Cómo catalogar obras de arte y otros objetos artísticos

Tekst
Loe katkendit
Märgi loetuks
Kuidas lugeda raamatut pärast ostmist
Cómo catalogar obras de arte y otros objetos artísticos
Šrift:Väiksem АаSuurem Aa

CÓMO CATALOGAR OBRAS DE ARTE Y OTROS OBJETOS ARTÍSTICOS

David Sánchez Muñoz

UNIVERSITAT DE VALÈNCIA

Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, de ninguna forma ni por ningún medio, sea fotomecánico, fotoquímico, electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el permiso de la editorial. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

© Del texto: el autor,

© De esta edición: Universitat de València,

Maquetación: el autor

Diseño de la cubierta: Celso Hernández de la Figuera

ISBN: 978-84-9134-412-4

(…) la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden.

Declaración de Méjico sobre las políticas culturales (UNESCO, 1982)

La Internet ha cambiado fundamentalmente las realidades prácticas y económicas relacionadas con la distribución del conocimiento científico y el patrimonio cultural. Por primera vez en todos los tiempos, la Internet nos ofrece la oportunidad de construir una representación global e interactiva del conocimiento humano, incluyendo el patrimonio cultural, y la perspectiva de acceso a escala mundial.

Declaración de Berlín, aprobada el 22 de octubre de 2003, por representantes de varias instituciones europeas, convocados por la Sociedad Max Planck

ÍNDICE

Introducción

Capítulo 1. La catalogación de obras de arte y otros objetos artísticos

1.1. Una cuestión previa, un asunto fundamental: la distinción entre libro de registro, inventario y catálogo

1.2. Carpetas y expedientes

1.3. Cómo catalogar desde cero

1.4. El marcado de objetos: ¿Cómo debemos proceder?

1.5. Cómo catalogar desde otro punto de partida …

1.6. La búsqueda continua de un sistema estándar de catalogación

1.7. El Object ID, un estándar mínimo internacional para la descripción de obras de arte y objetos artísticos

1.8. ¿Qué es DOMUS?

1.9. Enfrentarnos a la ficha de catalogación

1.9.1. La identificación

1.9.2. La descripción

1.9.3. Los datos administrativos

1.9.4. La conservación

1.9.5. Los movimientos

1.9.6. Las imágenes y la documentación gráfica

1.10. Un modelo sencillo, algunos elementos imprescindibles

1.11. La fotografía, algo más que un testigo

1.12. Breve guía para fotografiar obras de arte y otros objetos culturales

1.13. La organización de las imágenes

1.14. Cómo debemos archivar los documentos

Capítulo 2. La difusión de los resultados …

2.1. Los artículos

2.2. Las exposiciones

2.2.1. La iluminación de las obras artísticas

2.2.2. Temperatura y humedad, los pilares de la conservación preventiva

2.3. Los catálogos

2.4. La presentación en Web

2.5. Las fotografías de obras de arte y los derechos de autor

2.6. Tecnología y Patrimonio Cultural

Bibliografía …

Algunos documentos de interés

Formulario de préstamo. Ministerio de Cultura. Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales …

Cuestionario sobre salas para exposición temporal. Ministerio de Cultura. Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales

Ficha de conservación. Ministerio de Cultura. Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales …


Charles Townley y amigos en su biblioteca de Park Street, Westminster Johann Zoffany c. 1781-1790 Towneley Hall Art Gallery & Museum (Towneley Park, Burnley)

INTRODUCCIÓN

Los trabajos de catalogación han gozado en los últimos tiempos de una especial atención por parte de los profesionales de los museos y otras instituciones poseedoras de patrimonio cultural. A partir de estos estudios se han elaborado informes y documentos, a veces muy complejos, que intentan organizar y superar las dificultades que presenta esta disciplina, ya sea en el ámbito de los museos estatales, o en espacios de trabajo mucho más reducidos y limitados. Hace algunos años, cuando se empezaron a sistematizar estos procesos, los inventarios y catálogos fueron confeccionados de manera muy desigual, con personal diverso y, por lo general, con pocos medios. En este mismo sentido, y durante mucho tiempo, las tareas de catalogación han estado mal consideradas, como un simple apoyo a trabajos más sofisticados y eruditos en cuanto al estudio de la Historia del Arte se refiere. Esto dio como resultado una mala catalogación de parte importante del patrimonio cultural y artístico. Mientras que en otras disciplinas humanísticas era posible observar ciertos avances, el de la catalogación era un apartado muy secundario, que parecía no tener instrumentos de valoración objetiva. Como resultado de estas prácticas tan poco edificantes se fueron nutriendo de errores e incorrecciones gran parte de los primeros inventarios y catálogos. A veces se intentaba avanzar con escasos medios y el compromiso desinteresado de algunos profesionales que se veían obligados a saber de casi todo. Esta forma de trabajo, como era natural, produjo un resultado desigual. Pero a pesar de esto, y con el tiempo, la catalogación de obras de arte (y resto de un patrimonio cultural muy diverso y en ocasiones muy poco valorado) fue adquiriendo importancia dentro del abanico de posibilidades laborales, tan reducidas por otra parte en el panorama de los historiadores del arte noveles.

A partir del trabajo realizado por técnicos, muchas veces derivados del campo de la documentación y biblioteconomía, migrados al mundo museístico, se empezaron a trabajar en herramientas tecnológicas más sólidas. Era claro que estos nuevos instrumentos iban a necesitar de estrategias y métodos de trabajo bien definidos y, además, del concurso de profesionales especializados en la Historia del Arte.

Por otro lado, cabe insistir en la importancia de la materialidad de las obras de arte y en las técnicas de manufactura utilizadas para producirlas. En este sentido, tendremos que determinar con claridad cómo se ha hecho una pieza ya que, por ejemplo, una correcta conservación estará relacionada con el perfecto conocimiento de los materiales que conviven en esa misma obra, y de cómo éstos han sido procesados y se comportan a través del tiempo.

La presencia de un bien cultural en inventarios y catálogos le confiere visibilidad pública y protección legal. Por medio de la catalogación se estudia tanto el objeto artístico como su contexto.

 

La inclusión de una obra de arte en un catálogo permitirá su mejor conservación y durabilidad en el tiempo, ya que por estos mecanismos se adquiere el compromiso de custodia y cuidado.

Por otra parte, la experiencia de los últimos años ha propiciado la aparición de bases de datos y distintas herramientas informáticas encaminadas a facilitar este trabajo. Los catálogos informatizados permiten incorporar un elevado número de documentos, todos aquellos que genere la pieza, tanto a nivel administrativo como los relacionados con el estudio e investigación de los objetos que tratemos. Sin embargo, nos encontramos ahora en una disyuntiva, ya que nos encaminamos a un conocimiento global y compartido, aplicaciones que deben ser útiles en cualquier parte del mundo, con estándares informáticos adecuados que permitan la durabilidad en el tiempo de estas plataformas digitales, y con campos de conocimiento comunes y reconocibles por los sistemas de búsqueda de la World Wide Web. En paralelo también se han desarrollado modelos de catalogación sobre museística y colecciones patrimoniales. Es decir, por un lado se ha buscado la solución tecnológica, con la incorporación de estándares de información permanente y con un lenguaje reconocible a nivel mundial, mientras que por otra (caminan de la mano ambas necesidades) hay una mayor exigencia en establecer campos específicos ajustados que permitan la correcta identificación y descripción de los diferentes objetos y colecciones que necesitemos catalogar; ya sean éstas de carácter histórico artístico o de cualquier otro tipo (incluidas las científico médicas). En todo este asunto sobrevuela la necesidad de que la información, en este caso relacionada con el patrimonio cultural, esté al alcance de todo el mundo, en cualquier parte del planeta. En este sentido, resulta muy conveniente destacar la Declaración de Berlín sobre Acceso Abierto al Conocimiento en Ciencias y Humanidades, firmada el 22 de octubre de 2003. Esta declaración tiene como objetivo principal el acceso abierto de la información a nivel global, también del patrimonio cultural, con la misma exigencia que presuponemos al ámbito científico: “Para establecer el acceso abierto como un procedimiento meritorio, se requiere idealmente el compromiso activo de todos y cada uno de quienes producen conocimiento científico y mantienen el patrimonio cultural. Las contribuciones del acceso abierto incluyen los resultados de la investigación científica original, datos primarios y metadatos, materiales, fuentes, representaciones digitales de materiales gráficos y pictóricos, y materiales eruditos en multimedia”. Parte importante de lo comentado hasta aquí, tiene que ver con cómo se organiza esta información para que no se pierda en el amplio cosmos de la red… Son los llamados metadatos, siendo un modelo exitoso el propuesto por Dublin Core, que presenta un número de categorías, o campos, que sirven para la descripción de cualquier recurso. Cuantos más usuarios opten por este código, más posibilidades habrán de intercambiar esta información, ya que de lo que se trata es de evitar islas de conocimiento y lo que pretendemos conseguir es un conocimiento global. Este sistema de comunicación de datos, cuyo contenido es reconocido por la “maquina” por esos valores referenciales que han sido consensuados con anterioridad, va a posibilitar la interrelación de personas e instituciones que ahora trabajan con un mismo lenguaje de aspiración universal, comunicado gracias a la WWW. Por lo tanto, lo metadatos promueven un conocimiento global. No menos cierto es el hecho de que existen problemas a la hora de implantar tesauros, es decir elementos que describan de una misma forma los diferentes objetos, ya que aquí entran en juego las discrepancias de enfoque y tratamiento de la información en museos, instituciones…, con colecciones y prioridades a veces bien distintas que se intentan homogeneizar conceptualmente sin demasiado éxito, por lo menos hasta ahora. En este sentido, y en el momento de cerrar esta nueva edición del libro de catalogación, la Universitat de València, a través del Vicerrectorado de Cultura y Deporte, y del Área de Patrimonio - perteneciente al mimo vicerrectorado-, está preparando la incorporación de sus diferentes colecciones patrimoniales a la plataforma libre OMEKA, basada en los estándares antes señalados. Sin duda, este esfuerzo permitirá conocer aún mejor el patrimonio de la Universitat, y lo hará finalmente visible y accesible a la sociedad, ya que son muchas y muy variadas e interesantes sus colecciones patrimoniales.

De cualquier forma, el correcto trabajo de catalogación debe emprenderse a partir de algunas nociones básicas que estén suficientemente claras, en campos que deben tener el aval de los estándares nacionales e internacionales, y deben responder además a las exigencias de nuestra colección. Estos campos, que deben estar consensuados, se centran principalmente en el conocimiento de la obra y en la forma en la que estudiamos un determinado objeto, recogiendo aquellos datos más significativos, e investigando aquellos otros que puedan ser de mayor complejidad; por ejemplo, en la búsqueda de documentación que atestigüe la autoría de una determinada pieza. En todo caso, el rigor en la toma de datos de los elementos físicos, y en cómo recogemos esta información, la clasificamos y ordenamos se encuentra gran parte del éxito del trabajo de catalogación, además de la necesaria formación en Historia del Arte.

Por último, este libro está dirigido especialmente al nutrido grupo de historiadores del arte, estudiantes y egresados implicados en las tareas de catalogación, y otros usuarios interesados en la materia, que necesiten de algunas herramientas iniciales útiles y de una perspectiva global clara que permita abordar con éxito posibles trabajos futuros.

CAPÍTULO 1. LA CATALOGACIÓN DE OBRAS DE ARTE Y OTROS OBJETOS ARTÍSTICOS

El trabajo de catalogación suele estar vinculado a las tareas desarrolladas por las instituciones para el cuidado y estudio de sus colecciones artísticas. En este sentido, museos y universidades, entre otras, poseen un elevado número de obras artísticas que deben ser convenientemente catalogadas.

Es importante saber que existen diferentes tipos de fichas y modelos para la catalogación de obras de arte. No será pues lo mismo incorporarse a un equipo que trabaja con una metodología específica ya definida, que iniciar un trabajo desde cero donde no existe todavía un criterio unificado. En este sentido, debemos tener presente que el trabajo de catalogación de obras de arte es complejo y requiere del historiador del arte amplios conocimientos de distintas materias. Esto es, debemos saber reconocer los objetos que forman nuestra colección, distinguir las diferentes técnicas y ser capaces de afrontar la cumplimentación de la ficha de catalogación y de todos los apartados que la componen, ya que la competencia en todo ello es fundamental para evitar errores. En esto será muy importante el contacto directo con la obra de arte y la experiencia acumulada en el reconocimiento de materiales y soportes. Un primer consejo que puedo darte es que nada suple el contacto directo con la obra de arte, y de cualquier otro objeto artístico o patrimonial. En este sentido, es absolutamente recomendable la visita a museos, universidades, iglesias… o cualquier otra colección, ya sea pública o privada, que atesore objetos de valor patrimonial. Así como también es importante viajar, conocer y observar diferentes formas y expresiones artísticas y otros enfoques culturales. Todo ello será sin duda de mucha utilidad.

1.1. UNA CUESTIÓN PREVIA, UN ASUNTO FUNDAMENTAL: LA DISTINCIÓN ENTRE LIBRO DE REGISTRO, INVENTARIO Y CATÁLOGO

Un problema que debemos abordar es el de la definición de algunos términos ¿Qué es un libro de registro? ¿Qué es un inventario? ¿Qué es un catálogo? Si revisamos la bibliografía que se ha ocupado de estos temas observamos cierta confusión. En gran medida esto sucede por un motivo. Hace años, no existía consenso, ni sistemas de trabajo comunes, que permitieran establecer unas normas generales para el estudio y catalogación de los objetos artísticos. Además, tampoco se habían desarrollado aplicaciones informáticas específicas para estos fines. Sin embargo, y con el tiempo, estas empezaron a llegar, junto con sistemas metodológicos encaminados a gestionar y estudiar de manera más eficaz las obras de arte y un variado y heterogéneo número de objetos artísticos. Fruto de las limitaciones de los primeros tiempos se establecieron herramientas de trabajo útiles que permitían el ingreso de piezas artísticas en los museos e instituciones, así como una ficha de inventario básica que contenía los campos suficientes para la identificación de las obras artísticas. El desarrollo de estos inventarios, y la necesidad de ampliar considerablemente el conocimiento sobre estos bienes patrimoniales, dieron como resultado los procesos de catalogación. En este sentido, el libro de registro se convertía en un instrumento de tipo administrativo, mientras que el inventario y el catálogo tenían que ver más con el estudio de la obra de arte.

Así pues, nos encontramos con que el libro de registro, inventario y catálogo eran elementos diferentes y formaban parte del mecanismo de entrada, estudio y conocimiento de las piezas patrimoniales que ingresaban en una determinada institución, cada uno con sus particularidades. En este sentido, resulta útil recoger lo señalado por la profesora Ester Alba de la Universitat de València:

(…) desde un punto de vista metodológico existe una notable diferencia entre inventario y catálogo. A modo de síntesis la diferencia sustancial es que mientras el primero es un registro que cuenta únicamente con los datos básicos (naturaleza, datación, situación, propiedad, grado de protección), el segundo incluye aspectos descriptivos que amplían su conocimiento. El fin de ambos es similar: establecer un conocimiento sistemático que permita una adecuada protección, pero sus objetivos y su método de elaboración difieren sustancialmente, ya que los catálogos sirven además para fines docentes, de investigación y de difusión. (Alba, 2014, pp. 77).

Es probable que, a estas alturas, y si además has leído ya algo de bibliografía sobre este tema, te preguntes entonces ¿Qué es un inventario? ¿Qué elementos concretos tiene que recoger? ¿Y un catálogo?… Bien, no vas a encontrar (aunque te parezca frustrante) una única respuesta. No la hay. Sin embargo, puedo ofrecerte una pequeña guía para que comprendas la intención y alcance, tanto del registro como del inventario y catálogo:

■ El registro: procedimiento, por lo general de carácter administrativo, por el que una obra pasará a formar parte de una institución, museo, etc. Suele contener los datos mínimos para su correcta identificación. Algunos de estos datos (por ejemplo, título, medidas, técnica o autor) serán también utilizados en el inventario.

■ El inventario: puede tener distintas finalidades. Para entender qué es puedes sustituir la palabra “inventario” por “listado” ¿Qué contendrá este listado? Aquellos elementos que ayuden a la descripción sucinta de los bienes que debemos listar. Este inventario cuantifica la totalidad de los objetos y puede tener diferentes fines: inventario testamentario, donaciones, etc. Si observamos algunos de los más antiguos la información que se ofrece es bastante reducida, ampliándose en función de las necesidades y acompañando, cuando fue posible hacerlo, imágenes de referencia. Aunque esto es algo históricamente muy reciente. Como ejemplo, si necesitas hacer un inventario propio, puedes hacerlo incluyendo algunos datos relevantes que permitan la identificación de las piezas. Debes recordar algo importante, si el número de objetos es elevado, un número amplio de elementos descriptivos hará más complejo tu trabajo, alargándose innecesariamente el tiempo que necesites para completar el listado. Si sólo necesitas un inventario básico de trabajo, te recomiendo que incorpores pocos datos, ya que para la identificación de una obra te será suficiente con señalar, por ejemplo, título, autor, medidas, técnica y un número de referencia (ya sea dado por nosotros, en el caso de no existir, o recogiendo el que pudiera tener la pieza en algún inventario anterior). Si quieres incorporar algún elemento más será de utilidad una breve descripción del objeto, cuanto más sucinta y clara mejor. Si tenemos una imagen de referencia también podemos incluirla. Pero insisto, es posible que no necesites todos estos datos. En ese caso, una referencia tipo autor, año, título, técnica y medidas, más los datos de ubicación y titularidad, será más que suficiente. Es muy importante que los datos sean correctos y estén contrastados.

 

En cuanto a cómo debemos organizar el trabajo para confeccionar un inventario, merece la pena recurrir a lo dicho por la profesora Mª Pilar García Cuetos:

La ejecución de un proyecto de inventario exige la organización y coordinación de las tareas de los equipos de trabajo involucrados y la participación y coordinación de las instituciones implicadas. Lo normal es organizar el trabajo en tres tipos de tareas:

a) Trabajo de campo. Se trata de una labor que hay que acotar en tiempo y espacio, teniendo en cuenta la posible cantidad de bienes a registrar y el territorio que abarca. El trabajo de campo incluye las labores de identificación, definición y localización de los bienes y conjuntos a inventariar.

b) Investigación documental. La investigación documental permite localizar y obtener la información gráfica, fotográfica y documental o de cualquier tipo, referida al bien o a los bienes objetos de estudio. Además, permite analizar y revisar la información y los aspectos identificados previamente en el trabajo de campo basándose en parámetros valorativos, es decir: permite clasificar los bienes según su tipología y atribuirles su valor patrimonial.

c) Automatización de la información. La automatización de la información permite ordenarla, sistematizarla, y digitalizar las imágenes que la complementan utilizando los campos correspondientes de las bases de datos diseñadas para tal fin. Estas herramientas informáticas deben ser siempre de fácil uso y permitir que los datos sistematizados se puedan utilizar para la organización de los catálogos, el estudio puntual de un bien y para aplicarlos a su tutela y gestión. Además, es importante también que permitan la difusión multimedia de la información y contar con un sistema para la transmisión en red de datos e imágenes de los bienes culturales inventariados, lo que nos servirá para actualizar constantemente los datos del patrimonio cultural de un territorio, o del nacional y que los investigadores pudieran localizar información sobre aquellos bienes que les interesen.

d) Difusión de la información. La información contenida en los inventarios y catálogos debe difundirse para que estos instrumentos cumplan sus objetivos (…). (García, 2012, pp. 115-116).

Por otra parte, en la bibliografía podrás encontrar igualmente referencia a las llamadas fichas de inventario. A diferencia de lo señalado anteriormente (sobre los datos mínimos de esos listados a los que hacíamos referencia) se ha utilizado este tipo de fichas para documentar la existencia de un bien. Por lo demás, ha existido cierta arbitrariedad en determinar qué era una ficha de inventario y qué era una ficha de catálogo. En la actualidad, podemos entender ficha de inventario a la herramienta que durante un tiempo permitió describir con objetividad a un objeto, señalando además sus características específicas. Al desarrollo de esta ficha de inventario se le ha llamado catálogo. En palabras de Jorge Benavides (Benavides, 1999, transcrito por Mª Pilar García Cuetos, 2012, p. 113):

El inventario y el catálogo son instrumentos que en el diccionario parten de un mismo punto: una relación individualizada de bienes y, según el número de sus componentes de conformación (desarrollo), adquieren características propias diferenciables. El primero tiene una exclusiva connotación contable y el segundo está enriquecido con la caracterización (tan extensa como se quiera) de esos bienes; aquel tiene una función (inventario) y el catálogo puede ser multifinalitario.

■ El catálogo: como hemos visto debe aportar una información de mayor calado, me atrevería a decir incluso que el catálogo conlleva una predisposición diferente por parte del catalogador, ahora inmerso en las tareas de investigación. Aquí debemos preguntarnos por el interés de la obra, tanto a nivel estético como histórico, cultural, etc., y debemos abordar las carencias, en cuanto a su conocimiento, con información crítica y contrastada. El proceso de catalogación, como veremos más adelante, también incluirá un abundante material, tanto gráfico como documental. Ya no se trata sólo de cumplimentar una ficha de inventario (más o menos compleja), o de describir con mayor o menor profundidad (y acierto) una obra artística, sino de entender la catalogación como un instrumento global de estudio, donde cabe desde un análisis pormenorizado de las circunstancias histórico-artísticas que rodean a un objeto determinado, hasta la descripción exhaustiva de su estado de conservación (incluyendo los análisis y tratamientos que ha recibido). La catalogación de obras de arte se convierte así en una herramienta compleja que estudia y documenta la biografía de los objetos, actualizándose de forma continua. Sin embargo, parecen confundirse los procesos de registro, inventario y catalogación ¿Por qué sucede esto? ¿De dónde viene la confusión?

En nuestros días, el uso habitual de bases de datos y plataformas informáticas han facilitado una forma de trabajo diferente. De tal manera que, a partir de una misma aplicación, podremos dar ingreso a un objeto artístico (el antiguo libro de registro), introducir los datos fundamentales que forman el inventario básico de cada pieza, así como también incluir aquella información más compleja que pasará a formar parte del catálogo. De esta forma, la separación de los tres elementos señalados inicialmente (registro, inventario y catálogo) pierde su utilidad práctica en beneficio de una gestión mejor, a partir del uso de una aplicación informática específica que cumpla la función completa, desde el ingreso de la obra a las tareas más complejas de catalogación. En este sentido, existe cierta discusión. La UNESCO por ejemplo recomienda el uso de un libro de registro que funcionará con independencia del catálogo y de la base de datos (UNESCO, 2007, p. 25). Este libro de registro tiene como ventaja la inmediatez en la toma de datos inicial. Sin embargo, es importante saber que cada institución tiene un modo de proceder y que, por lo general, la tendencia actual es la de unificar procesos.

Olete lõpetanud tasuta lõigu lugemise. Kas soovite edasi lugeda?