Loe raamatut: «El momento infinito»

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El momento infinito

Sabela de Tezanos

“Premio Nacional Letras MEC Poesía Édita 2020”


colección última salida / 7

ISBN 978-9915-9313-7-1

El momento infinito

Todos los derechos reservados.

1ª edición, Montevideo, Uruguay, febrero 2018

1ª edición ebook 2021

© civiles iletrados

civiles iletrados editores

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Montevideo, Uruguay

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Diseño cubierta: D/G José Prieto, www.prieto.com.uy

Foto autora: Constanza Rivero

Conversión a formato digital: Libresque

Tal vez se hayan necesitado varios años de silencio frente a los lectores para llegar al libro que le permite verse así, sin tapujos pero delicadamente, con el corazón apretado pero libre porque en la “querida noche impura” la “amnesia lívida” entra en rebelión. Algo de la constante novedad de la creencia y del error, de la convicción contradictoria del “momento infinito” hace de este libro un texto fieramente joven, de tenaz principiante en la vida del deseo. El tiempo (en tanto temporalidad y cronología) es una mentira cuando el amor repentino se entromete y hace estallar los miedos y la cantidad de pasados que cada mujer contiene.

(Alicia Migdal)

Un libro de poemas no necesariamente se lee desde el principio hacia el final. La poeta está en el tiempo, porque estuvo desde siempre. Pero en ese estado larvado va y viene, se duplica, se objetiva y se limita. Cada momento que la alegoría recalca actúa para siempre en el texto aunque su origen resulte circunstancial, mínimo. Así la alegoría de recordar la patria de la infancia, o más precisamente, el destierro que implica todo crecimiento, es una infinitud, pero una infinitud momentánea.

(Alvaro Ojeda)

I

En primera persona

atípica

atravesé otro muro

de la noche.

Agujas en reposo

los zapatos

frágil la hoja verde

en su tallo

a punto para el viento.

Las piedras en secreto

esquivan las palabras

que bordearon la altura

sin alcanzarla nunca.

¿Qué hacer contigo

entonces, poema muerto?

Rema la lengua muda

en lo poroso.

Pero la piel resiste

contra lo áspero

se detiene en el peso

del presente

y acuna.

Por su enigma

mi puño cierro y celo

la versión que me resta

como canto o grafía

fruto que me retrasa:

fluye con las palabras

la eternidad de los caminos.

II

Querida noche impura

me deslicé impar

bajo tus ojos

demasiado despiertos.

Sobre la sombra intacta

de tus huecos

disolví mis lagunas.

Entre el cobijo ambiguo

de tus mapas

vagó mi mente lúcida.

En tu jardín de remilgado olvido

el embriagado blanco de un diciembre

en su perfil estaño me refleja.

Como a luz de una estrella

apagada hace siglos

en la ventana insomne

recostada

nuevos rumores sueltos

me redimen.

III

El tiempo escrito en el cabello mío.

Todo un tropiezo el rostro familiar

trampa inocente y la pregunta al límite

¿quién eras tú, quién eras?

Desorientado círculo de Dante

dibujado en el suelo

y el avance de una cinta mecánica

debajo de los pies.

Llegada a la reunión de mesas blancas

luego de transitadas avenidas

sobresalto de focos demorados

ya junto a los manteles

vencidos,

el aire aún invita

fragante.

Todos los comensales ubicados

el delgado siseo de los platos.

Pero quién eras tú, también aquí.

De nuevo la frontera.

Es la fiebre, se ha dicho.

La fiebre de los días.

Electrizante química

relámpago

alquimia

balanceo cómplice.

En un instante ya sabré quién soy.

Tan solo ahora

no nos separen límpidos cubiertos

el humor inquietante de las copas

el diálogo imperfecto

el chasquido fugaz.

Amnesia lívida,

pequeña comunión

casi amenaza

donde la infinitud

se hace lugar.