Introducción al Nuevo Testamento

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Cuadro 1.1
Herodes y el Templo

El historiador judío romano Josefo relata: «A los quince días de su reinado Herodes reconstruyó el Templo, rodeándolo de una muralla a una distancia que era el doble de lo que antes lo circundaba. Los gastos fueron muy grandes y las riquezas que le puso, indescriptibles» (Las guerras de los judíos 1.XXI.1). Flavio Josefo, Las guerras de los judíos, Colección Historia (Barcelona: CLIE, 2013), 1.XXI.1.

Mapa 1.2. Palestina en la época de Jesús

A Herodes, que étnicamente era idumeo, se le consideraba «medio judío», pero el pueblo judío lo veía como extranjero y colaborador romano. Aunque Herodes el Grande parece haber sido un gobernante competente en muchos aspectos, todo el mundo sabía que era paranoico hasta el punto de que en realidad inspiró un proverbio romano atribuido a César Augusto: «Es mejor ser un cerdo que un hijo en la casa de Herodes» (a los romanos les parecía cómico el hecho de que no comiera cerdo, pero sí mató a tres de sus hijos cuando sospechó que ellos querían usurpar el trono). Herodes también asesinó a su esposa judía Mariamna, cuando sospechó que ella confabulaba en su contra, y este incidente inspiró muchas leyendas (p. ej., cuentos de cómo permaneció desesperadamente enamorado de ella o que era acechado por su espíritu). Herodes era gobernador de Palestina en el tiempo en que Jesús nació (Mt. 2:1), y sigue siendo conocido por los cristianos por la historia bíblica en la que confronta a los magos y ordena una masacre de bebés en Belén (Mt. 2:1-18).

magos: astrólogos o brujos relacionados con la religión persa.

Herodes Antipas

Herodes Antipas gobernó Perea y Galilea desde 4 a. e. c. hasta 39 e. c. En la literatura romana, frecuentemente se refiere a él como simplemente «Antipas», pero los Evangelios del Nuevo Testamento constantemente lo llaman «Herodes», y eso puede llevar a un poco de confusión, ya que a Herodes el Grande también se le llama «Herodes» en el Nuevo Testamento. De cualquier manera, Herodes Antipas gobernó en menos territorio que Herodes el Grande (cuyas tierras se dividieron cuando murió), y solamente era tetrarca, no rey. Aun así, su período fue largo, e incluye todo el tiempo de la vida y ministerio de Jesús en Galilea.

tetrarca: gobernante de la cuarta parte de una provincia o región.

Alrededor de la época en la que Jesús comenzó su ministerio público, Juan el Bautista criticó a Antipas por casarse con su sobrina Herodías, que ya estaba casada con otro tío. Antipas hizo que arrestaran a Juan y, posteriormente, lo decapitó a petición de Herodías (Mr. 6:14-29). El Evangelio de Lucas narra que Antipas también tenía un interés siniestro por Jesús, quien se refería al gobernante como «zorro» (13:31-33), probablemente una referencia a su gusto por la violencia (los judíos consideraban a los zorros animales rapaces, que mataban no solo por comida sino también por deporte). Según Lucas, Antipas escuchó especulaciones de que Jesús podría ser Juan el Bautista que había resucitado (9:7-9) y examinó brevemente a Jesús cuando fue arrestado en Jerusalén, esperando ver que Jesús hiciera un milagro (23:6-12).

Poncio Pilato

Poncio Pilato gobernó Judea como prefecto o procurador entre los años 26 y 36 e. c. En esencia, fue un gobernador que fungía como representante de César. A Pilato se le representa en alguna literatura (notablemente en los escritos de Filo de Alejandría) como un gobernador cruel, que odiaba a los judíos y no entendía su religión. Algunos eruditos creen que este vilipendio quizá sea exagerado, pero muchos relatos sí indican que el período de Pilato en el puesto estuvo empañado por episodios de conflicto y violencia. Durante su primera semana en el poder, buscó instalar estandartes imperiales en Jerusalén, lo cual precipitó una crisis entre los judíos, quienes veían los estandartes como idolátricos. Avergonzado, Pilato retiró los estandartes como respuesta a protestas virulentas y amenazas de disturbios. Más adelante, usó dinero del templo para financiar un acueducto, y eso precipitó más protestas, pero esta vez él no dio marcha atrás; envió a soldados (disfrazados como civiles) entre la multitud de manifestantes y, a una señal preestablecida, hizo que golpearan y mataran a la gente al azar. El Nuevo Testamento narra que Pilato fue el gobernador que sentenció a Jesús para que fuera crucificado, en tanto que también lo declaró inocente (Mt. 27:1-26; Mr. 15:1-5; Lc. 23; Jn. 18:28-19:26). Algunos años más tarde, a Pilato se le recordaba por haber usado la fuerza extrema para suprimir un avivamiento religioso dirigido por un profeta samaritano. Otros dos procuradores de Judea figuran en historias posteriores del Nuevo Testamento: Félix (53-60 e. c.) y Festo (60-62 e. c.), que mantuvieron a Pablo preso en Cesarea y presidieron sus audiencias allí (Hch. 23-25).

prefecto: en el Imperio romano, el magistrado o alto funcionario cuyos deberes y nivel de autoridad variaban en contextos distintos.

procurador: gobernador nombrado por el emperador romano para administrar una provincia por un período indefinido.

Figura. 1.1. La muerte de un profeta. Marcos 6:14-29 narra la historia de un banquete repugnante en el que Herodes le regala a su hijastra «en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista», después de que su madre, Herodías, la impulsa a pedir eso como recompensa por complacer al gobernante ebrio con su danza. (Bridgeman Images)

Herodes Agripa I

Herodes Agripa I gobernó Galilea (al igual que Herodes Antipas) desde 37 e. c. a 41 e. c. y después llegó a ser rey de toda Palestina (al igual que su abuelo Herodes el Grande) desde 41 a. e. c. a 44 e. c. También se le llama simplemente «Herodes» en el Nuevo Testamento, que puede ser confuso para los lectores que no se dan cuenta de que hay tres personas distintas que tienen ese mismo nombre; por otro lado, la persona llamada «Agripa» de Hechos 25:13-26:32 no es Herodes Agripa sino un gobernador posterior de Galilea a quien los historiadores llaman «Herodes Agripa II». Herodes Agripa I fue un gobernante políticamente popular y exitoso, pero persiguió al movimiento cristiano incipiente en Jerusalén, y mató al discípulo de Jesús, Jacobo, y encarceló a Pedro (Hch. 12:1-3). Finalmente, tuvo una muerte un poco atroz, que el Nuevo Testamento atribuye a la ira divina (Hch. 12:20-23).

Filosofía y religión en el mundo romano

Todos los que vivían en el mundo que produjo el Nuevo Testamento fueron influenciados directa o indirectamente por distintos patrones de pensamiento que los griegos y romanos llevaron a las tierras que dominaron y ocuparon. La gente de esa era fue heredera de los tres filósofos griegos más grandes: Sócrates (ca. 470-ca. 399 a. e. c.), Platón (ca. 428-ca. 348 a. e. c.) y Aristóteles (384-322 a. e. c.), y, hasta cierto punto, el pensamiento de la mayoría de la gente estaba formado por lo que estos maestros habían enseñado. Por cierto, se podría decir que el pensamiento de la gente hoy día todavía se ha formado con las ideas expuestas y exploradas por estos pensadores influyentes.

Sin embargo, los eruditos del Nuevo Testamento centran más su atención en ciertos movimientos filosóficos que eran populares durante el período en el que se escribieron los documentos del Nuevo Testamento. Entre ellos están los siguientes:

•El cinismo: La orientación que hacía énfasis en la autenticidad radical, el repudio a la vergüenza, la simpleza en el estilo de vida y en el deseo de poseer solamente lo que se obtenía natural y gratuitamente.

•El epicureísmo: La orientación que hacía énfasis en el libre albedrío, cuestionaba el destino y estimulaba la obtención del verdadero placer por medio de la evasión de la ansiedad, la concentración en el presente y el disfrute de todas las cosas en moderación.

•El platonismo: La orientación que hacía énfasis en la realidad de un mundo trascendental de «ideales» que apoyan todo lo que es físico o terrenal.

•El pitagorismo: La orientación que hacía énfasis en el valor del razonamiento inteligente, la memoria y la honestidad radical, todo al servicio de una búsqueda para obtener armonía de ideas, y de cuerpo y alma.

•El estoicismo: La orientación que hacía énfasis en la obtención de virtud a través de la aceptación del destino, con base en la noción de que todas las cosas son predeterminadas y que hay lógica en todo lo que transpira en el universo.

Los eruditos del Nuevo Testamento detectan la influencia de estas escuelas filosóficas en varias maneras. A Pablo se le describe interactuando con filósofos epicúreos y estoicos en Hechos 17:16-34, pero el impacto de la filosofía griega y romana se puede detectar incluso cuando no hay razón para sospechar el contacto directo. Josefo, un historiador judío romano del siglo I, pensaba que los esenios (que produjeron los Rollos del Mar Muerto) eran similares a los pitagóricos, y que los fariseos tenían mucho en común con los estoicos. De igual manera, muchos eruditos modernos han observado similitudes entre los primeros seguidores de Jesús y los filósofos cínicos (p. ej. en su renuncia al materialismo y condición mundana). Varias cartas del Nuevo Testamento (incluso 1 Corintios, Gálatas y Santiago) hacen uso de la «diatriba» y otras formas de argumento retórico que eran populares entre los filósofos cínicos y estoicos. La Carta a los Hebreos frecuentemente se lee como una interacción con la filosofía platónica, y el concepto del «Logos» en Juan 1:1-18 también le debe mucho a esa escuela de pensamiento. Las «pláticas en los banquetes» que Jesús da en el Evangelio de Lucas (7:44-46; 14:7-14) y los discursos largos que da en el Evangelio de Juan (5:19-47; 6:25-70; 7:14-52; 8:12-59; 10:1-18, 22-39; 12:23-36; 14:1-16:33) son similares en cuanto a estilo y contenido a los escritos de diversas escuelas filosóficas.

 

esenios: judíos ascetas, separatistas que vivían en comunidades privadas; probablemente debe identificárseles con el grupo que vivió en Qumrán y conservó la biblioteca de manuscritos conocidos como los Rollos del Mar Muerto.

Rollos del Mar Muerto: la colección de documentos judíos que fueron copiados y conservados entre 250 a. e. c. y 70 e. c. Véase «esenios», «Qumrán».

Por supuesto, no todos en el mundo romano se habrían identificado como seguidores de una de estas escuelas particulares. Los campesinos judíos de Palestina quizá no habrían distinguido uno de otro. Aun así, estas filosofías representan la clase de pensamiento que estaba «en el aire» en ese entonces. Representan los esfuerzos por responder las preguntas que prácticamente todos se hacían: ¿Cuál es el propósito, meta o bien supremo en la vida? ¿Está todo predeterminado o puede la gente tomar decisiones que afecten el resultado de sus vidas? ¿Hay vida después de la muerte? ¿Cuál es el secreto de la felicidad? Hasta las personas sin educación de los rincones más remotos del imperio (p. ej., los pescadores, pastores o carpinteros galileos) tendían a pensar en cosas como estas, y a orientarse de una manera más compatible con un sistema filosófico que con otros. Naturalmente, la gente entonces (así como ahora) también podía ser ecléctica e inconsecuente, que se aferra simultáneamente a nociones derivadas de escuelas que los mismos filósofos quizá no habrían considerado compatibles.

diatriba: estrategia retórica que se deriva de la filosofía griega, en la que un autor argumenta con un oponente imaginario proponiendo objeciones y luego respondiéndolas.

La religión romana

Además de los sistemas filosóficos principales, el mundo romano ofrecía una variada selección de opciones religiosas. En primer lugar, estaban los numerosos dioses de la mitología griega y romana que todos conocemos (Zeus, Afrodita, Apolo y otros). La mayoría de ellos tenían templos en su honor, y a la gente se le invitaba a participar en diversas festividades y prácticas para ganarse el favor del dios o para celebrar sus dones. Parece que algunas personas del imperio habían tomado esto muy en serio y literalmente. Para otros, las prácticas aparentemente religiosas eran más experiencias sociales y simbólicas, algo parecido a la gente moderna que celebra la Navidad con rituales diseñados en torno a la historia de Santa Claus. De esa manera, cuando los paganos romanos se convertían al cristianismo, había algunas preguntas en cuanto a si las prácticas puramente sociales relacionadas con la mitología romana eran incompatibles con su fe nueva. Algunos cristianos romanos no veían nada malo con celebrar los festivales tradicionales inspirados por las historias de dioses míticos, que ellos sabían que no eran reales. Otros cristianos (como la mayoría de los judíos) veían eso como un acomodo terrible.

paganos: gentiles no convertidos, los judíos y los cristianos frecuentemente los relacionaban con la idolatría, el politeísmo, las creencias religiosas erradas y un estilo de vida inmoral.

Algo similar probablemente se aplicaba a la adoración del emperador. A los emperadores romanos frecuentemente se les identificaba como figuras divinas a quienes se les debía un honor apropiado. En la piedad popular, a los emperadores se les atribuían diversos milagros y beneficios divinos. Sin embargo, aparte de esto, ninguna «religión» real se desarrolló alrededor de los emperadores: lo que los judíos y cristianos consideraban como «adoración» de los emperadores, la mayoría de los romanos lo veían como simples actos de patriotismo (similar a jurarle lealtad a una bandera). Los romanos rara vez entendieron por qué los cristianos se rehusaban a darle semejante honor al César.

El mundo romano también exhibió una amplia variedad de sectas que los eruditos modernos identifican como «religiones de misterio». Estas se desarrollaban alrededor de dioses y diosas de diversas mitologías: Demetrio, Dionisio, Orfeo, Cibeles, Astarté (Ishtar) y Artemisa (Diana) eran particularmente populares. Diferían una de la otra, pero siempre implicaban participación en ritos secretos como lavamientos rituales, comidas comunes y, a veces, ritos sexuales relacionados con las preocupaciones de fertilidad (de cosechas o de humanos). El conocimiento secreto que se obtenía permitía a los devotos afianzarse con el dios o la diosa en esta vida y establecer una conexión íntima que continuaría en el mundo más allá de la muerte. Sabemos que estas religiones eran populares, pero sabemos poco de ellas porque sus practicantes deliberadamente mantuvieron sus ideas y prácticas en secreto. Los reportes que sí tenemos podrían ser relatos hiperbólicos con base en la especulación y el rumor. Después de todo, algunos romanos consideraban el cristianismo como una religión de misterio cuando apareció por primera vez, y los primeros relatos en cuanto a la adoración cristiana incluyen acusaciones de orgías y canibalismo, probablemente porque los cristianos llamaban a su comida eucarística «banquete de amor», y hablaban de «comer el cuerpo de Cristo».

fertilidad: la habilidad de producir descendencia; se usa con los humanos capaces de concebir hijos, o con los campos capaces de producir cosechas.

eucaristía: de una palabra griega que significa «acción de gracias»; la comida ritual que practican los cristianos de una manera que conmemora la última cena con sus discípulos; también llamada «Santa Cena» y «Sagrada Comunión».

Finalmente, podría ser útil mencionar unas cuantas otras áreas de interés espiritual que estaban tan generalizadas en el mundo del Nuevo Testamento, que no es necesario relacionarlas con alguna religión en particular.

El animismo

Había una creencia generalizada en la existencia de espíritus, buenos y malos, y en la posibilidad de que estos espíritus pudieran poseer personas y animales. También podían morar en rocas, en árboles, en ríos y en otros fenómenos. La percepción común era que esos espíritus interactuaban con el mundo de la naturaleza, por ejemplo, las tormentas del mar eran ocasionadas por los espíritus del agua; las enfermedades eran ocasionadas por posesiones demoníacas. Como resultado de esas creencias, la gente de todas las clases sociales frecuentemente se ponía amuletos protectores, y se usaban pociones mágicas y hechizos para influir en o manipular a los espíritus para que hicieran la voluntad de uno. Parece que la ciudad de Éfeso había sido un centro de esas artes mágicas (véase Hch. 19:11-21). En este mismo sentido, debemos observar que prácticamente todos en el mundo del Nuevo Testamento creían en fantasmas (los espíritus de los difuntos); algunos trataban de contactarlos.

Figura 1.2. Animismo. En el mundo romano, comúnmente se creía que los espíritus habitaban en los árboles, las rocas, los ríos y en otros fenómenos naturales. (Bridgeman Images)

El agüero y la adivinación

Había gran interés en saber el futuro: los sueños, las visiones y otros portentos podían revelar el futuro, pero podría ser necesario un intérprete para saber su significado. Los sacerdotes conocidos como agoreros trataban de determinar la voluntad de los dioses al observar los patrones de vuelo o los hábitos para comer de las aves (los «agüeros»). Los oráculos profesionales, generalmente mujeres, afirmaban tener la capacidad de predecir el futuro a los que los buscaban (y realizaban los servicios requeridos). Los más famosos estaban en Delfos, Grecia. También se practicaba la astrología, que daba predicciones del futuro (y consejo relacionado para el presente) con base en la observación de las estrellas, que eran consideradas deidades que afectaban los acontecimientos terrenales.

adivinación: cualquier práctica usada para discernir la voluntad de los seres divinos o para predecir el futuro.

oráculo: la persona, generalmente femenina, capaz de recibir mensajes de los dioses, como respuesta a solicitudes particulares, incluso preguntas acerca del futuro; el término también se usa para el lugar donde se dan esos mensajes, y para el mensaje en sí.

El sobrenaturalismo

Había una aceptación común, entre la mayoría de la gente del mundo romano, de que lo que podríamos considerar acontecimientos sobrenaturales podrían ocurrir y ocurrían: lo que nosotros consideramos imposible, ellos lo consideraban extraordinario. Los milagros con frecuencia se atribuían a personas que parecían tener un vínculo especialmente estrecho con el reino espiritual; a la persona que se creía que tenía ese vínculo la llamaban theios anēr («hombre divino»). Ejemplos de esos «hombres divinos» serían Honi, el Dibujante de Círculos (un maestro judío del siglo I a. e. c.) y Apolonio de Tyana (un filósofo griego el siglo I e. c.). A Jesús, que vivió en medio de las vidas de estas dos personas, sin duda los romanos, que habían escuchado las historias de milagros que se reportan en el Nuevo Testamento, lo habrían considerado un theios anēr. Interesantemente, en tanto que era más probable que a las mujeres se les considerara oráculos que podían predecir el futuro, la mayoría de los hacedores de milagros eran hombres.

En el horizonte: El gnosticismo

Uno de los acontecimientos más significativos para el cristianismo del siglo II fue el surgimiento del gnosticismo, el movimiento religioso o perspectiva que atrajo a muchos cristianos y llegó a ser el azote de muchos líderes eclesiásticos prominentes, que buscaban defender la fe ortodoxa de lo que ellos llamaban la «herejía gnóstica». Es difícil definir el gnosticismo porque, como fenómeno religioso e ideológico, tomó varias formas y tuvo muchas expresiones distintas (por ejemplo, piense en lo difícil que sería definir exactamente lo que se quiere decir con la religión o filosofía de la «nueva era» hoy día). El gnosticismo también demostró una capacidad extraordinaria para la integración con religiones y filosofías distintas: había judíos gnósticos, cristianos gnósticos y paganos gnósticos. Sin embargo, en última instancia, el matrimonio del gnosticismo con el cristianismo demostró ser especialmente efectivo, y a lo largo de los siglos II, III y IV, las versiones gnósticas del cristianismo constituyeron las alternativas principales para lo que generalmente consideramos cristianismo «convencional». Había cientos de iglesias cristianas gnósticas, completas con su propio clero, obispos, liturgias y todos los demás accesorios de cualquier sistema religioso organizado. Los gnósticos también escribían sus propios evangelios, que contaban historias de Jesús de maneras que reflejaban sus intereses particulares y luego les ponían una fecha anterior a los libros, atribuyéndoselos a los discípulos de Jesús o a conocidos cercanos. En Egipto se descubrió una biblioteca de escritos gnósticos, en Nag Hammadi en 1945, y la disponibilidad de esa literatura ha realzado grandemente nuestra comprensión de la diversidad cristiana.

herejía: falsa enseñanza, o enseñanza que no se conforma a los estándares de una comunidad religiosa.

Todas las expresiones diversas del pensamiento gnóstico se derivan de una actitud realmente dualista, que considera el «espíritu» como fundamentalmente bueno y la «materia» como fundamentalmente mala. De esa manera, el mundo físico en general y los cuerpos humanos individuales en particular, se entiende que son prisiones materiales en las que las almas o espíritus divinos han estado atrapados. La forma más predominante de gnosticismo conocida para nosotros sostenía que el mundo fue creado por un dios malo, o por lo menos inferior, conocido como el demiurgo. Los seres humanos son básicamente espíritus eternos, que fueron capturados por el demiurgo y ahora están confinados en cuerpos de carne, en un mundo de materia. Los cristianos gnósticos creían que Cristo había venido como un redentor espiritual (disfrazado como ser humano) a impartir conocimiento secreto (griego, gnōsis). Este conocimiento permite que los iluminados sean liberados de su existencia material y que se den cuenta de su verdadera identidad como seres espirituales. Las implicaciones de semejante sistema de fe para la vida en este mundo variaban drásticamente. Muchos gnósticos (probablemente la mayoría) sostenían que la liberación de la carne implicaba la renuncia a los placeres corporales y a los intereses materiales: estimulaban la virginidad, el celibato, el ayuno, las dietas estrictas y otros aspectos de un estilo de vida asceta y austero, que les permitiría llegar a ser más espirituales. Pero otros gnósticos llegaron a la conclusión opuesta: participaban libremente en toda forma de excesos libertinos debido a que ya que el espíritu es todo lo que importa, lo que uno hace con la carne es completamente irrelevante.

 

dualismo: la tendencia de separar los fenómenos en categorías notablemente opuestas, con poco espacio para algo en medio (p. ej., considerarlo todo ya sea como «bueno» o «malo»).

asceta: estricto o severo religiosamente, especialmente en cuanto a la abnegación o renuncia de los placeres mundanos.

Tenemos que hacer énfasis en que el gnosticismo parece ser un acontecimiento de los siglos II, III y IV; no hay prueba de que el movimiento como tal tuviera alguna adherencia en la época en la que se reporta que ocurrieron los eventos en el Nuevo Testamento, ni cuando se estaban escribiendo los libros del Nuevo Testamento. No obstante, los eruditos históricos no piensan que un movimiento como este simplemente haya aparecido totalmente formado a mediados del siglo II; la suposición es que, las ideas y tendencias que definirían posteriormente al gnosticismo tuvieron que haber estado presentes antes. De esa manera, ha llegado a ser común para los eruditos del Nuevo Testamento hablar de un «protognosticismo» casi invisible y mayormente no identificado, como parte del ambiente que constituyó el mundo del Nuevo Testamento. El apóstol Pablo escribe de la distinción entre «lo que es de la carne» y «lo que es del espíritu» (Ro. 8:4-13; Gá. 5:16-26; 6:8). El Evangelio de Juan y las cartas juaninas resaltan que Jesús no era solamente un ser espiritual, sino más bien un hombre con cuerpo de carne real (Jn. 1:14; 1 Jn. 4:2). Los textos como estos (hay muchos más) parecen indicar que el gnosticismo estaba «en el horizonte»: la gente ya pensaba en las clases de cosas que el gnosticismo buscaría tratar, a veces de maneras que eran compatibles con los documentos del Nuevo Testamento, y otras veces de maneras que eran radicalmente distintas a esos escritos.