Loe raamatut: «Pedagogía y literatura: enseñar a pensar», lehekülg 3

Font:

Esta formación de la pedagogía no se puede ver solo desde el estudio de un único campo de saber, ya sea la enseñanza, la profesión o la subjetividad, tampoco se puede entender en un momento determinado, es un proceso largo y complejo. En Europa va desde 1657 con la publicación de la Didáctica magna de Comenio, hasta las ciencias de la educación, creadas a mediados del siglo XX. En Colombia, desde 1821, que es el nacimiento de la Escuela Mutua, hasta 1980, cuando surge el Movimiento pedagógico. Esta formación de la pedagogía no puede hacerse desde el registro de leyes jurídicas, tampoco desde políticas públicas del Estado, pues de lo que se trata es de estudiar la formación de los códigos de saber que vinculan las prácticas de conducta, el código nos muestra el tratamiento que se le hace a los conocimientos educativos para que se pueda crear la experiencia de los sujetos en relación consigo mismo, con los otros y con los objetos exteriores. La didáctica, la moral y la ética son tres elementos del código de formación de la pedagogía, que se articulan a las prácticas de la escuela, del trabajo y de la conducta individual, todo ello para formar un campo de saber o de experiencia pedagógica.

Este libro está organizado para explicar esta experiencia pedagógica, primero, estudiar el tratado didáctico, que nos revela cómo se construye la enseñanza y que nos muestra lo que es la formación del individuo, la conciencia pública, el hombre productivo, el trabajador, y el profesional. Luego, el tratado moral, que es el estudio de la razón y su formación, en contacto con las cosas y las instituciones. Y, por último, las prácticas éticas y estéticas, aquellas que indagan sobre la formación del hombre consigo mismo, prácticas que se inician tardíamente con la escuela nueva y los métodos activos, y que en sus inicios están en la prácticas confesionales, autobiográficas y narrativas. En Colombia, las encontramos hacia finales del siglo XIX, en las novelas pedagógicas y en los tratados de confesión. La pedagogía no es solo el estudio de los libros sobre la enseñanza, los métodos de enseñanza y aprendizaje y la formación del maestro. El análisis de la pedagogía busca relacionar estas modalidades teóricas con las instituciones educativas, la escuela, la Normal y la facultad, y con las prácticas morales y éticas, los estilos de vida, las figuras, la dirección y conducción de la conducta propia y la de otros. Pedagogía no es solo saber enseñar, es saber formar la razón, saber conducir y saber llegar al otro, son estas tres cosas a la vez, es una experiencia en la cual el maestro es uno y uno mismo, el niño otro y sí mismo, y la escuela es otra para sí y para otros.

La pedagogía hay que buscarla y encontrarla, desde el siglo XVII, en las distintas representaciones sobre el hombre, católico y laico; el niño y el joven, como objetos de las instituciones educativas; en la construcción y funcionamiento de instituciones como el preescolar, la escuela, el colegio, la Normal y la facultad y en los procesos de formación del individuo, como objeto de sí mismo, que ya no se produce en instituciones, sino en la relación del sujeto consigo mismo. Esta dispersión de la pedagogía ha dado lugar a tres campos pedagógicos: la pedagogía como una disciplina, como una institución y como formación del individuo. Como disciplina, la pedagogía está en los tratados didácticos y pedagógicos, que se refieren a la enseñanza y a la moral; como institución, en las prácticas escolares, de disciplina y obediencia que son las que construyen el hombre productivo; y como formación, en las prácticas de individualización que se dan en los textos estéticos y literarios, que tienen como objeto la relación del hombre consigo mismo, como las autobiografías, las confesiones y las novelas. Son tres los campos de la pedagogía: la enseñanza, la moral y la ética, cada uno de estos campos tiene sus propias prácticas, la enseñanza tiene como práctica la institución, cuyo fin es la construcción del hombre productivo; la moral, tiene como práctica la cultura y su fin es la construcción del hombre libre; y la ética que construye su práctica, en el pliegue del hombre práctico, el hombre libre y su propio destino. Este es el esquema:

Cuadro 1. Campos de la pedagogía


Objeto PrácticaFinalidad
EnseñanzaInstitución escolarHombre productivo: identidad, oficio, disciplina, profesión
MoralCulturaLibertad
Ética Alejarse de la identidad y la disciplinallegar a ser uno mismo

Fuente. Elaboración propia

De los tres campos de la pedagogía, sólo el de la ética merece el nombre de formación, pedagogía de la formación, porque es el único que envuelve los tres campos, no pretende construir un único campo, sino liberarse del campo de la enseñanza y el de la moral, y hacer posible que el sujeto encuentre su propio lugar, su propia identidad, su propio ser, que es lo que se llama ética. Cada uno de los campos de la pedagogía tiene sus textos precisos, en este campo ético, sus libros son las novelas de pedagogía o de formación, en estas novelas, los personajes principales, abandonan tempranamente la escuela, la universidad y sus distintos oficios, sean actividades o profesiones. Se desprenden de cualquier moral, no quieren ni la libertad, ni la obediencia, buscan ser dueños de su propio destino, aunque saben que ese destino o finalidad no se aleja de darse y construirse su propia disciplina, como la de ser santo, monje, humanista o escritor, la diferencia es que esa disciplina u oficio, es propia. En este campo, las prácticas buscar formar la individualidad, hacer que el sujeto se construya así mismo, en sus luchas y aventuras, por dejar de ser lo que dice la institución y ser otra cosa, lo que ellos mismos quieren ser. Textos filosóficos o artísticos hacen parte de este campo, su pretensión es la de pensar la no identidad, como los de Nietzsche o los de Fernando González y Estanislao Zuleta en Colombia.

La enseñanza tiene sus textos representativos que son los tratados, su particularidad es que sean metódicos, que busquen dar cuenta de la forma, de la identidad del pensar y del conocer, como los manuales, cartillas, catecismos, textos de lectura y escritura, guías, textos de dirección de la conducta y de la mente. De este modelo se copiaron las leyes, normas, reglamentos, decretos, lineamientos, instrucciones, planes, sistemas curriculares, proyectos, prospectivas, etc. Las prácticas institucionales buscan que el sujeto construya su identidad como hombre productivo y práctico, en la dirección hacia la ciudadanía, la vida social, económica o social y que todo termine en aprender un oficio, que pasa primero, por la construcción del cuerpo, de la mente y de la conciencia, necesarios para aprender a leer y a escribir lo que dicen las leyes, las normas y los métodos, con los cuales llegará a identificarse para toda la vida.

La pedagogía moral tiene sus textos representativos en los tratados morales, los ensayos, las reflexiones, las disertaciones y los textos críticos. En estos textos vemos una crítica al método, a la institución y las políticas de crear la identidad en un oficio o profesión. Rousseau decía que lo que buscaba era que Emilio fuera hombre, solo hombre, que no tuviera ningún oficio y no asistiera a ninguna escuela. Las prácticas en este campo moral no son las instituciones y sus distintas representaciones escritas, no es nada parecido con enseñar, instruir, criar o cuidar. Las prácticas son aquellas que buscan, primero, que el hombre sea un individuo, y segundo, que la construcción individual sea hacia la libertad. El individuo no se construye en la institución y en sus prácticas, su construcción es social, cultural, al lado de las ciencias, las artes y las humanidades. El individuo es el resultado de una educación que sea libre, abierta, sin ninguna dependencia, sin ataduras, sin controles, solo aquellas limitaciones que el individuo se da sí mismo para saberse como un individuo, es decir, una parte esencial de la cultura y de la sociedad. Para hacerlo, el hombre debe conocer su naturaleza íntima, interior, propia, su naturaleza, sus fuerzas vitales. El poder llegar a esta fuerza vital y saber emplearla, es el fin de todo hombre como ser individual y esta es la pedagogía que vemos en los grandes pedagogos. Ser libre tiene dos sentidos, saber qué fuerza se tiene y saber usar con sabiduría esta fuerza, he ahí todo Rousseau, Pestalozzi, Dewey, Nietzsche. Por supuesto, esta pedagogía no está en ninguna enseñanza escolar, método o reglamento institucional, pues ellos persiguen doblegar la fuerza sin pretender conocerla.

Esta manera de pensar y estudiar la pedagogía desde tres campos, representaciones y objetos nos aleja de la idea de pensar la pedagogía como la relación entre teoría y práctica, en donde la teoría serían los libros que hablan de la mezcla entre enseñanza, didáctica, aprendizaje, formación, oficio, profesión, y la práctica que son aquellas acciones y hechos que solo encontramos en la escuela, en los métodos, en las políticas públicas o en las políticas institucionales. La pedagogía no es una teoría, son tres teorías, y no es una práctica, son tres prácticas, y más, las teorías no son ellas propiamente teorías, son además tratados, manuales, novelas, confesiones y autobiografías, y las prácticas no son solo institucionales, son acciones individuales, interiores, pulsionales y fuerzas vitales. Esta manera de comprender la pedagogía rompe con la idea de entender la teoría pedagógica solo referida a la enseñanza o al aprendizaje y con la idea de entender la práctica como un saber hacer en la escuela o en alguna institución escolar.

Es muy común en Colombia, entonces, pensar, planear e investigar la práctica docente y práctica escolar como si fuera la práctica de la pedagogía, sin entender que esa práctica docente sólo se refiere a un campo, un objeto de la pedagogía, aquel que se delimita por la enseñanza y la didáctica. La práctica pedagógica que aquí pensamos, y que surge de la práctica que construyó el Grupo Historia de la Práctica Pedagógica (GHPP), no se puede confundir con estas dos prácticas anteriores, la práctica docente o la escolar, la pedagogía tiene como objeto pensar la relación que existe entre tres campos de los cuales vamos a hablar: la enseñanza, la moral y la ética, o si quiere el oficio, la libertad y el sí mismo. En la tradición de este Grupo se nombra esta práctica desde la idea de los campos, el campo disciplinario, el conceptual y el narrativo. Este sentido es lo que nos ha permitido pensar, en forma histórica y analítica, la formación de la pedagogía, la constitución de sus objetos y la conformación de sus prácticas.

Si este libro comienza con la obra de Comenio es para poder mostrar que, así como Rousseau y Pestalozzi, no solo piensan por fuera de una educación de la disciplina institucional, del control de la vida de los hombres, de la opresión, que según Lasalle y Lancaster debía hacerse desde la escuela, sino porque ellos, los pedagogos, nos sirven para mostrar, como en un espejo, la actual sociedad y la manera totalitaria como nos han diseñado la educación, la pedagogía y la instrucción pública, ya no como disciplina y encierro, sino como tutelaje de la vida individual para convertirla en un sistema donde el hombre es empresario de sí mismo, muy lejos del pensamiento de Comenio de la educación como el modo de reconocerse, conocerse y regirse para comprender la vida y donde la enseñanza es ese primer modo, una disciplina personal y sabia, que aspira a imitar la sabiduría de la naturaleza así como esta imita el ciclo vital y el alma del universo.

1. Comenius, J. A. (1913). Didáctica magna. Primera edición en español, traducida por Saturnino López Peces. Madrid: Casa Reuss. La primera edición en checo es en 1632, Universale omnes Omnia, y la del latín en 1640.

2. Comenius, J. A. (1992). Pampedia (Educación Universal). Estudio Preliminar y Traducción de Federico Gómez R. de Castro. Madrid: UNED. La primera edición en latín en 1657.

3 En 1886 en Colombia se representa el comienzo de una nueva sociedad, no solo porque se publica una nueva constitución, ya no colonial, sino porque se intenta pasar de la sociedad agraria a la sociedad urbana, del convento a la escuela y a la universidad, de la instrucción a la pedagogía. Restrepo Mejía, M., y Restrepo Mejía, L. (1905). Elementos de Pedagogía. Bogotá: Imprenta Eléctrica. Este libro es una obra que el Ministerio de Instrucción Pública convoca públicamente a escribir para que sea el texto oficial de la enseñanza en las Escuelas Normales. Fue escrita por Luis y Martín Restrepo Mejía en 1886 y publicada en 1888.

4 Heidegger, M. (1964). ¿Qué significa pensar? Buenos Aires: Nova.

Capítulo I

El tratado didáctico, la guía y el manual 5

El campo de la enseñanza hay que organizarlo en dos partes: como un objeto universal y como algo privado, aparte de la vida pública. Si hablamos de disciplina escolar y educativa, hay que mencionar la escuela de Lasalle, de Lancaster y, en general, la escuela católica. Si el objeto es la enseñanza como un saber universal, hablaremos de la disciplina espiritual, de la formación moral de los hombres. En la disciplina de la escuela católica no hay formación moral, hay disciplina moral del cuerpo para volverlo obediente. En la enseñanza como un saber para formar el hombre, para que el hombre se conozca como hombre, la escuela es una escuela más espiritual que escuela disciplinaria, no es una institución, es un lugar moral de vida.

Comenio representa el momento en el cual la enseñanza aparece como objeto de la pedagogía, como un lugar para crear la instrucción pública, la escuela pública y el saber público de los estudios. La escritura para pensar este objeto es el tratado, la escritura racional y filosófica, la escritura personal, ética y moral, el pensamiento universal. Lasalle y Lancaster representan el momento en que la enseñanza como objeto de la pedagogía se vuelve una disciplina total del individuo cuya finalidad es la obediencia y la docilidad. El libro para hacer los niños dóciles es la guía y el manual, los catecismos y las cartillas, las pizarras, el papel y la arena. La enseñanza en estas superficies es privada, es particular, individual, una enseñanza que no ve el espacio exterior, las cosas, el mundo, las ciencias y las artes, el hombre tendrá que ser creación del libro y de la escuela. La clase y la lección están al servicio de la escuela, de su orden interno, de su inspección y su control. La clase es un espacio físico de control, la lección es un orden que obliga al cuerpo a obedecer, seguir la orden y el mandato y nunca a obedecer la razón, como es en el tratado y en la pedagogía moral.

El momento de Juan B. Lasalle, en donde la pedagogía, una vez descubierta la didáctica, captura el maestro, lo convierte en conductor y vigilante de niños, y crea su vez, nuevos espacios escolares, como los restaurantes, la recreación, el asueto y la piedad. El tercer momento es el de Lancaster, la enseñanza territorializa el niño y la clase, y extiende estos objetos a toda la escuela, es el momento de la enseñanza de la escritura. Para que la pedagogía sea disciplina fue necesario, en primer lugar, contar con el libro, al que toma como objeto escrito relacionado con las ciencias y el arte; en segundo lugar, el lenguaje, que pasa a ser el signo de los signos, condición para reconocer la escuela; y, en tercer lugar, la forma libro que es el tratado, guía y manual. La disciplina hace posible que la enseñanza se instale en la escuela, sea el instrumento del maestro y el apoyo del niño. Una enseñanza que tiene la forma de un tratado teórico sobre cómo formar el hombre y cómo darle sentido a las cosas, proceso que se despliega en la forma de la disciplina, que en Comenio es la identidad del ser con el saber y con las cosas, en Lasalle es la identidad del sujeto con sus prácticas individuales y en Lancaster con sus disposiciones móviles y los espacios escolares. Se disciplina el saber del sujeto y el saber en qué se reconoce el sujeto. Doble juego de constitución de los sujetos, maestro y niño.

Lo que hay que destacar es la individualización de la enseñanza, la disciplina le dio forma y la dotó de unidad lógica, de este modo, la hizo entrar en su momento al orden de las ciencias y el arte. Orden fundamental para lograr que la enseñanza pudiera hacer lo mismo con la razón, hacerla parte de las escuelas. Comenio usa el libro para organizar la razón cristiana, que permitiera, a su vez, hacer de la razón una práctica escolar. La lección, que venía de las universidades, creadas en el siglo XII, sufrió los cambios de la didáctica y modificó su objeto, que pasó de organizar y darle orden al saber oral, a conducir, fijar y regular la conducta del maestro y del niño. La clase, también de origen medioeval, se orientó hacia el campo de la escritura, ya no como guía o conducción, sino como superficie para dotar el cuerpo humano de valor letrado. La clase ya no va a hacer espacio, sino grado en el orden de la escritura. Estas tres formas de enseñanza son cada una, tres saberes pedagógicos, que se forman como un saber sobre el conocer, el maestro y el alumno y un espacio de individualización de la escuela y del cuerpo.

Estos saberes no sólo individualizaron el conocimiento que debía ser enseñado, sino también el sujeto de toda enseñanza, construcción que posibilitó la fijación, entre el siglo XVII y el XIX, de la pedagogía católica. La didáctica le dio forma al conocer y a la conducta individual, la lección, por su parte, guio ese conocer y lo fijó al cuerpo, y la clase unió conocer, cuerpo y sujeto por conocer. Este proceso dio expresión y nuevo contenido a la vieja idea de enseñar y la estableció como un nuevo conocimiento y fundamento universal para llegar a saber, aprender y ser el camino de formación del hombre como lector y escritor, estudiante y sujeto, parte ya no de una comunidad, sino de una población abierta y unidad del lugar estatal. Enseñar, desde estos saberes entró al mundo universal de las ciencias, las artes y las humanidades.

Esta es la pedagogía que emerge en Europa con la identidad del saber cristiano y católico, que luego habría de sufrir cambios, orientaciones y transformaciones. La primera, la pedagogía como enseñanza; la segunda, la pedagogía como moral; la tercera, la pedagogía como ciencia o ciencia de la educación. Son tres pedagogías para diferentes objetos, el primero de ellos, es la enseñanza de la lectura y la escritura, el segundo, es la educación del hombre y de la vida y el tercero, es la formación del hombre desde las ciencias y desde la investigación. Estos tres sentidos de la pedagogía se producen sobre tres superficies: la aparición de la escritura y su forma libro, imagen y técnica; la imagen y la figura del hombre social, el desarrollo del cuerpo, y su relación con la vida; y el hombre interior, el conocimiento, las capacidades mentales y las subjetividades.

La pedagogía comienza en el siglo XVII, con enseñar a leer, a escribir y a saber estar en un lugar especial, la escuela, como lugar aparte de la casa, la iglesia y la comunidad. Otras finalidades como la de conocerse a sí mismo, conocer a los otros y a la sociedad, fueron construidas en el siglo XVIII, antes que la pedagogía se dirigiera al conocimiento del cuerpo interior, la mente, los sentimientos y los afectos, que fueron los objetos del siglo XIX. En el siglo XX, la pedagogía abandona el cuerpo humano y se dirige a conocer las cosas, las relaciones entre cosas, los hechos y acciones humanas. A mediados de este siglo, la pedagogía se encuentra así misma y se pregunta por su propio ser, de allí surge la inquietud por su naturaleza y sus diferencias con otros saberes similares como la educación, la formación y la propia enseñanza que fue el objeto de sus comienzos.

En los comienzos de la pedagogía, la didáctica fue el elemento central, el concepto del cual se derivaron la formación y el pensamiento, que si bien hicieron parte de la enseñanza, dependieron de ella. Primero fue enseñar y en forma descendente y derivada se formó y se pensó. En la pedagogía de formación, por su parte, la enseñanza y el pensamiento pasaron a ser elementos secundarios. Lo importante fue la formación, es decir, la construcción del sujeto que piensa y que enseña. Con la emergencia de la pedagogía como ciencia y como pensamiento, la enseñanza y la formación ocupan un lugar secundario. Es pues decisivo saber qué lugar ocupa cada objeto en la pedagogía y de qué pedagogía se habla, si la pedagogía que solo le interesa enseñar, como finalidad principal o formar, o asume el pensamiento y la ciencia

La didáctica y el método de enseñar

No se puede pensar el método de enseñar sin ubicarlo como un libro especial, que es el Tratado. La Didáctica magna6 así como Orbis pictus7 y la Pampedia8 las escribió Comenio con la forma libro y en especial, la didáctica que tiene la forma de tratado. Esta forma fue conocida en la antigüedad, en el seno de la cultura oral, que todavía no tenía escritura. La forma de tratado de Comenio viene de la tradición escrita y de la invención de la imprenta ocurrida en el año de 1492. El tratado es una escritura previa a la escritura de la ciencia, la diferencia entre las dos escrituras está en que el tratado tiene como objeto pensar la totalidad como una totalidad infinita y la ciencia tiene la idea de totalidad finita. Dios, el universo, el hombre, el tiempo y el espacio universal son los conceptos del tratado, como lo podemos ver en La Didáctica Magna. Además de ello, el tratado se da su unidad en la forma libro, este, por decirlo así, cierra los contenidos del tratado, le da sentido físico al tratado, lo convierte en una cosa manejable para la lectura y la escritura, que es lo que va a tener el nombre de manual. Entre el tratado y el manual hay una relación de identidad, que la explica el método, que tiene varios sentidos: explica el todo como centro, muestra la articulación de este centro con sus partes a través del lenguaje y le da sentido a cada de ellas. De esta manera, el tratado da cuenta de todas las cosas y las partes de un todo, en este caso de la didáctica con la enseñanza. El tratado enseña que la didáctica es una totalidad con sus partes y que hay que respetar esa unidad, si se quiere conocer el objeto de esa totalidad. La enseñanza como tratado transmite su saber a través del libro, es la cosa física que da una mejor imagen de su unidad su sentido.

La sociedad moderna, la del siglo XVII, formó o construyó, en primer lugar, la pedagogía del saber enseñar a escribir por medio del tratado. Esta pedagogía se separa y rompe con la pedagogía de formación espiritual, que venía de la antigüedad y de la edad media, el enseñar no es formar, no como lo entendía Platón y tampoco como lo comprendió Clemente de Alejandría. La pedagogía, como formación del sujeto y de la subjetividad, existió antes de la didáctica, aunque reapareció en el siglo XVIII con Locke, Rousseau, Kant y Pestalozzi. El saber enseñar o la didáctica también rompe y se separa de la escolástica, sobre todo de la enseñanza de la doctrina tal y como se enseñaba en las comunidades y en las casas espirituales. La enseñanza, como didáctica, produjo tres fracturas: con la formación espiritual, con la enseñanza de la doctrina y con la enseñanza en casas que no fueran la escuela.

¿A qué se llama la didáctica, ese nuevo objeto de la pedagogía moderna? Es saber enseñar a escribir y a leer, enseñar con un método y enseñar en escuelas espirituales, un saber enseñar dirigido al hombre para que sea racional y luego hombre cristiano, al niño y el joven para que sean niños y jóvenes y luego cristianos. Didáctica es enseñar bajo la forma de una escritura que es el tratado, un tratado de la enseñanza. La Didáctica magna tiene este sentido del tratado, cuyo objeto es enseñar a pensar, a ser racional, metódico, espiritual y moral, que es conocerse, regirse y encaminarse. El tratado es universal por todos lados, parte de lo que se ha escrito en la historia, sagrada o laica, lo que ha sido tradición, sagrada o laica, y capturar otras escrituras sobre la enseñanza. El tratado tiene esta forma de composición: tratar de una manera general, universal y extensa todas las cosas de la enseñanza, de la educación y de la escritura, tratarlas en forma total y puntual, y dedicarle a cada una un discurso, un método y un análisis. No solo hablar de cada de uno de los elementos, tratarlos en su singularidad y en su unidad, además, hacerlos entrar en el discurso del tratado, de tal forma que cada tema y objeto quede rigurosamente pensado. El tratado no tiene la forma y el contenido de la ciencia, tiene otra forma y otro contenido: es total, particular y da la idea de unidad, de tal forma que evita que los elementos sean considerados fuera del tratado, que es el que les da lugar y sentido. Si el objeto es el enseñar, este es considerado de forma universal: es arte, experiencia, oficio, discurso. Comenio piensa la enseñanza, como una escritura, la ubica en los libros, quiere hacer de ella un libro, un discurso universal, y una práctica específica, que la piensa en relación con el arte, el lenguaje, la ciencia y la religión.

La didáctica es tratado de enseñanza porque es un saber aprendido de manera laica: parte de la lectura de los libros de enseñanza, de los libros de educación, de los libros de la doctrina y de otros libros de filosofía, de arte y de religión. Es tratado porque habla del lenguaje con el cual enseñar, del arte para transmitir la enseñanza, de los efectos prácticos del acto de enseñar, del método que requiere toda enseñanza y de la institución en la cual enseñar. Sobre todo, de la finalidad universal de la enseñanza, cual es saber enseñar en la sociedad, saber enseñar para leer las leyes, saber enseñar para comprender las instituciones, saber enseñar para saber que dice el libro, la escritura, el signo escrito que es el resultado final de la enseñanza.

En la pedagogía de la escolástica no había método de enseñar y lo que se sabía de enseñar se aprendía por la lectura de los libros sagrados de Santo Tomás o de las comunidades de los jesuitas y su Ratio Studiorum9. Con la didáctica se inaugura otro tipo de lectura-escritura, leer es un saber universal que recorre las líneas de un libro que está hecho para enseñar. Los libros anteriores no estaban construidos desde la forma-enseñar, se leían y se repetían, pero su diseño no era la enseñanza en la escuela y no era para que fueran leídos por alguien que iba a enseñar. El libro en la forma del tratado, si bien se separa de la escolástica, también lo hace de la pedagogía de formación que vemos despuntar desde Rousseau. El Emilio de Rousseau tiene otra pedagogía con otra idea y otro sentido del libro, no es el saber enseñar, sino saber educar. Rousseau escribe un libro para educar, no para enseñar, ese libro tiene una escritura para aprender lo que es la formación de la razón. Comenio escribe su libro para que cualquiera que sepa leer un escrito, aprenda lo que es enseñar y enseñar a escribir. J. B. La Salle escribe su libro Guía de las Escuelas Cristianas, para que cualquier lector aprenda lo que es enseñar en una escuela cristiana10. Basta leer el libro que guía al lector para que se dé cuenta qué es saber enseñar.

La pedagogía como escritura y para la escritura que vemos desde el siglo XVII se plantea la problematización de la lectura, de la escritura y del lector. Es la problematización del saber letrado. En Orbis pictus de Comenio la pregunta es ¿cuál es la letra y el orden de las letras para construir un saber que lleve al enseñar o al educar? La pedagogía es una pregunta por la escritura, por la letra y su orden, por su discurso y su forma, por el lector y su función. Para Comenio y La Salle se trata de construir el saber enseñar, lo cual implica construir un lector del libro, un lugar para enseñar, un destinatario del libro y del lugar y la función de educar por medio del enseñar. Para Rousseau y Pestalozzi se trata de otra escritura y de otro orden, otro lector y otro lugar, que definen de otro modo la función de educar, que ya no es enseñar, sino formar.

En la pedagogía de la enseñanza o didáctica de comienzos de la modernidad, hay una relación de identidad entre escritura, enseñar, escuela, maestro y niño. Este dispositivo se estableció como la pedagogía moderna, que tiene como centro la enseñanza de la escritura. Para las culturas católicas, la enseñanza es la pedagogía, no así para las culturas laicas que reconocen como pedagogía la formación del hombre y su autoformación. La enseñanza es un dispositivo que no funciona como método, es la relación con los sujetos y con los espacios donde se establece esa enseñanza, espacios que adquieren la forma escolar y se identifican por esta forma porque la enseñanza es la que les da la forma. La pedagogía tiene otros espacios, sujetos y relaciones, ya no hablaremos, entonces, de la forma escolar, sino de la forma de la pedagogía o, sencillamente, de la pedagogía, que va a pensar el preceptor en el lugar del maestro, de la infancia en el lugar del niño y de la civilización o cultura, en el lugar de la escuela.

Pedagogía en sus comienzos modernos es enseñar, pero antes que se enseñe en escuelas, hay que aprender esa enseñanza. No hay en la época, comienzos del siglo XVII, normales o facultades de educación para enseñar el saber enseñar, y como no hay instituciones de enseñanza, el libro es la institución y es el que se encarga de enseñar “lo enseñado”. El libro es de saber enseñar y ¿cómo es ese libro? Es un libro que tiene el método de saber enseñar. El método está en el libro o el libro está escrito con método, así como lo debe tener el maestro que enseñe en escuelas. Como el lector del libro no tiene método para leer el libro, el mismo libro guía al lector para que lea con método. Este guiar ya no es conducir el espíritu por medio de la alimentación espiritual o fisiológica, no es acompañar el cuerpo en sus prácticas ascéticas, no es ayudar a salvar el alma. Este guiar que inaugura Comenio, es el de J. B. La Salle en la Guía de las Escuelas Cristinas y es el guiar en la Enseñanza Mutua de J. Lancaster11.