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En la fase analítica se realizan las actividades que comprenden la disposición de los datos, su reducción y transformación, considerando estos como insumos relevantes para el análisis de los resultados. Se acude entonces a realizar la categorización de las percepciones de los sujetos entrevistados, la transcripción de las entrevistas, su crítica y depuración, usando como herramienta el programa Atlas Ti. Finalmente, en la fase informativa se hace un mayor énfasis en la producción de resultados de acuerdo con los objetivos planteados. Se realizan actividades relacionadas con la producción escrita a partir de las categorías obtenidas y de los análisis particulares de los investigadores. Por último, en la fase de imputación se construyen los relatos basándose en las entrevistas de las personas que han decidido relatar sus vivencias; esto hace que los personajes que cuentan las historias sean reales, pero a la vez pueden ser recreados. Los personajes pertenecen a lo que ha ocurrido pero los acontecimientos reconstruidos ya no se fijan a una realidad sino a múltiples puntos de vista de la realidad. Son personajes y acontecimientos “claves”, “típicos”, constituidos mediante el proceso de amasar la realidad, darle una nueva forma según el contenido descubierto17. Estos relatos son condensaciones y recreaciones del acontecer –en este caso de la coyuntura de la protesta social del año 2011– y expresan iniciativas, formas de pensar y actitudes de miles de jóvenes universitarios en Colombia. El propósito es entonces brindarle voz a una mayoría que repercute en las formas de vivir y que ha sido expresada por referentes típicos. Es por esta razón que ninguna vida individual, ningún personaje contiene todo lo necesario; se hace necesario reinventarlos, completar su esencia y realidad, imputándole las acciones de los hechos.

Por último, se busca profundizar en nuevas formas de movilización y protesta, las cuales están caracterizadas por el rechazo a la violencia y las formas de manifestación poco propositivas. Los estudiantes universitarios que se movilizan en el año 2011 en Colombia implementan nuevas acciones colectivas entre las que se destacan los carnavales, las maratones de besos, abrazos y desnudos como alternativas para acercar a la población ajena a la causa estudiantil de echar abajo el proyecto gubernamental de reforma a la educación superior, y así convertir la manifestación en una ruptura de la cotidianidad a partir de la inclusión lúdica y cultural y no desde una topología de violencia y temor.

Este análisis ha sido posible con el apoyo de la Vicerrectoría de Investigación y Extensión de la Universidad Industrial de Santander por medio de la realización de la investigación titulada ¿Colombia indignada? Estudiantes y movilización social por la educación superior (2011-2012), código 1761, dirigida por el profesor Álvaro Acevedo Tarazona. Igualmente, en el marco de dos investigaciones más que dan continuidad a esta obra: Estado de excepción, conspiración y represión en Bucaramanga, financiada por la VIE-UIS, código 2400, y El ocaso de la utopía antisistémica: el conflicto, la universidad y la apuesta por la paz en Colombia, financiada por Minciencias y la UIS, código 8262. Su realización ha estado a cargo del Grupo de Investigación Políticas, Sociabilidades y Representaciones Histórico-Educativas (PSORHE), en particular por el historiador Andrés Correa Lugos, y del Grupo de Investigación en Población, Ambiente y Desarrollo (G-PAD), en particular por la profesora Raquel Méndez Villamizar, el profesor Héctor Mauricio Rojas Betancur y la trabajadora social Johana Linares García. Sea el momento de agradecer a las personas que accedieron a contar sus experiencias en la Mane. También se reconoce un especial agradecimiento a Gimena Gutiérrez Martínez y Yuly Andrea Mejía Jerez por su valiosa colaboración en el proceso final del libro.

1 BLOCH, Marc. Apología para la historia. Madrid: Fondo de Cultura Económica, 1996, p. 38.

2 CAMUS, Albert. El hombre rebelde. Buenos Aires: Losada, 1978, p. 17.

3 Ibíd., p. 17.

4 El historiador de las ciencias Geoffrey Barraclough sostiene la tesis de que los cambios sustanciales de la historia contemporánea son producto de los cambios en los ámbitos de la ciencia y la tecnología. Con la revolución científica acaecida entre los años de 1865 y 1914 es posible dinamizar las coyunturas políticas y sociales, lo cual permite acortar las distancias, disminuir las tasas de mortalidad y abrir el camino para pensar en un proyecto primigenio de globalización. BARRACLOUGH, Geoffrey. Introducción a la historia contemporánea. Madrid: Gredos, 1965, pp. 54-79.

5 BERMAN, Marshall. Todo lo sólido se desvanece en el aire. Buenos Aires: Siglo XXI, 1988, p. 97.

6 DELEUZE, Gilles. Derrames. Entre el capitalismo y la esquizofrenia. Buenos Aires: Cactus, 2005, p. 34.

7 Para Deleuze, la masa es la escapatoria de los actores sociales en una sociedad esquizofrénica. La masa mimetiza los caracteres paranoicos de los sujetos. La posición de la masa es “yo estaré en la masa, no me separaré de ella, estaré en el corazón de la masa”. La masa revela las intenciones personales del sujeto deseante. DELEUZE, Op. cit., p. 169.

8 Milénico: traducción castellana de la palabra Millennial que corresponde a la cohorte generacional definida entre los años de 1980 y 2000.

9 ANDERSEN, Kurt. The protester. En: Time Magazine. Diciembre 14 de 2011. [En línea]. Recuperado en 2016-12-05. Disponible en: http://content.time.com/time/specials/packages/article/0,28804,2101745_2102132,00.html.

10 Gadget: dispositivo tecnológico de función única que usa como conexión el acceso a la Internet. La palabra viene del francés gâchette que se traduce como mecanismo de cerradura, o de gagée que significa herramienta. Jacques Lacan usa el término gadget para referirse a las mercancías de consumo que son producidas como “deseos”. Para Lacan los objetos no son los únicos gadgets que existen, sino que se asiste a tiempos en que los “sujetos” se convierten en mercaderías. Para el psicoanalista se asiste a una pérdida de la humanidad, pues no se construyen lazos sociales sino procesos de intercambio. LACAN, Jacques. Seminario XVII 1969-1970. Buenos Aires: Paidós, 1992.

11 Se refiere a la tendencia o “tema del momento”. Puede ser una palabra o frase que es usada por las personas en el momento concreto. El término es acuñado por Twitter en el año 2010. Reconocer los trending topics es simple, pues son en su mayoría etiquetas (hashtags) precedidas por la almohadilla (#). Las tendencias han estado en medio de la controversia por parte de los manifestantes y activistas digitales, pues hechos como las protestas y movilizaciones en España del 15-M de 2011 son objetos de crítica a Twitter por censurar tales hashtags haciendo que pierdan visibilidad y sea imposible seguir su rastro en las redes sociales.

12 ÁLVAREZ, Arturo y ÁLVAREZ, Virginia. Métodos en la investigación educativa. México: Universidad Pedagógica Nacional, 2003, p. 9.

13 MARTÍNEZ, Miguel. El método etnográfico de investigación. Caracas: 2005, p. 7. [En línea]. Recuperado en 2015-07-20. Disponible en: http://investigacionypostgrado.uneg.edu.ve/intranetcgip/documentos/225000/225000archivo00002.pdf.

14 Ibíd.

15 Ibíd.

16 RODRÍGUEZ, Gregorio, et. al. Metodología de la investigación cualitativa. Granada: Ediciones Aljibe, 1996.

17 VASCO, Luis Guillermo. Algunas notas sobre Molano y el mito. En: Luguiva. [En línea]. Recuperado en 2017-07-15. Disponible en: http://www.luguiva.net/articulos/detalle.aspx?id=78.

Consideraciones teóricas y acontecimentales previas

¿Cómo hacer un relato de una coyuntura actual en una sociedad que conoce casi en la instantaneidad del momento lo que está pasando? Puede que esta sea una de las preguntas que con mayor frecuencia se hagan los investigadores sociales, y no solo ellos sino cualquier persona o profesional que tenga como trabajo divulgar información o contenidos al público. No es un panorama fácil de explicar, en parte, porque los acontecimientos y la apertura informativa hacen posible que todo el mundo sepa lo que quiere saber in factum a través de las redes sociales. Por defecto, este es el mayor problema que tiene todo el sistema informativo: acercar una infinidad de posibilidades siempre y cuando se quiera saber y se esté dispuesto a pagar por ello. La totalización de esta lógica afecta a tal punto los acontecimientos que el efecto se constituye en causa.

La ilusión de la instantaneidad y la jerarquía de los contenidos “independientes” al momento de elegir lo que es y no es coyuntural en el devenir como actores sociales aislados en el mismo planeta lleva a una situación alarmante en materia política, económica, social y ambiental. La paradoja de la situación actual fue delineada por el físico teórico Stephen Hawking: la humanidad se encuentra en un momento en que es capaz de destruir en su totalidad el planeta con todo lo que está contenido en el mismo, pero no tiene la capacidad tecnológica y científica para huir de él18. En otras palabras, estamos atrapados, o se rectifica lo hecho, o simplemente esperamos la destrucción. Por tal razón, un relato histórico o la divulgación de un contenido o cualquier otra actividad que se dedique a dar forma a lo que pasa, debe tener presente el momento crucial en el que se vive y cualquier coyuntura o relato debe llevar a la concientización no de un problema puntual, sino de un engranaje glocal que pueda posibilitar la salvación o destrucción del planeta. Con esta perspectiva, cualquier forma de realizar un análisis y contenido de lo que está ocurriendo toma un rumbo distinto cada vez que se vuelve al mismo punto, sobre todo porque se descubren nexos no pensados anteriormente. Esta nueva lógica de situar la comprensión del acontecimiento depende de la concientización del acontecer y, sobre todo, del acontecer inmediato, lo que a su vez implica una responsabilidad sobre el futuro que se construye inmediatamente.

El recorrido que se presenta a continuación tendrá en cuenta nociones importantes para la comprensión de lo denominado la instantaneidad del momento. Entre las nociones que tienen mayor importancia está un acercamiento a la historia del tiempo presente como disciplina de la historia, integrada como una historia del acontecimiento (historique des événements) y el porvenir. De otra parte, se hace una profundización del concepto movimiento social desde el enfoque de los nuevos movimientos sociales, tanto en su contenido como en su forma de actuar, además de una mención a las nuevas formas de acción colectiva que integran factores virtuales en lo que se denomina enjambre; también se realiza una reflexión a la integración de los nuevos actores sociales en la era de la psicopolítica y, por último, un análisis de la lógica del procomún que orienta las movilizaciones del siglo XXI.

§ Historia del tiempo presente: acontecimiento y porvenir

Analizar las movilizaciones del año 2011 se relaciona directamente con una historia del tiempo presente. Dicho enfoque está en proceso de formación, en parte, porque requiere entender el porvenir inmediato. Caracterizar la historia del tiempo presente es el resultado de la confluencia de la globalización con el sentimiento de urgencia de un mundo donde las tecnologías de la información y de la comunicación hacen de la inmediatez y de la fugacidad del acontecimiento un resultado difícil de percibir en su complejidad19. Por esta razón, al intentar acercar un estudio de historia presente a la coyuntura de las movilizaciones estudiantiles es necesario tener en cuenta el precedente globalizado desde el cual se hace posible la confluencia de realidades, necesidades y desencantos.

Para la historia del tiempo presente, el registro del acontecimiento y su implicación sobre el presente inmediato es fundamental para la comprensión del mismo. Si bien, el acontecimiento es definible de una manera coloquial, es necesario preguntarse desde una perspectiva teórica: ¿qué es el acontecimiento? Entre los mejores acercamientos al concepto se encuentra el propuesto por el filósofo Slavoj Žižek:

Un acontecimiento es por sí mismo algo traumático, que sucede de repente y que interrumpe el curso normal de las cosas; un acontecimiento no solo reconfigura el presente y habilita un futuro impensable sin él, sino que redimensiona y articula el pasado que lo precede, para que pueda abrazarlo, encajarlo y explicarlo20.

El acontecimiento no es un ente indescriptible e imperceptible, es una forma de organizar lo real, de dar forma al presente y al futuro, pero más importante aún, de legitimar el acontecer. Es por esta razón, que hacer historia del tiempo presente es una necesidad en nuestros días. La cuestión del tiempo y el desplazamiento entre lo “real” y lo virtual hace indispensable un análisis que vaya más allá de la descripción informativa de los medios masivos de comunicación y explique el popurrí de lo imaginario, lo simbólico y la materialidad.

Las dimensiones que limitan los acontecimientos tal y como se conocen, están divididas entre lo imaginario que es la experiencia directa vivida de la realidad, pero intercalada con los sueños y pesadillas. La dimensión simbólica es el orden invisible que estructura la experiencia de la realidad, es la compleja red de normas que hace posible ver lo que se ve. Y lo real no es la realidad externa sino algo que no puede ser directamente simbolizado. Un encuentro con la realidad de lo real sería tan violento que desestabilizaría el universo entero de significados21.

Esta tríada configura el universo sobre el cual los actores sociales están sobreexpuestos. La presente investigación solo se mueve desde la dimensión simbólica y su proyección y contraproyección en lo imaginario. Se habla de contraproyección porque las movilizaciones sociales, en su mayoría, expresan un sentimiento en contra de las estructuras que hacen posible las sociabilidades establecidas y, además, porque en la gran mayoría de las movilizaciones no está en juego simplemente el desarrollo de lo político y el descontento popular, sino una compleja interrelación de los actores sociales en la proyección del porvenir.

La construcción del porvenir es un tema novedoso en los movimientos sociales, en parte, porque solo hasta hace poco los teóricos sociales se aventuran a hablar del mismo. Existe una variable determinante que es transversal a todos los movimientos, sean o no nuevos, y es que surgen como una medida necesaria frente a una coyuntura que en, primer lugar, pone en jaque la proyección del futuro de cada uno de los actores sociales:

Lo que define al porvenir es el evento, el evento da un contenido al futuro, sobreviene. En este sentido puede suscitar todas las esperanzas o todos los temores […] El porvenir depende de los otros. Es una expresión de solidaridad esencial que une al individuo y la sociedad. Un individuo absolutamente solo es tan inimaginable como insoportable un futuro sin porvenir. Pero, por el contrario, subordinar al individuo a las normas colectivas y su vida futura al porvenir de un grupo entra en el ámbito del totalitarismo. El glorioso porvenir otrora prometido a las masas populares era una idea contradictoria e imposible puesto que implicaba el detenimiento del tiempo y, por consiguiente, la desaparición del futuro, y del individuo22.

Las personas sienten la necesidad de organizarse en movimientos sociales y mostrar su preocupación por un tema que les afecta a ellos mismos o a las personas de su entorno. En la coyuntura de la Mane 2011, estudiantes universitarios de Colombia junto a la población interesada en la educación superior salen a marchar por el temor que representa la pérdida de la calidad de la educación y, sobre todo, ante un imaginario en proyección: las universidades con ánimo de lucro.

§ Acciones colectivas, neomovimientos sociales y el enjambre

Un tema central que configura la investigación es el referente a las acciones colectivas: ¿cuál es la diferencia entre una acción colectiva, un movimiento e incluso, una movilización? Por momentos, las diferencias parecen desdibujarse, pero una clara y sencilla conceptualización puede ser suficiente para aclarar el panorama.

Las acciones colectivas son trabajadas ampliamente por Alberto Melucci. El teórico social explora los ejercicios colectivos partiendo de la dinámica relacional de los actores sociales en un sistema de oportunidades y restricciones. La acción colectiva existe cuando los individuos actúan conjuntamente y crean acciones que irrumpen la cotidianidad organizativamente. Cuando se habla de organizativamente se refiere a términos cognoscitivos, afectivos y relacionales en el campo de las posibilidades y límites que perciben los actores23.

Si bien, la acción colectiva es una dinámica de naturaleza relacional entre actores sociales, la unidad no es una necesidad implícita para que esta se produzca. De hecho, si llegase a existir unidad, esta debe ser abordada como resultado y no como punto de partida:

Entonces los actores colectivos producen la acción colectiva, porque son capaces de definirse a sí mismos y al campo de su acción (relaciones con otros actores, disponibilidad de recursos, oportunidades, limitaciones). La definición que construye el actor no es lineal, sino que es producida por interacción y negociaciones, y algunas veces por diferentes orientaciones opuestas. Los individuos crean un “nosotros” colectivo (más o menos estable e integrado con el tipo de acción) compartiendo tres tipos de orientaciones: aquellas relacionadas con los fines de la acción; aquellas relacionadas con los medios, y finalmente aquellas referidas a las relaciones con el ambiente24.

La orientación de los fines es el sentido que tiene la acción colectiva para el actor. En el caso de las movilizaciones del año 2011 el sentido que tiene es la defensa de una educación superior de calidad para todos los estudiantes del país y el rechazo tajante a una privatización escalada con inversiones de capital privado tanto en la financiación de las universidades como en la apertura de holdings educativos25.

La orientación de los medios se refiere a las posibilidades y límites de la acción. La posibilidad del estudiantado como movimiento en su inicio es mínima. En parte, por relacionar la movilización con términos peyorativos como “mamertismo” y por ser considerada por la población como una pérdida de tiempo. Transformar esa imagen es el trabajo del estudiantado que hace parte de la movilización, lo cual es posible con una renovación tanto del discurso como de las formas de operar en la protesta y la resistencia. Los estudiantes, además, reconocen en el diálogo de lo político la alternativa ideal para establecer un punto de negociación, aun cuando este puede ser también un límite. Los límites de la acción colectiva también son rediseñados en la movilización de los estudiantes al reconocer que, si bien ganan terreno entre la comunidad y en las calles, en la esfera política, es decir, en el Congreso y el Senado, donde se discute la reforma educativa, la mayoría de la bancada apoya esta. El reconocimiento de este límite determina un papel fundamental en la organización estudiantil.

La orientación del ambiente depende del campo en que se lleva a cabo la acción. Tomando como ejemplo las movilizaciones estudiantiles, las posibilidades de aglutinación y divulgación dentro de los campus universitarios con foros, marchas internas y asambleas, y fuera de los campus con marchas y plantones, en su mayoría no son violentas. Aunado a ello, aparece un tercer componente que hace de esta movilización algo innovador: el uso de las herramientas de las tecnologías de la información y de la comunicación para abarcar un target poblacional mayor26. Por este proceder, las movilizaciones de los estudiantes en Colombia comparten similitudes con las realizadas por los estudiantes en Chile o Puerto Rico, creando una red de indignación y movilización que visibiliza la coyuntura como un problema glocal.

Estas tres categorías (fines, medios y ambiente) generan tensiones dentro de la misma acción colectiva, pues no son proporcionales y hacen logísticamente imposible cualquier sentido utópico de unidad. En razón de esto, los actores sociales renegocian los aspectos de su función a la par que se realiza la acción colectiva como un cuerpo aparentemente uniforme:

Cuando se observan fenómenos colectivos, generalmente la atención se enfoca sobre los aspectos más visibles de la acción (acontecimiento, movilizaciones, actos de violencia) sin embargo, estos aspectos visibles son manifestaciones de un proceso que opera en el nivel analítico que acabo de delinear, y que es normalmente ignorado. Los eventos pueden ocurrir, y seguir ocurriendo, porque el actor colectivo logra realizar una cierta integración entre las orientaciones señaladas27.

En términos fenomenológicos, el carácter de una acción colectiva consiste en la pluralidad de dimensiones analíticas. La presencia de varios actores colectivos que comparten espacio y tiempo arroja una variedad de posiciones frente a la coyuntura de quienes están a favor y de quienes están en contra, de lo valeroso y lo no tan digno.

Para lograr analizar la pluralidad de las acciones colectivas, se debe primero categorizar qué tipo de fenómeno colectivo se está investigando. Alberto Melucci establece tres tipos de fenómenos colectivos: 1) algunos fenómenos colectivos implican solidaridad, es decir, la capacidad de reconocerse a sí mismos y ser parte de una unidad social; 2) otros tienen el carácter de agregación, esto es, se les puede reducir al nivel de individuo sin que pierdan sus características y pueden orientarse hacia el exterior más que al interior del grupo donde se necesita una acción colectiva reactiva; 3) están los que implican la presencia de un conflicto, lo cual involucra la oposición entre dos (o más) actores que compiten por los mismos recursos.

La movilización estudiantil del año 2011 en Colombia recoge características de la acción colectiva por agregación. La urgencia de movilizarse ante el temor de una reforma a la educación superior agrega individuos tanto de organizaciones estudiantiles como de personas que nunca han hecho parte de una movilización. Son estudiantes que no necesitan ser descritos como una masa; de hecho, algunos buscan desde acciones anónimas ganar protagonismo y no pretenden crear un movimiento fuerte y consolidado entre ellos, más bien, desean mostrar al exterior una unidad compuesta de perspectivas en torno a un fin: salvar la educación superior. Solo es hasta la segunda mitad del año 2011 que se crea la Mane y la movilización de los estudiantes adquiere la perspectiva de un fenómeno colectivo que intenta ser solidario.

En esta perspectiva teórica cabe entonces plantear estos interrogantes a propósito de la acción colectiva de la Mane: ¿cómo construyen los actores su acción de tal modo que se pueda observar un comportamiento aparentemente unificado?, ¿qué facilita o impide la integración de diferentes orientaciones?, ¿cómo ocurre el involucramiento o deserción de los individuos, si tiene en cuenta la pluralidad de significados de la movilización?28.

Para Melucci, el término “movimiento social” cae en una vulgarización mediática al ser usado indiscriminadamente frente a cualquier acción colectiva. En consecuencia, el autor propone unas pautas para delimitar lo que es un movimiento social:

La definición analítica de movimiento social que propongo abarca tres dimensiones. Ante todo, la acción colectiva debe contener solidaridad, es decir, la capacidad de los actores de reconocerse y de ser reconocidos como parte de una unidad social. La segunda característica es la presencia del conflicto, es decir, una situación en la cual dos adversarios se encuentran en oposición sobre un objeto común, en un campo disputado por ambos. El conflicto, de hecho, presupone adversarios que luchan por algo que reconocen está de por medio entre ellos, y por lo que se hacen precisamente adversarios. La tercera dimensión es la ruptura de los límites de compatibilidad. Significa la acción que sobrepasa el rango de variación que un sistema puede tolerar, sin cambiar su estructura. Los sistemas de relaciones sociales pueden ser muchos y variados, pero lo importante aquí es la existencia de un comportamiento que rompe las fronteras de la compatibilidad, por lo tanto, forzando al sistema a ir más allá del rango de variaciones que su estructura puede tolerar29.

La movilización estudiantil del año 2011 en Colombia solo es un movimiento social cuando aparece la figura de la Mane. Sin embargo, la principal duda para considerar esta acción colectiva como un movimiento es si contiene el principio de solidaridad al que se refiere Melucci. Si bien los estudiantes son reconocidos como una unidad, no es por la movilización en sí misma en el año 2011 sino por el acumulado histórico de las protestas desde la segunda mitad del siglo XX, particularmente aquellas de los años sesenta y setenta30. Esta unidad como target poblacional, es notablemente distinta a la del estudiantado del siglo XXI. Por esto, para el caso de la Mane, es conveniente acudir con cautela al principio de solidaridad. Las otras dos características de esta movilización estudiantil del año 2011 cumplen con lo planteado por Melucci: existe un conflicto por un interés en común que es la educación; este interés enfrenta tanto a la bancada del gobierno –con sus ministerios y medios de comunicación aliados– como al sector del estudiantado conformado por profesores, rectores y otros sectores asociados a la coyuntura. Así mismo, aparece la ruptura de los límites de compatibilidad de las acciones colectivas como un fenómeno que rompe con la monotonía de la cotidianidad hasta ejercer una presión mediática que lleva al gobierno a reversar decisiones sobre la marcha.

Si bien Melucci delimita la definición de movimiento social, el acontecer de los movimientos sociales representa todo un universo de posibilidades, de manera que para el caso de la Mane sea necesario acudir a un filtro cronológico. En razón de esto es necesario tomar como referente la noción de neomovimientos sociales, los cuales aparecen en la década de 1980 en países de Europa y posteriormente se expanden a Latinoamérica con ejemplos muy cercanos como la movilización estudiantil universitaria que encabeza la denominada Séptima Papeleta en Colombia. Estas nuevas formas de movilización omiten el relato antisistémico y la noción de revolución para realinearse con las fuerzas de lo político del Estado.

La Séptima Papeleta es un movimiento estudiantil que logra ejercer toda una presión mediática y social en las elecciones del 11 de marzo de 1990. Esta movilización propone incluir una iniciativa en la que se solicita una reforma constitucional en Colombia. Si bien la papeleta no es contada por la Registraduría Nacional, representa un precedente para que sea reconocida la voluntad popular de un cambio en la Constitución a partir de una Asamblea Constituyente. Entre las acciones colectivas y protestas que promueven los estudiantes, es muy significativa la conocida Marcha del Silencio que propone emular la realizada en Bogotá por Jorge Eliécer Gaitán el 7 de febrero de 1948 que denunciaría la creciente violencia política en el país.

La Marcha del Silencio de los estudiantes se realiza el 25 de agosto de 1989. Unos veinticinco mil estudiantes se vuelcan sobre las calles de Bogotá para protestar contra la creciente violencia política en el país. El eje central de la misma es un pacto cívico que rechaza de manera tajante las acciones de narcotraficantes y grupos guerrilleros, los cuales siembran terror en calles y campos de Colombia con aparatos explosivos. El movimiento estudiantil de la Séptima Papeleta es el primero en reconocer como vitales a los medios de comunicación en el desarrollo de lo político en Colombia. Además de unir a las universidades tanto públicas como privadas en torno a un objetivo común, esta movilización marca un hito en el país porque está respaldada por un márquetin nunca antes visto en el país. Más que un movimiento social con intereses políticos, los estudiantes recalcan la importancia de un pacto ciudadano lleno de esperanza con el eslogan “todavía podemos salvar a Colombia”. Este referente del procomún es reavivado, dos décadas después, por la movilización de los estudiantes en contra de la reforma a la Ley 30 de Educación Superior en Colombia31.

Esta nueva forma de organización consiste en un pasaje a lo político que no implica instituciones de representación y no acepta funciones delegadas. Pero con esto no se niega a lo político, como en los años sesenta y setenta en los que sectores estudiantiles consideran la lucha revolucionaria como única alternativa para alcanzar una sociedad más justa e igualitaria. En la Séptima Papeleta, en cambio, durante la movilización se reclama una reapropiación para la comunidad. Un proceso, a su vez, que no es solo organizativo sino también pragmático32.

Se habla en términos de lo político para el movimiento de la Séptima Papeleta en el año de 1990, porque este tipo de neomovimientos sociales reconocen en el diálogo una alternativa fundamental para ganar credibilidad y aceptación; rechazan tajantemente las alianzas y estrategias políticas tradicionales que dictaminan el curso clientelista de la política colombiana. La movilización de los estudiantes en el año 2011 reconoce la legitimidad del Estado en el marco de la necesidad de una reforma a la educación superior y rechaza las alianzas políticas tradicionales que no dan las garantías en el Congreso de la República para un debate en el que ganen las ideas; maquinarias políticas como la coalición presidencial y otras alianzas hacen que cualquier reforma o intencionalidad de reforma educativa sea aprobada antes de ser discutida. Por otra parte, los estudiantes no tienen un capital económico que represente un contrapeso al que tiene el Estado, solo son partícipes en la medida que la decisión no sea tomada en el juego político de las alianzas políticas tradicionales cuando se trata de votar un proyecto de ley.

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