Más allá de los cinco puntos

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El hecho de que el hombre en pecado y alejado de Cristo es culpable de su pecado es confirmado en diferentes partes de este pasaje. Primero, notemos que en el versículo 21 se mencionan al menos tres pecados: el pecado de no glorificar a Dios como a Dios, el pecado de no estar agradecido con Dios y el pecado de pensar neciamente. Segundo, notemos en el versículo 25 que se menciona el pecado de no adorar a Dios. Tercero, notemos que en el versículo 26 y 27 se mencionan pecados sexuales. Y cuarto, notemos la lista de vicios mencionada en los versículos 29-32, de la cual toda la humanidad participa.

Todo esto asume que el hombre creado es responsable ante Dios de mantener un código ético que proviene de Dios y es conocido por toda la humanidad. Muchos de los pecados mencionados en esta sección de Romanos 1 son violaciones directas de aspectos del Decálogo. Los hombres son culpables por no adorar al Dios verdadero y odiarlo, culpables de inmoralidad sexual, codicia, asesinato, homicidio, mentiras y desobediencia a los padres. Esto al menos sugiere que los Diez Mandamientos pueden ser consultados fácilmente cuando se señalan los pecados de los hombres, sin necesidad de revelación especial. Esto significa que la esencia de los mandamientos contenidos en el Decálogo antecede a su promulgación especial en el Monte Sinaí. Esto también sugiere que los Diez Mandamientos son básicos (apodícticos) para la ética bíblica. Esto será cada vez más evidente cuando examinemos Romanos 2:14-15.

Romanos 2:14-15 es otro texto crucial para comprender las implicaciones éticas de la creación del hombre. Dice:

Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos.

Estos versículos son encontrados en la sección que inicia en el versículo 12 y termina en el versículo 16. En el versículo 12, el interés de Pablo es defender la justicia de Dios en la condenación de los gentiles que no tienen ley escrita o las Sagradas Escrituras. En los versículos 14 y 15 presenta su defensa. Al enfocarnos en estos versículos somos confrontados por tres preguntas. ¿Cuál es la ley que poseen los judíos en este contexto? ¿Los gentiles que no tienen revelación especial tienen ley? ¿Cuál ley poseen los gentiles que no tienen revelación especial?

Primero, ¿cuál es la ley que los judíos poseen en este contexto? La primera referencia a la ley en el versículo 14 obviamente hace referencia a la ley que tenían los judíos. Esta es claramente la ley que los judíos poseían mediante revelación especial—Las Sagradas Escrituras. Esta ley es mencionada al final del versículo 12, en los versículos 13 y 14 y en diferentes partes de los versículos 17-27. En los versículos 21 y 22 se hace referencia a mandamientos contenidos en el Decálogo. Por tanto, da la impresión de que Pablo se refiere a la ley básica y fundamental del Antiguo Pacto, el Decálogo. En otra parte de Romanos, Pablo hace referencia a la ley del Antiguo Pacto e inmediatamente cita partes del Decálogo (ver Romanos 13:8-10).

Algunos podrían decir que la ley de los judíos a la que Pablo hace referencia es todo el Antiguo Testamento o toda la ley de Moisés (torah), que incluye la ley moral, ceremonial y civil del Antiguo Pacto. Esto significaría que, mediante la revelación general a través de la creación, Dios escribe las leyes ceremoniales y civiles del Antiguo Pacto en los corazones de todos los hombres, una proposición insostenible. La ley ceremonial fue revelada después de la caída de Adán como parte de revelación especial. No es revelación general. Presupone la entrada del pecado y tiene como objetivo señalar hacia la reparación del daño infligido por el pecado. No, la ley referida por Pablo es más básica y fundamental (apodíctica) que la ley ceremonial. La ley de los gentiles a la que se hace referencia en este contexto es una ley basada en la revelación general, no en el pecado ni en la redención. Por tanto, la ley que los gentiles poseen mediante la revelación general no puede referirse a todo el Antiguo Testamento o a toda la ley de Moisés. Debe referirse a la ley que es básica y fundamental para el estatus del hombre como criatura y como portador de la imagen de Dios. Es una ley que todos los hombres poseen por naturaleza, porque todos los hombres son creados, y una ley contenida en algún lugar de todo el conjunto de revelación especial dada a los judíos. H. C. G. Moule concuerda cuando dice:

Manifiestamente, “ la Ley” en este pasaje no se refiere a la ley ceremonial de Israel, sino a la ley moral revelada a Israel, sobre todo en el Decálogo. Esto es evidente en el lenguaje del versículo 15, que no tendría sentido si la referencia fuera a ordenanzas especiales de la adoración. Los gentiles no podían “mostrar la obra de” ese tipo de “ley escrita en sus corazones”; lo que mostraban era, como ya hemos explicado, la “obra” relacionada con las exigencias reveladas de Dios… sobre la voluntad y la vida.42

Segundo, ¿los gentiles sin revelación especial poseen ley? Es claro que los gentiles no poseían la ley externamente escrita de los judíos como una ley escrita externamente; no poseían el Antiguo Testamento. ¿Significa esto que los gentiles no tenían ley? La Escritura es muy clara en que si no hay ley, no puede haber pecado (ver Romanos 4:15; 5:12-14 y 1 Juan 3:4). Seguramente Pablo no podía estar diciendo que los gentiles no poseían ninguna ley en absoluto. Por el contrario, los gentiles sí poseían ley, pero no la cumplían y no podían hacerlo y por eso son inculpados en Romanos 1.

La ley que los gentiles no poseían era la ley externamente revelada del Antiguo Testamento, como una ley escrita externamente. Sin embargo, esto de ninguna forma implica que no poseían ley. Pablo deja muy en claro que sí la poseían. Él afirma en los versículos 14 y 15 que “… cuando los gentiles que no tienen ley [la ley en este contexto se refiere a la ley externamente revelada a los judíos contenida en el Antiguo Testamento], hacen por naturaleza lo que es de la ley [la ley externamente revelada a los judíos contenida en el Antiguo Testamento], éstos, aunque no tengan ley [la ley externamente revelada a los judíos contenida en el Antiguo Testamento], son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley [la ley externamente revelada a los judíos contenida en el Antiguo Testamento] escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos”. Comentando sobre este pasaje, Robert Haldane dice: “Esto evidentemente muestra que ellos tienen una ley, cuya obra está escrita en sus corazones y mediante la cual disciernen la diferencia entre lo bueno y lo malo—lo que es justo y lo injusto”.43 John Murray concuerda cuando dice: “… aunque los gentiles ‘son sin ley’ y ‘no tienen ley’ en el sentido de la ley especialmente revelada, no significa que no tienen ninguna ley en absoluto; la ley les es dada a conocer y es entendida por ellos de otra forma”.44 Comentando sobre Romanos 2:14, Murray añade:

La omisión del artículo definitivo antes de [“ley”] en tres ocasiones en el versículo 14 es un ejemplo interesante de la omisión cuando el sujeto es específico y definitivo. En las primeras dos ocasiones la ley en mente es la ley especialmente revelada, como se ejemplifica en la Escritura. Que es definitivo es mostrado por la expresión [lo que es de la ley]. Por esta razón, en la última oración debemos considerar “ley” como algo definitivo—los gentiles no solo son una ley para sí mismos, sino la ley a la que se hace referencia en las otras oraciones del versículo. Esto es confirmado en el versículo 15, en donde tenemos la expresión [la obra de la ley]. El punto es que no se trata de una ley completamente diferente con la que los gentiles son confrontados; las cosas de la ley que hacen no son de una ley totalmente diferente—es esencialmente la misma ley. La diferencia reside en los diferentes métodos [énfasis mío] de ser confrontados con ella y, por implicación, en el conocimiento menos claro y detallado de su contenido.45

Los gentiles sin revelación especial no estaban, ni están, sin ley en lo absoluto.

Tercero, ¿qué ley poseen los gentiles sin revelación especial? Debe ser obvio ahora que lo que los gentiles poseen son los Diez Mandamientos, aunque no necesariamente de forma idéntica a como aparecen en el Decálogo de nuestros Antiguos Testamentos. Murray dice: “Por tanto, no es una ley diferente la que confronta a los gentiles que están sin ley, sino la misma ley impuesta a ellos mediante un método diferente de revelación”.46 Por esta razón, algunos han intentado mostrar que la esencia del Decálogo se encuentra diseminada a lo largo del libro de Génesis. Esto probaría que la esencia de los mandamientos individuales de todo el Decálogo eran las normas éticas que se esperaban del hombre antes de la promulgación, a través de Moisés, de la ley moral en la forma del Decálogo.47 En otras palabras, lo que los judíos reciben mediante revelación especial (y revelación general porque fueron creados a la imagen de Dios), los gentiles lo reciben solamente por medio de la revelación general. Reciben la misma ley pero mediante diferentes métodos de revelación y en una forma diferente. La sustancia es la misma aunque la forma difiere. Francis Turretin, gran teólogo reformado, concuerda:

Si se nos pregunta cómo esta ley natural concuerda con, o difiere de, la ley moral [la ley moral en el contexto de la declaración de Turretin se refiere al Decálogo], la respuesta es sencilla. Concuerda en cuanto a la sustancia y en lo que respecta a los principios, pero difiere en cuanto a accidentes y con respecto a las conclusiones. Las mismas obligaciones (hacia Dios y hacia nuestro prójimo) prescritas por la ley moral también están contenidas en la ley natural. La diferencia reside en el modo en que son proporcionadas.48

 

Una cuidadosa exegesis de Romanos 2:14-15 demuestra que la ley moral es encontrada de manera resumida en todo el Decálogo y es al mismo tiempo común para todos los hombres mediante la revelación general.

En Romanos 3:19-20 leemos:

Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.

En el contexto de estos versículos cruciales, Pablo está estableciendo el hecho de que todos los hombres, judíos (personas con las Sagradas Escrituras) y griegos (personas sin las Sagradas Escrituras), están bajo pecado (Romanos 3:9). Para hacer esto, cita del Antiguo Testamento (Romanos 3:10-18). En Romanos 3:19, Pablo basa la culpabilidad universal en la responsabilidad universal por violaciones a la ley del Antiguo Testamento. Tanto judíos como gentiles están bajo pecado porque son culpables de quebrantar la ley del Antiguo Testamento. Es interesante observar que ninguno de estos pecados mencionados en Romanos 3:10-18 es un pecado ceremonial. Estos pecados reflejan violaciones a la ley moral que es común para todos los hombres y que es contenida tanto en el Antiguo Testamento como en los corazones de todos los hombres (ver la exposición de Romanos 2:14-15 presentada arriba). Se ha mostrado a partir de Romanos 1 y 2 que los gentiles no están sin ley. No tenían el Antiguo Testamento, pero no estaban sin la ley básica y fundamental del Antiguo Testamento, los Diez Mandamientos. Los judíos están bajo pecado porque han quebrantado la ley de Dios; los griegos están bajo pecado porque han quebrantado la ley de Dios, y el Antiguo Testamento los acusa a ambos. Tanto judíos como griegos están “bajo la ley”49 y “bajo pecado” y, por tanto, son culpables ante Dios. La única forma en que esto puede ser posible es si la ley bajo la cual están los judíos y la ley bajo la que están los griegos corresponden al menos en cierto grado. Ya que los judíos tenían todo el Antiguo Testamento y los griegos solo tenían la ley escrita en sus corazones, entonces la ley a la que Pablo hace referencia podría significar una cosa para los judíos y otra cosa para los griegos. W. G. T. Shedd dice:

[“la ley”] la ley escrita, principalmente, porque San Pablo ha estado hablando, al final, de los judíos; sin embargo, no solo la ley escrita exclusivamente, porque los gentiles son incluidos en “toda boca” y “todo el mundo”. La ley escrita contiene implícitamente lo no escrito y, por tanto, puede ser puesta por toda la ley o la ley en general… Este pasaje esclarece la verdadera interpretación de Romanos 2:14-15; 2:26-27.50

La ley con referencia a los judíos significa toda la ley de Moisés. La ley con referencia a los griegos significa la ley escrita en el corazón, los Diez Mandamientos en su forma natural, la ley natural. Esta interpretación se fortalece cuando consideramos el lenguaje utilizado al final del versículo 19 en el capítulo 3: “para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios”. Este es un argumento a favor de que la ley a la que se hace referencia es una ley conocida por toda la humanidad. La única ley conocida por toda la humanidad y, por tanto, la ley por la que todos pueden ser culpados, es el Decálogo. Sin embargo, esto no niega el hecho de que los judíos eran más culpables porque poseían más ley. Esta comprensión de estos versículos corresponde con lo que Pablo enseñó en Romanos 2:14-15 y 26-27.

Estos tres textos (Romanos 1:18-32; 2:14-15; 3:19-20) confirman un hecho ya mostrado. Los Diez Mandamientos funcionan en la Biblia como ley apodíctica. Los Diez Mandamientos funcionan como la ley básica y fundamental del Antiguo Pacto, del Nuevo Pacto y como una forma especialmente revelada de la ley natural, que fue primeramente escrita en el corazón de Adán. Los Diez Mandamientos no anulan la ley moral, sino que la contienen de forma resumida. El Catecismo mayor de Westminster dice en la pregunta 98: “¿En dónde se halla contenida la ley moral de forma resumida? La ley moral se halla resumida en los Diez Mandamientos”.

4. Conclusión

Los Diez Mandamientos funcionan en al menos tres formas en la Biblia: como la ley básica y fundamental del Antiguo Pacto, como la ley básica y fundamental del Nuevo Pacto y como la ley básica y fundamental de todos los hombres— la ley moral. Lo que las Escrituras enseñan, la Confesión lo sintetiza. Los Diez Mandamientos comenzaron a funcionar en la vida del hombre en el jardín del Edén.51 Luego fueron escritos por Dios en tablas de piedra y funcionaron como el centro de la ley de Dios para el Israel del Antiguo Pacto y como la forma especialmente revelada de la ley escrita en los corazones de los hombres. Finalmente, los Diez Mandamientos están escritos en los corazones de todos los cristianos del Nuevo Pacto como una de las bendiciones de ese pacto. Los Diez Mandamientos trascienden los pactos porque son básicos y fundamentales. Trascienden todos los pactos y todas las culturas. John Murray dijo:

Sin duda se admite que los Diez Mandamientos son el centro de la ética bíblica. Cuando aplicamos el método bíblico-teológico al estudio de la Escritura observamos que los Diez Mandamientos, como se promulgaron en el Sinaí, eran la forma concreta y práctica de principios que no comenzaron a tener relevancia entonces, sino que ya eran relevantes desde el inicio. Y también observaremos que, así como no comenzaron a ser relevantes en el Sinaí, tampoco cesaron de tener relevancia cuando la economía del Sinaí caducó. El estudio bíblico-teológico es el que demuestra que estos mandamientos contienen principios que pertenecen al orden que Dios estableció para el hombre en el principio, así como también al orden de redención. En otras palabras, descubrimos que pertenecen al organismo de revelación divina respecto a la voluntad de Dios para el hombre.52

I. Objeciones típicas

He intentado demostrar, entre otras cosas, que Jeremías profetizó que los cristianos tienen la ley que Dios escribió en las tablas de piedra, los Diez Mandamientos, escrita en sus corazones por el Espíritu Santo enviado por el Hijo de Dios (Jeremías 31:33; 2 Corintios 3:3). El Espíritu de Dios también provoca que nos deleitemos en la ley de Dios y la obedezcamos (Ezequiel 36:27: “Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra”). El Nuevo Testamento nos provee la forma en que los Diez Mandamientos deben ser aplicados a los cristianos. Aunque esto parece claro y es, por mucho, la perspectiva más común en la iglesia cristiana a través de la historia, algunos no están de acuerdo. Para ser justos con aquellos que no están de acuerdo, debemos admitir que algunas declaraciones del Nuevo Testamento hacen que este asunto sea difícil de comprender (por ejemplo, Romanos 6:14). A la luz de esto, vamos a considerar algunas objeciones típicas e interactuar con ellas.

a. La ley mosaica en el Antiguo y el Nuevo Testamento

siempre se refiere a la ley completa, a toda la ley

del Antiguo Pacto, la ley del antiguo Israel.

“Debido a que los cristianos no están bajo la ley mosaica completa, entonces no pueden estar bajo ella en ninguna de sus partes”. Es lo que dice esta objeción. “Así que la ley en la profecía de Jeremías no puede tener ninguna relación con el Antiguo Pacto y su ley”. A primera vista, este parece ser un fuerte argumento, pero vamos a interactuar con él.

No estamos argumentando que la ley en la profecía de Jeremías tenga que ver con los cristianos en su relación presente con el Antiguo Pacto o que estén bajo cualquier ley para obtener ya sea las bendiciones temporales prometidas al antiguo pueblo de Dios en la Tierra Prometida, o peor aún, la salvación y vida eterna. Esta es una profecía del Nuevo Pacto, de un nuevo día para el pueblo de Dios. Lo que hemos argumentado es que la profecía de Jeremías se refiere a la ley básica y fundamental del Nuevo Pacto, que es la misma del Antiguo Pacto o Pacto Mosaico. No estamos bajo la ley de Moisés como los antiguos judíos lo estaban, sino que somos criaturas creadas a la imagen de Dios, así como lo eran ellos, con la ley reescrita en nuestros corazones. Tenemos deberes como cristianos que son muy similares a los del Israel del Antiguo Pacto. Debemos amar a Dios y a nuestro prójimo, como Jesús lo dejó en claro cuando citó de Deuteronomio 6:5 y Levítico 19:18 en Mateo 22:37 y 39. Una cosa que aprendemos de esto es que algunas leyes del Antiguo Pacto trascienden ese pacto y pueden funcionar fuera de él.

Por ejemplo, debemos adorar al único y verdadero Dios de la Biblia. Esto siempre ha sido así. Debemos adorar al único y verdadero Dios de la Biblia de la forma que Él ordena. Esto siempre ha sido así. No debemos utilizar el nombre de Dios en vano. Esto siempre ha sido así. Debemos descansar con el propósito de adorar públicamente y debemos trabajar. Esto siempre ha sido así. Debemos respetar y obedecer a nuestros padres y a todas las figuras de autoridad en nuestras vidas. Esto siempre ha sido así. Debemos respetar la vida y no matar a otros, ya sea al quitarles la vida ilegalmente o incluso al odiarles. Esto siempre ha sido así. Debemos mantenernos sexualmente puros, sin cometer adulterio en nuestros actos, palabras o pensamientos. Esto siempre ha sido así. Debemos respetar la propiedad de otros y no robar. Esto siempre ha sido así. Debemos decir la verdad y no mentir. Esto siempre ha sido así. Y debemos estar contentos con lo que tenemos y no cometer idolatría al codiciar cosas y personas. Esto siempre ha sido así.

Estos son los Diez Mandamientos. De hecho, los Diez Mandamientos no se convirtieron en algo sagrado y bueno en el Sinaí. Estas cosas siempre son buenas o malas a la luz de lo que somos como criaturas hechas a la imagen de Dios. Estos simplemente reflejan los absolutos éticos entretejidos en nuestro ser.

Quizá sea de ayuda si lo consideramos de la siguiente forma. Así como Dios incorporó al Antiguo Pacto la ley que había sido escrita en el corazón del hombre en la creación, ahora hace lo mismo en el Nuevo Pacto. Esta ley natural no llegó a ser lo que era en el Sinaí; fue formalmente publicada por Dios mismo en las tablas de piedra. Esa misma ley fue incorporada al Nuevo Pacto. Esta ley, entonces, no solo trasciende culturas, sino también trasciende pactos. Debido a que coexiste con nuestro estatus de portadores de la imagen de Dios, esto no debería sorprendernos en lo absoluto.

b. Si la ley en Jeremías se refiere a los Diez

Mandamientos, ¿por qué Dios no los repitió palabra

por palabra en el Nuevo Testamento exactamente

como aparecen en el Antiguo Testamento?

“Si se repiten, son obligatorios; si no se repiten, no son obligatorios”. Ese es el argumento. Nuevamente, esta parece ser una buena objeción, ¿pero realmente lo es? Dios ya había revelado los Diez Mandamientos en dos ocasiones en el Antiguo Testamento (Éxodo 20 y Deuteronomio 5). Él profetizó su presencia en el Nuevo Testamento en Jeremías 31:33. Él confirmó su presencia bajo el Nuevo Pacto en 2 Corintios 3:3 (y en otros textos). Los Diez Mandamientos son citados o se asumen como buenos y justos por los escritores del Nuevo Testamento en muchos textos (Romanos 7:12). Recordemos que es la esencia de los Diez Mandamientos lo que es obligatorio, no una forma particular en la que han sido revelados en la Escritura.

Por ejemplo, Pablo hace referencia al quinto mandamiento como algo que es bueno que los hijos obedezcan (Efesios 6:1-3). ¿Necesitas realmente que Dios repita, por ejemplo, el sexto mandamiento —“no matarás”— para creer que matar es pecado? Por cierto, es interesante notar que el asesinato era considerado malo y pecaminoso desde antes del Sinaí—Caín mató a su hermano Abel, hecho registrado en Génesis 4, y Juan nos dice en 1 Juan 3:11-12 que Caín era del maligno y un ejemplo de alguien sin amor. No existe un mandamiento para amar o una prohibición de matar registrada en la Escritura antes de Génesis 4. ¿Quieres argumentar que el amor no era algo esperado y que el asesinato no estaba prohibido sino hasta que leemos un mandamiento explícito que nos obligue a amar y nos prohíba matar? Espero que no.

 

¿Qué hay del décimo mandamiento—“No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo”? Este mandamiento, como aparece aquí, no se repite en el Nuevo Testamento (palabra por palabra). Sin embargo, se reduce a esta frase: “No codiciarás” (Romanos 7:7; 13:9). Dios no tiene que repetir los Diez Mandamientos palabra por palabra para que estos sean relevantes para los cristianos.

¿Sabías que los primeros cuatro mandamientos no se repiten en el Nuevo Testamento palabra por palabra ni tampoco el noveno ni el décimo? A la luz de esto, nadie en su sano juicio argumenta que solo el quinto, el sexto, el séptimo y el octavo mandamiento, aparecen en el Nuevo Testamento y, por tanto, son los únicos aplicables a los cristianos. La esencia de todos los Diez Mandamientos aparece en el Nuevo Testamento. Esto es lo que esperamos de la profecía de Jeremías (y de otros textos).

c. El Nuevo Testamento dice que no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia. No tenemos que obedecer la ley de Dios; solo necesitamos bañar nuestras almas en la gracia de Dios.

Esta objeción se basa frecuentemente en Romanos 6:14, que dice: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. A primera vista, este versículo parece anular gran parte de lo que hemos dicho anteriormente. ¿Cómo debemos responder? Notemos, primero, que Pablo establece un hecho que es verdad para todos los creyentes en Cristo: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros…”. Este no es un mandamiento. La palabra “porque” indica que este versículo está conectado a los versículos 12 y 13. El versículo 14 funciona como un incentivo para cumplir los mandatos de los versículos 12 y 13. El versículo 14 es una declaración de un hecho. Los cristianos no están bajo el dominio del pecado. Entonces Pablo da dos razones por las que el creyente no está bajo el dominio del pecado—una negativa y otra positiva. La negativa es: “… pues no estáis bajo la ley”. La razón positiva es: “…sino [estáis] bajo la gracia”. Estar “bajo la ley” en este texto significa estar perdido y estar “bajo la gracia” significa ser salvo. Los perdidos están bajo el dominio del pecado. Una de las funciones de la ley es condenarlos en su estado de perdición. Estar “bajo la gracia” en este texto significa ser salvo debido al plan de Dios para la salvación en Cristo (es decir, justificación, adopción, santificación y glorificación). Los salvos pueden obedecer los mandatos de los versículos 12 y 13; los perdidos no. Este versículo no nos enseña que los cristianos no tienen ninguna relación con la ley de Dios en el camino de la santificación.

Una cosa es estar bajo la ley como pecador para obtener vida (lo cual es imposible desde la caída), o como un medio en que uno obedece para obtener salvación y vida eterna (nuevamente, imposible para los pecadores), o como medio para estar en paz con Dios (imposible para los pecadores), o para ganar una herencia (temporal o eterna); pero es otra cosa muy distinta obedecer porque hemos recibido la vida eterna, porque alguien más nos reconcilió con Dios, o porque alguien más ha obtenido una herencia para nosotros. Estamos obligados a obedecer la ley de Dios, como hemos visto anteriormente, no para obtener vida, salvación o heredar la vida eterna, no para estar en paz con Dios o ganar Su favor, sino porque vivimos, porque hemos recibido la vida eterna y porque somos herederos de la vida. No obedecemos para vivir; obedecemos porque vivimos. Ser cristiano no significa que hacemos las cosas correctas para ir al cielo. Significa que creemos el evangelio. Los cristianos creen que Cristo ha hecho todo lo necesario para otorgarles el cielo y el estado de gloria eterna. Nuestra obediencia no nos lleva a la gloria; Cristo sí. La única base de nuestra justificación y derecho a la gloria es que lo Cristo hizo por nosotros. Lo que nosotros hacemos por Cristo es resultado de Su obra.

La causa efectiva de lo que hacemos por Él es aquello que Él hace por o en nosotros mediante Su Espíritu, una bendición prometida a todos los del Nuevo Pacto. Lo que hacemos es un reflejo de nuestro amor por Cristo a la luz de lo que Él ha hecho por nosotros, y es impulsado por el Espíritu Santo en nosotros, transformándonos a la imagen de Cristo en conjunto con la Palabra de Dios. Obedecer a Dios como creyente es el resultado de la gracia en nuestras vidas; es un efecto de la gracia de Dios en nosotros (Efesios 2:8-10). Pero, también es una respuesta a la gracia de Dios en nosotros (1 Corintios 15:10). Obedecemos la ley de Dios por gracia. Debido a que nuestras almas están empapadas de la gracia de Dios, deseamos obedecer la ley de Dios.

d. Esto significaría que el cuarto mandamiento

también aplica en el Nuevo Pacto.

Bueno, mi respuesta corta es, “Sí, eso ciertamente es verdad”. Los principios esenciales de todos los Diez Mandamientos se mantienen en el Nuevo Pacto. Tanto el tiempo de trabajar como el tiempo de dejar de trabajar para adorar de forma especial son necesarios si deseamos agradar a Dios. Pero alguien diría, “el cuarto mandamiento no se repite en el Nuevo Testamento”. Tampoco se menciona el primer mandamiento (al menos no palabra por palabra) pero no significa que tener otros dioses aparte del Dios verdadero sea una virtud o que se tratara de algo exclusivo para el Israel del Antiguo Pacto. Y el segundo mandamiento tampoco se repite (al menos no palabra por palabra) pero eso no significa que podamos hacer ídolos y esperar que eso (o cualquier otra forma de adoración concebida por hombres) sea adoración aceptable a Dios. Y tampoco el tercer mandamiento se repite (al menos no palabra por palabra) pero eso no significa que puedas utilizar el nombre de Dios en vano.

Pero alguien podría decir nuevamente, “para que el cuarto mandamiento se mantenga, esperaríamos ver a los cristianos del Nuevo Testamento reunirse para adorar en el séptimo día de la semana. Sin embargo, no lo hacían; ellos se reunían el primer día de la semana, el día del Señor”. Sí, así era. Pero se reunían el primer día de la semana debido a la resurrección de Cristo, en celebración de la redención obtenida y la inauguración de una nueva creación. Pensemos un poco en esto.

Esta objeción asume que la aplicación de los Diez Mandamientos debe verse igual a como se veía en la época del Antiguo Testamento si estos han de ser obedecidos en la época del Nuevo Testamento. ¿Es esto así realmente? ¿La aplicación de uno de los Diez Mandamientos debe ser igual a como era en el Antiguo Pacto para que sea aplicable en el Nuevo Pacto? Yo creo que no. Por ejemplo, el segundo mandamiento sigue vigente pero las leyes de lo que constituye una adoración aceptable han cambiado (Hebreos 9:1-10). Este cambio se debe a la venida de Cristo y Su obra que es el cumplimiento de lo que señalaban los antiguos elementos de la adoración. Adoramos de la manera en que lo hacemos a la luz de la venida y la resurrección de Cristo y la revelación que explica las implicaciones de esos eventos registrada en el Nuevo Testamento. Sin embargo, la idolatría continúa siendo pecado (1 Corintios 10:14; Colosenses 3:5; 1 Juan 5:21). No ofrecemos sacrificios animales en un templo físico a través de un sacerdote levita, aunque todos los creyentes son sacerdotes que ofrecen sacrificios espirituales aceptables a Dios mediante Cristo (1 Pedro 2:5) en la nueva casa de Dios, el nuevo templo, la iglesia (1 Corintios 3:16-17; Efesios 2:21-22; 1 Timoteo 3:15). Las cosas han cambiado debido al cumplimiento en Cristo, pero el cumplimiento no cancela el principio moral de la ley, aunque sí puede cambiar su aplicación. En otras palabras, la aplicación del segundo mandamiento es diferente a la luz de la venida del Hijo del Hombre y Su entrada en la gloria. Adoramos de la forma en que lo hacemos a la luz de la venida y la resurrección de Cristo.