Loe raamatut: «Un Grito De Honor»

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Acerca de Morgan Rice

Morgan Rice es la escritora del bestseller #1: DIARIO DE UN VAMPIRO (THE VAMPIRE JOURNALS), una saga que comprende once libros (y siguen llegando); la saga del bestseller #1: TRILOGÍA DE SUPERVIVENCIA (THE SURVIVAL TRILOGY), thriller pos apocalíptico que comprende dos libros (y siguen llegando); y la saga de fantasía épica, bestseller #1: EL ANILLO DEL HECHICERO, que comprende trece libros (y contando).

Los libros de Morgan están disponibles en audio y edición impresa, y la traducción de los libros está disponible en alemán, francés, italiano, español, portugués, japonés, chino, sueco, holandés, turco, húngaro, checo y eslovaco (próximamente en otros idiomas).

A Morgan le encantaría tener comunicación con usted, así que visite www.morganricebooks.com para unirse a la lista de correo electrónico, recibir un libro gratuito, recibir regalos gratuitos, descargar una aplicación gratuita, obtener las últimas noticias exclusivas, conectarse a Facebook y Twitter, y ¡mantenerse en contacto!

Algunas Opiniones Acerca de las Obras de Morgan Rice

“EL ANILLO DEL HECHICERO (THE SOURCERER’S RING) tiene todos los ingredientes para ser un éxito inmediato: tramas, tramas secundarias, misterio, caballeros aguerridos y relaciones que florecen, llenos de corazones heridos, decepciones y traiciones. Lo mantendrá entretenido durante horas y satisfará a las personas de cualquier edad.   Recomendado para la biblioteca habitual de todos los lectores de fantasía”.

–-Books and Movie Reviews, Roberto Mattos

“Rice hace un gran trabajo para captar su atención desde el principio, al utilizar una gran calidad descriptiva que va más allá de la simple descripción de la ambientación… Bien escrito y sumamente rápido de leer”.

–-Black Lagoon Reviews (acerca de Turned)

“Es una historia ideal para lectores jóvenes. Morgan Rice hizo un buen trabajo dando un giro interesante… Innovador y singular. La saga se centra alrededor de una chica… ¡una chica extraordinaria!  Es fácil de leer, pero con un ritmo sumamente rápido…  Clasificación PG (Guía Paternal)”.

–-The Romance Reviews (acerca de Turned)

“Me llamó la atención desde el principio y no dejé de leerlo… Esta historia es una aventura increíble, de ritmo rápido y llena de acción desde su inicio.   No hay un momento aburrido”.

–-Paranormal Romance Guild (con respecto a Turned)

“Lleno de acción, romance, aventura y suspenso.   Ponga sus manos en él y vuelva a enamorarse”.

–-vampirebooksite.com (con respecto a Turned)

“Tiene una trama estupenda y este libro en particular, le costará dejar de leer en la noche.  El final en suspenso es tan espectacular, que inmediatamente querrá comprar el siguiente libro, solamente para ver qué sigue”.

–-The Dallas Examiner (referente a Loved)

“Es un libro equiparable a TWILIGHT y DIARIO DE UN VAMPIRO (VAMPIRE DIARIES), y hará que quiera seguir leyendo ¡hasta la última página!  Si le gusta la aventura, el amor y los vampiros, ¡este libro es para usted!”.

–-Vampirebooksite.com (con respecto a Turned)

“Morgan Rice se demuestra a sí misma una vez más que es una narradora de gran talento… Esto atraerá a una gran audiencia, incluyendo a los aficionados más jóvenes, del género de los vampiros y de la fantasía.   El final de suspenso inesperado lo dejará estupefacto”.

–-Reseñas de The Romance Reviews (con respecto a Loved)

"Una fantasía animada que entreteje elementos de misterio e intriga en la historia. La Senda de los Héroes trata acerca del valor y sobre la realización de un propósito de vida que conduce al crecimiento, la madurez y la excelencia… Para los que buscan aventuras de ficción sustanciosa, los protagonistas, los mecanismos y la acción proporcionan un conjunto vigoroso de encuentros que se centran en la evolución de Thor de ser un niño soñador a un adulto joven que enfrenta a situaciones imposibles para sobrevivir… Es sólo el comienzo de lo que promete ser una saga épica para adultos jóvenes".

– Midwest Book Review (D. Donovan, eBook Reviewer)

Libros de Morgan Rice 
EL ANILLO DEL HECHICERO (THE SORCERER’S RING)
LA SENDA DE LOS HÉROES (A QUEST OF HEROES) – (Libro #1)
LA MARCHA DE LOS REYES (A MARCH OF KINGS) – (Libro #2)
EL DESTINO DE LOS DRAGONES (A FATE OF DRAGONS) (Libro #3)
EL GRITO DE HONOR (A CRY OF HONOR) (Libro #4)
UNA PROMESA DE GLORIA (A VOW OF GLORY) (Libro #5)
UN DEBER DE VALOR (A CHARGE OF VALOR)  (Libro #6)
UN GRITO DE ESPADAS (A RITE OF SWORDS) (Libro #7)
UNA SUBVENCIÓN DE ARMAS (A GRANT OF ARMS)  (Libro #8)
UN CIELO DE HECHIZOS (A SKY OF SPELLS)  (Libro #9)
UN MAR DE ESCUDOS (A SEA OF SHIELDS) (Libro #10)
UN REINADO DE HIERRO (A REIGN OF STEEL) (Libro #11)
UNA TIERRA DE FUEGO (A LAND OF FIRE) –  (Libro #12)
EL DECRETO DE LAS REINAS (A RULE OF QUEENS) –  (Libro #13)
LA TRILOGÍA DE SUPERVIVENCIA (THE SURVIVAL TRILOGY)
ARENA UNO: TRATANTES DE ESCLAVOS (SLAVERSUNNERS) –  (Libro #1)
ARENA DOS (ARENA TWO) – (Libro #2)
DIARIO DE UN VAMPIRO (THE VAMPIRE JOURNALS)
TRANSFORMACIÓN (TURNED) (Libro #1)
AMORES (LOVED)  (Libro #2)
TRAICIÓN (BETRAYED) – (Libro #3)
DESTINADO (DESTINED) (Libro #4)
DESEO (DESIRED) (Libro #5)
PROMETIDO (BETROTHED) (Libro #6)
PROMESA (VOWED) (Libro #7)
ENCUENTRO (FOUND) (Libro #8)
RESURRECCIÓN (RESURRECTED) (Libro #9)
ANSIAS (CRAVED) (Libro #10)
DESTINO (FATED) (Libro #11)
Escuche la saga de “EL ANILLO DEL HECHICERO) THE SORCERER’S RING en formato de ¡audio libro!

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Derechos Reservados © 2013 por Morgan Rice

Todos los derechos reservados. A excepción de lo permitido por la Ley de Derechos de Autor de EE.UU. de 1976, ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, distribuida o transmitida en forma o medio alguno, ni almacenada en una base de datos o sistema de recuperación de información, sin la autorización previa de la autora.

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Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes, son producto de la imaginación de la autora o se utilizan de manera ficticia.  Cualquier semejanza con personas reales, vivas o muertas, es solo coincidencia.

Imagen de la cubierta Derechos Reservados, RazoomGame, utilizada bajo licencia de Shutterstock.com.

 
"No temáis a la grandeza:
algunos nacen grandes,
algunos alcanzan la grandeza,
y a algunos les es impuesta la grandeza”.
 
—William Shakespeare
Noche de Reyes


CAPÍTULO UNO

Luanda fue a la carga en el campo de batalla, evitando por poco a un caballo a galope, mientras se dirigía hacia la pequeña vivienda donde estaba el rey McCloud. Ella puso la fría lanza de hierro en su mano, temblando, mientras atravesaba las polvorientas tierras de esta ciudad que una vez conoció, esta ciudad de su gente. Todos estos meses ella había sido obligada a presenciar cómo eran masacrados – y ya había tenido suficiente. Algo en su interior la hizo reaccionar. Ya no le importaba si iba contra todo el ejército McCloud – haría todo lo que estuviera en sus manos para detenerlo.

Luanda sabía que lo que iba a hacer era una locura, que estaba tomando su vida en sus manos, y que era probable que McCloud la matara. Pero alejó esos pensamientos de su mente mientras corría. Había llegado el momento de hacer lo correcto, costara lo que costara.

En el campo de batalla lleno de gente, en medio de los soldados, ella vio a McCloud a lo lejos, llevando a esa pobre chica gritando hacia una vivienda abandonada—una pequeña casa de barro. Él cerró la puerta de golpe, detrás de ellos, levantando una nube de polvo.

"¡Luanda!", se escuchó un grito.

Ella se volvió y vio a Bronson, tal vez nueve metros detrás, persiguiéndola. Su avance fue interrumpido por la incesante oleada de caballos y soldados, que lo obligó a parar varias veces.

Ahora era su gran oportunidad. Si Bronson la alcanzaba, él podría impedirle avanzar.

Luanda duplicó su velocidad, empuñando la lanza y tratando de no pensar en la locura que era todo esto, en las pocas posibilidades que tenía. Si ejércitos completos no podían contra McCloud, si sus generales, su propio hijo, temblaban ante él, ¿qué oportunidad podría tener ella?

Por otra parte, Luanda nunca había matado a un hombre, mucho menos a un hombre de la estatura de McCloud. ¿Se paralizaría llegado el momento? ¿Podría realmente acecharlo? ¿Él era insensible, como le había advertido Bronson?

Luanda se sintió implícita en el derramamiento de sangre de este ejército, en la ruina de su propia tierra. En retrospectiva, lamentaba haber aceptado casarse con McCloud, a pesar de su amor por Bronson. Ella había aprendido que los McCloud eran gente salvaje, imposible de corregir. Los MacGil habían sido afortunados al estar separados por las Tierras Altas, de eso se daba cuenta ella ahora, y de que ellos se habían quedado en su lado del Anillo. Ella había sido ingenua, había sido tan tonta en suponer que los McCloud no eran tan malos como le habían hecho creer. Ella pensó que podría cambiarlos, que al tener la oportunidad de ser una princesa McCloud—y algún día reina—valdría la pena, fuera cual fuera el riesgo.

Pero ahora sabía que estaba equivocada. Daría todo—renunciaría a su título, a sus riquezas, a su fama, todo ello – por no haber conocido nunca a los McCloud, por estar de vuelta en la seguridad, con su familia, en su lado del Anillo. Estaba enojada con su padre por haber arreglado ese matrimonio; ella era joven e ingenua, pero él debió haberlo sabido. ¿Era tan importante para él la política como para sacrificar a su propia hija? También estaba enojada con él, por morir, por haberla dejado sola con todo esto.

Luanda había aprendido a la mala, en estos últimos meses, a depender de sí misma, y ahora era su oportunidad de hacer las cosas bien.

Temblaba cuando llegó a la pequeña casa de barro, con su puerta oscura, de roble, que estaba bien cerrada. Giró y miró a ambos lados, esperando que los hombres de McCloud se le echaran encima, pero para su alivio, estaban todos muy preocupados con los estragos que estaban causando, para darse cuenta.

Levantó la estaca que tenía en la mano y sujetó el picaporte, girándolo con toda la delicadeza que pudo, rogando no alertar a McCloud.

Entró. Estaba oscuro, y sus ojos se ajustaron lentamente a la luz áspera del sol de la ciudad blanca; también estaba más fresco aquí, y cuando ella caminó a través del umbral de la pequeña casa, lo primero que escuchó fueron los gemidos y gritos de la chica. Mientras sus ojos se ajustaban, ella echó un vistazo a la pequeña casa y vio a McCloud, desnudo de la cintura para abajo, en el piso; la chica estaba desnuda, luchando debajo de él. La chica lloró y gritó, con los ojos hinchados, mientras McCloud estiraba la mano y tapaba su boca con la carnosa palma de su mano.

Luanda apenas podía creer que esto era real, que realmente estaba pasando por esto. Ella dio un paso vacilante hacia adelante, con las manos temblorosas, sus rodillas débiles y rezó para tener la fuerza para llevarlo a cabo. Ella agarró la lanza de hierro como si se tratara de su vida.

Por favor, Dios, déjame matar a este hombre.

Ella escuchó los gruñidos y gemidos de McCloud, como un animal salvaje, habiendo tenido suficiente. Fue implacable. Los gritos de la chica parecían amplificarse con cada uno de los movimientos de él.

Luanda dio un paso, luego otro, hasta quedar a pocos centímetros de distancia. Ella miró hacia abajo a McCloud, estudió su cuerpo, tratando de decidir el mejor lugar para atacar. Por suerte, se había quitado su cota de malla y llevaba sólo una camisa delgada, de paño, ahora empapada en sudor. Podía olerlo desde aquí, y ella retrocedió. Quitar su armadura fue un movimiento descuidado de su parte, y ése sería, Luanda decidió, su último error. Ella levantaría el pico por lo alto, con ambas manos y lo sumiría en su espalda expuesta.

Mientras los gemidos de McCloud alcanzaban su apogeo, Luanda levantó la lanza por lo alto. Pensaba en cómo cambiaría su vida después de este momento, cómo, en cuestión de segundos, nada volvería a ser igual. El reino de McCloud sería libre de su rey tirano; su gente se libraría de más destrucción. Su nuevo marido se levantaría y tomaría su lugar, y finalmente, todo estaría bien.

Luanda se quedó ahí paralizada, con miedo. Ella tembló. Si ella no actuaba ahora, nunca lo haría.

Contuvo la respiración, dio un último paso adelante, sostuvo el pico por lo alto con ambas manos y de repente cayó de rodillas, sumiéndolo con todas sus fuerzas, preparándose para hundirlo en su espalda.

Pero sucedió algo que ella no esperaba, y todo ocurrió de manera borrosa, demasiado rápido para que reaccionara: en el último segundo, McCloud se quitó del camino. Para un hombre de su corpulencia, él era mucho más rápido de lo que ella podía imaginar. Rodó hacia un lado, dejando expuesta a la chica que estaba debajo de él. Era demasiado tarde para que Luanda parara.

El pico de hierro continuó sumiéndose, para horror de Luanda, hasta el fondo – en el pecho de la chica.

La chica se sentó recta, chillando, y Luanda estaba mortificada al sentir el pico perforando su carne, profundamente, varios centímetros, en todo su corazón. Brotó sangre de su boca y miró a Luanda, aterrada, traicionada.

Finalmente, yacía boca abajo, muerta.

Luanda se arrodilló, entumecida, traumatizada, apenas entendiendo lo que había pasado. Antes de que ella pudiera| procesar todo, antes de que ella pudiera darse cuenta de que McCloud estaba a salvo, sintió un golpe punzante en un costado de su cara y sintió que caía al suelo.

Mientras se elevaba por el aire, estaba vagamente consciente de que McCloud acababa de golpearla, de darle un tremendo golpe que la había mandado a volar, había, sin duda, anticipado cada movimiento desde que ella había entrado en la habitación. Él había fingido ignorancia. Había esperado el momento indicado, el momento perfecto para no sólo esquivar el golpe de ella, sino para hacer que matara a esa pobre chica y al mismo tiempo, hacerla sentir culpable por ello.

Antes de que su mundo se desvaneciera, Luanda alcanzó a ver la cara de McCloud. Él estaba sonriendo, con la boca abierta, jadeando, como una bestia salvaje. Lo último que escuchó, antes de que su bota gigante se levantara y bajara hacia su cara, fue su voz gutural, desbordándose como un animal:

"Me hiciste un favor", dijo él. "Ya había terminado con ella, de todos modos".

CAPÍTULO DOS

Gwendolyn corría por las callejuelas retorcidas de la peor parte de la Corte del Rey, con lágrimas cayendo por sus mejillas, mientras huía del castillo, tratando de estar lo más lejos posible de Gareth. Su corazón todavía estaba acelerado desde su enfrentamiento, desde que vio a Firth colgando, desde que escuchó las amenazas de Gareth. Desesperadamente intentó extraer la verdad de sus mentiras. Pero en la mente enferma de Gareth, la verdad y las mentiras estaban mezcladas, y era difícil saber lo que era real. ¿Había estado tratando de asustarla? ¿O todo lo que había dicho era verdad?

Gwendolyn había visto colgando el cuerpo de Firth con sus propios ojos, y eso le decía que tal vez, ahora, todo eso era cierto. Tal vez Godfrey, en efecto, había sido envenenado; tal vez ella había sido vendida en matrimonio a los salvajes de los Nevaruns, y quizás Thor estaba ahora yendo a una emboscada. Pensar en eso la hacía estremecerse.

Se sentía impotente mientras corría. Tenía que hacer lo correcto. Ella no podía ir corriendo a alcanzar a Thor, pero sí podía correr hasta donde estaba Godfrey y ver si había sido envenenado, y si aún vivía.

Gwendolyn corrió hacia lo más profundo de la parte sórdida de la ciudad, sorprendida al encontrarse aquí otra vez, dos veces en la misma cantidad de días, en esta parte asquerosa de la Corte del Rey, a la que ella había prometido nunca regresar. Si realmente Godfrey había sido envenenado, sabía que eso habría sucedido en la taberna. ¿Dónde más? Ella estaba enojada con él por regresar, por bajar su guardia, por ser tan descuidado. Pero más que nada, ella temía por él. Se dio cuenta de cuánto había llegado a preocuparse por su hermano en estos últimos días, y la idea de perderlo a él también, especialmente después de quedarse sin su padre, le dejó un agujero en su corazón. También se sentía de algún modo responsable.

Gwen sintió un verdadero temor mientras corría por las calles y no por los borrachos y sinvergüenzas alrededor de ella; sino porque le temía a su hermano, Gareth. Se había visto demoníaco en su última reunión, y ella no conseguía olvidar la imagen de su rostro, de sus ojos, de su mente – tan negra, tan desalmada. Parecía poseído. Que él estuviera sentado en el trono de su padre, hacía la imagen más surrealista. Ella temía su venganza. Tal vez él, de hecho, tramaba casarla, algo que ella nunca permitiría; o tal vez sólo quería hacerle bajar la guardia, y realmente estaba planeando asesinarla. Gwen miró a su alrededor, y mientras corría, cada rostro parecía hostil, forastero. Todos parecían ser una amenaza potencial, enviada por Gareth para acabar con ella. Se estaba volviendo paranoica.

Gwen dio vuelta a la esquina y chocó hombros con un viejo borracho – que la desequilibró – y ella saltó y gritó involuntariamente. Ella estaba nerviosa. Le tomó un momento darse cuenta de que era sólo un transeúnte, no uno de los secuaces de Gareth; ella se volvió y lo vio tropezar, sin voltear hacia atrás para disculparse. La indignidad de esta parte de la ciudad era más de lo que ella podía soportar. Si no fuera por Godfrey, nunca se habría acercado a ese lugar, y lo odiaba por hacerla llegar a esto. ¿Por qué simplemente no podía quedarse fuera de las tabernas?

Gwen dio vuelta a otra esquina y allí estaba: La taberna favorita de Godfrey, una porquería de establecimiento, sentado allí torcido, con la puerta abierta, con los borrachos saliendo de él, como hacían perpetuamente. Ella no perdió el tiempo y entró rápidamente por la puerta abierta.

Le tomó a sus ojos un momento ajustarse a la luz oscura;  apestaba a cerveza rancia y olor corporal; mientras entraba, el lugar se quedó en silencio. La docena de hombres que había adentro se dio vuelta y la miraron, sorprendidos. Ahí estaba, un miembro de la familia real, vestida de gala, entrando en ese lugar, que probablemente no había sido limpiado en años.

Se acercó a un hombre alto, con una gran barriga, a quien reconoció como Akorth, uno de los compañeros de parranda de Godfrey.

"¿Dónde está mi hermano?", preguntó ella, demandante.

Akorth, generalmente de muy buen humor, generalmente listo para dar rienda suelta a una broma de mal gusto con la que él mismo estaba muy satisfecho, la sorprendió: simplemente negó con la cabeza.

"No está bien, mi lady", dijo, sombrío.

"¿Qué quieres decir?", insistió ella, con su corazón latiendo aceleradamente.

"Tomó una mala cerveza", dijo un hombre alto, delgado, a quien ella reconoció como Fulton, otro compañero de Godfrey. "Enfermó ayer por la noche. No se ha levantado".

"¿Está vivo?", le preguntó, frenética, agarrando la muñeca de Akorth.

"Escasamente", respondió, mirando hacia abajo. "La ha pasado mal. Dejó de hablar hace una hora".

"¿Dónde está?", insistió ella.

"En la parte trasera, señora", dijo el tabernero, inclinándose sobre la barra, mientras limpiaba una jarra, con una mirada triste. "Y será mejor que tenga un plan para lidiar con él. No conservaré un cadáver en mi establecimiento".

Gwen, abrumada, se sorprendió al sacar una pequeña daga, inclinándose hacia adelante y manteniendo la punta en la garganta del tabernero.

Él tragó saliva, mirando hacia atrás, sorprendido, mientras el lugar quedaba totalmente en silencio.

"En primer lugar", dijo ella, "este lugar no es un establecimiento – es una porquería de abrevadero y lo haré derribar por la guardia real si me hablas de esa forma otra vez. Puedes comenzar por llamarme mi lady".

Gwen se sentía fuera de sí misma y le sorprendió la fuerza que la superaba; no tenía idea de dónde venía.

El tabernero tragó saliva.

"Mi lady", repitió.

Gwen mantuvo estable la daga.

"En segundo lugar, mi hermano no morirá – y ciertamente no en este lugar. Su cadáver haría que tu establecimiento tenga más honor que cualquier ser viviente que haya pasado por aquí. Y si muere, puedes estar seguro de que la culpa caerá sobre ti".

"¡Pero yo no hice nada malo, mi lady!", dijo defendiéndose. "¡Era la misma cerveza que le serví a todos los demás!".

"Alguien debe haberla envenenado", añadió Akorth.

"Pudo haber sido cualquiera", dijo Fulton.

Gwen bajó lentamente su daga.

"Llévenme con él. ¡Ahora!", ordenó.

El tabernero bajó la cabeza con humildad esta vez, se volvió y se apresuró a ir a la puerta lateral detrás de la barra. Gwen le siguió muy de cerca; Akorth y Fulton también se unieron.

Gwen entró en la pequeña habitación detrás de la taberna y escuchó un jadeo, mientras veía a su hermano, Godfrey, tirado en el piso, en posición supina. Estaba más pálido que nunca. Parecía estar a un paso de la muerte. Todo era verdad.

Gwen se apresuró a su lado, agarró su mano y sintió lo fría y húmeda que estaba. Él no respondió, su cabeza estaba en el suelo, sin afeitar, con el cabello grasoso, sujetando su frente. Pero ella sentía su pulso, y aunque estaba débil, estaba allí; también veía cómo se levantaba su pecho con cada respiración. Él estaba vivo.

Ella sintió una repentina furia dentro de ella.

"¿Cómo pudieron dejarlo aquí, así?", dijo ella a gritos, dirigiéndose al tabernero. "¿A mi hermano, miembro de la familia real, lo dejaron solo como un perro, en el suelo, mientras se está muriendo?".

El tabernero tragó saliva, se veía nervioso.

"¿Y qué iba a hacer, mi lady?", preguntó él, sonando inseguro. "Esto no es un hospital. Todos decían que básicamente estaba muerto y…"

"¡No está muerto!", gritó ella. "Y ustedes dos", dijo ella, volteando a ver a Akorth y Fulton, "¿qué clase de amigos son? ¿Él los habría dejado así?".

Akorth y Fulton intercambiaron una mirada sumisa.

"Perdóneme", dijo Akorth. "El doctor vino anoche y lo miró y dijo que se estaba muriendo, y que lo único que quedaba era esperar a que muriera con el tiempo. No creí que se podría hacer algo".

"Nos quedamos con él la mayor parte de la noche, mi lady", añadió Fulton, "estuvimos a su lado. Solo tomamos un breve descanso, bebimos un trago para superar nuestras penas, y luego usted entró y…"

Gwen levantó la mano y con rabia derribó sus jarras de cerveza de sus manos, lanzándolas al suelo, y el líquido se derramó por todas partes. Ambos la miraron, sorprendidos.

"Que cada uno de ustedes sujete un extremo de él", ordenó ella con frialdad, de pie, sintiendo que una nueva fuerza surgía dentro de ella. "Lo sacarán de este lugar. Me seguirán por la Corte del Rey hasta que lleguemos con la curandera real. Mi hermano tendrá la oportunidad de una verdadera recuperación, y no morirá en base a la proclama de un doctor lerdo.

"Y tú", agregó, dirigiéndose otra vez al tabernero. Si mi hermano sobrevive, y si alguna vez regresa a este lugar y le sirves un trago, me ocuparé personalmente de que seas arrojado a la mazmorra y que nunca salgas".

El tabernero cambió de lugar y bajó la cabeza.

"¡Andando!", gritó ella.

Akorth y Fulton se estremecieron y entraron en acción. Gwen salió rápidamente del salón, con ellos dos justo detrás de ella, cargando a su hermano, siguiéndola fuera de la taberna hacia la luz del día.

Empezaron a bajar rápidamente por las atestadas calles de la parte posterior de la Corte del Rey, hacia el curandero y Gwen sólo rezaba para que no fuera demasiado tarde.

Tekst, helivorming on saadaval
€1,87
Vanusepiirang:
16+
Ilmumiskuupäev Litres'is:
09 september 2019
Objętość:
313 lk 6 illustratsiooni
ISBN:
9781632911087
Allalaadimise formaat:
Audio
Keskmine hinnang 5, põhineb 33 hinnangul
Mustand
Keskmine hinnang 4,7, põhineb 457 hinnangul
Tekst
Keskmine hinnang 4,3, põhineb 280 hinnangul
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Keskmine hinnang 4,9, põhineb 1882 hinnangul
Audio
Keskmine hinnang 4,7, põhineb 28 hinnangul
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Keskmine hinnang 4,7, põhineb 503 hinnangul
Tekst
Keskmine hinnang 4,9, põhineb 310 hinnangul
Tekst, helivorming on saadaval
Keskmine hinnang 4,3, põhineb 39 hinnangul
Tekst
Keskmine hinnang 4,6, põhineb 24 hinnangul
Tekst
Keskmine hinnang 4,9, põhineb 20 hinnangul
Tekst
Keskmine hinnang 3,4, põhineb 5 hinnangul
Tekst
Keskmine hinnang 4,3, põhineb 36 hinnangul
Tekst
Keskmine hinnang 3,9, põhineb 14 hinnangul
Tekst
Keskmine hinnang 4,6, põhineb 24 hinnangul
Tekst
Keskmine hinnang 4,4, põhineb 32 hinnangul
Tekst
Keskmine hinnang 4,8, põhineb 21 hinnangul
Tekst
Keskmine hinnang 4,7, põhineb 36 hinnangul
Tekst
Keskmine hinnang 4,6, põhineb 61 hinnangul