Loe raamatut: «El Libro De Los Valores»
El libro de los Valores
Una guía edificante para nuestros dilemas morales
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Yaël Eylat-Tanaka
Traducido por Jaime A. Caraveo L.
Derechos reservados
Derechos reservados 2014 © Yaël Eylat-Tanaka. El libro de los valores. Todos los derechos reservados por siempre. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida o transmitida de ninguna forma, ya sea gráfica, electrónica o mecánica, si no cuenta con la autorización por escrito de parte de la autora.
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Índice
Derechos reservados
Otros libros de la autora
Prólogo
Introducción
Aceptación
Alegría
Ambición
Amistad
Amor
Apertura
Aprecio
Arrojo / Temple
Asombro
Austeridad
Autoestima
Belleza
Benevolencia
Benignidad
Bondad
Bushido
Cautela
Carácter
Castidad
Compasión
Compromiso
Compromiso de fidelidad
Confiabilidad
Confianza
Conocimiento / Estudio
Consideración
Constancia
Contención
Contentamiento
Control
Cooperación
Coraje
Cordialidad
Cortesía
Creatividad
Cuidado
Curiosidad
Decisión
Decoro
Dedicación
Desapego
Determinación
Devoción
Dicha
Dignidad
Diligencia
Discernimiento
Disciplina
Discreción
Elocuencia
Empatía
Enfoque
Entendimiento
Entereza
Entusiasmo
Esencia
Esperanza
Espontaneidad
Ética
Excelencia
Fe
Felicidad
Fervor
Fiabilidad
Fidelidad
Firmeza
Flexibilidad
Fortaleza
Frugalidad
Generosidad
Gentileza
Gracia
Gratitud
Honestidad
Honor
Honradez
Humildad
Humor
Idealismo
Imparcialidad
Ingenio
Inocencia
Integridad
Justicia
Lealtad
Libertad
Mansedumbre
Misericordia
Moderación
Modestia
Moralidad
Nobleza
Optimismo
Orden
Orgullo
Paciencia
Paz
Perdón
Perfección
Perseverancia / Persistencia
Piedad
Placer
Probidad
Prudencia
Puntualidad
Pureza
Rectitud
Remordimiento
Rendición de cuentas
Reputación
Resiliencia
Resistencia
Resolución
Responsabilidad
Sensibilidad
Serenidad
Silencio
Simplicidad
Sinceridad
Sobriedad
Tacto
Templanza
Tenacidad
Tolerancia
Trabajo
Tranquilidad
Tributo
Utilidad
Valentía
Valor
Veracidad
Verdad
Virtud
Vitalidad
Sabiduría
Sobre la autora
Prólogo
La razón de ser de este libro
La sociedad se ha vuelto muy informal y esto se ve reflejado en la forma de vestir y de hablar. Lo mismo ha ocurrido con el comportamiento, las actitudes y los sentimientos. En las páginas de este libro encontrarás los principios tradicionales que son tan relevantes hoy como antes; no impiden la libertad en la sociedad sino que promueven la armonía y la expresión saludable de las convenciones sociales. La moralidad puede aplicarse al estilo de vida actual igual que se hacía anteriormente.
Nuestros valores morales no se han perdido. En ocasiones se muestran de forma gloriosa, tal como en el memorial del 9/11; en otras ocasiones parecen yacer dormidos. Sin embargo, están presentes en todos nosotros, y al igual que los retoños que brotan a través de la nieve fresca, al final elevan su corazón y brillan hacia la luz.
He escrito este libro sin el deseo de sermonear, sin apelar a la religión y sin abogar por ninguna filosofía en particular. Sin embargo, queda claro que ciertos comportamientos causan más problemas que los que resuelven y, por tanto, nos corresponde examinar nuestras formas de pensar y nuestros sistemas de creencias para generar la mayor cantidad de placer y felicidad que sea posible tanto para nosotros como para aquellos con quienes nos relacionamos. Este libro no debe verse como una imposición, sino más bien como un faro, una pauta para el pensamiento y el comportamiento.
Verás que hay una superposición entre algunas de las citas y el texto del libro; esto se debe a que algunos de los valores descritos son similares en sentido y connotación.
Las citas que se presentan aquí provienen de luminarias históricas así como de celebridades contemporáneas. He hecho mi mejor esfuerzo por dar el crédito apropiado a quien corresponda.
Yaël Eylat-Tanaka, 2014
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Introducción
«Aspiren a la decencia. Practiquen la civilidad hacia los demás. Admiren e imiten el comportamiento ético en donde quiera que lo encuentren. Apliquen un estándar moral rígido a sus vidas; y si de vez en cuando fallan, como seguramente ocurrirá hagan ajustes a sus vidas, no a los estándares».
~ Ted Koppel
Los códigos morales han gobernado a la sociedad desde el principio de los tiempos. La moralidad era un conjunto de reglas de comportamiento que hacían posible la coexistencia de los seres vivos. Dicho seres no solo eran los humanos, sino también algunos miembros del reino animal: leones, hienas, lobos y muchas otras especies. Las reglas se desarrollaron para establecer un orden jerárquico aceptable y asignar un rol de estatus del macho alfa versus el macho joven en relación a los derechos de apareamiento y alimentación dentro de la sociedad, con el propósito de lograr una coexistencia suave y una interacción armoniosa entre los miembros del grupo. Aunque las jerarquías se han mantenido relativamente constantes y predecibles en lo que se refiere al comportamiento considerado como aceptable entre los animales, no ha sido así en el caso de los humanos.
Al evolucionar la civilización, muchas de las reglas que fueron tan útiles para fomentar y mantener el éxito de las sociedades, se examinaron, probaron y reconfiguraron en favor de una actitud más relajada y temeraria como la que existe en la actualidad. Lo anterior se ve reflejado en muchas de las facetas de la sociedad contemporánea, desde la falta de escrúpulos en los negocios hasta la codicia en Wall Street, pasando por la deshonestidad tanto en la política como en la vida marital. Ese cambio en las actitudes ha dado como resultado una epidemia descontrolada de ansiedad y depresión en el mundo moderno.
Con esto no estoy llamando a tomar los hábitos religiosos o a abrazar un credo en particular. Hay que enfatizar la relevancia atemporal de algunas reglas de comportamiento que van más allá de las cortesías superficiales; son reglas universales que tocan la totalidad de nuestras vidas, tanto a nivel de la psique personal como entre las relaciones con nuestros semejantes.
Los humanos tenemos defectos. Fuimos dotados con todas las cualidades y potenciales que pueden convertirnos en héroes o villanos. Es una cuestión de elección; nosotros decidimos la senda que tomará nuestra vida, el papel que despeñaremos en el mundo y el legado que dejaremos.
Algunos hombres y mujeres de sabiduría nos han hablado ya sobre esto. Desde la elocuencia de Winston Churchill hasta la esperanza franca del presidente Mandela, desde Michael Jackson y Oprah Winfrey hasta George Washington y Voltaire. La paz, la fe y la caridad no son solo palabras nobles que se dicen desde el púlpito; no son anticuadas e irrelevantes – al contrario, tienen tanta relevancia e importancia hoy como siempre la han tenido.
Encuentra tu alma entre estas palabras.
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Aceptación
«Porque después de todo, lo mejor que uno puede hacer cuando llueve, es dejar que llueva». ~Henry Wadsworth-Longfellow
El cambio estropea nuestras vidas. El cambio es la única constante. Sin embargo, ¿con cuánta frecuencia nos esforzamos en cambiar nuestro entorno, la gente en él o sus reacciones y comportamientos? A menudo, el cambio está más allá de nuestro control. Ya sea el clima poco favorable en un momento dado o el comportamiento de alguien más, no podemos cambiar lo que pasó ni manipular en gran medida lo que vendrá. Los recuerdos de la niñez han sido grabados en nuestra mente, a veces están intactos, a veces se han distorsionado por las emociones y las interpretaciones; y lo que ocurrió apenas hace un segundo, como recibir una pequeña mala noticia, forma ya parte de nuestro pasado. Y aún así damos vueltas en nuestra mente atormentándonos con lo que pudo ser, con lo que pudimos hacer de forma distinta, lo que debimos decir, e incluso, lo que los demás pudieron haber dicho o hecho, sin pensar en la imposibilidad de cambiar lo que ha pasado.
Si una amiga nos dijo algo hiriente, no tiene sentido pensar en lo que debió haber dicho; es absurdo no poder dormir en la noche por estar pensando en lo que pudimos haberle contestado en ese momento. Ya está hecho. Se quedó en el pasado. Solo queda aceptar lo que sucedió. Ella pudo habernos lastimado, pero solo nos queda reconocer y aceptar el sentimiento de dolor. De hecho, es solo desde la aceptación que puede ocurrir un cambio.
Deja de practicar la calistenia mental preocupándote por lo que no puedes cambiar.
Alegría
«Hay veces que tu alegría es la causa de tu sonrisa, pero, algunas otras veces, tu sonrisa puede ser la causa de tu alegría». ~ Thich Nhat Hanh
La alegría ríe con los niños. No tiene compromisos, es franca, sincera y libre. La alegría no espera más que su propia vitalidad centelleante, un luminoso rayo de sol, el océano reluciente, el incesante vaivén de las olas en la orilla y las gaviotas volando y graznando sobre el agua. La alegría es libre y ligera. Se deleita en el éxtasis del momento, en la emoción de la aventura, en el placer infinito de una canción.
Ambición
«La inteligencia sin ambición es como un ave sin alas». ~Salvador Dalí
¿Cómo encaja la ambición en los valores? ¿Acaso no hemos escuchado todos que la ambición es algo malo que conduce a la humanidad a todo tipo de comportamiento inescrupuloso? Ciertamente, sin embargo, la ambición tiene un rasgo motivador: nos empuja a la acción. Está muy bien tener una idea brillante, pero, ¿cómo la implementamos? La ambición es el hambre que nos compele a alcanzar la meta que deseamos, a través del trabajo duro y la determinación, la curiosidad y la valentía.
Amistad
«Un amigo es alguien que conoce todo sobre ti y aún así te ama». ~ Elbert Hubbard
Las palabras no son necesarias en una amistad verdadera. En ocasiones, el simple hecho de sentarse juntos es suficiente, cada quien haciendo lo que le gusta, ya sea leer o contemplar. La amistad es entendimiento; la amistad es aceptación; la amistad es un estado en el que no se juzga, es empatía y simpatía, es humor, es bondad, y en ocasiones es regaño.
Amor
«Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor». ~ La Santa Biblia
¿Qué es el amor? De entre todas las emociones, el amor es quizá de la que más se habla, más se examina, más se escribe y se debate. Se han creado días festivos para celebrar el amor; los votos matrimoniales se hacen a su nombre; se escriben canciones que hablan del amor en todas sus ramificaciones. Y, sin embargo, el amor sigue siendo esquivo. Va y viene como la marea. Uno puede amar un momento y no hacerlo al siguiente. Los padres no pueden mantener el mismo nivel de amor por sus hijos; los amantes llegan a sentir ambivalencia hacia sus parejas; y el amor hacia la patria se pone en duda con frecuencia.
La Biblia describe al amor como paciente, amable y tolerante. A pesar de que durante milenios se han hecho diferentes interpretaciones, los versículos de Corintios sobre el amor parecen abarcar muchos de nuestros ideales. Sé paciente y amable incluso con quienes no lo son contigo; el amor que todo lo tolera sabe cómo esperar a que lleguen tiempos mejores, y no lo hace afirmando e insistiendo en los derechos y sentimientos propios, sino dando de sí, dando tiempo, esperando con tranquilidad a que la tormenta pase. El amor no hace alarde, sino que permite que los más pequeños entre nosotros brillen; el amor soporta todas las cosas; el amor es fe y esperanza; el amor no es arrogante, sino que se deleita en la verdad. El amor no se irrita fácilmente, ni busca reconocimientos o recompensas.
El amor es calma y aceptación serena, es entrega a lo que es, y mucho más.
Apertura
«Solo alguien que está listo para lo que sea, que no excluye ninguna experiencia, aun la más incomprensible, vivirá la relación con otra persona como algo que está vivo y él mismo hará sonar las profundidades de su propio ser». ~Rainer Maria Rilke
¿En qué parte del espectro de los valores encaja la apertura? En el «Modelo de los cinco factores», la apertura incluye cinco características de la personalidad: imaginación activa, sensibilidad estética, atención a los sentimientos propios, preferencia por la variedad y curiosidad intelectual. (Una referencia que puede ser de ayuda aquí es: McCrae R. R., John O. P. (1992). "An introduction to the Five-Factor Model and its applications". Journal of Personality 60 (2): 175–215.).
Además de lo que indica el Modelo de cinco factores, la apertura puede entenderse como disposición, ausencia de falsedad, honestidad y sencillez en las relaciones personales. También se incluye la sinceridad, pero no tanto como el no mentir, sino más bien como una ingenuidad personal, una inocencia en el comportamiento, una conducta sin complejos ni limitaciones.
Aprecio
«Mora en la belleza de la vida. Mira las estrellas y obsérvate a ti mismo corriendo entre ellas». ~ Marco Aurelio
El aprecio es el reconocimiento de algo. El término se utiliza para denotar agradecimiento – por un trabajo bien hecho o por los regalos que uno ha recibido, ya sean materiales o de otro tipo. Debemos apreciar todo lo que tenemos, en todo su esplendor. Cuando alguien dice: «realmente aprecio eso», generalmente significa «gracias». Pero el aprecio visto como un valor interno va mucho más allá: admite y reconoce profundamente las contribuciones y los presentes recibidos.
Reconocer un trabajo bien hecho es un regalo que se da de manera gratuita y con sinceridad, y eso no puede fingirse. El aprecio sincero no es adulación. La adulación no se siente como algo genuino y por tanto, no se siente bien, de hecho, puede dar la sensación de ser algo denigrante y condescendiente. En cambio, el reconocimiento sincero se agradece profundamente. Las palabras utilizadas, la forma en la que usan, el lenguaje corporal y la situación en la que se emplea forman el cimiento de algo que es genuino, merecido y que se transforma en una muestra placentera de aprobación y agradecimiento.
Arrojo / Temple
«Somos más fuertes de lo que pensamos. Tenemos a nuestra disposición recursos emocionales, espirituales y hasta físicos. Podrán derribarnos, pero no tenemos porqué quedarnos en el suelo». ~Steve Goodier
Se dice que Dios nunca nos da más de lo que podemos soportar. Tenemos una enorme capacidad para hacer frente al dolor, la desilusión y hasta la tragedia. Hemos sido dotados de grandes habilidades, muchas de las cuales permanecen en silencio y sin ser aprovechadas dentro de nosotros, en los rincones más profundos de nuestro ser. Nuestro intelecto es colosal; nuestras capacidades físicas son inmensas; nuestra disposición para dar de nosotros mismos es inagotable. El carácter se mide por la disposición que uno manifiesta, por la resiliencia que nos mantiene avanzando hacia el frente, cumpliendo con una tarea más. Somos más resistentes de lo que pensamos.
Asombro
«Ver un mundo en un grano de arena
y un cielo en una flor silvestre,
sostener el infinito en la palma de tu mano
y la eternidad en una hora». ~ William Blake
El mundo está lleno de maravillas – desde el cielo hasta nosotros mismos. ¿Cómo no asombrarnos ante la magnificencia que nos rodea: el esplendor de un atardecer, el nacimiento de un niño, nuestras emociones más profundas? ¿Acaso nos detenemos un momento en el ajetreo diario para reflexionar sobre el misterio de una flor o sobre nuestra capacidad de raciocinio? ¿Avanzamos a ciegas por la vida o sentimos gratitud por los dones que se nos han dado, por nuestra capacidad para leer, ver o sentir? En ocasiones subestimamos a nuestros hijos por su asombro ante el mundo que los rodea, pero es precisamente esa inocencia inmaculada y su mirada clara la que ve el prodigio, el misterio y la maravilla de la vida.
Austeridad
Es el ahorro inteligente en la gestión del dinero y de los recursos. Frugalidad. ~ Merriam Webster
La cualidad de la austeridad es la prudencia, el uso juicioso de los recursos propios. Significa vivir dentro de nuestros medios, sin malgastar el dinero o los bienes, sacando más bien el mayor provecho de ellos. Mantente alerta para no exceder los límites de tus finanzas y de tu capital emocional; de hecho, deberás establecer límites que sean pragmáticos y que valgan la pena. La austeridad no es privación; es más bien prudencia, discreción y buen juicio.
Autoestima
«No pueden quitarnos nuestra autoestima a menos que la entreguemos». ~ Mahatma Gandhi
Valórate, hónrate; tienes tus propios talentos y dones, eres valioso. Si alguien deja de amarte, ¿acaso eso tiene que ver con tu valor? ¡No! ¿Crees que la opinión de tu pareja es la correcta? Nadie mejor que tú para juzgar quién eres y quién quieres ser. No te rindas antes las opiniones y los deseos de otras personas. Escucha a tu corazón; emprende con valentía; persigue tus sueños. Mientras sigas a tu corazón con integridad, con compasión hacia los demás y con sensibilidad hacia tu entorno, nada ni nadie podrá disminuirte.