Loe raamatut: «La lucha contra Satanás»

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LA LUCHA

CONTRA

SATANÁS

Conociendo el Enemigo

Sus Debilidades, Estrategias, y Derrota

Joel Beeke

Publicado por:

Publicaciones Faro de GraciaP.O. Box 1043 Graham, NC 27253 www.farodegracia.org

ISBN 978-1-629461-78-6

La Lucha Contra Satanás

Conociendo el Enemigo: Sus Debilidades, Estrategias y Derrota

Por Dr. Joel Beeke

Derechos de Autor © Joel Beeke

Derechos Reservados

Agradecemos el permiso y la ayuda brindada por Dr. Joel Beeke y Bryntirion Press (Bryntirion, Bridgend CF31 4DX, Wales, UK) para traducir e imprimir este libro, Striving Against Satan, al español.

Traducción al español por PFG

© 2008 Todos los Derechos Reservados, Publicaciones Faro de Gracia

Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, por ningún medio, sin el consentimiento escrito de la casa publicadora, excepto por citas breves usadas para revisión en una revista o periódico.

Diseño de la Portada por Jeremy Bennett, www.kalosgrafx.com Diseño Editorial: Tsur y Asociados, tsuryasociados@prodigy.net.mx

© Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.

Con profunda gratitud para mi fiel colega,

amigo espiritual y gabba, Martin Holdt

Contenido

Prefacio

PARTE UNO CONOZCA AL ENEMIGO: LA PERSONALIDAD E HISTORIA DE SATANÁS

Capítulo 1 Una Guerra Santa

Capítulo 2 Satanás en el Antiguo Testamento

Capítulo 3 Satanás en el Nuevo Testamento

Capítulo 4 Satanás en la Historia de la Iglesia

Capítulo 5 Satanás en la Actualidad

Capítulo 6 Satanás en el Futuro

PARTE DOS LAS DEBILIDADES DE SATANÁS: CÓMO PELEAR DEFENSIVA Y OFENSIVAMENTE CONTA ÉL

Capítulo 7 Cómo Construir una Defensa Inexpugnable

Capítulo 8 Cómo Desplegar un Ataque Ofensivo

PARTE TRES LAS ESTRATEGIAS DE SATANÁS: SUS ARTIMAÑAS Y CÓMO RESISTIRLAS

Capítulo 9 La Habilidad de Satanás y Sus Estrategias

Capítulo 10 Cómo Confrontar Cuatro de las Principales Estrategias de Satanás

PARTE CUATRO LA DERROTA DE SATANÁS EN NUESTRA VIDA PERSONAL LAS IGLESIAS Y LAS NACIONES

Capítulo 11 Nuestro Desafío como Creyentes

Capítulo 12 Nuestro Desafío como Miembros de la Iglesia

Capítulo 13 Nuestro Desafío como Ciudadanos

Bibliografía Selecta

Otros Títulos Publicados por Publicaciones Faro de Gracia

Prefacio

En su libro, Power Encounters [Encuentros de Poder], David Powlison, editor del Journal of Biblical Counseling [Diario de Consejería Bíblica] y conferencista de teología práctica en el Seminario Teológico de Westminster, argumenta correctamente que necesitamos con urgencia pelear contra Satanás reclamando la armadura bíblica, tradicional, espiritual que describe Pablo en Efesios 6:10-20. Vivimos en una sociedad que cada vez es más pagana y se ha dejado caer en un profundo y esclavizante conjunto de adicciones. El comportamiento conflictivo o extraño se ha vuelto común; mucha gente experimenta un alto sentido de la presencia del mal. Los misioneros y antropólogos nos alertan sobre culturas animistas y posesiones demoníacas. El satanismo florece en las naciones occidentales. Desde la década de 1970, numerosos carismáticos, dispensacionalistas, y teólogos de la llamada “tercera ola del Espíritu Santo” han predicado y practicado diversas formas de “ministerios de liberación” para echar fuera a los demonios. Los libros de Frank Peretti han añadido confusión, influenciando a miles de personas a ver demonios al acecho en todas partes.

Por otro lado, millones de personas en la civilización moderna no creen en la existencia del diablo, o al menos lo han exorcizado de su vocabulario de trabajo, aun cuando el diablo es la explicación principal de la grave situación de la civilización moderna. Esta actitud incluso ha permeado en la iglesia. El predicador del siglo XIX, Charles Spurgeon, decía entonces: “Ciertos teólogos, actualmente, no creen en la existencia de Satanás. Es peculiar que los niños no crean en la existencia de su propio padre”.

Hoy se necesita en gran manera un pensamiento claro, bíblico, sobre Satanás y la armadura espiritual. Particularmente como creyentes, debemos estar conscientes de que la batalla contra Satanás y sus fuerzas de maldad es feroz, espiritual y necesaria. Debemos conocer a nuestro adversario. Debemos conocer la personalidad y la historia de Satanás. Debemos conocer sus estrategias, su poder y sus debilidades. Debemos saber cómo resistirlo y qué armas espirituales usar contra él. Debemos derrotarlo por la fe, a través de vidas que den fruto y propaguen la verdad.

Este libro cubre esta necesidad desde una perspectiva práctica. Sus capítulos profundizan sobre cinco direcciones establecidas por la Escuela de Teología Metropolitan Tabernacle de Londres, del 6 al8dejuliode2004.Laprimeradirección(capítulos1-6),examina la personalidad e historia de Satanás. La segunda dirección (capítulos 7-8), muestra cómo pueden explotar los creyentes las vulnerabilidades de Satanás al pelear defensiva y ofensivamente. La tercera dirección (capítulos 9-10), que se basa fuertemente en los viejos clásicos, exhibe las artimañas de Satanás y expone nuestros remedios contra ellas. Las últimas direcciones examinan cómo podemos derrotar a Satanás en nuestra vida personal y en nuestras iglesias y naciones (capítulos 11-13).

Nuevamente, quiero agradecer al Dr. Meter y a Jill Masters por su hospitalidad y amistad, y por invitarme en repetidas ocasiones a servir en el histórico Metropolitan Tabernacle. Gracias, también, al servicial personal del Metropolitan Tabernacle. ¡Qué gozo es hablar y reunirse en la Escuela de Teología del Metropolitan Tabernacle! Un sentido agradecimiento a mi querida esposa Mary, a mis hijos (Calvin, Esther y Lydia), así como a la Congregación Reformada de Holanda “Heritage” y al Seminario Teológico Reformado Puritano por concederme el tiempo para ausentarme de mis deberes habituales para servir en el Metropolitan Tabernacle.

Que Dios en su gracia use este libro para enseñarnos a todos cómo estar más conscientes de Satanás y sus ardides, y cómo librar con más éxito la batalla contra él.

PARTE UNO CONOZCA AL ENEMIGO: LA PERSONALIDAD E HISTORIA DE SATANÁS

Capítulo 1
Una Guerra Santa

Si usted es un verdadero creyente, Satanás lo odia. Lo odia porque usted es la imagen de Cristo, porque usted es la singular obra de Dios creado en Cristo Jesús para buenas obras, y porque fue arrebatado de su poder.

Usted es un desertor de Satanás y huyó de su territorio. Por gracia, reconoció a Cristo como su Señor y Maestro. Usted testifica con Pedro: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:16). Satanás lo odia porque Dios está con usted y porque ama a Cristo.

Satanás lo quiere de vuelta. Y como Jesús les dijo a sus discípulos: “He aquí, Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo” (Lucas 22:31), así que Satanás quiere zarandearlo como a trigo. No sobreestime ni subestime a Satanás. No es una deidad caída; no es Dios. Solamente es un ángel caído. No es omnipotente. Sin embargo, Satanás es un poderoso enemigo. John Blanchard escribió: “Se nos opone un enemigo viviente, inteligente, pleno de recursos y astuto, que puede sobrevivir a los cristianos más viejos, trabajar más que los más ocupados, pelear más que los más fuertes y burlar a los más sabios”.

Cada verdadero creyente está comprometido con lo que la Biblia describe como la guerra espiritual (Génesis 3:15; Apocalipsis 12:7). Juan Bunyan lo llamó una guerra santa. Esta guerra espiritual o guerra santa implica una batalla perpetua contra tres grandes enemigos: el diablo, el mundo y la carne.

Una batalla feroz

La batalla contra Satanás y sus demonios es feroz. La vida y la muerte están en juego, involucrando fuerzas de luz y oscuridad. Los principados y poderes de la oscuridad están bajo el dominio de Satanás y sujetos a sus órdenes. Los lugartenientes de Satanás son demonios que se deleitan en cumplir con sus órdenes. El ejército de Satanás es agresivo, maligno y cruel, y su poder se encuentra en lugares altos sobre nosotros y a nuestro alrededor. Este ejército es muy poderoso para que nosotros luchemos con nuestras propias fuerzas, sin embargo, no podemos transigir con Satanás ni rendirnos a él. En vez de ello, debemos resistir al diablo (Santiago 4:7) siguiendo conscientemente las instrucciones de la Biblia para tener la victoria sobre Satanás.

Una batalla espiritual

La batalla contra Satanás y sus demonios es espiritual. No peleamos contra este enemigo con pistolas, tanques o armas atómicas. Tampoco peleamos simplemente contra carne y sangre. Como Pablo les escribió a los Efesios: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12). Esta batalla no es por el poder mundial, por posesiones u honor, dice Pablo. El objetivo es más alto, en la realidad espiritual de la verdad, la justicia y la gloria del Dios viviente y su Hijo. Detrás de nuestros enemigos visibles de carne y hueso se encuentra un ejército de adversarios espirituales, invisibles. La guerra espiritual es una batalla contra enemigos invisibles con armamento invisible que se oponen a la causa y al reino de Jesucristo.

Luchamos contra el poderoso, innumerable, invisible ejército de Satanás. La lucha es un cercano conflicto espiritual. Es intensa y extenuante. En la lucha, los oponentes no mantienen distancia los unos de los otros; se quedan asidos uno del otro. Ya sea como el príncipe de las tinieblas o como un ángel de luz, Satanás nos compromete mano-con-mano y mano-a-mano en una guerra espiritual de vida o muerte.

Una batalla necesaria

La batalla contra Satanás y sus demonios es necesaria. Así como el mundo actual no puede escapar a la guerra contra el terrorismo, nosotros tampoco podemos escapar de la guerra contra Satanás. Nos guste o no, estamos en guerra. No podemos pedir amnistía ni consideraciones médicas, ni tampoco podemos evitar las balas y las bombas. Estar en medio de la guerra y no darse cuenta de ello es aún más peligroso. Si ignoramos al enemigo, nos colocamos como un blanco a derrotar. Pablo nos ordena: “Vestíos de toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” (Efesios 6:11).

Muchos cristianos hoy en día prestan muy poca atención al mandato de Pablo. Muchas iglesias hablan más sobre el desarme que sobre el armamento. Y muchos predicadores promueven una amplia “fraternidad universal” ecuménica que incluye una variedad de religiones en lugar de exponer la antítesis entre dos reinos que se oponen en este mundo.

Por desagradable que sea el tema de Satanás, necesitamos estudiarlo. El puritano Thomas Brooks escribió: “Cristo, la Escritura, su propio corazón, y las estratagemas de Satanás, son las cuatro cosas primordiales que usted debe estudiar y buscar entender en primer lugar y con mayor determinación” (Remedios Preciosos Contra las Artimañas del Diablo, p.3). Si tenemos ideas pobres sobre los objetivos de Satanás, sus fuerzas y limitaciones, nos volvemos descuidados. Subestimamos el poder del enemigo.

En este corto libro, estudiaremos a Satanás y sus artimañas. Confío en que lo que aprenderemos nos asistirá para pelear intensamente, pelear bien y seguir en la lucha hasta obtener una victoria total sobre el enemigo (cf. Catecismo de Heidelberg, Q. 127). Que Dios nos ayude en la batalla.

Capítulo 2
Satanás en el Antiguo Testamento

La personalidad de Satanás y su historia son la base de la doctrina satánica, que algunas veces es llamada satanología o, cuando se extiende a los ángeles caídos que ayudan a Satanás: demonología. La carrera de Satanás, que se extiende desde antes de la creación del hombre (Job 38:7) hasta la futura eternidad, forma una doctrina significativa en las Escrituras.

La Biblia está tan llena de referencias a Satanás que parecería imposible apegarse a la fe cristiana sin aceptar la realidad del diablo. Su existencia se atestigua en nueve libros del Antiguo Testamento (Génesis, Levítico, Deuteronomio, 1 Crónicas, Job, Salmos, Isaías, Ezequiel y Zacarías) y por cada autor del Nuevo Testamento.

El nombre y el origen de Satanás

Satán es una palabra hebrea que significa “acusador o adversario, alguien que resiste”. El término se utiliza 19 veces en el Antiguo Testamento, 14 de las cuales se encuentran en Job 1 y 2. También se menciona a Satán en 1 Crónicas 21:1, Salmos 109:6 y Zacarías 3:1-2.

Los académicos han discutido por largo tiempo si el término Satán se refiere a un nombre propio o un título. En Job y Zacarías, el artículo definido precede al sustantivo de Satán, de modo que la traducción literal es “el Satán” o “el acusador”. Sin embargo, en 1 Crónicas 21:1 y Salmos 109:6 no se incluye el artículo definido antes de Satán. Algunos académicos, entonces, han concluido que el término Satán debiera ser considerado como un título en Job y Zacarías y como nombre propio en 1 Crónicas y Salmos 109 (Elwell, ed., Diccionario evangélico de teología bíblica, p. 714).

Satanás y todos los demás ángeles fueron creados por Dios como seres espirituales (Salmos 148:2, 5; Hebreos 1:7, 14). En Job 1 se indica que Satanás alguna vez fue probablemente uno de los más altos y brillantes ángeles de Dios, con un sitio especial de prominencia en su servicio a Dios. Ezequiel 28:12-15 nos dice cómo era Satanás antes de pecar. Aunque le hablaba al rey de Tiro, el profeta Ezequiel hablaba más allá del rey, al mismo Satanás. Describe a Satanás como “querubín grande, protector”(v. 14),“lleno de sabiduría, y acabado de hermosura” (v. 12), sin tacha moral (v. 15). Estuvo en “Edén, en el huerto de Dios” (v. 13), y fue colocado “sobre el monte santo de Dios” (v. 14).

Donald Grey Barnhouse escribe: “Satanás despertó en el primer momento de su existencia en la plenitud del poder y la belleza de su exaltada posición, rodeado de la magnificencia que Dios le dio. Se vio a sí mismo como superior a todos en poder, sabiduría y belleza. Únicamente en el trono del mismo Dios pudo ver más de lo que él mismo poseía”. Barnhouse concluye que Satanás, antes de su caída, “ocupó el cargo de primer ministro de Dios, gobernando posiblemente el universo, pero, con certeza, este mundo” (La Guerra Invisible, pp. 26-27).

La caída de Satanás y su actividad en el Paraíso

Ezequiel 28:15-19 nos relata que Satanás cayó de la posición que tenía debido a su preocupación por su propia belleza y gloria y por causa de su necia ambición para derrocar al Dios de gloria. El pecado de Satanás se originó en el pecado, creció con el auto engaño y terminó con una ambición rebelde. Su rebelión lo llevó a inducir a un gran número de ángeles a unírsele en su oposición a Dios (Apocalipsis 12:4). Entonces Dios arrojó a Satanás y sus ángeles rebeldes fuera del cielo, hacia la tierra (Ezequiel 28:16-17). Satanás perdió para siempre su posición original como el querubín ungido de Dios (Judas 6).

Dado que Satanás no pudo atacar directamente a Dios en el cielo, encaminó sus malévolos esfuerzos contra el hombre, que representa la corona de la creación de Dios. La actividad de Satanás en la historia se registra por primera vez en Génesis 3. Se nos ha dicho que Satanás se presentó como una serpiente en el Paraíso, donde se acercó a Eva. Entonces, Satanás utilizó varias técnicas con Eva que aún utiliza con nosotros, actualmente:

1. Satanás puso las órdenes de Dios bajo una luz negativa. Le preguntó a Eva: “¿Con que Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Génesis 3:1b). Dios en realidad dijo que Adán y Eva podían comer de todos los miles de árboles en el huerto de Edén excepto uno. Eva corrigió a Satanás, diciendo: “Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: no comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis” (Génesis 3:2-3).

2. Satanás refutó los motivos y el carácter de Dios. Le dijo a Eva: “No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios” (Génesis 3:4-5). Satanás buscó refutar el carácter de Dios persuadiendo a Eva de cuestionar la bondad de Dios. Sugirió que Dios no era bueno y justo, pues restringió su libertad y les prohibió comer del árbol del conocimiento del bien y del mal.

3. Satanás dijo que el hombre podía ser como Dios. Satanás buscó transferir su objetivo a la raza humana cuando le dijo a Eva: “Y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:5b). En otras palabras, Adán y Eva podrían decidir por sí mismos lo que estaba bien o mal. Podrían decidir lo que querían hacer. No tendrían que escuchar a otros, ni siquiera a Dios. Podrían ser sus propios dioses. Pero ésa era una verdad a medias porque podrían conocer la bondad y la maldad, pero nunca podrían ser como Dios. Y Satanás tampoco les explicó que sin la gracia divina ellos no tendrían el poder de hacer el bien o evitar el mal.

4. Satanás hizo que el pecado se viera como algo bueno. Génesis 3:6 nos dice: “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella”.

Satanás bajo el control de Dios, a pesar de los ataques continuos

A pesar del éxito que tuvo Satanás al conseguir que Adán y Eva desobedecieran a Dios, para romper el pacto con Dios, y para hundir a toda la raza humana en el pecado, Satanás permaneció bajo el control de Dios por toda la era del Antiguo Testamento. Ello es evidente por la relación de Satanás con Saúl en 1 de Samuel 16:14-23 y en los tratos de Satanás con Dios y Job en Job 1. Satanás no podía actuar más allá de los límites establecidos por Dios en su soberano poder como el Creador. Sin la voluntad permisiva de Dios, “no tiene mucho movimiento” (cf. Catecismo de Heidelberg, Q. 28). A eso se refería Martín Lutero cuando dijo: “Aún el diablo le pertenece a Dios”.

Sin embargo, Satanás ha herido frecuentemente el talón de la semilla de la mujer desde el Edén. Las naciones caminaron en su oscuridad, en la ceguera de su falta de fe, y acogiendo el pecado. Pero Dios en su soberanía, escogió gente para sí en medio del reinado de oscuridad de Satanás. Aún con su pueblo escogido de Israel, empero, la oscuridad solía prevalecer. Pero Dios todavía conservó a sus 7,000 que se rehusaron a doblar la rodilla ante Baal (1 Reyes 19:18). Y les prometió a estos restantes que caminaron por la fe y retaron el dominio del pecado, que pronto enviaría al Salvador del pecado y la muerte.

La influencia de Satanás es evidente en el conflicto entre Caín y Abel, Ismael e Isaac, Esaú y Jacob, Egipto e Israel. La meta de Satanás siempre es la misma: eliminar la semilla escogida. La prueba es la orden de Faraón de destruir a todos los bebés varones de Israel. Prueba es el ataque de Egipto a los israelitas en el Mar Rojo. La prueba es el complot de Amán contra Ester y su pueblo.

Satanás está al acecho en cada esquina a través de todo el Antiguo Testamento, tratando de derrocar los propósitos a largo plazo de Dios. Satanás incitó a David a censar al pueblo (1 Crónicas 21:1). Satanás acusó de pecador al sumo sacerdote Josué (Zacarías 3:1). Satanás trató de empobrecer al pueblo escogido de Dios a través de prácticas paganas asociadas con rituales de orgías (1 Reyes 18:28), brujería (2 Reyes 9:22), ocultismo (2 Reyes 21:6-7), y adivinación (Miqueas 5:12). Pero las campañas malignas de Satanás, sin importar cuán bien planeadas estén, continúan fallando, pues Dios las utiliza para alcanzar sus propósitos, en vez de frustrarlos. Satanás cuestionó la piedad de Job diciendo que estaba basada en su conveniencia, pero al final, Dios perfeccionó a su siervo Job a través de severos juicios y lo llevó a ser como el oro. Satanás planeó hacer que Balaam maldijera a Israel, pero el Espíritu de Dios vino sobre Balaam para que en vez de ello profetizara la agraciada voluntad de Dios para Israel. Satanás está tan limitado por las órdenes de Dios, dijo Calvino, “que está obligado a prestarle su servicio” (Institución de la Religión Cristiana, 1.14.17).

Qué consuelo es saber que los estratagemas malignos de nuestro mayor enemigo están completamente bajo el control de nuestro mejor Amigo, de modo que “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28). Por esta razón Calvino pudo concluir que: “Aun el diablo puede, a veces, actuar como un doctor para nosotros”.