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Raamatust
El interés fundamental de este trabajo se basa no solo en desarrollos conceptuales que han caracterizado la imagen del pensar político académico, sino también en expresar por qué hoy una transmisión antropológica evidencia un compromiso ético–político en estrecha relación con la deconstrucción de los paradigmas educativos de la Modernidad.
Para este propósito intentamos realizar una cartografía que use como elementos de montaje los problemas que se han planteado las llamadas ciencias antropológicas desde su surgimiento. Un esfuerzo intelectual por hacer pasar la antropología de un estar al servicio de la empresa colonial a la visualización del otro, un pasaje del monoculturalismo a la interculturalidad, sabiendo que estos desarrollos producen afectos que han transformado y transforman de una u otra manera los universos existenciales.
Claude Lévi-Strauss es por excelencia el pensador que abre al siglo XX y a la Antropología el problema de la Diferencia. Podríamos considerarlo fundacional, porque, como aclara Derrida, solo la etnología del siglo XX, con Lévi-Strauss a la cabeza, opera un descentramiento; es «el momento en que la cultura europea (y por consiguiente la historia de la metafísica y de sus conceptos) ha sido dislocada, expulsada de su lugar, teniendo entonces que dejar de considerarse como cultura de referencia» (Derrida, 1989, p. 388).
La diferencia se expresa siempre como diversidad, y es justamente un óptimo de diversidad el que permite la existencia de la cultura en tanto que siempre es mestiza, diversa, híbrida.
La diferencia es el concepto a partir del cual Lévi-Strauss puede desplegar tanto los desarrollos sobre las estructuras elementales del parentesco como su trabajo acerca del «discurso mítico» como él lo llama, teniendo en cuenta que el modelo del que no se desprende a lo largo de su obra, es el de la Lingüística estructural.
Pese a que Lévi-Strauss centra su pensamiento en la diferencia, que no deja de operar en términos políticos, en el plano ontológico no abandona la identidad. La diferencia es pensada, en su desarrollo antropológico, siempre como diferencia de lo mismo, diferencia dentro de la estructura y las limitaciones de sus operaciones de transformación; dado que en el sistema lévi-straussiano las relaciones no son exteriores a los términos, existe un orden por el cual determinados términos sólo pueden entrar en determinadas relaciones.
Esto es propio de todo sistema cerrado. Para Lévi-Strauss la diferencia tiene un trasfondo que es invariante: lo estructurante como invariable. De ahí que sea su idea de estructura como operación lógica, la que es común a la condición humana y que, si bien tiene una ventaja política de pensar en términos de igualdad como punto de partida (para él como condición universal), corre con la desventaja de no poder pensar variaciones en devenir: la expresión de la vida en todas sus formas. Aquí encontramos el límite de sus propuestas y la posibilidad de ampliar los horizontes a partir de pensamientos también fundamentales para la Antropología como son los de Deleuze-Guattari.
Nos proponemos aquí construir un diálogo entre paréntesis, un diálogo que desafía el tiempo, en donde sus interlocutores se encuentran y se separan, se interpelan y se desafían, de la misma manera que ocurre con las distintas corrientes del pensamiento contemporáneo. Esto es lo que le da consistencia a la complejidad y a la riqueza del mundo intelectual, en el campo de las humanidades y las ciencias en la actualidad.