Un conde nórdico en el Caribe:

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Un conde nórdico en el Caribe:
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Catalogación en la publicación – Biblioteca Nacional de Colombia

Viloria De la Hoz, Joaquín

Un conde nórdico en el Caribe: la presencia de Federico Tomás Adlercreutz en Colombia, Jamaica y Venezuela, 1820-1849 = En Nordisk Greve I Karibien: Fredick Thomas Adlercreutz tid i Colombia Jamaica och Venezuela, 1820-1849 / Joaquín Viloria De La Hoz, María Wickelgren. -- 1a. ed. -- Santa Marta : Universidad del Magdalena, 2020.

(Humanidades y artes. Historia)

Incluye datos de los autores en la pasta. -- Contiene bibliografía. -- Texto bilingüe español - sueco.

ISBN 978-958-746-270-8 -- 978-958-746-271-5 (pdf) -- 978-958-746-272-2 (epub)

1. Adlercreutz, Federico Tomás, 1793-1852 2. Convención de Ocaña, 1828 3. Colombia - Historia, 1820-1831 I. Wickelgren, María II. Título III. Serie

CDD: 986.104 ed. 23

CO-BoBN–

Primera edición, mayo de 2020

© UNIVERSIDAD DEL MAGDALENA

Editorial Unimagdalena

Carrera 32 No. 22 - 08

Edificio Mar Caribe, pimer piso

(57 - 5) 4381000 Ext. 1888

Santa Marta D.T.C.H. - Colombia

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Colección Humanidades y artes, serie: Historia

Rector: Pablo Vera Salazar

Vicerrector de Investigación: Ernesto Amarú Galvis Lista

Coordinador de Publicaciones y Fomento Editorial: Jorge Enrique Elías-Caro

Diseño editorial: Luis Felipe Márquez Lora

Diagramación: Eduard Hernández Rodríguez

Diseño de portada: Andrés Felipe Moreno Toro

Corrección de estilo: Clinton Ramírez C.

Santa Marta, Colombia, 2020

ISBN: 978-958-746-270-8 (impreso)

ISBN: 978-958-746-271-5 (pdf)

ISBN: 978-958-746-272-2 (epub)

DOI: 10.21676/9789587462708

Hecho en Colombia - Made in Colombia

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Contenido // Innehåll

Presentación a esta edición

Han pasado quince años desde que se publicó la primera edición del documento que hoy presentamos en versión bilingüe. En aquel entonces el profesor Carlos Dávila, de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes, mostró interés en publicar la investigación sobre el conde sueco-finlandés Federico Tomás Adlercruetz en la serie de Monografías. El tema era desconocido para administradores, economistas e historiadores contemporáneos, por lo que la Facultad le pidió al historiador Luis Fernando Molina que hiciera una presentación de la Monografía, resultando muy generosos sus comentarios.

Nuestra publicación de 2005 motivó a que varios miembros de la familia Adlercreutz viajaran a Colombia, como María y John Wickelgren, además de Thomas, Gustaf y Elena Adlercreutz, entre otros. El documento también sirvió para que las embajadas de Suecia y Finlandia en Colombia retomaran su interés en este personaje del siglo XIX.

En estos tres lustros se han publicado algunos artículos sobre el conde Adlercreutz en periódicos y revistas nacionales. En 2009, se reeditó el primer libro publicado sobre el conde nórdico, el cual contiene una parte considerable de sus cartas conservadas en los archivos suecos. Esta reedición fue coordinada por la Academia Nacional de Historia de Venezuela y contó con el apoyo entusiasta de Mikko Pyhälä, embajador de Finlandia en Colombia y Venezuela.

Vale la pena recordar que Federico Tomás Adlercreutz nació en Finlandia a finales del siglo XVIII, cuando todavía este territorio formaba parte de Suecia. Cuando los suecos perdieron este territorio a manos de los rusos a principios del siglo XIX, la familia Adlercreutz decidió establecerse en Suecia. Este hecho histórico ha permitido que suecos y finlandeses sientan a Federico Tomás como suyo, por lo que ambos países han empezado a impulsar su figura como el nórdico amigo del Libertador Simón Bolívar que participó en las gestas de la Independencia en Colombia y Venezuela.

En el año 2020, se conmemora el bicentenario de la Independencia de la provincia de Santa Marta, así como los 200 años de la llegada del conde Adlercreutz al Caribe grancolombiano. La reedición que estamos presentando contempla un libro bilingüe español - sueco en el cual se incluyen cartas, fotografías y mapas que hacen más amena la lectura del documento. Adicionalmente, la edición bilingüe se publica el año en que la Feria Internacional del Libro de Bogotá –FilBo - tiene como invitados especiales a los países nórdicos: Suecia, Finlandia, Noruega, Dinamarca e Islandia. Este libro es el aporte de la Universidad del Magdalena y de su Editorial a los países invitados FilBo 2020.

Esta edición estuvo al cuidado de Clinton Ramírez; muchas gracias por sus aportes idiomáticos. También fue de mucha utilidad el apoyo de Diego Cardoso en la elaboración de los mapas. Por último, expresamos nuestros agradecimientos a la Editorial de la Universidad del Magdalena, en especial a su director Jorge Elías, por la confianza al publicar este libro bilingüe.

Santa Marta y Lund, abril de 2020.

Post Data

Del 21 de abril al 5 de mayo de 2020 debía realizarse la 33ª Feria Internacional del Libro de Bogotá –FilBo, teniendo como invitados de honor a los países nórdicos. Infortunadamente, en diciembre de 2019 surgió en China una epidemia conocida como coronavirus o covid-19, que rápidamente se convirtió en pandemia. “Hoy, a mediados de mayo de 2020, el virus está presente en 187 de países, lo han padecido cerca de 4.300.000 personas y ha cobrado la vida de 300.000 contagiados”. Para tratar de controlar el virus la mayoría de países han adoptado medidas de aislamiento social, suspendiendo vuelos nacionales e internacionales, así como cancelando eventos públicos, restringiendo las salidas a la calle e impulsando medidas como “Yo me quedo en casa”. Ante estas circunstancias, la FilBo fue aplazada hasta que se controle a nivel mundial la pandemia del covid-19.

Con esta publicación, la Universidad del Magdalena, su casa Editorial y los autores, rinden un homenaje a las víctimas del coronavirus, así como al personal de salud que ha arriesgado su integridad física por cumplir su deber como servidores públicos, en especial los que lo han ejercido en Colombia y Suecia.

Santa Marta y Lund, mayo 2020

Introducción

De cuantos suecos llegasen a Iberoamérica durante la Época de la Emancipación, ninguno más famoso que el conde Federico Tomás Adlercreutz, hijo de una de las personalidades del Reino y teniente coronel al optar por enrolarse en el ejército de Bolívar en 1820 (Mörner, 1961).

La sola afirmación de Mörner es argumento suficiente para emprender una investigación sobre el prócer de la Independencia colombiana Federico Tomás Adlercreutz. La vida de este conde sueco está llena de vicisitudes como haber nacido en cuna noble, perder a su madre a temprana edad, tener a su padre como una de los militares más prestigiosos de su país y ser edecán del rey de Suecia. Después de la muerte de su padre, no supo administrar ni la fama de éste ni la fortuna familiar. Estos inconvenientes le costaron su carrera militar en Suecia, a la que tuvo que renunciar y buscar su destino en otras latitudes. De seguro con la anuencia del rey, Federico se encaminó a Londres a finales de 1819 para unirse a uno de los contingentes de la legión irlandesa, y con ellos, marchó a América para luchar por la Independencia de las colonias españolas.

A principios del siglo XX un historiador colombiano (Posada, 1903) fue el primero que se interesó en relatar la vida política y militar de Federico Tomás Adlercreutz. Hace más de un siglo (1903), Posada escribió un pequeño artículo sobre el prócer sueco, que fue ampliando y enriqueciendo en posteriores artículos de 1923 y 19331. Por su parte, el venezolano Parra-Pérez escribió en 1928 un libro sobre Adlercreutz, basado en las cartas recibidas por el conde que originalmente fueron escritas en español o francés. Algunos años después (1941) el historiador argentino Iso Brante publicó en Venezuela una investigación rigurosa, basada en cartas originales de Adlercreutz, muchas de ellas escritas en sueco. Otros artículos como el de Paulin (1952) y Mörner (1960) traen referencias de Adlercreutz, y sobre todo el último da pistas de dónde encontrar otros documentos históricos relacionados con el conde.

A partir de esta bibliografía me propuse como objetivo adelantar una investigación sobre Federico Tomás Adlercreutz y el contexto histórico que vivió en Colombia durante esos años (1820-1831), con algunos detalles relevantes de la guerra de Independencia ocurridos en Cartagena, Mompox y Santa Marta principalmente. Resultó interesante estudiar la vida de un hombre prominente como diplomático, político y militar, pero que fracasó en todas sus actividades económicas y financieras a lo largo de su vida. Los documentos sobre Adlercreutz dan testimonio de haber sido un buen administrador público (un ejemplo puede ser su desempeño como gobernador de Mompox), pero también confirman su escasa visión para los negocios y su limitado espíritu empresarial.

 

Así mismo, en el desarrollo del documento se utilizó un enfoque que permitiera estudiar a Adlercreutz no como un personaje aislado, único e interesante, sino tomarlo como ejemplo de un fenómeno más general: los otros militares extranjeros involucrados en la guerra de Independencia, muchos de ellos enrolados en las legiones inglesa e irlandesa.

A este respecto cabe preguntarse: ¿Cuáles fueron las motivaciones de Adlercreutz para venir a América y luchar por la Independencia? ¿Fue un simple aventurero o un mercenario, como muchos de sus compañeros extranjeros? ¿Cuál fue su aporte a la República? ¿Tenía un capital humano que lo hiciera sobresalir de los otros oficiales nacionales o extranjeros?

El trabajo se estructuró a partir de tres ejes temáticos: el político-militar, el económico-administrativo y el familiar-sentimental. Estos temas se desarrollan de manera transversal a lo largo de todo el documento. Para adelantar la investigación no solo se consultó la bibliografía referida a Adlercreutz, sino su correspondencia con otros próceres de la Independencia como Bolívar, Santander, Montilla y de Francisco Martín, entre otros. También se tuvo acceso a la documentación existente en el Archivo Nacional de Suecia (Riksarkivet) - Archivo Militar - en Estocolmo, el Archivo Histórico de Cartagena, de la Casa de la Moneda y la Sala de Libros Raros y Manuscritos de la Biblioteca Luis Ángel Arango. En abril de 2004 tuve la oportunidad de visitar el Instituto de Estudios Latinoamericanos (LAI por sus siglas en inglés) de la Universidad de Estocolmo, en donde me entrevisté con los historiadores Magnus Mörner y Carlos Vidales. Allí tuve acceso a un trabajo inédito de Vidales, en el que recopila gran parte de los documentos que se encuentran en los archivos suecos referidos a Federico Tomás Adlercreutz.

Esta investigación surgió de manera fortuita, a partir de la correspondencia que el autor entabló con María Wickelgren, una profesora sueca descendiente del momposino Carlos Natividad Adlrecreutz Díaz Granados (hijo del sueco Federico Adlrecreutz y la cartagenera María Josefa Díaz Granados), quien buscando pistas de su antepasado llegó a uno de mis documentos sobre historia empresarial del Caribe colombiano. Para ella, y su esposo John Wickelgren, mis agradecimientos muy especiales. Me beneficié igualmente de una visita a Suecia en la primavera de 2004, por invitación de la Asociación de Profesores de Español del Sur de Suecia, presidida por Inger Enkvist. También colaboraron con esta investigación Steinar Saether, historiador noruego; Magnus Mörner (QEPD), quien fuera fundador del Instituto de Estudios Latinoamericano de la Universidad de Estocolmo; Carlos Vidales (QEPD), quien se desempeñó como profesor colombiano del mismo Instituto; la Biblioteca Luis Ángel Arango, y Alberto Arias De Greiff, quien me facilitó documentos históricos referidos a su antepasado sueco, el capitán Carlos de Greiff.

1. En 1933 el Ministro de Suecia en Madrid obsequió a la Academia Colombiana de Historia un retrato de conde Federico Tomás Adlercreutz (Posada, 1933), y en 1955 el Ministro de Suecia en Colombia hizo lo mismo con la Academia de la Historia de Cartagena (Torres, 1955). El retrato original, que pertenece a sus descendientes en Suecia, fue pintado por Per Krafft, el joven (1777-1863), discípulo de Louis David, éste último pintor neoclásico francés.

I. Suecia y la Independencia

Los contactos del gobierno sueco con los líderes republicanos de Hispanoamérica se remontan a la segunda mitad del siglo XVIII. Se debe recordar que “El Precursor” venezolano Francisco de Miranda fue bien recibido por algunos miembros de la nobleza (entre ellos el rey) y por diferentes funcionarios del gobierno sueco, cuando visitó ese país en octubre de 1787. De acuerdo con Mörner, “El Precursor” fue el visitante hispano-parlante más famoso que estuvo en Suecia en el siglo XVIII, quien debió llegar de incógnito para eludir la persecución diplomática española (Mörner, 1961).

En su Diario, Miranda nos dice que habló con el rey sobre “España y su decadencia e ignorancia extraordinaria”. Sobre el conocimiento de la “lengua de Cervantes”, el rey reconoció que apenas comprendía algunas palabras, pero así mismo dijo entender sin mucha dificultad el idioma de algunos asturianos que visitaron Suecia en esa época. De acuerdo con Miranda, la anterior afirmación “prueba que los pueblos godos que dominaron a España eran sin duda de este paraje” (Miranda, 1992, p. 265).

Desde finales del siglo XVIII, el rey Gustavo III de Suecia estuvo interesado en obtener para su país una posesión en el Caribe insular o continental. Como el monarca sueco mantenía estrechas relaciones con el rey Luis XVI de Francia, cuando se definió la paz que puso fin al conflicto entre Inglaterra y la alianza franco-española, Francia obtuvo para Suecia la isla de San Bartolomé, a cambio de privilegios comerciales en Gotemburgo. El tratado de cesión se firmó en París el 1 de julio de 1784 y durante cien años Suecia ejercería el control y administración sobre esta pequeña isla de 21 kilómetros cuadrados. La isla de San Bartolomé se ubica en el grupo de las Antillas Menores y pertenece al archipiélago de Barlovento.

Desde sus inicios, Suecia organizó su pequeña posesión como un establecimiento comercial y portuario, aprovechando las calidades excepcionales de los dos puertos naturales que poseía: la bahía de Le Carenage, donde se fundó el puerto de Gustavia en 1785, y el islote de Fourchue o Five Islands. La importancia estratégica de la pequeña isla de San Bartolomé no estaba en su tamaño, sino en su condición de puerto neutral. Este carácter determinó su importancia política y económica, en especial el comercio de “tránsito” con sus principales agentes, los corsarios republicanos (Vidales, 1988)2.

El interés y la publicidad sueca sobre las guerras de independencia en América fueron permanentes en esta época. Así, por ejemplo, en 1781 se había reimpreso una parte de la obra del abate francés Raynal, referente a la emancipación norteamericana, y luego en 1816 apareció una edición en sueco de la misma obra. En 1818 siguió la publicación en sueco de la obra del abate De Pradt (al parecer por encargo del mismo rey Carlos Juan) y luego en 1819, Olof Erik Bergius, antiguo empleado de la isla sueca de San Bartolomé, publicó un libro titulado Sobre las Indias Occidentales. Bergius subraya en su obra que “Europa no reconquistará nunca a América. Un pueblo ya maduro para la Libertad, no la perderá al otro lado del Océano” (Mörner, 1961, pp. 16 y 22).

Otro hecho significativo ocurrió en París en abril de 1814, cuando el príncipe real de Suecia, Juan Bautista Bernadotte, se entrevistó con el venezolano Manuel Palacio Fajardo, quien en ese momento hacía parte de la comisión diplomática que el nuevo Estado de Cartagena había enviado a Estados Unidos y Europa. De estos países Palacio Fajardo no recibió el respaldo esperado, mientras “Juan Bautista Bernadotte tuvo una aptitud completamente diferente a la de sus aliados… Se podría añadir que el príncipe Carlos Juan es un hombre emprendedor (y) que el pueblo sueco lo es igualmente” (Vidales, 1988, pp. 3-4). De acuerdo con algunos historiadores suecos, detrás de esa publicidad sobre la emancipación hispanoamericana se encontraba el propio Bernadotte, el futuro rey Carlos Juan.

En estos años, en Suecia se veía con un gran entusiasmo romántico las luchas por la independencia de las colonias españolas y portuguesas, que una vez libres abrirían sus potenciales mercados a los productos suecos, en especial el hierro. Al terminar las guerras napoleónicas, se agudizó la competencia inglesa en productos como el hierro y el carbón, lo que obligó a los exportadores de hierro suecos a buscar otros mercados por fuera de Europa como Estados Unidos, Brasil y las antiguas colonias españolas. De ahí que “durante el siglo (XIX)..., las relaciones económicas fueron el elemento principal en nuestros contactos con América Latina. Podemos decir que ese fue el factor que forjó el acercamiento entre (Suecia) y Latinoamérica” (Karlsson y Magnusson, 1992, p. 184). Pese a estos esfuerzos, lo cierto es que el intercambio comercial de Suecia con Iberoamérica en el siglo XIX no fue de consideración, con la sola excepción de Brasil.

En 1820 se dio un primer contacto en Londres entre el enviado colombiano Francisco Antonio Zea y diplomáticos suecos. Zea le ofreció ventajas comerciales a Suecia, en caso de que este país le diera su reconocimiento político a Colombia. Esto no se concretó tan rápido como hubieran querido los colombianos, pero en cambio si pudo ser la antesala para que Federico Tomás Adlercreutz tomara la decisión de enrolarse en el ejército de Simón Bolívar en el mismo año de 1820, y se enviara un emisario especial en 1823.

2. C. Vidales, “San Bartolomé: las Antillas suecas y la Independencia Hispanoamericana (1810-1830)”, publicado en la Rana Dorada: revista de historia y cultura <http:/hem.bredband.net/Irbid.

II. De la Patria Boba a la Gran Colombia

Si bien es cierto que desde los primeros años del siglo XIX las elites criollas de Hispanoamérica se mostraron críticas contra las autoridades coloniales, sucesos externos al virreinato fueron decisivos para proyectar y extender el movimiento emancipador. En 1808, el ejército de Napoleón invadió España, sometió al rey y exigió le cedieran el trono. Las noticias de la desaparición de la monarquía española y la resistencia española contra el invasor fueron conocidas por la elite criolla, quienes aprovecharon las circunstancias para exigir a las autoridades del virreinato mayor participación en los órganos de gobierno. En medio de estas disputas, entre 1809 y 1810, se establecieron juntas locales de gobierno en casi todas las capitales provinciales de la Nueva Granada, Quito y Venezuela. Así, el 19 de abril de 1810, el cabildo de Caracas se constituyó en gobierno autónomo, y luego, en los meses siguientes, los criollos de Cartagena, Santa Fe y otras ciudades venezolanas y neogranadinas hicieron lo mismo. El 11 de noviembre de 1811 Cartagena proclamó su independencia absoluta de España.

Con las disputas entre los patriotas federalistas y centralistas se descuidó el enemigo común, las fuerzas realistas, quienes se apoderaron de Venezuela en 1812. Derrotados, varios venezolanos buscaron refugio en el Estado libre de Cartagena a partir de 1812, entre ellos Simón Bolívar, Carlos Soublette, Mariano y Tomás Montilla, Pedro Gual, Manuel Palacio Fajardo, Manuel Cortés Campomanes, Luciano D´Elhuyard, Miguel y Fernando Carabaño. Con la ayuda de los cartageneros, Bolívar organizó una fuerza que despejó de españoles el Bajo Magdalena, entró triunfante en Ocaña, marchó con sus hombres hasta Pamplona, donde de nuevo salió victorioso, y con la ayuda de Nariño penetró a Venezuela para enfrentar a los españoles.

El año de 1814 fue como la resurrección para los españoles, y a su vez el desastre para los patriotas: en mayo fue restituido Fernando VII al trono de España, en tierras americanas Bolívar era derrotado en Venezuela y Nariño caía prisionero en Pasto. En este período de la “Patria Boba” siguieron las disputas entre federalistas y centralistas, Bolívar se tomó Santa Fe en diciembre de 1814, y a principios del año siguiente hizo la campaña del río Magdalena, que tenía como destino desalojar a los relistas de Santa Marta. En Cartagena el coronel Manuel del Castillo y Rada se opuso a cooperar con Bolívar, por lo que este amenazó con tomarse por la fuerza la ciudad si no le brindaban su apoyo. Sorpresivamente Bolívar desistió de su campaña contra Santa Marta, levantó el sitio de Cartagena y se embarcó para Jamaica el 9 de mayo de 1815.

Por el lado europeo, una alianza militar de varios países encabezados por Inglaterra, Prusia, Rusia y Suecia derrotaron definitivamente a Napoleón en 1815, lo que para España significó la restauración del rey Fernando VII. Una de las primeras acciones del monarca español fue reconquistar sus antiguas colonias americanas, para lo cual despachó un ejército conformado por más de 10.000 combatientes, al mando del general Pablo Morillo. La expedición española desembarcó en Venezuela el 7 de abril de 1815, un mes antes de que Bolívar saliera para Jamaica. En julio de ese año “el Pacificador” Morillo llegó a Santa Marta y en agosto sitió Cartagena durante más de tres meses, pero finalmente los patriotas se vieron obligados a capitularon el 5 de diciembre de 1815, acosados por el hambre, las enfermedades y las armas españolas. Los patriotas que pudieron evacuar Cartagena, se dirigieron a los cayos de San Luis, Haití, donde se reunieron con Bolívar a principios de 1816. A mediados de ese año Bolívar y un pequeño grupo de patriotas salieron de Haití rumbo a Venezuela, con el propósito de expulsar a los españoles de su territorio. Por su parte, los españoles al mando de Morillo, después de haberse tomado Cartagena, siguieron en una rápida reconquista de la Nueva Granada, que se concretó en julio de 1816.

 

La derrota de Napoleón también trajo su parte favorable para los insurgentes hispanoamericanos: Inglaterra dio por terminada su alianza con España, lo que le permitió al primer país actuar con más libertad en el conflicto que se vivía en las colonias españolas. Luego de la victoria sobre Napoleón, los británicos desmovilizaron gran parte de su ejército, lo que les generó desempleo en un grupo de hombres especializados en la guerra. Unos seis mil británicos, entre ellos muchos soldados de fortuna, se enrolaron en el ejército de Bolívar a partir de 1818, y participaron en las decisivas batallas de Boyacá (1819), Carabobo (1821) y en la campaña libertadora del litoral Caribe de Colombia, entre 1819 y 1822.

Luego de la victoria de Bolívar en la batalla de Boyacá en 1819, este militar venezolano se constituyó en el líder indiscutido de los patriotas en la Nueva Granada y Venezuela, confiriéndosele el título de Libertador. En diciembre de ese mismo año se celebró el Congreso de Angustura, en donde se formalizó el nacimiento de la República de Colombia, integrada inicialmente por Venezuela y la Nueva Granada (más adelante se incorporaría Ecuador), se eligió a Bolívar como su primer presidente y Bogotá fue escogida como capital de la República, tal vez por seguir la tradición colonial (Palacios y Safford, 2002).