Loe raamatut: «Dios en la poesía actual»

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DIOS EN LA POESÍA ACTUAL

(Antología)

Edición de José Julio Cabanillas y Carmelo Guillén Acosta


ADONÁIS

661-662

EDICIONES RIALP

Madrid

© 2018 by JOSÉ JULIO CABANILLAS

© 2018 by CARMELO GUILLÉN ACOSTA

© 2018 de la presente edición, by

EDICIONES RIALP, S.A. Manuel Uribe 13-15 28033 MADRID

ISBN (versión impresa): 978-84-321-5047-0

ISBN (versión digital): 978-84-321-5048-7

Realización ePub: produccioneditorial.com

ÍNDICE

PORTADA

PORTADA INTERIOR

CRÉDITOS

PRÓLOGO

AGUILAR, GRACIA (Albacete, 1982)

LIBÉRAME DÓMINE

ALMUZARA, JAVIER (Oviedo, 1969)

ORACIÓN

ACCIÓN DE GRACIAS

HOY

REZO DE LA MAÑANA

ANDRÉS RUIZ, ENRIQUE (Soria, 1961)

MARA Y TACOA

A UN LADO DE LOS VERSOS

POR UN CAMPO DE ABABOLES

ARANA, ROCÍO (Sevilla, 1977)

BELÉN

DE MI CASA A TU CASA

LUZ DE LUZ

HAGAMOS TRES TIENDAS

JUAN, 5, 31-47

ARCO, JORGE DE (Madrid, 1969)

[DULCE REFUGIO ES ESTE SACRAMENTO]

[COMO EL SOL INVERNAL QUE VA ADENTRÁNDOSE]

BALLESTEROS, MANUEL (León, 1954)

[SÓLO TÚ ME CONOCES. CUANDO HAYAN]

LC, 15, 11-32

BATRES, IZARA (Madrid, 1982)

[MIRA LOS CAMPOS FLORIDOS, PADRE]

[QUÉ BUSCA EL RÍO CUANDO LO ABANDONA LA MAÑANA]

BEADES, JESÚS (Sevilla, 1978)

LA PASIÓN SEGÚN BACH

EL SILENCIO DEL MUNDO

BREZMES, ALFONSO (Madrid, 1966)

LA CASA SIN PUERTAS

COSAS QUE SE SALVARON DEL NAUFRAGIO

CABANILLAS, JOSÉ JULIO (Granada, 1958)

MAGDALENA DESPOJÁNDOSE DE SUS GALAS

NOLI ME TANGERE

GLORIA

ORACIÓN POR UN CAMPO DE HIGUERAS

CAUQUI, LUIS E. (Madrid, 1974)

NOS AMÓ HASTA EL FIN

TIBERÍADES

COTTA, DANIEL (Málaga, 1974)

MALCRIANZA

DIOS DE LO PEQUEÑO

COTTA, JESÚS (Cártama, Málaga, 1967)

VÍA PERSONAL

ARGUMENTUM CARDIOLOGICUM

CUENCA, LUIS ALBERTO DE (Madrid, 1950)

RELIGIÓN Y POESÍA

PLEGARIA DE LA BUENA MUERTE

DIOS MÍO

D’ORS, MIGUEL (Santiago de Compostela, 1946)

HIMNO

SPLENDOR VERITATIS

SIENTE EL ALMA Y CONOCE LA VERDAD DE AQUEL DICHO QUE DIJO SAN FRANCISCO, ES A SABER: DIOS MÍO Y TODAS LAS COSAS

FE

LA JUSTA TRANSPARENCIA

DELGADO, JOSÉ MARÍA (Sevilla, 1952)

EL CIELO QUE ME TIENES PROMETIDO

[YO TAMBIÉN CREÍ, Y UN LARGO TIEMPO]

DÍAZ VILLARÍAS, MERCEDES (Albacete, 1977)

ORACIÓN DE LA MAÑANA

SI NO ENCUENTRO A DIOS, QUÉ ENCONTRARÉ EN SU LUGAR

FERNÁNDEZ SÁNCHEZ, JOSÉ ANTONIO (Barcelona, 1963)

SOBRE LAS ESTRELLAS

GALLEGO, VICENTE (Valencia, 1963)

AHORA

TEOLOGÍA

CANTO XLIX

CANTO L

GALLEGO RIPOLL, FEDERICO (Manzanares, Ciudad Real, 1953)

(LUZ A LA VIDA…)

(TÚ ERES EL LENGUAJE)

(DESCALZO MI MIRADA…)

GARCÍA, LUTGARDO (Sevilla, 1979)

MI HIJO ME PREGUNTA POR EL CIELO

CRIPTA

PRO ORANTIBUS

VIGILIA PASCUAL

TRIDUO DE CARNAVAL

GARCÍA-MÁIQUEZ, ENRIQUE (Murcia, pero El Puerto de Santa María, Cádiz, 1969)

SOBRE TODAS LAS COSAS

ORACIÓN POR NOSOTROS LOS POETAS MENORES

EL LIBRO BLANCO

GARCÍA-MÁIQUEZ, JAIME (Murcia, 1973)

HISTORIA DE UNA MANO

SUCEDE

CAVE DEUS VIDET

GRANDE GIL, BÁRBARA (Huelva, 1992)

INQUIETUD PATOLÓGICA

GUILLÉN ACOSTA, CARMELO (Sevilla, 1955)

SALMO II

TENÍAIS RAZÓN

ALÉJAME DE LA BARBARIE

FE Y ORACIÓN

GUTIÉRREZ, JOSÉ (Nigüelas, Granada, 1955)

LA TIERRA CÁNDIDA

EL MENSAJERO

ISLA DE CLARIDAD

INSAUSTI, GABRIEL (San Sebastián, 1969)

VITA BREVIS

NOCHEBUENA

QUE NO CUADRE

EL CRISTO DE CELORIO

LUPIÁÑEZ, JOSÉ (La Línea de la Concepción, Cádiz, 1955)

PORQUE ES DE NOCHE

MARTÍN NAVARRO, ALEJANDRO (Sevilla, 1978)

LA RESURRECCIÓN DE GRÜNEWALD

IMPRESIÓN DE LA CATEDRAL DE COLONIA

JERUSALÉN

MARTÍNEZ MESANZA, JULIO (Madrid, 1955)

FELICES LAS CIUDADES

DEFENDIDO

DEL INICIO

LOS CARROS DE KIPUR

TU INTERIOR OSCURO

MATEOS, JOSÉ (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1963)

CANCIÓN 20

FRAGMENTO DEL POEMA «LA NIEBLA»

POEMA-PRÓLOGO DE CANTOS DE VIDA Y VUELTA

LOS NOMBRES QUE TE HAN DADO

PARGA

MESEGUER, JUAN (Madrid, 1981)

EROS ES DIOS

LA FIESTA QUE NO CESA

ÁSPERA NADA

MÍGUEZ, MARIO (Madrid, 1962-2017)

DESCONSUELO

EL VIOLÍN

VANITAS

NADA SABE

MONTIEL, JESÚS (Granada, 1984)

NOCTURNO

CAZA

RÉPLICA

TEMPLO

MORA FANDOS, JOSÉ MANUEL (Valencia, 1968)

DESPERTAR

SALMO

MORALES, CARLOS JAVIER (Santa Cruz de Tenerife, 1967)

ANTE TODO

EL PASEANTE

VERANO EN Co. MEATH (IRLANDA)

MORENO, ANTONIO (Alicante, 1964)

TRAS LA COMIDA

LA CASA

NOMBRES DEL ÁRBOL

CANCIÓN DEL CAMINANTE

MORENO, INMACULADA (El Puerto de Santa María, Cádiz, 1960)

INVIERNO Y ALEGORÍA

NEGACIONES

NAVARRO, SERGIO (Marbella, Málaga, 1992)

MAPA DEL TIEMPO

UNA IMAGEN POSIBLE

PRAENA, ANTONIO (Purullena, Granada, 1973)

(y II) RESPONSO

PERO NO

QUIZÁ UNA GOLONDRINA

GRAFITI

REYES LINDO, M.ª EUGENIA (Sevilla, 1980)

SENTADOS A LA PUERTA

MÁS ALLÁ DE LA LLUVIA

GRACIAS PERO NO

SÁEZ, JOSÉ ANTONIO (Albox, Almería, 1957)

[MI AMADO, LOS BOSQUES DE LAURISILVA]

[Y SI ACASO AL FINAL FUERA POSIBLE]

SÁNCHEZ ROSILLO, ELOY (Murcia, 1948)

VIEJAS HISTORIAS

CUANDO MIRAS DESPACIO

PERDICIÓN

EL VALLE

NO HABRÁ OCASIÓN

SEVILLA, PEDRO (Arcos de la Frontera, Cádiz, 1959)

LA LUZ

LA NARANJA

LA NIEVE

TÉLLEZ, RAFAEL ADOLFO (Palma del Río, Córdoba, 1957)

UNA TIENDECITA

ACCIÓN DE GRACIAS

CIERTA CALLE POR LA QUE VUELVE AHORA

TRAPIELLO, ANDRÉS (Manzaneda de Torío, León, 1953)

EL TEÓLOGO

UN AGUAFUERTE JANSENISTA

VENITE ADOREMUS

SANTA MARÍA DE TRUJILLO

LOS DOS CIELOS

VILLACAÑAS, BEATRIZ (Toledo, 1964)

MI HACIENDA

CELEBRACIÓN

MILAGROS PERMANENTES

PROVIDENCIA

VILLENA, FERNANDO DE (Granada, 1956)

AL NACIMIENTO DE NUESTRO SEÑOR

VIERNES SANTO

VACILACIONES DE LA FE

LA OBRA DE TUS MANOS

CAMPAÑA ELECTORAL

ADONÁIS COLECCIÓN DE POESÍA

AUTORES

PRÓLOGO

Al poco tiempo de volver de su exilio mejicano, la poeta de la generación del 27 Ernestina de Champourcin publicó una antología titulada Dios en la poesía actual. El presente libro quiere ser su continuación. No se trata de empezar desde donde ella lo dejó: aquellas generaciones de poetas que no aparecieron entonces en esa antología. Lo propuesto por la colección Adonáis es recoger poemas de autores actuales, vivos. La línea cronológica es que hayan nacido a partir de 1950, aunque tampoco importa que fuera algunos años antes. En suma, se trata de antologar a las tres generaciones de poetas españoles que se han sucedido durante nuestra democracia. El director de la colección Adonáis, Carmelo Guillén Acosta, me proponía esto en una taberna de Triana. Como nos conocemos desde los años de la Facultad, yo pensaba: Carmelo es un gran optimista. Vivimos en un tiempo de la potsecularización. ¿Dónde vamos a encontrar a esos poetas? Ni aun buscándolos con un candil, como el cínico griego buscaba un hombre en la plaza en hora de mercado. Habrá, a lo sumo, cuatro o cinco poetas que hayan tratado el tema de Dios, pero cuatro golondrinas no hacen verano. Pues bien, me equivocaba, como la paloma de don Rafael Alberti. Unos poetas fueron llamando a otros, y estos a otros. Así, de viva voz, ha salido la presente antología de poetas actuales que han hablado, poco o mucho, de Dios. Y aun hay buenos poetas que se han quedado fuera. Naturalmente, esta antología no pretende convencer a nadie, ni siquiera a ese amigo imaginario que llevamos dentro y con el que hablamos sin querer: Pásmate, si todavía quedan poetas que hablan de Dios.

No hay en ellos un credo en particular o la intención de hacer poesía sacra o religiosa, ni de enseñarnos nada en concreto; acaso encontraremos solo sinceras preguntas aunque no haya a veces demasiadas respuestas. No son hombres o mujeres de iglesia ni sacristía, ni asociaciones religiosas. Hasta donde sé, son poetas que, sin más, han escrito auténticos y hondos poemas religiosos. Cada uno por su cuenta, con edades y profesiones y estilos diferentes. Y todo esto no ha dejado de sorprenderme. Y tal vez la causa de esta eclosión —de este luminoso verano de preguntas a lo divino— tenga raíces muy hondas, ya desde los albores de nuestra sociedad contemporánea.

En efecto, desde que se instaló la sociedad industrial, los escritores buscaron algún lugar en ella, pues mal que bien el mecenazgo les había hasta entonces facilitado la vida, al menos la de sus bolsillos. Los novelistas encontraron acomodo en los periódicos y editoriales populares, con aquellos novelones por entregas tan leídos entonces y aún hoy con el pomposo título de best seller; además, la prensa política nunca se ha alejado del todo de la vida literaria. Los autores teatrales han seguido estrenando con frecuencia en los teatros públicos, o haciendo guiones para las productoras.

Solo los poetas parecen desnortados en las nuevas circunstancias. Charles Baudelaire, el padre de la poesía contemporánea, parece ser el símbolo de ese desarraigo. Sus melenas pintadas de verde, sus flores del mal, su afán por escandalizar al acomodado y gordo burgués nos lo manifiestan. Desde entonces, con él queda fijada la imagen del poeta maldito, que vive en su buhardilla porque su oficio no da beneficios. Una corte de tipos bohemios, melenudos y hampones es la imagen que todavía evocan muchas personas cuando oyen hablar de un poeta. Para Baudelaire, el poeta es un albatros, un ave acostumbrada a vivir en mares abiertos y cielos infinitos. Cuando los marineros alguna vez lo cazan, se entretienen quemando y mutilando su pico y sus alas. Doloroso destino el del poeta que anhela la eternidad, el infinito, la belleza, la unidad del ser todavía anclado en sus transcendentales. Qué es lo que encuentran a cambio, sino una ciudad fea y negra, hiperactiva, donde esos valores han perdido definitivamente vigencia social.

Da la impresión de que el poeta no ha encontrado su sitio en este mundo. Y debemos poner énfasis en lo de este mundo, porque el mundo de verdad —no éste de mentirijillas creado por los hombres— ha salido de las manos de Dios y es fuente inagotable de inspiración y maravilla. Dios le entregó a Adán la capacidad de poner nombre a los animales que le presentaba. Y esa capacidad, incluso en estado de naturaleza caída, el hombre la sigue conservando, para su alegría o su daño. El libro de la creación se nos ha ido llenando de erratas. Donde pone miel, reescribimos hiel, y donde luz, pus, y así un interminable borrón de erratas.

¿Cuál de los dos mundos es cierto? Don Quijote anda perplejo entre los dos. ¿Es que él es un loco? Lo que es castillo, cuatro gañanes lo llaman venta, y a quienes son damas del más cortés requiebro, esos mismos gañanes las tratan —¡menudos insensatos!— de mozas del partido. El mundo entero —desde el lucero al grillo— que a cada instante es sostenido en el ser, ese mundo de verdad, el poeta lo nombra procurando evitar erratas y malentendidos. Es como si de aquella tierra novísima del Edén, todavía se conservara una veta fértil en medio de esta tierra agrietada y estéril. El poeta —como todos los hombres con ojos en la cara— planta su casa en esas vetas del remoto Edén.

A quien tiene casa en tan buena tierra qué le importa el desarraigo social, no pisar moqueta ni áureas rotativas, no tener un ático en Serrano. Todo eso forma parte del continuo ejercicio de purificación de todo poeta que sea tal. Al cabo, se trata de arrancarse, aunque duela, esas escamas de los ojos que nos hacen ver el mundo cosificado, gris, como algo sólido, estable, inmóvil. O sea, una máquina engrasada por el azar y las leyes químicas, donde todo está explicado y archivisto. El poeta logra quitarse esas escamas y ve con claridad que el mundo no es un mecanismo, sino un esplendor que lo ciega, que casi, casi lo deja sin palabras.

Uno va por la calle o en un parque y ve a un joven sentado solo en un banco. Tiene un libro en las manos. Por un instante levanta los ojos de las páginas y mira al aire, no sabemos qué, con cara de estar papando moscas. Alto ahí, lector amigo, guardemos respetuoso silencio. Ahí está un poeta. Ahora mismo anda de memoria a pasitos torpes por el mismísimo Edén. Tiene en las manos una enorme, invisible goma de borrar. Está devolviéndole al mundo su esplendor primero, está borrando erratas.

J.J. CABANILLAS

AGUILAR, GRACIA (Albacete, 1982)

LIBÉRAME DÓMINE

Libera me, Domine, de morte aeterna,

in die illa tremenda

REQUIEM

SEÑOR, líbrame de la muerte eterna.

Yo que siempre creí

en un final

con azoteas luminosas,

hoy dudo.

¿Fue cierta

aquella madrugada

entre la nieve

en un país extraño?

¿Te contemplé una vez

entre las sábanas tendidas?

¿Fue cierta

la tibieza de madriguera

de mi niñez,

el cuerpo de mi hermana

junto a mi cuerpo?

¿Grité feliz

como un blanco animal

sobre una cama?

¿Escuché un día

los latidos de Ruth?

Acalla todo pensamiento, Señor;

devuélveme

el estremecimiento

ante una nuca demasiado hermosa;

dale a mi pulso

irregularidades.

Perdida estoy, Señor;

cógeme de la mano;

hazme danzar

como a un derviche;

embriágame de luz.

Libérame, Dómine, 2018

GRACIA AGUILAR

ALMUZARA, JAVIER (Oviedo, 1969)

ORACIÓN

a partir de Prieto Metastasio

MIENTO sobre el papel vidas extrañas

y al concebir mis fábulas y sueños

disfruto de alegrías impostadas

y acuso desventuras de mi ingenio.

¿Si no me engaña el arte soy más sabio?

¿Quién goza y sufre todo lo que siento?

¿El final de la historia es menos raro

o acaso su imborrable ayer más cierto?

No son fábulas solo las que escribo:

me idearon y a ti te están leyendo.

El mundo es escenario y espejismo,

la vida entera un agotado sueño.

Cuando vengas, Señor, a desmentirlo,

concédeme un reposo verdadero.

Constantes vitales, 2004

JAVIER ALMUZARA

ACCIÓN DE GRACIAS

GRACIAS, Señor, por mis limitaciones,

por la sombra de vida

que usurpa la verdad

luminosa en el falso

techo de mi caverna,

por el fin decretado

y su incierto propósito:

tal vez la intensidad

que le debo a ese plazo.

Gracias, Señor, por mis debilidades,

por el aire que piden los pulmones,

por el agua y la sed,

por mi perro guardián,

este dolor que ladra en las heridas.

Gracias, Señor

por la luz y las sombras

que son la cara oculta de la luz,

por la noche y el sueño

que me impide temer la última noche,

por el borroso barro y por tu aliento.

Gracias, Señor, por todo y, sobre todo,

gracias de todo corazón por darnos

la inquieta soledad que nos unió,

por hacer necesario lo que soy,

por poner a mi alcance lo que amo.

Constantes vitales, 2004

JAVIER ALMUZARA

HOY

HOY quiero celebrar tu cercanía.

Ojalá mis palabras fueran música

para estar a la altura

de su vuelo y cantar

la claridad del lento atardecer,

tu luz y esta caricia

con que el día nos da las buenas noches.

Hoy agradezco a un dios beligerante

que ha firmado la paz

de corazón conmigo

esta dicha sin tregua,

la vida de verdad,

fuera del tiempo.

Hoy

tú y yo somos la cima

de tanto alrededor.

Todo en el aire es pájaro,

todo es cielo y azul, todo ya pleno

conmemora su ser.

Cuánto nosotros, cuánto

me dolerá algún día este poema.

Y sin embargo hoy quiero

festejar el prodigio.

Ojalá mis palabras

fueran música, el aire

más alto que respiro,

para cantar la nítida belleza

que no me faltará

en el último aliento,

cuando al cerrar los ojos

ahora impresionados por el sol

insista en la retina agradecida

la memoria precisa de la luz.

Siempre y cuando, 2014

JAVIER ALMUZARA

REZO DE LA MAÑANA

a partir de Léo Ferrero

TÚ que estás en los cielos,

dame salud de cuerpo,

calma de pensamiento

y paz de corazón,

y que la inteligencia no se obstine

en una idea fija o se disperse

en un mar de intuiciones

incoherentes e inútiles,

y que cada minuto

del día sea fructífero.

No me dejes caer

en la imaginación,

mas líbrame de toda incertidumbre,

de temores y estériles reproches,

de tantas tentaciones

que apartan del camino.

No dejes que me pierda

en busca del amor.

Porque el fin de la vida

no es la felicidad,

que no me falte nunca la esperanza.

Siempre y cuando, 2014

JAVIER ALMUZARA

ANDRÉS RUIZ, ENRIQUE (Soria, 1961)

MARA Y TACOA

… te preocupas y agitas con muchas cosas; en verdad sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor parte, y no le será quitada.

Lc, 10

NO sé dónde estarán, igual que tantas cosas,

de estar en algún sitio —sin sitio—, pero a veces

me recuerdan a aquellas criaturas de un fósil

que de pronto aletean dando vida a las piedras.

No sé dónde estarán, pero siempre me llaman

cada vez que despierta también, desde su huella,

la locura que espera, saltando sobre el tiempo,

volver a acariciarlos, cuando el tiempo termine.

No sé dónde ni cómo pero los veo ahora,

como todo lo mío, de un color de resina,

tras un fanal brillante, tan terso y tan pulido

como el cristal que parte los lados de un espejo.

Ellos están allí, donde siempre han estado,

y yo soy el que falta sobre la hierba rala

que agosta el sol de plano, junto a las peñas grises,

de espaldas a los chopos que habitan los jilgueros.

Hay un perro que corre y otro perro tumbado.

Hay un perro que salta sin parar y otro quieto.

Hay un perro que todo lo remueve, lo husmea,

y otro absorto, quisiera decir que pensativo.

De los dos, uno irrumpe con ladridos y gime

cada vuelta nerviosa que descubre un reclamo:

una flor, una mata de tomillo, una abeja,

un ratón que se asoma levantando el terreno.

Hay veces que, aturdido, parece que se queja

—las raras ocasiones que se rompe, agotado—

del trajín que acumula sin poder dar abasto

a las mil mariposas que lo hostigan sin tregua.

Mientras tanto, su hermano —porque son dos hermanos

pese a ser tan distintos, y una sangre los junta,

y no hay nada en el mundo que pueda separarlos—,

ajeno a cuanto pasa, ni siquiera lo mira.

Este perro en reposo permanente, de tardos

movimientos escasos y seguros, vigila

lo que nunca se mueve detrás del horizonte,

lo que siempre parece anunciarse a lo lejos.

Y así, cuando uno trisca sacudiendo la baba

que hace cintas al aire, repartiendo mordiscos,

y el otro alza el hocico, sólo atento a la mano

de aquél al que le basta llamarlo con un gesto;

así, como dos ramas crecidas de un mismo árbol,

como si fueran pájaro que empujan sus dos alas,

como el día y la noche, que giran en un círculo,

así despiertan juntos los dos de mi recuerdo.

Eran dos; eran dos como el sol y el verano.

Eran dos como el ansia de vivir y la vida.

(Y no como figuras o signos que expresaran

el primero, el error, y el otro, la certeza).

Con los dos perros negros encendidos de manchas

que teñían sus patas y sus pechos de fuego;

con los dos grandes perros, pastores de ese tiempo

que guarda mi memoria sepultado entre símbolos;

con los dos centinelas de mi monte y mi cielo,

se me divide el alma… Pero si el alma entera

volviera a hacerse niña juntando sus mitades,

y si alguien, ese día, cuando el tiempo termine,

despertara, pero alguien no como yo, sino alguien

que fuera para ellos, como Dios, niño y dueño,

ya no habría palabras, ni división, ni duda;

ellos ya no tendrían ni premios ni castigos.

Sólo habría una sola mirada compasiva

del amo a esos dos seres, juntos en la hermosura,

que ya no necesitan oír del que obedecen

cuál es la mala parte, cuál es la vida buena.

Estrella de la tarde, 2000

ENRIQUE ANDRÉS RUIZ

A UN LADO DE LOS VERSOS

DESPUÉS de tanto tiempo, ya sin vuelta

a más nuevos comienzos como en la juventud,

te digo ahora mi remordimiento.

Pues a estos poemas que nos quedan

aquí, entre tú y yo, toda tu entrega

hasta la extenuación, los hace miserables,

profanación obscena de un amor

que no en la poesía, sino sólo

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9788432150487
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