Loe raamatut: «La Tierra está en nuestras manos»

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Título original: A Terra na palma da mão

Traducción: Jesús García-Abril, SJ Diseño de portada: Sergio Ávila

© 2016 Ediciones Dabar, S.A. de C.V. Mirador, 42

Col. El Mirador 04950, México, D.F.

Tel. (55) 5603 3630, 5673 8855, 5603 3674

E-mail: contacto@dabar.com.mx www.dabar.com.mx

ISBN: 978-607-612-211-2

Hecho en México.

Índice

PREÁMBULO

PRIMERA PARTE

CÓMO AFRONTAR LA SEXTA EXTINCIÓN EN MASA

1  Dos cosmologías en conflicto

2  La cosmología de la dominación, en crisis

3  El paradigma planetario

4  La era del ecozoico contra la era del antropoceno

5  Cómo afrontar la sexta extinción en masa

6  La vida proviene del caos generativo

7  ¿Podemos saber qué es la vida, en definitiva?

8  ¿Qué es, a fin de cuentas, el ser humano?

9  El espíritu está primero en el universo, y luego en nosotros

10  El ser humano: la porción consciente de la Tierra

11  ¿Qué es antes: la competición o la cooperación?

12  El ilusorio gen egoísta

13  El principio gana-gana versus el principio gana-pierde

14  Ciencia, religión y espiritualidad

15  Religión, teología y teorías del «Todo»

SEGUNDA PARTE

¿TIENE REMEDIO EL SER HUMANO?

1  Nuevo modelo ético: ¿el puño cerrado o la mano entrelazada?

2  Una pregunta inquietante: ¿Tiene remedio el ser humano?

3  Somos sapientes y demasiado dementes

4  Habla el exterminador de millones de judíos: Rudolf Höss

5  La compasión: nuestra verdadera humanidad

6  El bien común de la nación, de la Tierra y de la humanidad

7  No hay guerra justa ni santa, porque la guerra mata

8  ¿Hasta dónde llega la libertad de expresión?

9  El derecho a nacer y a morir con dignidad

10  Francisco de Asís: en él tuvo sentido el ser humano

TERCERA PARTE

LA ECOLOGÍA Y LAS NUEVAS FORMAS DE DEMOCRACIA

1  La guerra contra Gaia que jamás ganaremos

2  ¿Podemos detener el «Titanic ecológico»?

3  ¿Final de una era, una nueva civilización o fin del mundo?

4  ¿Cuándo comenzó nuestro error?

5  La Tierra: sujeto de dignidad y de derechos

6  La Carta de la Tierra: promesa de una Tierra feliz

7  ¿A quién pertenece la Tierra?

8  Si conociéramos los sueños de los blancos.

9  El desafío actual: la injusticia social y la injusticia ecológica

10  La ecología y las nuevas formas de democracia

11  Revisar los fundamentos de nuestro modo de vivir

12  El precio de no escuchar a la naturaleza

13  Otro paradigma: obedecer a la naturaleza

14  Revisitar la ancestral sabiduría indígena

15  En nosotros reside la memoria entera del universo

16  Papa Francisco: los derechos de la madre Tierra y el cuidado de la Casa Común

CUARTA PARTE

VER CON LOS OJOS DEL CORAZÓN

1  La pérdida del sentido de las cosas

2  Motores de la «nave espacial Tierra»

3  ¿Nos maldecirán nuestros hijos y nuestros nietos?

4  ¿Ha llegado el día del juicio sobre nuestra cultura?

5  ¿Qué relación guardan «mística» y «religión»?

6  Creer a pesar de los cataclismos y de las maldades humanas

7  La fe como apuesta: una oportunidad para todos

8  Espiritualidad y cuidado en la educación

9  Primero viene el Espíritu, antes que el misionero

QUINTA PARTE

FIGURAS SEMINALES Y EJEMPLARES

1  Un líder seminal: José Mujica, ex presidente de Uruguay

2  Hubo un profeta enviado por Dios llamado «Gentileza»

3  Un evangelio sin poder: las comadronas de un pueblo indígena

4  Perderse para encontrarse: el monje, el gato y la luna

5  Toda arrogancia será castigada, ayer, hoy y siempre

6  ¿Por qué los grandes no cuidan de los pequeños?

7  Una parábola siempre actual: el payaso de Kierkegaard

8  Un desafío permanente: casar el Cielo con la Tierra

9  El hombre que siempre esperaba la venida de Dios

CONCLUSIÓN

La verdadera génesis no se encuentra al comienzo, sino al final

PREÁMBULO

La situación mundial se caracteriza por una serie de crisis de todo tipo y por graves perturbaciones que ponen en peligro la continuidad de nuestra civilización e incluso la subsistencia de la vida en el pla- neta. Por eso, son muchos los que se preguntan angustiados: ¿adónde vamos?; ¿cuándo cesarán los niveles de erosión de la biodiversidad, dado que dependemos de ella para garantizar nuestro futuro?

Nadie, ni siquiera sabio alguno perteneciente a los grandes centros que se ocupan sistemáticamente del estado de la Tierra, se atreve a pro- nunciarse con absoluta certeza. Nos hallamos en una especie de vuelo sin visibilidad, con la esperanza de no acabar estrellándonos contra alguna montaña. El 18 de junio de 2015, el papa Francisco publicó su encíclica Laudato si’, sobre el cuidado de la Casa Común. Allí encontramos palabras muy alentadoras. El papa conoce los riesgos que corren la Tierra y la humanidad, pero confía siempre en los seres humanos, en su inteligencia y sabiduría y, evidentemente, en el Dios Creador, que se revela como «el soberano amante de la vida» (Sab 11,26) y no permitirá que su creación, nacida del amor, sucumba miserablemente.

Aun así, creemos y esperamos que los dolores del tiempo presente no son los estertores de una persona agonizante, sino los dolores de parto de otro tipo de mundo que nos permita seguir viviendo en este pequeño y hermoso planeta Tierra.

Intuimos que no puede desembocar en un súbito colapso, a seme- janza de una persona que se encuentra conversando tranquilamente y, de pronto, cae pesadamente, fulminada por un infarto. Es verdad que hemos agredido excesivamente a la Madre Tierra, pero esta, aun encontrándose enferma, sigue dándonos con generosidad cuanto necesitamos. Pero ¿hasta cuándo? Ya podemos avistar sus límites físicos, por lo que no podemos ir más allá, so pena de que ella ya no quiera que sigamos pisando su suelo. Su capacidad de aguante, la famosa «resiliencia», tiene un límite que no puede ser traspasado.

Estas son las cuestiones que vamos a abordar en el presente libro, tratando de denunciar las amenazas, pero, sobre todo, intentando ofrecer unas vías de salida esperanzadoras.

Si, por un lado, se constatan peligrosos acontecimientos extre- mos y situaciones caóticas en casi todos los niveles –el ecológico, el político, el cultural e incluso el religioso–, por otro lado se percibe la emergencia de alternativas que constituyen auténticos brotes de esperanza. Tal es el caso de las zonas de producción industrial no contaminante y de alimentos orgánicos. Es perceptible una creciente preocupación por las aguas y su vegetación de ribera. Se busca la pre- servación de las semillas criollas y el aprovechamiento sistemático de materiales sólidos reciclables. Surgen actitudes de un mayor respeto hacia la naturaleza, desde la conciencia de nuestra responsabilidad por el «bien vivir» y el «bien convivir» de todos, en orden a superar el inmenso abismo entre ricos y pobres. Se verifica una innegable preocupación por la Tierra como un todo, aceptada cada vez más como Madre y como un superorganismo vivo, denominado «Gaia» por los modernos, y «Pachamama» por los pueblos originarios.

Finalmente, la humanidad no está paralizada, aguardando impa- sible y resignadamente el «Big One», la gran catástrofe que puede afectarnos profundamente. Queremos anticiparnos y transformar una posible tragedia en una crisis de paso hacia un nivel superior de convivencia con la naturaleza y con los diferentes pueblos.

Todo ello se encuentra dentro de las posibilidades no solo de la historia humana, sino de toda persona, susceptible de experi- mentar los necesarios cambios, dado que es, por naturaleza, un ser versátil, flexible y adaptable a las más diversas circunstancias.

Fue así como en el pasado atravesamos las numerosas crisis, tanto en lo referente a los cambios climáticos como en lo tocante al paso de una civilización a otra.

Dos poderosas eras ecológicas se confrontan, ambas producidas por el ser humano: la del antropoceno y la del ecozoico.

El antropoceno sería, según diversos científicos, la nueva era geo- lógica inaugurada en el siglo xix, cuando los europeos occidentales se lanzaron ferozmente a la conquista y dominación de la naturaleza y del planeta entero con los instrumentos suministrados por la tec- nociencia. En gran parte, este propósito tuvo éxito y se hizo global, pero cobrando unos elevadísimos costos tanto a la sociedad como a la naturaleza.

La voluntad de dominio, en orden a acumular cada vez más y con- sumir de manera ilimitada, ha ocasionado el perverso abismo que se abre entre los pueblos ricos y los numerosos pobres: la injusticia social. Este proyecto expolió despiadadamente ecosistemas enteros, sin tener en cuenta los límites de los bienes y servicios no renovables de la naturaleza, dejando tras de sí tierras calcinadas, ríos prácticamente secos, suelos envenenados y aires contaminados, dando lugar a una auténtica injusticia ecológica.

Ambos tipos de justicia (social y ecológica) han puesto en peligro la calidad de la vida humana y han sometido a una profundísima tensión tanto al sistema-vida como al sistema-Tierra, hasta el punto de hacer que nos preguntemos, como hacíamos más arriba: ¿hacia dónde nos dirigimos con este tipo de estrategia? Difícilmente va a conducirnos al Monte de las Bienaventuranzas. El peligro de asomarnos a un abismo sin posibilidad de vuelta atrás es enorme.

La era del ecozoico ha sido formulada en los últimos años por quie- nes han caído en la cuenta de los riesgos que corren la vida y el planeta si prolongamos el camino ya recorrido. Ecozoico es un término acuñado por dos norteamericanos, el conocido cosmólogo Brian Swimme y el antropólogo cultural Thomas Berry, en el libro escrito en colaboración The Universe Story (1992), una de las mejores síntesis de todo el proceso evolutivo acaecido desde el Big Bang hasta nuestros días.

Según ellos, estamos entrando forzosamente en una era en la que la ecología ganará protagonismo y en la que todos los saberes serán ecologizados, en el sentido de que todos ellos harán su aportación a la regeneración y salvaguarda de la vida y del planeta Tierra.

En el ecozoico se elabora una alternativa real a nuestra civilización de muerte, proponiendo una civilización de sustentación de toda la vida. El eje estructurador de las sociedades o de la geosociedad será la vida: la vida en su inmensa diversidad, la vida humana y la vida de la Madre Tierra.

Habrá que producir, naturalmente, para atender a las necesidades humanas, pero siempre dentro de los límites que puede soportar cada ecosistema, respetando las leyes y los ritmos de la naturaleza y reconociendo el valor intrínseco de cada ser, más allá de su posi- ble uso por parte del ser humano. Particularmente, se prodigará un especial cuidado a la Madre Tierra, que será amada y respetada, tal como hace cada uno de nosotros con su propia madre.

Se toma en serio la grave advertencia con que se abre la Carta de la Tierra: «Nos encontramos en un momento crítico de la historia de la Tierra, en una época en que la humanidad debe escoger su futuro...; y la elección es esta: o formar una alianza global para cuidar de la Tierra y cuidar los unos de los otros, o bien arriesgarnos a nuestra propia destrucción y al exterminio de la diversidad de la vida» (Preámbulo).

Como resulta fácil deducir, la situación es amenazadora y exige la colaboración de todos en la construcción de un Arca de Noé que pueda salvarnos a todos.

Como ya se ha dicho, si el peligro es grande, mayor aún habrá de ser la posibilidad de salvación, porque el sentido prevalece sobre el absurdo, y la vida tendrá siempre la última palabra.

Es en este espíritu de urgencia en el que han sido elaboradas las pre- sentes reflexiones, en la confianza inquebrantable de que aún tenemos futuro y que la Madre Tierra habrá de darnos cobijo generosamente.


PRIMERA PARTE

1. DOS COSMOLOGÍAS EN CONFLICTO

No son pocos los que se preguntan cuál será el legado de la crisis económico-financiera de 2008. Nadie sale ileso de una crisis, y en especial de esta, que tiene unas dimensiones planetarias. Nadie sabe nada con certeza. Pero yo sospecho que habrá de producirse un gran debate de ideas acerca del futuro de la Tierra, de la vida y de nuestra civilización. En otras palabras, se tratará, de hecho, del gran debate en torno a las dos cosmologías presentes y en conflicto en el escenario de la historia, donde cada una proyecta su visión de futuro.

Por «cosmología» entendemos la visión del mundo (cosmovisión) que subyace a las ideas, las prácticas, los hábitos y los sueños de una sociedad. Cada cultura posee su propia cosmología, con la cual intenta explicar el origen, la evolución y la finalidad del universo, así como definir el lugar del ser humano dentro de él.

Nuestra cosmología actual es la cosmología de la conquista, el dominio y la explotación del mundo en función del progreso y de un crecimiento ilimitado. Se caracteriza por ser antropocéntrica, mecanicista, determinista, atomista y reduccionista. Como conse- cuencia de esta cosmovisión, nos encontramos con el hecho de que el 20% de la población mundial controla y consume el 80% de todos los recursos naturales, abriendo entre ricos y pobres un abismo ab- solutamente inédito a lo largo de la historia. La mitad de los grandes bosques han sido destruidos; el 65% de las tierras cultivables se ha perdido; entre 70.000 y 100.000 especies de seres vivos desaparecen cada año; y más de mil agentes químicos sintéticos, tóxicos en su mayoría, son arrojados a los suelos, al aire y a las aguas.

Se han construido armas de destrucción masiva capaces de acabar con toda vida humana. Y la consecuencia última de todo ello es el desequilibrio del sistema-Tierra, que se manifiesta en el calentamien- to global. Con los gases ya acumulados resulta fatalmente inevitable que para 2035 haya aumentado la temperatura media dos grados centígrados; y si no nos esforzamos lo suficiente para reducir los gases de efecto invernadero, antes de finales del siglo habrá aumentado entre cuatro y cinco grados centígrados, lo cual hará que la vida, tal como la conocemos hoy, resulte prácticamente imposible, y la propia especie humana correrá el riesgo de desaparecer.

El predominio de los intereses económicos especialmente espe- culativos (hacer dinero sin trabajar ni producir), capaces de reducir a países enteros a la miseria más brutal, unido al consumismo, han trivializado nuestra percepción del riesgo en el que nos encontramos y conspiran contra cualquier cambio de rumbo.

En contraposición, está haciendo su aparición, cada vez con mayor fuerza, una cosmología alternativa y potencialmente salvadora: la cosmología de la transformación, que lleva más de un siglo elabo- rándose y que tuvo su mejor expresión en la Carta de la Tierra. Dicha cosmología, derivada de las ciencias del universo, de la Tierra y de la vida, sitúa nuestra realidad dentro de la cosmogénesis, ese inmenso proceso evolutivo iniciado a partir del big bang, hace cerca de 13.700 millones de años.

El universo está constantemente transformándose, expandién- dose, autoorganizándose y autocreándose. Su estado natural es la evolución, no la estabilidad; la transformación y la adaptabilidad, no la inmutabilidad y la permanencia. En él, todo es relación en re- des, y nada existe fuera de esta relación. Por eso todos los seres son interdependientes y colaboran entre sí para evolucionar conjunta- mente y garantizar el equilibrio de todos los factores. El centro no lo constituye la acumulación de bienes materiales, sino la sustentación de toda la vida.

La transformación pertenece a la lógica de la vida: una semilla se transforma en tallo, en tronco, en ramas, en hojas, en flores y en frutos. Y lo mismo ocurre con cualquier organismo vivo y con cada uno de nosotros, que ya no somos los mismos que cuando éramos niños ni seremos los mismos cuando estemos a punto de decirle adiós a este mundo. Todo es transformación, especialmente en la muerte, en que se da el gran paso alquímico y se accede a otro nivel y a otro orden de vida. Los cristianos suelen decir: no vivimos para morir; morimos para resucitar, para transformarnos en hombres y mujeres nuevos.

Detrás de todos los seres está actuando la Energía de Fondo, tam- bién llamada «Abismo Alimentador de Todo el Ser», que dio origen y anima al universo, haciendo que se produzcan emergencias nuevas, la más espectacular de las cuales es la Tierra viva y, dentro de ella, nosotros, los humanos, como la parte inteligente y consciente de ella y con la misión de cuidarla.

Vivimos tiempos de urgencia. El conjunto de las crisis actuales está creando una espiral de necesidades de cambios que, si no se im- plementan, nos conducirán fatalmente a un colapso, pero que, si los asumimos, podrán llevarnos a un nivel más elevado de civilización. Es en este momento cuando la nueva cosmología se revela inspira- dora. En lugar de dominar la naturaleza, nos introduce en su mismo seno, en profunda sintonía y sinergia. En lugar de una globalización unificadora de las diferencias, nos sugiere el biorregionalismo, que valora las diferencias de cada ecosistema.

Este modelo busca construir sociedades autosostenibles dentro de las posibilidades de las biorregiones, basadas en la ecología, en la cultura local y en la participación de las poblaciones, respetando la naturaleza y buscando el «bien vivir», que es la armonía entre todos y con la Madre Tierra.

Lo que caracteriza a esta nueva cosmología es el cuidado, en lugar de la dominación; el reconocimiento del valor intrínseco de cada ser, en lugar de su mera utilización humana; el respeto por toda la vida y por los derechos y la dignidad de la naturaleza, en lugar de su explotación.

La fuerza de esta cosmología reside en el hecho de que es más acorde con las verdaderas necesidades humanas y con la lógica del propio universo. Si optamos por ella, tendremos la oportunidad de crear una civilización planetaria en la que la vida de la Tierra y del ser humano, el cuidado, la cooperación, el amor, el respeto, la alegría y la espiritualidad ganarán en centralidad. Será el gran cambio salvador que necesitamos urgentemente.

Vanusepiirang:
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Objętość:
231 lk 3 illustratsiooni
ISBN:
9786076122112
Õiguste omanik:
Bookwire
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