta, producida para la Casa de Contratación, recoge el conocimiento español de algunas expediciones que se habían desarrollado para descifrar las incógnitas geográficas del nuevo continente, así lo refleja la explicación geográfica referente al estrecho de Magallanes como “Estrecho de Santanton que descubrió Hernando de Magallanes”9 (Imagen 5).


Imagen 5: Carta Universal, Juan Vespucio, 1526, The Hispanic Society of America, New York.

Es así como la primera interrogante se fue resolviendo, se aceptaba que las Indias de Colón en realidad eran un continente, una nueva parte del mundo hasta entonces desconocida para los europeos. Precisamente el mapa de Diego Gutiérrez (1562), formaba parte del Padrón Real, recogía la información oficial recibida por los expedicionarios en la Casa de Contratación e incorporaba ya la existencia de la cuarta parte del mundo, su título refleja tal realidad (Imagen 6).


Imagen 6: Americae sive quartae orbis partis nova et exactissima descriptio, Diego Gutiérrez, 1562, cortesía Library of Congress (LOC). Este es un mapa de edición póstuma (1562) refleja el conocimiento de la geografía americana (loros, monos, sirenas, caníbales brasileros, gigantes patagones, un volcán en erupción en México, el Amazonas y otros ríos, y todas las alegorías propias de la época.

Si bien ya se había aceptado que se trataba de una nueva masa continental, esta realidad generó nuevas interrogantes sobre su geografía, por ejemplo

Los colonizadores ingleses de Virginia, a principios del siglo XVII, creían que podrían llegar al Mar del Sur (Pacífico) marchando por tierra, también los primeros navegantes del Mississippi esperaban que el gran río desembocara en un mar que bañaba China10.

Es así como surge la segunda gran incógnita planteada por este Nuevo Mundo al Viejo Mundo, la posibilidad de la existencia de un pasaje que conectara el Atlántico con el Pacífico.

Precisamente la posibilidad de un paso que permitiera a las naciones europeas llegar al Asia fue la razón que motivó a la mayoría de las expediciones europeas a explorar aquel nuevo continente. La inagotable búsqueda de un paso que comunicara los dos océanos fue el móvil que llevaría a descifrar los nuevos enigmas que la geografía americana planteaba a los europeos. La búsqueda de un paso por el Sur, la posibilidad de un gran río que permitiera atravesar el nuevo continente y un paso por el Norte fueron algunos de los enigmas geográficos que las expediciones de la era del descubrimiento se aventuraron a resolver.

La era del descubrimiento incluía la búsqueda de algún paso que permitiera a los europeos atravesar este nuevo continente para así llegar a las islas fantásticas del Pacífico, que escondían especies y productos exóticos, riquezas y promesas que por tantos siglos los viajeros habían anhelado poseer; y por qué no, también la posibilidad de encontrar un quinta parte del mundo, un gran continente que ofreciera el equilibrio físico y las riquezas añoradas.

Entonces poco a poco se iban presentando los enigmas que la geografía especulativa del nuevo continente develaba a los expedicionarios que se aventuraron a resolverlos. Cada una de estas expediciones aportaba más certezas e información, pero también imaginarios, mitos, sueños e ilusiones que con celeridad plasmaron los cartógrafos en los mapas a partir de la era del descubrimiento.

La fascinación de los europeos con el Nuevo Mundo los llevó a explorarlo y por supuesto a registrar la información en los mapas de la época; por todo esto, a partir del siglo XVI la historia habla del inicio de la era del descubrimiento. Precisamente la producción cartográfica de diversas naciones europeas buscaba captar la información de las expediciones y fue así como se reprodujeron los mapas que plasmaron las realidades e ilusiones propios de una época de exploraciones e impresionantes descubrimientos.

Es imposible negar el gran impacto que a partir del siglo XVI tuvo el extraordinario intercambio de bienes, cultura, gente, conocimiento, ciertamente con implicaciones ecológicas y demográficas nunca antes vistas. Estas exploraciones marítimas tuvieron importantísimas consecuencias para la navegación, la geografía, las ciencias en general y la comunicación, y causaron cambios significativos y duraderos en todas las culturas que se pusieron en contacto.

Precisamente, en este libro se compilan una serie de artículos que abordan, desde distintas perspectivas, algunos de los enigmas que aquella geografía especulativa planteó a los expedicionarios, que buscaron resolverlos con sus sorprendentes viajes, en los que se conjugaban los intereses, ambiciones, ilusiones, imaginarios, mentiras y conocimientos que con tanto cuidado luego fueron registrados en los maravillosos mapas producidos a partir del siglo XVI.

Cada artículo de este libro refleja lo que es la cartografía, la convergencia de disciplinas, miradas e interpretaciones de académicos, que desde sus trincheras y perspectivas (historia, antropología, geografía e historia del arte) reconstruyen aquella dinámica interacción entre enigmas geográficos, expediciones y mapas, que permitió, entre los siglos XVI y XIX, definir con más precisión lo que fue América: “el continente aun (sic) sin descubrir sobre cuya existencia corrían rumores entre los geógrafos desde los tiempos en que Pitágoras y Aristóteles postularan por primera vez su existencia ...”11.

¿LOS MAPAS MIENTEN?

El mapa es un indicador sensible de los cambios en los pensamientos del hombre, y poco de su trabajo, parece ser un excelente espejo de cultura y civilización.12

Mapa puede ser toda clase de representación de espacios a escala. La palabra deriva del latín mappa, que significa tela, pero también se utiliza la palabra carta, que en latín significa documento13. La palabra cartografía fue utilizada desde mediados del siglo XIX para referirse al estudio de los mapas antiguos, hoy cartografía también se aplica para el arte y ciencia de construir mapas contemporáneos14.

Los mapas son fuentes históricas, que representan conocimientos, cuentan historias, además se convierten en historia; son evidencia de cultura, también de imaginarios y por supuesto de intereses político-económicos. No obstante, los mapas sirven a distintos propósitos, más allá del registro geográfico. En la cartografía convergen varias disciplinas: arte, geografía, matemática, astronomía, historia, antropología, ciencia y tecnología, que se unen para hacer mapas y estudiarlos como documentos geográficos, históricos científicos y artísticos.

Desde la Antigüedad los cartógrafos incorporaron en sus mapas y globos elementos artísticos que representan escenas reales o imaginarias sobre la concepción cultural representada más allá del registro geográfico. Los mapas de la era de las exploraciones, es decir entre los siglos XVI y XIX, incluyeron muchos elementos artísticos para reflejar las maravillas reales o míticas de las nuevas tierras. Así, estos mapas, más que los de ninguna otra época, fueron artísticamente decorados con animales y seres fantásticos como papagayos, gigantes, sirenas, tritones; toda clase de seres exóticos y escenas sobre los naturales de las tierras y mares descubiertos. A partir de las ilustraciones artísticas y científicas (iconografía) presentes en los mapas es posible reconstruir el conocimiento y también los imaginarios propios de una época.

La cartografía histórica da cuenta de los nuevos conocimientos adquiridos y también de los imaginarios sobre tierras lejanas, islas fantásticas, gigantes, hombres sin cabeza, animales fantásticos, monstruos marinos, peces voladores, hombres mitad bestia, y cuanto paraíso perdido se ansiaba encontrar. Sin duda, una de las constantes de la geografía mítica de América está en el anhelo de encontrar oro y plata, que se refleja en los topónimos alusivos al tema, como Cos-ta Rica, Puerto Rico, Castilla del Oro, Río de la Plata, Islas de Salomón y El Dorado, que son solo una muestra de la obsesión que dominó a los conquistadores españoles de la primera mitad del siglo XVI15.

Un aspecto importante que se va a considerar es que los mapas que plasmaron los enigmas de la geografía americana intentaron representar la nueva información y conocimiento sobre el mundo. No se puede obviar que los mapas de la era del descubrimiento son una construcción social, cultural y política que refuerza mediante sus símbolos el orden y el poder del imperialismo marítimo que se buscaba establecer. En este sentido fueron herramientas del poder16. Es importante recordar que los mapas son imágenes que representan el mundo como es, pero también como será, como podría ser y como debería ser, obviamente según el contexto donde se producen17. Entonces, en este libro se busca interpretar los mapas como documentos históricos, como una ventana al pasado.

Los mapas en este libro son una evidencia del emprendimiento humano y los artículos abordan las exploraciones de los pioneros que buscaron descifrar los enigmas de la geografía del Nuevo Mundo, aquellos enigmas que no fueron solo fronteras geográficas sino también culturales. Se busca plasmar la interacción entre enigmas geográficos, expediciones y cartografía de las Américas a partir del siglo XVI, partiendo de la concepción del mapa como el documento histórico, que registra y visibiliza las interrogantes y las respuestas, los conocimientos y desconocimientos, la realidad y el imaginario, los sueños y constataciones, las posibilidades y las aspiraciones de las arriesgadas y peligrosas expediciones que se aventuraron a explorar aquel Mundus Novus.

NOTAS

1 Cita tomada de una placa en el Museu Marítim de Barcelona, en agosto del 2012.

2 Virga, Vincent. Cartographia, mapping civilizations. New York: Little, Brown and Company, 2007.

3 Vespucci, Amerigo. Mondus Novus. Transcripción G. Northrup, Princeton University Press, 1916. En Peter C. Mancall, Travel Narratives from the Age of Discovery, an Anthology. Peter C. Mancall (Ed). New York: Oxford University Press, 2006: pp. 214-224.

4 En el año de 1504 Américo Vespucio registró esta información en una carta dirigida a Lorenzo Pietro di Medici, el banquero Florentino. “Americo Vespucci, Mondus Novus”. Transcripción G. Northrup. Princeton University Press, 1916. En Mancal, l Peter C. (Ed.). Travel Narratives from the Age of Discovery, an Anthology. Peter C. Mancall (Ed.). New York: Oxford University Press, 2006: pp. 214-22.

5 Fernández Arnesto, Felipe. Las Américas. Barcelona: Crítica, 2004: p. 16.

6 Virga, Vincent, Cartographia. New York: Little Brown and Company, 2007: p. 176.

7 Virga, Vincent. 2007.

8 La cita completa dice: “ Although many of the ancient were interested in marking out the circumference of the World, things remain unknown to them in no slight degree; for instance in the west, America, named alter its discoverer, which is now known to be a fourth part of the Worl.” traducida por la autora, tomada de Hessler, John W. The namig of America. London: Giles Editorial for the Library of Congress, 2008: p. 34.

9 Martín - Merás, María Luisa. Cartografía Marítima Hispana: la imagen de América. Madrid: IGME, 1993: p. 95.

10 Fernández Arnesto, Felipe. Las Américas. Barcelona: Crítica, 2004: p. 20.

11 Mathiessen, Peter. “El último sur”. En Realidades ajenas. Madrid: Trama editorial, 2000: p. 321.

12 Noble, John. The Map Makers. New York: Vintage Books, 2001: pp.16-17.

13 Woodward, David y Malcolm Lewis. “The History of Cartography”. Vol 2, Libro 3. Cartography in the Traditional African, American, Artic, Australian, and Pacific Societies. Chicago: The University of Chicago Press, 1998.

14 Martín - Merás. 1993.

15 Martín - Merás. 1993: p. 236.

16 Harley, J.B. y David Woodeard (Eds). The History of Cartography. Chicago: University of Chicago Press. Vol 1, 1987. Vol 2, libro 1, 1992. Vol 2, libro 2, 1994.

17 Harley, J B. y David Woodeard (Eds). The History of Cartography.