Loe raamatut: «Oporto responsable»
Oporto responsable
Diseño: Paloma Valverde
Cartografía: Gonzalo Pires, © Alhenamedia
Texto: Manuel Jorge Marmelo, Alhenamedia
© Fotografías: Imagen M.A.S.
Fantasporto (41), Images of Portugal (47, 148, 149, 152), Hotel Sheraton (51), Hotel Star Inn (53), Meliá (55), Poets Hostel (55), Jose Ignacio Soto – Shutterstock (58), Sea Life (97), Club M80 (131), Labirintho Bar (133), Hard Club (133), Maus Hábitos (134), António Sacchetti (137), Jose Manuel (142, 167), CMG/PPacheco (145), Paulo Magalhaes (151)
Cubierta: © Neirfy – Shutterstock
Primera edición: junio de 2015
ISBN: 978-84-16395-96-5
© Alhenamedia
C/ Rabassa, 54
08024 Barcelona
T. 934 518 437
Ningún contenido de este libro podrá ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin la autorización previa y por escrito del editor. Reservados todos los derechos.
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Los Autores
Manuel Jorge Marmelo
Manuel Jorge Marmelo nació en Oporto en 1971. Ejerció como periodista entre 1989 y 2012 y debutó en la literatura en 1996. Desde entonces ha publicado más de una veintena de títulos, entre los que se incluyen As sereias do Mindelo, Aonde o vento me levar, Os fantasmas de Pessoa, Zero à esquerda, As mulheres deviam vir com livro de instruções y Somos todos um bocado ciganos. Ganó el Grande Prémio do Conto Camilo Castelo Branco en 2005 con el libro O silêncio de um homem só y, más recientemente, el Prémio Literário Casino da Póvoa/Correntes d’Escritas con la novela Uma mentira mil vezes repetida. O tempo morto é un bom lugar, publicada en 2014, es su novela más reciente.
Imagen M.A.S.
Más de 30 años de trabajo en las principales editoriales y revistas del mundo avalan el trabajo de Imagen M.A.S. en la fotografía de patrimonio, monumental, turística y artística.
En España, donde han participado en más de 500 libros, son colaboradores asiduos de las revistas de viajes: National Geographic, Geo, Altair, Descubrir, Viajes.
Qué te encontrarás en esta guía
Alhenamedia Responsable no es una colección más, es un concepto, una manera de enfrentarse al viaje que recuerda a los grandes viajeros del siglo XIX en su búsqueda de la originalidad y lo diferente, y a veces de lo exótico.
DESCUBRE OPORTO
Descubre Oporto es un primer acercamiento a esta bella ciudad. Son pequeñas pinceladas sobre su gente, su estructura, historia... Conocerla a través de lo que se ha escrito o filmado y también identificar el mejor momento para visitarla y cómo hemos de recorrerla.
IMPRESCINDIBLES
Imprescindibles son todos aquellos aspectos de la ciudad que el viajero que llega por primera vez a ella no debería perderse; esos lugares por los que te preguntarán tus amigos cuando regreses.
RECORRE OPORTO
Los monumentos y museos de la ciudad son un reflejo claro de lo que fue y de lo que será. A través de sus edificios descubrimos sus riquezas, gustos y modas. El respeto por el patrimonio es el primer acto responsable de todo destino que desee permanecer en el recuerdo de sus viajeros.
DISFRUTA OPORTO
La gastronomía, las tiendas, los mercados de Oporto... son algunos de los aspectos que hacen a esta ciudad única. Disfrutar Oporto es dejarse llevar y mezclarse entre la gente; en resumen, llevarse Oporto en el alma.
ALREDEDORES
Descubre ciudades tan interesantes como Guimarães, Braga, Bracelos, Viana do Castelo o el Valle del Duero.
INFO PRÁCTICA
Aspectos importantes a tener en cuenta antes y durante el viaje para sacarle el mayor partido o evitar sobresaltos: visitas guiadas, seguridad, oficinas de turismo...
Mapa digital con Geolocalización
Alhenamedia Responsable te da la posibilidad de descargar el mapa digital de Oporto en tu móvil o tableta, de modo que puedas realizar tu viaje sin miedo a perderte. Para ello deberás bajarte la aplicación PDF Maps en tu dispositivo desde cualquiera de estas dos direcciones:
Android: https://play.google.com/store/apps/details?id=com.Avenza
iOS: http://itunes.apple.com/ca/app/avenza-pdf-maps/id388424049?mt=8#
Una vez instalada PDF Maps, podrás cargar en ella el mapa de Oporto diseñado por Alhena desde la siguiente dirección (el mismo mapa te servirá para cualquier sistema operativo): http://www.alhenamedia.info/
Funcionalidades
• Geolocalización: podrás navegar por la ciudad sin perderte utilizando el GPS de tu dispositivo y sin necesidad de conectarte a Internet (sin costes de roaming).
• Añadir información en el mapa y todas las imágenes que desees, creando tu propia guía de viaje.
• Calcular distancias y compartir tu mapa y tu viaje con tus amigos.
Si puedes elegir... ¡elige responsable!
«Dale a la tierra el cuidado y respeto que se merece; aprende sobre su entorno y geografía; dedica tiempo a conocer a su gente y su arte, su cultura, historia y modo de vida. Mientras disfrutes, conozcas y aprendas en tus viajes, recuerda la importancia de preservar esos tesoros para aquellos que puedan seguir tus pasos» (Responsible Travel Handbook, 2006).
El turismo responsable agrupa diferentes tipos de viajes con un elemento común: minimizar los impactos negativos del turismo en el entorno y maximizar las contribuciones positivas del mismo en las comunidades locales. Viajar responsablemente no es sinónimo de penurias, sacrificios, ecologismo o tercer mundo... lo que pretende es convertir cada viaje en algo único y auténtico a la vez que deja una huella positiva en el destino.
Bajo el paraguas de turismo responsable se agrupan conceptos como turismo justo, turismo sostenible, ecoturismo y turismo de sensaciones.
El turismo responsable está orientado a los viajeros que a la hora de elegir apuestan por lo auténtico, por lo diferente, por enriquecerse y por la conservación del patrimonio cultural y natural.
El turismo responsable afecta a todos los aspectos del viaje: cultura (disfrute del patrimonio cultural del lugar y de sus costumbres y tradiciones sin intentar influir en ellas); espacio y entorno (el paso del viajero ha de afectar lo menos posible a la naturaleza), y gentes (detenerse a comprender los diferentes modos de vida de un modo respetuoso).
El turismo responsable está relacionado con la curiosidad por descubrir y entender lo nuevo, lo diferente… y disfrutar de ello.
Decálogo del viajero responsable
1. Abre tu mente a nuevas culturas y tradiciones y sé tolerante ante la diversidad.
2. Respeta los derechos humanos; cualquier forma de explotación vulnera los objetivos del viaje.
3. Ayuda a conservar el entorno natural y procura no dejar otra huella que la de tu calzado.
4. Respeta el patrimonio artístico, arqueológico y cultural del destino.
5. Si compras regalos, procura que estos sean expresión de la cultura local.
6. Cuando planifiques tu viaje, elige aquellos proveedores que se preocupan por los derechos humanos y por el medio ambiente.
7. Utiliza los recursos naturales con moderación y procura minimizar la generación de residuos.
8. Disfruta con las costumbres, gastronomía y tradiciones de la cultura local.
9. Si visitas espacios sensibles, infórmate antes cómo hacerlo.
10. Contribuye al desarrollo de un turismo responsable, justo y sostenible.
Rua da Ribeira.
OPORTO RESPONSABLE
Hay muchos Oportos en Oporto y esta guía ha de ser una ayuda para su descubrimiento: de ese Oporto «deliciosamente atrasado» que vio Mayol, el personaje de Vila-Matas, pero también del Oporto monumental reflejado en la talla dorada de la iglesia de San Francisco o en las fachadas de granito de algunos edificios. Después, el Oporto donde se come bien y se bebe mejor, y el Oporto de los jardines románticos, de las plazas amplias y recientemente remodeladas, y también del Oporto contemporáneo del Museu de Serralves y del metro más moderno de Europa, y el Oporto de Alvaro Siza Vieira y Souto Moura, y el Oporto cosmopolita de la Casa da Música diseñada por Rem Koolhaas. Y así sucesivamente, un Oporto detrás del otro —dependiendo del tiempo que se tenga para descubrir la ciudad y sumergirse en ella con mayor o menor profundidad—.
Suba las escaleras y callejones del centro histórico. Deténgase en el Adro da Sé para contemplar el escenario único que se disfruta desde allí. Planifique un final de tarde a orillas del río Duero, tras un paseo cogidos de la mano (o no) entre los árboles de los jardines del Palácio de Cristal. Descienda del Passeio das Virtudes hasta el río por el rumoroso jardín encajado en las terrazas entre laderas. Deténgase a tomar un café en el Majestic. Entre en el Mercado do Bolhão y localice, en la antigua Cadeia da Relação, la ventana por la que el escritor ochocentista Camilo Castelo Branco, allí encerrado, contemplaba el retrato más bello de una ciudad que parece congelada en el tiempo. Organice un picnic en el Parque da Cidade, un paseo en Serralves, una visita al barrio de galerías de artes plásticas. Suba los 240 escalones que conducen a lo alto de la Torre dos Clérigos y contemple la ciudad a través de los ojos de un gigante. Y, si puede, vuelva de nuevo en febrero, cuando la ciudad se llena de esa luz festiva e inverosímil de las magnolias en flor.
Cómo es Oporto
A pesar de no tener el atractivo de las grandes metrópolis turísticas del mundo, Oporto es una ciudad calurosa y de una belleza hecha de pequeños encantos. Rápidamente encandila a quien la visita y contamina todos sus sentidos.
Subiendo hacia el Duero, desde el sur hasta su desembocadura, nos detenemos junto a la orilla y, al mirar enfrente, surge ante nosotros la ciudad de Oporto. Asomada al río, se extiende perezosa hasta donde alcanza la vista, mientras se desliza y salta de colina en colina llena de brío, equilibrada sobre las escarpas graníticas en una eterna precariedad. Desde el primer instante nos damos cuenta de que la segunda mayor ciudad portuguesa alberga una historia rica y un pasado lleno de contradicciones.
Sobresaliendo entre los apiñados tejados y las pequeñas casas que conforman su núcleo más antiguo y pobre, la ciudad nos muestra sus colosos de granito, los antiguos palacios y las iglesias-fortaleza, los agrestes peñascos, las grandes edificaciones y las sólidas murallas que parecen sostener la ciudad, impidiendo que se precipite al río. Todo ello enmarcado por el emblemático puente de hierro con dos tableros, llamado puente Luís I, proyectado por Téophile Seyrig (discípulo de Eiffel), cuya espectacular imagen evocaremos tras el viaje.
Si el tiempo acompaña, podremos disfrutar de las vistas desde el muelle de Gaia. Para entonces ya tendremos a nuestra espalda las bodegas del vino de oporto y, más adelante, los típicos barcos rabelos colocados en línea a lo largo del río, que conservan la memoria de antaño, cuando los toneles del néctar que dio a conocer el nombre de la ciudad por todo el mundo eran transportados río Duero abajo en estos frágiles barcos que algunas veces eran tirados desde la orilla por hombres o por animales, la única forma por aquel entonces de vencer las dificultades, hoy en día superadas mediante la construcción de embalses, de un río indómito. Tiempos legendarios que nos conformaremos simplemente con evocar e imaginar, mientras nos preparamos para salir a descubrir una ciudad cargada de historias y vicisitudes.
Oporto puede ser considerada una ciudad de extraordinaria belleza si se la visita con detenimiento. No es el portuense quien lo afirma, sino el viajero que ya conoce algunas de las grandes capitales. Oporto puede ser romántica y divertida, melancólica y pintoresca, histórica y contemporánea, típica y cosmopolita, bella y fea, monumental y hecha de pequeños detalles que llaman nuestra atención. Todo dependerá del punto de vista desde el que se la mire y del estado de ánimo del visitante. Por ello, se puede afirmar que la ciudad es bella y acogedora y que ofrece motivos más que suficientes para que se enamoren de ella todos los que se acerquen a ella por primera vez.
Panorámica desde el atrio de la Sé.
Debo confesar, como tripeiro que soy, es decir, natural de Oporto, que muchas veces lamento no tener tiempo para pasear por mi ciudad como lo hacen los visitantes, ni para poder dormir en un hotel junto al río o frecuentar sin prisa sus bares más acogedores, recorrer las calles y observarlas con la mirada virgen de quienes la descubren por primera vez, y sentarme en sus terrazas para ver cómo va cambiando la luz en el cielo, cómo se acumulan las nubes, cómo se forma la neblina sobre el río y se disipa en una bruma diáfana, y cómo todo ello modifica el propio aspecto de la ciudad. Oporto muestra una imagen cuando la baña el sol —alegre, bulliciosa y llena de colores que se reflejan en el espejo del río, como si fuera una heroína de Balzac vanidosa y bien conservada— y otra muy diferente cuando le falta esa luminosidad y se impregna de una expresión melancólica y ausente, como «de milano herido en el ala», como tan bien la describe uno de sus mejores cantores, Carlos T, en «Porto Sentido», un himno a la ciudad que se ha hecho célebre en la voz del cantante Ruy Veloso:
Quien llega y cruza el río
junto a la sierra del Pilar
ve un viejo grupo de casas
que se extiende hasta el mar
Quien te ve al cruzar el puente
como cascada sanjuanina
erigida sobre un monte
en medio de la neblina.
Por callejas y calzadas
de Ribeira a Foz
por piedras sucias y gastadas
y faroles tristes y solos
Con la expresión grave y seria
de un rostro de piedra
que nos oculta el misterio
de esa luz bella y sombría
Verte así abandonada
con aspecto ceniciento
y tu gesto tan mohíno
de quien muele un sentimiento.
Es siempre la primera vez
en cada regreso a casa
volver a ver tu altivez
de milano herido en el ala.
Oporto es, pues, una ciudad hecha de pequeñas cosas, de momentos raros, de pinceladas breves y gestos sutiles, como los que refleja esta canción. Si esto no es suficiente para encandilar al visitante, por lo menos dejará en la memoria de este un recuerdo cálido y simpático, además del deseo de regresar a ella para dedicar más tiempo a cada una de sus calles y observar con detalle las tallas doradas de las iglesias barrocas y los diferentes tonos de luz de sus callejuelas, del musgo acumulado en el tronco de los árboles o de las hojas de los más recónditos parques y jardines.
Quien no haya visto jamás el río Duero desbordarse e inundar las calles de la zona baja de la ciudad sembrando la angustia y, al mismo tiempo, una extraña especie de poesía no podrá comprender Oporto. Con un emplazamiento privilegiado en la desembocadura del Duero, la ciudad se asoma al mar, a la vez que mantiene una estrecha vinculación con el río. Él ha sido, a través de los tiempos, la vía de entrada de la riqueza y de la miseria, del vino de Oporto y de las temibles inundaciones, de la peste, pero jamás del odio o de cualquier tipo de enemistad. Sólo respeto.
Un ejemplo de ello es que uno de los mayores héroes del Oporto contemporáneo es el ya fallecido «duque da Ribeira», un personaje muy popular que se lanzaba al río para salvar a todo aquel cuya vida peligrase, ya fuera por haberse caído o por intentar suicidarse, arrojándose desde lo alto del puente Luís I. Los niños y jóvenes del barrio de la Ribeira continúan tirándose, sin ningún temor, a estas aguas profundas y oscuras como si se tratara de una piscina, muestra de que la herencia del «duque» permanece en sus habitantes. Por último, si el viajero se halla en la ciudad durante las festividades de San Juan, se le recomienda asistir a una de las agrupaciones típicas de los santos populares, el de Miragaia, barrio que suele ser uno de los más afectados por la ira del río y que «parece más bello en los tristes días de crecida», asemejándose entonces a Venecia.
Esta curiosa mezcla de cosmopolitismo y de tradición es fruto de la historia de la ciudad y de la larga convivencia de esta con los extranjeros que en ella se asentaron para explotar lo que es hoy todavía la principal enseña internacional, el vino de Oporto, a pesar de las conquistas más recientes del principal club de fútbol de la ciudad. Gracias a todo ello se ha creado una «pátina» de orgullo y, a la vez, de resentimiento con relación a la capital, de donde nunca ha venido, según la opinión de muchos portuenses, el estímulo necesario para que la ciudad superase sus problemas históricos. El calificativo de tripeiros referido a los habitantes de Oporto se debe a que los portuenses, en la época de las grandes gestas marítimas, consumían las vísceras o tripas de los animales que eran sacrificados para ser almacenados en los barcos, lo que dio lugar al plato más famoso de la gastronomía portuense, las tripas à moda do Porto.
A pesar de que en Oporto se halla una de las mayores universidades del país, a la que todos los años llegan miles de jóvenes, quienes esperen encontrar aquí una ciudad rejuvenecida y llena de vida quedarán bastante decepcionados. Sin duda hay un mayor dinamismo, aunque no será suficiente para los que alberguen demasiadas expectativas. Esta ciudad es una concentración ambigua de potencialidades y contradicciones. De conservadurismo y arrojo, tal como se puede comprobar en la universidad.
Ciudad universitaria
Oporto cuenta actualmente con cerca de cincuenta mil alumnos repartidos en las facultades de la Universidade do Porto, en las escuelas del Instituto Politécnico y en las instituciones privadas de enseñanza superior. De este modo, cada año llegan miles de jóvenes procedentes de todas las regiones del país e incluso del extranjero. Todos juntos constituyen casi la sexta parte de la población fija de la ciudad y contribuyen decisivamente a su animación.
Centro de una región cuyo tejido económico se compone de pequeñas y medianas empresas textiles y de calzado, Oporto se ha afianzado como el principal centro creativo de la moda portuguesa, pues aquí ha surgido, gracias a la Associação Nacional de Jovens Empresários, el Portugal Fashion, evento al cual se debe la internacionalización de la moda nacional. Algunos de los principales centros de investigación científica del país tienen también aquí su sede, y una gran parte de la música que se escucha por la radio y televisión portuguesa procede de la ciudad. La facultad de Arquitectura es reconocida a escala internacional gracias a nombres como el de Álvaro Siza Vieira, Eduardo Souto Moura o Fernando Távora. Sin embargo, parece que nada de todo esto es suficiente para sacar a la ciudad de su estado de ánimo melancólico y deprimido, y conseguir que disfrute plenamente de todas sus capacidades. En este aspecto, quizá el viajero pueda hacerlo mejor que los portuenses, aunque tal vez note aún más que nosotros cómo algunos de los bellos edificios del centro se van vaciando de vida y son puestos a la venta.
Sus habitantes
Seguramente son los poetas quienes mejor han definido a los portuenses, como Sophia de Mello Breyner Andresen y su poema «Esta gente»:
Esta gente cuyo rostro
A veces luminoso
Y otras veces tosco
Unas veces me recuerda a los esclavos
Otras me recuerda a los reyes.
Se puede afirmar que los tripeiros, aunque no lo admitan, difícilmente podrían reflejar de modo más fiel la manera de ser de la propia ciudad, profundamente contradictoria y en muchas ocasiones más empeñada en señalar sus propios defectos que en solucionarlos. Los portuenses pueden pasarse todo el año protestando por cualquier cosa, quejándose incansablemente de los defectos de todo y de todos, pero, cuando reciben visitas, se muestran extremadamente acogedores y celosos defensores de su ciudad. Vestirán su mejor ropa, cubrirán la mesa con el mantel más delicado y ofrecerán los mejores manjares —aunque sea en su restaurante preferido— y, cuando enumeren las muchas virtudes que tiene la ciudad, se mostrarán completamente sinceros.
De hecho, aunque vivan en ella desde hace poco tiempo, los portuenses aman su ciudad profundamente y son sus mejores embajadores. Nadie la aprecia tanto como ellos quizá porque, aunque son capaces de ver los peores defectos del objeto de su devoción, no permiten que estas faltas estropeen la fascinación de una antigua pasión. En privado, los portuenses critican a la mínima oportunidad los socavones de la calle o la falta de limpieza de algunas fachadas. Sin embargo, ante extraños, les enseñan a ver cómo el socavón y la fachada sucia también pueden formar parte de un bello conjunto.
Dicho esto, el visitante debe saber que también entre los portuenses las asimetrías son enormes. Esta ciudad dejó hace mucho tiempo de ser la segunda más poblada de Portugal, pues ha ido empujando sin cesar a sus habitantes hacia las ciudades limítrofes. Durante el día, Oporto es aún un centro económico pujante y bullicioso, pues acoge en sus calles y edificios a más de un millón de personas. Por la noche, sin embargo, la ciudad queda algo despoblada, ya que sólo cuenta con unos trescientos mil residentes fijos.
La ciudad está casi exclusivamente habitada por personas con cierto poder adquisitivo, que pueden afrontar los altos precios de las casas, o bien por los más pobres, a quienes el ayuntamiento concede viviendas sociales. Por ello encontramos, casi pegados, urbanizaciones de lujo y barrios sociales despersonalizados, ejemplos arquitectónicos notables y edificios en avanzado estado de degradación.
En los últimos años, la población se ha renovado gracias a la llegada de inmigrantes, sobre todo estudiantes africanos y del programa Erasmus, comerciantes asiáticos y trabajadores brasileños y del este de Europa. Se trata de un fenómeno relativamente nuevo que le ha dado a Oporto un aire más cosmopolita y étnicamente más variado.
Jugando a las cartas en el Campo Mártires da Pátria.
Aunque hoy en día los barrios antiguos ya estén más vacíos, aún presentan una densidad de habitantes por metro cuadrado muy superior a lo aconsejable, estando además tradicionalmente habitados por una población empobrecida y envejecida, poco escolarizada y sometida a fenómenos de exclusión social más o menos endémicos, que ninguno de los muchos programas de intervención llevados a cabo en los últimos treinta años ha conseguido erradicar del todo.
A pesar de las dificultades, el portuense es, por lo general, afable y simpático, y se distingue por la facilidad y franqueza con las que, olvidando las reglas de etiqueta, recurre al lenguaje más popular, plagado de palabrotas. No hay que ver en ello, sin embargo, ningún tipo de agresividad, sino al contrario, pues los «tacos» forman parte del código social del tripeiro, es una señal amistosa y muy arraigada.
Todo esto forma parte de las muchas anécdotas que se suelen contar de los portuenses. Aunque siempre tienen algo de verdad, también es cierto que no todos los portuenses hablan de esa forma, al igual que no a todos les gusta el plato tradicional de tripas à moda do Porto —hay muchos que las detestan— y son seguidores del Benfica, el histórico rival del mayor club de fútbol de la ciudad, el FC Porto. También hay tripeiros antipáticos y otros que no sufren el síndrome de vivir en esta ciudad y que están francamente satisfechos con la vida que llevan.
Con todo lo dicho, a la hora de trazar el perfil del típico portuense, el visitante no dejará de considerarle como persona amistosa y acogedora.
Los barrios
Oporto nació, según cuentan los historiadores, en el cerro de Pena (‘peña’) Ventosa, junto al río Duero. Se han encontrado aquí vestigios de la presencia humana que se remontan a la Edad del Hierro, época en la que se supone que existió un poblado prerromano. La ocupación del cerro prosiguió durante el período romano y, tras las invasiones bárbaras de finales del siglo VI, se convirtió en sede episcopal.
Ocupado por los árabes tras la derrota visigoda en 771, la conquista cristiana llegó a Portucale en el año 868, cuando la ciudad, que por ese entonces comenzaba a crecer, se convirtió en el centro neurálgico del Condado Portucalense, embrión del país que es hoy en día Portugal. En aquella época este núcleo urbano pertenecía al obispo don Hugo, a quien se lo había donado doña Teresa, madre del primer rey portugués, Alfonso Enríquez.
Los barrios principales de Oporto son todavía aquellos que conformaban la ciudad medieval, se extienden por los cerros vecinos de Vitoria y bajan hasta las orillas del río, por Miragaia y por la Ribeira. Quien visite esta zona podrá observar, ciertamente, los monumentos más importantes de Oporto, con excepción de los edificios más recientes, como la Casa da Música, proyectada por el famoso arquitecto holandés Rem Koolhaas, y el Museu de Arte Contemporãnea de Serralves, diseñado por Álvaro Siza Vieira. Debido a su excepcional valor, el centro histórico ha sido declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco. Olvidados y abandonados durante muchos años, estos barrios históricos han conocido un lento proceso de rehabilitación a partir de la década de 1970, que se aceleró ligeramente en los últimos años del siglo pasado.
Vendedor de castañas.
Todavía existen algunos edificios muy degradados que, ciertamente, sorprenderán a los visitantes, aunque se han hecho grandes mejoras en los espacios públicos del centro histórico, que poco a poco recobra su mejor aspecto. El centro histórico alberga un conjunto de edificios monumentales de gran valor, principalmente de carácter religioso y de estilo barroco, que se combinan con un bonito y típico caserío emplazado sobre las escarpas, entre los que destacan bellos ejemplares de la arquitectura civil, como el deslumbrante Palácio da Bolsa. Se debe visitar este barrio de forma pausada y tranquila, recorriendo sus estrechas calles y bajando o subiendo por las escaleras que unen muchas de ellas. Merecen una atención especial edificios tales como el Paço Episcopal (‘palacio Episcopal’), la iglesia catedral (‘Sé’), la iglesia de São Francisco, el convento de São Bento da Vitória, la Torre dos Clérigos y la antigua Cadeia (‘cárcel’) da Relação, sede actual del Centro Português de Fotografia.
Ribeira
El centro más antiguo de la «movida» de la ciudad se halla en el barrio de Ribeira, el cual ha ido decayendo en este sentido durante los últimos años debido a que han surgido nuevos locales de diversión en zonas más periféricas y con mayor facilidad de acceso. Una reciente operación de rehabilitación urbanística ha creado las condiciones necesarias para la recuperación del barrio, donde existen numerosos bares y restaurantes, amenas terrazas con vistas al río y, sin duda, escenarios urbanos que invitan a ser captados por las cámaras fotográficas de los visitantes. También han abierto en esta zona algunas cuidadas tiendas, sobre todo de carácter enológico y de la moda más irreverente.
Barrio de la Sé.
Sé
Es el barrio donde nació Oporto y en torno al cual ha crecido la ciudad. Además de la visita a la iglesia catedral y a otras joyas del arte sacro como, por ejemplo, el museo ubicado en la iglesia dos Grilos, se encuentran también aquí algunas de las expresiones más auténticas del alma de la ciudad. El espíritu comunitario y las relaciones de vecindad están todavía bastante arraigadas y los habitantes son muy amables.
Vitória
El barrio más pequeño del centro histórico es quizá el que concentre mayor número de monumentos. Deambulando por sus calles se contempla la silueta de la Torre dos Clérigos, la extraordinaria librería Lello, las iglesias da Misericórdia, do Carmo o de São Bento da Vitória, el jardín da Cordoaria, donde destaca el conjunto escultórico de Juan Muñoz Treze a rir uns dos outros (‘Trece riéndose unos de otros’), el antiguo convento benedictino que alberga, desde hace unos años, la Orquestra Nacional do Porto, y la antigua Cadeia da Relação.
Más impresionante todavía es observar la convivencia, más o menos pacífica, del recién llegado comercio de gangas orientales con un tipo de establecimientos en vías de extinción: tiendas de ultramarinos, mercerías, droguerías, ferreterías, almacenes de tejidos, tiendas de marroquinería, viejas imprentas, tiendas de material eléctrico, tascas y bodegas. Casi todo ello concentrado en la Rua das Flores, donde es posible admirar algunos bellísimos establecimientos, los últimos ejemplares que quedan del Oporto burgués del siglo XIX.
Auténtico Oporto
En el barrio de la Sé tiene su establecimiento el barbero Carlos Bessa, en la Rua da Bainharia, quien combina esta profesión con la práctica de la política y algunas incursiones notables en el campo de la música popular. Todavía se puede ver allí cómo trabaja Toni das Violas, un artesano con un local en la Rua da Bainharia donde arregla y construye los más diversos instrumentos de cuerda, algunos de ellos inventados por él a petición de músicos provenientes de diferentes lugares del país.
Miragaia
Los barrios históricos de Oporto conservan todavía su personalidad gracias a los esfuerzos de sus humildes habitantes. Probablemente Miragaia sea el más típico de todos ellos, aunque también el menos visitado por los turistas. Los edificios monumentales no abundan aquí (exceptuando la Casa das Sereias y el abandonado convento de Monchique, sin olvidar el edificio de la Alfândega, donde se halla ubicado el Museu dos Transportes y un centro de convenciones creado para acoger, en 1998, la Cumbre Iberoamericana), aunque el conjunto es de una notable y singular belleza.