Ni rosa ni azul

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Ni rosa ni azul
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NI ROSA NI AZUL

Pautas para educar en igualdad

Olga Barroso


Ni rosa ni azul

Pautas para educar en igualdad

© 2021 Olga Barroso

Directora de colección: Mercedes Bermejo

Directora de producción: M.ª Rosa Castillo

Revisora técnica: Mónica Gonzalo

Correctoras: Ana Briz y Anna Alberola

Maquetación: cuantofalta.es

Diseño de la cubierta: ENEDENÚ DISEÑO GRÁFICO

Las imágenes de las páginas 157, 269, 270, 283 y 296 están extraídas del Senticuento Los pájaros Arcoíris, cuya autora es Olga Barroso y la ilustradora es M.ª Jesús Santos Heredero.

© 2021 Editorial Sentir es un sello editorial de Marcombo, S. L.

Avenida Juan XXIII, n.º 15-B

28224 Pozuelo de Alarcón. Madrid

www.editorialsentir.com

«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra».

ISBN: 978-84-267-3327-6

Producción del ePub: booqlab

NI ROSA NI AZUL

Pautas para educar en igualdad

Olga Barroso


Por todas las guerreras que han luchado por la libertad.

Por todo ese silencio abandonado es hora de gritarle al mundo

los abrazos que nunca pudimos dar y devolverle cada golpe

con más ganas de soñar.

Nunca más me verás con cicatrices en el alma.

Ahora ya somos más y hemos perdido el miedo

a ser valientes.

Y basta ya de rogar por querer ser iguales.

Nuestra batalla es por vivir y no por ser mejor que nadie.

Por todas las guerreras que han llorado por querer ser más.

Por todas esas voces contenidas es hora de gritar

que tenemos la fuerza, la valentía y el coraje de agarrar nuestro destino

aunque no llevemos traje.

Extracto de la canción

Nunca más, de Atacados Letra: Luis Frochoso

AGRADECIMIENTOS

Como dicen los versos de Alejandra Pizarnik: «Soy mujer. Y un entrañable calor me abriga cuando el mundo me golpea. Es el calor de las otras mujeres, de aquellas que hicieron de la vida este rincón sensible, luchador, de piel suave y corazón guerrero».

Me considero muy afortunada por haber encontrado en mi camino a tantas y tantas mujeres de piel suave y corazón guerrero. Gracias a todas ellas porque con su calor pude llenarme de amor, de valentía y de ganas infinitas de aprender. Pude ser la mujer que hoy soy, que aprendió el camino para ser feliz y que trata de dar calor a las que llegan. Mi hija Vega me lo recuerda cada día.

A todas ellas está dedicado este libro, muy especialmente a todas las mujeres sabias de las que aprendí en Mercedes Reyna. A todas, pero muy especialmente a Elisabeth, Bea, Bea C., Carmen, Concha, María José, Felicia, Merche, Sagrario, Ana G., Ana, Natasha, María Jesús, Carina, Dori, Loli y María, porque sigo aprendiendo de vosotras y haciendo camino juntas.

Gracias muy especialmente también a la editorial Sentir por permitir con este libro que todas nos volvamos a reunir, y por su compromiso con la infancia y con la justicia.

A las mujeres nos dicen que nuestra felicidad está supeditada a conseguir el amor y el reconocimiento de un hombre. ¡Cuánto tiempo nos lleva desaprender esta falacia! Cuando, en realidad, la felicidad nos viene dada de la mano de esas otras mujeres, amigas, madres, abuelas, compañeras, profesoras y revolucionarias que lucharon para que hoy seamos un poquito más libres de lo que ellas fueron. En realidad, todos y todas somos afortunados porque, a poquito que miremos, descubriremos que están ahí, que la vida está llena de mujeres que hacen del mundo un lugar mejor. No os privéis de sentir su calor.

A todos los hombres igualitarios que se suman a la lucha contra el machismo y que han decidido renunciar a sus privilegios. Muy especialmente a mi pareja, Antonio, porque cuando juega con nuestra hija dice «nosotras».

Y a mi querido Luis Frochoso por sus canciones. Por permitirme abrir este libro con esas palabras suyas siempre tan bonitas, tan certeras, que esconden lo esencial y que, hechas música, nos llenan el alma de fuerza para saltar sin miedo, aunque a veces no seamos capaces, y para recordar eso de «No te olvides de quererte, que es lo que te hace fuerte».

Índice de contenidos

PARTE I LOS DESAFÍOS DE EDUCAR EN UN MUNDO QUE NO HA ALCANZADO LA IGUALDAD REAL ENTRE HOMBRES Y MUJERES

1. El mundo no es igual para los niños que para las niñas

1.1 La consideración de hombres y mujeres en nuestra historia

1.2 La definición de hombres y mujeres en la historia afecta a los niños y niñas de hoy

1.3 Expliquemos a los niños y niñas nuestra historia

1.4 Distintos peligros que pueden sufrir niños y niñas

1.5 Que el mundo sea igual para niños y niñas está en nuestra mano

2. Azul y rosa. Niños y niñas, ¿son diferentes o los hacemos diferentes?

2.1 Desde el principio creamos diferencias entre niños y niñas

2.2 La investigación muestra cómo hacemos a niños y niñas diferentes

2.3 Las diferencias que mantienen los estereotipos de género no existen

2.4 Cuidado con los estudios que revelan diferencias entre hombres y mujeres

2.5 Una habitación propia

2.6 El peligro de los estereotipos de género

3. A qué nos referimos cuando hablamos de igualdad

3.1 Hablar de igualdad aún no es fácil

3.2 Ponernos de acuerdo en los términos para entendernos

3.3 Igualdad no es ser idénticos

3.4 Hombres y mujeres somos cualitativamente iguales para cuidar

3.5 El valor de hombres y mujeres es el mismo

3.6 Si no fuéramos iguales, ¿esto pasaría?

4. Cómo se construyeron los estereotipos de género

4.1 ¿De dónde surge la diferente consideración de hombres y mujeres?

4.2 ¿Cómo se construyeron los estereotipos sexistas?

4.3 Los conceptos «sexo» y «género»

4.4 Grecia y Roma: ¿cómo empezó todo?

4.5 ¿Y después de Grecia y Roma?

4.6 Siempre hubo mujeres inteligentes, pero no se habla de ellas

4.7 Breve historia del feminismo

4.8 Los estereotipos de género perjudican especialmente a las niñas

4.9 Siglo XXI, es hora de poner fin a los estereotipos sexistas

5. Ejemplos de tratos desiguales que aún sufren niños y niñas

5.1 No podéis jugar porque sois chicas

5.2 No puedes hacer ballet porque eres niño

 

6. Situación de las niñas y mujeres en el mundo

6.1 La investigación muestra la injusticia hacia niñas y mujeres

6.2 Empecemos por los motivos para la esperanza

6.3 Analizando la injusticia

6.4 La injusticia de invisibilizar a las mujeres

6.5 Es dañino y falso decir que la igualdad está conseguida

PARTE 2 CLAVES Y PAUTAS PARA EDUCAR DE MANERA IGUALITARIA A NIÑOS Y NIÑAS

7. Evaluando nuestras ideas sexistas

7.1 Todos y todas, a veces, emitimos conductas sexistas

7.2 Evaluando nuestras creencias sexistas

7.3 Cómo desarrollar una educación y una crianza igualitarias

8. Explicar a los niños y niñas el mundo en el que viven

8.1 Transformar las injusticias en oportunidades

8.2 Expliquemos a las niñas las discriminaciones que pueden sufrir

8.3 ¿Está bien que manden los hombres y las mujeres obedezcan?

8.4 Los niños varones también van a sufrir discriminaciones sexistas

9. Acciones para reducir la exposición a contenido sexista

9.1 El sexismo es como la contaminación

9.2 Ofrecer espacios igualitarios para jugar y aprender

9.2.1 Fomentar la realización de actividades físicas no etiquetadas arbitrariamente por la sociedad como actividades de niños y de niñas

9.2.2 Proponer juegos que sean muy divertidos en los que jugar juntos realizando tareas socialmente asignadas tanto a niños como a niñas

9.2.3 Facilitar a los niños y a las niñas todo tipo de juguetes

9.2.4 Evitar que la apariencia sea lo que capte nuestra atención en el caso de las niñas, y la conducta en el caso de los niños

9.3 Eliminar porciones de contaminación sexista

9.3.1 Hacernos conscientes de que podemos, sin darnos cuenta, acercar en exceso a las niñas lo que se nos ha dicho siempre que es de niñas y a los niños lo que se nos ha dicho siempre que es de niños

9.3.2 Exponer a niñas y niños a imágenes o contenidos que muestren lo contrario de los comentarios sexistas que les digan

9.3.3 No coartar en exceso a las niñas

9.3.4 Proponer tareas de cuidado a niños y niñas por igual

9.3.5 No seas tú quien la llame princesa

9.3.6 Impidamos el clásico «las niñas con las niñas y los niños con los niños»

9.3.7 Reacciones ante los éxitos y los fracasos

9.3.8 No acercar el amor de pareja solo a las niñas

10. Cómo proteger a las niñas de los mensajes sexistas

10.1 La contaminación sexista va a golpear de lleno a nuestras criaturas

10.2 Acciones para proteger a las niñas de los mensajes sexistas

10.2.1 Explicar a las niñas que las van a llamar guapas pero que ellas son mucho más

10.2.2 Dejemos a las niñas que elijan el tipo de mujer que quieren ser

10.2.3 Darnos cuenta de cuándo les dicen a las niñas que ellas hacen cosas peor que los niños

10.2.4 Aprovechar los momentos en los que las niñas lloran para hablarles de su fortaleza

10.2.5 No poner bajo un prisma adulto las relaciones afectivas de las niñas

10.2.6 Tu hija no es una marimandona

10.2.7 No la obligues a hacer cosas etiquetadas como de niñas si no le gustan. Anímala a que haga cosas etiquetadas como de chicos si le gustan. Déjala hacer lo etiquetado como de niñas si le gusta

10.2.8 Volver a intentarlo, no rendirse

10.2.9 Hagámoslas rebeldes con causa

11. Cómo proteger a los niños varones de los mensajes sexistas

11.1 Los mensajes sexistas también dañan a los niños varones

11.1.1 ¿De qué manera el sexismo impide que los niños desarrollen las capacidades psicológicas fundamentales para relacionarse afectivamente de un modo sano?

11.1.2 ¿De qué manera el sexismo empuja a los niños a que tengan conductas agresivas hacia otras personas, hacia sí mismos o hacia el entorno?

11.2 Visibilizando este daño a los niños varones

11.3 Acciones para proteger a los niños varones de los mensajes sexistas

12. Cómo crear un contexto educativo y de crianza igualitario

12.1 Educamos con lo que decimos, pero más con lo que hacemos

12.2 La lavadora, esa gran desconocida

12.3 No hacer sentir a las niñas que son menos capaces

12.4 Organicemos la librería de nuestros niños y niñas

12.5 Visibilizar el mérito de las mujeres

12.6 El amor no puede ser la única pasión de las mujeres

12.7 El sexismo no es gracioso

13. La importancia de los juguetes

13.1 Pintar idénticos juguetes de distinto color para venderlos dos veces

13.2 ¿Qué le hemos hecho al rosa que no le hemos hecho al azul?

13.3 Evitar que los juguetes sean una fábrica en miniatura de sexismo

13.4 Importancia de los juguetes en la vida de los niños

13.5 Cómo reaccionar ante los comentarios y regalos sexistas

PARTE III EDUCAR PARA PROTEGER A NIÑAS Y ADOLESCENTES DE LA VIOLENCIA EN LA PAREJA

14. Comprendiendo la violencia en las parejas adolescentes

14.1 Escuchémoslas a ellas

14.2 Por qué puede una chica adolescente verse atrapada en una relación violenta

14.3 Cómo es la violencia en las relaciones de pareja adolescentes

15. Cómo detectar si nuestra hija está en una relación de pareja violenta

15.1 Analicemos una situación real

15.2 Definición del maltrato en la pareja

15.3 Cómo ejerce la violencia un agresor: el patrón de comportamiento violento

15.3.1 Primera fase del patrón de comportamiento del agresor: engaño

15.3.2 Segunda fase del patrón de comportamiento del agresor: inicio de la violencia minimizando a la mujer 285

15.3.3 Tercera fase del patrón de comportamiento del agresor: de la violencia psicológica centrada en desvalorizar a la mujer a la violencia psicológica centrada en culparla tanto de que la relación vaya mal como de que él sea violento

15.3.4 Cuarta fase del patrón de comportamiento del agresor: recrudecimiento de la violencia

15.4 El ciclo de la violencia

15.4.1 Fase de luna de miel

15.4.2 Fase de acumulación de tensión

15.4.3 Fase de liberación de tensión

15.4.4 Vuelta a la fase de luna de miel

15.5 Un recurso educativo para explicar la violencia

Recursos adicionales

INTRODUCCIÓN

En el mundo en el que vivimos se han logrado grandes avances en materia de igualdad entre hombres y mujeres, pero aún, en muchas ocasiones, ante diferentes cuestiones, se sigue tratando y educando de un modo diferente a los niños y a las niñas. Se sigue construyendo un escenario rosa para las niñas, lleno de princesas que se enamoran y que hacen del amor su vida, de mensajes para incitarlas a vivir cuidando a los demás y de claves para que aprendan a medir su valor en función de su belleza física. Se sigue construyendo un escenario azul para los niños, lleno de superhéroes, de acción, de vivir de puertas afuera y de reprimir los sentimientos. Es hora de dejar de educar niños y niñas para educar personas, de dejar de construir un camino para las niñas y otro camino para los niños, de asegurar que los niños y niñas crezcan con libertad para ser personas libres. Este libro pretende dar claves para poder llevar a cabo esta educación igualitaria, para lograr, con nuestra crianza, que tanto las niñas como los niños de hoy se conviertan en adultos mañana seguros de sí mismos, autónomos pero capaces de pedir ayuda, dispuestos a cuidar cuando sea necesario y respetuosos.

 

El libro está dividido en tres partes. La primera parte está dedicada a analizar las desigualdades aún existentes en la vida de hombres y mujeres, así como el origen histórico de las mismas. El objetivo de esta parte del libro es comprender a fondo la situación de hombres y mujeres en la sociedad y cómo afecta a los niños y niñas, y a la educación que desarrollamos sobre ellos, el hecho de que el mundo aún no sea un lugar igualitario.

La segunda parte del libro es eminentemente práctica y está dirigida a dar claves para poder educar de un modo igualitario a los niños y a las niñas. En esta parte se recogen acciones concretas, pautas y herramientas para llevar a cabo este tipo de educación.

Y la última parte del libro está dedicada a la violencia de género en la pareja. Uno de los graves problemas que tiene nuestra sociedad por el hecho de no ser igualitaria es el maltrato que muchos hombres y muchos chicos ejercen contra sus parejas, contra sus novias. Lamentablemente, nuestras adolescentes pueden tropezarse con este problema e iniciar una relación de pareja enamoradas, ilusionadas por vivir el amor, y encontrarse con un chico que, poco a poco, las va haciendo sentir inferiores, y las va convenciendo de que no dediquen tiempo a sus amigos, familia, estudios; y ellas acaben atrapadas en él y viviendo para él. Para proteger a nuestras adolescentes de esta realidad es imprescindible que conozcamos en qué consiste la violencia de género. Por este motivo, hemos creado esta parte del libro en la que se explica este fenómeno y se describe con muchos ejemplos reales. Si, como adultos, conocemos esta realidad, podremos identificarla si la sufren nuestras hijas, nuestras alumnas, nuestras chicas. Y podremos ayudarlas finalmente a que reconozcan qué es lo que están viviendo y puedan salir de una situación tremendamente dañina.

PARTE I LOS DESAFÍOS DE EDUCAR EN UN MUNDO QUE NO HA ALCANZADO LA IGUALDAD REAL ENTRE HOMBRES Y MUJERES


EL MUNDO NO ES IGUAL
PARA LOS NIÑOS QUE PARA LAS NIÑAS

Lo más grave es que la violencia contra las mujeres y las niñas persiste sin disminución en todos los continentes, todos los países y todas las culturas, con efectos devastadores en la vida de las mujeres, sus familias y toda la sociedad. La mayor parte de las sociedades prohíben esa violencia, pero en la realidad frecuentemente se encubre o se tolera tácitamente.

Ban Ki-moon

Exsecretario general de las Naciones Unidas

1.1 LA CONSIDERACIÓN DE HOMBRES Y MUJERES EN NUESTRA HISTORIA

Nuestra sociedad occidental actual reconoce el mismo valor y, por tanto, los mismos derechos a las mujeres y a los hombres, a los niños y a las niñas. Así se recoge en nuestra Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres:

El artículo 14 de la Constitución española proclama el derecho a la igualdad y a la no discriminación por razón de sexo.

La igualdad entre mujeres y hombres es un principio jurídico universal reconocido en diversos textos internacionales sobre derechos humanos, entre los que destaca la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas en diciembre de 1979 y ratificada por España en 1983.

La igualdad es, asimismo, un principio fundamental en la Unión Europea. Desde la entrada en vigor del Tratado de Ámsterdam, el 1 de mayo de 1999, la igualdad entre mujeres y hombres y la eliminación de las desigualdades entre unas y otros son un objetivo que debe integrarse en todas las políticas y acciones de la Unión y de sus miembros.

Pero esto no siempre ha sido así; es muy reciente en nuestra historia que hombres y mujeres sean reconocidos como sujetos iguales ante la ley. Precisamente por este motivo, aún no se ha logrado la igualdad real entre hombres y mujeres, como también reconoce la citada ley:

El pleno reconocimiento de la igualdad formal ante la ley, aun habiendo comportado, sin duda, un paso decisivo, ha resultado ser insuficiente. La violencia de género, la discriminación salarial, la discriminación en las pensiones de viudedad, el mayor desempleo femenino, la todavía escasa presencia de las mujeres en puestos de responsabilidad política, social, cultural y económica, o los problemas de conciliación entre la vida personal, laboral y familiar muestran cómo la igualdad plena, efectiva, entre mujeres y hombres, es todavía hoy una tarea pendiente que precisa de nuevos instrumentos jurídicos.

Resulta necesaria, en efecto, una acción normativa dirigida a combatir todas las manifestaciones aún subsistentes de discriminación, directa o indirecta, por razón de sexo, y a promover la igualdad real entre mujeres y hombres, con remoción de los obstáculos y estereotipos sociales que impiden alcanzarla.

A lo largo de nuestra historia, las mujeres no han sido reconocidas como iguales a los hombres ante la ley porque han sido consideradas individuos con menos capacidades, menos valiosas y, por ello, no merecedoras de los mismos derechos. Este es nuestro pasado como civilización. Y este es el motivo por el cual todo nuestro ordenamiento jurídico actual, nacional, europeo e internacional ha tenido que crear herramientas legales para establecer y explicitar la igualdad de hombres y mujeres. Herramientas con las que cambiar la visión y definición de las mujeres como seres inferiores y sin derechos. Si queremos entender el mundo de hoy, tenemos que tener presente este hecho, así como si queremos explicar correctamente el pasado a nuestros niños y niñas.

A nuestras espaldas tenemos cuatro mil años de civilización, de los que solo en los últimos cien —redondeando— las mujeres han sido consideradas individuos iguales que los hombres ante la ley. Para conseguir la igualdad es importante reconocer esta realidad, pero más aún conocer su causa; evidenciar y sacar a la luz esta consideración de las mujeres como diferentes —y definidas, en esta diferencia, como inferiores y no merecedoras de los mismos derechos—. Durante tres mil novecientos años, las diferentes culturas precursoras de nuestra sociedad defendieron, mayoritariamente, que las mujeres y las niñas eran inferiores a los hombres intelectual, física y moralmente.

Sin ir más lejos, en España, hasta 1975 (en concreto, hasta que se aprobó la Ley 14/1975, que abordaba la reforma de determinados artículos del Código Civil y del Código de Comercio), no se permitió a las mujeres algo tan básico como abrir una cuenta bancaria. Hasta ese momento, los requisitos legales para hacerlo eran ser hombre, ser mayor de edad y tener el documento de identidad en vigor. Que la mujer pueda disponer de su dinero es algo que hemos alcanzado en nuestro país hace, a día de hoy, solo cuarenta y cinco escasos años. Y hasta la entrada en vigor de la Ley de Relaciones Laborales en 1976, las mujeres necesitaban una autorización de su marido para conseguir un empleo.

En muchos países, los derechos civiles de hombres y mujeres aún no son los mismos. El informe de ONU Mujeres «El progreso de las mujeres en el mundo de 2011-2012» sacó a la luz que, en ese momento, de los 195 países del mundo, solo en 115 las mujeres gozaban de igualdad de derechos para poseer una propiedad, y solo en 93 tenían derechos de herencia igualitarios.

En cuanto a educación se refiere, en nuestro país no es hasta 1970, con la aprobación de la Ley General de Educación, cuando los niños y las niñas, por ley, estudian los mismos contenidos y su educación es obligatoria hasta los 14 años. Con anterioridad, desde 1857 hasta 1970, estuvo en vigor la Ley de Instrucción Pública (conocida como la Ley Moyano, por ser este su creador), que obligaba a niños y niñas a realizar la etapa de primera enseñanza (dividida en elemental y superior) en escuelas distintas y con contenidos distintos. En la etapa elemental, ambos sexos estudiaban religión, historia, lectura, escritura, ortografía, gramática y aritmética; pero los niños estudiaban, además, «breves nociones de agricultura, industria y comercio», y las niñas «labores propias de su sexo». En la etapa superior, los niños estudiaban «nociones generales de física y de historia natural acomodadas a las necesidades más comunes de la vida» y las niñas estudiaban «ligeras nociones de higiene doméstica».

Y ¿cómo era la situación en materia educativa antes de 1857?

Hasta el siglo XVI existió una prohibición explícita a las niñas a acceder a la educación formal.

Durante el reinado de Carlos III, comenzó la preocupación por la educación de todas las clases sociales, incluyendo a grupos tradicionalmente marginados como las mujeres, los habitantes de los campos y los trabajadores de las ciudades. Esta política se convirtió en uno de los principales objetivos educativos de Carlos III, e incentivó la presencia de las niñas en las escuelas de primeras letras mediante la aprobación del Reglamento para el establecimiento de escuelas gratuitas para niñas de 1783. Esta apuesta por la educación surge al comprobar que era necesario formar a la población para mejorar el desarrollo económico del país. La visión de la educación era completamente utilitarista: se quiso reformar el sistema educativo tradicional para modernizar España.

Aunque a lo largo del siglo XVIII la legislación cambió y se permitió que las niñas acudieran a las escuelas de primeras letras, en la práctica este acceso autorizado ya a las niñas, al no ser obligatorio, no se hizo efectivo. ¿El motivo? Que se seguía considerando, mayoritariamente, a las niñas carentes de la inteligencia suficiente. Su existencia se justificaba como complemento del hombre y era útil solo para asumir las tareas domésticas y el cuidado de la familia.

Con la llegada de la Ley Moyano, setenta y cuatro años después, ya sí se obliga —no solo se recomienda— a las niñas a ir a la escuela, pero con el objetivo de educarlas para que desempeñen mejor los roles que se consideran propios de ellas: amas de casa, esposas y madres. De nuevo, esto cambió en 1970, es decir, hace escasos cincuenta años.

Para cambiar estas injusticias, para conseguir los mismos derechos que los hombres, las mujeres, con el apoyo de algunos hombres igualitarios, tuvieron que organizarse y luchar mucho.

Lucharon para poder ser consideradas inteligentes, tan capaces como los hombres y poder, así, estudiar. Para que se asumiera que su papel en el mundo no solo era cuidar de la casa, de la familia y de la descendencia. Lucharon, después, para poder trabajar y, más adelante, para poder hacerlo en profesiones que se consideraban de hombres. Lo consiguieron y nos lo consiguieron. Todos estos logros se alcanzaron, gracias a ellas, en nuestro país y en Europa, hace escasos cien años. Anteriormente, la vida de las mujeres y de las niñas era una vida como ciudadanas de segunda y, en gran parte de la historia, ni siquiera como ciudadanas. Este es nuestro pasado y nuestros niños y niñas de hoy llegan a un mundo que tiene esta historia.

El pasado influye en el presente. Cuando una sociedad tiene un pasado que ha defendido dura y extensamente la desigualdad entre hombres y mujeres, en su presente habrá muchos obstáculos para alcanzar la igualdad. Uno de los más poderosos es la costumbre. Esta empuja fuerte, por lo que para alcanzar la igualdad real es imprescindible legislar y desarrollar actuaciones concretas que cambien lo que se ha pensado, dicho y hecho durante tanto tiempo. Un ejemplo claro es el que analizábamos anteriormente: aunque en España a partir del siglo XVIII se permitía escolarizar a las niñas, la realidad era que no se las llevaba al colegio. No se las escolarizó generalizadamente hasta que la ley obligó a hacerlo porque, a pesar de que se podía, se seguía pensando sobre ellas como se había venido defendiendo durante tantos años atrás.