Loe raamatut: «La Argentina después de la tormenta»

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La Argentina después de la tormenta Del ocaso perpetuo al desarrollo estratégico

La Argentina después de la tormenta Del ocaso perpetuo al desarrollo estratégico

Francisco De Santibañes

Índice de contenido

Portadilla

Legales

Introducción

Sección I Capítulo 1. ¿Hacia un nuevo orden conservador?

La Argentina y la transformación del sistema internacional

La rebelión de las naciones

¿Una nueva guerra fría?

Cambio tecnológico

¿El fin del orden liberal?

La Argentina después de la tormenta

Sección II Capítulo 2. Liberales progresistas y conservadores populares

Un mundo menos liberal y más conservador

El conservadurismo popular en su mejor momento

Ante el posible (pero evitable) resurgimiento del fascismo

El conservadurismo popular, en ascenso: ¿llegará a la Argentina?

¿Está preparada la Argentina para la llegada de una ola nacionalista?

La revolución silenciosa

Capítulo 3. El conflicto China/Estados Unidos y el nuevo orden internacional

La Argentina frente a un nuevo escenario internacional

La competencia entre los Estados Unidos y China está cambiando el mundo

¿Qué pueden hacer los Estados para disminuir estas tensiones?

¿El fin de la globalización?

El legado de Angela Merkel

La lucha contra el cambio climático como política de Estado

El rol del pensamiento estratégico en el desarrollo de un país

Capítulo 4. Pandemia

Los efectos políticos del Covid-19

El Sars-CoV-2 y la profunda crisis del multilateralismo

El Covid-19 y la posición de los Estados Unidos en el escenario global

Los desafíos de América Latina tras la pandemia

Hoy más que nunca se necesitan líderes fuertes

¿Tendremos un nuevo baby boom?

Capítulo 5. Trump versus Biden

¿Son importantes las elecciones en los Estados Unidos?

Algunas claves para entender cómo fueron las elecciones en los Estados Unidos

¿Quién nos convenía que ganara en los Estados Unidos?

El triunfo de Joe Biden: algo más que un cambio de gobierno

La gran estrategia de los Estados Unidos

Capítulo 6. Los desafíos de la Argentina

Borges, Sarmiento y la tensión que el país no resolvió

¿Cuándo se jodió la Argentina?

La necesidad de un equilibrio entre la alta y la baja política

Una oportunidad para recuperar el pensamiento estratégico

La Argentina en la tormenta

Algo más que apagar incendios

Capítulo 7. Nuestros déficits

Los déficits institucionales de la Argentina

La preocupante debilidad del sector privado argentino

¿Por qué hay empresarios y científicos que eligen irse de la Argentina?

Los cambios que necesita la Argentina

¿Podrán los intelectuales sacarnos de la decadencia?

Brasil ya piensa en 2040, ¿y la Argentina?

Capítulo 8. Política exterior argentina

La Argentina, Brasil y los peligros de ideologizar la política exterior

Sin margen para desatender la defensa nacional

Hacia un fortalecimiento de la diplomacia

El “poder blando” que la Argentina no debería desaprovechar

Una lección sobre política exterior

¿Cuán autónoma debe ser la Argentina?

Los nuevos desafíos de los think tanks

Capítulo 9. Pensamiento político

Charles de Gaulle: las lecciones de un líder

Michel Houellebecq y el conservadurismo popular

¿Por qué es tan importante estudiar las religiones?

La Argentina sufre la falta de ideas

Las enseñanzas que nos dejó Carlos Escudé

Sección III Capítulo 10. Diálogos

Facundo Manes y Francisco de Santibañes La importancia de la geopolítica en el proyecto argentino

Francis Fukuyama y Francisco de Santibañes Naciones en conflicto en un mundo en crisis

Epílogo. El surgimiento de un nuevo orden internacional y el interés estratégico de la


Santibañes, Francisco deLa Argentina después de la tormenta : cómo dejar de ser el país de las frustraciones perpetuas / Francisco de Santibañes. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Vértice de Ideas, 2021.Archivo Digital: descargaISBN 978-987-48031-1-51. Geopolítica. 2. Política Internacional. 3. Economía Política Argentina. I. Título.CDD 337.10982

Diseño de interior y armado de cubierta: Laura Restelli

Diseño de cubierta: Ian Sabanes

© 2021, Francisco de Santibañes

Derechos de edición en castellano reservados para todo el mundo.

© 2021, Vértice de Ideas

Grupo Editorial Deldragón

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Digitalización: Proyecto451

Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización del editor. El infractor se hará acreedor a las sanciones establecidas en las leyes sobre la materia. Si desea reproducir contenido de la presente obra, escriba a: publica@ibero.mx

ISBN edición digital (ePub): 978-987-48031-1-5

INTRODUCCIÓN

Durante 2020 vivimos una situación tan traumática como inusual: la aparición de una pandemia. Pocos analistas habían siquiera considerado la posibilidad de que una enfermedad como la del coronavirus pudiera expandirse tan rápido alrededor del mundo y, de esa manera, poner en crisis a los sistemas de salud.

La Argentina no estuvo ajena a esta tormenta. Nuestros hijos no pudieron ir al colegio, miles de negocios cerraron y, más grave aún, muchos compatriotas murieron. El daño ha sido enorme.

Una de las tesis centrales de este trabajo es que, más que producir un cambio radical, lo que ha hecho la pandemia fue acelerar una serie de tendencias que ya veníamos observando. Entre estas se encuentran el crecimiento de un movimiento político al que defino conservadurismo popular y un creciente malestar social que es alimentado por innovaciones como las redes sociales y las nuevas formas de trabajo, así como también el conflicto estratégico entre China y los Estados Unidos. Estas tendencias ya habían generado un escenario más complejo del que estábamos acostumbrados. La aparición de la pandemia lo ha vuelto aún de mayor complejidad.

¿Los argentinos estamos preparados para enfrentar un mundo que nos deja menos margen para cometer errores? Dos temas se repiten una y otra vez a lo largo de estas páginas: nuestra falta de pensamiento estratégico y los enormes déficits institucionales que enfrenta el país. Si no contamos con una estrategia nacional, por un lado, e instituciones sólidas que la respalden, por el otro, no tendremos éxito. No es que no nos podemos dar el lujo de pensar en términos estratégicos porque vivimos en crisis. Vivimos en crisis porque no pensamos de manera estratégica.

Sin embargo, existen motivos para ser optimistas. En primer lugar, porque la tecnología que genera desafíos también nos brinda oportunidades. Las innovaciones nos permitirán combatir el cambio climático y generar riqueza y trabajos de calidad. Este crecimiento será, en gran medida, consecuencia del comercio de servicios y de la aplicación de nuevas tecnologías –como la inteligencia artificial (IA)– en diversos sectores de la economía. De hecho, los avances tecnológicos son los que nos permitieron desarrollar y distribuir las vacunas que pondrán fin a la pandemia. Pero para que los argentinos podamos aprovechar estas oportunidades antes debemos elaborar y consensuar una estrategia.

Es más, incluso si nos va bien y logramos desarrollarnos, tendremos que seguir pensando y actuando de manera estratégica. ¿Qué medidas deberíamos tomar para que los nuevos recursos no lleguen solo a los habitantes de las grandes ciudades, sino también a los del interior? O bien, ¿qué deberíamos hacer ante una abrupta baja de la tasa de natalidad como sucede en Europa o en Japón? Estos son algunos de los desafíos que en la actualidad enfrenta el mundo desarrollado.

El presente trabajo está dividido en tres secciones. La primera incluye un extenso capítulo en el que presento mis tesis principales, describo algunos de los cambios que han tenido lugar en el escenario internacional y, además, me hago algunas preguntas sobre su futuro. (1) El surgimiento de un nuevo orden internacional puede afectar nuestras vidas y, por lo tanto, debe considerarse un insumo central a la hora de elaborar una estrategia nacional.

En la segunda sección incluyo 48 notas que publiqué en la prensa argentina (Infobae, Clarín y Perfil) durante este tiempo de crisis. En principio, estas fueron pensadas como una unidad y, por esa razón, tienen un hilo conductor. Están agrupadas bajo distintas temáticas, entre las cuales se encuentran la aparición y evolución del conservadurismo popular, los cambios sociales que están ocurriendo en los Estados Unidos y la competencia estratégica que tiene lugar entre Washington y Beijing. También discuto sobre algunos desafíos y oportunidades que enfrenta la sociedad argentina y su dirigencia en particular. Analizo, por tomar unos casos, las fortalezas y debilidades de nuestro empresariado, como así también las de nuestro cuerpo diplomático, las Fuerzas Armadas e instituciones académicas. El capítulo final agrupa mis notas sobre pensamiento político.

La última sección está compuesta por los diálogos que mantuve con Facundo Manes y Francis Fukuyama, dos intelectuales que nos ayudan a reflexionar sobre el tiempo que nos toca vivir. Estas páginas pueden interpretarse, asimismo, como un homenaje al diálogo, ese ejercicio profundamente democrático que nos permite elaborar diagnósticos y propuestas.

Es probable que, al finalizar esta obra, el lector termine compartiendo varias de mis preocupaciones, pero mi mayor esperanza es que también surja en él una ilusión. O, mejor aún: una convicción. La convicción de que la sociedad argentina puede y debe dejar atrás la tormenta en la que se encuentra para obtener una visión más clara sobre el país que necesitamos construir.

1- Una versión anterior de este capítulo ya fue publicada. Ver: “¿Hacia un nuevo orden conservador? La Argentina y la transformación del sistema internacional”, en Perspectivas. Revista de Ciencias Sociales, Nº 10, pp. 42-56, julio-diciembre, 2020.

Sección I

CAPÍTULO 1

¿HACIA UN NUEVO ORDEN CONSERVADOR?

LA ARGENTINA Y LA TRANSFORMACIÓN DEL SISTEMA INTERNACIONAL

Muy de vez en cuando el sistema internacional atraviesa un cambio estructural. Hoy somos testigos de uno de esos cambios. ¿Qué características tiene esta transformación? ¿Cuáles son sus causas? ¿Está emergiendo un nuevo orden internacional? ¿Qué estrategia debería adoptar la Argentina ante esta nueva realidad? Estas son algunas de las preguntas que trataré de contestar.

Durante 2020, las naciones del mundo enfrentaron la aparición de una pandemia que produjo enormes costos. Para frenar la propagación del Sars-CoV-2, los gobiernos adoptaron una serie de medidas que, dependiendo el país, tuvieron distinto grado de efectividad. Estas fueron muy efectivas en Asia, pero menos en Europa y en los Estados Unidos. América Latina resultó afectada de manera particular debido, entre otros factores, a los largos períodos de confinamiento. Numerosas economías sufrieron una brusca recesión que, sumada a las cuarentenas, explica la quiebra de miles de empresas. Asimismo, las desigualdades, tanto dentro de las sociedades como entre las naciones, se incrementaron por la falta de acceso a la educación que sufrieron muchos alumnos.

El hecho de que la pandemia haya tenido semejante impacto, llevó a algunos analistas a preguntarse si esto no significaba un cambio en la naturaleza del sistema político y económico. ¿Será el fin del capitalismo? ¿Surgirán nuevos tipos de autoritarismo como consecuencia de los temores que la pandemia ha despertado en las poblaciones? En este capítulo argumento que el Sars-CoV-2 no ha modificado las principales tendencias que veníamos observando en el sistema internacional sino que ellas continúan y, en algunos casos, se han acelerado.

Desde mi posición existen tres tendencias claves. Ellas son: el surgimiento de un nuevo movimiento político llamado conservadurismo popular, la transformación del sistema internacional, pasando de uno dominado por Estados Unidos a otro donde esta potencia debe competir con China por la supremacía, y una serie de transformaciones tecnológicas que está alterando la manera en la que interactuamos.

En su conjunto, estas tendencias tienen la fuerza necesaria para cambiar la distribución de poder a nivel internacional, así como también las ideas que predominan en nuestras comunidades. En la cuarta sección me preguntaré si no nos enfrentamos al surgimiento de un sistema similar al orden conservador que predominó en Europa desde mediados del siglo XIX hasta principios del XX.

Las tendencias y los cambios que he mencionado también afectan los intereses de la Argentina. En la parte final discutiré sobre qué estrategia podría adoptar el país y cuáles son algunas de las limitaciones que deberá superar para poder hacerlo.

La rebelión de las naciones

La primera de las tendencias que está modificando la realidad internacional es el surgimiento de una nueva camada de líderes con ideas opuestas a varios de los principios sobre los que se sostiene el orden liberal. Pero, en primer lugar, ¿qué es el orden liberal? El orden liberal es el conjunto de normas, reglas e instituciones que han regulado las relaciones entre los principales actores del sistema internacional a partir de la Segunda Guerra Mundial, en particular luego de la caída del Muro de Berlín. En las últimas décadas, este orden se sostuvo sobre tres pilares: la promoción de la democracia liberal por medio de la diplomacia (y, en algunos casos, también mediante la fuerza), la defensa de la globalización y el fortalecimiento de instituciones internacionales con cierto grado de autonomía. Los conservadores populares cuestionan estos tres pilares y, al hacerlo, han logrado debilitar al orden liberal.

Si bien los conservadores populares respetan los principios básicos de la tradición conservadora (como son la defensa de la nación, la religión y el modelo tradicional de familia) difieren de esta en, al menos, dos aspectos básicos. En primer lugar, carecen de moderación tanto en la manera en que comunican como en algunas de sus acciones. En segundo lugar, pero no por eso menos importante es el hecho de ser profundamente antielitistas. Esto último resulta clave, pues los lleva a cuestionar a un establishment nacional que, consideran, ha dejado de representar los intereses y los valores de sus pueblos. Incluso, muchos de estos líderes defienden un modelo más directo de democracia que el ejercido por las repúblicas liberales. En palabras del líder de Hungría, no aspiran a vivir en una democracia liberal sino en una democracia iliberal.

Muchos conservadores populares llegaron al poder, por ejemplo Vladimir Putin en Rusia, Narendra Modi en India, Benjamín Netanyahu en Israel, Jair Bolsonaro en Brasil, Donald Trump en los Estados Unidos, Andrzej Duda en Polonia y Viktor Orbán en Hungría. Incluso en el caso de China, podemos decir que Xi Xingping comparte algunas características con los conservadores populares, como son la lucha contra la corrupción de las élites, la concentración de poder en la figura del líder y su nacionalismo.

Otra de las características que comparte esta nueva generación de líderes es un pragmatismo que los ha llevado a sacar provecho político de un malestar social que ya existía en sus sociedades frente a sus clases dirigentes. Además, han hecho un uso efectivo de las redes sociales para saltearse a los medios de comunicación tradicionales y establecer, de esta manera, una relación directa con la población.

Sin embargo, el conservadurismo popular no solo afecta la política doméstica de los países sino también la internacional. En efecto, el nacionalismo de estos conservadores los ha llevado a oponerse a numerosas organizaciones internacionales que en las últimas décadas ganaron responsabilidades. Y esto es así porque, por un lado, desconfían de sus burocracias (a las que ven demasiado cercanas a una agenda progresista) y, por el otro, porque se oponen a cederles soberanía. Su nacionalismo los lleva a creer que las organizaciones multilaterales deben limitarse a facilitar el intercambio de información entre los Estados y no actuar con altos niveles de autonomía.

Quizás el caso más evidente de esto haya sido el de Trump, que retiró a los Estados Unidos del Acuerdo de París y decidió renegociar numerosos acuerdos comerciales para, de esta manera, incrementar el grado de autonomía de su país. Pero el caso europeo también es relevante. En parte, Boris Johnson alcanzó el poder en Gran Bretaña debido a su oposición a la permanencia británica en la Unión Europea, denunciando el rol que las élites europeas han jugado a la hora de restarle soberanía a su pueblo.

Dada la magnitud de los cambios de liderazgo que estoy describiendo, no debe sorprendernos que los niveles de colaboración internacional hayan disminuido en todas las áreas y que la mayoría de los organismos internacionales esté atravesando una profunda crisis.

La Organización Mundial del Comercio (OMC) está paralizada, la ONU ha perdido capacidad para visibilizar su agenda y la Unión Europea atraviesa la mayor crisis de su historia debido al resurgimiento del nacionalismo. Las diferencias que encontramos en esta última, ya no son tan solo entre los países del Norte y del Sur por la distribución de los recursos sino también entre los del Oeste y el Este por la misma definición de qué es una democracia. En definitiva, a las diferencias económicas ahora se le suman las culturales. Por otra parte, los órganos de financiamiento internacional establecidos luego de la Segunda Guerra Mundial, como son los casos del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI), han perdido influencia, en cierta medida porque no han sido capitalizados.

Otro punto a señalar es que, si bien los conservadores populares son profundamente capitalistas, están dispuestos a subordinar la búsqueda de la eficiencia económica a otro tipo de objetivos, entre los que se encuentran el mantenimiento de la estabilidad social y la defensa nacional. En esto se diferencian de los líderes liberales progresistas que promueven la globalización y el libre mercado debido, en parte, a su creencia de que las ganancias en productividad compensan los posibles costos del comercio y el libre movimiento de personas. Por el contrario, los conservadores populares suelen oponerse a la entrada de un gran número de inmigrantes por el temor que les causa la pérdida de identidad nacional y, además, consideran que ciertas industrias –especialmente, si tienen valor militar– deben mantenerse apartadas de las reglas que promueven la globalización.

¿La derrota electoral de Trump significa un duro golpe para el conservadurismo popular? No de manera necesaria. Repasemos, en primer lugar, lo que sucedió durante 2020. Electoralmente, varios conservadores populares incrementaron su poder. Con un 64 % de los votos, Modi logró imponerse en India por un margen más amplio que en su elección anterior, y lo logró con un discurso aún más nacionalista. En Gran Bretaña, Boris Johnson no solo ganó la elección sino que transformó al Partido Conservador de uno tradicional a uno conservador popular. Por otra parte, al momento de escribir este texto, Bolsonaro tenía el mayor nivel de aceptación desde el inicio de su mandato. Putin logró, con casi el 80 % de los votos, la aprobación de una reforma constitucional que, seguramente, le permitirá ser reelecto con comodidad. En Polonia, Andrzej Duda consiguió la reelección y en España surgió Vox, partido que alcanzó el tercer lugar en las elecciones que tuvieron lugar a fines de 2019.

Pero más allá de estos resultados, es cierto que la derrota electoral de Trump en los Estados Unidos puede significar, dada la importancia de este país, un cambio de esta tendencia a nivel global.

Existen algunos datos que debemos considerar. En primer lugar, la debilidad política de Trump fue el producto del mal manejo de la pandemia y no de sus ideas. De todas maneras, el presidente deja un Partido Republicano transformado (de conservador tradicional a conservador popular), así como un equilibrio de fuerzas en el Senado y, además, una Corte Suprema con una mayoría conservadora que, seguramente, se mantendrá durante décadas. Todo esto indica que el conservadurismo popular continuará siendo una fuerza política central en los Estados Unidos.

Por otra parte, el liberalismo progresista continúa a la defensiva. Sin nuevas ideas ni motivación suficiente para enfrentar los cuestionamientos que le llegan por derecha e izquierda. Macron, por ejemplo, parece haber modificado algunas de sus posturas, abrazando un discurso más cercano a la tradicional derecha francesa, gaullista, que al liberalismo progresista. Probablemente se deba a la pérdida de respaldo que sufrió su visión original luego de la aparición de los chalecos amarillos.

Tampoco podría decirse que la elección de Joe Biden representa una clara victoria del liberalismo progresista. En efecto, en los últimos años no solo el Partido Demócrata se ha movido hacia la izquierda sino que los liberales progresistas han perdido influencia en muchas de las principales instituciones culturales de los Estados Unidos. De esta manera, han cedido espacio a una nueva generación de académicos y periodistas que parece priorizar ciertas causas (feminismo, lucha contra el racismo y otras) sobre la defensa de principios asociados al liberalismo, como son el pluralismo o la libre discusión de ideas. Quizá la mayor victoria del liberalismo progresista haya sido retomar el control del Partido Laborista en Gran Bretaña gracias a la elección del moderado Keir Starmer.