Loe raamatut: «Economía española y del País Valenciano», lehekülg 6

Font:

3. Alfa (α) es, como se ve en la nota anterior, el exponente de K de la función de producción de Cobb Douglas, que pondera la intensidad del uso del capital en la actividad productiva correspondiente.

4. Aunque «las comparaciones deben matizarse por las diferencias entre la vida económica a una parte y otra del Atlántico: en Europa se ha reducido más significativamente la jornada de trabajo. Esto tiene dos lecturas: mayor preferencia del ocio a mayor nivel de ingresos o la dificultad de acceso a trabajos mejor retribuidos» (Reig, 2007: 65).

5. Hay autores que entienden que el lento avance de la productividad y la pérdida de competitividad exterior se deben a que el avance es débil en algunas de las direcciones del cambio estructural actual, o al menos no opera a la velocidad que requiere la intensidad con la que se mueve el mundo que nos rodea (Pérez, 2007: 85).

6. Actualmente, se considera ventajosa la desintegración de actividades, la subcontratación y la externalización, recorriendo los mercados para incorporar a los procesos de producción muchos bienes y servicios que antes se desarrollaban internamente: complejización e internacionalización de las cadenas de suministro, facilitados por el capital humano, las TIC y la confianza en los mercados (Pérez, 2007: 96).

7. Se considera distrito industrial una entidad socioeconómico-territorial caracterizada por la ubicación en un mismo territorio de un gran número de empresas especializadas (en una o en pocas fases del proceso económico-productivo de una industria o sector) y de una comunidad de personas que han interiorizado un sistema de valores y de reglas de comportamiento que favorecen la competencia y la cooperación entre las empresas locales (Bellandi y Dei Ottati, 2001).

8. El economista americano Robert Gordon (2002) va más allá y recorta incluso las diferencias entre la renta per cápita americana y europea como indicadores de nivel de vida. La razón es que, además de constatar que los europeos disfrutan de más tiempo libre, al PIB americano se le incorpora una mayor producción de bienes y servicios que sólo consiguen responder a problemas que los europeos tienen en menor medida, como por ejemplo el clima extremado, la delincuencia, la urbanización incontrolada, la falta de transportes públicos, etc.

3. La renta y su distribución

Vicente Esteve García

Silviano Esteve Pérez

Universitat de València

3.1 Introducción

Entre los objetivos macroeconómicos básicos de cualquier sociedad se encuentra la capacidad de generar aumentos sostenidos de su producción agregada o renta a largo plazo. Sin embargo, también es muy importante tener en cuenta cómo se distribuye la renta, es decir, cómo se reparte el resultado de la actividad productiva entre los distintos miembros de la economía. El estudio de la distribución de la renta se puede analizar desde una triple perspectiva: funcional, personal y espacial o regional.

Por un lado, la distribución primaria o funcional de la renta, que se centra en el reparto de la renta entre los factores productivos resultado del propio funcionamiento de los mercados.

Por otro lado, la distribución personal de la renta entre las personas o los hogares. La distribución primaria de la renta se altera mediante los impuestos y las transferencias dando lugar al ingreso o renta disponible de las personas o familias. La distribución personal o distribución familiar de la renta recoge, desde la óptica del gasto, el reparto de la renta disponible entre los agentes económicos. El estudio de la distribución de la renta desde una perspectiva personal, e incluso regional, aumenta progresivamente su importancia con el nivel de desarrollo económico del área considerada. Recientemente, ha habido un interés creciente por evaluar con mayor precisión el nivel de bienestar económico y la felicidad de las personas.

Por último, la distribución espacial o territorial de la renta, que recoge, desde un punto de vista territorial, cómo se distribuye la producción en distintos ámbitos espaciales, así como el grado de desigualdad en los niveles de vida de los agentes en función del lugar geográfico en el que residen.

Partiendo de estas breves consideraciones, que tienen por objeto enmarcar el tema, en los apartados siguientes se analizan sucesivamente para la Comunidad Valenciana, en el marco de España, la distributión funcional de la renta, la distributión personal o familiar de la renta, y la distribución territorial de la renta.

3.2 Distribución funcional de la renta

La renta es un flujo derivado primariamente de las aportaciones de los distintos factores productivos (principalmente, trabajo y capital) al proceso de producción. La distribución funcional o primaria de la renta recoge, desde el punto de vista de la producción, el reparto del valor añadido bruto a coste de factores (VABcf) o renta entre los propietarios de los factores productivos que participan en su obtención. Precisamente, la remuneración de los factores productivos es lo que origina la distribución funcional de la renta.

El producto total de la economía, en particular el producto interior bruto a precios de mercado menos los impuestos netos sobre la producción y las importaciones (es decir, el VABcf), incluye la remuneración de los asalariados o retribución del trabajo por cuenta ajena (sueldos y salarios brutos y cotizaciones sociales a cargo de los empleadores) y el excedente de explotación bruto (rentas del capital, rentas mixtas –contraprestaciones por las aportaciones de capital y trabajo por cuenta propia– y rentas del sector público).

La tabla 3.1 muestra cómo la participación de la remuneración de los asalariados (RA, en adelante) en el VABcf ha disminuido en favor del excedente de explotación bruto (EEB, en adelante) en el período 2000-2005, tanto en España como en la Comunidad Valenciana, aunque con una mayor intensidad en esta última.

TABLA 3.1

Participación de las rentas en el PIB a coste de factores (porcentajes)


Fuente: Elaboración propia. Datos: INE.

Varios factores han contribuido a explicar la disminución del peso de las rentas del trabajo sobre el producto interior bruto a coste de factores (PIBcf), a pesar del fuerte ritmo de creación de empleo (asalariado) durante el período. Por un lado, la incorporación de inmigrantes a puestos de trabajo de baja cualificación. Por otro, el insuficiente esfuerzo inversor en capital tecnológico que ha provocado lentos avances en la productividad aparente del factor trabajo. Por último, el estancamiento de los salarios reales durante el período. Todos estos factores se han producido de forma relativamente más intensa en la Comunidad Valenciana que en España.

La tabla 3.2 ofrece informatión sobre la participatión de los distintos sectores productivos en la remuneración de los asalariados y en el excedente de explotación bruto. La participación de los servicios es elevada en ambos componentes tanto para la Comunidad Valenciana como para España, y se sitúa por encima del 60% del total. Además, tanto los servicios como la construcción han aumentado su participación en el período considerado, especialmente en el excedente de explotación bruto en la Comunidad Valenciana. La contrapartida ha sido la caída en la participación de la industria, particularmente significativa en el EEB en la Comunidad Valenciana.

TABLA 3.2

Distribución sectorial de la remuneración de los asalariados y del excedente de explotación bruto (porcentajes)


Fuente: Elaboración propia. Datos: INE.

Estas tendencias en el peso relativo de los distintos componentes del VABcf se producen por el mayor dinamismo de los sectores de construcción y servicios (frente a la industria, especialmente en nuestra comunidad), aunque también por la dualidad competitiva que se ha producido en los últimos años: por un lado, los sectores manufactureros se enfrentan a una creciente competencia internacional, con escasa o nula capacidad para trasladar los aumentos de costes a los precios, y limitan e incluso reducen sus márgenes empresariales; por otro lado, en los sectores relativamente protegidos de la competencia, como la construcción y los servicios, no sólo se trasladan los aumentos de costes a los precios finales, sino que incluso los márgenes empresariales han crecido. Además, estos dos sectores se han visto particularmente favorecidos en gran medida por el fuerte aumento de la oferta de trabajo como consecuencia de la inmigración, que ha contribuido a frenar los avances salariales y ha beneficiado especialmente a los factores productivos complementarios (factor capital).

La participación de la remuneración de asalariados en la renta difiere según la intensidad de uso y el rendimiento del trabajo y el capital en los distintos procesos productivos. Dicha participación (RA/PIB) se puede descomponer como el producto de sus dos componentes: (i) la tasa de asalarización (TA), que es la proporción que representan los trabajadores asalariados en el empleo total, y (ii) el coste laboral unitario (CLU), que es la proporción del valor añadido que remunera al trabajo utilizado para obtenerlo. La tabla 3.3 pone de relieve que en el período 2000-2005 la participación de la RA en el PIB cayó como consecuencia de la reducción de los CLU, mientras la tasa de asalarización aumentó por el fuerte dinamismo del mercado de trabajo.

TABLA 3.3

Remuneración asalariados, tasa de asalarización y costes laborales unitarios (porcentajes)


Fuente: Elaboración propia. Datos: INE.

3.3 Distribución personal o familiar de la renta

La redistribución de la renta nacional (obtenida por las aportaciones de los residentes al proceso productivo) mediante los impuestos directos, las cotizaciones sociales y las transferencias (monetarias y en especie) da lugar al ingreso o renta disponible de las personas y las familias. La distribución personal o distribución familiar de la renta recoge, desde la óptica del gasto, el reparto de la renta disponible entre los agentes económicos. Los flujos de redistribución de la renta (a través de donaciones, impuestos, transferencias y prestaciones sociales) alteran el reparto primario de la renta. Este ingreso o renta disponible de personas o familias es generalmente la variable considerada para estimar su poder adquisitivo, y a partir de ella se toman las decisiones de consumo y ahorro. El estudio desde la perspectiva personal se ocupa principalmente de medir cuál es el grado de igualdad en el reparto de la renta entre las personas o familias.

TABLA 3.4

Índice de Gini, percentiles de la distribución por comunidad autónoma (las 5 con mayor y con menor PIB per cápita). Gasto por persona


Fuente: Elaboración propia. Adaptado de J. Aldás, F. J. Goerlich y M. Más (2006): Gasto de las amilias en las comunidades autónomas españolas. Pautas de consumo, desigualdad y convergencia, CIEF, Centro de Investigación Económica y Financiera, Fundación Caixa Galicia.

A medida que aumenta el nivel de desarrollo económico, aumenta progresivamente la preocupación por la distribución personal (y también territorial) de la renta. Paralelamente, ha aumentado el interés por medir la incidencia de la pobreza y, recientemente, ha crecido el interés por evaluar en mayor profundidad el nivel de bienestar económico y la felicidad de las personas.

Entre los indicadores más sencillos y comúnmente utilizados para evaluar el grado de desigualdad en la distribución de la renta personal se encuentran el índice de Gini, la curva de Lorenz y las ratios entre distintos percentiles de la distribución de la renta. Entre estas últimas, tenemos la ratio [p0,10/p0,90], que es el cociente entre el nivel de ingresos o de renta que no supera el 10% de las personas y el nivel correspondiente que no supera el 90% de los individuos. Del mismo modo, la ratio [p0,05/p0,50] es el cociente entre el nivel de renta que no supera el 5% de las personas y el nivel correspondiente que no supera el 50% de los individuos.

El análisis de la distribución personal o familiar de la renta suscita problemas relacionados con la variable que utilizar (medida del ingreso o del gasto) así como con la unidad de referencia (individuo o familia). Independientemente de esta discusión que excede las pretensiones de este capítulo, pasamos a examinar la información disponible. La tabla 3.4 proporciona diferentes mediciones de igualdad en la distribución de la renta por CC. AA. (a partir del gasto por persona).

En primer lugar, las dos primeras columnas muestran que el índice de Gini se ha reducido ligeramente tanto en España como en la Comunidad Valenciana, en mayor medida en esta última, entre 1998 y el 2002, lo que sugiere una reducción de la desigualdad en la distribución de la renta. Navarra aparece como la región con una distribución más igualitaria de la renta en el 2002, mientras que Andalucía presenta la mayor desigualdad.

En segundo lugar, las columnas 3 y 4 muestran el índice de Gini de las regiones más ricas y más pobres en relación con la media española. El grado de desigualdad es superior en las regiones más pobres. Además, si tomamos como referencia el grado de igualdad del conjunto estatal, en el período 1998-2002, la Comunidad de Madrid, el País Vasco, Cataluña, Baleares, Galicia y Castilla-La Mancha han aumentado la divergencia en la distribución de la renta en su territorio, aunque se mantienen con una distribución más igualitaria que la del conjunto del país (con excepción de Galicia). Destaca que en Andalucía, que partía de una distribución más desigual en 1998, la disparidad en la distribución de la renta ha aumentado.

En tercer lugar, las columnas siguientes complementan el análisis del grado de igualdad en la distribución al centrarse en puntos discretos de la distribución de la renta entre los residentes de una región (ratio de percentiles), en relación con la media española. Por un lado, la distribución de la renta en la Comunidad Valenciana es más igualitaria que en el conjunto del país. Por otro, entre 1998 y el 2002 todas las ratios entre percentiles indican una tendencia hacia una mayor igualdad en la distribución de la renta, con excepción de la ratio [p0,05/p0,50], que es el cociente entre el nivel de renta que no supera el 5% de las personas y el nivel correspondiente que no supera el 90% de los individuos, el cual se ha acercado a 100 (media nacional), desde 109,7 a 106,5. Por último, para todas las ratios consideradas, destaca el elevado grado de igualdad en la distribución de la renta en Navarra y el País Vasco.

La tabla 3.5 muestra la distribución porcentual de la renta por hogares de las CC. AA. en el 2004 en relación con la media de España. De la primera columna se deduce que el porcentaje de hogares con una renta de hasta 9.000 euros era de 13,1 puntos porcentuales más en la Comunidad Valenciana que en España, donde el 18,3% de los hogares obtenían esta renta. Esta tabla complementa la tabla 3.4 para analizar la distribución de la renta de los hogares. Así, la última columna permite observar que la renta de los hogares de la Comunidad Valenciana se encuentra claramente por debajo de la media nacional, en concreto, es inferior en 11,2 puntos porcentuales. Además, el mayor grado de igualdad en la distribución de la renta parece tener su origen en la elevada concentración de hogares valencianos (con relación a la media española) con niveles de renta por debajo de 19.000 euros anuales y la escasa proporción de hogares con rentas superiores a 35.000 euros anuales (en concreto, 30 puntos porcentuales por debajo de la media española). Por el contrario, en Navarra, con una renta por hogar netamente superior a la media, como muestra la última columna, se aprecia una gran concentración de hogares en el estrato superior de renta (82,1 puntos porcentuales por encima del porcentaje para el conjunto del país).

TABLA 3.5

Distribución de renta anual de los hogares por CC. AA. en el 2004 (España = 100)


Fuente: Elaboración propia. Datos: INE.

El grado de desigualdad en la distributión de la renta se debe a distintos factores, tales como la calidad y cantidad ofrecida de factores productivos, el impacto de las políticas públicas, la disparidad de oportunidades, etc. Las políticas redistributivas intentan corregir estas disparidades utilizando instrumentos por la parte del gasto (prestaciones sociales monetarias y en especie) y por la parte de los ingresos (impuestos sobre la renta, cotizaciones sociales, etc.). El impacto de estos instrumentos depende fundamentalmente de la progresividad de los flujos de ingresos y gastos, más que del neto.

Para analizar con mayor detalle el efecto de las políticas redistributivas, comenzamos examinando la cuenta de renta de los hogares (tabla 3.6, panel superior).

TABLA 3.6

Distribución funcional de la renta de los hogares y redistribución de la renta (porcentajes)


Fuente: Elaboración propia. Datos: INE.

Los hogares son perceptores de rentas por aportar trabajo y capital al proceso productivo, como comentamos anteriormente. La cuenta de asignación primaria de la renta muestra la renta de los hogares generada directamente a partir de transacciones de mercado, por ejemplo, la compra y venta de factores de producción y bienes. De este modo, incluye la remuneración de los asalariados, la renta recibida por la posesión de activos (en particular intereses, dividendos y rentas), así como los excedentes de explotación y la renta de los autónomos. Los intereses y rentas deudores se detraen de las cantidades anteriores para obtener el saldo de las rentas primarias de los hogares. La renta primaria es el punto de partida para la distribución secundaria de la renta, que muestra el efecto del mecanismo de redistribución de la renta del Estado. Las transferencias monetarias y en especie se añaden a la renta primaria de los hogares, a la que hay que sustraer los impuestos sobre la renta y el patrimonio, las contribuciones sociales y las transferencias efectuadas para así obtener la renta disponible bruta de los hogares.

El panel superior de la tabla 3.6 muestra cómo las rentas primarias brutas de los hogares crecieron aproximadamente el 18-19% tanto en España como en la Comunidad Valenciana en el período analizado. En ambas áreas, se ha producido un aumento en la participación del EEB/rentas mixtas sobre el total, en mayor medida en la Comunidad Valenciana, como consecuencia del mayor crecimiento de éstas. Las rentas del trabajo tienen un peso ligeramente inferior en la Comunidad Valenciana.

En el panel inferior de la tabla 3.6 se puede observar el efecto de las políticas redistributivas. Las transferencias corrientes recibidas (principalmente, prestaciones sociales en efectivo y en especie) por los hogares representan aproximadamente el 30-31% de su renta, y las pagadas (impuestos y cotizaciones sociales), en torno al 26-27%. Durante el período 2000-2003, ha aumentado la importancia de las transferencias sociales en especie (gasto), especialmente en la Comunidad Valenciana, y las cotizaciones sociales (ingreso) como mecanismos de distribución de renta. El saldo final recoge el efecto neto de las políticas redistributivas, que muestran una tendencia a su reducción, aunque en la Comunidad Valenciana el saldo es ligeramente superior al del conjunto del Estado.

El estudio de la distribución personal o familiar de la renta puede complementarse al menos en una doble vertiente. Por un lado, con el estudio de la incidencia de la pobreza, que puede abordarse en términos absolutos (nivel umbral de renta) o en términos relativos. Por otro lado, recientemente ha habido un creciente interés por evaluar con mayor precisión el nivel de bienestar económico y la felicidad de las personas. A continuación, abordamos estas dos cuestiones.

3.3.1 La pobreza

La tasa de pobreza indica el porcentaje de población cuya renta es inferior al nivel umbral de referencia. Para su cálculo, se utiliza la información de la Encuesta de Condiciones de Vida del INE.1 La línea de pobreza o umbral de pobreza se obtiene a partir de los ingresos netos por unidad de consumo del hogar (renta disponible del hogar/número de unidades de consumo, donde el número de unidades de consumo es ponderado según los pesos de la escala de la OCDE modificada; véase <www.ine.es> para un mayor detalle). Se clasifica como pobre a todo individuo que tenga unos ingresos (por unidad de consumo) inferiores al umbral de pobreza (60% de la mediana de la distribución de los ingresos por unidad de consumo adjudicados a las personas en el área considerada).

La tasa de pobreza es una medida relativa al área considerada, por lo que debe tenerse en cuenta que puede haber grandes diferencias en el nivel de vida en términos absolutos cuando comparamos distintas áreas, y también cuando comparamos un área en distintos momentos del tiempo.2

Las tasas de pobreza han disminuido en las últimas décadas en la Comunidad Valenciana y en España, aunque siguen siendo elevadas en relación en las de la OCDE. Además, en el siglo XXI parecen haber aumentado ligeramente. Los hogares de pensionistas e inactivos son los que mayores tasas de pobreza presentan. Las mujeres también presentan tasas de pobreza superiores a las de los hombres.

El gráfico 3.1 muestra que la tasa de pobreza de la Comunidad Valenciana es muy similar a la de España, y se encuentra por encima de las tasas correspondientes a las regiones más ricas y por debajo de las más pobres (con excepción de Galicia). En el 2004, el 20% de la población de la Comunidad Valenciana se encontraba por debajo del umbral de pobreza.

GRÁFICO 3.1

Tasa de pobreza (personas situadas por debajo del umbral de pobreza en 2004, %)


Fuente: Elaboración propia. Datos: INE.

3.3.2 Felicidad, calidad de vida y bienestar

A medida que aumenta el nivel de desarrollo económico de las distintas regiones (generalmente aproximado al nivel de renta real per cápita y su evolución), aumentan las preocupaciones por el bienestar de los individuos. A pesar de que en las fases iniciales de desarrollo, renta real per cápita y bienestar se encuentran relacionados positivamente, esta relación directa parece truncarse en fases posteriores de desarrollo.

El bienestar subjetivo de los individuos está positiva e íntimamente relacionado con la felicidad, calidad de vida y satisfacción. El estudio de las causas y los factores relacionados con la felicidad humana ha recibido un creciente interés por parte de economistas, psicólogos y científicos sociales en general, en los últimos años.3 El concepto de felicidad o bienestar es multidimensional puesto que abarca un amplio conjunto de factores interrelacionados que afectan a la percepción intrínseca de los individuos. Por ello la felicidad o bienestar excede la estricta consideración del nivel de renta y otras condiciones materiales de los individuos. Por lo tanto, la aproximación a una medición precisa de la felicidad debe incluir indicadores objetivos así como indicadores subjetivos, por ejemplo, los recogidos mediante encuestas a los ciudadanos que valoren sus percepciones.

La evaluación/medición del bienestar subjetivo es de gran importancia desde el punto de vista de la política económica. En primer lugar, a pesar de que existen indicadores objetivos sobre el nivel de renta de una persona, vivienda, salud, relaciones sociales, etc., no existe ninguna regla unánimemente aceptada para combinar toda esta información y que permita valorar el nivel de bienestar global. En segundo lugar, las medidas de bienestar subjetivo, en particular el nivel de satisfacción global, están relacionadas con los indicadores del grado en el que las necesidades de la población están cubiertas en estos países.

Uno de los resultados más destacados y controvertidos de la literatura económica se conoce como la paradoja de Easterlin (1974). Dicha paradoja está relacionada con la evidencia de que el notable aumento de la renta real en los países occidentales desde la segunda mitad del siglo XX no se ha traducido en aumentos de los niveles de felicidad de sus ciudadanos (medidos a partir de encuestas sociales). Algunos autores (por ejemplo, Lane, 2001) justifican la aparente paradoja argumentando que, una vez un individuo sobrepasa el nivel de subsistencia, factores como la amistad y la calidad de la vida familiar sustituyen progresivamente a la renta como principales fuentes de aumento del bienestar. De este modo, en los países desarrollados el crecimiento de la renta per cápita no implicaría aumentos paralelos del nivel de bienestar. Como consecuencia, la felicidad agregada se ha mantenido constante a lo largo del tiempo a pesar de los fuertes aumentos en renta real per cápita.

Estudios microeconómicos más recientes que vinculan el nivel y la evolución de la renta per cápita y el estatus en el mercado de trabajo con la felicidad destacan también la importancia de dos dimensiones que inciden, en primer lugar, en la posición relativa del individuo respecto a otros grupos en un momento del tiempo, y en segundo lugar, en relación con su propia situación en el pasado.

Por lo tanto, entre los factores que deben considerarse al examinar los determinantes de la felicidad y/o el bienestar total de los individuos se encuentran las condiciones de vida y de trabajo de éstos. Así, entre los múltiples determinantes de la felicidad (sin ánimo de ser exhaustivos) se encuentran los siguientes. Primero, los recursos económicos (renta y riqueza personal), que tienen un efecto positivo, aunque decreciente. Segundo, el estatus en el mercado de trabajo (ocupado, parado, inactivo, etc.), dada la gran importancia que se otorga al trabajo remunerado en las sociedades modernas, tanto como fuente de renta como por su estatus social. Tercero, familia y hogar (disponibilidad de vivienda), puesto que las familias integradas por parejas con hijos alcanzan, como promedio, un nivel de bienestar superior al de parejas sin hijos, solteros y al de familias con un único progenitor.4 Cuarto, vida social (balance vida-trabajo). Quinto, salud y cuidados sociales, dado que en principio, ceteris paribus, la gente con enfermedades crónicas tiene un nivel de satisfacción inferior.5 Sexto, nivel de estudios (conocimiento/formación, estudios y aprendizaje), dado que, generalmente, las personas con mayor nivel de estudios obtienen puestos de trabajo mejores y con mayor remuneración, y además se encuentran mejor capacitados para utilizar sus habilidades y dirigir su vida, lo que les lleva a un mayor nivel de bienestar.

Por último, hay que destacar que también importan factores de «exclusividad» y/o relativos (comparación social), que implican la existencia de categorías excluyentes que existen con relación a otros (que no disponen de estas características) y esto refuerza el sentimiento de felicidad; por ejemplo, buenos puestos de trabajo (frente a otros que disponen de puestos de trabajo precarios), buena educación, buena vivienda, coche de lujo. Relacionado con el efecto de la comparación social, la rutina y la rivalidad tienen un efecto negativo sobre el bienestar de los individuos, dado que las personas se esfuerzan para escalar, pero en ese esfuerzo obligan a otros a escalar más para mantenerse... El resultado final es que todos pierden; por ejemplo, la presión para trabajar horas extra, e incluso fines de semana, para mejorar la situación profesional. No obstante, una situación de poco trabajo y/o esfuerzo tampoco implica mayor felicidad.

La tabla 3.7 ofrece algunos indicadores indirectos de bienestar a partir de la información del Instituto Nacional de Estadística. Entre los aspectos en los que la Comunidad Valenciana se encuentra en peores condiciones con relación al conjunto del Estado, destacan las altas hospitalarias por adicción a las drogas, los detenidos por las fuerzas de seguridad y la delincuencia, los accidentes de trabajo, el porcentaje de hogares con dificultades para llegar a final de mes, los problemas de ruido y contaminación. Entre las condiciones más favorables destacan la menor tasa de mortalidad infantil, la menor incidencia del alcoholismo, los equipamientos e infraestructuras, la mayor capacidad de ahorro de los hogares, así como el porcentaje de hogares que declara no tener problemas. No obstante, habida cuenta de la múltiple dimensión del bienestar/felicidad, probablemente obtendremos una visión más completa del fenómeno cuando se hayan revisado otros capítulos del presente libro.

TABLA 3.7

Indicadores de bienestar (%)


España Comunidad Valenciana
Tasa de mortalidad (por cada 1000 habitantes) (2003) 9,2 9,2
Tasas de mortalidad infantil (nacidos vivos que mueren en el primer año de vida por 1.000 nacidos vivos) (1999-2003) 4,2 3,7
Altas hospitalarias por síndrome de dependencia del alcohol (por 100.000 habitantes) (2003) 24,3 15,5
Altas hospitalarias por adicción a las drogas (por 100.000 habitantes) (2003) 22,7 27,6
Detenidos por la Guardia Civil y la Policía Nacional (por 1.000 habitantes) (2003) 7,8 9,5
Muertes violentas por suicidio (por 100.000 habitantes) (2003) 5,3 5,4
Equipamientos e infraestructuras (kilómetros de autopistas y autovías por 1.000 km2) (2003) 20,3 41,0
Accidentes de trabajo (por 100.000 trabajadores expuestos al riesgo) (2003) 6386,7 7054,3
Hogares según el grado de dificultad para llegar a final de mes (IVTRI-2005)
con mucha dificultad 10,1 12,0
con dificultad 16,2 13,6
con cierta dificultad 28,7 29,9
con cierta facilidad 29,0 30,4
con facilidad 14,2 12,5
con mucha facilidad 1,9 1,6
Hogares que no pueden dedicar dinero al ahorro o muy poco (IVTRI-2005) 60,6 52,5
Hogares con capacidad de ahorro 39,5 47,5
Hogares que sufren problemas (2004):
Luz insuficiente 10,8 10,7
Ruidos producidos por vecinos o de la calle 28,8 39,6
Contaminación y otros problemas ambientales 16,6 21,2
Delincuencia o vandalismo 18,7 24,2
Ningún problema 53,4 43,1
Hogares según disponibilidad de bienes (2004):
Vivienda secundaria 13,8 22,4
No tiene calefacción 50,8 84,7
Cocina eléctrica 34,9 23,3
Congelador 31,4 22,5
Lavadora automática 98,6 99,1
Lavavajillas 32,6 25,4
Microondas 73,4 71,4
Coche nuevo 58,7 62,9
Coche de segunda mano 24,5 25,4
Motocicleta 10,8 9,5
Ordenador personal 45,0 44,1
Teléfono fijo 86,8 83,0

Fuente: Elaboratión propia. Datos: INE.