Loe raamatut: «El 68 en el cine mexicano», lehekülg 4

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Es así que considero importante el rescatar la memoria histórica a través del filme, tanto en documental como en ficción, sobre todo para nuestros jóvenes; porque el material que hay da para mucho más, ya que del tema del 68 puede hacerse toda una serie, acerca de cómo era el país antes del 68, qué pasaba con el Poli, la Universidad, cómo vivía; cómo sentía, como sentíamos los estudiantes la vida. También es importante recuperar la memoria histórica de ese momento, porque todos los pueblos tienen ese derecho, porque eso crea una nacionalidad más justa: debemos ir a las raíces y a la verdad, para que podamos exigirle a los políticos que tengan otro comportamiento. Ahora nos damos cuenta de que la diferencia entre los partidos políticos es mínima, lo importante es la honestidad. Imaginémonos un PAN honesto, un PRI honesto, un Morena honesto; todos honestos. No seríamos lo que somos; estamos en una debacle, en un país corrupto. Aquí va a ocurrir una crisis, aquí no tenemos controles. Los gobiernos priistas dejaron deterioro. Tengo la edad suficiente para recordar cómo vivía en cierto momento de mi niñez y cómo viven las personas con el mismo patrón de vida: ahora tienen menos de lo que yo tenía. Era hijo de un obrero; podía ir al cine o me llevaban al cine, dos o tres veces por semana, comía de lo mejor, siempre; no tenía grandes ropas, ni grandes cosas, así, ni teníamos coche, ni nada, pero vivíamos muy sanamente. Podíamos aspirar a ser mejores trabajando y estudiando. En cambio, ahora, no. El movimiento del 68 nos dio herramientas, bases, sentimientos para conocer mejor la realidad, pero tal vez fue tardío, porque no detuvo el deterioro que ha tenido el país.

Documento histórico

Óscar Menéndez

El 68 es un movimiento que fue creciendo. Cuando era estudiante, todavía me tocó ver la huelga ferrocarrilera del 58, la huelga de los maestros… Como estudiante ahí estaba, veía lo que pasaba en México. Se dio el conflicto del 68, que representa otro suceso histórico que vivió el país, que aumentó y tuvo un desenlace muy duro en la masacre; pero el impacto ya lo tenía, ya habían surgido otras manifestaciones.

Para 1968 yo ya tenía capacidad de análisis; había comenzado a filmar, a hacer cine político desde el 65. Tomamos el movimiento del 68 como un evento que había que registrar, no sabíamos hasta dónde iba a llegar; pero seguimos después del 2 octubre, no nos acabaron.

La primera película política que hice fue Todos somos hermanos, en 1965;1 participó en el V Festival de Cine de Viña del Mar, Chile (1967), que celebró el Primer Encuentro de Cineastas Latinoamericanos, y de esta manera México comenzó a trabajar en cine político. Este filme es completamente universitario y muestra la problemática que vivía en ese momento nuestro país. Fue la primera película independiente de México, y armó un revuelo: el Sol de México, un periódico derechista, puso en su encabezado que se trataba de una película comunista para agitar a los estudiantes; de la misma manera que sucedió con otros diarios. Sin embargo, en una de sus crónicas, José Revueltas habla ampliamente de la película.

En el caso de la película Todos somos hermanos, título sarcástico para su contenido, se está ante un cine de vanguardia indiscutible, lo cual, sin embargo, parece ya no significar gran cosa, después de lo que el concepto ha entrado en desuso, ¿qué quiere decir ahora cine o arte de vanguardia, en general cuando se producen casi a cada instante las manifestaciones más raras y originales de la expresión artística?, […] El joven cinematografista Óscar Menéndez, no se detiene no se detiene ante las palabras cuando dirige y monta su singular película «Todos somos hermanos», francamente hace un cine de propaganda y agitación dicho con todas sus letras. […] ¿qué son la propaganda y la agitación? ¿Qué son como tales y que hay en sus relaciones con el arte? La propaganda difunde un cierto número de ideas, una tendencia doctrinaria o ideológica determinada, un sistema específico, un punto de vista está más refinada al intelecto que a la emoción, la agitación es un instrumento decidida y abiertamente emocional, no difunde ideas, sino que una sola idea no se ocupa del conjunto de la tendencia, sino que escoge lo más concreto de esta, su aspecto más sólido y contundente, no expone sistema sino que maneja sus reflejos prácticos y objetivos no es el punto de vista sino la vista misma.2

Como alumno universitario participé en todas las huelgas ferrocarrileras; me tocaron los ataques a Demetrio Vallejo y estuve ahí, con Othón Salazar. Era estudiante, así que tengo una educación política. En 1968, en ese año aciago daba clases en la Preparatoria 1 de la UNAM; teníamos un grupo de cine, estábamos activos políticamente.

Comenzó el movimiento y Carlos Ortiz Tejeda, me prestó la cámara descompuesta de servicios escolares. No importó, yo la arreglé; lo importante era tenerla. Después conseguí otras dos cámaras, que se perdieron el dos de octubre. Con la primera cámara empezamos a filmar, y produjimos Únete pueblo, de 23 minutos, que dentro del movimiento tuvo carácter de noticiario. Comenzamos a exhibirlo a finales de agosto e hicimos muchas copias para las escuelas. Cada reproducción costaba 300 pesos, y el comité de lucha pagaba su duplicado. Muchas de las películas fueron secuestradas por la policía.

En una de las ocasiones que entró el Ejército a Ciudad Universitaria, nosotros (Armando Zayas, Raúl Cosío Villegas y yo) nos encontrábamos en la radio de la universidad, ahí producíamos el sonido para las películas. Al observar que el Ejército estaba entrando a las oficinas, Armando Zayas decidió esconder los rollos de la película arriba de los transformadores de alta tensión, exponiéndose a electrocutarse. Afortunadamente, Zayas conocía muy bien el espacio de las cabinas. Lo que hizo el ejército fue tirar cientos de cintas de música; todo lo que identificaban con lo ruso lo revisaban, veían qué contenía y lo botaban. Fue un desastre, después tuvo que reponerse todo el material para la universidad. Para nuestra fortuna, nuestros materiales sobre el movimiento estudiantil del 68 quedaron intactos, y luego los rescatamos.

Con posterioridad sucede la masacre en la Plaza de las Tres Culturas. Prácticamente ya en la clandestinidad, realizamos Dos de octubre, aquí México, que es la parte del movimiento y de la cárcel. El estreno se hizo en la Facultad de Ciencias el 26 de diciembre del 69, con Díaz Ordaz en el gobierno. En ese momento estaba la represión muy dura y tuve que irme por tres años a Europa y a Chile, con los materiales, para que no fueran confiscados. Con estas tomas demostramos que poseíamos la capacidad creativa y política para filmar de forma clandestina. No teníamos dinero, pero fue posible gracias a la cooperación de muchos compañeros. Cuando se proyectó la película fue un bombazo tremendo. Se transmitió sin créditos, de otra manera nos hubiésemos ido todos a la cárcel. De por sí ya sabían que yo la había hecho, pero no podíamos pasar los créditos, porque había mucha gente involucrada y, sobre todo, le dio mucho coraje al gobierno que sacáramos una película de la cárcel. La gente estaba excitada por esa película, y, como decía Revueltas, fue totalmente para agitar. Después de esto, tuve que irme a Europa con los rollos.

Dos de octubre, aquí México contiene:

Gran parte de las marchas y concentración del movimiento. Después, cuando los compañeros cayeron en la cárcel me las ingenié para entrar y tomar los testimonios de los presos políticos. Fue muy difícil introducir la cámara, la madre de Federico Emery que visitaba a su hijo me ayudó, pasándola de manera clandestina. Con la cámara dentro, los propios presos filmaban, me hacían llegar los rollos, yo los revelaba y les enviaba instrucciones de cómo mejorar las tomas. Esto duró hasta que descubrieron que habíamos filmado. Buscaron por todas partes pero ya habíamos sacado la cámara.

Tenía mucho material hice una exhibición en la Facultad de Ciencias que me valió la salida del país. En 1970 viajé a Europa para desde fuera ayudar a los presos, que el gobierno se negaba a reconocer como políticos. Me fui a Francia cargando en una maleta de mano los rollos de película. Raúl Álvarez Garín y Luis González de Alba me habían dado una carta para Jean Paul Sartre en la cual le pedían me apoyara en la difusión del filme.3

La carta dice así:

México, DF, noviembre 26 de 1970.

Señor Jean Paul Sartre, apreciable señor, el señor Óscar Menéndez portador de la presente, conocido en México por su labor en el cine no comercial y por su posición política de izquierda, ha realizado una película acerca del movimiento estudiantil de 1968, la cual, no conocemos por razones obvias, pero por los antecedentes del señor Menéndez, creemos que es un trabajo digno de recomendar por su enfoque objetivo que lo hace un documento de interés general, por estas razones pensamos que la película del señor Menéndez amerita una amplia difusión agradecemos a usted la amabilidad de su atención y aprovechamos la ocasión para saludarlo.

Cuando Sartre leyó la carta, lo primero que dijo fue «yo quiero ver la película». Le enseñé Dos de octubre. Aquí México, y entonces él habló con varios compañeros, para que nos apoyaran para rehacer el trabajo.

En Europa las personas que integrábamos el grupo, que seguía constituido, tratamos de rehacer la película, porque estaba en muy malas condiciones técnicas. En Londres tuvimos el apoyo de la BBC, pero no existía la tecnología suficiente para trasladar las películas de ocho a 16 milímetros, luego fuimos a Italia y tampoco se consiguió. La televisión francesa decidió trabajar en mi proyecto de reconstruir la película. Pierre Shafer, creador de la primera radio clandestina francesa durante la ocupación nazi en ese país, trabajaba en el Centro de Investigaciones Le Recherche, televisión francesa y se interesó mucho. Logramos rehacerla. El proyecto francés iba más allá, desde luego, e Historia de un documento, como fue denominado el material, estaba hecho para transmitirse en Eurovisión; la transmisión contemplaba a unos 25 millones de receptores.

Aunque se tenía todo listo, a última hora el gobierno mexicano intervino y pidió al gobierno francés no pasar la película, porque, decían, atacaba a México, que en ese momento estaba en negociaciones con Francia para la venta del metro de la Ciudad de México y la transmisión podía afectar el negocio. En la televisora nos dijeron a Rodolfo Alcaraz y a mí: «No podemos hacer nada, no podemos enlazarla». El convenio con la televisión francesa consistía en que nos diera el trabajo ya reconstruido, y finalmente, empezamos a proyectarlo de manera clandestina en algunos recintos universitarios. Todo estaba clandestino aún en los años setenta.

En vista de ello empezamos a exhibirla en Europa en pequeños círculos. Daniel Cazés se la llevó a Copenhague. Yo fui a Suecia a establecer una red de difusión a través de las universidades (sic) Luego viajé a Italia. Al llegar a la aduana me detuvieron para que les mostrara lo que cargaba en esa pesada maleta de mano. Al ver los rollos me los confiscaron. Está prohibido en todo el mundo pasar películas por las aduanas. Me deprimí, pasé unos días atroces, no tenía ganas ni de salir a la calle. Roberto Rossellini, quien me albergó en su casa (sic), hizo todo tipo de gestiones y sólo gracias a su intervención pude recuperar el material. A partir de entonces fui más (sic) cauto me trasladé a Paris (sic) en tren… 4

Afortunadamente pudimos mandar copias de la película reconstruida a México. Eso fue lo importante. Estos proyectos no tienen relación alguna con el lucro, porque no son una cuestión económica. Los viajes a Europa fueron costeados por compañeros, con una economía realmente miserable. Teníamos que vivir apretadamente, apoyados por los grupos de franceses. De Francia me fui a Chile, porque me invitó el gobierno de Salvador Allende a trabajar en la Unidad Popular.

Volé a Santiago, de nuevo con mi maleta de rollos. Cuando regresé a México en 1973, dejé el material en la embajada de Cuba en Chile, no deseaba que me la quitaran al llegar al aeropuerto mexicano. Meses después de mi partida, sobrevino el golpe de Estado en Chile y la película se perdió un año, hasta que un día apareció en México, nunca supe cómo.5

En Chile, de igual manera, la película se presentó clandestinamente en las universidades, no fue a la luz pública. Resulta que el gobierno de Allende tenía una especie de deuda con el Estado mexicano, así que no éramos muy bien vistos en aquel país y yo tenía que ser muy cuidadoso. Ya en 1985 en México hicimos la versión en español, porque el documental estaba en francés y subtitulado, con el título Homenaje a José Revueltas, quien acababa de morir. Esta película fue exhibida durante tres semanas en el Museo del Chopo, gracias al apoyo del maestro Manuel González Casanova, que se la jugó, porque en cuanto se enteró la rectoría de la UNAM que se estaba exhibiendo, la suspendieron. Este acontecimiento causó una fuerte impresión en la prensa de la cartelera y el cartel que se había hecho no se compartió: un cartel precioso con un dibujo de Rogelio Naranjo. Fue un golpe que nos dieron, porque no se pudo seguir exhibiendo la película, a pesar de que Manuel González Casanova hizo todo lo posible por apoyarnos.

El 68 es un gran tema para el cine documental, sobre todo para los jóvenes estudiantes. Leobardo López, realizador de El grito, tardó un año en terminar de editar su película, que se vio enlatada por la carga burocrática de la Universidad. Nosotros no dependíamos de ella, sino de nuestro grupo de trabajo; no estábamos determinados por alguna institución como el CUEC. Él tardó un montón en sacar El grito, mientras que nosotros le dábamos la vuelta al mundo. El grito representó en los muchachos una gran lección, fue útil para todos; de ahí salieron muchas películas, además de proveernos de una buena porción de cultura mexicana nueva, en las artes pláticas, en el cine, en la literatura, en todo. La sociedad mexicana quedó muy marcada por el choque cultural que podemos contemplar en los filmes como Únete pueblo, que fue muy útil en el movimiento estudiantil; Dos octubre, aquí México, Historia de un documento también conocido como Homenaje a José Revueltas. Este documental se realizó recién muerto Revueltas. Habla sobre su estancia en la prisión. Posteriormente se hizo la primera versión en video de A 25 años de México 68. Luego nació otro tema sobre el 68, que es Años difíciles. Esa película está en manos de la fundación Heberto Castillo. Y para los treinta años del 68 produjimos esta segunda versión de México 68-98.

Es importante decir que el material de El grito, de Leobardo y los muchachos es impecable, es una muy buena narración de los hechos. En cambio, en Dos de octubre, aquí México mostramos los hechos y tenemos una posición política en la película: no solamente reflejamos lo que estábamos filmando, sino que opinábamos sobre lo que acontecía. Tanto El grito como mis documentales son materiales fílmicos originales. Para el 26 de julio del 68, nosotros ya estábamos filmando el movimiento y las golpizas en la ciudadela, sin saber qué iba a pasar el 2 de octubre; ninguno se imaginó esta matanza. Estos materiales son vivencias de nosotros del cine documental. También varios corresponsales que vinieron a cubrir la Olimpiada del 68, filmaron escenas y me las entregaron. Sabían que Leobardo y yo estábamos trabajando en el documental; así también habíamos sido encomendados por el CNH. Compartí los materiales con el editor de El grito, Ramón Aupart, ya que Leobardo cayó preso el 2 de octubre.

México 68-98 se estrenó el 26 de julio de 1998, en el Centro Cultural Coyoacanense. En este recinto se notó esa fuerza juvenil en los compañeros que ya tienen 30 años encima; me pareció una reunión de jóvenes del 68, aunque todos con canas. Creo que cambiamos mucho, pero hemos conservado la gran lucha que nos unió, todos nos desenvolvimos profesionalmente, avanzamos, vivimos modestamente, nadie se ha enriquecido, seguimos siendo maestros, estamos muy cerca de la cultura.

En 2016 hice un trabajo que me parecía muy interesante. La Escuela de San Carlos, perteneciente a la UNAM, me pidió que realizara un documental sobre la participación de los profesores de este claustro y su relación con el movimiento del 68, así como del grupo Mira, que fue excepcional en el movimiento, porque crearon los miles y miles de volantes. La escuela de San Carlos fue el emisor de toda la propaganda; se trabajaba, ahí, día y noche. En este espacio universitario había talleres de grabado para publicación, todo enfocado al movimiento. En este documental de 20 minutos aparecían los testimonios de los dirigentes del movimiento estudiantil, Adolfo Mexiac (profesor)6 y Arnulfo Aquino (estudiante y miembro del grupo Mira). Ambos representaban a la Academia de San Carlos. Ellos narran su experiencia como militantes del 68 en la parte cultural. Desafortunadamente, el señor José de Santiago mutiló el documental, y estas entrevistas fueron borradas. Tengo la impresión de que, una es la versión que tiene la UNAM y otra la del cine independiente; y se basa en que la UNAM tiene el Centro Cultural Tlatelolco, y hasta el momento el grupo de cine independiente que yo coordino no hemos recibido una sola invitación para mostrar nuestro material.

Después de cincuenta años, todavía realizo cine político, conservo ética en esta rama del cine. Hemos evolucionado, ahora tenemos diferentes espacios; salimos de las catacumbas, por vez primera se presenta una producción de este tipo en un lugar oficial. Esa es la diferencia, anteriormente habíamos trabajado en las universidades, cine clubes, pero el hecho de exhibir México 68-98 en el Centro Cultural Coyoacanense demuestra que hemos avanzado. Sin embargo, no son grandes pasos y son muchos años de lucha.

La cinematografía ofrece la posibilidad de observar sucesos históricos en imágenes; permite que los jóvenes puedan apreciar el poder del movimiento estudiantil, que para muchos es muy subjetivo, y a través de estos contenidos darse cuenta de que las formas de represión no han cambiado; sino que son más sofisticadas, ahora son más canallas. Lo que pasó en Chiapas,7 Aguas blancas,8 Ayotzinapa,9 no tiene nombre. Antes era solamente brutal, cuando vivimos lo de Chiapas pensábamos que era sofisticado, pero sigue siendo brutal y ayudado por los medios de comunicación, la desmistificación de los eventos políticos es tremenda. Todo el aparato del Estado está contra los movimientos de liberación en México.

Por otro lado, es una pena que la UNAM en 1997 realizara un convenio con Televisa, que es el aparato corruptor de la cultura mexicana. La UNAM puso a su disposición todos los materiales que no estaban destinados a un uso televisivo. Leobardo López no filmó para Televisa, lo hizo para los estudiantes, para la Universidad: Es lamentable que estos documentos fílmicos se manipulen. El archivo de la UNAM era el único en México fuera del control de esta empresa.

Afortunadamente, estos aparatos comerciales no nos han alcanzado, y seguimos independientes. México 68-98 se realizó con grandes dificultades económicas, es muy caro producir, ahí está prácticamente regalado a la gente. No cubre ni los gastos, pero preferimos hacerlo; existe en nosotros una conducta política, una conducta ética, es un compromiso con uno mismo, por respeto a nuestros compañeros muertos, con toda esta gente de la inteligencia mexicana. No tenemos un compromiso con Televisa que todo lo corrompe; ha corrompido toda la educación en México, ha contaminado todo.

Mientras sigamos vivos seguiremos hablando del 68, porque fue una etapa importantísima en nuestra vida. Ya murieron varios participantes del movimiento, pero hay quienes continúan reavivando el tema del 68, que no es la matanza; es el movimiento que tuvimos, en el que participamos muchos jóvenes de aquel tiempo, y nos quedamos muy dolidos de no haber ganado. Pero a 50 años del 68, estamos ciertos de que nunca nos rendimos, y esa batalla por la democracia no fue inútil, solamente fue el principio de una larga lucha.

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