Loe raamatut: «Arquitecturas que hablan», lehekülg 3

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ANÁLISIS DE LA VIVIENDA PORFIRISTA EN LAS PRIMERAS COLONIAS DE GUADALAJARA

En consecuencia, con todo lo descrito anteriormente, la propuesta paramétrica para este estudio es la que a continuación se presenta.

Tipología

Villa: vivienda de volumetría compleja o dinámica, con dos niveles o más y sótano o podio. Jardín perimetral y, por lo tanto, con cuatro fachadas. Puede tener edificios auxiliares o de servicio.

Mansión: vivienda de uno o, lo más habitual, dos niveles con sótano o podio. Jardín perimetral y tres fachadas, la cuarta queda ciega–medianera. Puede tener edificios auxiliares o de servicio.

Residencia: vivienda de un nivel, en ocasiones excepcionales con dos niveles y sótano o podio. Con jardín en la fachada frontal y una lateral. Muestra dos fachadas, las dos restantes son medianeras.


Estilo

Palaciego: Vivienda de cubierta plana. Fachada con composición basada en un módulo repetitivo con tendencia a soluciones simétricas totales o parciales. Ornamentación moderada. Vinculado con la Influencia francesa.

Señorial: Vivienda de cubierta plana o inclinada. Mayor dinamismo en la solución de fachada con tendencia a soluciones asimétricas. Mayor presencia de influencias historicistas–eclécticas. Ornamentación moderada. Vinculado con la Influencia anglosajona.

Influencias

Francesa: Vivienda con un acceso directo, fachada simétrica, parcial o total, y un ritmo marcado.

Anglosajona: difiere de la anterior esencialmente en la mayor libertad en el acomodo de los distintos espacios y en la incorporación de más de una entrada.


Disposiciones

Tipo A: vivienda con zaguán, patio central y patio posterior de servicio. Entre medianeras.

Tipo B: vivienda situada en el centro del terreno y con un jardín perimetral. Un ingreso por una terraza frontal. Recibidor central desde el que se vinculan los demás espacios.

Tipo C: vivienda en el centro del terreno y rodeada de jardín. Terraza de ingreso. Pasillo central como distribuidor de espacios.

Tipo D: vivienda en el centro del terreno y rodeada de jardín. Terraza de ingreso. Patio central como distribuidor de espacios.


Establecidos los parámetros de referencia se ha comprobado su validez en un total de 44 casonas, todas ellas originales o muy poco modificadas según su ficha patrimonial. De 26 de ellas se han conseguido planimetría, material imprescindible para poder analizar las distribuciones interiores.

La tabla 1.1 resume las características del estudio aplicado.

En consecuencia, los edificios patrimoniales se clasifican como 15 villas, 21 mansiones y 8 residencias, y los porcentajes se aprecian en la figura 1.1.

Por lo tanto, casi la mitad de los ejemplos estudiados son del modelo de mansión.

Respecto a los aspectos distributivos se toman los conceptos denominados Influencias francesas o anglosajonas y de los tipos de disposiciones A, B, C y D. Compaginando ambos criterios, los resultados se presentan en la tabla 1.2.

Los resultados, según la tabla 1.2 son los que se presentan en la figura 1.2.

Hay una mayoría de casas de influencia francesa, con un 62% frente al 32% de influencia anglosajona.

Respecto a la relación entre influencias y disposiciones, los resultados que muestran estas gráficas revelan que la influencia francesa está ligada a disposiciones de tipo B mientras que en el caso anglosajón se relaciona más con el tipo C (véase la figura 1.3). En cualquier caso, no hay ejemplos de Tipo A en estas casas de las primeras colonias de la ciudad.

TABLA 1.1 CLASIFICACIÓN DE LAS CASONAS




*Significa que los parámetros dan resultados con dos posibilidades. Ante este punto se ha optado por dar preferencia a la relación casa–jardín.

** Frontal

*** L

# U

## Perimetral

### Palaciego

*# Señorial

FIGURA 1.1 GRÁFICA DE TIPOLOGÍAS


FIGURA 1.2 GRÁFICA DE INFLUENCIAS


TABLA 1.2 SÍNTESIS DE LOS ASPECTOS DISTRIBUTIVOS



*Son casas con varios accesos pero, por el resto de los parámetros, se ha optado por cualificar como afrancesada.

FIGURA 1.3 GRÁFICA DE DISPOSICIONES


CONCLUSIONES

Después de este análisis se debe volver a la hipótesis inicial de si el término afrancesado es correcto para adjetivar la arquitectura habitacional del periodo porfirista en las primeras colonias de Guadalajara.

Proporcionar conclusiones definitivas sobre el tema es imposible, ya que esta investigación contiene un muestrario de casas que se puede ampliar y, en consecuencia, los resultados podrían variar. Hasta este punto, se puede afirmar que lo afrancesado, entendido como una combinación de elementos funcionales y formales explicados con anterioridad, es mayoritario, pero denominar a toda la arquitectura porfirista con esta etiqueta es erróneo. Los ejemplos de viviendas con influencias anglosajonas suponen un porcentaje notorio que no se puede obviar.

Para afinar esta investigación queda pendiente abordar el tema desde varios puntos de vista como lo social, cultural, económico, etcétera, que darían una perspectiva distinta, lo que proporcionaría elementos que confirmarían los resultados y aportarían otras características del estilo. Esta visión ampliada es mucho material y queda pendiente para otro estudio.

En resumen, el interés de las clases dirigentes de la época por todo lo que venía de Francia introdujo en el imaginario popular el concepto de afrancesado el cual ha perdurado hasta nuestros días sin ser estrictamente preciso.

REFERENCIAS

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López Moreno, E. (2002). La cuadrícula en el desarrollo de la ciudad hispanoamericana. Guadalajara: Universidad de Guadalajara / ITESO.

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Tibol, R. (1969). Historia general del arte mexicano. Época moderna y contemporánea. México: Hermes.

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Varela Torres, A. (2000). Conservación de la vivienda como patrimonio arquitectónico y satisfactor habitacional en los centros históricos. Guadalajara: Secretaría de Cultura del Estado de Jalisco.

Ornamentación arquitectónica art déco en Guadalajara: tres mascarones neoindigenistas de Chac

ALEJANDRO MENDO GUTIÉRREZ

Resumen: En la historia de la arquitectura regional, la ciudad de Guadalajara, México, conserva un importante conjunto de inmuebles civiles y religiosos representativos del siglo XVIII al XX, entre los que destacan —por su interés iconográfico— las obras modernas influenciadas por el nacionalismo arquitectónico mexicano y sus variadas corrientes eclécticas, propias de la primera mitad de la pasada centuria. En este trabajo se hace una descripción del contexto sociocultural local que favoreció la influencia del art déco en la edificación de tres viviendas populares y se analiza la ornamentación arquitectónica de sus portadas, cuya fachada tiene significantes iconográficos neoindigenistas que expresan los contenidos estéticos subyacentes a la imaginería popular del momento.

Palabras clave: historia de la arquitectura mexicana, arquitectura art déco, estética de la arquitectura popular, Guadalajara, México.

Abstract: In the history of regional architecture, the city of Guadalajara, Mexico, is home to an important collection of representative civil and religious buildings from the 18th to the 20th century. A distinctive iconography marks the modern creations influenced by mexican architectural nationalism and its varied, eclectic schools that proliferated in the first half of the last century. A limited number of modest constructions with expressive neo–indigenous façades have survived. This work offers a description of the local sociocultural context that fostered the influence of art déco in the construction of three houses, and analyzes the architectural decoration of their façades, which include neo–indigenous iconographic signifiers that convey the aesthetic content underlying the popular imaginary of the time.

Key words: history of mexican architecture; art déco architecture; aesthetics of popular architecture; Guadalajara, Mexico.

Ahora que el siglo XXI cierra su primera veintena, sigue creciendo el interés de restauradores, historiadores y arquitectos por las edificaciones con valor patrimonial poco conocidas, ya que todavía se acusan procesos de destrucción de inmuebles relevantes erigidos durante la pasada centuria, mismos que son vulnerables al quedar al margen de la limitada protección legal que debería ampararlos. Es el caso de naves industriales, edificios comerciales, oficinas gubernamentales, conjuntos habitacionales y residencias particulares que penosamente subsisten hoy como testimonio material de las corrientes estilísticas y de los referentes culturales de su momento histórico, pero que ahora caen sin gloria por la indiferencia social.

En este capítulo se ofrecen al lector algunos contenidos en materia de historia de la arquitectura moderna de Jalisco, para lo que se abordan en especial las pocas construcciones art déco con ornamentación de carácter neoindigenista que aún permanecen en Guadalajara.

El trabajo inicia contextualizando las circunstancias históricas en que ocurrieron los movimientos eclecticistas, románticos y nacionalistas propios de la arquitectura decimonónica tardía y de principios del siglo XX. Con el ánimo de rastrear elementos de la identidad cultural nacional, se hace un acercamiento iconográfico a las arquitecturas neoindigenistas registradas en la capital jalisciense y se incluyen imágenes que ilustran los elementos constructivos y decorativos de las mismas. Por último, el texto cierra con una llamada de atención sobre el poco interés público hacia este legado —el cual ha permitido la destrucción parcial y total de muchos de estos hitos—, y se enuncian ciertas ideas para reforzar las tareas de conservación de este patrimonio edificado de Jalisco.

Aunque internacionalmente se considera a México como un país de amplia diversidad cultural, poseedor de una riquísima herencia histórica y arraigadas expresiones artísticas, también es conocido que la nación sufre embates del comercialismo postmoderno que minan la sucesión integral de los bienes culturales a las próximas generaciones. Desde esta perspectiva, este breve trabajo pretende inspirar a profesionales y a ciudadanos para sumarlos a la apreciación y defensa del patrimonio histórico edificado tapatío.

EL NACIONALISMO ARQUITECTÓNICO MEXICANO Y EL NEOINDIGENISMO EN GUADALAJARA

En el devenir histórico internacional, la segunda mitad del siglo XIX atestiguó el surgimiento y expansión de diversas posturas conceptuales y corrientes intelectuales que alcanzarían a influir decisivamente en la producción cultural y en las manifestaciones estéticas de muchos países europeos y americanos. Entre las tendencias artísticas más extendidas de aquel entonces se cuentan los llamados movimientos eclécticos que en campos como la composición musical, la pintura, la escultura y la arquitectura produjeron notables referencias que hoy son hitos del patrimonio histórico de diversas naciones.

En el viejo continente se popularizaron estilos constructivos reminiscentes de edificaciones exóticas o pretéritas como reacción ante los asombrosos hallazgos materiales resultantes de las primeras excavaciones científicas que equipos de arqueólogos, historiadores y geógrafos realizaron en sitios legendarios como Troya, Pompeya, El Cairo o Teotihuacán.

La idealización de los órdenes arquitectónicos grecorromanos clásicos y el gusto público por los elementos decorativos egipcios, orientales y medievales darían lugar a fusiones extravagantes que generaron nuevos programas de edificación exultantes de las identidades folclóricas ancestrales (véase figura 2.1). Esta suerte de reivindicación historicista es el origen del llamado revival y sus variantes, y a la postre incitó la aparición de los nacionalismos estilísticos que se adoptaron por igual, tanto en la academia arquitectónica como en la obra vernácula finisecular.

En los países latinoamericanos, esta modernidad propició especialmente la emergencia de un movimiento cultural nacionalista de amplio espectro que impuso su propio sello en las artes del continente. Sin embargo, en el ámbito particular de la estética arquitectónica, su expresión se dividió básicamente en dos vertientes principales: una representativa del neocolonialismo criollo de raigambre española y otra más cercana al indigenismo étnico de corte prehispánico.

Para entender lo anterior, es necesario considerar que por siglos el papel colonizador de España y Portugal forjó entre las clases ilustradas de los territorios de ultramar un crisol de “la mejor historia de la arquitectura peninsular” (González Capitel, 1996, p.429) que terminaría produciendo notables obras de fuerte inspiración hispánica y arábigo–andaluz. En contraste, el advenimiento de reacciones vanguardistas contrarias al excesivo academicismo europeo que influenciaba la formación de arquitectos, pero sobre todo, que multiplicaba la edificación de obra pública bajo los cánones impuestos por las viejas metrópolis imperiales, marcó la pauta para el surgimiento del fenómeno neoindigenista en la arquitectura.

FIGURA 2.1 SINAGOGA DEL JUBILEO, PRAGA


Fotografía: Martin Vorel, 2015.

El eclecticismo neocolonial de variante hispanoamericana tuvo resonancia desde California, en los Estados Unidos, hasta las naciones sudamericanas, con mayor presencia criolla en sitios como Uruguay y Argentina. Ejemplos sobran: en Buenos Aires destaca el ahora Museo de Arte Español Enrique Larreta, obra del constructor suizo Christian Schindler, quien llevó a cabo la composición con fuerte acento morisco según recomendaciones del reconocido arquitecto académico argentino Martín Noel (Petrina, 2011, p.54). Por su parte, en el hemisferio norte sobresale el Hotel Majestic (véase figura 2.2), proyecto levantado en la Ciudad de México en 1925 por el arquitecto Rafael Goyeneche justo frente al Zócalo capitalino (Romero Moreno, 2005, p.22). Ambas obras tienen en común, con muchísimas otras más en Perú, Brasil, Chile o Colombia, su manifiesta exaltación de temas renacentistas españoles y barrocos portugueses, sea a través de replicar fachadas extraordinarias —como las de algunas iglesias, conventos o universidades peninsulares— o mediante el empleo de un lenguaje formal inspirado en alusiones explícitas a referentes del plateresco y del churrigueresco del viejo continente, como son las portadas ricamente labradas en piedra, las suntuosas herrerías artísticas, los recubrimientos cerámicos ornamentales, así como tejados, aleros, frisos y blasones.

Por su parte, la corriente nacionalista de reminiscencia precolombina tuvo como línea genealógica ascendente al art déco que se considera la referencia estética primaria de aquellos años (Becerra Mercado, 2002). Esta impetuosa corriente conceptual dio lugar a una interesante producción caracterizada por la diversidad de géneros arquitectónicos en que esta se expresó, pues igual llegó a abarcar construcciones residenciales, edificios escolares, recintos culturales, oficinas gubernamentales, estadios deportivos, monumentos escultóricos, arcos triunfales y fuentes.

En países andinos sobresalen variantes incanistas —como la llamada arquitectura neo–tiwanakota—, que en la década de los años veinte retomó elementos decorativos procedentes de la antigua cultura preinca de Tiawanaku. El ingeniero y arqueólogo Arturo Posnansky, su exponente principal, edificó en la ciudad de La Paz, Bolivia, un gran número de obras con profusas referencias a las formas estéticas autóctonas. A decir de Ramón Gutiérrez y Rodrigo Gutiérrez Viñuales, la saturación de líneas quebradas y la estilización con motivos escalonados introdujo, no solo en el campo de la práctica sino en la esfera teórica, una “visión americana historicista para integrarla a la arquitectura de vanguardia” (2005, p.6).

Pero en el caso mexicano, esta postura de idealización del pasado arquitectónico tiene antecedentes que se remontan a finales del siglo XIX cuando México participó en la Exposición Universal de París de 1889 con un pabellón de formas neoprehispánicas diseñado en conjunto por el ingeniero arquitecto Antonio Anza y el historiador Antonio Peñafiel (Gutiérrez Viñuales, 2002, p.267). Otra referencia imprescindible de esta corriente nacionalista neoindigenista es el Pabellón de México para la Exposición Iberoamericana de 1929 levantado en Sevilla, España, y que todavía puede admirarse allá (Piñero, 2015).

FIGURA 2.2 HOTEL MAJESTIC, CIUDAD DE MÉXICO


Fotografía: Alejandro Mendo Gutiérrez.

En la elección del discurso arquitectónico de todas estas obras, los autores recurrieron a la representación simbólica y ornamental de las más conocidas culturas antiguas del país —teotihuacanos, mayas, toltecas, mixtecas— en virtud de que el repertorio formal de esas etnias contiene “los rasgos principales que caracterizan nuestros monumentos y nuestra historia nacional” (Peñafiel, citado en Díaz y de Ovando, 1990, p.114). A finales de los años veinte, arquitectos como Vicente Mendiola construyeron notables obras en la capital, por ejemplo, el edificio para la Inspección de Policía y Cuartel de bomberos (hoy Museo de Arte Popular), que fue decorado por relieves escultóricos de inspiración azteca del artista Manuel Centurión (véase figura 2.3).

FIGURA 2.3 PANELES ESCULTÓRICOS NEOINDIGENISTAS, MUSEO DE ARTE POPULAR


Fotografía: Alejandro Mendo Gutiérrez.

No obstante, tratándose de arquitectura neoindigenista mexicana realizada entonces, el catálogo nacional de obras tiene una de sus piezas más notables en el precursor monumento a Cuauhtémoc ubicado en el Paseo de la Reforma (véase figura 2.4). Esta obra póstuma del ingeniero Francisco M. Jiménez fue inaugurada en 1887 (García Barragán, 1983, p.450) y resume, como ninguna, los valores estéticos del nuevo ideario artístico nacional con un manejo armónico de formas y motivos procedentes de las arquitecturas del antiguo mundo indígena, pero siguiendo las reglas compositivas del academicismo clásico en su génesis conceptual.

Esta orientación estilística, que se afanó en fundir la expresividad constructiva de las edificaciones pretéritas con el espíritu contemporáneo de las exigencias modernas, logró conjugar ambos paradigmas constructivos en un acoplamiento operativo. Tal es el caso de numerosas obras que adaptaron sus programas arquitectónicos a las novedosas estructuras funcionalistas de la vida actual, pero que recurrieron al eclecticismo formal y a detalles ornamentales de sello prehispánico.

FIGURA 2.4 MONUMENTO A CUAUHTÉMOC, CIUDAD DE MÉXICO


Fotografía: Alejandro Mendo Gutiérrez.

Un ejemplo tardío de esta tendencia es el cine Cuauhtémoc, ubicado todavía hoy en el centro histórico de la ciudad de Guadalajara, México, el cual se planteó dentro del novísimo género de las salas de cine —como espacios ad hoc para la exhibición cinematográfica—, pero haciendo alarde de temas autóctonos en fachadas e interiores (véase figura 2.5). A pesar de exhaustivas investigaciones sobre sus antecedentes, se desconoce la información básica de cuándo se construyó y por quién (Martínez Lizárraga, citado en Martínez, 2016), no obstante, Olga Becerra Mercado (2005, p.70) informa que la obra se debe a Prudencio Guerrero, quien en la primera década del siglo XX trasformó en cine un improvisado teatro anterior decorándolo con motivos neoindigenistas.

Este establecimiento responde internamente a las necesidades propias de todo local teatral con un vestíbulo, taquilla, sala, sanitarios y cuarto de proyección, es decir, se trata de un conjunto que responde estructuralmente a la arquitectura convencional de conformación morfo–funcional contemporánea. En la fachada y en muros interiores es donde se ubican los elementos decorativos que le proporcionan su carácter neoindigenista, y estos son, en su mayoría, bajorrelieves alusivos a las culturas mexica y maya que se complementan con frisos engrecados, remates ornamentales y antepechos mixtilíneos.

FIGURA 2.5 CINE CUAUHTÉMOC, GUADALAJARA


Fotografía: Alejandro Mendo Gutiérrez.

En la capital jalisciense, en realidad, son pocas las edificaciones que pueden considerarse manifestaciones neoindigenistas además del Cine Cuauhtémoc. A continuación se documentan tres viviendas de influencia prehispánica que se conocen y que son objeto de este trabajo.