Salto de tigre blanco

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Yo odio los diciembres, temo los diciembres. ¿Desde cuándo cuentan los diciembres para mí? Desde que pasé la primera Navidad con Ninguno. Decir Ninguno quiere decir dieciocho años, es decir la fecha en que empecé a existir. Existí realmente cuando sentí el cuerpo de Ninguno desnudo sobre el mío. No fue la primera vez que hice el amor cuando sucedió esto. No, estaba demasiado asustada, demasiado desilusionada y triste para darme cuenta de ello (entonces). Fue mucho tiempo después. De cualquier modo hace ya tres años de lo de Ninguno… Tres años… Me pregunto si algún día lo olvidaré. Y también, cuando me atrevo a ser sincera conmigo misma me pregunto si lo amé de verdad. No sé, juro que no sé. Pero si no lo amé, ¿por qué vuelve una y otra vez a mi memoria? ¿Por qué me causa aún cierta tristeza? ¿Por qué es aún el punto de comparación? Ninguno, siempre Ninguno, como un fantasma que ronda mi vida, como una presencia que no llega a ser lo suficientemente vaga para convertirse en ausencia. ¿Qué hay realmente en mi interior? ¿Es que amo a Ninguno y no me atrevo a confesarlo? ¿Es eso? ¿Es que pretendo alejarlo buscando sus opuestos? ¿Es que estoy utilizando a Alguno para convencerme a mí misma de que Ninguno fue sólo una aventura? ¿Cómo puedo vivir sin conocerme? ¿Cómo es posible ser sin ser? A veces siento que todo lo que me ocurre es como si no ocurriera verdaderamente.. Es como si todo le pasara a otra persona, no a mí. Seres y cosas no me tocan, son extraños. Luego comprendo que no es así, que todo me ocurre a mí, que debo hacer algo, que debo tener alguna reacción, que debo sentirme afectada. Surge en este preciso momento la angustia. Se supone que las cosas me afectan y no es así, se supone que uno debe amor al primer amante, se supone que debe sentirse tristeza ante su partida, se supone que debe extrañársele, se supone, se supone. Pero conmigo no pasa nada de esto. Es por eso mi desconcierto. Me siento culpable por no actuar como todo el mundo supone que debe actuarse en determinadas situaciones. Me siento culpable y trato de actuar con las normas establecidas, de acuerdo con los acuerdos tácitos. Entonces la confusión es aún mayor. Todo se convierte en un insuperable lío, todo se convierte en una angustia terrible por no saber ser. Sí, creo que me siento mal por no haber amado a Ninguno, por no haber extrañado su presencia, por haber impedido que me escribiera… Actué contrariamente a como se suponía debía haber actuado. Pero aún hay algo más. Ninguno fue demasiado definitivo en mi vida para simplificar su influencia con la explicación anterior. Hay algo más… Lo sé, está ahí, esperando a ser descifrado y traducido en palabras. Pude haberlo amado, pude… Y si no fue así, fue porque amor es estar dispuesto a entregarse, a conocerse, estar dispuesto a sentir con dolor la falta del amado, es concebir la vida como futuro que los unirá, es estar dispuesto a sacrificar numerosas libertades por la única y total libertad de amar. Es todo esto y es todo lo que no puedo traducir a palabras, es todo aquello a lo que Ninguno y yo nunca estuvimos dispuestos. Él por temor a comprometerse y yo por miedo al rechazo, a la desilusión, a la separación. Me contuve sí, concentré cada una de mis fuerzas para no amarlo, para no extrañarlo, para no sentir dolor hasta su partida. Sí, Ninguno y yo nos dispusimos a no enamorarnos. Forjamos cuidadosamente nuestra separación. Y si por alguna razón descubríamos que nos extrañábamos mutuamente, buscábamos la presencia de otro ser para alejarnos aún más, para intentar demostrarnos a nosotros mismos y a los demás que no nos necesitábamos, que muy bien podíamos vivir el uno sin el otro. Y todo ello era, además, un gran intento para no involucrarse, no intentar conocer al otro. Pero todas estas complejidades las encubríamos. Qué equivocados, qué absolutamente equivocados estábamos… Ahora lo veo claro, hasta el ligerísimo rencor que he llegado a sentir por él…

Yo creo que lo que nos sirve de realidad no es tanto lo exterior a nosotros. La “realidad” está llena de nuestras fantasías e imaginarios. No es más que una frontera de acercamiento entre noso-tros y el mundo. Una frontera frente a nosotros mismos. Un poco nosotros…

Yo te abracé con toda la fuerza que pude y tú te escapaste y me quedé abrazando a alguien que no conocía…

Yo tenía que haber sido el primer hombre alado. Hubiera dado el salto hacia atrás que me pedían y hubiera tenido alas, como el Diablo… ¿El condenado?

¿Yo entonces qué debo hacer? ¿Arrodillarme y dar las gracias al Dedo por haber soñado El Sueño Imposible? Adolf el masticador de tapetes, el de la nariz roja. Va a ser un spritzer —agua mineral y sangre de gitano pendejo—, y una chuleta asada de judío. Y no olvide la salsa de mostaza oder, Maxie ich mach mit einem Dachau fahrt…

¿Qué te parecen algunas stein de Der Freischütz?

Gracias a Dios, Dios es solamente otra enferma invención de Labios Soñadores, la propensión infinitamente ingeniosa del Género Humano por inventar maneras aún más nuevas de Engañar, Entrampar y Atormentar —no a sí mismo, el Género Humano no es un ser en sí—, sino uno al otro. Tú, yo, cada uno de nosotros. Demasiado y demasiado tiempo…

Maten a los profesores. Masacren a los estudiantes. Derrumben las iglesias piedra por piedra. Igual el Capitolio, todos los Capitolios. El Capitolio Blanco, el Capitolio Rojo, la Casa Rosada, el Palacio Nacional de México, el Ayuntamiento de Guadalajara. Dinero, religión y arte… ¿Venecia? No dejen que siga hundiéndose en el mar. Empújenla al agua. Es piedra, cemento, bronce, vidrio, tela y muy poca pintura. Estorba… Deséchenla…

Pero esto es pura anarquía…

Cuidado, o podrías resultar el primero que se va. Anarquía. Si esto es todo lo que nos queda, dámelo…

Me revuelves el estómago. Siento que te dejé sacarme de los almacenes de carne bajo las lámparas azules del parque. Eres peor que una ración de carne ensangrentada…

Bueno. Estás loco. Tal vez estás despertando. Sangre. Si se necesitara sangre para limpiar todo el desorden, entonces será sangre. Sangre. Sangre sobre las sábanas, las paredes, en las calles y los metros, en los enfriadores de agua y el sanitario de señoras. Y no solamente sangre sobre una inserción vaginal más blanca que lo que es el blanco. Las uñas de alguien. La lengua arrancada y sangrante de alguien. Alguien con las tripas sacadas y sangrando y si tú sabes qué quiere decir tripas sacadas, quiero decir que agarro este cuchillo, y lo meto con fuerza en tu vientre precisamente aquí, así, y lo subo y saco —tiro el juguete por allá—, y meto la mano y agarro con el puño y arrastro tus tripas sangrientas y calientes, llenas de mierda, y eso que no se puede aflojarlas muy fácilmente. ¿Qué te parece?

Daría mi sangre, mi mente, mi alma, sea lo que sea, todo el amor que he sentido o hubiera podido sentir —y esto es mucho—, si por un minuto, por un segundo, si pudiera creer en una vida después de la muerte y morir con la seguridad de que te quemarías en un hoyote del infierno durante toda la eternidad, exactamente como un asador eléctrico de carne que alguien olvidó apagar. Apagar… Tú me das asco…

Bueno. Por fin. Tal vez podamos sobrevivir… Porque, chamaco, no te engañes, no se puede dejar el odio a un lado. Está presente, como la sangre. Ten. Toma esta navaja inoxidable de un inyector Lady Schick, con el filo de platino, más afilado que lo más afilado, y corta mi brazo. Aquí. Carne es carne y la carne sangra. Quiero que me veas sangrando y que sepas, por lo menos por esta vez si no para siempre, que sangre y odio son cosas reales, rojas y reales como rosas. Tómala y córtame…

No.

¡Hazlo!

Nunca.

Yo creo que nuestra vida está hecha de percepciones que se cruzan en el mismo tiempo, a veces el mismo espacio, a veces el mismo espacio-tiempo…

Yo salgo de la junta y voy a rehabilitación… Allí Zanahoria me dice: Fíjate, si hubieras muerto y persistiera tu idea de que te eliminabas para no ser una barrera infranqueable para tus hijos, ellos se quedarían con la idea de que no vale la pena lograr todo lo que has logrado: sobrevivencia, posición, salud, inteligencia, belleza, amistades, dinero, en fin… Ellos pensarían que no vale la pena destacar… Espárragos me pregunta si la puedo substituir en una obra de teatro porque ella ya se va del Instituto… ¿De qué se trata la obra?… Es acerca de un viejo que quiere ir a morir a una montaña y quiere que lo lleve allí un niño que no es su hijo, pero la madre del niño (esa sería yo) no se lo permite… No quiero saber nada de viejos que van a la montaña… No quiero saber nada de madres que se meten en la vida de sus hijos… El Dr. Tylenol y el Dr. Aspirina, y con cara larga Rice Crispies y Gansito… Chocolate me pide que diga algo… Que les platique por qué estoy aquí… ¿Cómo se resumen en unas cuantas palabras la angustia, el miedo, la soledad que va acumulándose en toda una vida?… Les digo de mis actividades en los últimos cuatro meses… La mudanza a Villa Olímpica que tanto me desagradó… El largo y terrible silencio entre mi marido y yo… La paulatina e inexorable disminusión de mi capital por haber renunciado a mi trabajo… El papel de ama de casa que nomás no resisto ni un minuto siquiera… La dificultad para incorporarme un semestre más en la Universidad adonde quería estudiar una nueva carrera… El esfuerzo por llevar adelante un negocio nuevo y la falta de fuerzas para hacerlo… La creciente obsesión por la muerte y el amante de diecinueve años en un esfuerzo desesperado por aferrarme a la vida… Y la futilidad del esfuerzo… Les expliqué por qué y cómo tomé las píldoras… Cuando terminé hubo un silencio espantoso… Me sentí incómoda… Pregunté ¿por qué nadie dice nada?… Chocolate dijo que él había pensado matarse a los veinticinco años y que ahora tenía veinticuatro y medio…Yo había pensado desde antes en matarme a los sesenta y cinco…Me adelanté… No me gusta nada este grupo silencioso… Tuve que apurarme a comer porque me dijeron que tenía que examinarme un médico general… Amable… Dice que tengo una ligera congestión bronquial producida por el paro respiratorio y la intubación… Me recetó una medicina… A las dos otra junta… La dirigió Tylenol… Muy alegre y simpático… Todos bromeamos menos Chocolate, que estaba triste, y Zanahoria que se durmió… Clase de francés… No asistí… Me aburre… Me siento muy, muy cansada… ¿Es usted neurótico?… No se preocupe… Nosotros nos hacemos cargo de todo… Póngase en nuestras manos y olvídese de sus problemas… Nosotros se los resolveremos por una pequeña cuota mensual…

 

Yo pienso que no soy yo quien seduce, sino mi propio falo. Que quizás yo no soy otra cosa sino su instrumento, pues todo, mi estado de ánimo, mis planes, mi pasado, parten de allí. Cierto dominio provisional, la potencia periódica, el gasto inútil. Ésa sería mi verdadera biografía, ritmada por los movimientos de la erección y la relajación, fantasiosamente hasta el infinito…

2. Dragón agazapado

Yo escucho la voz de mi hermana que murió cuando yo tenía nueve años. No había vuelto a oírla, pero estaba allí cuando me abandonó mi amante. Mi amante curiosamente tenía el mismo nombre que mi hermana. Tuve una fiebre cerebral ¿se dice así? Deliraba y veía arañas y cucarachas por todas partes, mis amigos se convertían en alacranes o ciempiés. En mi familia nunca se hablaba de mi hermana desaparecida. No exhibíamos ninguna fotografía de ella, no señalábamos ningún aniversario, inclusive, y de ahí mi culpa, quizás, nunca fuimos al panteón a visitar su tumba, al menos abiertamente. Y mi hermana comenzó a consolarme por el dolor que me causaba la separación… Cuando camino la oigo claramente, antes de dormir, al despertar, y siempre es dulce y solidaria, y comprensiva y muy, muy cariñosa…

Yo trataba de no amarlo. Pero en el fondo deseaba desesperadamente amarlo y que me amase, deseaba entenderlo y que me comprendiese, deseaba sentirme protegida a su lado. Entonces viví en la contradicción, viví reprimiendo mi más puro deseo, mi más antiguo y caro deseo. Es lógico entonces que Ninguno, una vez lejos, me produjera ese rencor no confesado, ese deseo de no verlo ya nunca, nunca… Y si no me permití amar a Ninguno, mucho menos me permitiría amar a Anónimo, a Cualquiera o a Zutano… No, nunca. Eran la muestra, eran la prueba tangible de que no necesitaba a Ninguno. Sólo eso, solamente eso. ¿Y Alguno? (Todo este palabrerío para tratar de entender qué es lo que despierta en mí.) Alguno me pide lo contrario. Alguno me pide que acepte su amor, que me decida ya a amarlo o ser solamente su amiga. Pero no exige que yo lo ame. Me pide decidirme a intentarlo. Intentar amarlo. Intentar aceptar que desea tenerme a su lado muchos, muchos años. Y era esto, aparentemente tan sencillo… Me cuesta un grandísimo esfuerzo. Intentar amar. Decidir amar. Alguno, tengo miedo. Quiero amar. Es sólo que no me atrevo. Es como si me pidieran arrojarme a un abismo… Y sin embargo lo deseo con todas mis fuerzas. Amar. Decir te amo me parece algo tan lejano, tan imposible, tan irreal… ¿Podré decirlo alguna vez? Creo que sí. Si Alguno tiene la paciencia de esperar que logre vencer ese miedo que me domina. Alguno. Su presencia es tan dulce como un día soleado después de una larga temporada de lluvias. Tan dulce como el regreso a casa después de una larga ausencia. Tan dulce como la luz que pone fin al terror de la oscuridad. Alguno. Alguno, te necesito. Te necesito para volver a existir, a ser, te necesito para ser yo, yo de nuevo. Te necesito para salir del mar de dudas en que me debato. Te necesito para no temer esperar que el nuevo día aparezca. Te necesito, y es tan dulce advertir que necesito a otro ser, que me siento incompleta sin él… Quiero vivir, quiero amar,estar viva. Quiero sentir que existo, que no soy una sombra ni un fantasma, un ser irreal, una extranjera en la Tierra. Y este deseo de vivir, de olvidar todo lo pasado, de ver hacia delante, todo esto sucede gracias a Alguno. Querer vivir, sentir el sol, la lluvia, el viento, la noche… Todo ello porque te tengo a ti, porque existes tú. Tú: Alguno. Por primera vez no temeré dejar salir a la superficie mis sentimientos. Por primera vez intentaré con todas mis fuerzas amar… Amarte… Y eso me hace sentir maravillosamente viva…

Yo creo que todos los profetas de la vida erótica son falsos profetas porque cada pareja tiene que reinventar el sexo. Más que hacer el amor, inventarlo. En nuestra vida erótica la incertidumbre es delicia; la torpeza, pasión. Sólo el cínico conoce el futuro porque lo ha visto antes. Para el omnisciente, el sexo siempre es un problema (Adam Phillips: Monogamy 95)…

Yo cuando tengo la sensación de que nada tiene sentido, me cuelgo de Dios…

Yo fui al cine después del dentista. The Night Porter. Qué flaca está Charlotte Rampling y cómo me gusta Dick Bogard. Luego pasamos a cenar tamales a La flor de Lis. Mi ex me habló, como frecuentemente lo hace, de su hermana, que piensa o cree o está segura de que todos los jefes y todas las compañías tienen un solo propósito en la vida: explotarla a ella, a las secretarias en general, a los empleados en general y a ella en particular. Me cansa hablar de mi cuñada. No encuentro ningún punto de identificación con sus problemas.

Yo y mi compañero hablamos anoche durante largo rato del ámbito mítico y mágico religioso que vincula la vista, la sexualidad femenina y la compulsión de penetrar, digo descifrar, su enigma. Desde la antigüedad la mujer devoradora, llamada diosa y bruja, ha practicado el “mal de ojo”. La gorgona, un ser nocturno, vivía en cuevas. Su mirada era paralizante y tenía cualidades ofidias. Soledad tenía los mismos atributos. Los ojos verdes siempre han tenido fama por sus poderes hipnotizantes. Aura, la de Fuentes, tenía hermosos ojos verdes que ofrecían un paisaje que sólo el hombre podía adivinar y desear en la búsqueda de su ánima. Los hindúes han desarrollado danzas exquisitas, en las cuales la mujer baila con ojos elaboradamente pintados, dibujados en negro y rojo, colores traducidos como rose et noire en Histoire de l’oeil al referirse al pubis de Simone. La mirada cautivante, de rímel experto, es importantísima durante la danza. Mientras que los brazos de la bailarina y las manos tatuadas de negro hasta las uñas pintadas de rojo, simulan el movimiento de las serpientes. Los ritos copulativos entre Sabato, Soledad y Simone, sus amigos y el cura son parecidos a la cópula ritual en el tantrismo y el budismo antiguo. Un clásico ejemplo del Maharutti, el Rito Mayor Tántrico, es el Yab-Yum, tantas veces representado en el arte hindú, adonde el hombre y su Shakti, la Diosa, el principio femenino activo de la representación, se encuentran abrazados indisolublemente en una sagrada figura coital. La mujer, de características numinosas y sobrehumanas, es comparada a la serpiente. Entre las diosas tántricas, las terroríficas se manifestaban al devoto llevando cadáveres y partes anatómicas, en especial cráneos, a manera de ofrendas. Para adquirir la videncia mágica, el devoto se entregaba a la diosa desnuda que realizaba el acto sexual encima de un cadáver (Lojo de Bauer 557). En el misticismo cristiano ¿no eran los carmelitas, tanto como los jesuitas, los que practicaban ritos en los cuales blandían el cráneo como un memento mori? No es de extrañar que Simone y sus amigos se ataviaran con vestimentas clericales en su ronda española… Que el ojo se halle en la genitalia femenina, conocida como vesica piscis o sencillamente como el yoni, la antigua matriz del mundo y la puerta a la vida y al cielo, implica una inversión del simbolismo tradicional metafísico del órgano óptico. El ojo representa allí el reemplazo de lo intelectual por lo instintivo. El desplazamiento hacia abajo, del ojo a la genitalia, se basa en una arcaica ecuación metafórica y metonímica entre los dos. Jung consideraba el ojo como el modelo por excelencia del Mandala, símbolo del centro y la totalidad. El ojo, reflejo de la genitalia femenina en sí por su forma oval y sus atributos, ubicado en el sexo femenino, simboliza su reintegración a la fuente original… En fin, más tarde mi marido empezó a dibujar. Si escribo sobre esto me gustaría incluir sus dibujos…

Yo entiendo por desnudez un estado que predispone a la emoción sexual. Fenómeno histórico relativamente reciente, ya que hace quinientos años la desnudez, mucho más habitual que ahora, no era sinónimo de sexualidad…

Yo creo que el amor exige la entrega de la más íntima vulnerabilidad. Equipamos a alguien con los cuchillos más afilados, y nos desnudamos por completo. Luego lo invitamos a acercarse. ¿Qué hay de aterrador en ello? (Ackerman 18)…

Yo quería montar en bicicleta estática en rehabilitación… Necesito hacer ejercicio… Fui al Palenque a terminar de leer los reglamentos y se acercó Gorgonzola… Me habló de mi marido como si lo conociera… Me pareció amable… ¿Por qué?… Todos preguntan por qué… Le recité a O’Shaughnessy: I am tired of tears and laughter, of men who laugh and weep, of what may come hereafter for those who sow to reap… I am tired of days and hours, blown buds of barren flowers, desires and dreams and powers, and everything but sleep… Y dijo que sería mejor leer a Browning y ofreció traerme mañana una antología… Hablamos de cómo se le daría publicidad a un hospital como éste… Ofrecí ayudar más adelante, cuando me sienta mejor, si decido seguir viviendo… Debes vivir por tu marido y por tus hijos… No, sólo vivo por mí misma… Egoísta, me dijo… Tanta banalidad… Cuántas veces en mi vida he tenido este tipo de conversación banal… Mi mamá surge en todas mis conversaciones… En casi todas… Por favor mami, drop dead… Please, drop dead…Otra conversación solemne con otra enfermera gringa, bonita, de ojos verdes… Ya me fastidian las conversaciones solemnes… Hasta el gorro… Lechuga da gimnasia después de la clase de francés… Tengo que demostrarles todo lo fuerte y flexible que soy… A mi edad… Me cansé demasiado… Zanahoria me pregunta si quiero ir a mi cuarto o al Palenque… Prefiero bañarme… Hace días que no me baño… Excepto por los baños de esponjas que me dieron las enfermeras… No he tenido ganas de meterme bajo la regadera… Ahora pienso que debo lavarme el pelo, para por lo menos morirme con el pelo limpio… Pero no tengo ganas… Me vi el cuerpo en el espejo todo lleno de horribles marcas de agujas y moretones… Los hombros lastimados… ¿Agujas?… Los brazos amoratados… Las muñecas doloridas… La espalda llena de no sé qué salpullido… Marcas y cortadas en el cuello y en el pecho por agujas y sondas… En los muslos… Por todos lados… Me horrorizó verme así… En la regadera, con el agua caliente cayéndome en la espalda, me unté shampoo y comencé a llorar… Me bañé en mi propio llanto… Me pareció de pronto tan estúpido volverme a lavar el pelo y el cuerpo… Estaba llorando y quería estar muerta y me enfureció y angustió estar viva, teniendo que hacer de nuevo todas esas estupideces que había jurado ya no hacer nunca más… Langosta y una enfermera se metieron al baño a calmarme… Tenía espasmos de llanto… Me sacaron de la regadera y cerraron las llaves… Pero me sentí muy enojada, estaba furiosa, iracunda, violentamente furiosa y cuando lograron calmarme me sentí deprimida… Más tarde, o antes, sí, fue por la mañana, cuando estaba con Chocolate y Zanahoria y bajamos juntos al Palenque… Ahí conocimos a la mamá y la hermana de otra chica que ingresó hoy… Ah, sí… Resulta que su tía abuela era amiga íntima de mi tía Nopalitos, en Querétaro… Hace siglos que murió mi tía Nopalitos… La tía abuela le platicó a esta señora que les tomaba cincuenta y cinco días venir al Valle de México en diligencia… Me fui a acostar… Finalmente no hice bicicleta fija… Estoy cansada… ¿Qué estoy haciendo aquí costándole dinero y tiempo a la gente?… No vale la pena, de veras, no vale la pena… Para nada… Es una tontería… Si estuviera muerta, no habría tanto desperdicio de atención, de tiempo y dinero… Además ¿qué hay en el futuro?… Sea lo que sea no lo quiero… Que se quite… No me importa… Estoy cansada… Estoy muy cansada…

Yo le pregunté cuántos psicólogos se necesitan para cambiar un foco fundido. No supo qué contestar. “Sólo uno —le dije—, pero el foco fundido tiene que querer cambiar”…

Yo leí que hay besos salvajes, hambrientos, y besos divertidos. Y que hay besos emocionantes y suaves como una pluma de cacatúa. Y también que el acto sexual es la intimidad en grado extremo. Como dos protozoos que se engullen jugamos a devorarnos, a digerirnos, a amamantarnos, a beber los fluidos del otro, a meternos bajo la piel del otro. Al besarnos compartimos el aliento, abrimos para el amante la fortaleza sellada de nuestro cuerpo. Nos cobijamos bajo una cálida lluvia de besos. Bebemos el pozo de la boca del otro, abismados el uno en el otro (Morris 314).

 

Yo creo que los “escáners” revelan que no hay diferencia entre experimentar un hecho o imaginarlo. Entran en acción las mismas partes del cerebro.

Yo no puedo entender cómo la gente logra enamorarse tan rápido. Menos aún que esto comprendo cómo se puede hablar de “amor a primera vista” y cosas por el estilo. A mí me resulta tan, pero tan increíblemente difícil ya no digamos enamorarme, sino permanecer al lado de una misma persona unas cuantas horas… Ayer por ejemplo pasó Alguno por mí para ir al colegio; luego lo esperé a que saliera de una junta, y de ahí nos fuimos a comer a La Pérgola de Insurgentes Sur. Hasta entonces todo iba bien, yo estaba contenta de ir a su lado, de estar con él. Pero de pronto ocurren cosas en mi interior que no me explico, cosas como ésta: cuando acabamos de comer fuimos a Liverpool de Insurgentes a comprar algunos regalos para las ayudantes y secretarias de Alguno, sus satélites. Pesadilla y Cruda Matutina son sus ayudantes y ambas son amigas de Semana Santa, que es amigo mío. Bueno, pues Semana Santa me contó que Pesadilla era la amante de Alguno, y que según palabras del propio Alguno era “su desahogo sexual”. Y que Cruda Matutina era su novia o algo por el estilo, que quería llevársela a vivir con él, ay. Yo tenía todo este cuchicheo en la cabeza sin que Alguno lo supiera, por supuesto, y al elegir los regalos me preguntaba que sentiría Alguno por ellas. ¿Sería verdad todo lo que Semana Santa me había dicho? ¿Alguno deseaba de tal manera a Pesadilla? Y al mismo tiempo me repetía que no valía la pena preocuparme por esas tonterías, que era portarme como si tuviera dieciséis años. Pero no me atreví a pensar que ello no podía ser porque Alguno me quería a mí.No, definitivamente no puedo creerlo, no estoy segura de que Alguno me quiera. Él me lo repite y ya hemos hablado mucho de eso.Él dice que lo que sucede es que yo no quiero asumir el rol de pareja, que no quiero aceptar que él me quiera, y todo esto por miedo e inseguridad. Sí, sé que así puede ser, pero no estoy segura, no estoy segura de nada. Bueno, entonces me gustó un borreguito de lana bellísimo que tenía un zíper para cerrar una bolsita adonde guardar la piyama. Alguno inmediatamente lo quiso y yo pensé —me apena confesarlo, pero intento llegar al fondo de mí misma— que se lo daría a Pesadilla, para que Pesadilla pensara en él cada noche.Inmediatamente después de formular este pensamiento, me arrepentí de tenerlo. No era posible, me estaba atormentando, estaba absolutamente celosa. ¡Yo celosa! ¿Cómo era posible? Celosa como cualquier engendro de mujer Posesiva Aniquiladora Castrante…

Yo creo que la gente busca amor como si se tratara de una ciudad desconocida bajo las dunas el desierto. Allí el placer sería ley. Y las calles estarían flanqueadas de almohadones bordados y el sol nunca se pondría…

Yo supongo que para ustedes ya debe ser muy conocida la tradicional solidaridad entre el relato, la empresa libertina y el acto sexual. Obviamente calcados los tres sobre el esquema contractual de la ascención y caída…

Yo no voy a pensar en nada, eres mi amiga y prima, puedes contar conmigo.

Entonces el orgasmo sería el final, la culminación ¿verdad?

Así es.

Toda mi vida tuve deseos de conversar contigo sobre esto. ¿Sabes? Mi novio es demasiado bueno, paciente conmigo, pero en este tipo de asunto él sólo sabe aquello que él sabe… Para ser breve, desde que empezamos a salir nuestros encuentros son siempre iguales. Me muero de aflicción… ¿Qué va a pensar de mí?

No va a pensar nada, amiga.

Es que no siento nada.

¿Nada? ¿Nadita?

Nadita. Fíjate, una vez habíamos venido del aniversario de una amiga, él medio tomado, ay, Dios mío, qué difícil hablar de esto… Bueno, arrimó el dedo, no sé si por casualidad o adrede, y llegó a mi lugarcito, exactamente a mi lugarcito.

El clítoris, amiga, el clítoris.

Bueno, tú sabes lo que es ¿verdad? Entonces cuando él resbaló, estábamos acostados ¿no? Bueno, yo también estaba medio tomada y me aproveché y detuve la mano de él en mi clítoris, como dices tú. Fue la mejor vez. Pero después pasó. Creo que tiene pena de repetirlo. Yo también. Ah, si yo fuera hombre… Gané valor para contarte esto porque creía que la mujer que no sintiera nada en la vagina era anormal, pero leí en una revista que las mujeres lo sienten adonde yo lo siento. Qué alivio.

Mi querida prima ¿te acuerdas de Chinampina, aquella que se casó el mismo día que yo? Con diez años de casada todavía me escribe cosas como “aún sigo siendo un refrigerador”…

¿Diez años? ¿De veras?

No te asustes. Te voy a prestar un libro. Para quien tiene fe, Dios nos asiste, no lo olvides…

O el Diablo…

Yo subrayé porque el maestro pidió que subrayásemos. “E imagino entonces (aunque no es más que una imaginación) que la sexualidad, tal como nosotros la hablamos, y en tanto que la hablamos, es un producto de la opresión social, de la mala historia de los hombres. Un efecto de civilización… En suma.”

Yo terminé pensando en la mantis religiosa. Este animalito devora al macho durante o después de la cópula. Del mundo animal nace el comportamiento… ¿Han visto sus enormes ojos verdes?

Yo creo que con las sobras de todos los discursos… Con las sobras de todas las conversaciones, de todas las confesiones, se puede llegar a hacer novelas. Poesía en cambio no. Poesía es el núcleo. Aunque sería necesario tener paciencia y perseverancia con los recortes, con los fragmentos. Hay personas muy diestras que pueden hacer con ellos cestas, adornos, vitrales, collages, formas en fin que a su vez pueden dar lugar a núcleos nuevos. ¿Seré muy vanidoso? Es posible. Quiero llegar a ser un poeta importante y también quiero escribir una obra de teatro muy chistosa para que todo el mundo ría y quede exhausto. Y ya todos exhaustos será más fácil inducir ideas de solidaridad, tolerancia, camaradería y hasta amor ¿por qué no? Pero antes quiero que se mueran de risa. Sería necesario.

Yo me siento deprimido, harto, frustrado. Recapacito sobre esta derrota mientras riego el pasto, me visto sin bañarme y llevo a mi esposa a la Universidad y a la mayor de mis hijas a la escuela. Sigo autoflagelándome cuando voy con la más pequeña a diferentes compañías de crédito. Volvemos a casa. Casi al mediodía llama mi esposa y me regaña como mamá enojona porque no llevé el coche para que le cambiaran el parabrisas destrozado. ¿Por qué tendrá necesidad de gritarme, de erigirse en juez, en verdugo, en capataz? Hago una cita y, cuando llega la hora, voy con la pequeña y mientras hacen el trabajo nos sentamos en una cafetería y bebemos refrescos. Pago el deducible en efectivo y pasamos a una juguetería y al banco, pero no pago la letra del coche porque hay un gentío. De camino hacia la Universidad la pequeña se duerme y la cargo hasta mi oficina en el tercer piso. Afortunadamente pude estacionarme no demasiado lejos. Pero al llegar la niña se despertó, me pidió un chocolate y, cosa rara, no se puso de malhumor. Mi esposa se la llevó al Practicum. Mi malhumor debe venir de la junta a la que asistí poco después. Mangonean al jefe, lo manipulan, intrigan a-la-chita-callando. El jefe parece un lacayo de las feministas. Botan a los alumnos que yo apoyo, imponen su esquizofrénico plan de estudios. Al terminar esto, muy desagradable, pasamos al supermercado, recogemos a nuestra otra hija de casa de su amigo. Comemos bistés encebollados. La pequeña pidió cereal y luego lo aventaba como si fuera confeti. Me quedó muy mal sabor de la junta, la sensación de que ya no debo trabajar aquí. Quizás la náusea que siento es por la bilis derramada. Compramos el periódico y mi esposa lee la sección de empleos. Dice que quiere comprarse varias cosas y que necesita un trabajo extra ahora mismo. Grabo una película de Peter Cushing y Christopher Lee. Empiezo el mes con casi nada de dinero en el banco y menos aún en efectivo.