Rugby mental

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RUGBY MENTAL

RADIOGRAFÍA PSICOLÓGICA

DEL JUEGO Y SU ENTORNO

Herramientas para entrenadores,

miembros del staff,

jugadores, referees y directivos

FERNANDO F. SACCONE


Saccone, Fernando F.

Rugby mental / Fernando F. Saccone. - 6a ed mejorada. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Club House Publishers, 2020.

Archivo Digital: descarga

ISBN 978-987-47332-7-6

1. Rugby. 2. Psicología del Deporte. 3. Liderazgo. I. Título.

CDD 796.333

CLUB HOUSE Coach

Un sello de Ediciones Deldragón

Emilio Mitre 71 – 7º B (1424 ) Buenos Aires

República Argentina

RUGBY MENTAL. RADIOGRAFÍA PSICOLÓGICA DEL JUEGO Y SU ENTORNO

© 2016 , Lic. Fernanco F. Saccone

Dirección editorial: Ricardo J. Sabanes

Diseño de interior: Laura Restelli

Diseño de cubierta: Rodrigo Broner

Derechos de edición en castellano reservados para todo el mundo:

© 2017, Ediciones Deldragón

Primera edición: enero 2016

clubhousepublishers@gmail.com

www.edicionesdeldragon.com.ar

ISBN: 978-987-47332-3-8

ISBN: 978-987-47332-7-6 (e-book)

Queda hecho el depósito que prevé la ley 11.723

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o trasmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor.

ÍNDICE

1  Dedicatoria y agradecimientos

2  Prólogo

3  Introducción

4 CAPÍTULO 1 LA FORTALEZA MENTALLa batalla primitiva por el territorioEl “bombero” versus el “techista/plomero/peluquero”Haciéndonos el bochoEl Síndrome de PopeyeTodo tiempo pasado fue mejor…Subiendo la escalera… ¿Y si comenzáramos por el primer escalón?

5 CAPÍTULO 2 EL PODER DE LA PALABRALa comunicación eficaz como garantía del éxito deportivoLa clave está en el feedbackEl entrenador como moderadorEl test del periodista deportivoLa supuesta falta de tiempoEs imposible no comunicarJamás peguemos un palazo sin antes dar un carameloQué fácil que es ponerle buena ondaCuidado con meter la gambaEl pez por la boca muereLos profetas del desconciertoLa culpa es de Adán y EvaEl ladrón de tesorosPreparados, apunten…, ¡fuego!Entrenando lo que pedimos…¿Y si nos concentráramos en que aprendan a concentrarse?Camino al altarComprando la humildad en el kioscoLa humildad no es la clave de los All BlacksCruzando cables con los Pumas SevenHablándoles sin hablarRumbo al reencuentro con nuestros jugadoresEl reflejo del espejo

6 CAPÍTULO 3 LA IMPORTANCIA DEL TRABAJO EN EQUIPOSalgamos todos a la canchaEl entrenador como artistaEl perfil básico del conductor eficazUna semana mentalConociendo a nuestros jugadoresSocorriendo al capitán“El problema es que en nuestro club no tenemos lideres...”Los “minicapitanes”El capitán del futuroEl gran capitán7 Pumas, 7 líderesSubiendo la escalera 2…Sacándole el jugo a la experienciaImitando a los antiguos egipcios

7 CAPÍTULO 4 LOS RIVALES DE LA CONCENTRACIÓNOvaladamenteRadiografía de un PumitaRival N.° 1: la falta de confianzaRival N.º 2: el exceso de ansiedadRival N.° 3: la falta de tolerancia a la frustración o de reversibilidadRival N.° 4: el relojRival N.° 5: el resultadoRival N.° 6: la falta de motivaciónRival N.° 7: el pensamiento mágicoRival N.° 8: la falta de comunicación entre los miembros del equipo

8 CAPÍTULO 5 HERRAMIENTAS DE CONCENTRACIÓNMi aliado, el entrenamientoQuebrando la rutinaDebajo de las HManejando los tiempos del partidoArrimando el bochínHaciéndonos el bocho 2El GPS mentalLa sacralización del vestuarioEl banco de “titulares” y la charla de entretiempoLa necesidad de un traje hecho a medidaPensando a convenienciaEjemplos de identificación de pensamientosPensando a convenienciaEl ancla mentalLa programaciónLa visualizaciónLa respiración y la relajación¿Y si las utilizáramos durante el partido?

9 CAPÍTULO 6 EL REFEREEAspectos psicológicos de la práctica del referatoEl arte de referearLas razones del jugador N° 31Factores psicológicos intervinientes en la práctica del referatoEl proceso de toma de decisionesEstoy frustrado… ¿Y ahora?La cabeza del referee y sus bemoles¿Qué hacer ante la frustración?Confianza versus pesimismoMotivación versus pesimismoEl ejemplo de Federico AnselmiConcentración versus pesimismoTécnicas y ejerciciosCaracterísticas del referee exitosoHabilidades a trabajar para lograr el estado mental ideal

10 CAPÍTULO 7 EL TRABAJO MENTAL PARA EL SISTEMA DE ALTO RENDIMIENTOEl trabajo mental en el sistema de alto rendimientoEl programa psicodeportológicoLa rehabilitación mental del lesionadoCuando el club se lesionaSignificado emocional de la lesión deportivaLos dolores emocionales del proceso de rehabilitaciónEl retorno. Alta médica y psicológicaUniendo cables (la rehabilitación psicológica)¿Y si lo repensáramos desde la prevención?Los trastornos de la alimentaciónLa importancia de la alimentación emocionalLas emociones afectan a nuestra dietaLa importancia de trabajar a nivel sistemaLa adquisición mental de la forma deportivaEl componente psicopatológico del alto rendimientoIdentidad e integraciónEl proceso mental del ordenObjetividad y subjetividadLos trabajos con los seleccionadosConcentración con Los PumitasEl trabajo mental con los Jaguares

11  Anexo / Comentarios

12  Bibliografía

Dedicatoria y agradecimientos

Dedico primero este libro a los que ya no están aunque siempre estén: mi vieja, Mireya; el Dr. Enrique Paunero, mi maestro, y al Dr. Eduardo Negro Poggi; y a mis abuelos todos.

A mi querido viejo, Jorge Yoyo Saccone, maestro de la vida, y a mi querida hermana, Georgina, y a su marido, Joshua; a mi sobrina, Juana.

A mis hijos, Lucila y Julián, mis tesoros, y a mi mujer, Sue, mi otro tesoro y compañera incondicional.

A la madre de mis hijos, Laura, por haberme dado esas preciosuras que tengo.

Y a todos ellos, por haber respetado los tiempos que necesité para este libro.

A mis maestros y amigos del deporte y de la vida, los profesores Enrique Kike Abad, Osvaldo Riós, Rubén Sansón Storani.

A Francisco Pancho Rubio, por haber confiado en mí para trabajar junto a él en mi etapa en la UAR.

A Luis Martín y Herrera, a Jorge Panelo padre, y a todos mis entrenadores de infancia y juventud del Club Champagnat; y al Club Champagnat entero. Sin ellos, no hubiera conocido este apasionante deporte, dentro del cual ocupé varios roles y que ahora puedo seguir disfrutando desde un lugar diferente y, a la vez, apasionante.

A los entrenadores del plantel superior de Champa, Jorge Panelo (h), a Federico Aschero y a todos sus entrenadores y staff, en especial a Matías Perez Bazán; y a todos los jugadores del plantel superior, y a todos los entrenadores y jugadores de las divisiones juveniles del Club, y a sus directivos, en especial a Marcelo Yuyo Brescia, Diego de Corral, Esteban Lo Valvo y a todos aquellos con los que tuve la oportunidad de trabajar en mi etapa anterior en el Club.

Al entrenador del plantel superior de Olivos, Giorgio Gauwelose; a Pablo Candia y a todos sus entrenadores y staff, y a todos los jugadores del plantel superior, y los entrenadores y los jugadores de las divisiones juveniles. A Miguel Servera y Hernán El mono Grosse; y a todos los directivos del Club. A Osvaldo Venchu Venturini, ex combatiente de Malvinas y ex jugador de Olivos (un verdadero honor es haberte conocido y que nos hayas enriquecido con tu persona y tu experiencia).

A los entrenadores del plantel superior de Albatros, Eduardo Mole Ramos Alvelo y Daniel Dano Maglio (con los que tuve el gusto de trabajar también con anterioridad en Universitario de La Plata), y a todo su staff, y a todos los jugadores del plantel superior.

A la gente del plantel superior del Club Universitario de La Plata y a todos sus jugadores, y muy en especial a Leandro “Pipo” Andrada… fuerza Pipo!!

A la gente de Lomas Athletic, Los Tilos, y a todos los clubes de Rosario, Córdoba, Tucumán, y de todo el país, que abrieron la puerta de su casa a mi persona y a mi trabajo; en especial, a Nicolás Wargon, de Puerto Madryn Rugby Club, y a todos los entrenadores, staff y los jugadores del plantel superior y las divisiones juveniles; y a su presidente, Alberto Barleta, y demás directivos.

A los mánagers Tomás “El Ojo” Fornieles, de Champa; Eduardo Galdi, de Olivos; Rodrigo Balatti, de Albatros, por la pasión y el cariño que ponen en su trabajo para con los jugadores y los clubes.

 

A todos los amigos que me brindó el colegio Champagnat, y en especial a Sebastián Viñals, Alejandro Galarce, Cristián “Demonio” Le Monnier, a Hugo Imbrosciano, a Alfredo Marín, a Alberto Bunge, y a mi amigo y hermano incondicional Juan Martín Rulo Crespo, que me incentivaron a escribir el presente libro; y en especial a todos los muchachos y los compañeros del “C”; y al hermano José María, ya que gracias a él seguimos siendo como hermanos.

A todos los ex entrenadores de Champa y a los actuales de San Patricio de mi hijo Julián: todos lo han cuidado como a un hijo propio, y lo continúan haciendo. A todos sus ex compañeros de Champa y compañeros actuales de “San Pa”; todos lo han recibido con los brazos abiertos.

A mis colegas Nicolás Delfino, Agustín Harlouchet, Pablo Pérez Toranzos, y a mi amigo Martín Batata Capurro, colega y compañero de trabajo, de colegio y de juego en Champa.

A Juan Gastaldi, jugador del CASI, junto con quien estuve en el Pladar de Buenos Aires: quiero que sepa que siempre me acuerdo y pido por él, deseándole una pronta recuperación.

A todos mis pacientes.

Agradezco a todos y a cada uno de los que recordé en cada línea de este libro y que no nombré por razones lógicas, ya que son innumerables, por lo que me han enriquecido y me han ayudado, tal vez sin saberlo, en esta tarea pacificadora para el alma que es el escribir.

Y muy en especial a Bernardo Urdaneta y a todos los que me hicieron el honor de escribir y participar en el presente libro, lo que agradeceré en las partes respectivas y en el Anexo.

Prólogo

Transcurría el año 2013, en el Anexo del San Isidro Club, mientras yo era entrenador del seleccionado argentino de menores de 20 años (Los Pumitas). Allí me presentaron al que sería el psicólogo, que ayudaría a los equipos y jugadores de la UAR.

Recuerdo ese momento como un hito importante en el desarrollo integral de nuestro deporte. Más allá de las diferentes creencias y educación deportiva, la aceptación de incluir a un profesional para el desarrollo de esta área de fundamental importancia para incorporar las destrezas mentales a las físicas, las tácticas y las estratégicas, tuvo dispares opiniones.

Pero la gran mayoría, al igual que yo, encontró en este profesional la ayuda necesaria para nuestro aprendizaje y crecimiento en una de las habilidades definitivamente determinantes para conseguir ser competentes en la aplicación de todos los conocimientos que hacen a la mejora y la optimización de nuestro querido rugby.

En mis convicciones de crecimiento como entrenador, existen los “primero lo primero”. Primero uno, luego el staff, recién los jugadores, y al final el Equipo. Son estos los pasos que debemos ir progresivamente tomando en cuenta para nuestra formación. La psicología deportiva nos ayuda en cada uno de ellos y, a su vez, en el desarrollo de nuestras habilidades personales, más allá de lo que al rugby específicamente incumbe.

Todavía recuerdo esos trabajos, a través de los cuales solíamos plantearnos varios “porqués”, para luego aplicar las diferentes respuestas en la creación de sueños, metas y acciones dirigidas al logro de estos.

En mi intercambio habitual con muchos entrenadores, frecuentemente oigo que la mente es lo más importante en el juego del rugby; pero son pocos los que lo asumen con toda la responsabilidad que ello implica; y, por sobre todo, con un convencimiento traducido en acciones, implementando un entrenamiento metodológico de la mano de un profesional de la psicología deportiva que forme parte de nuestro equipo de trabajo como un integrante más.

Para mí, este libro es algo muy mío, en cuanto a sus contenidos, ya que tuve el orgullo de compartir, disfrutar y crecer con muchas de la vivencias y los conceptos descriptos por el autor en las enriquecedoras páginas de este texto.

BERNARDO URDANETA

Entrenador Pumitas 2010-2013 y Jaguares 2014. Head coach en Lomas Athletic Rugby Club.

INTRODUCCIÓN

El objetivo del presente libro es que el lector pueda encontrar en el una visión complementaria, desde la dimensión psicológica y las diversas herramientas que la componen, a su tarea en cuanto a “hombre de rugby” se refiere.

Digo “hombre de rugby” porque sus páginas están destinadas a todo aquel que, desde su rol, forma o formó parte de esta disciplina única que nos apasiona: entrenadores, miembros del staff, directivos, jugadores, referees, socios, aficionados, periodistas, y todo aquel que tiene o tuvo la suerte de poder disfrutarlo en al menos alguna oportunidad.

Consideré de alguna manera que el título Rugby mental hace alusión no solo a los aspectos psicológicos relacionados con la ejecución misma del juego, sino también a todo lo que lo rodea, que tiene un carácter decisivo y determinante, de fundamental importancia para aquél.

No se trata este libro, entonces, de “psicología deportiva aplicada al rugby”, aunque a su vez la abarque, sino de un libro de rugby como juego específico, que también incluye al mundo que habitualmente lo rodea, alcanzado por una visión psicológica.

Por lo tanto, las páginas de este escrito se sostienen en la experiencia de la práctica misma de mi función como psicólogo deportivo en clubes, uniones y seleccionados, en los que tuve la dicha de intervenir e intentar aportar mi grano de arena.

Podrán apreciar que priorizaré la experiencia acumulada (vivencia), como columna vertebral del libro, para poder, en función de ella, ir integrando diversos conocimientos y herramientas psicológicas que la enriquezcan. Por ello, también, a diferencia de otras obras, no agradeceré a las personas que fueron fundamentales para su elaboración solo a priori o a posteriori, sino también a lo largo del desarrollo de sus páginas.

Intentaré que no tenga un tinte académico, tal como corresponde a la lógica de cualquier profesión, ya que la idea es que todo lo escrito pueda ser comprensible y bajado a tierra con facilidad en lo cotidiano, por parte de todos aquellos miembros de la gran familia del rugby que puedan tener acceso a esta lectura.

Confío en que encontrarán en este libro soluciones varias para situaciones con las que nos enfrentamos a diario, independientemente del rol específico que cada lector ocupe. Soluciones que solemos tener frente a nuestras narices y que son de sentido común, aunque a veces el árbol nos impida ver el bosque para poder aplicarlas.

Si bien podrán observar que desarrollaré temas que hacen al rol específico de cada uno de los hombres de rugby, recomiendo al lector leer los capítulos según el orden establecido, ya que están de alguna manera en íntima interrelación y, por lo tanto, todos les serán sumamente enriquecedores.

Probablemente, algunos puedan estar de acuerdo con o diferenciarse de este escrito o con parte de su contenido, al realizar una “comparativa” con su labor cotidiana dentro del rugby, a pesar de que mis fundamentaciones correspondan a una práctica profesional que tiene como base el conocimiento científico.

Más allá de ello, esa “comparativa”, y la probable diferenciación, son justamente las que harán que podamos reflexionar y sacar jugosas conclusiones acerca de cómo nos conducimos diariamente desde la función que cada uno ocupa, lo que nos será útil para repensar y poder así ratificar o rectificar algunas cuestiones relacionadas con nuestro modo habitual de manejarnos.

Esto seguramente nos ayude a dejar de funcionar en piloto automático, guiándonos solo por la intuición o por nuestra experiencia subjetiva, y poder tomar conciencia de la real dimensión de la necesidad de realizar una introspección permanente de nuestro modo de actuar y de la importancia que tiene este último, sea cual fuera el lugar que ocupemos dentro de nuestro querido deporte.

CAPÍTULO 1 LA FORTALEZA MENTAL

“No tengo fuerzas para rendirme”.

ANÓNIMO

La batalla primitiva por el territorio

Desde una visión profunda, y describiéndolo metafóricamente, podemos decir que el rugby remite a una batalla primitiva y ancestral por el territorio pero con la incorporación de reglas de juego.

El juego representa un intento de invasión y conquista del territorio rival en el que cada metro ganado, cada try y cada conversión hacen a la confirmación de que estoy apropiándome del mismo y a la posibilidad de terminar siendo el vencedor.

Es una batalla física que se define desde lo mental grupal e individual. Un ejemplo típico de ello es la situación permanente de impedir a puro tackle que el rival avance para a partir de allí poder encauzar la propia conquista. La impotencia que genera el no poder pasar o atravesar este obstáculo (del “por acá no pasan” de la defensa) tiene en el rival un efecto de impotencia que hace al quiebre y definición mental del partido.

Otro ejemplo claro de esto es la “batalla del scrum”, que hace también al mencionado quiebre desde lo mental. La batalla psicológica que se libra en el scrum desencadena consecuencias, a partir de la cuales salen un equipo motivado y otro desmotivado. El que gana el scrum traslada esas emociones de victoria a los mauls, los rucks, los lineouts y los tackles, y el que pierde el scrum traslada esas emociones de frustración al resto de las funciones que se esperan del jugador y de sus propios compañeros.

Por ende, podemos pensar que el scrum en forma directa e indirecta es la formación que nos dará mayores posibilidades de posesión de la pelota durante el partido, por el impacto que tiene a nivel mental en el equipo, más allá de que el line, como forma de obtención, pueda superar ampliamente, en situaciones de juego, al primero.

Los primeras líneas son los jugadores más involucrados en el scrum y en esa situación psicológica, ya que tienen un duelo personal con el jugador de enfrente, y el ganar o perder esa lucha es esencial para ganar o perder el scrum.

A los primeras líneas los podemos equiparar con un boxeador, ya que el desafío implica una lucha cuerpo a cuerpo, donde el duelo se gana con técnica, concentración en la técnica, agresividad, fuerza, confianza y motivación para ganar esa formación. Cuando el duelo se está perdiendo, los primeras líneas necesitan de mucha capacidad para sobreponerse a esta frustración y no quedarse enganchados en ella, para continuar trabajando de la mejor forma en las diferentes situaciones de juego que se presenten y postergar la sed de revancha de la situación de scrum para la próxima oportunidad. Todo lo mencionado es lo que diferencia a un buen primera línea de un gran primera línea.

Todos estos ejemplos (entre muchos otros) nos hablan a las claras de la importancia de la fortaleza mental que está en juego en este deporte. Regresando a la metáfora inicial de la batalla primitiva (cuyo reflejo por excelencia encontramos en las danzas guerreras maoríes o hakas, que tienen varios siglos de antigüedad), podemos decir que son treinta los soldados, en este caso, que se baten a duelo sin otras armas más que su poderío físico (y sus destrezas mentales) por el control de la pelota y el control territorial, que no representan otra cosa que el hambre de autosuperación y la posibilidad de darle satisfacción a esta necesidad.

Algo ancestralmente equivalente a nuestros hermanos primitivos que luchaban por otras necesidades, pero más básicas, como la comida y las mujeres, mediante la misma lucha territorial. Instintos puramente primitivos representados en un noble juego… Muestra clara de la intervención de la cultura y la ley en la transformación y control de lo instintivo. Somos animales en esencia, como nuestros ancestros, pero lo que nos diferencia de ellos es la intromisión de la cultura y la civilización en las cuales la ley es la protagonista principal.

Equivalencia esta que, sin lugar a dudas, está en relación con el delicado límite entre agresividad y agresión que está en juego en forma permanente en nuestro deporte. Instinto guerrero reprimido por las reglas y leyes del juego. La agresividad, desde lo mental, implica jugar al límite de nuestras capacidades físicas, técnicas y táctico-estratégicas. Es una condición necesaria e indispensable para este juego.

Se diferencia de la agresión justamente por ese límite mencionado. El hecho de cruzar el límite implica pasar del lado de la agresión, y es allí cuando hace su aparición la sanción. El límite tiene su representación en las reglas, y el referee por excelencia es aquel que las pone de manifiesto en forma permanente. Por ello, parte de la tarea del referee, en cuanto representante de la ley, es en este juego sumamente engorrosa, ya que el juego en sí implica jugar al límite del reglamento en lo que respecta a la agresividad, por su inherente condición de batalla ancestral.

 

(La importancia fundamental que tiene el referee en cuanto a garante del cumplimiento de la ley para este particular juego merecerá, por lo tanto, un capítulo aparte, del cual nos ocuparemos más adelante).