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Antología
Raamatust
Después de la fábula de las mil y quinientas islas que componen el Archipiélago Filipino, viene la de las «centenares de razas que en babilónica confusión pueblan las islas», como dice un autor lírico geográfico que escribió sobre este país. Haciendo omisión de las rocas, peñas, islotes insignificantes, muchos sin vegetación, otros con solo una especie de aves y algunos insectos como fauna, y la mayoría sin un ser humano que le habite, quedan, como islas habitadas y que solo cuentan, al tratarse de Filipinas, unas cuantas desde la de Luzón, que es la mayor, hasta la de Cagayancillo, que es una de las más diminutas. Así ocurre con las famosas «razas», nombre pomposo cuyo significado se ha confundido aplicándolo a agrupaciones políticas que en nada se diferencian unas de otras. Los estudios etnográficos más recientes han demostrado que las razas que habitan nuestro archipiélago son tres, a saber: negritos, indonesianos y malayos. Pero de estas razas resultan no solo varios mestizajes sino una gran variedad de tribus caracterizadas principalmente por las lenguas o, mejor dicho, dialectos filipinos que hablan. Si nos fundáramos en razones lingüísticas para dar nombres a las diferentes agrupaciones de hombres, el número de las llamadas «razas filipinas», con ser bastante crecido, no llegaría sin embargo a la cifra que hoy alcanza y que el profesor Blumentritt ha tenido la paciente labor de reunir en un folleto por orden alfabético, publicado en español, con el título de Las razas del archipiélago filipino. Como los estudios lingüísticos aclaran poderosamente las cuestiones antropológicas, he creído que sería útil hacer una información que permita establecer la etimología de los nombres que hoy se aplican a las diferentes tribus que, con el nombre de razas, pueblan Filipinas.