Loe raamatut: «Empatías urbanas y geosemiótica»


Agudelo Castañeda, Jairo Humberto
Empatías urbanas y geosemiótica : el sistema geográfico de los signos urbanos / Jairo Humberto Agudelo Castañeda. - Primera edición. - Bogotá : Ediciones Unisalle ; Valladolid : Universidad de Valladolid, 2021.
226 páginas : gráficas, fotografías, mapas ; 24 cm
Incluye lista de fotografías, figuras y mapas
Incluye referencias bibliográficas
Libro estructurado a partir de la tesis doctoral Cum laude: “Empatías urbanas. La lectura semiótica del espacio y la construcción de sentido urbano”
ISBN 978-958-5148-97-0 (impreso)
ISBN 978-84-1320-151-1 (impreso)
ISBN 978-958-5148-98-7 (digital)
1. Semiótica y arquitectura 2. Simbolismo en arquitectura 3. Arquitectura – Aspectos
sociales I. Título
CDD: 720.4 ed.22
CEP-Universidad de La Salle. Dirección de Bibliotecas
ISBN Ediciones Unisalle
Impreso: 978-958-5148-97-0
e-Pub: 978-958-5148-98-7
PDF: 978-628-7510-02-9
ISBN U. de Valladolid
Impreso: 978-84-1320-151-1
Primera edición: Bogotá D. C., agosto del 2021
© Jairo Humberto Agudelo Castañeda
© Universidad de La Salle
© Universidad de Valladolid
Universidad de La Salle
Ediciones Unisalle
Carrera 5 n.º 59A-44, Ed. Administrativo,
3.er piso, Bogotá, D. C.
Tel.: (571) 348 8000, Exts.: 1224 - 1226
edicionesunisalle@lasalle.edu.co
https://ediciones.lasalle.edu.co/
Universidad de Valladolid
Ediciones Universidad de Valladolid
C/ Juan Mambrilla, 14
47003 Valladolid (España)
pbx: 34 98318-7810
http://www.publicaciones.uva.es
Edición
Dirección editorial
Alfredo Morales Roa
Coordinación editorial
Andrea del Pilar Sierra Gómez
Corrección de estilo
Carlos Guillermo Casanova
Diagramación
Denka Pachón
Fotografías: todas le pertenecen al autor, a menos que se indique lo contrario.
Mapas y figuras
Ángela Aguedita Sánchez Arciniegas
Juan José Flórez Fonseca
Collage base de carátula
Álvaro Eduardo García Riveros
Composición de carátula
Andrés Alejandro Negrete Granados
Libro estructurado a partir de la tesis doctoral cum laude titulada: “Empatías urbanas. La lectura semiótica del espacio y la construcción de sentido urbano”
La paz se construye compartiendo el espacio de forma distinta.
Diana Uribe
Dedicado
A Francy, mi madre, quien me enseñó su mundo,
el que maravillosamente ha inspirado el mío.
A Miguel, Gladys, Néstor y Óscar.
A mis estudiantes.
A Asdrúbal y a Frido.
Agradecimientos
A mi director de tesis, el Dr. Basilio Calderón Calderón, por su confianza y fe en este proyecto, por su orientación, por enseñarme que el conocimiento expande sus propios límites y que lo más valioso de la ciudad está en su gente y en su historia.
Al Dr. Enrique Serrano y todo el equipo del Departamento de Geografía y de la Facultad de Filosofía, de la Universidad de Valladolid, por su colaboración en la gestión de este proceso.
Al tribunal de tesis de doctorado integrado por el Dr. Fernando Manero Miguel, el Dr. José Luis Sánchez Hernández y el Dr. Gabino Ponce Herrero, quienes con su cuidadoso estudio de mi tesis y su calificación me animaron a proponer este proyecto editorial.
A mis monitores de práctica profesional, estudiantes de pregrado y maestría de la Facultad de Ciencias del Hábitat, de la Universidad de La Salle, Bogotá, por su interés en la investigación de la semiología urbana.
A todos aquellos que han impulsado mi carrera como investigador. A mis colegas, Juan Carlos Pérgolis, Álvaro Forero, Darío Sánchez, Mauricio Largacha, Elkin Vargas y Giovanni Cornelio. A mis amigos, Martha Liliana Moreno, Diego Vega y William Arenas, por su invaluable compañía y cariño.
Contenido
Prólogo
Introducción. De la semiología modélica a la emergencia semiótica
Capítulo 1. La investigación: el espacio como información y sus dimensiones
1. La apropiación del espacio, las empatías urbanas y el espacio semiótico
1.1 Espacio y vida urbana: tema
1.2 Apropiación y representación espacial: problema
1.3 Empatías urbanas: hipótesis
1.4 Lectura semiótica del espacio: objetivos
1.4.1 Objetivos teórico-conceptuales
1.4.2 Objetivos prácticos
1.5 Instrumentos metodológicos
1.5.1 Recorridos semióticos
1.5.2 Coremas abstractos
2. Dimensiones del espacio: la imagen estética y el sentido social del espacio
2.1 Presente: espacio-tiempo
2.2 La imagen poética del espacio: el espacio-cuerpo
2.3 Intangible: el espacio social, apropiación e identidad
2.3.1 Describir: sobre la dimensión de lo físico
2.3.2 Relatar: sobre la dimensión de lo cultural
2.3.3 Meditar: sobre la dimensión de lo mítico
3. El espacio como información: el espacio-texto
3.1 Sistemas de información de la geografía urbana
3.1.1. Sistema de información espacial: topológico y estructural
3.1.2 Sistema de información estética: en lo arquitectónico y en el strip artificial
3.1.3 Sistema de información social: usos, comportamientos y acontecimientos
3.1.4 Sedimentación semiótica
Capítulo 2. Sobre la construcción teórica y conceptual
1. Del imaginario estético al imaginario social urbano: de la percepción estética y psicológica a la lectura semiótica del espacio
1.1 La imagen
1.2 Lo semiótico
1.3 La lectura del espacio
1.4 El imaginario social
2. De la empatía estética a la geografía simbólica: marco teórico
2.1 La empatía estética y el objeto expresionista: el alma y el sentimiento
2.2 Empatía psicológica y social: la empatía afectiva
2.3 Geografía y psicología: la geografía de la percepción
2.4 Teoría de la comunicación: información, comunicación y signo
2.5 Psicología ambiental e interaccionismo simbólico: signo y sociedad
2.6 Giro lingüístico y la construcción de sentido: la liberación del significante
2.7 Semiología y espacio: el sentido del espacio
2.8 La ciudad como signo y la geografía simbólica: el lugar de lo simbólico
3. La dimensión semiótica de lo urbano: marco conceptual
3.1 Territorios urbanos heteroempáticos
3.2 Denotación y connotación: objetividades y subjetividades urbanas
3.3 Las sintaxis construidas y leídas: cualidades del sintagma urbano en territorios heteroempáticos
3.4 El imaginario urbano: la otra cara de la realidad
4. El lenguaje urbano: la localización simbólica de lo simbólico y el sentido urbano
4.1 El signo urbano: la unidad comunicante y contenedora de información
4.2 Clasificación de los signos urbanos: sistemas, aspectos y tipos de signos
4.2.1 Sistema de signos topológicos
4.2.2 Sistema de signos estéticos
4.2.3 Sistema de signos estéticos
4.3 Signos polisémicos y simultaneidad simbólica
4.4 Signo urbano, abierto y cerrado: la primera dimensión del signo urbano
5. Sintaxis y texto urbano: estructuras de signos y estructuras de sentido
5.1 Sintaxis urbana: estructuras simbólicas
5.2 El texto, el discurso y el código: poder interpretante del código y la hipercodificación
5.3 Macrodiscurso, microdiscurso e hiperdiscurso urbanos
5.4 La hipertextualidad de la heteroempatía urbana: la desaparición del centro, comienzo y final
Capítulo 3. Geosemiótica en Chapinero Central
1. Chapinero Central: territorio objeto de estudio
1.1 Lourdes
1.2 Carrera 13
1.3 Parque de los Hippies
1.4 Carrera Séptima
1.5 Carrera Novena
2. Geosemiótica urbana: el sistema geográfico de los signos urbanos
2.1 Geografía toposemiótica: sistema simbólico profundo
2.1.1 Evolución urbana de Chapinero Central
2.1.2 Variables de una geografía toposemiótica
2.1.3 Microsistemas toposemióticos en Chapinero Central
2.2 Geografía esteticosemiótica: sistema simbólico del zócalo urbano
2.2.1 Variables de una geografía estético-semiótica
2.2.2. Microsistemas estético-semióticos en Chapinero Central
2.3 Geografía sociosemiótica: sistema simbólico del comportamiento social
2.3.1 Variables de una geografía sociosemiótica
2.3.2. Microsistemas sociosemióticos
3. Diagnóstico semiótico urbano: Chapinero Central
Conclusión
Referencias
Lista de fotografías
Capítulo 1. La investigación: el espacio como información y sus dimensiones
Fotografía 1. Información topológica de las relaciones espaciales
Fotografía 2. Información objetual, edificio y strip
Fotografía 3. El uso, la apropiación, el acontecimiento urbano
Fotografía 4. Sedimentación semiótica, Parque de los Hippies, Chapinero Central
Capítulo 2. Sobre la construcción teórica y conceptual
Fotografía 1. Paisaje urbano heterogéneo, Chapinero Centro, Bogotá
Fotografía 2. Proyecto de resignificación urbana, Chapinero Centro (proyecto de la Oficina para la Resignificación, Alcaldía de Bogotá)
Fotografía 3. Lenguaje urbano
Fotografía 4. Sintaxis y texto urbano
Fotografía 5. Sintagma urbano
Capítulo 3. Geosemiótica en Chapinero Central
Fotografía 1. Parque e iglesia de Lourdes
Fotografía 2. Carrera 13
Fotografía 3. Parque de los Hippies
Fotografía 4. Carrera Séptima
Fotografía 5. Carrera Novena
Fotografía 6. Strip: collage de Chapinero Centro
Fotografía 7. Objeto: signo autónomo
Fotografía 8. Objeto: signo emblema
Fotografía 9. Strip artificial, Las Vegas, Estados Unidos
Fotografía 10. Strip artificial, Chapinero Centro
Fotografía 11. Edificio dominante
Fotografía 12. Strip dominante
Fotografía 13. Clases de strip
Fotografía 14. Imagen sociosemiótica, abstracción
Fotografía 15. Cultura vintage
Fotografía 16. Emblemas LGTBIA+
Fotografía 17. Snob
Fotografía 18. Estilo fitness
Fotografía 19. Popular
Lista de figuras
Capítulo 1. La investigación: el espacio como información y sus dimensiones
Figura 1. Ficha de los recorridos semióticos
Figura 2. Corema urbano y obra de arte, Broadway Boogie-Woogie, 1942, Piet Mondrian
Figura 3. Recorrido urbano semiótico y corema de análisis
Figura 4. Recorrido semiótico en Chapinero Centro
Figura 5. Compilación de recorridos semióticos, en Chapinero Centro
Figura 6. Coremas de análisis en Chapinero Centro
Figura 7. Presente: espacio y evento
Figura 8. El espacio, como la imagen, es lo no existente
Figura 9. Mitificar, relatar, describir
Figura 10. Acontecimiento urbano: descrito, relatado, meditado
Figura 11. Espacio, objeto y acontecimiento
Figura 12. Información espacial topológica
Capítulo 2. Sobre la construcción teórica y conceptual
Figura 1. Del imaginario estético al imaginario social
Figura 2. De la empatía estética a la geografía simbólica
Figura 3. Denotación y connotación urbanas
Figura 4. Estructura semiótica compleja
Capítulo 3. Geosemiótica en Chapinero Central
Figura 1. Chapinero, abstracción de topologías complejas
Figura 2. Atmósferas socioestéticas en Chapinero Centro
Lista de mapas
Mapa 1. Plano de Bogotá, localización de Chapinero
Mapa 2. Chapinero Central
Mapa 3. Bogotá, 1890-1938
Mapa 4. Chapinero, 1900
Mapa 5. Evolución de la estructura urbana de Chapinero Centro
Mapa 6. Estructura urbana de Chapinero Central, 2020
Mapa 7. Datos de relaciones y visibilidad
Mapa 8. Corema de relaciones y visibilidad
Mapa 9. Datos de convergencia y accesibilidad
Mapa 10. Corema de convergencia y accesibilidad
Mapa 11. Microsistemas toposemióticos en Chapinero Central
Mapa 12. Localización de datos: objeto-strip
Mapa 13. Corema. Objetos símbolos y objeto emblema
Mapa 14. Localización de datos: rivalidad objeto-strip
Mapa 15. Corema: objeto y strip dominantes
Mapa 16. Datos: localización de los tipos de strip
Mapa 17. Corema: áreas de grafiti, fachadismo, escaparatismo y publicidad
Mapa 18. Datos: localización, dinámicas peatonales
Mapa 19. Corema: dinámicas diurnas y nocturnas
Mapa 20. Datos: localización, atmósferas urbanas
Mapa 21. Corema: atmósferas urbanas
Prólogo
La obra que se prologa no es resultado de una investigación convencional, atrapada dentro de los límites que impone la ortodoxia académica y las exigencias administrativas inherentes a la obtención del título de doctor. Las reflexiones y conclusiones que el Dr. Jairo Humberto Agudelo Castañeda nos brinda no son solo un trasunto del proceso de indagación y redacción de sus tesis doctoral, sino que lo que ahora se presenta es producto de la combinación de unas cualidades personales excepcionales, puestas al servicio del conocimiento del espacio elegido para documentar y demostrar la capacidad social de imprimir carácter a un lugar. Entre ellas, sobresale una notable sensibilidad para detectar e interpretar los problemas e inquietudes desarrollados en una porción de la ciudad tradicional, transformada al compás del cambio social, hasta convertir esta facultad de mutación en parte esencial de su ser. Se muestra también una alta capacidad para percibir, casi para intuir, las interacciones entre la sociedad y el espacio, base del quehacer geográfico, y para desentrañar al tiempo las formas a partir de las cuales se imprimime carácter y se producen sentimientos de arraigo o pertenencia, de los que toda la población de un determinado territorio participa; un territorio en el que se anclan, con el paso del tiempo, algunos atributos que mantienen incólume su identidad pese a los cambios funcionales y materiales experimentados.
Todo territorio, también el territorio de la ciudad, se configura a partir de rutinas (educativas, laborales o convivenciales) consolidadas en el tiempo mediante una suerte de responsabilidad social distribuida e implícita. Gracias a esa estrategia, cualquier lugar de la ciudad se ocupa, se explota y se ordena hasta que, por una concatenación causal, tales rutinas sociales decaen e inician un proceso de deconstrucción, vinculado al envejecimiento, en el que son comunes la pérdida de población, la carencia de actividad y el consiguiente abandono de aquellas costumbres y elementos materiales que vertebraron dicho territorio.
Tras estas dos primeras fases, se acentúa el olvido, el cual permea las funciones históricas del territorio como al patrimonio material, de escaso o nulo valor monumental. Este valor queda privado del guión histórico articulador en el que todas ellas estaban ancladas. Para finalizar, también se acentúa la deconstrucción, un periodo iniciado en aquellos territorios en los que el paisaje se degrada y pierde consistencia y sus calidades otorgadas a nivel social, hasta desaparecer cuando otros grupos y otras actividades comienzan a colonizar o a recuperar el espacio perdido.
Este proceso es, en esencia, destructivo y reviste un sentido traumático y afecta a la memoria del territorio; pero si se logra contener esta perniciosa inercia, la ciudad se modela como una suma de pasajes históricos, de cambios y permanencias materiales o funcionales. Alcanzará, entonces, la luminosa consideración de una ciudad con éxito, en palabras de Deyan Sudjic (2017), en El lenguaje de las ciudades: “una entidad que se está reconfigurando continuamente, cambiando su estructura y su sentido social, aunque sus contornos no parezcan muy distintos. Y cuando adopta nuevas formas dramáticas, la medida del éxito es el grado en el cual mantiene su esencia” (p. 252). En otros términos, es lo que denominamos su momento creador.
Cada ciclo vital de una ciudad, o porción de ella, no depende de la recuperación del uso original, sino del acomodo justificado y creíble de nuevas actividades que aprovechen parte del patrimonio endógeno olvidado o que sepan convertir y hacer atractivo al territorio como patrimonio. En este caso, lo relevante no es el valor objetivo de cada componente del patrimonio —un monumento, una calle, unas costumbres—, sino la irrepetible suma de los elementos de menor valor aparente que forman, como en Chapinero, una combinación exclusiva y excepcional. Esto es lo que da valor a los territorios sin valor, es decir, a aquellas combinaciones de materia y actividad, cuya resultante geográfica, como articulación de una cadena de recursos, constituye su esencia y es coherente pese a su cambiante percepción social.
Basilio Calderón Calderón
Catedrático de Geografía Humana
Universidad de Valladolid, España, otoño del 2019
Introducción. De la semiología modélica a la emergencia semiótica

Parque de los Hippies, Chapinero Central, Bogotá
El espacio urbano, cualquiera que sea su cualidad funcional, estética o simbólica, es decodificado por sus habitantes a partir de expectativas instauradas en los imaginarios o códigos individuales y colectivos. Esta interpretación es diferente en las culturas, las regiones y las épocas. De esta manera, la ciudad propone realidades físico-espaciales que generan una idea de la vida. Como el campesino, el citadino también construye valores propios y un estilo de vida, producto de la correlación con su entorno cotidiano espacial y cultural.
Entender cómo se producen las relaciones simbólicas con y en el paisaje urbano, cómo se lee la ciudad, mientras se desarrollan empatías y apatías, expresas en relatos urbanos simbólicos, en representaciones o en apropiaciones geográfico-semióticas, es el objetivo de esta investigación. Para lograrlo, se establecen tres dimensiones que la ciudad propone: (1) la espacial o topológica, (2) la objetual o plástica y (3) la social o del comportamiento humano. Todas son estructuras simbólicas y geográficas que se implican y se determinan de forma recíproca en un proceso de construcción de identidades sociales de los habitantes con sus espacios y, a partir de estas, con ellos mismos. El espacio, entonces, es mediador de lazos sociales que consolidan el paisaje y la realidad social urbana.
Cuando Barthes (1993) afirma que “Lynch tiene de la ciudad una concepción que sigue siendo más gestáltica que estructural” (p. 259), se entiende que el panorama de los estudios modernos sobre la relación del habitante con el espacio urbano se influencia más de las teorías de la percepción, que hacían énfasis en la experiencia visual del espacio, y menos por su dimensión semiótica o sus efectos en las formas de apropiación social del espacio.
La modernidad, al establecer en la arquitectura y en la ciudad modelos estéticos, funcionales y semióticos, no propició el estudio de fenómenos emergentes en ciudades o sectores de ciudad, debido a una evolución orgánica y a transformaciones físico-funcionales, estéticas y semióticas, que no fueron el producto de la reproducción de un modelo, sino de territorios que dieron lugar a realidades únicas y en donde la naturaleza de lo urbano se evidenció de manera original y compleja. Sin embargo, diversos autores trabajaron en la relación del habitante con el espacio y en el concepto de lugar, el cual, gracias a Aristóteles, fue determinante para definirlo de modo cultural o simbólico; a la par, este concepto se mantuvo vigente, aunque deteriorado e interpretado a conveniencia por las vanguardias del siglo XX.
Los movimientos posmodernistas y posestructuralistas responden a los nuevos problemas sociales y ecológicos que propone el hábitat humano. En las últimas décadas, los discursos sobre el espacio y sus dimensiones sociales, culturales y simbólicas cobran protagonismo en el diseño de ciudades más habitables. La humanización de lo urbano, una reacción a la deshumanización que produjo el positivismo del siglo XX, es de interés en saberes como la sociología urbana, la geografía de la percepción y la geografía social o radical, cuando aportan reflexiones e investigaciones científicas sobre lo urbano.
En torno a la idea de la producción del espacio, Henri Lefebvre (1974) afirma que “se pasa de la producción en el espacio a la producción del espacio” (p. 219). Como resultado de una profunda reflexión ideológica, política y económica, se evidencia la cualidad instrumental del espacio moderno: “Este espacio tiene varias propiedades bien definidas, especialmente la de ser el espacio de la propiedad. Estas propiedades —que le son particulares, en tanto que espacio— consisten en ser óptico y ser visual” (p. 223). En consecuencia, es un producto más, que se comercializa y se define a partir de su cualidad física o visual. Este espacio producto no considera su naturaleza social y cultural (Lefebvre, 1974).
Lefebvre (2013) también elabora “una tríada conceptual compuesta por las prácticas espaciales, las representaciones del espacio y los espacios de representación. A cada una de estas dimensiones le corresponde, respectivamente un tipo de espacio; el espacio percibido, el espacio conceptual, el espacio vivido” (p. 15). Su cualidad moderna se reconoce en la primera y segunda categoría. Sin embargo, este autor propone una tercera, en la cual la vivencia y no la percepción del espacio es protagonista. Con este tercer espacio, se visibiliza a la gente, al usuario, al habitante, quien vive en y con el espacio; además, enfrenta a quienes producen el espacio, intelectuales académicos que lo conciben y lo diseñan desde lo abstracto.
El espacio vivido de Lefebvre no solo es aquel experimentado de modo físico, sino que también garantiza una vivencia cultural y simbólica, a partir de la cual se entiende la manera de ser de una comunidad, su madurez y su riqueza cultural. La cualidad físico-funcional del espacio es solo un requisito con el cual se construye la otra dimensión, la trascendente de lo habitado dentro del relato. Este tipo de espacio tendrá la facultad de provocar sentido y exigirá que, además de su pertinencia física, ofrezca libertad simbólica.
El tercer espacio, el de la representación, donde se construyen las vidas, es el “espacio de los signos, de los códigos de ordenación, fragmentación y restricción” (Lefebvre, 2013, p. 15). También es el de la gente del común, el que está a la escala de sus vidas y el que se forma con el tiempo y con la evolución natural de la ciudad o de sectores de la ciudad. Es el espacio de lo contenido, al cual se refiere Manuel Delgado (2013), cuando habla de la diferencia entre la ciudad como el contenedor, lo urbano como su contenido, además de la aparición del concepto de espacio público en la obra de Lefebvre (2013):
En el contexto de una ciudad, la práctica espacial remite a lo que ocurre en las calles y en las plazas, los usos que estas reciben por parte de habitantes y viandantes. Por su parte, los espacios de representación son los espacios vividos, los que envuelven los espacios físicos y les sobreponen sistemas simbólicos complejos que los codifican y los convierten en albergue de imágenes e imaginarios. (p. 2)
La comparación que hace Delgado (2013) entre la práctica espacial y los espacios de representación en Lefebvre (2013) es fundamental. Si se observa el mensaje que emiten ambos tipos, se afirma que el espacio de la práctica espacial generaría una noticia, mientras que el espacio de representación crea una narración o un relato. Esto implica la construcción social y cultural de la vivencia, sostenida por sus estructuras simbólicas.
La cualidad fundamental de los espacios de representación, además de reconocer al habitante como actor principal, es la de instaurarse como un sistema simbólico que se gesta en la relación del habitante con el espacio, desde múltiples disciplinas. Estos espacios son definitivos en el devenir histórico y en la consolidación de la dimensión simbólica de una comunidad. En este punto, se encuentra la esencia del habitar, aquella que define el sentido de lo urbano.
Esta ventana conceptual, que permite a Delgado ver en la obra de Lefebvre la rivalidad entre las semióticas establecidas, enseñadas, heredadas, y las semióticas emergentes, que aseguran la vitalidad de lo urbano, se explica en los siguientes términos:
En los espacios de representación puede encontrar uno expresiones de sumisión a códigos impuestos desde los poderes, pero también las expresiones del lado clandestino o subterráneo de la vida social. Es el espacio cualitativo de los sometimientos a las representaciones dominantes del espacio, pero también en el que beben y se inspiran las deserciones y desobediencias. (Delgado, 2013, p. 2)
En el espacio, es claro cómo se enfrentan los signos de representación simbólica y los signos emergentes elaborados por el habitante, mediante la vivencia cotidiana de lo urbano. Por eso, es común la aparición de sistemas sociales en sectores degradados o deteriorados en su aspecto físico y funcional, en donde es fácil apreciar estructuras simbólicas emergentes, producto de la apropiación física y social del espacio, y en donde la migración urbana, la gentrificación, la movilidad funcional y social, la migración virtual de códigos culturales causan emergencias simbólicas en territorios urbanos ahora resignificados e interconectados.
Esta dimensión del espacio es el objeto de esta investigación; cuestión que implica el estudio de los fenómenos de representación y la lectura semiótica del espacio, a partir de la cual se desarrollan empatías urbanas y sociales, que proponen la estructuración del hábitat urbano como un sistema semiótico complejo. Es protagonista el espacio donde la apropiación físico-semiótica emergente reinterpreta y recrea los códigos semióticos diseñados, pero que, con el tiempo, acumula símbolos propios que lo hacen valioso a nivel cultural y social, porque representa la historia de una comunidad, a medida que sus integrantes se identifican.
Este espacio funda “la ciudad reconstruida semiológicamente, terreno fértil para la subjetividad, para la creación de sentido, para la configuración de lugares, entendidos como las apropiaciones del espacio en el tiempo: la ciudad sujeto” (Cenci, 2013, p. 95). En ella, se establece una forma de reconocer la dimensión trascendente de la vida urbana y cómo es el alimento de la historia, porque la sedimentación semiótica, como la define Cenci (2013), es la verdadera riqueza de los lugares urbanos.
En la actualidad, las redes sociales y el espacio virtual tienden a deslegitimizar las relaciones sociales en el espacio físico y sirven como modelo en la construcción de escenarios que pretenden una realidad ficticia o una hiperrealidad, definida en La época neobarroca, de Calabrese (1999). También sería el espacio sobreexpuesto de Virilio (2009):
Donde una vez la polis inauguró un teatro político, con su ágora y su fórum, ahora sólo hay una pantalla de rayos catódicos, donde las sombras y los espectros de un baile comunitario se mezclan con sus procesos de desaparición, donde el cinematismo transmite la última aparición del urbanismo, la última imagen de un urbanismo sin urbanidad. Allí es donde el tacto y el contacto dan lugar al impacto televisual. (p. 8)
El problema es la aparición de un urbanismo sin lo urbano, aquel componente que define Delgado (2013). Por otra parte, además de esta proliferación neobarroca, extremo de la proyección ideal y utópica de lo moderno, está la heterotopía, que Foucault (2008) define así:
Pues bien, yo sueño con una ciencia —y sí, digo una ciencia— cuyo objeto serían esos espacios diferentes, esos otros lugares, esas impugnaciones míticas y reales del espacio en el que vivimos. Esa ciencia no estudiaría las utopías —puesto que hay que reservar ese nombre a aquello que verdaderamente carece de todo lugar— sino las heterotopías, los espacios absolutamente otros. Y, necesariamente, la ciencia en cuestión se llamaría, ya se llama, la heterotopología. Pues bien, hay que dar los primeros rudimentos de esta ciencia cuyo alumbramiento está aconteciendo. (p. 42)