Loe raamatut: «Sueño En El Pabellón Rojo», lehekülg 19

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Apenas el eunuco hubo oído la observación de Yuanchun desembarcó con presteza y corrió a informar a Jia Zheng del comentario de la concubina. Jia Zheng ordenó que se modificara inmediatamente la inscripción.

El bote de la concubina imperial ya había alcanzado la otra orilla, y ella volvió a subir a su palanquín. Ahora, ante ella se extendía el bello salón de un recinto imponente. El arco de acceso lucía la inscripción «Espejo Precioso de los Inmortales del Cielo». Inmediatamente hizo que le cambiaran el nombre por el de «Villa de la Reunión Familiar».

Al entrar en el palacio vio en el patio unas antorchas llameando al cielo, incienso en polvo esparcido por tierra, árboles flamígeros, flores de jaspe, ventanas doradas y barandas de jade; y en el interior cortinas finísimas como antenas de camarón, alfombras de piel de nutria, almizcle ardiendo en los trípodes y abanicos de plumas de faisán. En verdad se trataba de

Puertas de jade, ventanas doradas, morada de los dioses e inmortales.

Palacio de osmanto, alcázar de orquídeas, mansión de la consorte imperial.

Yuanchun miró a su alrededor y preguntó:

—¿Y por qué no tiene nombre este lugar?

El eunuco que la acompañaba cayó de rodillas.

—Porque éste es el palacio principal —dijo—. Nadie ajeno a la corte se atrevió a sugerir un nombre.

Ella asintió con la cabeza y no dijo nada.

Otro eunuco, el maestro de ceremonias, cayó también de rodillas y le suplicó que tomara asiento en un sillón ceremonial para recibir el homenaje de su familia. Al son de una música que se ejecutaba a ambos lados de la escalinata, Jia She y los hombres de la familia fueron conducidos por dos eunucos para que se alinearan al pie de la plataforma, pero cuando una dama de compañía transmitió la orden de la concubina imperial para que se obviara esa ceremonia, todos se retiraron. Entonces la Anciana Dama de la mansión Rong y los demás parientes fueron conducidos por los escalones del este hasta el dosel para que presentaran su homenaje, pero también se les dispensó de esta ceremonia y volvieron fuera.

Acabado el tercer servicio de té, Yuanchun descendió del trono, cesó la música y marchó a cambiarse de ropa en un cuarto lateral. Entretanto, había sido dispuesto un carruaje que la conduciría fuera del jardín a visitar a sus padres.

Primero se dirigió a la sala de recepción de la Anciana Dama a presentar sus respetos a la dueña de la casa, pero, antes de que pudiera hacerlo, su abuela y las demás se hincaron de rodillas para impedírselo. Los ojos de la concubina imperial se llenaron de lágrimas mientras su familia se acercaba a ella para darle la bienvenida.

Apretó las manos de su abuela y de su madre, y los corazones de las tres se colmaron impidiéndoles articular palabra. Sólo se escuchaban sollozos. También la dama Xing, Li Wan, Xifeng, y las primas de la concubina, Yingchun, Tanchun y Xichun, sollozaban quedamente a su lado. Finalmente la concubina imperial controló su dolor y forzó una sonrisa para tratar de consolarlas.

—Desde que fui enviada a ese lugar donde no puedo ver a nadie, no ha sido fácil conseguir una oportunidad para volver a casa y veros de nuevo —dijo—. Y ahora, en vez de charlar y reír, nos echamos a llorar; pronto me iré y quién sabe cuándo podré volver.

Dicho lo cual se echó a llorar otra vez.

La dama Xing y las demás se esforzaron en consolarla, y la Anciana Dama le pidió que se sentara. Así lo hizo Yuanchun, y comenzó otra ronda de amabilidades y lágrimas. Los mayordomos y criados de las dos mansiones presentaron sus respetos desde la puerta, al igual que sus esposas y las doncellas.

Al concluir la ceremonia, Yuanchun preguntó por qué no estaban allí la tía Xue, Baochai y Daiyu.

La dama Wang le explicó que no querían parecer presuntuosas, puesto que no eran miembros de la familia Jia ni tenían rango oficial.

La concubina imperial pidió que fueran inmediatamente llamadas a su presencia, y ya se disponían a rendir homenaje de acuerdo con la etiqueta del Palacio Imperial cuando fueron dispensadas de la ceremonia por orden de Yuanchun. Luego, Baoqin y las demás doncellas que Yuanchun había llevado consigo a palacio hicieron un koutou ante la Anciana Dama, que a su vez, apresuradamente, se lo impidió, enviándolas a tomar el té y los confites que habían sido dispuestos en el cuarto de al lado. También los eunucos mayores y las damas de compañía fueron atendidos por el personal de ambas mansiones, con lo cual sólo quedaron de servicio tres o cuatro eunucos jóvenes.

Cuando las damas de la familia hubieron hablado emocionadamente acerca de la separación y todo lo ocurrido desde entonces, Jia Zheng, desde el otro lado de la cortina que cubría la puerta, indagó por la salud de su hija, que a su vez aprovechó para presentar sus respetos.

Entre lágrimas, le dijo:

—Los sencillos campesinos que viven de legumbres en salmuera y visten bastas telas caseras disfrutan al menos de las alegrías de la vida en familia. ¿Qué placer pueden depararnos los lujos y un alto rango cuando vivimos separados de esta manera?

También llorando, él respondió:

—Su pobre y oscuro vasallo nunca pudo soñar que entre nuestra bandada de vulgares palomas y cuervos pudiera nacer la bendición de un fénix. Gracias al favor imperial y a la virtud de nuestros ancestros, Su Noble Alteza encarna las mejores esencias de la naturaleza y el mérito acumulado de quienes nos precedieron. Y tal fortuna nos ha cabido a mi esposa y a mí. Su Majestad, que encama la gran virtud de la creación, nos ha deparado una muestra tan extraordinaria de su favor, que aun abriéndonos la cabeza estaríamos lejos de pagar una milésima parte de nuestra deuda de gratitud. Sólo me queda agotarme día y noche, cumplir lealmente con mis deberes oficiales y orar para que nuestro soberano viva diez mil años, como lo desean todos los que habitan bajo el cielo. Su Noble Alteza no debe agobiar su valioso corazón preocupándose por sus viejos padres. Le suplicamos que cuide mejor su propia salud. Sea usted cauta, circunspecta, diligente y respetuosa. Honre al emperador y sírvalo bien, para no resultar desagradecida ante la copiosa bondad y la gran amabilidad del Hijo del Cielo.

Luego le tocó a Yuanchun recomendar a su padre que mostrara devoción por los asuntos de Estado, que cuidara de su salud y que pusiera de lado toda ansiedad relativa a la persona de su hija.

Después, Jia Zheng dijo:

—Todas las inscripciones de los pabellones y los refugios del jardín fueron compuestas por Baoyu. Si Su Alteza encuentra que uno o dos de los lugares no lucen el nombre adecuado, le suplico que nos honre poniéndoles otro; eso nos causaría una intensa felicidad.

La noticia de que Baoyu ya podía componer inscripciones le hizo exclamar deleitada:

—¡Así que está haciendo progresos!

Cuando Jia Zheng se hubo retirado, la concubina imperial observó que tanto Baochai como Daiyu descollaban entre sus primas, y que, de hecho, eran incluso más encantadoras que las flores o el jade más fino. Luego preguntó por qué Baoyu no había venido a saludarla. La Anciana Dama explicó que, en su condición de joven sin rango oficial, le parecía presuntuoso acudir sin ser invitado.

Inmediatamente, la concubina imperial hizo que lo llamaran, y un joven eunuco lo introdujo para que rindiese homenaje de acuerdo con el protocolo palaciego. Su hermana lo llamó y tomó su mano; lo acercó a su pecho, le acarició el cuello y comentó con una sonrisa:

—¡Cómo has crecido!

No había terminado de pronunciar esas palabras cuando ya las lágrimas le surcaban otra vez el rostro.

En ese momento, la señora You y Xifeng se adelantaron para anunciar:

—El banquete está dispuesto. Suplicamos a Su Alteza que nos honre con su presencia.

Ella se levantó y pidió a Baoyu que le abriera camino.

Acompañada de las demás entró en el jardín, donde los faroles iluminaban vistas maravillosas. Pasearon frente a Donde se Posa el Fénix, Fragancia Roja y Jade Verde, Taberna del Albaricoque a la Vista y Puro Aroma de las Alpinias; subieron a pabellones, cruzaron arroyos, escalaron colinas en miniatura y disfrutaron los paisajes desde distintos puntos. Cada recinto tenía un amueblado característico, y cada rincón tenía rasgos tan insólitos y frescos que Yuanchun prodigó elogios y aprobaciones. Pero luego dijo:

—En el futuro no se debe gastar tanto, ¡es excesivo!

Cuando llegaron al recinto principal ella les pidió que obviaran la ceremonia y tomaran asiento. El banquete fue espléndido. La Anciana Dama y las demás mujeres de la casa ocuparon unas mesas laterales, salvo la señora You, Li Wan y Xifeng, que iban pasando platos y escanciando licor. Yuanchun pidió pincel y tinta para escribir con su propia mano los nombres de sus lugares favoritos. Para el palacio principal trazó la inscripción «Evocando la Gracia Imperial, Atenta al Deber», y el siguiente pareado:

La compasión de la naturaleza es grande como el mundo; niños y ancianos la agradecen.

La gracia sin precedentes que otorga el emperador honra a estados y continentes.

A todo aquel vasto lugar lo llamó «Jardín de la Vista Sublime»; Donde se posa el Fénix recibió el nombre de «Refugio de Bambú»; Fragancia Roja y Jade Verde fue reemplazado por «Rojo Alegre y Delicioso Verde» y recibió también el nombre de «Patio Rojo y Alegre»; Puro Aroma de las Alpinias pasó a llamarse «Parque de las Alpinias»; a la Taberna del Albaricoque a la Vista la llamó «Aldea donde se Enría el Cáñamo»; al pabellón principal, «Pabellón de la Vista Sublime»; al ala oriental del mismo pabellón, «Torre del Vario Esplendor», y al ala occidental «Torre Fragante». Puso otros nombres como «Cabaña de la Brisa de las Centinodias», «Pabellón de la Fragancia del Loto», «Isla de las Trapas Moradas», «Isla de los Berros»… La concubina compuso una docena de inscripciones más, como «Peral Florido bajo la Lluvia Primaveral», «Hojas de Plátano al Viento del Otoño» y «Cañas en la Nieve Nocturna». Para el resto de las inscripciones no hay lugar aquí. Ordenó también que las que no habían sido modificadas permanecieran.

Luego compuso el siguiente poema:

Abrazando riachuelos y colinas,

hábilmente dispuesto está el jardín.

¡Cuánto trabajo costó este vergel!

No hay en el mundo un lugar igual.

Merece llamarse Vista Sublime.

Con una sonrisa lo mostró a las muchachas y dijo:

—Nunca he tenido talento para versificar, como ya sabéis, pero esta noche estaba obligada a componer unos versos en honor a este lugar. Algún día, cuando esté menos ocupada, escribiré una «Descripción del jardín de la Vista Sublime» y un panegírico titulado «Oda a la reunión familiar» que conmemore esta ocasión. Ahora quiero que cada una de vosotras escriba una inscripción y un poema que la acompañe. Esmeraos, y no os dejéis arredrar por mis pobres intentos. Para mí fue una sorpresa muy agradable que Baoyu pudiera componer inscripciones y poemas. Mis lugares favoritos son el refugio de Bambú y el parque de las Alpinias; luego el patio Rojo y Alegre y la aldea donde se Enría el Cáñamo. A estos lugares debemos dedicarles cuatro poemas especiales. A pesar de que los pareados que hizo Baoyu son encantadores, quiero que ahora, ante mí, escriba cuatro lushi [6] en versos de cinco caracteres para cada uno de estos lugares. Eso me retribuirá los esfuerzos que hice por enseñarle cuando era niño.

Baoyu no tuvo más remedio que acceder, y marchó a devanarse los sesos.

Entre Yingchun, Tanchun y Xichun, la más inteligente era la segunda, pero comprendía que no era rival para Baochai y Daiyu. Aun así, tenía que escribir algo, como las demás. También Li Wan se dio a componer una especie de poema.

La concubina imperial revisó los esfuerzos de las muchachas. He aquí el resultado:

ENSANCHANDO EL CORAZÓN, ALEGRANDO EL ÁNIMO

(Inscripción frontal)

Los paisajes del jardín, únicos y extraordinarios.

Obedeciendo la orden, cojo tímida el pincel.

¿Quién imagina en el mundo tanta belleza reunida?

¡Cómo ensancha el corazón este paseo! ¡Cómo nos alegra el ánimo!

Yingchun

DIEZ MIL MARAVILLAS COMPITEN EN ESPLENDOR

(Inscripción frontal)

La construcción del jardín es imponente y sublime.

Poco es mi talento, pero cantaré sin sonrojarme.

No hay palabras que describan las bellezas que aquí vemos.

Ciertamente, diez mil maravillas compiten en esplendor.

Tanchun

MILAGROS DE LA NATURALEZA

(Inscripción frontal)

Montañas y ríos se extienden hasta el infinito.

Los altos pabellones se alzan entre las nubes.

El jardín se baña en el fulgor del sol y la luna.

La Naturaleza misma se eclipsa ante el jardín.

Xichun

ESPLENDOR Y NOBLEZA

(Inscripción frontal)

Brillantes colinas se entrelazan con el agua de cristal.

No hay una isla de los inmortales tan espléndida y tan noble.

Se confunden con las hierbas aromáticas los abanicos verdes de las cantantes,

y caen las flores del ciruelo tocadas por el vuelo de las rojas faldas de las bailarinas.

Ésta era de prosperidad debería quedar fijada en versos preciosos de jade y perla.

El regreso de la Noble Consorte es como el descenso de una ninfa desde la Torre de Jaspe.

Una vez que ella ha pisado este lugar encantador,

que no se permita la entrada a los pies de los mortales.

Li Wan

UNIÓN DEL ESPLENDOR Y LA DICHA

(Inscripción frontal)

Al oeste del Palacio Imperial hay un parque fragante

donde abundan la luz del sol, los paisajes espléndidos, las nubes favorables.

Los altos sauces convocan al coro a las oropéndolas del valle,

y los esbeltos bambúes llaman al fénix a detener su vuelo.

La piedad filial se consagra con su visita.

Viendo la sabiduría encerrada en su poema,

me avergüenzo de escribir estos versos.

Xue Baochai

UNA TIERRA ENCANTADA, FUERA DE ESTE MUNDO

(Inscripción frontal)

¿Quién sabe dónde se construyó este famoso jardín?

Este paraíso está lejos del mundo polvoriento.

Colinas y riachuelos le prestan su delicia.

Paisajes nunca vistos lo enriquecen.

El perfume de las hierbas se confunde

con el aroma del vino del valle de Oro [7] ,

y las flores alegran la primavera de los salones de Jade [8] .

¡Qué honor nos hace el emperador con sus favores

dejando a sus carros entrar y salir por la puerta de esta casa!

Lin Daiyu

Tras haberlos leído, Yuanchun elogió todos los poemas y luego comentó con una sonrisa:

—Los de la prima Baochai y la prima Daiyu son especialmente buenos. Ninguna de nosotras puede competir con ellas.

Aquella noche, Daiyu hubiera deseado eclipsarlas a todas con un gran despliegue de brillantez, pero cuando la concubina imperial se limitó a pedirles una inscripción y un poema comprendió que sería presunción escribir más, de manera que se limitó a improvisar un poema para la ocasión.

Mientras tanto, Baoyu se encontraba lejos de concluir su tarea. Después de haber escrito sobre el refugio de Bambú y el parque de las Alpinias, se enfrentaba ahora al patio Rojo y Alegre. Su borrador decía:

La primavera tiene recogidas las hojas de jade verde.

Baochai lo miró y, discreta, le dio un leve golpe con el codo.

—No le gustó «Fragancia Roja y Jade Verde» —susurró—, y lo ha cambiado por «Rojo Alegre y Delicioso Verde». Si insistes en utilizar «jade verde» dará la impresión de que estás cuestionando su criterio. Además, siempre tienes a mano demasiadas alusiones a hojas de plátano. Mejor búscate otras.

Baoyu se enjugó la sudorosa frente.

—No se me ocurre ninguna —dijo.

Baochai sonrió:

—Simplemente cambia «jade verde» por «cera verde».

—¿Existe tal alusión?

Ella sonrió burlona dando un chasquido con los labios.

—Si ahora tienes esa memoria, supongo que para tu examen de palacio habrás olvidado hasta los caracteres Zhao, Qin, Sun, Lui [9] . ¿Has olvidado también el verso inicial de ese poema sobre el plátano que escribió el poeta Qian Xu de la dinastía Tang: «Las velas frías no humean, la cera verde está seca»?

A Baoyu se le cayó un velo de los ojos.

—¡Tonto de mí! —sonrió—. ¿Cómo he podido olvidar ese verso? Realmente eres maestra de una sola palabra [10] . De ahora en adelante tendré que llamarte «maestra» en vez de «hermana».

Reprimiendo una sonrisa, Baochai contestó:

—Date prisa y termina, en lugar de andar diciendo sandeces. ¿A quién llamas «hermana»? Tu hermana es esa que está ahí vestida de oro. ¿Por qué me tendrías que llamar hermana a mí?

Pero como no quería entretenerlo con su charla, se fue.

Baoyu perseveró hasta concluir tres poemas, y Daiyu, deprimida por no haber tenido oportunidad de descollar, se acercó al escritorio donde él se esforzaba solo, deseosa de ayudarle escribiendo para él un par de poemas.

Al preguntarle si ya había terminado, Baoyu respondió:

—Sólo tengo tres, y me queda por escribir el de Taberna del Albaricoque a la Vista.

—Déjame hacerlo a mí mientras tú copias los otros.

Caviló un momento con la cabeza agachada, escribió el poema sobre un trozo de papel, lo hizo una bola y lo lanzó contra Baoyu que, al desarrugarlo, vio que era diez veces mejor que sus propios intentos. Radiante de felicidad, copió rápidamente el poema y presentó los cuatro a la consideración de Yuanchun.

Esto es lo que ella leyó:

DONDE SE POSA EL FÉNIX

Los jades elegantes se han fortalecido [11] ,

dignos de recibir al fénix volador.

Los tallos son tan tiernos que parecen destilar

gotas verdes de sus entrañas,

y verde es la frescura que dan sus verdes hojas.

Impiden que el agua de la fuente salpique la escalera.

Conservan el aroma del humo de los trípodes

que llega atravesando los densos cortinajes.

Que nadie altere este damero de sombras,

para que duerma ella su dulcísimo sueño.

PURO AROMA DE LAS ALPINIAS

Las alpinias colman el patio,

y a su aroma se suma el de las trepadoras.

Suaves son como las hierbas de primavera,

y una tierna fragancia exhalan sus bejucos.

Una bruma liviana cubre los senderos sinuosos,

las gotas del fresco rocío mojan los corredores.

¿Quién dice que sólo los hermanos Xie [12]

consiguen en sus versos que canten los estanques?

ROJO ALEGRE Y DELICIOSO VERDE

Todo el día reina el silencio sobre el patio tranquilo.

Una pareja de muchachas son el plátano y el manzano.

En la primavera las hojas del plátano parecen cansadas,

pero no descansan, floreciendo toda la noche, los rojos manzanos

que apoyan sus mangas rojas en las balaustradas,

mientras cubre el plátano las rocas con su niebla verde.

Dos bellezas compiten frente a la brisa primaveral;

su dueña debe cuidarlas y sentir añoranza por ellas.

RÓTULO

Taberna del Albaricoque a la Vista

Un rótulo en lo más alto atrae a los bebedores,

y a lo lejos se divisa una aldea muy tranquila.

Los gansos surcan un lago de algas y nenúfares.

Desde los olmos hasta las vigas, van las golondrinas.

Ya están maduros en su bancal los puerros de primavera;

todo lo impregna la fragancia de las flores del arroz.

En estos buenos tiempos pacíficos y prósperos

nadie sabe qué es el hambre.

Tejedores y labriegos descansan de sus tareas.

Deleitada, Yuanchun exclamó:

—¡Sí que has hecho progresos!

Señaló que el mejor poema era el último, y cambió «Aldea donde se Enría el Cáñamo» por «Aldea de la Fragancia del Arroz». Luego pidió a Tanchun que copiara los once poemas sobre papel ornamental; un eunuco los entregó a Jia Zheng y los demás caballeros, que esperaban afuera. Los elogios fueron encendidos y unánimes. Jia Zheng, por su parte, presentó una composición suya, un panegírico titulado «Oda a la visita».

Yuanchun hizo entregar manjares de leche, jamón y otras viandas a Baoyu y a Jia Lan, que era demasiado joven para hacer otra cosa que presentar sus respetos imitando a su madre y a sus tíos. Por eso no ha sido mencionado antes.

Jia Huan todavía no se había repuesto de una enfermedad contraída en Año Nuevo y seguía convaleciente en sus aposentos. Por eso tampoco ha sido mencionado.

Durante todo este tiempo, Jia Qiang esperó impaciente en la parte baja con sus doce jóvenes actrices. En ese momento un eunuco bajó corriendo a exclamar:

—Ya se han acabado los poemas. ¡Rápido, el programa!

Jia Qiang no perdió un momento en entregarle un programa forrado en brocado, y una lista de los nombres escénicos de las doce actrices. Fueron elegidas cuatro piezas: «El banquete suntuoso», «El festival del Doble Siete», «Encuentro con los inmortales» y «La partida del alma» [13] .

Jia Qiang mandó representar la primera obra de inmediato. Todas sus actrices cantaron maravillosamente y danzaron como diosas, y a pesar de que no pasaba de ser una representación, comunicaban genuino dolor y verdadera alegría.

Apenas hubieron concluido, apareció entre bambalinas un eunuco con una bandeja de oro cubierta de pasteles y dulces, preguntando cuál de las actrices era Lingguan. Al comprender que se trataba de un presente para ella, Jia Qiang lo aceptó gustoso y le hizo agradecer el favor con un koutou.

El eunuco informó:

—Dice la consorte imperial que Lingguan es fantástica, y quiere que represente dos piezas más de su elección.

Jia Qiang accedió inmediatamente y sugirió «Una visita al jardín» y «El sueño sorprendido» [14] , pero, como ninguna estaba en su repertorio, Lingguan insistió en «El Juramento» y «La Disputa» [15] . Jia Qiang acabó cediendo.

La concubina imperial quedó tan encantada que dejó instrucciones especiales para que la muchacha fuera tratada con consideración y cuidadosamente adiestrada, y le dio un premio adicional de dos piezas de satén de la corte, dos bolsitas bordadas, unas chucherías de oro y plata, y diversos manjares.

Luego dejaron el salón de banquetes para visitar algunos lugares que Yuanchun no había visto todavía, entre ellos un convento budista situado entre dos colinas, donde ella se lavó las manos antes de entrar para quemar incienso y venerar a Buda. Como inscripción para el convento eligió «Nave de la Piedad sobre el Mar del Sufrimiento», y entregó presentes a las monjas budistas y a las sacerdotisas taoístas.

Pronto apareció un eunuco a informar de rodillas que la lista de regalos estaba preparada esperando su aprobación; ella la leyó, la encontró satisfactoria y ordenó que los regalos fueran distribuidos. El encargo fue cumplido por los propios eunucos.

La Anciana Dama recibió dos cetros ruyi [16] , uno de oro y otro de jade, un báculo de palo áloe, una gargantilla de cuentas de sándalo, cuatro cortes de satén imperial con dibujos representando riqueza, nobleza y longevidad, cuatro cortes de seda con dibujos representando buena fortuna y larga vida, diez lingotes de oro con dibujos representando «Cúmplanse sus deseos», y diez lingotes de plata con peces [17] y otros dibujos representando la felicidad y la abundancia.

Las damas Xing y Wang recibieron los mismos presentes, salvo los cetros, el báculo y la gargantilla.

Jia Jing, Jia She y Jia Zheng recibieron cada uno dos nuevos libros compuestos por el propio emperador, dos cajas de barras de tintas exóticas, cuatro cubiletes, dos de oro y dos de plata, y unos cortes de satén idénticos a los descritos más arriba.

Baochai, Daiyu y las demás muchachas recibieron cada una un libro nuevo, un espejo fino y dos pares de dijes de oro y plata con dibujos de nueva factura.

Lo mismo recibió Baoyu.

Jia Lan recibió un pequeño collar de oro y uno de plata, un par de medallones de oro y otro par de plata. La señora You, Li Wan y Xifeng recibieron cada una dos medallones de oro y dos de plata, más cuatro cortes de seda.

A esto debemos añadir veinticuatro cortes de satén y cien sartas de monedas recién acuñadas que fueron repartidas entre las criadas y doncellas de la Anciana Dama, la dama Wang y las muchachas.

Jia Zhen, Jia Lian, Jia Huan y Jia Rong recibieron un corte de satén y un par de medallones de oro cada uno.

Los miembros de ambas mansiones que habían sido responsables de la construcción y mantenimiento del jardín, de la elección de muebles y de los diversos recintos que contenía, de la administración del teatro y de la preparación de los faroles, recibieron cien rollos de satenes variados, mil taeles de oro y plata y diversos manjares y vinos de palacio. Además, las cocineras, actrices y juglares recibieron quinientas sartas de monedas recién acuñadas.

Cuando todos acabaron de agradecer los regalos ya eran casi las tres de la madrugada, y el eunuco encargado anunció que era hora de partir. A Yuanchun se le volvieron a anegar los ojos, pero forzó una sonrisa. A pesar de todo, cuando apretó las manos de su abuela y de su madre sintió que no las podía soltar.

—No se preocupen por mí —les suplicó—. Cuídense ustedes. Gracias a la bondad del emperador, ahora pueden venir a visitarme al palacio cada mes, así que tendremos otras muchas oportunidades para vernos. No hay razón para entristecerse.

Pero aunque a Yuanchun se le hacía difícil irse, no podía desobedecer los reglamentos imperiales y no le quedaba más alternativa que subir al palanquín que la conduciría de vuelta a palacio. La casa entera se esforzó en consolar a la Anciana Dama y a la dama Wang, mientras las ayudaban a salir del jardín.

Así ocurrió en realidad…