Loe raamatut: «Inmigración internacional en Chile»

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A este volumen se han aplicado los criterios utilizados por Ediciones Universitarias de Valparaíso de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, con referato externo.

SERIE ARBITRADA



© BALDOMERO ESTRADA, 2020

INMIGRACIÓN INTERNACIONAL EN CHILEPerspectivas Económico-sociales, 1850 - 2017

Registro de Propiedad Intelectual Nº 2020-A-410

ISBN edición impresa: 978-956-17-0854-9

ISBN edición digital: 978-956-17-0896-9

Derechos Reservados

Ediciones Universitarias de Valparaíso

Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

Calle Doce de Febrero 21, Valparaíso

Mail: euvsa@pucv.cl

www.euv.cl

Diseño: Paulina Segura P.

Corrección de prueba: Daniela Vergara R.

HECHO EN CHILE

ÍNDICE



WALDO PACHECO Inmigración y sociabilidad protestante en Valparaíso a mediados del siglo XIX.

LJUBA BORIC Sociedades de Beneficencia y Socorros Mutuos. Dinámicas de sociabilidad y estrategias de distinción de inmigrantes en Punta Arenas, 1880 –1920.

MARCOS CALLE Trayectorias empresariales de italianos: las familias Magnasco y Solari en el puerto de Iquique,1890 –1960.

LEONARDO MAZZEI El prestigio italiano en el proceso inmigratorio chileno. El caso de Concepción, 1890 –1930.

JORGE MUÑOZ Empresarios y diplomáticos alemanes en el Pacífico, 1890 –1914: una mirada desde la Provincia de Llanquihue, Chile.

BALDOMERO ESTRADA La educación como instrumento de conservación de la identidad étnica. La comunidad judía de Valparaíso-Viña del Mar, 1920 – 2000.

MARIO MATUS Crisis de crecimiento. El Bicur Joilim a lo largo de la década de 1930.

GUILLERMO BRAVO “Nueva inmigración” en Chile. Imaginario social y novela.

ANDREA AVARIA Ser mujer como constante de tensión en el parto. Parir en Santiago de Chile, cuando se es chilena, migrante o extranjera.

CARMEN NORAMBUENA Números, Voz y Letra de la comunidad haitiana residente en Chile.

MARCO AURELIO REYES Imaginario colectivo: construcción del Diablo como inmigrante. El caso de Chillán.

PRESENTACIÓN

En 1986 se iniciaron en el Instituto de Historia de la Universidad Católica de Valparaíso las Jornadas de Estudios Migratorios que, durante los primeros años, se mantuvieron bajo el alero de esta Casa de Estudios. Con el paso de los años, debido al interés de los académicos procedentes de otras instituciones académicas, se decidió efectuar estos encuentros académicos en otras Universidades, en donde se cultivaba la disciplina de los estudios migratorios. Es así, como también se realizaron estas jornadas en la Universidad de Tarapacá, Universidad Arturo Prat, Universidad Católica del Maule, Universidad del Bío-Bío, Universidad Católica del Norte, Universidad Católica de la Santísima Concepción, Universidad de Chile y Universidad de Santiago.

A partir del año 2010 se decidió que estas jornadas debían tener una mayor difusión, por lo cual, desde esa fecha se han publicado diversos volúmenes con algunos de los artículos con los temas presentados en cada uno de los encuentros realizados. Hasta el momento, han sido seis las publicaciones editadas1. El año recién pasado, 2018, tuvimos la ocasión de celebrar las XXV Jornadas en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, que ha permitido editar la presente publicación. Para quienes hemos participado desde los inicios en estas jornadas, constituye una especial satisfacción el haber logrado la permanencia, a través del tiempo, de estos encuentros que han validado un tema que hoy cobra especial atención, por el sustantivo incremento que está teniendo la inmigración en nuestro país. De allí entonces que este libro constituye un verdadero hito y testimonio de la relevancia y preocupación, que ha existido sobre el tema migratorio en Chile desde distintas Universidades, aportando de modo sustantivo a la comprensión de un proceso natural que constituye parte de nuestra historia desde los inicios de nuestra nación.

En consideración al actual proceso de incremento de la inmigración internacional en Chile, se hace necesario observar el proceso en perspectiva, conocer el fenómeno y utilizar las experiencias para enfrentar adecuadamente el desafío. Las migraciones son factores de desarrollo para las sociedades receptoras y para que esto sea así es importante generar políticas públicas oportunas y apropiadas a los requerimientos del fenómeno. Igualmente, un país históricamente enclaustrado como el nuestro, requiere de acciones comunicacionales que asuman la inmigración como un aporte a nuestro crecimiento. En una sociedad globalizada, peligrosamente competitiva, consumista e individualista, es importante incorporar actitudes receptivas hacia otras culturas que enriquecen nuestra identidad y facilitan una mejor adaptación a un universo más cosmopolita y pluralista.

El actual volumen lo hemos titulado “Perspectivas Económico-sociales de la Inmigración Internacional en Chile. 1850–2017” ya que las investigaciones incorporadas, en los diez artículos seleccionados, se centran en temas relacionados con aspectos referidos a efectos y consecuencias socioeconómicas como resultado de los diversos procesos migratorios que se han producido en nuestro país, desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad.

El trabajo inicial de Waldo Pacheco nos informa de lo que fue el comportamiento de los extranjeros protestantes en la vida social como también económica, en Valparaíso a mediados de siglo XIX. Se trata de un tema interesante y novedoso, por lo que significa un enfoque poco habitual, desde lo religioso, del proceso de integración de inmigrantes de diversas nacionalidades en una ciudad que, por su carácter portuario, manifestó un estilo más cosmopolita y tolerante ante la diversidad religiosa, que el resto del país, pero que, en general, mantenía ciertos prejuicios aún fuertemente arraigados, especialmente en los sectores populares.

En el segundo artículo, Ljuba Boric, analiza la situación de los migrantes en la región de Magallanes, a fines del siglo XIX, deteniéndose en las redes que generan los distintos colectivos, específicamente a través de las diversas instituciones que establecen. La intención de la autora es adentrarse en las formas cómo se difundieron las normas y valores de los inmigrantes en la región a través de las organizaciones étnicas, logrando de este modo conocer en forma más apropiado los mecanismos de conservación de su identidad y las estrategias implementadas para mantener sus costumbres, lo cual es también una adecuada forma de facilitar el proceso de integración.

Desde la microhistoria, Marcos Calle estudia en profundidad a dos destacadas familias italianas recurriendo a diversas fuentes primarias. Se trata de las familias Solari y Magnasco que forman parte de elite empresarial de la zona Norte del país y que lograron ejercer su actividad de modo exitoso, haciendo un apropiado uso de las redes étnicas de la colectividad, como también de las posibilidades que les generaba el medio de acogida para llevar a cabo sus inversiones. Se trata de un enfoque que logra adentrarse en la intimidad del proceso evolutivo de ambas familias, permitiendo conocer la diversidad de factores que coparticipan en la consolidación de un sólido y complejo entramado empresarial.

Continuando con la colectividad italiana, el profesor Leonardo Mazzei nos traslada hasta Concepción para estudiar otra perspectiva de lo implica la inserción de los colectivos étnicos europeos en nuestro medio. Su trabajo se relaciona con la mirada que existía en nuestra sociedad hacia los distintos países europeos, a comienzos del siglo XX, lo cual determinaba en cierto sentido la acogida que se hacía de los migrantes en nuestro medio de acuerdo con dicha percepción. El autor hace notar que, en el caso de los italianos, a pesar de venir de un país con serios apremios económicos, la positiva imagen cultural que proyectaba Italia en nuestra sociedad favoreció la integración de sus connacionales al medio receptor, que mostraba admiración por la rica historia cultural italiana.

Otra destacada comunidad europea muy presente en nuestro medio es, sin duda, la procedente de Alemania que ha dejado una notoria impronta en la región sur de nuestro país. Jorge Muñoz Sugarret, se detiene en la colectividad alemana de Valdivia para referirse a un aspecto poco estudiado en dicha región ya que, analiza desde el quehacer empresarial, la actividad diplomática de la Cancillería alemana para intervenir en la política interna de los países latinoamericanos. En este caso se trata de conocer el comercio lanar realizado en Valdivia, previo a la I Guerra Mundial, y la forma como se intentó que dicha actividad fuera controlada por empresarios alemanes en desmedro de los ingleses.

Por nuestra parte, hemos incluido un artículo referido a la comunidad judía de Valparaíso-Viña del Mar a fin de conocer cómo se desarrolló el proceso educacional que dicha colectividad llevó a cabo para sus hijos a través del siglo XX. Nos interesa saber hasta qué punto la educación fue un efectivo instrumento para la mantención y difusión de la identidad étnica del grupo, teniendo en consideración que variables como la incorporación de nuevas generaciones, características del medio de acogida y transformaciones que ha experimentado la sociedad a través del tiempo, atenúan y transforman los objetivos primarios de carácter educativo.

Igualmente, en relación con la colectividad judía, Mario Matus, estudia una organización de la comunidad de Santiago dedicada a la protección de los enfermos (Bicur Joilim), pero que como consecuencia del numeroso arribo de miles de refugiados en 1939 que huían del nazismo, reorientó sus funciones, en la medida que se vio obligada a participar de un modo más decisivo, junto a otras organizaciones creadas ad hoc, en la acogida de ese numeroso contingente de emigrantes forzosos. De tal modo, tuvo que hacer ajustes presupuestarios y sacrificios no contemplados para financiar la red de ayuda a los refugiados, que se basaron inicialmente en un aumento importante de sus socios y una elevación muy significativa de sus contribuciones.

Desde una perspectiva literaria, Guillermo Bravo, utiliza la novela social, sobre la inmigración contemporánea, como fuente de información recurriendo a las “imágenes literarias” que delinean cuadros generales del proceso migratorio. Efectivamente los textos de las novelas ayudan a la comprensión del historiador en lo general, y del imaginario social de la inmigración, en lo particular, conduciéndolo a un nuevo aprovechamiento heurístico de la literatura para aproximarnos de mejor modo a los temas sociales, utilizando metodologías propias de la disciplina histórica. El análisis de diversos textos de novelas recientes deja en evidencia problemas del fenómeno migratorio que aportan sustantivamente para su mejor comprensión.

Andrea Avaria aborda un tema muy contingente como es la atención del parto en Chile, especialmente referido a las situaciones de mujeres inmigrantes. En su desarrollo analiza las diversas dificultades que deben enfrentar las mujeres nacionales, extranjeras y migrantes en el tratamiento del parto a través de sus propios relatos, en todas las instancias que deben recorrer en el sistema de salud existente. La aproximación, de esta investigación, a las experiencias de parto de las mujeres da cuenta de la complejidad de los procesos de parto, especialmente para las mujeres, que, por su condición de clase y nacionalidad, viven el parto en el sistema de atención de salud privado y público.

Finalmente, Carmen Norambuena se refiere al proceso migratorio de haitianos, estudiando el proceso desde sus orígenes vinculado a la creación, por parte de las Naciones Unidas, de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), en 2004, a fin de estabilizar la institucionalidad, desarmar grupos de delincuentes, promover elecciones libres y desarrollar económicamente el país. La participación de nuestras Fuerzas Armadas en esta misión generó un vínculo que estimuló a los haitianos a emigrar hacia nuestro país en procura de una sociedad con mayor desarrollo y que podía cubrir las necesidades de sus habitantes. El trabajo en cuestión analiza la evolución del proceso mostrando los diversos problemas que este significó para los inmigrantes.

Tal como se puede advertir en los diversos artículos incluidos, la diversidad temática evidencia también la complejidad que significa abordar el tema migratorio. De allí la necesidad de enfrentar su tratamiento en forma adecuada y teniendo en cuenta que se trata de un fenómeno de largo aliento, para lo cual es muy importante generar una institucionalidad acorde a la difícil demanda. El contenido de estas investigaciones contribuye en forma sustantiva para una mejor comprensión del tema, entregando antecedentes como también importantes pistas para su mejor comprensión.

Baldomero Estrada

Coordinador

XXV Jornadas de Estudios Migratorios

Inmigración y Sociabilidad protestante en Valparaíso a mediados del siglo XIX


WALDO PACHECO CARREÑO

Academia Historia Religiosa de Valparaíso

INTRODUCCIÓN

La nacionalidad chilena está conformada por inmigrantes desde su nacimiento, y en el Gran Valparaíso la más nítida demostración son el origen de los apellidos de una parte de sus ciudadanos, algunos nombres de sus calles, o ciertos enclaves urbanos principalmente en algunos de sus cerros.

Si bien la inmigración en nuestra realidad ha ido tomando mayor connotación pasando a ser uno de los temas actuales, ella ha venido a ser un fenómeno cargado de serios conflictos a nivel mundial, ya sea lo que está sucediendo en parte de Sudamérica con ella, o puntualmente en estos años transcurridos de como su comportamiento en nuestra propia región del Gran Valparaíso se ha manifestado su diversidad con peruanos, colombianos, haitianos, y venezolanos, quienes dentro de Chile ya muestran historias devida2, o requiriendo de estudios que vayan en apoyo3.

Hoy nos preguntamos ¿qué fue de los “valparagringos”?4 Estos llegaron a causa de un mover a nivel internacional de inmigración en el pasado, ello desató la atención en lo público para el siglo XIX. En el caso de la vida política interna de nuestro país, desde sus inicios republicanos se venía dando un tipo de inmigración que llegaba en forma particular y producto mayormente del comercio, viajeros de paso a desembarcar al puerto de Valparaíso principalmente. La otra forma fue la inmigración trasladando familias completas para colonizar extensas zonas de la antigua provincia de Llanquihue y Valdivia5; y que para su incentivo hasta se imprimirá un libro6. Ante estas dos formas no se dieron por ignorados hombres de Estado7, personeros de la Iglesia mayoritaria, o extranjeros, ya fuese a favor o en contra de los procesos de inmigración, cuyos contenidos ideológicos de su parecer se manifiestan a través de las ideas teológica-políticas para el tiempo que estamos tratando, y que en el aspecto práctico se topa con casos de matrimonios mixtos, derecho a sepultación, libertad o tolerancia religiosa, derecho a cargos públicos, el valor de las conductas o prácticas éticas de los llegados, etc.

A pesar que el flujo de inmigrantes para colonizar fue muy menor en nuestro territorio en comparación a otros, y al no existir una política de Estado lo suficientemente decidida, con el tiempo se fue postergando8, y con un escaso presupuesto9 en comparación a otras naciones de la región, Valparaíso se ventilaba al mundo con una corriente de inmigrantes mucho menor, aun así lo extranjero fue estudiado desde su propio muelle, para que se hiciese masiva al otro lado de la cordillera10, tanto así que Argentina le daría un lugar especial por medio de leyes que la favorecían en su Proyecto de Constitución de 1853; práctica que décadas antes la habían iniciado las ciudades puertos más importantes de todo el Continente Americano que comienzan a acoger un flujo de inmigrantes que iba en aumento provenientes de Europa, e incluso de Norteamérica11.

Ante lo ya expuesto, desde una mirada de conjunto al tema, pasamos a indicar que el presente trabajo inicia con una breve descripción de la inmigración, y su relación con la religión desde la Colonia, por considerar de nuestra parte que incluye factores que se relacionan directa o indirectamente con nuestro tema en general. A pesar de aquello, nuestro escrito va compartiendo generalidades de aquella vida diaria, no pretende centrarse en una descripción exhaustiva en la descripción de las colonias de extranjeros que se fueron formando desde el inicio de la República, temática que por lo demás ha sido muy bien trabajada en lo historiográfico, ni menos se pretende hacer una crónica puntual de la conformación de los grupos religiosos que son parte de dichas colonias extranjeras, lo cual pasa a ser labor de la disciplina de la historia religiosa chilena. Aun así, estos dos aspectos en un grado no menor estaban entrelazados, se fusionan en ocasiones, y ante aquello, a medida que se va leyendo el presente relato, confiamos en el presupuesto de que el lector está al tanto que para la época que nos disponemos en describir, tanto la nacionalidad como la religiosidad eran una identidad indisoluble, y sin dejarse de concebir la una sin la otra, que debido a eso al explicarse dicha sociabilidad, se le añade en ocasiones un compuesto u origen doble, la inmigración y las misiones protestantes, y que a pesar que el flujo migrante mantenía un contacto con sus iglesias madres, describiremos en las siguientes páginas no necesariamente lo misional12, destacando del inmigrante su pensamiento práctico del diario vivir, como el de la acción comunicacional religiosa-filosófica-política ante a lo que se ve enfrentado en el espacio público por la falta de ciertos derechos fundamentales. Dicho fondo de antecedentes, de los cuales algunos de ellos nos proponemos narrar, más la descripción del clima religioso-político conservador que se enfrenta a tan particular flujo de inmigrantes, desde la prensa de la época, rescatamos la publicidad de un cúmulo de ideas, de como algunos de dichos pensamiento se fundamentaron desde la cosmopolis de Valparaíso.

Ya conocido desde lo macro, el objetivo a desarrollar sobre ciertos rasgos de la inmigración y sociedad eminentemente protestante porteña, en las últimas páginas pondremos énfasis por consignar un perfil foráneo de sujetos de dicha sociabilidad, centrándonos en el inmigrante norteamericano, una forma de visibilizar ante el lector un cierto perfil de pensamiento inmigracionista en Valparaíso, contrastando con las reacciones propias del sector conservador que hará de contención, la cual se manifestó por una parte de la prensa santiaguina.

Por ser parte importante del tema, se ha añadido a nuestra breve descripción, la propia estadía en un ambiente único que le brindaba Valparaíso como modelo y aporte clave a exiliados inmigrantes transandinos, de los cuales, dos de ellos, serán fundamentales para la promoción de la inmigración y todo lo que vino a significar en el engrandecimiento a la Argentina, nos referimos principalmente a Juan de Dios Alberdi, y de referencia a F. A. Sarmiento.

I. LAS RUTAS QUE TOMA EL PROCESO MIGRATORIO EN LOS FUTUROS PUERTOS DE AMÉRICA

Si bien el descubrimiento de América por navegantes europeos se da dentro de una Europa Occidental y cristiana aún unida, a tres décadas de iniciada la Conquista comenzaba a zanjarse una profunda división desde lo teológico, conflicto cuya influencia mayor sería en lo político, pasando por lo cultural, y evidenciando comportamientos en lo social.

Modificadas las fronteras políticas por fronteras religiosas en Europa, los movimientos migrantes no solo responden a lo misional, son a consecuencia del conflicto de naturaleza religiosa y después política. Por un lado, tenemos el migrar a causa de ciertos principados cuyos territorios se hacen protestantes, por otra parte, está la expulsión de miles de familias completas como el caso de los hugonotes franceses hacia el reino de Prusia, en Alemania, o ya entrado el siglo XIX por causas de guerras o de la política contingente con revueltas internas.

Ante esa realidad y a pesar que el mayor volumen de inmigración fue en dirección a Norteamérica, incluido el mínimo movimiento de gentes que se trasladaron a Chile desde mitad del siglo XIX, fenómeno que mayormente seguía favoreciendo en su expansión a la religión protestante, un dato no menor, aquellos actos de cruzar continentes con su cargas ideológicas, estructuras sociales y mentales, parten ya desde la segunda mitad del siglo XVI13, donde lo religioso e inmigración estaba en sólida concordancia para el siglo XVII, y que J. H. Parry nos lo resume:

“Claro está que la religión no podía faltar en los argumentos al discutir cualquier gran empresa del siglo XVII. Como los españoles, los teóricos ingleses apelaron al sentimiento religioso y el fervor misionero. En el siglo XVII, cada compañía colonizadora de cada país europeo pretendía que la propagación del Evangelio era su causa principal”14.

Si bien, es válido preguntarse, ¿qué tan subordinado estaba dicho motivo religioso a una práctica de fe comprometida y sincera por sobre la búsqueda de riquezas? A pesar de no poder responder por nuestra parte, se mantuvo en el tiempo. La invitación a emigrar utilizando un ambiente religioso, como el caso para la segunda mitad del siglo XIX, llama la atención, pues se hizo un ferviente llamado desde los pulpitos por medio de la predicación en Alemania, en la cual se invitaba a emigrar a Chile en 1884, por boca del predicador evangélico Barchewitz von Krause15.

1) El poblamiento migratorio y las ideas que navegan con el comercio

Por la parte católica, comenzaron la exploración de los territorios tanto de tierra firme como espacios marítimos, con un fuerte sentido de cruzada, y cumpliendo severas políticas dictadas por la Contrareforma. El Imperio español junto a la Iglesia Católica, a medida que se avanzaba en el descubrimiento hasta lo más austral de la tierra firme y navegable, habían llegado al acuerdo de ir evangelizando a los naturales, y de adoctrinar a los criollos nacidos en las provincias españolas. Para ello, las órdenes religiosas que venían detrás del soldado conquistador fueron claves en formar una nacionalidad que creció bajo severas advertencias de evitar el contagio con quienes encarnaran creencias protestantes, especialmente con merodeadores marítimos que profesaran dicha fe. De este modo, formados por la Inquisición, generaciones de criollos chilenos asumieron el rechazo en su manera de vivir, tomando distancia al momento de algún tipo de contacto, pues “creían contaminarse de herejía en su trato con los extranjeros”16.

Leer a José Toribio Medina nos ayuda a entender hasta que punto llegó a ser el arraigo que había tomado nuestra pasada idiosincrasia en contra de todo lo que fuera sospechoso a extranjero de cuna protestante, lo cual dicha antipatía se manifestara abiertamente hasta el primer siglo de la República. Todo lo que viniese del exterior teñido de herejía, atentaba en contra de la seguridad nacional, como el caso de seis de los nueve marinos ingleses de Cavendish, y que fueron ahorcados en la plaza de Armas de Santiago17, y que a nuestro juicio eran los más dogmatizados de aquel grupo con ideas puritanas. No solo un celo religioso había crecido lo suficiente en los siglos XVI y XVII, también se reflejaba en un encono a lo extranjero no católico, como el macabro caso de llegar a exhumar al navegante calvinista Hendrick Brouwer después de muerto, estando sepultado en los alrededores de Valdivia para 1643, he aquí lo que afirma a aquello la crónica de Medina: «En odio a esos enemigos religiosos, el primer capitán español que llegó a aquellos sitios hizo desenterrar el cadáver del jefe enemigo que había sido allí sepultado, “y por ser hereje lo quemó”»18.

Para la segunda mitad del siglo XVIII, la condición íntima emocional a lo extranjero no católico que se avistaba en nuestras costas no había cambiado, solo se había moderado. En un estado de sentimiento religioso tal, con una escasez de solvencia en lo comercial, se vence la desconfianza, y se hacen los primeros intentos de acercamiento a la sociabilidad chilena, por medio de los británicos en periodos de paz, y a causa de tratados de amistad con España, y acuerdos comerciales para entrar en sus colonias, al darse cuenta de la condición de capacidad comercial de ellas, de escasa riqueza y desarrollo, se añadía otra condicionante:

“Lo que era aún peor, no había esperanzas de que estas colonias, bajo el dominio de España, iniciaran un camino hacia un mayor desarrollo debido a numerosas causas entre las cuales no eran las menores el bajo nivel de productividad, la autosuficiencia de la economía local, así como las características de la sociedad. Esta presentaba una estructura estática, jerárquica y muy conservadora, defectos estimulados por la dominación colonial…, y por el espíritu de resignación que patrocinaba la Iglesia Católica de Hispanoamérica”.19

La corona española se vio obligada a emitir un decreto en 1797, donde se permite a naciones neutrales comerciar con las colonias, en este caso, con Norteamérica. De esta forma, un segundo actor decididamente provocador en favor de los cambios políticos, comerciales, sociales y religiosos entra a tratar con la distancia a lo foráneo que aún manifiesta la sociabilidad chilena producto en gran parte de una religiosidad antiprotestante. Desde el puerto de Boston, llegarán bostonenses principalmente, más otros de localidades de alrededor, todos descendientes de la colonia puritana de la bahía de Massachusetts con sus navíos a los puertos hispano-chilenos que “fueron visitados por doscientos veintiséis navíos entre 1797 y 1809”20. J. Eyzaguirre, ante dicho advenimiento que es solo parte de una muestra mayor, hace un resumen generalizado, pero ajustado al propósito que perseguimos con nuestro artículo, que con respecto a un encuentro de lo Norteamericano con lo público hispano-chileno, nos afirma:

“Era el primer pueblo del continente que había alcanzado la libertad política y que se había constituido de manera ordenada en un régimen republicano y democrático. Estas circunstancias fueron señaladas más de una vez a los habitantes de Chile por navieros norteamericanos que visitaron sus costas, como pescadores de ballenas o contrabandistas, en los años circundantes a 1800. Las conversaciones privadas y la difusión subrepticia de algunos escritos, entre ellos la Declaración de la Independencia y la Constitución Política de los Estados Unidos, dejaron huella y alentaron el espíritu revolucionario”21

Por nuestra parte, añadimos en cuanto a la libertad de creencias, que no fue tolerancia, sino libertad religiosa en su total sentido.

2) Estadounidenses puritanos peregrinos y emigrantes desde su tierra a Valparaíso

Las colonias inglesas con herencia calvinista, y en menor grado su afluente de escoceses-irlandeses presbiterianos, fueron el mayor contingente de personas que darán forma a la fundación de Norteamérica en sus inicios. Una parte importante de ellos tenían el calificativo de puritanos, indistintamente a ello podían adherirse a un anglicanismo más radical, al presbiterianismo o al congregacionalismo, en razón a sus particulares creencias en cuanto a la relación al obispado monárquico, a la Iglesia y el Estado, y a libertades políticas civiles. Junto a dicha convivencia, sus expresiones religiosas, comerciales y políticas son una extensión del genio inglés en el Nuevo Mundo, las que se relacionarán en medio de la vida diaria habiendo navegado hasta Valparaíso.

Después que John Cabot, enviado por Enrique VII, descubriera Terra Nova, Labrador y Nueva Escocia, para 1497, vino una creciente necesidad de comercio en ultramar por la situación interna que vivía Inglaterra, lo cual incidió a que la idea de la colonización pasara con el tiempo a tomar mayor sentido.

Para comenzar a establecerse en lo que es hoy el territorio de Virginia, se fundaron compañías, las cuales se les confieren derechos para colonizar por Jaime I en 1606. Ya para 1619, dichos colonos cuyas motivaciones eran de carácter económico en la mayoría, aun así, existía un ambiente religioso, pues se reúnen en la “Primera Asamblea de Virginia celebrada en la Iglesia [anglicana] de Jamestown el 30 de julio de 1619”22. La iglesia anglicana con su autoridad episcopal dentro de las colonias fue significativa, y en dicha misma colonia de Virginia para toda la Norteamérica poblada y por peregrinar en su conquista, estando por encima de otros protestantismos, perdió su poder a fines del siglo XVIII.

El otro espacio territorial fue Maryland, al cual llegaron no solo católicos emigrantes, también protestantes, y ya para 1635, habiendo prosperado congeniaban en el gobierno tanto católicos, minoría, y una mayoría protestante, de lo cual para mantener un equilibrio, y contener la hostilidad protestante, a “más que para establecer el principio general de tolerancia religiosa, asumió la entrada en vigor del Acta de Tolerancia de Meryland en 1649”23. Este primer tratado en Modernidad sobre tolerancia religiosa en medio de colonias protestantes, se entiende en el contexto y sentido que una iglesia en particular se encuentra por encima de otras.

Pero la diferencia más radical en lo ya narrado, y que es parte indirecta también de la historia de Valparaíso, se dará en la zona denominada Nueva Inglaterra. Los cambios se fueron gestando desde las relaciones bajo una monarquía constitucional, y puesta en un trance aquella formula, J. Perry nos indica que en Inglaterra, al asumir Carlos I: “Toda esperanza de presbiterianismo en la iglesia, y toda esperanza de gobierno parlamentario en el Estado, parecía disiparse por completo”24. Ante tal estado de cosas, incluyendo lo económico, inicialmente son un reducido grupo de puritanos, congregacionalistas, separatistas, los cuales en una cantidad de 110 saliendo de Inglaterra por causa de la persecución a sus creencias religiosas para 1609, y no adaptándose en la Holanda calvinista, desde allí en 1620 zarparon en el Mayflower para arribar en Cabo Cod, y establecerse en el puerto de Plymouth, en cuya travesía, aún en plena navegación, los Peregrinos redactaron a lo que los comprometía a ceñirse a una “política de organismo civil”.