Loe raamatut: «Fuego»
FUEGO
JOSÉ RAMÓN HERRERA GOYA
FUEGO
EXLIBRIC
ANTEQUERA 2022
FUEGO
© José Ramón Herrera Goya
Diseño de portada: Dpto. de Diseño Gráfico Exlibric
Iª edición
© ExLibric, 2022.
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ISBN: 978-84-19092-47-2
JOSÉ RAMÓN HERRERA GOYA
FUEGO
Dedicado a José María Pizarro,
quien con tanto cariño ha redactado el prólogo de mi libro
«Destello» y del poemario que tienes en tus manos.
Índice
Prólogo
MI POESIA
Mi poesía
Tu amiga íntima
El instante
La causante
MI LUZ
Hacia el cielo mira
Un ángel me parece
Cantos de felicidad
Muy asustadiza
Lo contemplas siempre
Desvaneciendo
Se estremece
Sencilla proeza
El alma depura
A su encuentro
Música del alma
Espectáculo eterno
Hasta primavera
En mi alma
Nuestra guía
Un milagro
Brilla el relámpago
Volveré a observarlas
Mi vida adorna
Mi cuerpo descansa
Solamente sueños
Ahora
A hora temprana
Llega el alma
Nos da aliento
Maravillosa naturaleza
Todo revivía
Que llegue en hora
Sonrisa
Sagrada unión
Brilla un montón
Ella desea
Maravillosa visión
Amorosas
Suave mordisco
Para que la adores
Me regala amor
Una cita
Lo que era
Un momento
Centrada en el ahora
Te refresca
Cual si fueran flores
MI FILOSOFIA
Hasta tu centro
Jamás distinguió
Extrema celeridad
Son hermanos
A la carrera
La paz procura
Inocente arte
Es lunes
Nos guían
En el ahora se esmera
Tu autoestima
Reciente historia
Aguardas
El principal personaje
Unidad con lo divino
Propia vida
Dibujando mi sino
Renovarte
Lo amas
Ocupará un sitio
Vivir un poco
Lo mismo
En comunión
Me da la gana
Inspiración
Recuperando
Cambio de situación
En tu sendero
Ahora tocamos
La conseguimos entera
Con ilusión
Lo conseguirás
Verlos quiero
Gobiernan la tierra
Son diferentes
Si arde
En hermandad
Serena felicidad
Que tu estima crezca
Pasear por la ría
Aceptar
Magnífico reto
Reposo que serena
Cambiar el ritmo
No fui mi dueño
Una flor alta
Siempre contigo
Variopinto
Está en todos lados
Viendo tu cara
Correcto destino
Si las mujeres gobernaran
Ama la pureza
Tomar una variante
La paz que derrama
Fue víctima solo
Para poder recomenzar
Un beso rojo
Delicadísima tela
A tiempo dado
Alcanzas lo divino
Buen humor incita
Esencia santa
Ave entera
Me guío
Corazón de estrella
Propio juez
Realidad soñada
Por nosotros
Aún en ti está vivo
Serenidad
Eterna ociosidad
DEDICATORIAS
A ella huelo
Llevas en ti
Juegos
Sencillas cosas
Prólogo
Dice José Ramón que cuando te sientas desolado, mires al cielo para recibir alegría en la mirada, porque es la simpleza de lo pequeño la que nos induce con la imaginación a soñar y desear, para que así el rugir de motores no consiga acallar los trinos de los pájaros. Mientras tanto, se fija en las bailarinas sombras que proyectan las hojas movidas por el viento; introduce el fuego en ese brillo del sol que, al amanecer, ilumina las hojas con un brillo que llega al corazón. Al azul celeste sube humo de incienso con curvas en movimiento hasta que el viento lo disipa, como se desvanece la ola convertida en lento rizo y blanca espuma.
Convertido en espectador desde la atalaya del balcón de su casa, contempla cómo arde el día mientras las aves baten sus alas al aire. Luego, el fuego naranja que emite una farola deja ver gotas de lluvia en las ramas de los árboles, que lucen en la noche mientras en el suelo, terminado su ciclo veraniego, las hojas secas crujen movidas por el aire que precede al otoño. Al despertar al día siguiente, con el calor del sol como cristalino espejo, suben al cielo gasas de niebla entre vapores deshechos a la vez que la aparición del arcoíris, con el binomio calor-humedad, le evoca su niñez.
Con el paso del tiempo, el sol atempera las estaciones, desde el frío invierno a la fresca primavera. Vuelto a casa, contempla como milagro que un haz de luz refleje, en el televisor apagado, rayos de sol que son esquivados en el exterior por las aves entre revoloteo de hojas doradas, y cuando ese sol se pone en los jardines, las golondrinas brillan con destellos de la Alhambra a la vez que como símbolo del otoño que adorna su vida, surge una flor de pasión.
Lleno de luz y calor descansa en la madrugada oscura deseando que la claridad traiga el día y cuando ausente en sus pensamientos vuelve a ver el sol en el cielo luciendo en un cuadro que le deja absorto, una mariposa despliega sus alas y vuela tras posarse en el cristal de su ventana. En ese momento, al entrar el sol por el balcón, le trae un haz de luz, color medalla, y se deja llevar por su resplandor hasta que la vista le conduce a admirar la belleza de la naturaleza cercana en el brillo que se refleja en las hojas.Al atardecer, un sol anaranjado se posa entre blancas nubes y su color dorado brilla hasta decorar los montes cercanos. Después, se vuelve rojo ofreciendo una maravillosa, aunque efímera visión.
El fuego del sol es una constante en las guirnaldas navideñas que se cuelan por las rendijas de la persiana, en las hojas bailarinas entre sol y sombra o en las estrellas de colores que se forman en la chapa de un coche cuando refleja sus rayos el astro rey, y sentado, con un café al lado, mientras contempla bajo el toldo cómo se mueven los flecos, rizados por la brisa, purificado por el calor, comparte su sensibilidad desde un ámbito pedagógico con poemas didácticos, como que tú solo hallarás el lucero que muestre el sendero, que solo el cerebro nos distingue de los demás seres o que perdidos en nuestros problemas diarios no vemos la sencilla realidad.
Refiere que solo los niños ven el milagro de la vida porque la contemplan fuera del escaparate desde donde la vemos los adultos. Nos dice que vivamos en el presente y no hagamos conjeturas con el pasado y el futuro; que amemos nuestra autoestima y no queramos arreglar las vidas ajenas; que las grandes potencias juegan al ajedrez de la guerra en terceras naciones; que cada año es un viaje sin más paradas que las estaciones; que si quieres ser genuino no hagas siempre lo que otros te dicen; que busquemos la verdad lejos de símbolos y vacuos ritos; que no caigamos en los finos y largos hilos que nos tienden las redes sociales, aunque la sociedad cambiante nos pida adaptarnos.