Loe raamatut: «Más políticas para otra política»
Ángela Paloma
MÁS POLÍTICAS PARA OTRA POLÍTICA
Más mujeres en política para la transformación social
Prólogo de Marta García-Valenzuela
EDITA A. Machado Libros
Labradores, 5. 28660 Boadilla del Monte (Madrid)
machadolibros@machadolibros.com•www.machadolibros.com
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Ángela Paloma Martín Fernández, 2020
© de la presente edición: Machado Grupo de Distribución, S.L.
REALIZACIÓN: A. Machado Libros
ISBN: 978-84-9114-339-0
A todas las personas que quieran hacer de nuestro
mundo un mundo mejor, justo, en igualdad
Índice
Composición
Prólogo
Capítulo 1. Se buscan líderes feministas
Capítulo 2. Entre lo invisible y lo visible
Capítulo 3. Hacia la profesionalización de las campañas electorales
Capítulo 4. Todas valen lo bastante
Epílogo. Cuando las mujeres empezamos a «contar»
Nota de la autora
Bibliografía
Composición
El libro se compone de cuatro capítulos y un epílogo. Cada capítulo, incluyendo el epílogo, tiene dos partes. La primera son entrevistas narradas en estilo indirecto con el tono de una conversación informal. Se percibirá que las personas entrevistadas, aunque destaquen temas concretos, abarcan cuestiones que son transversales al contenido del libro. La segunda parte se refiere al tema específico a tratar, profundizando en la información, ampliándola o subrayando ideas que considero que no podían pasar desapercibidas.
Cabe decir que hay entrevistas realizadas para este libro que tienen la intención de completar la información. Me he tomado la libertad de no seguir ningún estilo al mencionar el nombre de las entrevistadas. Se presentan con su nombre y apellidos y a posteriori he intentado emplear en la mayoría de las ocasiones su nombre de pila para que sus declaraciones resultasen más cercanas a lo largo de la lectura.
Prólogo
Necesitamos líderes más humanistas, necesitamos líderes más feministas.
Cuando alguien me hace la pregunta sobre si soy feminista, siempre respondo lo mismo; soy profundamente feminista porque me considero profundamente humanista y creo en la igualdad de derechos y deberes de todos los seres humanos y, sobre todo, creo en la igualdad de oportunidades independientemente de cualquier variable de diversidad biográfica, de origen o de pensamiento.
Conocí a Ángela Paloma hace unos años, cuando contactó conmigo como hacen muchas personas, hombres y mujeres que forman parte del ecosistema de diversidad que tenemos en España. Porque la diversidad y la igualdad generan alianzas, lazos y apoyos y su ecosistema crece a través de la generosidad y la colaboración entre todas las personas que formamos parte de él.
Un tiempo después, Ángela se volvió a poner en contacto conmigo para que leyera su libro, fue una sorpresa y un gran honor, porque siempre le he considerado una mujer excelente, con elevada preparación y muy clarividente en cuanto a su visión del papel de la mujer en espacios de poder, más concretamente en política. Su libro me fascinó, me reencontró con el espacio político y me hizo ver lo importante que es aumentar el balance de género en partidos e instituciones, sobre todo en puestos de poder. Porque las mujeres no somos un grupo minoritario siendo más del 50 por ciento del talento mundial, nuestro único problema es que estamos infrarrepresentadas en posiciones de poder, influencia y liderazgo y esto se repite dramáticamente en cualquier escenario; empresarial, judicial, académico, de medios de comunicación, cultura, deporte, ámbito social y por supuesto espacio político.
Tras haber comentado con ella algunos aspectos técnicos sobre el libro, me propuso escribir el prólogo, tarea que afronto con muchísima responsabilidad.
Diversidad, igualdad, paridad, balance de género, poder, privilegios, estereotipos…, todos estos términos se mezclan y repiten en nuestro día a día, reflejados en los medios de comunicación, discursos públicos y discusiones dentro del ámbito privado. Lo complejo de la diversidad y la igualdad es que trasciende los ámbitos organizativos y tiene una causa clara en la interpretación social de los roles de género.
En este libro que ahora comienzas encontrarás reflexiones a las grandes preguntas que nos solemos hacer: ¿Existe el liderazgo femenino y el masculino? ¿Por qué es tan difícil que las mujeres accedan a puestos de responsabilidad también en la política? ¿Qué provoca la invisibilización del talento de las mujeres? ¿Es difícil liderar en política con un estilo diferente al de la confrontación y la división al que estamos tan acostumbrados?
Mi reflexión personal sobre la dificultad que tienen las mujeres en el espacio político es que, para ellas, es muy difícil ser distintas. En estructuras de poder donde prima el pensamiento único y la confrontación con el otro, estilos mucho más consensuadores y dialogantes se utilizan en puestos no visibles como comisiones de negociación y tareas técnicas específicas realizadas por ellas de forma excelente. En primera línea se prefieren liderazgos batalladores y dialécticos, que promuevan el «nosotros frente a ellos» y que estamos viendo que no hacen nada por avanzar y crear un espacio de verdadero servicio público, que es lo que debe ser la política.
Este libro constituye una verdadera llamada a la acción a las mujeres y hombres en política, porque necesitamos de todas las miradas para construir una sociedad más justa y sostenible y, sobre todo, más igualitaria. Porque la riqueza de una sociedad se mide por la calidad de su democracia, y una democracia que no represente a hombres y mujeres no puede ser inclusiva.
Como en el resto de los ámbitos, el hablar frecuentemente del tema (porque está en la conversación de los medios y de la sociedad) no nos puede despistar de un peligro evidente; las mujeres seguimos teniendo muy poca representación en el ámbito político. A nivel mundial, como expresa la ONU, somos menos a la hora de votar, en cargos electos, en la administración pública, la estructura de partidos o en el mundo académico relacionado. Hay una gran brecha entre la indudable capacidad para liderar que tienen muchas mujeres, sobre todo como agentes de cambio activas, y su derecho a participar por igual en la gobernanza democrática.
Hay un problema claro de visibilidad, así que las mujeres que ya están deberían tomar un propósito claro de legado, de ponérselo más fácil a las mujeres que vienen detrás y de transformarse en auténticas líderes que inspiren, sin perder su autenticidad y el valor de su mirada singular.
Debemos ayudar a las mujeres políticas a trabajar las barreras internas que se puedan encontrar, esas creencias limitadoras que cada mujer tiene sobre su propia autopercepción del liderazgo y éxito. Más fuertes aún son las barreras externas y estructurales, los estereotipos de género y las dificultades para tener los contactos y recursos necesarios para lograr estar en el lugar adecuado en el momento adecuado.
En una conversación mantenida con una embajadora de un país nórdico en España, hablábamos de cómo en el parlamento europeo las mujeres siguen ocupando la presidencia de las comisiones relacionadas con lo social y los cuidados, pero no son visibles en las comisiones consideradas más estratégicas, como economía, exteriores o trabajo. Esa segregación, que también se observa en el mundo corporativo, hace que nuestros liderazgos se perciban como menos influyentes y estratégicos.
Es ciertamente triste que en el espacio político sigan poniéndose por delante las cuestiones económicas a las cuestiones de ética y valores, y esto es algo que explica la distancia de los ciudadanos con los políticos, al no encontrar la vocación de servicio público que la esfera política debería tener.
Por último, como dice la autora en uno de los capítulos, tenemos que tener claro que «todas valen lo bastante», basta de poner un doble rasero sobre la mujer en política, sobre cómo se expresa, sobre su capacidad dialéctica, sobre si están o no lo suficientemente preparadas… Hay una doble exigencia clara profundamente injusta a la hora de valorar el talento de las mujeres, también en política. La visión y aportaciones de las mujeres son profundamente necesarias para transformar la realidad, dejemos entonces que participen con voz y derecho propio, porque el futuro solo tiene sentido con un balance de género en todos los ámbitos de la sociedad.
Respetemos la diversidad de las propias mujeres, de sus motivaciones y objetivos, de lo que aportan y lo que opinan, la pluralidad es riqueza y los liderazgos de las mujeres también lo son. Debemos ser las propias mujeres las que demos un ejemplo máximo de inclusión en el ámbito político, defendiendo las injusticias que se cometan contra otras mujeres y creando una red natural de apoyo que nos ayude a avanzar.
Como bien dijo Madeleine Allbright, primera mujer en convertirse en secretaria de Estado en el gobierno de Estados Unidos, en su frase más célebre: «Existe un lugar especial en el infierno para las mujeres que no ayudan a otras mujeres».
Me gustaría cerrar este prólogo con otra frase menos famosa de Madeleine, pero con un maravilloso y profundo mensaje:
«Me llevó mucho tiempo desarrollar mi propia voz, y ahora que la tengo no me voy a quedar callada». Deseo que este libro ayude a muchas mujeres que están y estarán en política a que desarrollen su propia voz.
Marta GARCÍA-VALENZUELA
Experta en diversidad y liderazgo
Capítulo 1
Se buscan líderes feministas
Mujeres excelsas ha habido siempre, extraordinarias
por su talento, su fuerza o su personalidad
Carmen ALBORCH
«No tenemos que defender un liderazgo femenino, sino feminista»
Barcelona Activa1 está a media hora caminando. Si el calor acompaña, la sensación es mayor. Pensar no basta. Reflexionar sí será suficiente. Hay tiempo. No siempre lo hay. Está a media hora de camino desde cualquier lugar en el que empezar a andar sabiendo cuál es el destino. Sara Berbel es de las personas que están disponibles para escuchar, dispuestas a pensar y convencidas a la hora de ayudar. Es doctora en Psicología Social por la Universidad de Barcelona, licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de Barcelona y especialista en políticas de igualdad. Ha compaginado la enseñanza con distintos cargos públicos, como por ejemplo la presidencia del Instituto Catalán de las Mujeres, la dirección general de Igualdad de Oportunidades en el Departamento de Trabajo de la Generalitat de Cataluña o su cargo de comisionada de la Alcaldía de Barcelona para las Políticas de Igualdad de Oportunidades.
«El liderazgo de las mujeres en política en estos momentos es relevante2, por una parte, porque algunos de los principales ayuntamientos están liderados por mujeres. Y titubeante, en cierto sentido, porque la falta de experiencia de estar en puestos de poder creo que hace que algunos aspectos no nos los hayamos planteado.» O no se lo hayan planteado las mujeres que están en estos momentos liderando en un marco político. Sara Berbel no se refiere a que no se hayan planteado temas feministas, sino aspectos más globales relacionados con el mundo, aquellos que no se hayan planteado las mujeres por trayectoria, por la educación que hayan adquirido, por la socialización. «Y por tanto a veces es vacilante, sobre todo en el ámbito que yo más conozco, que es el ámbito económico. Veo ciertos titubeos, a veces, y poca presencia en el mundo económico.»
Barcelona Activa es un lugar lleno de color, atrayente, amable no solo para la conversación, sino para los retos y el debate. Trabajan allí muchas mujeres, aunque esto no debería llamar la atención. Si lo hace es porque aún vivimos un presente con carencias. Sara es la directora general de este lugar3 y ya estaba lista cuando empezamos a conversar. Sus ideas son claras, ilustrativas y convincentes.
«El hecho de que haya mujeres en algunos de los ayuntamientos más importantes como alcaldesas hace que veamos una sobrerrepresentación femenina.» Y va más allá. «Hay estudios que muestran que, si hay un 17% de mujeres en una sala4, los hombres perciben que por lo menos la mitad del grupo es femenino, y cuando el número de mujeres llega al 33%, los varones creen que hay más mujeres que hombres en el grupo. Los hombres perciben consistentemente más paridad de género de la que realmente existe, y más de la que perciben las mujeres, en todos los ámbitos sociales.» ¿A qué se refiere? Si somos capaces de recordar a tres alcaldesas, creeremos que hay más alcaldesas de las que en realidad hay. Por ejemplo, el hecho de que tengan visibilidad algunas mujeres del Partido Popular no significa que haya más mujeres del PP con cargos públicos. Podremos tener la sensación, pero no es el reflejo de la realidad. «En el caso de los ayuntamientos pasa porque, teniendo un 18%, creo, de mujeres alcaldesas, da la sensación de que ya la paridad se haya logrado.» Hasta 2014, solo el 17% de los ayuntamientos estaban gobernados por mujeres5. Después de las elecciones de 2015, el 19%6, y el 35% de las concejalías estaban dirigidas por una mujer.
«Por tanto, ¿cómo definiría el liderazgo de las mujeres? Por hacer una recapitulación. De relevante, titubeante o vacilante en algunos temas en los que las mujeres no tenemos suficiente confianza como para pensar que somos expertas especialmente, como en la economía o la ciencia. E innovador, creo que también hay un aspecto de innovación en las políticas públicas que lo están haciendo las mujeres líderes en estos momentos. Sin haber elaborado una teoría sobre eso, creo que estos tres adjetivos definirían como yo creo que es en estos momentos el liderazgo de las mujeres.»
¿Cómo es el liderazgo político de Ada Colau? «Es fundamentalmente carismático, en el sentido de que es próximo y que personas muy distintas pueden verse comprendidas por ella y se pueden identificar en lo que ella realiza. Sobre todo, está basado en el carisma.» ¿Liderazgo demandado socialmente? «De hecho, su primera frase cuando llegó a la Alcaldía fue: estoy aquí para obedecer, para obedeceros. Me pareció muy significativa esta frase7. Se estaba refiriendo a quienes la habían votado y a toda la gente que en aquellos momentos estaba delante en la Plaça San Jaume8. Es decir, ella estaba diciendo, “yo he llegado y, por tanto, no es que yo llegue con mi programa incorporado, sino que estoy para obedeceros porque soy producto de una necesidad social”. Y por eso es un tipo de liderazgo distinto al que estamos acostumbrados y a los que producen los partidos. Porque, claro, los partidos generan un tipo de liderazgo mucho más estereotipado. Y, por tanto, dada la sensación de incerteza de la ciudadanía, pues aparecen otro tipo de líderes.» Esta afirmación es totalmente cierta. Aunque a los partidos políticos les duela aceptarlo, es una realidad. Es ahora cuando se está empezando a invitar a personas al margen del partido político, liderazgos demandados socialmente por trayectoria, aceptabilidad, imagen, reputación, etc. Esto también es un hecho, aunque no muy compartido por cientos de militantes que calientan la silla esperando su turno. «Yo creo que la aparición de Podemos y toda la fuerza que tuvo en su surgimiento después del 15M9, también iba mucho en esta línea. Es lo que se llama el entorno “ VICA”: volatilidad, incerteza, complejidad y ambigüedad; pues ese entorno propicia que surjan líderes que vienen del desespero social, en cierto sentido.»
¿Liderazgos como el de Ada Colau pueden inspirar a otras mujeres en política? «Eso sin duda. Siempre recuerdo que Michelle Bachelet explicaba que cuando había ido a visitar colegios había algunas niñas que le habían dicho, “yo quiero ser presidenta, como tú”. Si ella no lo hubiera sido, posiblemente esas niñas no hubieran imaginado que podían ser presidentas porque, claro, ¿cómo lo vas a imaginar si todos los que vienen son señores de una edad determinada?» No se elige lo que se desconoce. Repito: no se elige lo que se desconoce10. «Ella supone para muchas niñas la posibilidad de ser alcaldesa, de llevar su ciudad.» Y, entonces, ¿qué tiene que cambiar en el espacio público para que mujeres que crean que pueden dar ese paso, lo den, o para que estén más seguras de que son capaces, de que están preparadas…? «Tienen que cambiar varias cosas. La primera yo creo que es de tipo estructural: es la distribución del tiempo. En estos momentos hay una distribución del tiempo, y tiempo de trabajo, entendido en el sentido amplio. No empleo. Existe una distribución del tiempo muy desigual entre hombres y mujeres, y que penaliza a las mujeres que quieren tener una carrera pública o una visión pública. ¿Por qué? Porque en estos momentos las mujeres tienen la sobrecarga de una responsabilidad casi exclusiva, o en todo caso muy mayoritaria sobre todas las tareas del hogar, del cuidado de las personas dependientes, etc., y esto es un obstáculo enorme para poder tener cargos públicos, al igual que para ser directivas.» Clarísimo. Evidente. Certero. ¿Lo cambiamos? «Este es un punto fundamental, si lográramos cambiar esto y lográramos una equiparación dentro del tiempo del hogar, también habría una equiparación en el ámbito público. Estoy convencida de que muchas mujeres lo desearían igual que desearían llegar a ser directivas, pero todos los estudios nos dicen que mientras tengan otras responsabilidades, esto no es posible.» Es evidente que las mujeres han ocupado espacios laborales al mismo tiempo que los espacios públicos mientras que los hombres nunca se han ocupado –hasta ahora– de los espacios personales. Por tanto, debe darse un cambio estructural y, ¿segundo? «Segundo: una socialización que tiene que dejar de ser diferencial en este aspecto. Los juguetes son cada vez más sexistas, y los anuncios en televisión. Según los datos que tenemos del año pasado, ha aumentado el nivel de sexismo, y está apareciendo que las niñas de nuevo tienen que relegarse a las tareas domésticas, al cuidado, a todas las ciencias sociales…, esto tiene que cambiar. Y las niñas tienen que visualizarse desde que son muy pequeñas que también tienen poder, que toman decisiones, que se dedican a la ciencia, a la cultura…, porque si no pasa eso, ellas, o nosotras, siempre nos acabaremos sintiendo intrusas. Por eso hay ese nivel tan alto de desconfianza, de miedo a hablar en público, de poca seguridad en sí mismas, que este es el otro aspecto. Desde las políticas públicas hacemos mucho hincapié en que ellas adquieran seguridad11. Pero es distinto adquirir seguridad a partir de los 20 años, que si ya se ha nacido con esa seguridad porque el mundo te pertenece igual que a un hombre. En este caso, todavía el mundo no nos pertenece. Y mientras eso no cambie, es muy difícil poder llegar»12.
Para Sara Berbel, es eso mismo lo que tiene que cambiar en el espacio público, estructura social en cuanto al tiempo y una socialización que no puede ser diferencial en cuanto al poder y la toma de decisión. Y desde su posición como directiva de Barcelona Activa, ¿qué está haciendo para romper con lo que dice que hay que hacer? «Estamos haciendo muchísimas cosas, por una parte, para tratar de acabar con la brecha salarial; por otra, para romper el techo de cristal, y, por otra, para acabar con lo que llamamos el suelo pegajoso, que es el hecho de que mujeres que están en los estratos más bajos del mundo laboral no pueden progresar en el escalafón profesional, no pueden desarrollar una carrera laboral, sería como lo contrario del techo de cristal13. Bueno, pues estamos desplegando toda una serie de actuaciones para cada uno de estos ámbitos. Por resumir mucho y por ser muy sintética, en el caso de las mujeres que están en los lugares más bajos, desde Barcelona Activa hemos cambiado nuestros criterios de intermediación con las empresas y ahora solo nos vamos a relacionar con empresas que paguen mil euros como mínimo al mes, y que tengan contratos estables. Esto puede parecer baladí, pero son las mujeres las que en un 60% cobran menos de mil euros y las que, mayoritariamente, tienen contratos a tiempo parcial o precario. Esta es una política de igualdad, en el sentido amplio, y que específicamente beneficia a las mujeres. Estoy avanzando en todo lo que pueda tener que ver con una renta básica, el Ayuntamiento está avanzando en eso y nosotros desde aquí estamos realizando una serie de jornadas para ver cómo una renta básica universal beneficia específicamente a las mujeres.»
Entre otra numeración de acciones, también están priorizando la participación de mujeres en las incubadoras de alto impacto tecnológico, en las líneas de la economía digital, el desarrollo de vocaciones científicas y tecnológicas trabajando mano a mano con escuelas al darse cuenta de que las niñas no creen que puedan desarrollarse en estas áreas y liderarlas. «Y hemos creado todo un espacio, Lidera, para profesionales directivas y emprendedoras, para que todas aquellas mujeres de la ciudad que quieran progresar en su carrera profesional tengan un espacio donde aprender los instrumentos, pero de manera diferencial, es decir, con perspectiva de género.» Sara, sin detenerse ni un segundo, prosigue y se pregunta a sí misma: «¿por qué los proyectos de mujeres tienen mucho menos acceso a financiación que los de hombres? Si tú quieres ser emprendedora o si tú quieres ser directiva tienes muchas más dificultades de ser creíble». Este es otro de los aspectos que está trabajando, asegura. Continúa con otra pregunta. «Comunicación: ¿por qué el índice de profesionales con miedo a hablar en público se dispara en el caso de las mujeres? Ya estamos trabajando con ellas para que no tengan ese miedo, de la misma manera que estamos trabajando con los hombres y con todas nuestras empresas.» De hecho, ninguna empresa trabaja con ellos si no tiene planes de igualdad. Además, están estableciendo criterios de priorización de las mujeres en esas empresas. ¿Qué quiere decir todo esto? Que han puesto en marcha todo un paquete de actuaciones feministas en todos los ámbitos y de manera transversal.
¿Por qué crees que todo esto no pasa en los partidos políticos? Se para. Reflexiona. «He pensado mucho sobre ese tema a lo largo del tiempo. En los partidos políticos pasa cuando hay mujeres feministas en puestos de poder.» Y subraya: «La clave no es que haya mujeres en los puestos de poder, aunque es necesario y es de justicia. Pero esa no es la clave del cambio.» Si la clave del cambio no es «estar», o no solo, ¿cuál es la clave del cambio? «La clave del cambio, del cambio social y del cambio político, es que las mujeres que acceden a puestos de decisión y de poder sean feministas. No solo las mujeres, sino que además logremos que suban hombres feministas, como en este momento estamos hablando de Pedro Sánchez . Por eso yo siempre he pensado que no tenemos que defender un liderazgo femenino, sino un liderazgo feminista, sea de hombres o de mujeres, porque los liderazgos feministas cambiarán la organización y cambiarán la sociedad. Los femeninos, no, porque una mujer nace igual que un hombre, sometida en el mismo sistema patriarcal, y por tanto no habrá cambios. Yo siempre defenderé, y tenemos que defender, aunque sea con nuestra vida, que haya mujeres, aunque sean absolutamente conservadoras, que sean patriarcales y antifeministas, tienen el derecho a estar, y es lo que tenemos que defender, pero entonces no habrá cambio social.» Y esto, Sara, en la mesa redonda de un despacho lleno de luz y de cristales transparentes, lo deja claro, sin titubear. «En los partidos hay pocas mujeres que realmente sean feministas y que suban a puestos de decisión, hay pocas. ¿Por qué? Porque las organizaciones no tienen tendencia a promover que suban a puestos directivos aquellas personas que van a hacer cambios estructurales importantes. Normalmente, y esto ya está estudiado por la sociología desde hace décadas, las organizaciones intentan mantener el statu quo. Se suelen ir promoviendo líderes que se parezcan a los que había, o líderes que vayan a respetar lo que había, o que sean relativamente cómodos con el poder». ¿Y qué ocurre con los incómodos? «Cuando alguien es muy incómodo o tiene alguna idea disruptiva, normalmente se tiene que ir y funda otro partido o bien va siendo eliminado. Como el feminismo todavía es minoritario, es muy difícil encontrar mujeres feministas en esos partidos. Y hombres aún menos».
Volvamos a las conservadoras. ¿Qué hacemos con las mujeres conservadoras que hacen política desde el feminismo sin declararse feministas y que niegan el feminismo, aquellas que les dicen a las feministas “tenéis la mente cerrada”? Sara considera que ellas mismas parten de una discrepancia en el momento en el que han asumido los presupuestos feministas: «eso ya es un gran logro, porque eso es la prueba del cambio social». Y profundiza: «lo que está demostrado es que los grupos radicales del espectro político, y se puede considerar al feminismo un grupo radical porque es de raíz, que defienden una serie de aspectos que en su momento eran innovadores, estaban mal vistos por el resto de la sociedad». Por tanto, equis años después, cuando ya han pasado a gran parte de la sociedad, cuando se incorporan partidos políticos y cuando llegan a la ciudadanía, ya se ha perdido el origen, pasa al anonimato el nombre de quienes lo defendieron. «Y eso pasa especialmente en el ámbito feminista, porque el feminismo ha estado tan denostado socialmente, y el ser feminista ha recibido tales insultos… Es decir, ha estado tan connotado negativamente que para que una sociedad amplia incorpore medidas que en realidad son radicales, porque son un cambio social, necesitan desprenderse –no digo que sea bueno, digo que es lo que ocurre–, necesita desprenderse de quiénes han sido estos primeros que lo han defendido y que tienen unas graves connotaciones negativas en esta sociedad. Es por ello por lo que será muy difícil que nosotras logremos que estas mujeres digan que son feministas. A no ser que la connotación cambiara…» ¿Por ejemplo? «Ahora las redes sociales están haciendo que cambie.» Y está haciendo que esto cambie porque se han sumado masivamente algunas personas de renombre que ya no son sospechosas radicales, sino que son personas que la ciudadanía considera más cercanas. «Y entonces, ahí, habría un cambio de la connotación y se podrían llamar así. Pero, si no, es casi imposible. Es decir, el precio que pagan los grupos radicales por lograr el cambio social en la línea de lo que defienden es perder ellos la autoría. Esto en la psicología social está explicado y comprobado. Los grupos conservadores por naturaleza tienden a conservar lo que hay. Esto va a costar mucho cambiar no tanto porque se sea feminista, porque ellas mismas lo están siendo en muchas cosas, por tanto, en la práctica lo están siendo. Pero cambiar esto ya choca no tanto con el ser mujer como con lo nuevo y lo antiguo.»
No llevamos ni veinte minutos de conversación y podemos tener la sensación de haber avanzado más que en la lectura de tres libros al buscar respuestas. Y surge la gran pregunta: ¿está preparada la sociedad española para tener una mujer presidenta o tener once ministras? «Preparada, depende de lo que queramos decir.» Sonrisa sonora. «¿Preparada? Si lo que queremos decir es que se va a aceptar sin una revolución, pues sí, en ese sentido, está preparada. Y la prueba es que ha pasado. Y nadie se ha rasgado las vestiduras. Es decir, ¿podemos soportarlo? Sí. ¿Si lo que me preguntas es si estamos preparados para considerarlas con el mismo respeto, para admirarlas, para poder pensar en ellas como grandes sabias? A ese nivel, no, la sociedad no está preparada. Sigue juzgando diferente.» Sara considera que debemos incorporar las palabras «admirar», «sabiduría», «respeto» y asociarlas a las mujeres, porque esto aún no se ha logrado y se juzga a las mujeres líderes por estereotipos, como son su ropa. Acaba prevaleciendo más el qué lleva que el qué dice. No estamos educados para asociar esas palabras a una mujer, pero sí nos han educado para asociarlas a un hombre. «Exacto. Con ellas pasa que valoramos si es más o menos cariñosa, si es más o menos dulce, esos son adjetivos que se les atribuyen. O si es masculina. Pero esto entonces demuestra que hay una diferente manera de medir.»
Medir es difícil cuando la suma de los obstáculos parece no tener fin. ¿Qué tiene que hacer una mujer que quiera dar el paso y se encuentre con estos obstáculos? «Aquí la única posibilidad es la red.» La red. «Es decir, ella no puede estar allí sola por sí misma, porque entonces se la comerán o bien ella tendrá que adaptarse al statu quo, a lo que hay, como he dicho, porque entonces no se le permitirá seguir allí.» ¿Entonces? «La única manera de que ella lo pueda conseguir es que tenga detrás de ella una masa crítica de mujeres, y si hay hombres, mejor todavía. Cualquier liderazgo ocurre cuando detrás hay una masa crítica de gente que admira a esa persona, que la quiere seguir, que cree en sus valores.» Que se identifica. «Pues aquí, igual. Si ella tiene detrás mujeres feministas que la apoyan, que la admiran, que van a hablar de ella en términos elogiosos, ella podrá mantenerse y lograrlo. Pero si no, no. Si no, en poco tiempo o ella lo dejará, o bien dimitirá, porque hay muchísimos casos de mujeres que abandonan. En el mundo empresarial el 40% de todos los puestos son abandonados por mujeres y la mayor parte de las veces es porque son mujeres solas en ambientes que son completamente masculinizados y no tienen detrás a nadie. La vía es la red. La red es la única manera de sobrevivir.» Si las mujeres no consiguen esa red, no sobrevivirán. Serán mujeres solas, que nada tiene que ver con la soledad de la líder. Mujeres exitosas solas y posiblemente solteras. Entramos en arenas movedizas. «¿Con quiénes están los hombres de la misma edad?», se pregunta Sara. «En el caso de que sean parejas heterosexuales. O sin hijos. El 72% de las mujeres en puestos de decisión no tienen hijos. Y, en cambio, en los países nórdicos es al revés. El 72% tienen hijos. Los hombres no están preparados todavía para estar con mujeres fuertes, y la sociedad penaliza a estas mujeres.» Pero estas mujeres quieren ser líderes. «Claro». Y son penalizadas incluso por sus propias familias. «Exacto». ¿Qué pasa con esas mujeres? «Que no están dentro de lo que se espera de ellas. Se están saliendo de lo que se espera de ellas. Y en el momento en el que te sales, eres penalizada. Un hombre líder sube su atractivo sexual y su atractivo en cuanto a las relaciones. En las mujeres líderes hay estudios que demuestran que es al revés. Cuando las mujeres llegan a lugares de posición más bien los hombres se alejan, de manera general. Por suerte tenemos hombres que no son así. Pero hay estudios que han demostrado que esto es así, porque en una mujer no se espera que sea así: que tenga liderazgo, que sea valiente, que sea decidida… Los hombres no han sido educados para poder relacionarse con este tipo de mujeres de igual a igual. El problema es la igualdad. Los hombres no esperan igualdad en las relaciones y con estas mujeres tendrían que tener igualdad. Y por eso están con chicas más jóvenes, por ejemplo, porque repiten el modelo patriarcal de un hombre más sabio, más maduro.» Esto está impidiendo el que muchas mujeres den ese paso político, la influencia del entorno masculino en la familia. «Exacto. Porque se sienten culpables de que él no me quiera, o no me acepte. Y porque tienen miedo a la soledad.»