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Mujeres en el Renacimiento: las primeras artistas

La vida está llena de sorpresas; intento capturar estos preciosos momentos con los ojos bien abiertos.

Sofonisba Anguisola

La explosión del gótico en el siglo anterior hizo que las ideas artísticas se expandieran por toda Europa gracias a las cuadrillas de trabajadores necesarias para la construcción de las catedrales. Parece lógico pensar que dentro de estas cuadrillas hubiera mujeres que acompañaban a su familia a las obras y que estas se encargaran de trabajos menores para ayudar a la economía familiar. De hecho, la escultora Propercia de Rosi realizó, entre muchas otras obras, la reconstrucción de la Iglesia de San Petronio en Bolonia, esculpiendo La visita de la reina de Saba a Salomón y José y la mujer de Putifar, actualmente expuestos en el Museo de San Petronio. Esta obra es muy importante al ser la primera escultura firmada por una mujer en una iglesia occidental y la primera documentada, lo cual sitúa a esta artista al mismo nivel que sus colegas masculinos.

Los artesanos se van asentando en las incipientes ciudades y a medida que estas crecen, los gremios artesanos también lo hacen. En este periodo nacen los talleres de pintura como un gremio más de la ciudad. Las esposas e hijas del maestro colaboran en las funciones menores del taller preparando lienzos, pigmentos y aglutinantes. En esta época era frecuente que las hijas de los maestros se casaran con sus aprendices y siguieran asistiendo a sus esposos cuando estos creaban su taller propio. La mayoría de las mujeres que pintaron durante estos siglos fueron “aprendizas” y ayudantes de sus progenitores y esposos. Este es mayoritariamente el origen de las grandes pintoras renacentistas.

Estas artistas se suelen autorretratar pintando su valía y empoderamiento: soy mujer, pinto y me autorretrato para que veáis mi talento natural. Además, se autorretratan con ropas caras y no con ropas de trabajo para reforzarse como artistas cultas e intelectuales, dejando de lado el concepto artesanal del oficio. Usaban una estrategia de marketing actual: creaban una “tarjeta de visita” muy vistosa para atraer a futuros clientes.

A continuación pasaremos a enumerar a cuatro grandes pintoras del Renacimiento.

Catharina Van Hemessen
O la historia de cómo tener a María de Hungría de mecenas y de rebote trabajar para la corona española

(Amberes, 1527-1578)

Es considerada la primera mujer artista en el sentido moderno de la palabra. Especializada en retratos, destaca su propio Autorretrato ante el caballete, fechado en 1548 (Museo de Arte de Basilea y Museo del Hermitage de San Petersburgo), el primer autorretrato femenino conocido de una pintora pintando.

Hija de un pintor manierista formado en Italia, Jan Sanders van Hemessen, hacia 1450 entra a trabajar en la corte de María de Hungría, regente de los países Bajos y hermana del emperador Carlos V. La regente flamenca será una gran protectora de artistas y Catharina una de sus protegidas. En la corte, se casa con Christian de Morien, organista de la catedral de Amberes y abandona los pinceles para dedicarse a sus “obligaciones familiares”.

El matrimonio acompañará a la Reina María en su regreso a España tras abdicar. Este cortejo se alojará en el Palacio del Infantado de Guadalajara. Durante este periodo, la artista colaboró en el Retablo de Tendilla del desaparecido Monasterio de Santa Ana de Guadalajara, realizando la parte central y el testero de dicho retablo. Esta obra se encuentra en la actualidad en el Cincinnati Art Museum debido a una serie de rocambolescas desdichas.

Aparece mencionada también en el libro Vidas, de Vasari, una obra que recoge la biografía de grandes artistas del siglo XVI, como miniaturista al servicio de María de Hungría, lo cual es una muestra de la importancia y prestigio que tuvo entre sus contemporáneos.

🖌 Obras destacadas:

 Autorretrato, hacia 1548. Öffentliche Kunstsammlung, Basilea (Suiza).

 Retrato de una mujer, 1548. Museo Bowes, Barnard Castle (Inglaterra).

 Joven tañendo un instrumento, 1548. Museo Wallraf-Richartz, Colonia (Alemania).


Retrato de mujer

Sofonisba Anguissola
La que abrió el camino sin pretenderlo

(Cremona, 1535-Palermo, 1625)

Era la mayor de siete hermanos, seis de los cuales eran niñas. Su padre, que curiosamente era comerciante y no pintor, dio a todas sus hijas (Sofonisba, Elena, Lucía, Europa, Minerva y Ana María) una educación exquisita. Cuatro de sus hermanas también fueron pintoras, aunque Sofonisba fue la más dotada. A los catorce años, su padre la envió, junto con su hermana Elena, a estudiar con Bernardino Campi, un respetado autor de retratos. Posteriormente, continuó estudiando con el pintor Bernardino Gatti (conocido como “El Sojaro”).

Este aprendizaje de Sofonisba con artistas locales sentó la base para que las mujeres fueran aceptadas como estudiantes de arte. La adolescente empezó a deslumbrar por sus retratos familiares, por supuesto sin desnudos.

Su trabajo más importante en aquella época es su obra Bernardino Campi pintando a Sofonisba Anguissola, el cual está fechado en 1550 y se encuentra en la Pinacoteca Nacional de Siena.

No tuvo la posibilidad de estudiar anatomía ni de dibujar al natural, pues era considerado inaceptable para una señorita que esta viera cuerpos desnudos (esta situación se repetirá un siglo después con Elisabetta Sirani).

Sofonisba se vio obligada a inventar un nuevo estilo de retratos: sus personajes tienen poses más informales. Los miembros de su propia familia y ella misma fueron los protagonistas de sus obras.

En 1554, Sofonisba viaja a Roma y conoce a Miguel Ángel Este encuentro con el artista fue un gran honor para la pintora y le sirvió para ser alumna a distancia del maestro. El genio le enviaba bocetos de su cuaderno de notas para que ella los pintara con su estilo personal y le ofrecía correcciones y consejos. Durante al menos dos años, Sofonisba continuó este estudio “informal”, recibiendo una sólida orientación del mismo Miguel Ángel. Su fama llega al Papa Julio II, que le pedirá un autorretrato para sus colecciones. Siendo muy reconocida, vuelve a su ciudad natal y funda un taller, pero para ser una dama virtuosa no puede cobrar por trabajar: en la mentalidad de la época, las mujeres que cobran son consideradas prostitutas. Sofonisba no cobrará nunca ningún trabajo, pero recibirá regalos, costosas telas y joyas a cambio de sus retratos.

Hacia 1558, Sofonisba viaja a Milán, y pinta al Duque de Alba. Este retrato cambia su vida, pues le abre las puerta de la corte española. La pintora se traslada a España como dama de compañía y profesora de pintura de Isabel de Valois y Ana de Austria, tercera y cuarta esposa del rey Felipe II. Durante los trece años que Sofonisba vivió en la corte española retrató a toda la familia real, pero su obra no dejó huella en las colecciones reales y hasta hace bien poco muchos de sus retratos eran considerados pintados por hombres. Tal es el caso del Retrato de Felipe II, que ha sido atribuido a Sánchez Coello hasta no hace mucho tiempo. Se la seguía considerando “una dama de compañía que pintaba bien”.

En 1570 se casa con Fabrizio Moncada, un noble siciliano con el que vive en Sicilia hasta que se queda viuda. De vuelta a Cremona, Sofonisba conoce al noble genovés Orazio Lomellino, mucho más joven que ella, con el que se casa en 1579 en Pisa. Sofonisba pinta y vive libre y cómodamente gracias a la fortuna de su esposo y a una pensión concedida por el Rey. Recibía en su taller a muchos de sus colegas hombres que aprendían e imitaban el estilo de Anguissola. En 1623, la visitó el pintor flamenco Anton Van Dyck, quien la retrató ya muy anciana en un cuadro expuesto en la Sackville Collection de Kent (Inglaterra). Murió en Palermo en 1625. Siete años después de su muerte, para celebrar el centenario de su nacimiento, su viudo colocó una inscripción en su tumba: “A Sofonisba, mi mujer, quien es recordada entre las mujeres ilustres del mundo, destacando por retratar las imágenes del hombre”.

Fue aclamada y respetada a lo largo de su larga vida, pero, curiosamente, en los siglos posteriores pasó al olvido. Por, suerte la estamos volviendo a rescatar. El Museo del Prado le dedicó una exposición en 2019 junto con otra pintora titulada Sofonisba Anguisola-Lavinia Fontana. Dos modelos de mujeres artistas.

🖌 Obras destacadas:

 Partida de ajedrez, 1555. Narodowe Muzeum de Poznan (Polonia). La pintura está firmada y fechada sobre el borde del tablero de ajedrez, donde la autora escribió: “SEPHONISBA ANGVSSOLA VIRGO AMILCARIS FILIA EX VERA / EFIGIE TRES SVAS SORORES ET ANCILAM PINXIT. MDLV”. (“Sofonisba Anguissola virgen hija de Amilcare pintó los verdaderos retratos de tres de sus hermanas y una sirvienta”).

 Autorretrato con caballete, 1556-1565. Castillo de Łańcut (Polonia).

 Felipe II, 1565. Museo del Prado, Madrid (España). Esta obra fue tradicionalmente mal atribuida a Alonso Sánchez Coello.


Felipe II

Lavinia Fontana
La primera artista como tal: tuvo taller propio, entró en una academia y retrató desnudos a pesar de tener muchos hijos

(Bolonia, 1552-Roma, 1614)

Lavinia Fontana nació en 1552 en Bolonia (Italia), una ciudad que destacaba por su progresismo. De hecho, la Universidad de Bolonia fue la primera en aceptar a mujeres para que cursaran estudios.

Fue hija de Prospero Fontana, pintor de la escuela de Bolonia. Ya desde muy joven se hizo un nombre como pintora de pequeñas obras, principalmente retratos.

Se casó en 1577, con veinticinco años, con Gian Paolo Zappi, pintor del taller de su padre y noble. Un hecho muy rompedor en pleno Renacimiento fue que la artista abrió un taller propio manteniendo la economía familiar mientras su esposo asistía a su mujer como ayudante pintando el fondo de sus obras y encargandose del cuidado del hogar y de los once hijos que tuvieron. Es considerada la primera pintora profesional que pudo vivir de su talento.

Adquirió una gran fama en Bolonia que se extendió por toda Italia gracias a sus excelentes retratos. En sus retratos, los modelos posan de forma natural y destaca su gran capacidad para pintar la ropa y las joyas.

También es reseñable que es considerada la primera artista en pintar un desnudo. Usando las temáticas mitológicas como excusa, pudo incluir desnudos en lienzos de gran formato.

En 1603, tras la muerte de su padre, se traslada a Roma, dónde fue elegida pintora oficial de la corte del papa Clemente VIII y seleccionada como miembro de la Academia di San Luca. En 1605 fue designada retratista de la corte del nuevo papa Paulo V. Como vemos, fue la primera pintora en entrar en una academia.

El catálogo de su obra es grande, se tiene constancia de ciento treinta y cinco obras suyas, aunque solo se conservan treinta y dos fechadas y firmadas.

El Museo del Prado le dedicó una exposición titulada Sofonisba Anguisola-Lavinia Fontana. Dos modelos de mujeres artistas.

🖌 Obras destacadas:

 Retrato de la familia Gozzadini, 1584. Pinacoteca Nacional de Bolonia (Italia).

 Autorretrato tocando la espineta, 1577. Academia di Luca de Roma (Italia).

 Minerva vistiéndose, 1613. Galeria Borghesse, Roma (Italia).


Minerva vistiéndose

Marietta Robusti “la Tintoretta”
O la historia de cómo vivir a la sombra de un gran pintor veneciano

(Venecia, 1554-Venecia, 1590)

Hija ilegítima del gran Tintoretto, pintor veneciano, es también conocida como “la Tintoretta”. De pequeña iba con su padre vestida con ropas masculinas para poder acompañarlo en el taller y en las clases sin “llamar la atención”. A pesar de su origen ilegítimo y su condición femenina, su obra fue alabada por Maximiliano de Austria y por Felipe II, a los que les llegaron unos retratos de pequeño formato. No llegó a formar parte de la corte de estos soberanos por la negativa de su padre, que no deseaba separarse de su querida hija a pesar de tener siete hijos más. Este hecho tan machista impidió su desarrollo artístico.

Sus obras se confunden con el amplio catálogo de su padre. Por suerte, estudios y restauraciones recientes están descubriendo su firma “MR” en obras atribuidas erróneamente a Tintoretto.

Se casó en 1586 con Mario Augusta, un joyero veneciano, y a los cuatro años de la boda, la infortunada Marietta falleció de sobreparto. Todo lo ingrato de ser mujer en la Venecia del tardorenacimiento le ocurrió a esta pintora: nacer mujer, hija ilegítima y morir en el parto. Imaginemos por un momento la vida tan distinta que hubiera llevado si hubiese nacido varón.

🖌 Obras destacadas:

 Autorretrato con madrigal. Galeria degli Uffizi, Florencia (Italia).

 Retrato de dos hombres. Gemaldegälerie, Dresde, (Alemania). Firmada “MR”, una forma de reivindicarse como mujer y pintora.

 Dama veneciana. Museo del Prado, Madrid (España).


Dama veneciana


Autorretrato con madrigal

El esplendor del Barroco

Mientras viva, tendré control sobre mi ser.

Artemisia Gentileschi

A finales del siglo XVI llegamos a un mayor dominio técnico en las artes. Se empieza a entender el arte como un todo y se crea un arte nuevo más intelectual: el Barroco. A partir de este momento, el artista adquiere conciencia de su condición de artista, que no es la de un artesano. Es el primer gran estilo artístico que armoniza todas las artes entre sí y con el paisaje.

En los países católicos, el barroco será una reacción frente al protestantismo, estando por ello sus tópicos ligados a la religión y la Contrarreforma. Por el contrario, en los países protestantes las obras se caracterizarán por potenciar el gusto por el detalle para demostrar el poderío económico de la burguesía comercial ascendente. Ambos contextos tendrán en común la consolidación de las monarquías absolutas, que se erigirán como grandes mecenas y fomentarán la aparición de academias en las que únicamente los artistas varones podrán formarse (hay cosas que no cambian, ni aunque surja un nuevo estilo). En esta época, las pintoras seguirán trabajando con sus padres y esposos, como, por ejemplo, Juana Pacheco, esposa del gran Velázquez e hija del maestro de este: Francisco Pacheco.

En las obras barrocas encontraremos composiciones insólitas que siguen la diagonal mostrando escenas muy dinámicas y dramáticas que provocan posturas extrañas con perspectivas vistas desde abajo que invitan a que se pinten inquietantes escorzos. En esta época, el color predominará sobre la línea, desarrollándose así el claroscuro o tenebrismo: se representan minuciosamente los espacios bañados por la luz y el resto queda en penumbra. Este efecto permite dotar al cuadro de una atmosfera propia; es como “pintar el aire que nos rodea”.

El gusto flamenco por la minuciosidad hace que aparezcan temas nuevos, como el bodegón o los cuadros de interior. Este tema va a ser muy desarrollado por las pintoras barrocas, pues les permitirá desarrollar un estilo considerado menor, ideal para ellas.

También hay un tema bíblico especial en el que las artistas barrocas insisten repetidamente como una forma sutil de reivindicarse como mujeres y artistas: Judith y Holofernes. Holofernes fue un caudillo asirio que se encaprichó de una bella viuda judía, Judith, mientras intentaba tomar por la fuerza la ciudad de Betulia. La ciudad sitiada fue salvada gracias a Judith, que se introdujo en el campamento de Holofernes, compartió un banquete con él y lo emborrachó para después decapitarle mientras dormía. Mientras que Holofornes pensaba que iba a tener una noche loca de pasión, Judith solo tenía en mente quitarse a su acosador de encima.

Este tópico es toda una declaración de intenciones de las grandes pintoras del barroco, las cuales solían autorretratarse como Judith en muchos casos.

Sin más prolegómenos pasamos a presentar a las grandes protagonistas de esta época.

Fede Galizia
O la historia de cómo hacer del bodegón un arte femenino

(Milán, 1578-1630)

Esta mujer se convirtió en la pionera del bodegón en Italia aprovechando la moda del momento. También se dedicó a hacer obras religiosas y profanas de pequeño formato y otras composiciones del tema femenino más popular del Barroco: Judith decapitando a Holofernes.

Su padre era Nuncio Galizia, pintor miniaturista. Existen documentos en los que Nuncio alaba la obra de su hija de doce años de edad y su gusto por el detalle en la representación de joyas y ricas telas.

Fede se especializó en bodegones, los cuales suponen cuarenta de las sesenta obras de su catálogo conocido. Como se consideraba un género menor, los bodegones no solían ser rubricados, pero uno de sus lienzos pintado en 1602 es considerado el primer bodegón firmado por un artista en Italia. Este muy importante aclarar el matiz de que no es la primera mujer en firmar un bodegón, sino la primera artista en general. Sus bodegones son muy detallados y diferentes de los de su padre: usó colores más vibrantes y exquisitos. Casi todos sus trabajos incluyen bandejas de frutas con un tratamiento proporcionado que muestra un mismo tipo de pieza en una canasta o bandeja, con unas caídas alrededor. Algunos incluyen flores frescas. También pintó el Retablo de Santa María Magdalena de Milán.

Nunca se casó, algo muy extraño para la época y vivió dedicada a su arte, siendo reconocida como una gran pintora.

🖌 Obras destacadas:

 Judith con la cabeza de Holofernes. Museo Ringling, Sarasota (EE.UU). Obra firmada y fechada en la hoja de la daga usada por la heroína para decapitar al general asirio.

 Manzanas en una fuente, 1600. Colección Vitale Bloch, La Haya (Países Bajos).

 Cerezas en una compotera de plata, 1602. Primer bodegón firmado en Italia.


Judith con la cabeza de Holofernes

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