Loe raamatut: «Estrellas detrás de los párpados»

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Estrellas detrás de los párpados

© Carolina Brown, 2020

© Neón, junio 2020

Neón Ediciones es un sello editorial del grupo ebooks Patagonia

@neonediciones

www.neonediciones.com San Sebastián 2957, Las Condes Santiago de Chile

ISBN Edición Digital: 978-956-9984-09-9

Edición: María Paz Rodríguez

Diagramación digital: ebooks Patagonia

www.ebookspatagonia.com info@ebookspatagonia.com

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ESTRELLAS DETRÁS DE LOS PÁRPADOS

Carolina Brown

ÍNDICE

Estrellas detrás de los párpados

Carolina Brown

El aire caliente se levantaba desde el pavimento y deformaba lo que estaba del otro lado. Madre insistía en tomarla de la mano cuando volvían de ver al juez. Se había juntado más gente que de costumbre en la intersección de Tobalaba con Apoquindo, la mayoría iban apurados. Hija trató de zafarse, mal que mal tenía once años y acababa de terminar el quinto básico, pero Madre era fuerte y sólo tuvo que apretar.

El kiosko estaba a la salida del metro, frente a la farmacia. Lo atendía un hombre de ojos rasgados y voz fina que casi nunca dejaba el interior de la pequeña cabina. Deme la Vanidades y unos Advance, dijo Madre, soltándole momentáneamente para bucear unos billetes en la honda cartera. Le gustaban las revistas donde aparecía Carolina de Mónaco. Hija la había escuchado suspirar mientras daba vuelta las páginas mojándose la punta de los dedos con la lengua.

La muchacha se acercó a las portadas suspendidas en el aire por perritos de ropa. A la altura de sus ojos colgaba la imagen de un gato blanco y esmirriado, con el ceño muy fruncido. Uno de sus ojos era amarillo, el otro de un azul intenso, como una gema perdida. Detrás del felino se levantaba una pirámide recortada sobre el fondo oscuro, de cuya punta emergía un furioso rayo de luz.

Sintió que algo frío le bajaba por la espalda. En el borde inferior, leyó las letras blancas y mayúsculas “Gatos: dioses y extraterrestres”.

Se giró hacia los adultos. Madre estaba ocupada abriendo el paquete de cigarrillos. En la penumbra del kiosko, Hija se encontró con los ojos achinados del vendedor, que sonreía mientras se hurgaba los dientes con un palito de cocktail.

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