Loe raamatut: «Cómo enseñar a cantar a niños y adolescentes»
TESTIMONIOS DE ASISTENTES A LOS CURSOS DE CANTO Y PEDAGOGÍA DEL CANTO DE ISABEL VILLAGAR
«Muy interesante, sobre todo la metodología para los niños en sus diferentes etapas, me ha sido de gran ayuda. También con los adolescentes. He salido muy enriquecido, con conocimientos e ideas para estimular e incursionar a los niños de una manera natural y didáctica, y también la importancia de la música en nuestros primeros días de vida.»
«Me ha ayudado a entender muchos aspectos de la voz y de su formación, creo que es necesario para una educación musical buena.»
«La información tratada ha sido muy interesante y adecuada para el grupo en el que me encuentro. Actividades prácticas tanto a nivel personal como para los niños, satisfactorias y positivas.»
«Me ha parecido muy interesante su forma de trabajar la voz con niños y adolescentes... Me ha orientado en cuestiones de trabajo de la voz en clase.»
«Buena fundamentación general del desarrollo vocal.»
«Cantar es expresar sentimientos y abrirse de par en par, se puede y debe hacer desde el conocimiento sobre nuestro instrumento que es maravilloso y aporta tanta felicidad.»
«El aprendizaje de la fisiología y del funcionamiento de la voz fue para mí abriendo mundos. La forma de enseñanza y la profesionalidad de Isabel impactan positivamente. La técnica aprendida abre el camino a expresar los sentimientos y conectar con los demás. Explicar el canto como un todo del ser humano.»
Isabel Villagar
Cómo enseñar a cantar a niños y adolescentes
Fundamentos técnicos y pedagógicos de la voz cantada
Indíce
Indíce
PREFACIO
Introducción
1.1. Mitos sobre el aprendizaje del canto
El desarrollo humano y la voz
2.1. La esfera emocional. El desarrollo afectivo
2.1.1. Primera infancia
2.1.2. Segunda infancia
2.1.3. Adolescencia
2.2. La esfera corporal. El desarrollo motor y el esquema corporal
2.2.1. El esquema corporal
2.2.2. El desarrollo motriz y su vinculación con el desarrollo vocal
2.3. La esfera mental. El desarrollo cognitivo
2.3.1. El desarrollo cognitivo
2.3.2. Desarrollo de las aptitudes musicales
La voz cantada
3.1. Cómo se produce la voz cantada
3.2. Cómo funciona la voz. Las estructuras anatómicas
3.3. Cómo se produce un buen gesto vocal que desarrolle el esquema corporal vocal
3.3.1. Principios del desarrollo muscular
3.3.2. Características fónicas de la voz
3.3.3. La construcción del esquema corporal vocal
Pedagogía del canto en la infancia
4.1. Enseñar a cantar en la infancia
4.2. Desarrollo del aparato fonador en la infancia
4.3. Primera infancia
4.3.1. Desarrollo de la voz hablada
4.3.2 Desarrollo de la voz cantada
4.3.3. Características fónicas de esta etapa que condicionan la capacidad de cantar
4.3.4. El desarrollo de la audiation en la primera infancia
4.3.5. Consideraciones pedagógicas en la primera infancia
4.3.6. Repertorio
4.4. La segunda infancia: niños entre 6 y 12 años o el inicio de la pubertad
4.4.1. Consideraciones históricas sobre el aprendizaje formal del canto en los niños
4.4.2. Desarrollo de la voz y características fónicas en la segunda infancia
4.4.3. Desarrollo de las aptitudes musicales en la segunda infancia
4.4.4. Niños a los que les cuesta cantar y protocolos de evaluación de la voz cantada
4.4.4.1. Estrategias para descubrir su voz cantada y cantar a tono:
4.4.4.2. Protocolos para valorar la adquisición la voz cantada: afinación y registros.
La adolescencia
5.1. Consideraciones históricas sobre el canto en la adolescencia
5.2. Desarrollo de la voz en la adolescencia
5.2.1. La muda vocal en niños
5.2.2. La muda vocal en niñas
5.3. Desarrollo musical en la adolescencia
5.4. Implicaciones didácticas
El aprendizaje formal del canto. La clase de canto
6.1. La estructura de la clase
6.2. Prácticas abusivas
6.3. El profesor de canto
6.4. Evaluación inicial de las aptitudes del alumno
6.5. Los objetivos de la clase de canto
6.5.1.El contexto emocionalmente saludable
6.5.2. Construcción del esquema corporal vocal a través de un buen gesto vocal
6.5.3. La educación musical
6.5.4. El repertorio
6.5.4.1. Criterios de selección
6.5.4.2. Cómo enseñar el repertorio
6.5.4.3. Sugerencias de repertorio
Bibliografía
7.1.Libros
7.2. Artículos
7.3. Documentos electrónicos
AGRADECIMIENTOS
© 2019, Isabel Villagar
© 2019, Redbook Ediciones, s. l., Barcelona.
Diseño de cubierta e interior: Regina Richling
ISBN: 978-84-9917-581-2
«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.»
Para que Lidia y todos los niños y niñas del mundo aprendan a cantar felices.
PREFACIO
Cantar forma parte de nuestra naturaleza humana y es una actividad que pone en funcionamiento la práctica totalidad del cerebro. Todos los niños deberían tener el derecho y la oportunidad de aprender a cantar por los beneficios que aporta a su desarrollo integral. Por lo tanto las familias y docentes tendrían que sentir el deber de ayudarles a realizarlo de manera segura y saludable.
Es preciso incidir en que cantar es una actividad neuromuscular susceptible de ser aprendida y mejorada gracias a la práctica sostenida y al entrenamiento guiado, y no una habilidad innata que sólo unos pocos poseen o que los niños aprenden sin necesidad de ayuda por parte de los docentes.
Enseñar a cantar a los niños y a los adolescentes implica conocer cómo evoluciona la voz a lo largo del tiempo y entender qué pueden hacer con ella en cada momento. En cada etapa existen condicionantes anatómicos, cognitivos y emocionales que han de ser tenidos en cuenta para que el aprendizaje se produzca de manera consistente y efectiva.
El aprendizaje de los mecanismos del funcionamiento de la voz debe ir paralelo a la adquisición de los conocimientos musicales en cada etapa. Enseñar a cantar es, por tanto, enseñar a descubrir las posibilidades de la voz en cada momento de manera que se produzca un sonido saludable, que no comprometa la salud vocal y no tanto enseñar un determinado estilo musical: el repertorio puede ser variado siempre y cuando se produzca un sonido cómodo y natural.
Es tarea de las familias y de los docentes proporcionar los contextos y los estímulos necesarios para que el canto se desarrolle adecuadamente desde el nacimiento hasta la edad adulta.
En este libro el lector encontrará los fundamentos y las actividades así como las aproximaciones metodológicas que permiten mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje.
Isabel Villagar ha profundizado sobremanera en la materia y la vierte de manera diáfana y didáctica para que tanto padres como docentes puedan aplicar estos conocimientos para guiar a los niños y adolescentes en la mejora y disfrute de la actividad del canto.
Alfonso Elorriaga
Titulado Superior en Pedagogía Musical
Doctor por la Universidad Autónoma de Madrid
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Introducción
«La voz es una de las cosas más comunes en el mundo.
Allá donde encontremos personas que puedan hablar,
encontraremos voces que entrenadas de una manera adecuada en un momento preciso podrán aprender a cantar.
No todas las voces son igual de bellas;
en cambio, todas ellas pueden ser entrenadas para cantar de una manera artística, por el hecho de que en toda voz humana
existe un cantante potencial»
Bowen, 1951
¿Qué es en realidad cantar? Se podría decir que es una vocalización musical emocional con o sin texto. (Chapman, 2017.)
La voz es un fenómeno complejo y poliédrico en el que se produce una interacción permanente de cuerpo, mente y emoción. Estas tres esferas están en constante interacción y hacen que cada voz sea única. En la medida en que existe un equilibrio entre las dimensiones afectiva, corporal y mental, existe un equilibrio vocal.
Cantar es algo primario, es parte de la herencia del mundo animal. Pájaros, primates y mamíferos marinos han desarrollado la capacidad de cantar y esto les ha producido ventajas evolutivas (apareamiento, mantenerse unidos, mostrar estatus dentro de un grupo, etc). El hombre ha desarrollado también la capacidad de cantar como una estrategia de supervivencia a lo largo de miles de años. Darwin sugirió que la capacidad de cantar fue anterior a la capacidad de hablar y era el principal medio de comunicación y herramienta para atraer al opuesto y aparearse.
Cuando hablamos, la voz siempre está coloreada de emoción y cantar se podría decir que es la expresión más intensa de esas emociones. El ser humano es capaz de identificar estados emocionales a través de la voz con el objetivo de detectar posibles peligros. Tenemos una «voz mamífera» que nos ayuda en nuestra supervivencia. Las emociones, que se generan en el sistema límbico, colorean siempre la voz.
Se ha estudiado que los sollozos, lamentos, gritos, risas y otras manifestaciones vocales emocionales están más cerca del canto que del habla. Cuando hacemos sonidos desinhibidos emocionalmente se produce una coordinación total entre la voz y el cuerpo, el sonido se produce sin tensión excesiva y con un equilibrio muscular perfecto.
Sin embargo cuando se canta también entra en juego la parte más racional de nuestro cerebro, el neocórtex, o el cerebro más humano (responsable del pensamiento abstracto, la imaginación, etc.) con el fin de coordinar patrones rítmicos y melódicos con la palabra. Cantar de forma equilibrada y saludable supone incorporar la manera de producir sonidos de manera coordinada y eficiente, fruto de la expresión emocional en las melodías y en las palabras de la canción.
Aprender a cantar, por tanto es aprender a coordinar neuro-muscularmente el cuerpo para expresarse y unirlo con patrones rítmicos y melódicos y con la palabra. Por ello se puede decir que cantar es una actividad que activa el cerebro de manera integral en la que se conecta cuerpo, mente y emoción.
Enseñar a cantar es ayudar a los alumnos a combinar y desarrollar los diferentes tipos de actividad cerebral y por lo tanto la enseñanza del canto debe tener un enfoque holístico en el que se trabajen: las aptitudes vocales y corporales, las aptitudes musicales y la inteligencia emocional y la expresión. Una buena clase de canto ha de desarrollarse en entornos emocionalmente enriquecedores y seguros a cualquier edad y no debe desligarse la educación vocal y musical de la emocional y corporal.
Si hay un elemento común en todas las culturas es precisamente la canción, todas las culturas tienen canciones que se interpretan con diferentes objetivos: canciones de trabajo, de fiesta, de cortejo, de danza, para los niños, nanas… Tradicionalmente se ha enseñado a cantar a los niños, tanto en casa como en la escuela, diferentes tipos de canciones propias de cada cultura.
Si bien es cierto que existen condicionantes genéticos y ambientales que favorecen el aprendizaje, la ciencia nos demuestra que es posible el desarrollo de las aptitudes musicales y la adquisición de los patrones musculares de la voz cantada en la infancia y la adolescencia de una manera segura y sistemática. Los docentes y las familias deben tener presente en todo momento los condicionantes físicos, mentales y emocionales a la hora de planificar el proceso de enseñanza formal o informal. Y nunca deben tratar a los niños y adolescentes como si fueran «adultos en miniatura» y mucho menos en lo referente a su capacidad de cantar debido a que sus voces poseen características fónicas muy concretas en cada periodo de su desarrollo.
Durante la infancia y la pubertad es cuando se producen los mayores cambios fisiológicos en el instrumento vocal y por ello los pedagogos deben conocer cómo se produce ese desarrollo y cómo va a condicionar la capacidad de cantar. Es más, si los niños no desarrollan plenamente su voz (hablada y cantada) durante la infancia y la adolescencia, las cuerdas vocales no se desarrollan completamente. Toda habilidad neuromuscular se puede entrenar y cantar es una habilidad más como lo son montar en bicicleta o caminar. Todos los niños pueden aprender a entrenar su voz y aprender recursos y conceptos vocales. La cuestión no es si deben o no deben aprender a cantar sino el cómo deben hacerlo en cada etapa. Por esta razón, la educación vocal y musical, estructurada, es necesaria para el desarrollo integral de los niños a lo largo de su infancia y adolescencia.
El desarrollo musical comprende la adquisición de aptitudes musicales entendidas como el desarrollo de las capacidades de crear, reproducir o imaginar música. Éstas se incrementan hasta los 9-10 años y después se estabilizan. Es decir, existe una ventana de aprendizaje en cuanto a la adquisición de determinadas aptitudes musicales (rítmicas, melódicas y estéticas), a partir de ese momento se pueden desarrollar y perfeccionar pero no se incrementan.
Cuando los niños son más pequeños aprenden por imitación de los modelos (niños y adultos que cantan) que tienen en su entorno, ya sea en el ámbito familiar o escolar, por ello un buen modelo es uno de los primeros condicionantes. Sin embargo la imitación, muy útil y necesaria en estos primeros momentos del desarrollo infantil, es insuficiente conforme los niños van creciendo y hay que complementarla con una formación estructurada y sistematizada para poder adquirir la voz cantada de manera consistente a lo largo del tiempo.
1.1. Mitos sobre el aprendizaje del canto
Hay suficiente evidencia científica que avala la enseñanza del canto en la infancia y la adolescencia, sin embargo es necesario revisar los siguientes mitos socialmente aceptados porque es necesario trabajar en pro de un cambio de paradigma en cuanto a la enseñanza del canto se refiere:
Mito 1: Cantar es un don con el que se nace.
Todos nacemos con la capacidad potencial de cantar. De igual manera que todos nacemos con la potencialidad de hablar, caminar, nadar o leer. Plantearse si se debe enseñar a un niño a cantar resulta tan escandaloso como plantearse si se le debe enseñar hablar. El hecho de que existan diferentes etapas en el proceso de adquisición de la voz cantada no impide que se pueda realizar de manera adecuada y saludable. Sin embargo, si no se tiene la necesidad o la estimulación necesaria durante la infancia y se mantiene en el tiempo, esta capacidad no se desarrolla. Es preciso atacar frontalmente la idea de que para cantar o se tiene talento o no. A los niños no se les ha de inculcar la idea de que cantar es una capacidad innata porque entonces se bloquea el proceso de aprendizaje y el desarrollo de sus habilidades.
Mito 2: Los niños aprenden a cantar solos y de manera natural y no hace falta intervenir ni enseñarles.
El hecho de que muchos niños aprendan a cantar de manera espontánea gracias a los estímulos del entorno no impide que puedan adquirir un conocimiento más profundo de su voz. Todos pueden aprender a cantar mejorando la consciencia sobre su cuerpo y la coordinación neuromuscular a través de una práctica estructurada y guiada por un profesor preparado. La práctica guiada mejora los procesos y corrige las carencias y dificultades que puedan existir en un determinado momento como sucede cuando los niños aprenden a tocar el piano o la guitarra o entrenan una disciplina deportiva.
Mito 3: Los adolescentes deben dejar de cantar durante la muda de la voz.
La ciencia ha demostrado que no se debe dejar de cantar durante la adolescencia. Tanto docentes como adolescentes y familias han de entender las fases del proceso de cambio y mantenerse en la idea de producir una voz saludable. Para ello se deben adaptar las estrategias didácticas y el repertorio a las posibilidades vocales de los jóvenes en cada momento.
Mito 4: Aprender a cantar es aprender un determinado estilo musical.
Los educadores deben abandonar la asociación de que aprender a cantar es aprender un determinado estilo musical. Aprender a cantar es sinónimo de cantar de manera saludable de modo que la actividad no comprometa su salud a corto (voz cantada o disfonía), medio (malos hábitos) y largo plazo (lesiones). El educador debe tener en mente de manera permanente la producción de una voz cantada saludable y eficiente o lo que es lo mismo que cantar de manera fácil y con un sonido libre de tensiones.
Esto implica que en la práctica del canto la prioridad debe ser siempre producir la voz de manera saludable y no tanto el cantar un determinado repertorio, es decir, éste debe ser una herramienta para construir ese sonido saludable. El profesor de canto ha de ceñirse a lo que los alumnos pueden realizar cómodamente en cada momento y huir de todo tipo de extremos: demasiado agudo o grave; demasiado fuerte o suave; demasiado rápido o lento; demasiado largo o con demasiado texto. Los niños pueden aprender a entender su voz cantada a cualquier edad con las actividades y el repertorio variado y adecuado y en general aprender técnica vocal y conocer su voz hace que sea más fácil cantar.
Tener un buen dominio de la voz es, además, una cuestión de salud general de gran importancia para el desarrollo de una vida plena tanto en niños como en adultos. Enseñar a los niños a cantar y a cuidar su voz tendrá un efecto profiláctico en cuanto a su salud vocal presente y futura.
Este libro será de gran ayuda para ampliar los conocimientos sobre el aprendizaje del canto en la infancia y en la adolescencia ya que existen numerosas cuestiones que se han de tener en cuenta para favorecer el desarrollo musical y vocal, ya sea en ambientes formales o informales de aprendizaje y en prácticas individuales o colectivas.
La publicación describe las tres grandes etapas: primera infancia, que va desde el nacimiento hasta los seis años; segunda infancia, desde los seis hasta el inicio de la pubertad y adolescencia, desde la pubertad hasta la edad adulta, por varias razones:
Las características evolutivas y la maduración condicionan el desarrollo físico, intelectual y afectivo en cada una de las etapas.
La voz presenta características diferenciadas en cada una de las tres etapas que han de ser tenidas en cuenta para diseñar las propuestas didácticas.
La manera de aprender y los contextos condicionan los enfoques metodológicos a emplear.
Pretende ser una guía para familias, maestros de infantil y primaria, profesores de secundaria, educadores musicales (profesores de lenguaje musical, coro, canto) y directores de agrupaciones corales. Todos ellos tienen una gran responsabilidad y deben contribuir a que los niños canten y desarrollen su voz durante toda su vida, a lo largo de las diferentes etapas. Las familias encontrarán herramientas para acompañar esa formación y poder estimular musical y vocalmente a sus hijos en el día a día.
NOTA: En este libro se hará referencia a la notación musical usándose el índice acústico franco-belga en el cual la nota Do central del piano, el Do de la primera línea adicional inferior de la clave de Sol, es el Do3.
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El desarrollo humano y la voz
El hecho de que la voz y en particular el canto sea una actividad multisensorial implica que para su estudio se debe entender cómo se desarrollan los niños a lo largo de la infancia y adolescencia.
El desarrollo humano hace referencia al proceso que designa los cambios que con el tiempo ocurren en las estructuras, pensamiento o comportamiento de una persona a causa de los factores biológicos, ambientales o personales. Es un proceso continuo, multidireccional y completo e individual ya que cada sujeto se desarrolla a su propio ritmo.
Los individuos se desarrollan en tres dimensiones: afectiva, motora, e intelectualmente. Comprender cómo afecta el desarrollo de cada uno de estos aspectos durante la infancia y la adolescencia a la hora de adquirir la habilidad para cantar, es decir, cómo se ve condicionado el desarrollo vocal y musical a lo largo de cada una de las grandes etapas del desarrollo humano es fundamental para diseñar un buen proceso de enseñanza-aprendizaje.
2.1. La esfera emocional. El desarrollo afectivo
La educación emocional de los niños es fundamental en el aprendizaje y en la socialización. El aprendizaje emocional es un continuum a lo largo de toda la vida pero es en la infancia cuando se establecen las bases del desarrollo afectivo futuro.
El desarrollo afectivo está totalmente vinculado con la relevancia de los vínculos sociales que establecen los niños en los diferentes entornos y el más importante es la familia. El segundo entorno más importante son los jardines de infancia, la escuela y otros espacios en los que los niños pasan parte del tiempo junto con maestros, educadores y compañeros.
Escuchar música activa los sistemas autónomos, subcorticales y corticales de manera similar a otros estímulos emocionales. La música está tan íntimamente conectada con los sistemas emocionales que los cuidadores usan la música para comunicarse emocionalmente con sus bebés antes de que éstos puedan entender el lenguaje. Esto hace imprescindible para una educación musical integral que se incluya la educación emocional en los procesos de aprendizaje.
2.1.1. Primera infancia
El inicio de la educación emocional y musical se produce en el vientre materno. La música está presente en la vida de las personas desde antes de nacer. Durante el embarazo, las experiencias emocionales de la madre y la consecuente aportación hormonal al torrente sanguíneo que llega hasta el feto ayudan al bebé a vincular determinados estímulos con determinadas respuestas emocionales.
A partir de la semana 26 del embarazo el futuro bebé ya ha desarrollado la capacidad de escuchar los sonidos que rodean el ambiente en el que está la madre. El oído es el primer sentido que se forma y prepara al futuro bebé para desenvolverse en el entorno exterior ya que a través de los ritmos corporales, acciones y estímulos sonoros de la madre, el bebé va percibiendo los diferentes patrones y los asocia a una determinada carga hormonal. El sonido prepara al futuro bebé y le ayuda a desarrollar respuestas emocionales a determinados estímulos. Se sabe que el feto responde al sonido porque se ha medido su frecuencia cardíaca al exponerlo a diferentes estímulos musicales pero para que el futuro bebé pueda realizar asociaciones permanentes dichos estímulos han de sostenerse en el tiempo y vincularse con un estado emocional positivo de la madre.
Los bebés pueden escuchar en el vientre materno diferentes frecuencias que se ven modificadas más o menos en función de su altura. Los sonidos agudos (a partir de 300 Hz y superiores) se ven alterados pero las frecuencias graves pueden ser percibidas casi sin alteración. Esto quiere decir que la voz de la madre, el latido del corazón y los sonidos intestinales son percibidos de manera más clara por el bebé. Esta es la razón por la que el bebé es capaz de identificar la voz de su madre al nacer y no sólo eso, también será capaz de distinguir a través del tono de su voz el estado emocional en el que se encuentra cuando le habla.
Muchos futuros padres se preguntan si es conveniente poner auriculares en el vientre de la madre para estimular al bebé y hay varias razones que indican que es mejor no hacerlo. La primera es que el oído del feto es muy sensible y los sonidos graves, que no se atenúan tanto como los agudos, podrían dañar su oído. La segunda razón es que los ritmos de sueño y vigilia del feto no son exactamente los de la madre por los que el estímulo demasiado potente en un momento inadecuado puede alterar estos ritmos.
La cuestión esencial estriba en que los estímulos musicales, para que sean significativos, han de pasar por el filtro de la madre. Si la madre canta o participa en actividades musicales placenteras y segrega hormonas de la felicidad asociadas a esa actividad le está diciendo al bebé que la música es algo bueno y si lo hace con regularidad permite la asociación de esos estímulos con una respuesta positiva. Por lo tanto, el canto en este momento no sólo ayudará a la madre por su efecto liberador sino que ayudará a establecer un vínculo afectivo más potente con el bebé a la par que preparará su oído para experiencias musicales y emocionales futuras.
Desde el nacimiento los niños manifiestan un relevante interés por la voz humana, la visión del rostro de las personas que les rodean y otros fenómenos de interacción social. Se podría decir que el primer juguete del bebé es su propia voz y su propio cuerpo y que ambos le permiten relacionarse con su entorno. Hay una clara conexión entre la expresión vocal y las emociones a nivel cerebral.
Cuando el bebé nace es capaz de reconocer la voz de sus padres y los contornos melódicos de canciones que ha escuchado en el vientre. La entonación emocional de los adultos enseña al bebé a asociar las emociones a los tonos de voz y por eso es capaz de percibir los estados emocionales ajenos tan sólo escuchando la voz a muy temprana edad.
La calidad de los vínculos con los adultos de referencia es fundamental para que los niños creen un apego seguro que les permita posteriormente explorar el entorno progresivamente con mayor autonomía y configurar su sistema emocional de manera saludable.
Los niños más pequeños, los que aún no saben hablar, interpretan las reacciones emocionales a través de la expresión vocal y facial de los adultos. Por eso es importante que las respuestas de los adultos ofrezcan una entonación y expresión adecuada. Cuanto más marcada emocionalmente sea la entonación vocal, mayor y mejor retroalimentación emocional tendrá el niño.
En relación al canto, las madres que atienden las inclinaciones musicales de los bebés cantando regularmente en el curso de la atención y adaptando su estilo de canto (más pausado en las nanas, más animado en las canciones de juego) están fortaleciendo el vínculo y enseñando a cantar al bebé que intentará imitar. Las interacciones vocales ritualizadas reflejan la predisposición de los cuidadores a compartir afecto y forjar lazos emocionales por medio de la sincronía temporal. De hecho, el canto de las madres a los bebés es más efectivo que el habla materna para calmarlos.
Los niños buscan continuamente el afecto de sus adultos de referencia, por eso padres y maestros deben ofrecerles una respuesta proporcional a sus acciones. Si estas respuestas no son emocionalmente adecuadas y proporcionales los niños adquirirán estas mismas respuestas disfuncionales. Ellos construyen su inteligencia emocional a través de las relaciones que establecen con el entorno y la imitación de respuestas y expresiones de los demás.
Los niños necesitan para su desarrollo integral sentir que los adultos de referencia valoran y apoyan sus esfuerzos por aprender, hecho que permitirá que los niños sigan su impulso por seguir explorando y aprendiendo y no se desanimen o asuman que no pueden conseguir lo que se propongan.
La voz es el primer instrumento de expresión musical y los niños pueden y deben explorar sus posibilidades para desarrollar el aparato fonador. Siguiendo esa exploración van incrementando su curiosidad y capacidad de manera que son capaces de aprender las canciones de su cultura de la misma manera que adquieren el lenguaje.
Cuando son bebés el entorno siempre responde positivamente a sus expresiones vocales, hecho que favorece el desarrollo vocal y musical. Sin embargo conforme van creciendo las respuestas del entorno a sus expresiones vocales (hablar, cantar o jugar con la voz) pueden no ser tan positivas si se les hace callar o no se les permite explorar su voz porque molesta a los adultos o se les pide que estén en silencio demasiado tiempo. Es bueno que aprendan a regular cuándo hablar o cuándo callar pero no se les debe privar de momentos de exploración vocal más expansivos. Que canten es la mejor manera de que canalicen dicha exploración vocal y emocional.
Aquellos niños que reciben una respuesta positiva por parte del entorno cuando cantan tienden a cantar más. Si además cantar es una actividad que se desarrolla de manera natural en la familia y en la escuela en un entorno emocional seguro, los niños tenderán a vincular esta actividad al placer y a la felicidad.
Además los niños pueden ir identificando emociones básicas: alegría, tristeza, enfado, impaciencia, etc., y son capaces de atribuir un determinado estado de ánimo a la música en los primeros años, por lo que cantar se convierte en una potente estrategia para regular sus emociones.
Cuando los niños adquieren el lenguaje aprenden otras maneras de comunicarse emocionalmente con los demás, pero hasta que no desarrollan las capacidades de razonamiento son seres fundamentalmente emocionales que necesitan de contextos emocionalmente seguros para que las capacidades cognitivas se desarrollen.