Argentina: Las canciones de su folklore

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Argentina: Las canciones de su folklore
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1

Vol

LAS CANCIONES DE SU FOLKLORE

Sus historias, sus motivos, sus anécdotas…

ARGENTINA


Felipe Pinto

Nacido en mayo de 1960 en Madrid (España).

Desde adolescente, amante del folklore argentino.

ACADÉMICO correspondiente de La Academia Nacional de Folklore de la República Argentina.

Creador y fundador de La Archipeña, única peña de folklore argentino existente en Madrid (España), en 2004.

Creador del blog Adentro que tuvo más de un millón de entradas hasta ser eliminado por presiones a Blogger de las discográficas norteamericanas.

Creador de la página en Facebook, Adentro...!!!! con más de 70.000 seguidores.

Creador del canal de Youtube «Felipe Pinto: Folklore y Tango Argentino» con más de 65.000 seguidores y más de 22 millones de visitas.

Recopilador y editor del disco «Argentina en España» de la música de folklore y de los intérpretes argentinos afincados en España por los años 70’s.

Creador del grupo en Facebook, Adentro…!!!!

Creador del blog «Los Cantores de Quilla Huasi».

Creador del blog «Reliquias del Folklore» (+ 467.000 visitas)

Creador del blog «Reliquias del Tango» (+ 84.000 visitas)

Creador y conductor del programa radiofónico «Adentro!!!» en Radio Libertad.

Diploma de la Academia Nacional de Folklore de la República Argentina por su trayectoria y aportes a la cultura folklórica del pueblo argentino.

Placa de FEDE.ar en el año del Bicentenario por la constante difusión de la música argentina.

Diploma de «Los importantes del tango» por su dedicación a difundir la música del Río de la Plata.

Organizador en Madrid de los homenajes, celebrados ambos, en memoria de Mercedes Sosa y a Horacio Guarany.


Felipe Pinto

1

Vol

LAS CANCIONES DE SU FOLKLORE

Sus historias, sus motivos, sus anécdotas…

ARGENTINA

éride ediciones


Cubierta y diseño editorial: Éride, Diseño Gráfico

Primera edición: abril, 2019

ARGENTINA

Las canciones de su folklore

Sus historias, sus motivos, sus anécdotas…, Vol. 1

© Felipe Pinto

© éride ediciones, 2019

Collado Bajo, 13

28053 Madrid

éride ediciones

ISBN libro impreso: 978-84-17659-25-7

ISBN libro digital: 978-84-17659-61-5

Depósito Legal: M-15251-2019

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Dedicatorias

Allá donde estén, a mi padre, a mis tíos, Marisa y Angel

y a Lina Turcios.

A mi madre y mi tía Paloma.

A Karen por su gran paciencia al aguantarme durante tanto tiempo encerrado en mi «mundo folklórico».

A mis hijas y mis nietos.

A mi hermana y «sobris».

A mis amigos Javier Elorrieta y Juanjo Díaz por su constante apoyo.

A mis compañeros de La Archipeña.

A mis compañeros en «Mate Español», Nacho de la Rosa

y Martín Flores.

A mis amigos, el Chino Martínez,Tonito Rodríguez Villar, César Isella, Angela Irene, Roberto Palmer, Omar Berruti, Juan Juncales, Yamila Cafrune, Javier Jiménez, Los Granjeños y a todos los que han hecho de esta música

la más grande del mundo y de su historia.

A todos los que me habéis ayudado y acompañado

durante este hermoso camino…

Y a los que me vais acompañar desde ahora!

A todos ¡GRACIAS!

NOTA AL LECTOR

Desde que mi afición por el folklore argentino empezara a los 14 años visitando con cierta frecuencia en Madrid, junto a mis tíos Marisa y Ángel locales de música en vivo ha ido creciendo en mi persona una gran pasión por la música folklórica hispanoamericana y especialmente por la argentina en la que también debo incluir el tango, aunque este ritmo porteño junto a sus derivados como milongas, valses, etc, los dejaré, en este libro, apartados hasta otra próxima ocasión.

Me acuerdo de boliches madrileños como MALAMBO, donde había actuaciones de solistas y grupos hispanoamericanos, como Los Condes, Mate Amargo, El Chino Martínez, el Indio Calderón, Víctor Velázquez, Contracanto, Fermín Fierro, Adrián Peralta, etc., etc., de los ACUARIO, donde actuaban Rocky Pontoni, Eduardo Arbace, Valentino, etc. LAS PEÑAS 3 Y 4, de Tino y de Cuchi, con Los Cantores del Alba, el Trío Siboney y Rafael Amor. También CANDOMBE, calle Arrieta,7,donde creo que fue el primer lugar donde actuó en Madrid junto a Miguel Saravia, Tiano Araoz y el propio Arbace, el máximo culpable de mi afición: El Chino Martínez.

¡Qué tiempos aquellos, amigos! Empecé a conocer por discos a Atahualpa Yupanqui, a Los Chalchaleros, a Los Fronterizos, a Los Cantores de Quilla Huasi, a Mercedes Sosa, a Horacio Guarany y a muchos más artistas y conjunto que desde ese momento iniciaron en mi una desmedida curiosidad por esta música y tras conseguir una gran colección de ella me he dedicado a investigar y a difundirla entre sus miles y miles de aficionados, injustamente olvidados por las productoras musicales; también a intentar darla a conocer por las nuevas generaciones, esas que tendrán que ser las encargadas de lograr su subsistencia a lo largo de los tiempos.

Tengo más o menos perfilados 6 libros que iré publicando periódicamente según vaya terminándolos como lo he hecho con este primero, con el que llevo trabajando más de 10 años recopilando historias, anécdotas y hasta motivos para su composición de una selección de las más importantes melodías del cancionero folklórico argentino (en el que incluyo algunos importantes de tierras vecinas por su importancia y similitud en los géneros).

Es un libro que consta de 125 composiciones musicales ordenadas alfabéticamente desde la «A» hasta la «K» y que tendrá como es lógico un segundo volúmen que comprenderá otro número de canciones ya desde la «L» hasta la «Z».

En cada una de ellas, aparte de su historia, motivo o anécdotas, incluyo su letra, el nombre de sus autores y que artistas se que la han grabado. Todo ello no hubiera podido ser posible sin la ayuda fundamental de personas que gentilmente me han «regalado» su preciado material o sus propias vivencias como Martín Lértora (Voces de la Patria Grande), Alejandro Dizeo (Folklore del NOA... Y algo más), Nono Ocaranza Zavalía (Folklore del Norte Argentino), Roberto Palmer, gran primera voz de los incomparables Cantores de Quilla Huasi y otros más, que sin ellos saberlo, quizás, han contribuido a poder llevar a cabo esta recopilación, como lo son Marfelín Carabajal, Carlos Allevi, Cucho Márquez, Martín Alemán, el Bocha Martínez Junor, Paco Bergareche, el Chino Martínez o Daniel Carreras.

 

Quisiera indicarles, en estos momentos en los que internet se ha hecho fundamental en la comunicación mundial, donde pueden ustedes conseguir seguir mucho más sobre folklore.

Mi canal en youtube: «Felipe Pinto: Folklore y Tango Argentino» con más de 22 millones ya de visitas y a día de hoy más de 64.000 suscriptores, y mis blogs, «Reliquias del Folklore, Reliquias del Tango y Los Cantores de Quilla Huasi». También mi página en la red social «Adentro...!!!!», com más de 70.000 seguidores.

Y ahora si, ya les dejo para que puedan ser «testigos» de cada una de las canciones que forman este libro que espero que sea del agrado de todos ustedes mientras yo empiezo a preparar el segundo volumen.

Felipe Pinto

PREÁMBULO

Querido hermano, me siento honrado de que me pidas que comente, el trabajo impecable que has hecho del repertorio hispano americano, mi comentario es corto pero profundo ya que seria repetitivo, en ponderaciones.

Ya sabía que iba a crear alguna genialidad, porque conmigo lo hizo. Si no fuera por mi amigo Felipe Pinto Rodriguez, yo en las redes, seria un NN, pero este es mi amigo con el que no solo coincidimos casi en todo sino que como dijo un paisano:

«El amigo es uno mismo, con cuero de otro».

La vida me premió con su amistad y él logra con su pasión y talento, esta magnífica obra, de grandes títulos con historias inéditas en su conocimiento y joyas olvidadas de nuestra música patria y ésto no solo se hace con conocimiento, hay que tener estilo, talento y buen gusto, del cual el autor de este libro da cuenta en cada párrafo de este inmenso repertorio, perlas invalorables de nuestro acerbo nativo.

Los artistas, cantantes y músicos argentinos, te agradecemos este documento que has creado con respeto y grandeza.

Gracias mi querido Felipe Pinto Rodriguez...

Miguel Angel Martínez Morel Quirno «Chino»

Cantautor Surero

PRÓLOGO

Por Antonio Rodríguez Villar

Presidente de la Academia Nacional del Folklore de la República Argentina

¡Necesitábamos este libro! Y lo necesitábamos no sólo los argentinos, sino todos —españoles e hispanoamericanos— que sentimos y vibramos al escuchar nuestras canciones folklóricas.

Felipe Pinto era el indicado para reunir estos poemas y cantares folklóricos argentinos y contarnos el porqué, el cómo y quiénes los crearon.

Esta antología de Felipe Pinto, que será de consulta esencial e ineludible de investigadores y amantes del folklore argentino, sigue el camino que trazara en el siglo XIX don Francisco Rodríguez Marín en sus «Cantos populares españoles» obra fundamental para conocer la sabiduría del campesino de España.

Y ese campesino español está vívidamente presente en el canto de poetas criollos argentinos. Poetas —conocidos y anónimos— que expresan el sentir y el saber de su pueblo y que son, al decir de Hebe Almeyda de Gargiulo, «saberes que en el pueblo son vida y siguen iluminando el camino de las nuevas generaciones».

El folklore argentino es un tesoro desparramado por los campos, afirma el incomparable Homero Manzi, nacido en Añatuya, Santiago del Estero.

Así como la obra de los poetas, bailarines y cantores españoles refleja mágicamente la diversidad de sus regiones y culturas, las canciones folklóricas argentinas también expresan su multiplicidad geográfica, étnica y cultural. Esa variedad regional irrumpe —por ejemplo— muy clara y definitiva al comparar una milonga surera con una vidala del noroeste, un chamamé del Litoral con una tonada cuyana o una cueca con una baguala andina.

Y la heredad española está muy honda en nuestros cantos. No sólo en el idioma sino en las músicas, cantos y danzas que fueron adaptadas gracias a la mixtura de españoles e indígenas. El criollo fue el resultado de la fuerza creativa de mezclar sus sangres.

Las investigaciones de Juan Alfonso Carrizo nos muestran la total relación entre las creaciones populares españolas y argentinas. En especial, la influencia que tiene en nuestros cantos el Siglo de Oro de España.

Los que aman y estudian nuestras expresiones folklóricas como Felipe Pinto, bucean con respeto en lo que señala Olga Fernández Latour de Botas, una de las investigadoras más importantes de del Folklore argentino:

«... No puede estudiarse en profundidad —por ejemplo— un cantar de boda (aún tras un análisis poético exhaustivo), si no se sabe en qué momento se canta, quiénes lo hacen, con qué instrumentos se acompañan, quién fabrica esos instrumentos y cómo se ejecutan, quiénes son los músicos en cuanto a su parentesco o relación con los contrayentes, qué atenciones se tiene con ellos, qué comen, qué beben; cómo es la celebración de la boda toda, qué creencias y supersticiones existen en la comunidad con respecto a este acontecimiento, de qué manera las costumbres, el lenguaje, los objetos materiales, utensilios, transportes e indumento pueden tener influencia sobre el cantar; de qué manera, en fin, se implica el cantar con los demás elementos culturales de la boda aquella. Es decir que el fenómeno artístico, en este caso el cantar, no puede ser realmente conocido e interpretado si no se lo considera en función social».

Y ese análisis y valoración integral emana clarísimamente en este libro de Felipe Pinto.

Para entender la poesía de una canción se deben conocer los caminos, alegrías, tristezas y circunstancias que llevaron al autor a ofrecer su canto.

Y Felipe Pinto, precisamente, no sólo hace una excelente selección de canciones, sino que con su profundo y largo amor y conocimiento del folklore argentino reúne y nos relata el porqué de esas canciones.

La Academia Nacional del Folklore de la República Argentina se siente orgullosa de tener a Felipe Pinto como Miembro Correspondiente en España.

Gracias, muchas gracias, Felipe, por este libro.

Antonio Rodríguez Villar

Presidente de la Academia Nacional del Folklore



001. A Don Ata

Juan trabaja en el «Banco de la Provincia de Córdoba» de Villa del Totoral, tiene por costumbre llevar su guitarra. Un atardecer, yo había ido con él para hacerle compañía. Durante algunos días del mes de enero, me llevaron a conocer parte del norte cordobés, y cada pueblo y piedra del camino me recordaban el paso de don Atahualpa Yupanqui, especialmente los del Cerro Colorado.

Estaba obsesionado... maravillado de tanto paisaje. En ese atardecer estábamos en una amenizada charla, y yo a veces interrumpía con un monótono acorde en la guitarra. Llegó el «Nene» Reyna, uno de sus compañeros de trabajo y mientras continuábamos la charla, yo inconscientemente, comencé a aislarme del tema; el duende de la creación había venido a buscarme; de pronto me dí cuenta que estaba sentado en mi hombro derecho, estiró una mano, me acarició la nuca, me estremecí. Como un rayo de luz al segundo estuvo sentado en el hombro izquierdo y desde allí comenzó a talonearme el corazón, luego se descolgó por los botones de mi camisa, se metió en el socavón de la guitarra y comenzó a dictarme una melodía y al mismo tiempo una copla. El «Nene» y Juan estaban asistiendo a este nacimiento musical dedicado a uno de los más grandes poetas, filósofos y cantautores que parió esta patria: Don Atahualpa Yupanqui.

A los tres días fuimos invitados a comer un asado en Villa de María del Río Seco; se inauguraba un quincho en la casa de «Lito» Montenegro, entre asado y vino, dije algunas palabras de agradecimiento, hablé del estreno de «A Don Ata» y con Isabel la cantamos a dúo, siendo padrinos del bautismo los amigos Hugo Cabanillas, Sánchez, Caticho, Guevara y otros. Esa noche supe, que en esa casa don Atahualpa solía pasar días inmemorables. A la madrugada cuando nos despedimos, desde una foto abrazado a una guitarra; el duende de don Ata me guiñaba el ojo.

Mario Alvarez Quiroga, autor

A DON ATA

Chacarera

Letra: Mario Alvarez Quiroga

Música: Mario Alvarez Quiroga

Grabado por: Mario Alvarez Quiroga,

Horacio Guarany y Soledad, Soledad Pastorutti, Los Cantores de Quilla Huasi, Los Nocheros, Yamila Cafrune y Los Cantores de Quilla Huasi, Huella Pampa, Los de Salta…

Por el camino del indio el ánima de Don Ata.

En su alazán montado lo vio pasar la vidala.

El aire del cerro, las flores del valle.

Se le enriedan en el aire alla a Don Ata.

Una Luna Tucumana alumbra piedra y camino

y junto a la Pobrecita lo lloran montes y ríos

por Tafí del Valle, campos de Acheral

también por la Bomba e’ Lules, igual por Amaicha.

La criollita santiagueña para aliviarlo del frío

le teje un poncho pampa al Payador Perseguido.

Haya por Barranca, y por Salavina

La Humilde con la vidala le buscan guarida.

Ahí anda Don Atahualpa por los caminos del mundo.

Con una copla por lanza marcando los cuatro rumbos.

Que Dios lo bendiga, lo tenga en la gloria

por tanto recuerdos lindos y por su memoria.

Un arriero solitario pasó por Altamirano

con un silbo nostalgioso en busca de sus Hermanos

arriando su pena por no encontrarlo

se fue yendo despacito del pago entrerriano.



Se viene clariando el día por el Cerro Colorado

y en las espinas del churqui se estrella un rayo cortado.

Despierta La Añera, o la Guanchaqueña

San Francisco del Chañar, también Santa Elena.

Un aire de Buenos Aires le dio su canto del viento

Y se durmió en una huella en un estilo sin tiempo

Allá en Pergamino, tal vez Santa Rosa

lo llora toda la Pampa en una bordona.

Ahí anda Don Atahualpa por los caminos del mundo

con una copla por lanza marcando los cuatro rumbos.

Que Dios lo bendiga, lo tenga en la gloria

por tantos recuerdos lindos y por su memoria.

002. A Doña María Ríos

Esta zamba nace de la creación de dos grandes figuras salteñas: el poeta José Ríos (1923-2004) y el músico Marcos Tames (1917-1992), quienes registraron esta zamba en 1972, otra de las zambas que parecen que fueran hechas para ser cantada por «LOS CHALCHALEROS».

María Ríos nació en El Tala, el 8 de Octubre de 1907, se hizo conocida por en la zona por su destreza en los quehaceres del campo, actividades que desde niña aprendió de su padre y con las que supo salir adelante cuando éste falleció. Ruda mujer de campo, se mantuvo activa en sus labores y trabajos de campo hasta poco meses antes de morir en Junio de 1996. Esas habilidades y destrezas fueron la inspiración para que Marcos Thames y José Ríos, compusieran la zamba que posteriormente popularizara el referido conjunto salteño Fue nombrada madrina de distintos festivales folklóricos de la zona y entrevistada por los periodistas Mónica y César Mazzetti.

Sobre José Ríos, autor de la letra de esta zamba, decir que se trata de un poeta salteño de larga trayectoria. Escribió abundantes canciones, especialmente zambas, milongas y serenatas que le dieron justo renombre. Trabajó con grandes de la música salteña, de la talla de Eduardo Falú, el «Cuchi» Leguizamón, y los mismos Chalchaleros. Además de A DOÑA MARIA RIOS, sus composiciones más recordadas son probablemente «Zamba del carpintero» , «La Felipe Varela», «La buena moza» y «La Guitarra Perdida».

 

A DOÑA MARÍA RÍOS

Zamba

Letra: José Ríos

Música: Marcos Tames

Grabado por: Los Chalchaleros, Alma Salteña…

Paisana de verdad

curtida por el sol

mujeres de esa laya

no pienso que haya otra mejor.

Por estos pagos va

con ganas de bailar

en su caballo manso

hasta el remanso del carnaval.

Para usted

tengo en mi bandoneón

Doña María Ríos

el canto mío de corazón.

Ella sabe enlazar

en cualquier ocasión

y rejuntar la hacienda

poniendo rienda a su cimarrón.

Su sangre gaucha está

en cada amanecer

y por Ruiz de los LLanos

los tucumanos la suelen ver.

003. A jardín florido

Jardín Florido fue un piropeador respetuoso, excéntrico y —sin dudas— el más famoso que pisara alguna vez la ciudad argentina de Córdoba.

Fue dueño de frases bellas e inocentes —pero a la vez ingeniosas—, que engalanaron las calles de aquella tranquila Córdoba. Su nombre verdadero era Fernando Albiero Bertapelle y había nacido según algunos en Santa Fé, y según otros en Bassano de Grappa, Italia. Tampoco parecería no haber certeza sobre el año de su nacimiento que suele ubicarse en 1875.

Cuando Bertapelle se radica en la ciudad de Córdoba, rápidamente comienza a trabajar en diversos rubros llegando a ser mozo de las confiterías más elegantes del centro de la ciudad, en donde se destacaba siempre por sus «abarrocados» modales. Era un entusiasta hincha de Instituto. Hacia mediados de los años ’30 conoce al abogado y político conservador Aguirre Cámara, con quien traba amistad y consigue un puesto de camarero en uno de los puntos de reunión más exclusivos a los que acudía la aristocracia local: el Jockey Club.

Pero había un detalle que empezó a llamar la atención, era que cuando Bertapelle terminaba su trabajo y emprendía el regreso por la céntrica calle 9 de julio, lo hacía vistiendo frac, guantes, galera, un bastón rematado con una bola de billar de marfil a modo de empuñadura y un llamativo ramillete de flores que prendía de sus solapas. También se lo vio lucir trajes de impecable blanco, con flor y zapatos al tono o sombreros de safari o botas de explorador. Sus recorridos por las arterias del centro cordobés son los que le comenzaron a dar fama ya que cada vez que se cruzaba con una mujer, Bertapelle, mientras se quitaba su galera, no perdía ocasión de propinarle elegantes, exuberantes e ingeniosos piropos. Esta costumbre, el caballero, la repetía inexorablemente cualquiera fuese la edad o aspecto de la dama en cuestión.

«Nada mejor puede suceder en esta esquina: la lluvia y usted»

Le susurraba a la niña en 9 de Julio y Rivera Indarte. También podía escucharse en la esquina de San Martín y 25 de Mayo:

«En el mar de las veredas con ojos como los suyos, ¿quién podría salvarme?»

o

«Adiós rueda de auxilio para un corazón en llanta».

También dicen que con motivo de la llegada del voto femenino, en 1952, no se perdió de decir a una mujer que pasaba por allí ocasionalmente:

«Adiós, hermosa legisladora del mañana…».

La respuesta en todos los casos era una sonrisa de la dama galanteada. Luego de algún tiempo, y después de varios cambios de actividades, Jardín Florido comenzó a trabajar en la inmobiliaria Villalón, sita en la calle 25 de Mayo al 200, y próxima al Hotel Victoria. Allí hace muy buenos negocios, cuyos beneficios le permiten cumplir su sueño de adquirir un automóvil Packard similar al que usara el cantor Carlos Gardel. A éste coche es que le agrega sendos floreros en los costados, a los que nunca dejaba de mantener en forma.

Lamentablemente, hacia mediados de los ‘50 protagoniza un accidente producto de su particular afición, ya que mientras pasaba con su Packard por la esquina de Urquiza y Jerónimo Luis de Cabrera, quiso saludar quitándose la galera y arrojándole una flor a una mujer que acertó a pasar por allí, motivo por el cual quitó las manos del volante, ocasionando que el vehículo perdiera el control y lastimara a tres jóvenes. De esta forma perdió el automóvil y su pequeña fortuna para poder cubrir las indemnizaciones correspondientes.

Luego de esto siempre se movilizó en tranvía, a los que solía ascender en plena carrera, costumbre que conservó hasta sus últimos años. Aseguran que no mucho antes de morir deslizó:

«Pasarán los días y no me encontrarán, nada más…».

Finalmente, abandonó para siempre su querida Córdoba una fría mañana de julio de 1963 cuando tendría 88 años.

Posteriormente, el famoso conjunto folclórico cordobés «LOS DEL SUQUIA» inmortalizarían el vals criollo «A JARDIN FLORIDO», obra de Raúl Montachinique, y que lo pinta en su más galante expresión.

Actualmente tres sitios recuerdan al entrañable personaje en la ciudad de Córdoba: Una placa de cerámica en la calle San Martín, otra en Antonio del Viso 738 (donde vivió junto con su compañera, Eduvije Guevara), y una mayólica en «su» esquina de 9 de Julio y Rivera Indarte, obra de Nélida Varaldi con versos de Noemí Pedernera.

A JARDÍN FLORIDO (CABALLERO DE LEY)

Vals

Letra y música: Raúl F. Montachini

Grabado por: Pablo Lozano, Los del Suquía, Los Sauzales…

Calle 9 de julio esquina Rivera Indarte,

corazón elegante de mi docta ciudad,

donde late la vida al compás de los gritos

de un lustrín y los versos de un cieguito cantor.

Con su paso altanero se acerca un viejecito

que guarda veinte abriles dentro del corazón.

¿Quién no lo conoce? Ahí va Jardín Florido,

en el ojal prendido su infaltable clavel.

El piropo elegante que el caballero brinda

a la cordobesita que acaba de pasar,

la niña se da vuelta y esboza una sonrisa

que es como una caricia para el galán de ley.

Pasaron muchos años y el centro de la docta

lo vió todos los días sus calles caminar

y se fue marchitando el clavel en su pecho,

a la Dama de Negro no pudo galantear.

Galantería fina, piropos respetuosos,

quedaron en el aire del centro cordobés

y un clavelito blanco se fue rumbo al olvido,

murió Jardín Florido, caballero de ley.

004. A los Chalchas

En 1948 tres guitarristas llamados Juan Carlos Saravia, su primo Aldo Saravia, Carlos Franco Sosa y el bombisto Víctor Zambrano formaron el que sería el grupo más famoso de la música sudamericana de todos los tiempos:«LOS CHALCHALEROS». Por él pasaron también el «Chango» Saravia Toledo, Ricardo Federico Dávalos, el malogrado Ernesto Cabeza, el bombisto Polo Román, Pancho Figueroa y Facundo Saravia. El primero y los tres últimos fueron los últimos componentes del grupo conocido popularmente como Los Chalchas. Los dos Saravias, el fundador del grupo, Juan Carlos, y su último componente, su hijo Facundo, se encargaron de dedicar este bello tema a todos y cada uno de los diez chalchaleros que integraron alguna vez este grupo, que ha sentado cátedra en la historia del folklore argentino.

A LOS CHALCHAS

Zamba

Letra: Juan Carlos Saravia

Música: Facundo Saravia

Grabado por: Los Chalchaleros

Canto que nace en mi Salta

con changos amigos en el Nacional.

Cocho y Pelusa en un dúo,

Aldo conmigo en la Vieja Rural.

Fuimos formando, fuimos creando

un canto del corazón.

Los Chalchaleros nacimos,

con un tarareo, murmullo y silbar.

Aldo Saravia nos deja

y el Chango que trae musicalidad.

Se fue Pelusa, ingresa Dicky

para empezar a volar.

Silencio tan musical

creado con timidez.

Fue su guitarra, que encendió el alma

y su nochera nos dio.

Y en ella te buscará,

Ernesto Cabeza, algún diapasón.

Pasan los años cantando,

nos deja Zambrano cansado de andar

y viene un cafayateño golpeando su bombo:

es Polo Román.

Para los Chalchas, que desde lejos

vibran con este cantar.



Como la tierra chaqueña,

arisca y gredosa, también musical,

sube a la rama del ceibo:

es Pancho que llega desde el Litoral.

Trae los acordes donde se esconde

un grito de sapucai.

Su sangre nos viene a dar:

canción y juventud.

De aquella rama que dio este tronco

nació este gajo cantor.

Por ser el hijo mayor,

Facundo Saravia, cantamos con vos.

005. A mi me dicen el chino

Quizás como premonición de lo que luego sería una de sus más fuertes pasiones: el campo, el Chino Martínez nació en Lobería el 8 de septiembre de 1945, en uno de esos viajes circunstanciales que hacían sus padres, radicados en realidad en el muy porteño barrio de Belgrano.

A los 16 años Chino Martínez desertó de la ciudad llevado por un irrefrenable amor a la pampa y comenzó a trabajar en una estancia aprendiendo todos los rudimentos del campo incluso la doma.

Allí también aprendió a pulsar la guitarra y a entonar las viejas y dulces tonadas sureñas. Sus maestros fueron los pobladores del lugar, los curtidos criollos.

Por ese entonces el Chino Martínez, no sospechaba que aquellas canciones que al atardecer entonaba en rueda de peones, llegarían un día a formar su personalidad profesional.

Sin embargo las milongas y los estilos sufrieron una breve interrupción. Por asuntos familiares el Chino Martínez debió abandonar las queridas llanuras pampeanas y volver a la ciudad, circunstancia esta que, en definitiva, lo llevó al camino artístico.

En efecto, como amigo primero y en seguida como intérprete comenzó a frecuentar la Peña de Hernán Figueroa Reyes. Más tarde fue contratado para intervenir en el Festival de Cosquín 1967 y comenzaron sus actuaciones en TV, radio y peñas. Esta actividad la alterno con sus escapadas al campo, sus partidas de polo como jugador profesional y de rugby, deporte en el cual ha sido también una figura popular.

Su actividad artística, comienza en la famosa peña de Hernán Figueroa Reyes, alternado con su actividad en el campo, por su habilidad de jinete, es seleccionado para el Festival de doma y folclore de Jesús María, Córdoba (Argentina).

Alternado en los fogones con sus canciones, lo llevan a cantar en el escenario mayor del festival, siendo una de sus revelaciones y contratado a participar en el festival de Cosquín, en 1967, donde ovacionado por el público, repite varias veces sus interpretaciones, consagrándose el año entrante.