Muertes que importan
Raamatust
La historia argentina reciente no sólo puede recorrerse desde los fenómenos políticos y económicos. También puede contarse hilvanando una serie de muertes violentas que conmocionaron a la sociedad. El secuestro y asesinato de Osvaldo Sivak, la masacre de Ingeniero Budge, los casos Carrasco, María Soledad y Cabezas, las muertes de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, la tragedia de Once, los casos de Mariano Ferreyra, Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, entre otros, lograron convertir el duelo privado en una interpelación colectiva a los poderes públicos.
Este libro, tan riguroso como inquietante, explora una serie de asesinatos que, desde 1983, generaron efectos políticos y sociales, dejaron huellas en la memoria colectiva, instalaron demandas al Estado y forzaron cambios políticos. Son muertes que permiten caracterizar las épocas en las que ocurrieron: los resabios de la dictadura en los años ochenta; los efectos de la corrupción y los abusos de poder, la inseguridad y el gatillo fácil en los años noventa; la represión y la muerte política desde los 2000.
A través de un exhaustivo análisis de medios, debates parlamentarios, leyes, investigaciones periodísticas y entrevistas, los autores reconstruyen el destino involuntario de estas víctimas y sus cuerpos, seres anónimos que se convirtieron en símbolos que atravesaron el tiempo y que colocaron al Estado en el centro de los reclamos públicos.
Muertes que importan, que apela a los intereses de un abanico amplio de lectores –en especial a los investigadores en historia, memoria, violencia e inseguridad, cuerpo, medios de comunicación–, analiza el modo en que la muerte se convierte en un problema público y, en ese recorrido, abre una constatación: nuestra dolorosa historia de las últimas décadas dejó sus marcas para que a una parte significativa de la sociedad argentina la muerte violenta no le resulte indiferente.
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