El poder de la maternidad

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El poder de la maternidad
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Noemí Genaro

El poder de

la maternidad

12+1

Foto historias

de mujeres

madres


ANTEQUERA 2017





Cada una de nosotras tiene un pedacito del puzle que aportar. El mío con este proyecto es añadir al imaginario colectivo fotografías e historias de la mujer madre. Una mujer fuerte y poderosa, pero normal y corriente a la vez. Se trata de una visión optimista, pero no exenta de sombras y realidad. En este libro aparecen mujeres que podrían ser cualquiera de las mujeres que conocemos de nuestro barrio o de nuestra familia.

La fotografía se utilizó casi desde sus inicios para realizar retratos familiares. Al principio eran fotos de estudio, luego fotos tomadas por fotógrafos ambulantes, y más tarde, las cámaras de fotos llegaron a las casas. Estas primeras fotos de familia, de principios del siglo XX, eran posadas. En ellas aparecían todos sus miembros colocados en un orden preciso y solían realizarse en acontecimientos especiales como bodas, bautizos y comuniones. Ni se realizaban fotografías donde la maternidad fuera la protagonista, ni se hacían en momentos cotidianos. Tampoco se retrataban el embarazo o la lactancia, al contrario, se escondían o disimulaban.

A lo largo de los años he buscado fotos en cajones de tías y abuelas, en internet y en mercadillos, y he encontrado algunos tesoros. Entre otros, fotos de los años 50 de una familia italiana donde aparece la mujer embarazada y luego en la cama cuando acababa de dar a luz a uno de sus bebés. Pero se trata de un caso extraño. Poco a poco se ha ido dando importancia a este momento, hasta llenar nuestro imaginario de fotos de embarazo hechas en estudios profesionales. Fotos tomadas en blanco y negro, con poses forzadas y desnudos a medias (para que se vea la barriga pero no el pecho ni el pubis). Fotos que no relacionan a la mujer con ningún ambiente en concreto, sino que la colocan en un ambiente neutro (el estudio). En mi opinión, estas fotografías han contribuido a dar una imagen de la maternidad idealizada, dónde la mujer no es protagonista, si no que parece más bien débil y sumisa, más cercana a las princesas de los cuentos que a las mujeres reales.

Otras imágenes actuales de la fotografía contemporánea buscan objetivos conceptuales más profundos, y coleccionan mujeres con una temática concreta. En este caso es el concepto el que toma la importancia y no la mujer individual. Suelen ser fotografías muy depuradas a nivel técnico con composiciones vacías y frías. También hay imágenes de embarazo que sitúan a la mujer en la naturaleza, donde la gestación (y no esa mujer en concreto) es el foco de interés, planteando un homenaje a la forma en que la vida se abre paso en armonía con la madre tierra.


Investigando para mi tesis doctoral he encontrado algunos proyectos de fotógrafas y artistas en los que se profundiza en la individualidad y el ser único de cada mujer, en los que se resalta el estilo propio de cada mujer, de cada vida. En algunos casos centrándose a su vez en la maternidad. Suelen tratarse de proyectos de autorretrato, retrato o ambos. Estos proyectos son los que han guiado e inspirado el mío, dándome un punto de partida. En la bibliografía están señalados algunos de estos proyectos artísticos, así como libros y ensayos de referencia sobre maternidad y fotografía.

He tomado fotografías de 12 mujeres en sus casas y entornos de vida durante 2 años, y también les he pedido que contaran su vivencia de la maternidad, que queda reflejada en los textos que hemos construido juntas. Hay una imagen que se repite en todas las historias, y es la de la mujer guerrera embarazada. Una guerrera desnuda, cuyas armas son su propio cuerpo, su fuerza interior y un instrumento de batalla. El resto de imágenes cuentan pequeñas historias de vida, permiten ver sus casas, sus lugares favoritos o momentos especiales. En la mayoría de los casos aparece toda la familia, la mujer, la pareja, el hijo/a mayor, el bebé recién nacido y los animales que les acompañan.

Comencé este proyecto gracias a una fotografía de unos grandes amigos músicos: Chiara Locardi (italiana) y François Cambuzat (francés). Él tomó la foto en el año 2000 y la utilizaron como cartel de su gira de conciertos por Europa con su grupo L’Enfance Rouge. En esta imagen Chiara aparecía embarazada de su hija Zaï con una escopeta en la mano, un fondo neutro y una mirada y posturas altivas. Cuando quedé embarazada de mi hija Alma Salina, en el 2011, estaba haciendo mi tesis doctoral y quise hacer una versión de esta imagen con lo que era mi instrumento de poder: mi cámara fotográfica. Después, en el 2014 y viendo el efecto que causaba mi fotografía en aquellos que la miraban —pues nadie quedaba indiferente—, se me ocurrió plantear esta imagen a otras mujeres. Y les pedí que tomaran como arma de la guerrera embarazada un objeto o instrumento que para ellas fuera representativo. Pienso que aún hoy quedan batallas que librar por parte de las mujeres madres, pero los recursos que tenemos para luchar no son las armas bélicas de las guerras violentas. El momento y lugar en el que estamos nos permite utilizar la creatividad y el intelecto desde una perspectiva constructiva. El hecho de que las mujeres aparezcan desnudas también me parecía fundamental para apoyar la idea de que nuestro cuerpo es válido y fuerte tal cual es, de que el embarazo puede ser —y es— una fase de mucho poder creativo, en la que no necesitamos ni disfraces, ni uniformes.

Las madres que han querido participar en este libro son mujeres reales, que han desnudado sus cuerpos y sus vidas para compartirlos con el mundo. Cada una ha elegido el instrumento con el que quería aparecer en la imagen, a veces su herramienta de trabajo como profesional, otras veces un medio creativo o de comunicación con la naturaleza. En cualquier caso se trata de un objeto que forma parte de su identidad individual, y me parece interesante estudiar cómo cada una de ellas ha elegido el suyo. Algunas de ellas han elegido objetos simbólicos del crecimiento de la naturaleza: semillas, raíces, plantas, flores o frutos. O un gatito recién nacido. Otras aparecen con libros o el teclado del ordenador, que identifico como instrumentos de crecimiento intelectual. Algunas se han querido retratar con instrumentos creativos o musicales: pintura, fotografía, costura, un tambor… símbolos de crecimiento artístico y artesanal. Y otras mujeres se han representado con recursos físicos que apelan a la expresión del cuerpo: las propias manos, la esterilla de yoga, el cinturón de danza del vientre y el trapecio.


El proyecto no pretende ser objetivo ni reunir a todos los tipos de madres que existen. Es una visión subjetiva y parcial, una interpretación visual de una parte de la realidad. El primer sesgo impuesto era realizarse la fotografía desnuda, y es lo que ha frenado a muchas mujeres a participar. También de las mujeres que han posado, algunas han dado más importancia al hecho de taparse el pubis y otras no. Otros sesgos del trabajo corresponden a mi capacidad personal de encontrarme con las modelos y establecer relaciones con ellas de cierta frecuencia y profundidad. Con la mayor parte de ellas he realizado varias sesiones fotográficas en diferentes lugares y países, en el embarazo y después con sus bebés. En algunos casos habían cambiado de casa o se habían cortado el pelo. También hubo mujeres que querían participar pero dieron a luz antes de poder tomar las fotografías de embarazada. O algunas de ellas prefirieron que no apareciera el bebé o su pareja.

Para trabajar los textos les di una guía de cuestiones sobre las que reflexionar, pero cada una de ellas ha escrito su historia a su manera. A través de multitud de correos electrónicos, llamadas y encuentros hemos conformado juntas sus historias de vida, modificando los textos, añadiendo y quitando fotografías hasta que cada una de ellas ha quedado satisfecha con su historia. La mayoría de ellas viven en Andalucía (España) y otras en Piemonte (Italia), pero sus orígenes y procedencias familiares son muy diversos. También son distintos sus estilos de vida: viviendas, situación económica, relaciones de pareja, edad, historias de parto, lactancia y crianza… Pero tienen algo en común: el haber querido participar en este libro, el haberse desnudado por dentro y por fuera.

En este proyecto cuento también la fotohistoria de mi maternidad, que comenzó en el 2011 con mi primera foto de guerrera embarazada, en la que mi instrumento era la cámara fotográfica. En el 2015 me realicé mi segunda foto embarazada, y elegí un tambor, símbolo para mí del ritual, del círculo de mujeres que cierra este ciclo. La mayoría de las fotografías que forman parte de mi fotohistoria son autorretratos tomados con disparador automático, pero también hay muchos retratos tomados por mi pareja, Silvio Garabello Uruss.

 

He sido la acompañante familiar de muchas de estas mujeres, que son hermanas, amigas, y sobre todo, compañeras de viaje. He tenido la suerte de estar presente en los nacimientos de Leo, Óliver y Enzo, con lo que pude tomar fotografías de sus primeros momentos y compartir el regalo de su llegada a este mundo con sus padres. Con este proyecto estas mujeres quedan unidas, cada una con su piececita, con su historia que aportar, formando un puzle nuevo.




La observación es mi instrumento en la vida. Me observo a mí y observo a los demás. Suelo hacerlo con una cámara en la mano, pero también sin ella. He sido profesora de fotografía artística durante más de 10 años, y esto me ha permitido observar y reflexionar con personas muy distintas. Entre otros lugares, estuve trabajando en las Escuelas de Arte de Andalucía con estudiantes de fotografía artística profesional, en las Villas Miseria en Buenos Aires (Argentina) con adolescentes en situación de riesgo, en los campos de refugiados saharauis de Tindouf (Argelia) con mujeres musulmanas, cerca de Granada en un centro de día con personas con discapacidad y en el Instituto de la Mujer con mujeres que han sufrido violencia de género. En todos los casos hemos utilizado la fotografía artística como medio de autoconocimiento y de expresión. Y así descubrí el poder sanador de las imágenes, cómo las fotografías actúan a un nivel intuitivo que nos permite conectarnos con partes más profundas de nosotros mismos.

Me apasiona especialmente el mundo de la familia y de las relaciones, y como retratista me gusta ir más allá de la imagen, mirar la historia que hay detrás, construirla con la persona que aparece. Con mi tesis doctoral sobre “Autorretrato Fotográfico e Identidad” observé la construcción de la identidad a través de la fotografía en zonas y culturas distintas. Eran fotografías de autorretrato, tomadas por los protagonistas de las historias, por lo que se trataba de su propia visión sobre sí mismos. Cuando fui madre, mi principal foco de interés fue el cambio que experimentan las familias cuando hay un nacimiento, observando además cómo la identidad familiar se ha transformado en las últimas generaciones. Así que me formé en distintos tipos de técnicas artísticas terapéuticas (principalmente visuales) que permiten realizar un acompañamiento emocional a las familias cuando hay un cambio o ampliación de identidad, en este caso el nacimiento y la maternidad.


Antiguamente no se hablaba de acompañamiento emocional en la maternidad, no era necesario. En parte porque ya existía cierto apoyo familiar que lo compensaba: las mujeres se acompañaban unas a otras en todos los procesos de cambio, en embarazo, parto y crianza, de una manera sencilla y natural, sin necesidad de tanto intelecto. Y en parte porque les tocaba preocuparse de la subsistencia material y de sobrevivir a las guerras violentas. Las que formamos parte de esta época, sociedad y cultura, ya contamos en principio con esa supervivencia material y física. Podemos ocuparnos (a las que nos interese) de hacer una limpieza emocional y psicológica de nuestro árbol familiar. Esto significa construir nuestra propia vida a nuestra manera. Significa conocer lo que han hecho los anteriores y decidir qué cosas nos quedamos y qué no. Una de tantas formas de hacerlo es a través de imágenes artísticas. Fotografía, imágenes mentales (por medio de visualizaciones) y dibujo: son algunos de los instrumentos que yo utilizo cuando realizo acompañamientos.


Un método fotográfico para observar los cambios en la identidad familiar es la “Fotobiografía”, desarrollado por la profesora y psicóloga Fina Sanz. Se toman las fotografías del álbum familiar, desde nuestros antepasados hasta la actualidad, y reflexionamos sobre las actitudes y poses de las personas que aparecen. Se pueden intuir tipos de relaciones entre las personas: personas que no se miran ni se tocan, otras que no aparecen, otras que se abrazan continuamente. Además de observar las relaciones entre las personas, se organiza la propia historia de vida, se ordena y se observan los huecos o ausencias en distintas etapas, qué fotos han sido seleccionadas y cuáles no, y por qué, qué emociones nos provocan, qué momentos estábamos viviendo, etc. También a través de las fotos enmarcadas en casa podemos hacer una reflexión. Madres que tienen más fotos de un hijo que de otro, personas que no aparecen, personas que siguen vivas pero no hay fotos suyas actuales… O en nuestros teléfonos móviles, qué fotografías usamos y compartimos más a menudo, cuáles borramos…

Tras reflexionar y analizar las relaciones familiares tal y como aparecen en nuestros álbumes familiares, en las fotos enmarcadas en casa o en los teléfonos móviles, podemos re-interpretar o rehacer estas fotos. Miramos qué pasa y hacemos una nueva foto. Puede tratarse de una foto de nuestra nueva identidad familiar: la nueva familia al completo, padres y bebé; e incluir en ella a las familias de origen: abuelos y bisabuelos si los hay, o las personas importantes y cercanas a nosotros. También podemos rehacer fotos de nuestras bisabuelas, abuelas y madres, imitándolas en momentos de embarazo, lactancia o crianza. Así comparamos los cambios y reflexionamos sobre los rasgos que conservamos de ellas y nuestras nuevas aportaciones.


Otras técnicas artístico-terapéuticas que utilizo son la visualización y el dibujo. En la visualización nos relajamos y podemos entrar en un estado menos mental, más intuitivo, que nos permite acceder a nuestros deseos y expectativas más profundas de las que no siempre somos conscientes. Después solemos hacer un dibujo que refleje lo que hemos visto y sentido. Este dibujo podemos interpretarlo, analizarlo y sacar conclusiones que nos ayuden en el proceso que se está viviendo. Por ejemplo, las parejas que están esperando un bebé dibujan cómo imaginan el momento del parto y así observamos qué expectativas tienen tanto uno como otro.


Pueden dibujarse a solas, con la pareja muy cerca o más lejos, con una amiga, con su madre, con los hijos mayores, en el hospital, en casa o con un paisaje o elementos de la naturaleza que simbolizan sus ideas sobre el parto... De esta manera también se observa y se trabaja la comunicación en la pareja, si sus expectativas coinciden o si son muy distintas, se busca el acercamiento y la conciliación, escuchando las versiones de ambos. El objetivo es minimizar las expectativas, estar abiertos a lo que pueda suceder, aceptando la realidad del momento en el que se está y ser muy prácticos.

También tomamos consciencia de los recursos emotivos con los que contamos, además de los materiales. En el embarazo (de manera individual o en pareja) se prepara una especie de maleta emocional en la que agrupamos distintos factores: las personas que nos acompañan y nos sirven de guía (familiares, amigos y personas de referencia); música, voz y sonidos; paisajes o lugares especiales; olores, sabores y sensaciones que evocándolas nos permiten sentirnos fuertes y relajados a la vez.

Algunos acompañamientos tienen un carácter más práctico y, aunque haya una base emocional, no tenemos porqué dedicarnos a mirar toda la historia familiar o utilizar técnicas visuales terapéuticas. No soy partidaria de las catarsis ni de complicarse la vida, y menos en el embarazo o crianza, donde ya hay suficientes exigencias del exterior como para buscar otras internas. En este momento más que nunca es legítimo buscar lo que nos nutre, lo que nos hace bien, lo que nos resulta fácil. Para eso es fundamental saber elegir, saber decidir y, por supuesto, responsabilizarse de las propias elecciones y sus consecuencias. No es momento de dejar que otros decidan por ti.

Básicamente, acompañar es adaptarse a la persona que acompañas. A mí me gusta crear un vínculo especial con cada mujer, centrarme en ellas, profundizar en su proceso. Cada mujer tiene unas necesidades propias y una manera única de vivirlo, y su manera será la mejor manera. Ellas me dirigen, van avanzando en su camino delante de mí, y yo las sigo un paso por detrás. Observo lo que puede necesitar, espero que lo pida (verbalmente o de otras formas) y lo realizo con el mayor respeto posible. Puede tratarse de una tarea práctica como secar el sudor o traer un vaso de agua, así como algo más profundo como una charla sobre lo que le preocupa, o un gesto sencillo pero potente como una mirada o una mano en el hombro.

Estas tareas de acompañamiento antes las hacían las mujeres que vivían juntas, de madres a madres, abuelas, tías, suegras y cuñadas. Algunas madres y abuelas siguen haciéndolo maravillosamente, pero otras no, porque han vivido otros tiempos, porque no acaban de entendernos… Así que, en muchos casos, el principal apoyo de la mujer en el proceso de convertirse en madre recae sobre el compañero, padre de la criatura, que está sobrellevando a la vez su propio proceso de convertirse en padre.

El acompañamiento emocional por tanto no es solo para la mujer, sino también para el hombre, para la pareja, si así lo desean. Cuando nace un bebé, también nace una madre, un padre, una familia. El equilibrio existente cambia, se mueven las fichas del juego. Cambia la familia que se acaba de crear, pero también afecta a las familias de origen. Es importante estar atento en estos procesos de cambio, no perder de vista el respeto por las personas protagonistas, y permitir que puedan elegir cómo vivirlo.


En los acompañamientos me olvido de mi historia y me quedo en blanco, en una especie de estado de silencio que proporciona el estar en el momento presente. Significa olvidar el ayer y el mañana, y estar en el hoy. Cuando enseñaba fotografía les decía a mis alumnos: «Para fotografiar, pensad mucho antes y reflexionad mucho después pero, cuando estéis haciendo la foto, dejad la mente aparte. Dejaros llevar por el momento presente y fluir». Es lo mismo. Es lo que he sentido cuando he tenido la fortuna de estar presente en un nacimiento. Ese vivir el presente para mí es el amor, y es un lujo poder vivirlo.

Haciendo este libro me ha pasado lo mismo. El proyecto me ha llevado a mí. De una manera casi mágica, muy intuitiva. Lo empecé sin saber dónde iba a terminar. Las mujeres que han participado me han permitido acompañarlas un trocito de su camino. Hemos vivido momentos muy especiales llenos de amor, risas y llantos. He sido un canal para sus historias, a través de mí ha pasado su fuerza y su poder, el poder que nos ofrece la maternidad, y que queda reflejado en este círculo de mujeres.

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