Loe raamatut: «Jesús, el Hijo de Dios»

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Jesús, el hijo de Dios

Explorando la identidad divina de Cristo

Ty Gibson


Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.

Índice de contenido

Tapa

Prefacio

Capítulo uno

Capítulo dos

Capítulo tres

Capítulo cuatro

Capítulo cinco

Capítulo seis

Capítulo siete

Capítulo ocho

Capítulo nueve

Capítulo diez

Capítulo once

Capítulo doce

Capítulo trece

Capítulo catorce

Capítulo quince

Capítulo dieciséis

Capítulo diecisiete

Capítulo dieciocho

Capítulo diecinueve

Capítulo veinte

Capítulo veintiuno

Jesús, el Hijo de Dios

Explorando la identidad divina de Cristo

Ty Gibson

Título original: The Sonship of Christ

Dirección: Marcos Blanco

Traducción: Roberto Badenas

Diseño: Giannina Osorio

Ilustración: Shutterstock

Libro de edición argentina

IMPRESO EN LA ARGENTINA - Printed in Argentina

Primera edición, e - Book

MMXXI

Es propiedad. © 2020 Editorial Safeliz.

© 2021 Asociación Casa Editora Sudamericana.

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.

ISBN 978-987-798-456-9


Gibson, TyJesús, el Hijo de Dios : Explorando la identidad divina de Cristo / Ty Gibson / Dirigido por Marcos G. Blanco. - 1ª ed. - Florida : Asociación Casa Editora Sudamericana, 2021.Libro digital, EPUBArchivo digital: OnlineTraducción de: Roberto Badenas.ISBN 978-987-798-456-91. Vida cristiana. I. Blanco, Marcos G., dir. II. Badenas, Roberto, trad. III. Título.CDD 232.2

Publicado el 20 de julio de 2021 por la Asociación Casa Editora Sudamericana (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).

Tel. (54-11) 5544-4848 (opción 1) / Fax (54) 0800-122-ACES (2237)

E-mail: ventasweb@aces.com.ar

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Para Sue

Todo lo bello en lo que creo está marcado por ti.

Y para Jason, mi hijo unigénito

Ser tu padre es siempre muy divertido y, a veces, peligroso.

Avales

Este es un nuevo acercamiento al tema de la filiación de Cristo. Contiene muchas ideas originales, pero perfectamente fieles a las Escrituras. El título es preciso, pero no lo dice todo. La filiación de Cristo es el punto central en torno al cual está organizado Jesús, el Hijo de Dios, y el que le sirve de fundamento. Las implicaciones de la filiación de Cristo conllevan un tratamiento integral, apropiado para un libro de texto de un curso universitario o de seminario. Sin embargo, a pesar de la profundidad y la amplitud del tema, el libro está escrito en un estilo fácil, relajado y eminentemente legible.

Jerry Moon, profesor emérito de Historia de la Iglesia, Universidad de Andrews

¡Vaya! Es como esas ilusiones ópticas que son imposibles de percibir hasta que las ves, y luego es imposible no verlas. El tema parece tan sencillamente obvio que es sorprendente que no haya sido expuesto antes.

Paul Geelan , vicepresidente administrativo, North New South Wales Conference, Australia

Jesus, el Hijo de Dios es un libro brillante, simplemente brillante. Ty Gibson ofrece un tratado perspicaz e iluminador sobre la filiación de Cristo, desplegando cuidadosamente las enseñanzas de las Escrituras con una atención especial a la historia del Pacto en la Biblia. Al hacerlo, Gibson presenta un cuadro apasionante y conmovedor del Hijo de Dios y de su importancia, que corrige muchos malentendidos y saca a la superficie muchas gemas que a menudo se pasan por alto.

John Peckham , profesor de Teología y Filosofía Cristiana, Universidad de Andrews

¡Asombroso! En el típico “estilo Gibson”, Jesús, el Hijo de Dios presenta un grandioso y espléndido retrato de Dios.

Este libro es brillante.

Brendan Pratt , secretario de la Asociación Ministerial, Australian Union Conference, Australia

Este libro es absolutamente fenomenal. Es una obra de teología de primera clase. Mi alma se emociona.

Pastor Nathan Renner

¡Fantástico! Esto tiene MUCHO sentido. No solo aporta claridad a esta cuestión teológica, ¡hace que el evangelio sea mucho más bello!

Pastor Manny Arteaga

Jesús, el Hijo de Dios es un libro muy, muy bueno, y debe ser publicado en todo el mundo.

Woodrow Whidden, profesor de Teología emérito, Universidad de Andrews

¡Impresionante! ¡Innovador! ¡Precioso! Cada habitante del planeta Tierra debe leerlo.

Pastor James Rafferty

¡Maravilloso! Francamente, este es uno de los libros más formidables que he leído en mi vida. Todo el que cree en Jesús necesita leer este libro. Es tan bueno que no quiero añadir aquí ninguna palabra para no rebajar el valor de lo que está sucediendo actualmente en mi corazón. Solo puedo decir aquí: ¡Magnífico! Cada capítulo es un tesoro. Todo el relato de la Escritura cobra nueva vida. El debate sobre la Trinidad se sitúa en un terreno completamente nuevo. De hecho, creo que este libro cambia el debate por completo. Los debates entre trinitarios y antitrinitarios siempre tienen lugar en el campo de batalla de la metafísica y, por consiguiente, no terminan en ninguna parte. Este libro cambia la ubicación del campo de batalla y, en consecuencia, cambia la batalla. No es nada menos que brillante. Este libro es un ejercicio de virtuosismo teológico y una delicia.

Pastor Marcos Torres

En el debate sobre la Trinidad, necesitamos este libro sobre Jesús, el Hijo de Dios. En lugar de compilar textos probatorios, este libro traza el significado de la noción de Hijo a través de los libros de la Biblia, iluminando los ricos significados que se hallan en textos que a menudo se ignoran. La lectura te llevará más allá de los debates ruidosos y profundizará tu aprecio por el evangelio. Recomiendo encarecidamente este libro como un excelente trabajo de teología bíblica.

Pastor Kessia Reyne

¡Por fin! Tenemos un libro sobre la naturaleza de Dios que apela a la inteligencia ¡y al corazón! La lectura de este trabajo me ha instruido teológicamente, a la vez que me ha inspirado personalmente. Si quieres una defensa más profunda que además está basada en la belleza del carácter de Dios, ¡lee este libro ahora!

Pastor Myron Edmonds

En su libro Jesús, el Hijo de Dios, Ty Gibson adopta un nuevo enfoque, bíblicamente sólido, del que se desprende una comprensión profunda de la Deidad, tal como la revelan los relatos de la Escritura; específicamente, el papel de Jesús como el segundo Adán de la humanidad e Hijo de Dios. El resultado es una de las más bellas y coherentes presentaciones del carácter, el ministerio y el amor de la Deidad que he leído en mucho tiempo. Por favor, ¡lee este libro! Abrirá tu corazón a una apreciación más profunda de nuestro Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Pastor Jonathan Walter

Este libro es un buen ejemplo de cuán profundamente la reflexión bíblica y teológica puede ayudar a responder preguntas importantes respecto de la persona y la identidad de Jesucristo. Escrito en un estilo vivo y accesible, Gibson deja clara la cuestión de la plena, compartida y eterna divinidad de Cristo, al examinar la evidencia bíblica sobre el significado y la teología de la filiación de Cristo. El libro llega en un momento de creciente interés por la doctrina de Cristo. Es una contribución importante y debe recibir la mayor difusión posible.

Darius Jankiewicz, director del Departamento de Teología y Filosofía Cristiana, Universidad de Andrews

Cuando empecé a leer, no pude dejarlo. ¡Vaya! Este libro es impresionante. Ty ha descubierto una verdad innegable con respecto a la naturaleza eterna de Cristo y su relación con el Padre, como el Hijo del Pacto. Si te has preguntado alguna vez cómo Jesús pudo existir sin haber sido creado y a la vez ser llamado el Hijo de Dios, encontrarás la respuesta de la Escritura, clara como el cristal, en este libro sorprendente. Sin duda, la difusión de esta verdad tendrá un profundo impacto en la cristiandad.

Shelley J. Quinn, autora, conferenciante y directora de Desarrollo de Programas 3ABN

Simplemente, no puedo contener mi entusiasmo por el mensaje de este libro. El nuevo enfoque de Ty a la antigua cuestión de la divinidad de Jesucristo, simultánea a su filiación, es refrescante, bíblico y, para mí, totalmente convincente. Oro para que este libro reciba la amplia atención y el apoyo que merece. Jesús, el Hijo de Dios es, sobre todo, una gozosa exploración y celebración de Jesucristo, el Salvador del mundo. ¡Gracias, Ty!

Pastor David Asscherick


“Hijas de Eva, después de todo lo que han pasado, quiero que sepan que han estado en mis pensamientos en cada frase a lo largo del camino”.

Prefacio
Los niños saben muchas cosas

Este libro fue escrito por pura casualidad.

No es broma.

Parece que se ha escrito solo. Sí, yo he estado plenamente implicado en el proceso, que ha sido doloroso por momentos. Pero mi próximo libro iba a tratar sobre otro asunto. A mitad del proceso, me desvié, primero fascinado y luego abrumado por una inesperada visión de la belleza de Dios, y no tuve más remedio que seguir esa luz dondequiera que me llevase. Había tanta gente haciendo la misma pregunta básica –gente en Alemania, Australia, España, California, y hasta en el mercado del pueblo en Collegedale, Tennessee– que empecé a escribir notas y a responder correos electrónicos, hasta que, cuando me di cuenta, este libro ya había salido de mi ordenador.

Así que, aquí está.

Jesús, el Hijo de Dios

Explorando la identidad divina de Cristo

Es cierto que no es un título muy pegadizo, pero es muy específico acerca del contenido del libro. Espero que el título y el subtítulo sean suficientemente significativos para ti antes de que termine nuestro viaje. Al seguir el hilo del texto a lo largo de las páginas que tenía delante, antes de que me diera cuenta ya había escrito más de cien mil palabras. “¡Vaya! Ya basta”, me dije. Así que, me detuve y me puse a editar lo escrito. No quería aburrir ni abrumar a nadie, así que reduje la cosa a 43.459 palabras (poco más de 46.000 en español). Esto ya es más manejable. De hecho, a una velocidad de lectura media de 200 palabras por minuto, puedes leerte este pequeño volumen en más o menos tres horas y media. Así que, no hay problema. Esto equivale a una tarde tranquila de domingo, y estoy seguro de que este tiempo valdrá la pena.

Otra cosa sobre el título: sí, soy muy consciente de que “hijo” es una palabra generalmente referida a hombres.

Hijas de Eva, después de todo lo que han pasado, quiero que sepan que han estado en mis pensamientos en cada frase a lo largo del camino. Por favor, tengan en cuenta a lo largo de esta exploración que todo lo que digamos con respecto a los hijos es igualmente aplicable a las hijas. A lo largo del relato bíblico, la filiación aparece como un mecanismo de alianza para seguir el rastro del linaje de Cristo. El punto es, mis queridas hermanas, que nadie está excluido de ninguna de las implicaciones gloriosas del tema bíblico de la filiación, aunque los hombres parecen estar excluidos de las representaciones bíblicas de la iglesia de Dios como mujer y finalmente como novia. Sin embargo, tanto los hombres como las mujeres están representados por la novia, y tanto las mujeres como los hombres están representados por la filiación.

Estoy tan entusiasmado con Jesús, el Hijo de Dios que no puedo esperar a que me leas. Por favor, envíame un correo electrónico a hello@thesonshipofchrist.com y hazme saber lo que piensas. Estoy orando para que las ideas que estás a punto de descubrir iluminen tu mente y te lleven a un nuevo nivel de comprensión bíblica.

Por último, ya que se espera que cada libro tenga su introducción, aquí está la mía:

Los niños tienden a saber más que los adultos, no en cantidad de conocimientos, sino en significado. A medida que nos hacemos mayores y “más inteligentes”, tendemos a olvidar aquellas cosas profundas que nadie ha tenido que decirnos. Así que, este libro es un guiño cómplice a aquel niñito que intuitivamente percibió lo esencial de la realidad cuando hizo aquella brillante pregunta de que: “Si hemos sido creados, eso significa que Dios estaba solo antes de que nosotros existiéramos; así que ¿cómo habría podido Dios ser amor en aquel entonces si no hubiese habido nadie a quien amar? Tal vez Dios nunca estuvo solo”.

Precisamente, pequeño.


“Algunos creen que el Hijo de Dios no puede ser Dios eterno en el mismo sentido que el Padre es Dios, o de lo contrario no sería llamado el Hijo”.

Capítulo uno
Dos identidades

¿Qué quiere decir la Biblia cuando llama a Jesús “el Hijo de Dios”?

Oh, ¡no! ¿Va a ser esto uno de esos aburridos ejercicios teológicos?

Pues, no.

En realidad, si aceptas seguirme en este corto viaje hasta el final, te aseguro que la recompensa valdrá la pena. Puede que incluso te conmueva profundamente la belleza del carácter de Dios y te asombre la extraordinaria genialidad del texto bíblico. Incluso si encuentras aburrida a primera vista la pregunta anterior, te prometo que el tiempo que vamos a pasar juntos no te aburrirá en lo más mínimo.

En primer lugar, debes saber que esta pregunta ha desafiado a los estudiantes de la Biblia durante casi dos mil años. No es una nuez fácil de romper. Los eruditos en teología siempre han estado intrigados y desconcertados por este tema. Y es fácil ver por qué. Apoyándose en la premisa bastante convincente de que la Biblia llama a Cristo “el Hijo de Dios”, diversas voces han surgido a lo largo de la historia de la iglesia, insistiendo en que, para llevar con propiedad un título como ese, él no podría preexistir sin un punto de comienzo, ni podría coexistir eternamente junto a un Dios de quien es “Hijo”. La lógica, insisten, impide que un hijo coexista cronológicamente desde siempre con su padre.

Difícilmente puedas rebatir ese argumento. Nuestra comprensión normal del término “hijo” incluye la noción de nacimiento, y la Escritura dice que Jesús fue “engendrado” y que nació. De modo que, normalmente, ser “hijo” implica un punto de origen, un comienzo. Si Jesús es llamado “Hijo” de Dios, ¿no se deduce que debió haber sido engendrado por Dios y que, por lo tanto, tiene un punto de partida como persona distinta del Padre? Es indiscutible que esta perspectiva tiene su lógica.

Así que, quiero decirles a los partidarios de este punto de vista que no van encontrar de mi parte ninguna actitud irrespetuosa o despectiva. Yo estoy de parte de los estudiosos que usan su cerebro. Como dijo Galileo, “no me siento obligado a creer que el mismo Dios que nos ha dotado de sentido común, razón e inteligencia pretenda que renunciemos a su uso”. Felicito a quienes procuran ser lógicos y coherentes.

Pero, sobre la base de su honestidad y lógica, les pido que tomen en serio lo que vamos a explorar sobre el tema, porque creo que van encontrar profundamente convincente el enfoque de este libro. De hecho, me atrevo a afirmar que lo que estamos a punto de descubrir acerca de la filiación de Cristo es una verdad tan obvia que, una vez que la veas, no podrás perderla de vista. Soy consciente de que esta es una gran pretensión para este pequeño libro, pero, por favor, permíteme que lo intente lo mejor que pueda, al acompañarme hasta la última página. Y haz lo que quieras, pero no te saltes nada. Sigue el texto en orden, porque, en nuestro tratamiento del tema, cada pieza de cada cuadro es vital para comprender la siguiente, y esta para la siguiente, y así sucesivamente hasta el final.

No importa quién seas, ni la posición que hayas tomado acerca de la filiación de Cristo, sin duda has percibido la tensión y la complejidad del tema, tratando de encontrar sentido a dos afirmaciones bíblicas aparentemente contradictorias.

Por un lado, la Biblia llama a Jesús “el Hijo unigénito de Dios” (Juan 3:16) y describe que él ocupa una posición subordinada al Padre (Juan 14:28; 1 Cor. 15:27, 28).

Por otro lado, la Escritura también dice que Jesús es “en forma de Dios”, insistiendo en que él comparte “el ser igual a Dios” (Fil. 2:5, 6) y que él es quien “hizo” todas las cosas que fueron “hechas”, situándolo, por contraste, en la categoría de los seres no creados (Juan 1:1-3). Cristo es llamado incluso “Padre eterno” (Isa. 9:6), el eterno “yo SOY” (Éxo. 3:14; Juan 8:58), y “el Todopoderoso” (Apoc. 1:8).

La tensión entre las dos identidades salta a la vista.

La solución debe ser coherente con ambas afirmaciones… y digna de nuestra admiración.


“A muchos cristianos se les ha enseñado a abordar la Biblia como si fuera un libro de texto, suponiendo que funciona como una enciclopedia, usándola para construir una serie de declaraciones teológicas”.

Capítulo dos
Leer la Escritura en sus propios términos

Tengo la impresión de que nuestro empeño en luchar para dar sentido a la noción de filiación aplicada a Cristo se debe a una lectura selectiva y estrecha de las Escrituras que ignora la historia general del libro. No es que nadie tenga la intención de leer la Biblia selectivamente o con un enfoque estrecho. A la mayoría de los cristianos se les ha enseñado a abordar la Biblia como si fuera un libro de texto sobre doctrinas, suponiendo que funciona como una enciclopedia, usándola para construir una serie de declaraciones teológicas. Así que, en realidad no leemos la Biblia integralmente, sino que tendemos a peinar sus páginas en busca de versículos, declaraciones, incluso frases parciales y palabras aisladas, y luego reunimos esa masa inconexa de “versículos” en categorías temáticas a partir de las cuales componemos “creencias”.

Los propios escritores de la Biblia parecen no saber nada de esta manera temática de concebir la verdad. Es aparentemente ajena a la antigua forma hebrea de entender la realidad. Ellos, al contrario, ven y transmiten la verdad en forma de poemas y cantos, símbolos e historias, sobre todo relatos, ya que incluso los poemas, los cánticos y los símbolos se utilizan para contar los relatos.

Cuando la Biblia se estudia a partir de “textos-prueba” pero sin tener en cuenta su contexto, es posible servirse de muchos de sus versículos para formular casi cualquier doctrina que alguien pretenda creer. El estudio de la Biblia con este enfoque es un ejercicio bastante subjetivo, en el que uno busca versículos para apoyar premisas que se quieren defender con la Biblia, y no es sorprendente que se encuentre apoyo para lo que se está buscando.

Al utilizar el enfoque de textos-prueba en la Escritura, podemos fácilmente, y con la mejor de las intenciones, tomar la palabra “hijo”, cuando se la utiliza en referencia a Jesús, y luego apelar a la razón, al margen del relato bíblico, para deducir que él debió haber salido de Dios en algún momento, hace mucho, mucho tiempo. El “Hijo de Dios” no puede ser Dios eterno en el mismo sentido en que el “Padre” es Dios, argumentamos, o de lo contrario no sería llamado “el Hijo”.

Entonces, para explicar los otros “versículos” que presentan a Jesús como Dios, nos vemos obligados a aventurar explicaciones filosóficas y abstractas que la Escritura no ofrece. Decimos cosas del estilo de: “Sí, Jesús siempre existió en el Padre antes de que fuera engendrado por el Padre; por lo que no fue creado por el Padre, sino que emergió del Padre”. Y pensamos que hemos dicho algo significativo y profundo, aunque en realidad no tenemos ni idea de lo que hemos dicho, y sabemos que la Biblia, por supuesto, no dice tal cosa. Pero, cuando utilizamos el método de textos-prueba, que no tiene en cuenta el contexto, no tenemos más remedio que llenar los vacíos con especulaciones que no son inherentes al texto. En otras palabras: tenemos que inventar cosas.

Por supuesto, no podemos culpar a nadie por tratar de dar sentido a un pasaje difícil. Cuando se trabaja con la metodología de textos-prueba, concentrándonos en unos pocos árboles y dejando de ver todo el bosque, es un gran desafío entender que “Dios” pueda a la vez ser “engendrado” como “Hijo de Dios”. Así que, o dejamos de lado los versículos que no encajan, o los interpretamos de modo abusivo. Quienes defienden la posición contraria generalmente responden ensartando su propia lista de versículos y ofreciendo sus propias interpretaciones forzadas. Así que, terminamos atrapados en un callejón sin salida, oponiendo mis textos probatorios escogidos contra los tuyos y los tuyos contra los míos.

Pero hay una solución, y veremos muy claramente que es la solución una vez que nos comprometamos con ella y veamos a dónde conduce:

Lee la Biblia.

De tapa a tapa.

En sus propios términos.

Cuando leemos la Biblia como un relato en desarrollo, como la gran historia que realmente es, con personajes clave presentados en una línea argumental con una intención concreta, el significado de la filiación de Cristo se vuelve evidente de manera inequívoca. En otras palabras, si realmente queremos entender el sentido en el que Jesús es el Hijo de Dios, necesitamos salir de nuestra selección personal de versículos para entrar en el gran relato histórico que los profetas están contando.

En caso de duda, mira el panorama completo.

Cuando lo hacemos, se abre ante nosotros todo un nuevo mundo de comprensión bíblica, y no hay necesidad de interpretaciones forzadas. Sencillamente, lo vemos. La historia completa nos muestra la verdad de maneras en las que la microgestión de versículos aislados no lo puede hacer.

Así que, vamos a hacer justo eso. Leamos la Biblia en sus propios términos, y veamos a dónde nos lleva.

Esto promete ser emocionante.

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