Maht 300 lehekülgi
Raamatust
Cuando Patricia salió del baño, donde tomó una prolongada ducha, Gustavo se sorprendió al verla con una toalla envolviendo su mojada cabellera, y con unos shorts y remera de él. Ella lo miró, mientras seguía tirado en la cama, y como si fuera algo lógico y normal, dijo, «Ah! Aproveché que estabas medio moribundo… no sé de qué, agregó con una capciosa sonrisa, y me pegué un baño y saqué ésta ridícula vestimenta de uno de los cajones. Porque, también, aproveché a lavar el vestido que me estropeaste, estimado». Como Gustavo se encontraba flotando en otro mundo, no prestó la menor atención a las explicaciones de Patricia. Para él todo era música celestial. Sólo atinó a seguirla con su mirada, como quien lo hace con un fantasma.