Estrés laboral y riesgos psicosociales

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Estrés laboral y riesgos psicosociales
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Estrés laboral y riesgos psicosociales

Investigaciones recientes para su análisis y prevención

Estrés laboral

y riesgos psicosociales

Investigaciones recientes

para su análisis y prevención

Lección magistral leída en el solemne acto

de apertura del curso 2009-2010

José M.a Peiró Silla



Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, ya sea fotomecánico, fotoquímico, electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el permiso previo de la editorial.

© José M.a Peiró Silla, 2009

© De esta edición: Universitat de València, 2009

Fotocomposicióny maquetación: Publicacions de la Universitat de València

ISBN: 978-84-370-8275-2

Excmo. y Magfco. Sr. Rector,

estimados colegas y amigos,

señoras y señores,

1. Introducción

El estrés1 laboral es un fenómeno frecuente en el mundo del trabajo. De hecho, algún autor lo ha caracterizado como «pandemia» del siglo XXI (Caprarulo, 2007). La última Encuesta Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, realizada en el año 2007, ha puesto de manifiesto las condiciones laborales más preocupantes o molestas para los trabajadores. El riesgo de tener un accidente, preocupa a un 22,6%. Le sigue el riesgo de perder el empleo (21,9%), la cantidad de trabajo que ha de realizar (21,5%), el riesgo de tener una enfermedad (19,5%), las posturas que debe adoptar para realizar su trabajo (19,1%), el ritmo de trabajo (18,9%), el horario (17,3%), los esfuerzos físicos que ha de realizar (16,8%), la monotonía (15,5%) y las relaciones con otras personas no empleadas en su empresa (14,5%). Además, el 22,5% de los trabajadores considera que el trabajo está afectando negativamente a su salud. Las dolencias que, con más frecuencia, atribuyen los encuestados al trabajo son: el dolor de espalda (13% del total de los encuestados), el dolor de cuello (6,3%) y el estrés, (6,3%) (INSHT, 2009).

De hecho, existe evidencia empírica que relaciona significativamente las experiencias de estrés, en especial cuando son intensas o tienen carácter crónico, con el malestar psicológico, las molestias psicosomáticas, los problemas de salud mental, los trastornos músculo-esqueléticos y las enfermedades gastrointestinales y cardiovasculares. Esos problemas, a su vez, tienen repercusiones negativas sobre las empresas y sus resultados. Cabe mencionar entre ellas el deterioro del clima social, el incremento del absentismo o la reducción de la productividad.

La importancia creciente del estrés laboral está relacionada con las transformaciones que se están produciendo en los mercados de trabajo, las relaciones laborales, las empresas y la propia naturaleza del trabajo. La globalización de la economía y los mercados, la crisis financiera, los cambios tecnológicos y los demográficos y sociales tienen importantes repercusiones sobre las formas organizativas de las empresas, las relaciones entre la empresa y el trabajador, los sistemas de trabajo, el contexto del puesto y la propia actividad laboral. Las condiciones de trabajo han mejorado en varios aspectos, pero han surgido o se han intensificado nuevos riesgos, en su mayor parte de carácter psicosocial.

Ahora bien, las demandas emergentes ofrecen también oportunidades de desarrollo y realización personal. Las experiencias de estrés pueden deteriorar la salud y el bienestar de los trabajadores, pero pueden también, en determinadas condiciones, tener consecuencias beneficiosas. De hecho, como señaló Selye (1956), conviene distinguir el estrés positivo o «eustress» del negativo o «distress». Haciéndose eco de esta distinción, la Guía sobre el estrés relacionado con el trabajo publicada por la Comisión Europea (2002b) introduce la temática del estrés con el sugerente subtítulo: ¿ «sal de la vida» o «beso de la muerte»? ¿Cómo puede un mismo fenómeno plantearse de forma tan diversa y tener consecuencias tan diferentes? Éste es uno de los aspectos que abordaremos en la presente lección. Sin embargo, nuestro objetivo fundamental está dirigido a identificar algunas tendencias novedosas en la investigación sobre estrés laboral y determinar sus implicaciones para el análisis de los riesgos psicosociales y su prevención eficaz.

1. El término «estrés» se ha utilizado en la investigación científica en una triple acepción como estímulo, como respuesta y como interacción de la persona con su entorno (Peiró, 1999a). La aproximación del estrés como estímulo toma el término de la física, que considera el estrés como un estímulo de presión que se aplica a determinados materiales y que produce una alteración temporal o, en ocasiones, permanente (strain) en los mismos. Una segunda acepción, proveniente del mundo de la biología y la fisiología, considera el estrés como «repuesta» psicosomática a determinados estímulos que en este caso serían conceptualizados como estresores o fuentes de estrés. Una tercera acepción ha conceptualizado el estrés como transacción entre la persona y su entorno, de manera que es la experiencia subjetiva y la forma de apreciar la persona su situación lo que se caracterizaría como estrés. En este trabajo adoptamos esta última acepción del estrés, y denominamos a los estímulos «estresantes» o «estresores» mientras que a los efectos más o menos permanentes ante el estrés los caracterizaremos como «efectos del estrés». Las respuestas del sujeto que, de alguna forma, intentan controlar los efectos del estrés o eliminar o paliar sus efectos las caracterizamos como «conductas de afrontamiento ante el estrés».

2. Nuevas demandas para la investigación sobre estrés laboral desde la prevención de riesgos psicosociales

Durante las últimas décadas, los riesgos laborales de carácter psicosocial han recibido más atención en la legislación y en las políticas de prevención de riesgos y seguridad laboral. La obligación de prevenir esos riesgos ha sido claramente establecida en la Directiva Marco 89/391 del Consejo Europeo y en la legislación que se ha derivado de ella. De forma específica, se establece en esa Directiva la obligación del empleador de «garantizar la salud y la seguridad de los trabajadores en todos los aspectos relacionados con el trabajo» (a.5.1). Para ello, el empleador tiene la obligación de evaluar y prevenir los riesgos laborales, incluidos los de carácter psicosocial. Estas exigencias legales plantean a la investigación un buen número de cuestiones, requieren el desarrollo de la tecnología adecuada para llevar a cabo la evaluación de riesgos de forma fiable y válida y demandan estrategias y técnicas para su prevención eficaz. De hecho, varias publicaciones han presentado los retos y logros en este campo desde la década de los noventa (Cox y Rial-González, 2000a; 2000b; EASHW, 2002; Peiró y Bravo, 1999).

En la última década, la Comisión Europea en su Agenda social para la promoción de la salud y la seguridad en el trabajo (2007-2012)2 ha seguido insistiendo en la necesidad de la evaluación y prevención de riesgos psicosociales. Además, los agentes sociales europeos, en el año 2004, han firmado un acuerdo marco sobre el estrés laboral3 que tiene como objetivo proporcionar a los empresarios y trabajadores un marco que les permita identificar y prevenir o gestionar los problemas relacionados con el estrés del trabajo.

Una adecuada prevención de los riesgos psicosociales requiere su análisis riguroso, la determinación de sus causas y el desarrollo de tecnologías y metodologías que permitan su evaluación y prevención. Este tipo de cuestiones se han venido abordando en los estudios sobre el estrés laboral. Existe una tradición de casi un siglo en la investigación sobre estrés, y durante la mayor parte de ese periodo también sobre el estrés laboral. De hecho, en las últimas décadas el cuerpo de conocimientos conseguido ha dado lugar al surgimiento de la Psicología de la Salud Laboral (Occupational Health Psychology) (Barling, Kelloway y Frone, 2005; Fullagar y Hatfield, 2005; Hofmann y Tetrick, 2003; Houdmont y Leka, 2008; Näswall, Hellregen y Sverke, 2008; Quick y Tetrick, 2003; Schabracq, Winnubst y Cooper; 1996: Peiró y Tetrick, en prensa).

Ahora bien, los cambios en la realidad laboral están requiriendo una revisión de los supuestos sobre los que se ha desarrollado esa investigación y un replanteamiento que permita considerar de forma más adecuada las nuevas cuestiones. En efecto, las políticas de prevención plantean nuevos enfoques, cuestiones y demandas a la investigación sobre estrés laboral. Vamos a considerar aquí cuatro de ellas que, en nuestra opinión, son especialmente relevantes. En primer lugar, una consideración positiva de las condiciones de trabajo, seguridad y salud laboral. La prevención no puede limitarse a evitar los accidentes y las enfermedades. Es necesario que se promueva el bienestar bio-psico-social del los trabajadores. De forma clara, la Estrategia comunitaria 2007-2012 establece: «Nuestro objetivo debería ser lograr una situación en la cual el trabajo incremente la salud y el bienestar personal, y el acceso al mercado laboral y el mantenimiento del empleo mejoren la salud global de la población». En segundo lugar, esa Estrategia señala que «la naturaleza de los riesgos profesionales cambia al ritmo del incremento de las innovaciones, del desarrollo de nuevos factores de riesgo (violencia en el trabajo, incluido el acoso moral y sexual, y las adicciones) y de la transformación del trabajo (vida profesional más fragmentada). Esos cambios exigen comprender mejor el fenómeno a través de una investigación especializada, con objeto de definir medidas de prevención eficaces». Lógicamente, el análisis de esos riesgos implica la formulación de nuevos modelos en la investigación sobre el estrés. En tercer lugar, se insiste en el carácter preventivo y anticipatorio de las actuaciones y en la construcción de una cultura de la prevención a través de la información, educación y participación de los trabajadores. Por último, ya la Directiva de 1989 marcaba la primacía de la prevención colectiva. En esa misma dirección, la Estrategia 2007-2012 ha insistido en la necesidad de «fomentar los cambios de comportamiento entre los trabajadores y animar a los empresarios a que adopten enfoques que favorezcan la salud». Al poner el énfasis en la cultura de seguridad se presta atención no sólo al nivel individual sino al colectivo, señalando la necesidad de construir organizaciones saludables. Por ello, se requiere una «especial atención a la formación de los jóvenes empresarios en materia de gestión de la salud y la seguridad en el trabajo, así como a la formación de los trabajadores en lo que respecta a los riesgos en la empresa y a los medios de prevenirlos y de luchar contra ellos» (Comisión Europea, 2007, punto 6.1).

 

En resumen, se trata de cuatro aspectos con clara incidencia en la investigación sobre el estrés en el trabajo: un enfoque positivo sobre la salud y el bienestar laboral, un replanteamiento de los modelos teóricos que mejoren la comprensión de los nuevos fenómenos, una consideración anticipatoria y preventiva del estrés y un enfoque colectivo del mismo. Estas nuevas demandas, han contribuido a una revisión crítica de los modelos teóricos y los supuestos que han inspirado el paradigma heredado desde hace más de medio siglo. Veamos a continuación cuales han sido esos supuestos y las críticas que han recibido recientemente.

2. Improving quality and productivity at work: Community strategy 2007-2012 on health and safety at work», <http://ec.europa.eu/employment_social/news/2007/feb/commstrat_en.pdf>. Esta prioridad ya fue establecida en la anterior agenda social europea para el periodo 2002-2006 (Adapting to change in work and society: A new Community strategy on health and safety at work 2002-2006).

3. <http://ec.europa.eu/employment_social/news/2004/oct/stress_agreement_en.pdf>.

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