Desafíos en la formación de psicólogos de las organizaciones y el trabajo

Tekst
Loe katkendit
Märgi loetuks
Kuidas lugeda raamatut pärast ostmist
Šrift:Väiksem АаSuurem Aa

Algunos prejuicios que obstaculizan el debate de la psicología

En términos generales, podríamos considerar que la subsistencia de los prejuicios en la incursión epistemológica obedece no solo a la deficiente formación metódico-epistemológica de los profesionales, sino también a un conjunto de vicios (prejuicios) que operan como obstáculo para el sostenimiento de un debate racional, disciplinado y democrático, que debe caracterizar el modo de hacer ciencia en general. A todo esto se le suma que los profesionales en general no se dedican a la investigación propiamente dicha, lo que facilita los efectos de deformación de los psicólogos y permite el surgimiento de creencias como que algunos enfoques son más válidos que otros a la hora de hacer ciencia, ya que ningún enfoque se puede arrogar por sí mismo la totalidad de la verdad sobre los hechos psicológicos (Braunstein, 2012).

Otra dificultad que tenemos es la de encarar los debates suponiendo que la propia postura es legítimamente válida, mientras relegamos las posibilidades de legitimación de las demás perspectivas. Esto suele partir del desconocimiento casi absoluto de los presupuestos de los demás paradigmas, de las formas de teorización de los demás objetos, de los modos de aproximación metodológica de las demás escuelas y de las formas de intervención alternativas a la propia. Así, esta combinación del desconocimiento con los prejuicios recalcitrantes opera como un obstáculo antirracional para el desarrollo de cualquier debate mínimamente posible y fructífero. En el campo de la psicología, la historia ha mostrado que

cada una de las psicologías se ha empeñado en demostrar la ‘falta de sustento’ que presume hay en las otras’ para ‘confirmar la veracidad’ de su punto de vista en una posición obtusa hija del prejuicio y no es del estudio concienzudo de los otros puntos de vista (Duque, Lasso y Orejuela, 2012, p. 22).

Esta lamentable práctica prejuiciosa desconoce que la validez de cada perspectiva debe ser establecida en relación con su elección paradigmática, y solo en relación con ella, y deriva en los monólogos en colectivo que han caracterizado la historia de nuestra disciplina, hábito que obstruye y entorpece la discusión reflexiva (Pérez, 1996).

Esta especie de psicoenfoquecentrismo es una visión del mundo científico y psicológico que toma como centro solo nuestro propio grupo de referencia. Esta visión se constituye en otro vicio que obstaculiza la fructífera discusión epistemológica, porque se impone en nuestros sentidos, valores, modelos, presupuestos y definiciones para pensar sobre lo que son los otros y lo que deben ser la ciencia y la psicología.

Lo anterior nos impone como desafío en la discusión interparadigmática, que constituye la totalidad del saber científico y de su práctica, comprender que cada enfoque disciplinar en psicología o cada paradigma es congruente con los presupuestos de los que parte; que un debate fructífero debe ser atizado no solo por la razón arquitectónica de sumatoria, de avances en un cierto campo a la manera de ladrillos que constituyen un edificio, sino también por la razón polémica, como diría Bachelar (D’Bruyne et al., 1974), que permite que a partir de la crítica abierta, razonada y, aunque frontal, respetuosa se constituya otra fuerza de empuje de la base científica. Esto implica superar el psicoenfoquecentrismo, que hace perder de vista que la validez científica depende estrictamente de las elecciones paradigmáticas previamente establecidas, sean estas conscientes o no. También implica el desafío de comprender que ningún enfoque psicológico se puede arrogar él solo y por sí mismo la representación de la totalidad del campo psicológico y el portento de ser el único régimen de verdad y validación. En suma, se trata de la posibilidad de pensar en el devenir de una ciencia sin fundamentalismos, aunque sí con fundamentos; de hecho, se tiende a reconocer que la expresión fundamentalismo científico es una contradicción en los términos (Braunstein, 2012), pues si hay algo que debe caracterizar el quehacer científico es su carácter histórico y dinámico, que propicia que todas las verdades y sus presupuestos sean sometidos constantemente a prueba, como parte del ejercicio de la vigilancia epistemológica.

¿Cómo superar los impases?

Hemos señalado que existen condiciones posibles para un efecto de deformación como psicólogos de las organizaciones y del trabajo derivadas de la ingenuidad paradigmática o del prejuicio, que impiden el reconocimiento de la dimensión multiparadigmática de la psicología como ciencia y como profesión. Sumado a la ignorancia, se encuentra el vicio político de suponer que solo existe el régimen de verdad positivista funcional cuantitativo como forma unilateral de producir conocimiento e intervenir la realidad. A esto se le suma el desdén por las formas diferentes de hacer ciencia y concebir el sentido y el propósito de la intervención en la gestión de los recursos humanos o en la investigación sobre el comportamiento humano en el trabajo y las organizaciones. Todo lo anterior se constituye en obstáculos no solo para el debate, sino para la adecuada formación de los psicólogos del trabajo, las organizaciones y la gestión de los recursos humanos. Ante estos impases nos proponemos sugerir algunas alternativas que pueden pautar la formación de los psicólogos del campo de la POT:

Desarrollar una mejor y más profunda formación en epistemología y metodología de la investigación: Se deben hacer esfuerzos ingentes para que los psicólogos del trabajo y las organizaciones en formación tengan no solo una adecuada y eficaz formación técnica, sino también, correlativamente, una adecuada formación en fundamentación epistemológica, metodológica y teórica para superar el eficientismo técnico que no se soporta en ninguna fundamentación conceptual coherente y sólidamente constituida. Está demostrado que los psicólogos que en el campo profesional logran desarrollar una perspectiva investigativa, además de alcanzar una mejor comprensión de su campo de intervención, logran aumentar su nivel de eficacia, pues no solo saben qué hacer y cómo, sino que también saben por qué tienen que hacerlo o no. Se debe superar el hiato entre ciencia y profesión, y reconocer que es mejor conocer para transformar y transformar para conocer.

Desarrollar una formación inter y transdisciplinar: Un psicólogo en formación debe tener la posibilidad de comprender que ni la organización ni el trabajo son objetos de estudio única y exclusivamente de la psicología, sino que, por definición, son objetos trasndisciplinares. Así, viene bien que un psicólogo pueda tener la oportunidad de formarse en disciplinas que van más allá de la psicología, tales como la economía, la sociología, la administración, la biología, el psicoanálisis, la medicina, el derecho, entre otras, de forma que se pueda representar mejor su objeto de investigación e intervención. Esto no solo le permite tener una visión más amplia, de conjunto, respecto de lo que la organización y el trabajo implican como objeto de estudio, sino que esta comprensión pluridisciplinaria del objeto le puede facilitar un trabajo en equipo con otros profesionales y le puede ayudar a valorar el aporte de otras disciplinas a la comprensión de los fenómenos del trabajo y las organizaciones y a su intervención. A su vez, esta pluralidad lo sensibilizará ante las posibilidades de otros repertorios discursivos que parten de otros presupuestos, no solo teóricos sino también paradigmáticos, que le pueden mostrar que no existe un único régimen de validación en el campo de la ciencia y que, por el contrario, coexisten múltiples modos de conocer e intervenir la realidad organizacional y laboral.

Adicionalmente, una mejor formación interdisciplinaria le permitiría al psicólogo discernir cuál es la particularidad del aporte de la psicología al amplio campo de los estudios laborales y organizacionales, a la vez que le permitiría comprender desde una perspectiva más amplia las múltiples variables intervinientes en la configuración de las actuales realidades del trabajo y las organizaciones, de forma que supere los propios prejuicios psicologistas, individualistas y psicopatologizantes, y pueda apreciar los fenómenos contemporáneos en el campo del trabajo y las organizaciones en una clave interdisciplinaria de mayor cobertura y amplitud en el espectro de la realidad laboral que hoy se caracteriza por su heterogeneidad, complejidad y diversidad. Una formación interdisciplinaria ayuda a superar los prejuicios psicologistas y a sensibilizarnos para concebir las múltiples posibilidades paradigmáticas existentes como formas de conocimiento e intervención igualmente legítimas.

Avanzar de la formación básica bien fundamentada a la formación especializada de posgrado: Es importante reconocer que la formación del psicólogo debe implicar una amplia y bien fundamentada formación básica en los temas relacionados con las organizaciones y el trabajo, al igual que con la metodología de la investigación y la intervención técnico-profesional. En el caso de los psicólogos del trabajo y las organizaciones, la mayoría ya goza de estas cualidades, pero es importante también avanzar, conforme lo hace la tendencia global, en la cualificación de la fuerza laboral, hacia niveles más especializados y profundos de formación en el campo de la POT, para que nos ponga en contacto con la actualidad del discurso psicológico y de los otros discursos disciplinares y profesionales asociados a la gestión de los recursos humanos de las organizaciones y del trabajo, de forma que permita una comprensión más amplia y compleja del objeto de estudio e intervención (Peiró, 2009). De hecho, son las formaciones de posgrado, especialmente las de maestría y doctorado, las que proveen más y mejores elementos en la formación epistemológica y metodológica que puede permitir, aunque no necesariamente la garantice, una amplitud de visión en relación con la constitución del campo científico y su naturaleza pluriparadigmática.

 

Avanzar en una formación técnica y clínica: Es relevante que, dada la naturaleza actual del trabajo, la dimensión subjetiva ocupe un lugar estratégico en el desempeño laboral (Malvezzi et al., 2000; 2012). Para estar concentrados en una economía en la que se prestan servicios persona a persona y en la que la subjetividad y el control emocional juegan un papel preponderante es importante que los psicólogos no solo tengan una adecuada formación para la intervención técnica, sino que tengan a la vez una adecuada formación para la sensibilidad clínica, que permita reconocer la intervención de la subjetividad en el desempeño humano en el trabajo. Un prejuicio generalizado en la formación de los psicólogos, sobre el que hoy por fortuna es posible interrogarse y que se puede superar, es que no existen vasos comunicantes entre la psicología clínica y la psicología organizacional. Hemos de decir aquí que tal presunción es falsa y que por diferentes vías se ha avanzado hacia la comprensión de la importancia de mantener la salud psíquica en el contexto del trabajo, máxime cuando la mayoría de los trabajos son en atención de personas por parte de personas; así, del lado funcionalista se cuenta con los desarrollos de una psicología clínica laboral (Gálvez y Garrosa, 2013), y del lado psicodinámico se cuenta con aproximaciones desde la perspectiva de una clínica del trabajo en la que es posible identificar las dimensiones sociolaborales que pueden producir sufrimiento psíquico (Dejours, 2009; Monteiro, Oliveira y Méndez, 2015; Orejuela y Melo, 2014; Orejuela, 2018).

En conclusión, la POT es por definición una subdisciplina paradigmática. El problema fundamental estriba en que ni los investigadores ni los profesionales son suficientemente conscientes del paradigma en que participan. Esto hace que asuman que se debe pretender que sus criterios de verdad son universales (régimen de verdad único), y que caigan en una defensa acérrima de su perspectiva, incurriendo en cierto dogmatismo espontáneo y de rivalidad, cierto fundamentalismo, que confirma en cada momento que la ciencia no es un campo unificado ni neutro, sino que es por naturaleza un campo político de lucha. La ingenuidad y la rivalidad paradigmáticas obstaculizan el debate epistemológico, metodológico y profesional, pues hacen creer que existe una sola forma de hacer ciencia verdadera y solo una forma de intervención eficaz, obviando que de lo que se trata es de diferentes regímenes de verdad y de acción. Este sesgo de origen ideológico es con frecuencia trasmitido a los psicólogos en formación, haciéndoles creer que el paradigma desde el cual orienta un docente o un investigador es el que concentra toda la validez, la verdad, la pertinencia y la utilidad, al tiempo que intenta eliminar y desprestigiar otras perspectivas, ajenas a la propia. Este sesgo paradigmático tiene efectos de deformación sobre los psicólogos del trabajo y las organizaciones, que terminan repitiendo ciertos prejuicios sin saber exactamente qué significan ni si son válidas o no ciertas presunciones. Esto trae como efecto la reducción de sus posibilidades de investigación o intervención, lo que implica el empobrecimiento del campo.

Referencias

Basu, J. (2014). Psychologists’ ambivalence toward ambiguity: Relocating the projective test debate for multiple interpretative hypotheses. Journal of Projective Psychology & Mental Health, 21(1), 25-36.

Blatt, S. J. (1975). The validity of projective techniques and their research and clinical contribution. Journal of Personality Assessment, 39(4), 327-343. Recuperado de https://cutt.ly/HdrItrI.

Bornstein, R. F. (2007). Toward a process-based framework for classifying personality tests: Comment on Meyer and Kurtz (2006). Journal of Personality Assessment, 89(2), 202-207. Recuperado de https://cutt.ly/5drIgQR.

Bourdieu, P., Chamboredon, J., y Passeron J. (1973). El oficio del sociólogo. Ciudad de México: Siglo XXI.

Braunstein, N. (2012). El insconsciente, la técnica y el discurso capitalista. Ciudad de México: Siglo XXI.

Burrel, G., y Morgan, G. (1979). Sociological paradigms and organizational analyses. Londres: Heinemann.

Cano, F., y Orejuela, J. (2013). Floralba Cano, escritos. Cali: Editorial Bonaventuriana.

D’Bruyne, P., Herman, J., y Shoutheete, M. (1974). Dynamique de la recherche en sciences sociales: les pôles de la pratique methodologique. París: Presses Universitaires de France.

Dejours, C. (2009). El desgaste mental en el trabajo. Madrid: Modus Laborandi.

Duque, J., Lasso, P., y Orejuela, J. (2011). Fundamentos epistemológicos de las psicologías con énfasis en psicología transpersonal. Cali: Editorial Bonaventuriana.

Gálvez, M., y Garrosa, E. (2013). Salud mental en el trabajo: la psicología clínica laboral. En B. Moreno y E. Garrosa (coords.), Salud laboral (pp. 261-274). Madrid: Pirámide.

Gonzales, F. (1999). La investigación cualitativa en psicología: rumbos y desafíos. São Paulo: Educ.

Gonzales, F. (2010). Investigación cualitativa y subjetividad: los procesos de construcción de la información. Ciudad de México: McGraw Hill.

Granger, G. (1993). A ciencia e as ciencias. São Paulo: Editora da Universidade Estadual Paulista.

Guba, E., y Lincoln, Y. (2002). Paradigmas en competencia en la investigación cualitativa. En C. Denman y J. Haro (comps.), Por los rincones: antología de métodos cualitativos en la investigación social (pp. 113-145). Sonora: Colegio de Sonora.

Jenkins, S. R. (2017). The narrative arc of TATs: Introduction to the JPA special section on thematic apperceptive techniques. Journal of Personality Assessment, 99(3), 225-237. Recuperado de https://cutt.ly/kdrIncs.

Kuhn, T. (1962). La estructura de las revoluciones científicas. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica.

Kuhn, T. (1987). ¿Qué son las revoluciones científicas? y otros ensayos. Barcelona: Paidós.

Leininger, M. (2007). Criterios de evaluación y crítica de los estudios e investigación cualitativa. Medellín: Universidad de Antioquia.

Malvezzi, S. (2000). Psicologia organizacional da administração científica à globalização: uma história de desafios. En C. Mahado, M. Melo y N. Santos (orgs.), Interfaces da psicologia (pp. 313-326). Lisboa: Evora.

Malvezzi, S., Orejuela, J., Chiuzi, R., Vesga, J., y Riascos, W. (2012). Gramáticas actuales de la relación hombre trabajo: propuestas de lectura. Cali: Editorial Bonaventuriana.

Mateu, M. (1994). El rol del psicólogo en la empresa. Anuario de Psicología, (63), 219-233.

Méndes, A., Monteiro, J., y Oliveira, F. (2015). Trabalho e prazer. Curitiba: Juruá.

Orejuela, J. (2018). Clínica del trabajo: el malestar subjetivo derivado de la fragmentación laboral. Bogotá: San Pablo, EAFIT.

Orejuela, J., y Melo, A. (2014). Clínicas del trabajo: un estado de la cuestión. En J. Orejuela (ed.), Psicología de las organizaciones y del trabajo: apuestas de investigación (pp. 381-410). Cali: Editorial Bonaventuriana.

Peiró, J. (1998). La psicología social de las organizaciones. En J. Álvaro, A. Garrido y J. Torregrosa, Psicología social aplicada (pp. 155-186). Madrid: Mac Graw Hill.

Peiró, J. (2009). Nuevas exigencias formativas del futuro psicólogo del trabajo. En M. Ordoñez, Psicología del trabajo: Historia y perspectivas del futuro. Madrid: Aedipe.

Pérez, C. (2006). La condición social de la psicología. Santiago de Chile: Lom-Arcis.

Piotrowski, C. (2015). On the decline of projective techniques in professional psychology training. North American Journal of Psychology, 17(2).

Popper, K., y Lorenz, K. (1983). O futuro está aberto. Lisboa: Fragmentos.

Quiñonez, E., y Mateu, M. (1983). Los paradigmas de la psicología industrial organizacional: Estudio histórico. Llull, 6, 67-92.

Valsiner, J. (2007). IPBS: Integrative Psichologycal and Behavioral Science. IPBS, 1(41), 1-5.

Producción de conocimiento, práctica profesional y formación en psicología organizacional y del trabajo: desafíos presentados por el contexto latinoamericano

DOI: https://doi.org/10.17230/9789587206777ch3

Erico Rentería Pérez, Adriano de Lemos Alves Peixoto y Antonio Virgilio Bittencourt Bastos

Universidad del Valle (Colombia), Universidad Federal de Bahía (Brasil)

Introducción

Los desafíos que cercan el ejercicio profesional de la psicología son múltiples, diversificados y complejos, y en especial aquellos para los psicólogos que se dedican a comprender y lidiar con la dimensión de la vida social relacionada con el trabajo y su realización en contextos organizacionales. Uno de los elementos característicos del campo de la psicología organizacional y del trabajo (POT) es su doble estatuto de ciencia (producción de conocimiento) y de profesión (actuación o ejercicio profesional), rasgo que comparte con muchas otras subáreas de la psicología.

Un campo profesional emerge y se consolida a partir de procesos que articulan, por un lado, un segmento orientado hacia la producción de conocimiento y la generación de tecnologías, y por otro, un segmento orientado hacia la comprensión del conjunto de demandas concretas que emergen de contextos sociales específicos que se traducen en problemas que deben ser superados con el uso del conocimiento científico acumulado en la POT. Esos dos segmentos –el de la producción de conocimiento y el de su uso o aplicación por profesionales formados especialmente para tal fin– experimentan tensiones internas que se traducen muchas veces en tensiones entre ambos, que afectan la potencialidad de las contribuciones esperadas por la sociedad, las organizaciones de trabajo y las personas.

Adicionalmente, la diversidad de marcos conceptuales y epistemológicos que caracterizan el desarrollo de la psicología no son ajenos al campo de la POT, y dan cuenta de un panorama complejo de escuelas, teorías y sistemas. Cada uno de los referentes de autores, profesores, investigadores y profesionales en ejercicio contiene una serie de repertorios que si por un lado pueden facilitar un abanico amplio de opciones, por otro lado pueden dificultar o incluso estimular escogencias no críticas o combinaciones que no observan el rigor intelectual necesario para la producción de conocimiento y la intervención que los problemas del mundo del trabajo requieren.

En el ámbito profesional se verifica, en alguna medida, un “aislamiento”, como si se tratara de una práctica que se construye desconectada del saber científico, o conectada a un saber técnico o científico menos riguroso, en el que las transformaciones parecen tener que ver con el control de las empresas de consultoría o de profesionales liberales, que muchas veces actúan más en función de modas que de evidencias empíricas; o inclusive, al tenor de las presiones que emergen sobre los resultados inmediatos en las organizaciones. Tal “desconexión” con el campo científico justifica un menú de actuación libre, con formación metodológica frágil, baja capacidad diagnóstica, más allá de un nivel técnico, y poca comprensión de la dinámica política y del poder en los contextos de trabajo.

En el ámbito de la academia se verifica, muchas veces, una producción de conocimiento fragmentada, pulverizada, sin grandes referentes teóricos interpretativos, en la que abundan microteorías, la sobreposición y la confusión conceptuales, herramientas de actuación, pero hay poca reflexión sobre su validez contextual, más allá de una cientificidad limitada. Es decir, la producción del conocimiento frecuentemente se desconecta de su relevancia práctica.

 

En el presente capítulo se pretende discutir, de manera exploratoria, tales tensiones en el dominio de la POT, teniendo como ejes principales la consideración del contexto latinoamericano en términos de singularidades que deben ser tenidas en cuenta tanto en la ciencia producida como en las prácticas profesionales desarrolladas; la perspectiva de conjunto de los cambios que están ocurriendo en el mundo de la ciencia y en el contexto social, especialmente por la forma en que el mundo del trabajo se ha reconfigurado en las tres últimas décadas (Antunes, 2008; Castel, 2009, 2010; Castells, 2004; Rentería y Malvezzi, 2018), y las demandas que se presentan para los dos ámbitos que integran la disciplina. Finalmente, buscamos presentar una discusión sobre cómo el sistema orientado a la formación del psicólogo(a) ha respondido a los desafíos presentados por la ciencia y por el contexto social. En ese orden de ideas, el objetivo central es estimular discusiones y estudios sobre una cuestión importante: ¿en qué medida la POT ha considerado los elementos críticos del contexto social en que nos insertamos, y los cambios que vienen reestructurando el mundo en la actualidad al formar a los(as) profesionales y al producir conocimiento? Se trata más de una invitación a la reflexión, que de propiamente ofrecer respuestas a una cuestión de tamaña complejidad.

El presente capítulo, además de la introducción, se estructura en cuatro segmentos. En el primero se discuten las tensiones que implica la relación entre ciencia y profesión en un área. En el segundo se discuten los principales problemas que rodean la formación en POT, considerándose especificidades de un campo científico y simultáneamente profesional, y usando como apoyo elementos de la realidad latinoamericana, si bien no se trata de un levantamiento amplio que cubra la diversidad detallada con que se da la formación en POT en el continente. En el tercer segmento la reflexión se orienta hacia la cuestión de cómo el contexto –sea el latinoamericano o el de las transformaciones que están reconfigurando el mundo del trabajo– es considerado en los procesos de producción de conocimiento y formación de profesionales de la POT. Finalmente, a manera de conclusiones, señalamos algunos caminos que consideramos importantes para la construcción de una ciencia y una profesión comprometidas con la transformación del contexto social en el que actuamos.