Raamatust
Las narraciones breves han existido siempre. En las composiciones de los sumerios, en los escritos bíblicos, en la tradición árabe y en la narrativa oral de África y de otros continentes aparecen formas literarias de extensión reducida pero significados perdurables. El microrrelato, ya como un género literario, adquirió vitalidad durante los siglos XX y XXI; no obstante comenzó a insinuarse en el romanticismo del siglo XIX, pervivió subterráneamente en el simbolismo y en el modernismo hispánico y alumbró, definitivamente, en las vanguardias surgidas en la segunda década del siglo xx.
Si bien la brevedad de una obra artística está condicionada tanto por los usos de una época y una cultura determinada como por la percepción del lector, el microrrelato se ha legitimado también por su incorporación a la esfera de la preocupación crítica en ámbitos periodísticos y académicos. Además, ante la consigna moderna bauhausiana de menos es más y una nueva valoración del tiempo, el cultivo fecundo del microrrelato ha visto su consumación en autores hispanoamericanos como Juan José Arreola, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Marco Denevi, Augusto Monterroso, Guillermo Samperio, Triunfo Arciniegas, Gabriel Jiménez Emán, Luisa Valenzuela, Ana María Shua, Ana María Matute, Max Aub, Antonio Fernández Molina, Javier Torneo y muchos otros.
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