Loe raamatut: «El pensamiento vivo de Vaz Ferreira»

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El pensamiento vivo de Vaz Ferreira

© Instituto Tecnológico Metropolitano

© Óscar Felipe Ortiz Benavides (Felipe Bonavida)

Hechos todos los depósitos legales

Edición: diciembre de 2020

ISBN: 978-958-5122-22-2 (ePub)

ISBN: 978-958-5122-21-5 (Pdf)

ISBN: 978-958-5122-20-8 (Impreso)

Silvia Inés Jiménez Gómez. Directora editorial

Juana María Alzate Córdoba. Corrector de textos

Mauricio Raigoza Álvarez. Diseño y diagramación

Mario Palacio Pulgarín. Traducción de reseña

Imagen de la carátula. Fundación Vaz Ferreira - Raimondi

Sello Fondo Editorial ITM

Calle 73 No. 76A 354 / Tel.: (574) 440 5100 ext. 5197-5382

Editado en Medellín, Colombia en diciembre de 2020

catalogo.itm.edu.co - fondoeditorial.itm.edu.co - www.itm.edu.co

Ortiz Benavidez, Óscar Felipe, 1988-

El pensamiento vivo de Vaz Ferreira / Óscar Felipe, Ortiz Benavidez -- Medellín : Instituto Tecnológico Metropolitano, 2020.

Incluye referencias bibliográficas

1. Vaz Ferreira, Carlos, 1872-1958 -- Crítica e interpretación 2. Filosofía uruguaya. 3. Lógica. 4. Moral 5. Problemas sociales I. Tít. II. Serie

199.8 SCDD 21 ed.

Catalogación en la publicación - Biblioteca ITM

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A quienes luchan por desenmascarar y liberarse de la colonialidad

CONTENIDO

INTRODUCCIÓN

DE LA LÓGICA VIVA A LA LÓGICA NUEVA

Paralogismos

Falsa oposición

Cuestiones de palabras y de hechos

Cuestiones normativas y explicativas

Paralogismo de falsa precisión

Paralogismo de falsa sistematización

La lógica y la psicología en las discusiones

MORAL PARA INTELECTUALES

La moral en Vaz Ferreira

Moralidad y política

Moral para el filósofo latinoamericano

SOBRE LOS PROBLEMAS SOCIALES

Sobre la democracia

Sobre el socialismo y el individualismo

Sobre la propiedad de la tierra

CONCLUSIONES

REFERENCIAS

INTRODUCCIÓN

El presente nos exige construir un pensamiento propio y alternativo. Una de las formas de hacerlo es reivindicando a esos pensadores que fueron invisibilizados por el prejuicio, producto del pensamiento colonial. Leerlos, estudiarlos, profundizar en ellos sin mistificación ni desdén anticipado es precisamente el objetivo de este libro que indaga en la propuesta de una nueva lógica, como una nueva manera de pensar, del filósofo uruguayo Carlos Vaz Ferreira. En ese camino, y al introducirme en su pensamiento y comentarlo, logré no solo conocer una propuesta original, sino que también tuve la oportunidad de aportar mi perspectiva al atreverme a plantear qué de su doctrina es adecuado para la actualidad y qué principios de su pensamiento se pueden complementar o actualizar.

Este libro está dividido en tres capítulos que corresponden a los tres títulos de las obras principales de Vaz Ferreira, que abarcan las temáticas generales de la lógica, la ética y la política. El primer capítulo de la lógica, entendida como el modo de pensar, es el principal aporte de Vaz Ferreira al pensamiento nuevo, pues sirve como base para los otros dos capítulos; aquí se presentan los principios de cómo habrá que repensar, desde otra perspectiva, asuntos centrales de la ética y la política. Los argumentos expuestos en el segundo y tercer capítulos son una reconstrucción de lo que podrían ser las consecuencias de aplicar los principios de Lógica viva al pensamiento, principios que se presentan en forma negativa, pero que intento también visibilizar de forma propositiva, como implícitos en los postulados de este pensador.

De esta manera, al reivindicar el pensamiento de este autor, espero poner también las bases para la construcción de una propuesta propia. Carlos Vaz Ferreira se ubica entonces como un punto de partida para la cimentación del pensamiento latinoamericano, una referencia obligada para quien quiera estudiar los asuntos filosóficos, libre de replicar los discursos del pensamiento colonial. Quien lee este libro tiene la tarea de desajustar sus esquemas mentales para poder identificar esquemas coloniales que aún lo atrapan y erigir otras categorías que lo ayuden a leer la realidad desde un punto de vista más conveniente y pertinente a nuestra época. Quien lee este libro debe llegar a la conclusión de que antes que los contenidos, hay que transformar las categorías de pensamiento para tratar de ver las cuestiones con un espíritu distinto y proponer soluciones a las contradicciones de este siglo.

DE LA LÓGICA VIVA A LA LÓGICA NUEVA

Lógica viva es uno de los textos más importantes de la filosofía de Carlos Vaz Ferreira. Allí encontramos la base de su propuesta de un modo alternativo de pensar y, al mismo tiempo, de una nueva forma de tratar los asuntos filosóficos. Este modo alternativo y nuevo método era para nuestro pensador no solo el estudio de la aplicación de la lógica en la cotidianidad, sino que tenía el propósito de instaurar una lógica nueva. Es decir, poder estudiar los asuntos esenciales de la filosofía, pero desde una perspectiva distinta con nuevos instrumentos del pensar, más amplios y acertados. En la contraportada de Lógica Viva (1979), Arturo Ardao dice de Vaz Ferreira que integra el selecto grupo de pensadores, junto con Varona, Deústua, Korn y Caso, que pusieron la filosofía latinoamericana en la vía de su constitución independiente. Tal afirmación, que no es del todo justa por los pensadores que omite, corresponde precisamente a la tarea que se propone el filósofo uruguayo:

La revolución o evolución más grande en la historia intelectual humana; más trascendental que cualquier transformación científica o artística, porque se trata de algo aún más nuevo y más general que todo eso: del cambio en el modo de pensar de la humanidad (Vaz Ferreira, 1979, p. 4).

Vaz Ferreira dice sentirse dentro de esa revolución, un proceso que precisamente se está dando por la constatación de errores o parcializaciones que no habían sido tenidos en cuenta, lo que podríamos identificar con la crisis del pensamiento eurocéntrico (Grosfoguel, 2016, p. 165). La naciente conciencia de la dependencia de este pensamiento y el reto de la generación de tener un pensamiento auténtico, nacido desde lo propio, como respuesta para la humanidad.

[…] trascender los límites e implicaciones del euro-norte-centrismo de su visión y con ello reconocer la alteridad en cuanto tal de otros ‘nosotros’ efectivos o posibles en cuanto otros; dificultad que se complementa en la ilegítima trascendentalización de su visión euro-norte-céntrica como pretendido humanismo universal. Es así como el discurso humanista dominante, pretendiendo ser el discurso que expresamente aporta filosóficamente a la constitución de la humanidad, se construye –sea intencional o no intencionalmente– como un discurso filosóficamente negador de la humanidad de los otros –entre ellos de ‘nosotros’ los ‘nuestro-americanos’–, en nombre del humanismo (Roig, citado en Acosta, 2015, pp. 118-119).

¿Logra Vaz Ferreira, inmerso en esta revolución, constituir en verdad una lógica nueva? Es una cuestión que intentaremos resolver aquí, pero para hacerlo es necesario precisar en qué consiste la lógica viva y en qué se diferencia de otro tipo de lógica. Primero, como lo denunció el mismo autor, si bien pretende ser nueva, no es excluyente de otras lógicas; más bien podría decirse que es complementaria en el sentido en que busca abarcar de manera más amplia la realidad y, por esto, se considera viva. De ahí que en su propia obra recalque el propósito de «crear una lógica viva, una lógica sacada de la realidad, con ejemplos de la realidad y con prescindencia de los esquemas puramente verbales de la lógica tradicional» (Vaz Ferreira, 1979, p. 82).

Es en esta relación con la realidad en la que insiste nuestro pensador y desde la que hace una crítica a los estudios lógicos anteriores, pues carecían de lógica y se reducían a la razón, tanto que, siendo solo producto de la especulación, descuidaron un componente central de la lógica que va más a allá de lo racional: la «psicológica». La lógica viva de Vaz Ferreira tiene en cuenta este componente, el cual logra hacerse visible en la práctica de la aplicación lógica cuando habla de realidad. La lógica ya no es como se definía anteriormente «la ciencia de las leyes ideales del pensamiento y el arte de aplicarlas correctamente a la investigación y a la demostración de la verdad» (Camarota & Mingrone, 2001, p. 52), porque precisamente este carácter de ideal excluye ámbitos que inciden también en la investigación y demostración de la verdad. Y según Vaz Ferreira, este rasgo de pretensión legislativa, sistemática e ideal es un obstáculo para llegar a la verdad o a lo verdadero por un buen camino. Además de la consideración de que la lógica hasta ahora propuesta se queda en el plano teórico, también las categorías lógicas con las que juzgamos la realidad implican las acciones que tomamos y, por tanto, afectan la práctica, por lo que no son para nada inofensivas o neutrales.

La lógica viva de Ferreira no le teme a lo complejo ni a lo difícil, y no cree que aceptar estas condiciones pueda inhibir la acción. Si por algo se caracteriza esta lógica es por su amplitud que, debido a la inclusión de la realidad, le salió al paso a las anteriores lógicas que decidieron excluirla para no meterse en problemas que consideraban irresolubles o que cayeron en el escepticismo total, al estilo del nihilismo pasivo que critica Nietzsche. ¿Y cómo logra hacerlo? Toma la vía negativa, la identificación de los errores de razonamiento y evidencia los hábitos que se descuidan.

Un estudio de la manera como los hombres piensan, discuten, aciertan o se equivocan –sobre todo de las maneras como se equivocan– pero de hecho un análisis de las confusiones más comunes, de los paralogismos más frecuentes en la práctica (Vaz Ferreira, 1979, p. 3).

El estudio de Vaz Ferreira parte de la identificación de los errores que normalmente comete la lógica cuando se lleva a la práctica, no para anteponerle otro sistema, sino para evidenciar precisamente el abismo que existe entre la lógica y lo real, y poder ver los elementos faltantes en el razonar. Elementos excluidos por el sistema anterior y que el devenir histórico permitió notar. Pero si estos elementos siempre estuvieron ahí, ¿por qué fueron excluidos? Seguramente porque no permitían un acoplamiento exacto con una fórmula para fundar un sistema cerrado; entonces fue preferible invisibilizar aquello que no le cuadraba al sistema. La realidad le sale al paso a las teorías, ya sea tarde o temprano. Las teorías sistemáticas herméticas suelen presentarse como verdades unilaterales que buscan acoplarse a la fuerza a una realidad compleja, que suele escapárseles de las manos, mostrando elementos que su fórmula reduccionista no tuvo en cuenta. Lo problemático es que ese salirle al paso suele ser rápido en algunos casos y en otros demorarse mucho, por lo que es necesario tener en cuenta la contingencia de la realidad como garante para evitar perderse en el camino y avanzar con mayor diligencia.

Las hormigas cuando conducen un objeto, unas tiran en un sentido, otras en otro; el objeto acaba por ir donde tenía que ir, pero ¡con cuánto trabajo inútil!, ¡con cuánta perdida de energías! Solo que, podría decir o sentir alguien, peor sería que las hormigas se hicieran razonables. Es cierto que mucha de su energía se pierde, pero ¡cuánta tienen por la misma irracionalidad, por la misma falta de crítica y de análisis de su acción!... Si las hormigas tirasen razonablemente, tirarían tanto menos, que, aunque no se perdiera esfuerzo, aunque no hubiera ese derroche de energía, el resultado útil sería mejor (Vaz Ferreira, 1979, p. 28).

Este método de lo negativo parece ser auténtico del pensamiento latinoamericano; por ejemplo, Villoro (2007, p. 105) llega a la comprensión de la justicia, a partir de la identificación de la injusticia o las injusticias. La percepción de la ausencia de justicia hace que sea evidente qué es justicia. La misma vía toma Vaz Ferreira respecto a la lógica (ideal): son los errores lógicos los que hacen evidente los elementos de un correcto pensar, es la realidad la que hace visible estas inconsistencias que nos permiten interpelar lo teórico y lo racional, corregirlo y complementarlo. Volviendo a la pregunta principal de si la lógica viva de Vaz Ferreira constituye la nueva lógica, podemos responder que no lo es aún, pero sí es su fundamento, la constatación de los paralogismos y la reestructuración del modo de pensar. Así, propone la misión de constituir un nuevo modo de pensar, no desde los contenidos, sino desde los mismos esquemas mentales que se internalizaron en los individuos como formas de categorizar la realidad; es aquí donde están los paralogismos, la vía que valida el contenido que promulga. La identificación de los paralogismos es el primer paso que permite la confrontación entre los sistemas teóricos y la realidad que le sale al paso. Confrontación que hace visibles las categorías del modo de pensar que se critica, que permite comprender por qué, bajo estas categorías, se llegaba a esas conclusiones que parecían lógicas, o completamente racionales, y evidenciar un modo alterno de categorizar la realidad que sobrevivió en el pensamiento latinoamericano y que podría identificarse como la construcción de un nuevo modo de pensar que propone unas categorías distintas. Es este segundo paso el que no se encuentra en Vaz Ferreira, pero del que su pensamiento puso las bases, en unos casos de forma explícita y en otros implícita, como transformación espontánea del modo de razonar por las categorías y particularidades propias del pensamiento latinoamericano. Fenómeno que aún no está del todo visibilizado y que corresponde, en gran parte, a la respuesta de aquellos que andan en la búsqueda de un pensamiento propio. Particularidad que se conjuga con la experiencia del hombre actual (no de todos), que ha aprendido del devenir histórico y, con una visión más amplia y una perspectiva más completa, aprecia en las cuestiones propias de la humanidad «Nuestro perfeccionamiento mental con relación a anteriores épocas se manifiesta en las cosas que pensamos y en la manera de pensarlas, pensamos más cosas y pensamos mejor» (Vaz Ferreira, 1979, p. 178).

Paralogismos

Etimológicamente, la palabra paralogismo se compone de dos expresiones propias del griego, donde para significa ‘mal’ o ‘viciosamente’ ‘desviado’; y logizomai significa ‘yo raciocino’ y logismo, ‘razonamiento’ o ‘cálculo’. De acuerdo con estas raíces y al estudio de la lógica, paralogismo se define semánticamente como:

Discurso falaz o conclusión falsa. Designa un error formal e involuntario de razonamiento; la conclusión es formalmente falsa. Ahora bien, quien incurre en paralogismo lo hace involuntariamente y en la medida en que busca que otro acepte una conclusión así fundada, lo hace sin perseguir el vencer mediante engaño (‘sofisma’) (Quintas Alonso, 2002, p. 262).

Vaz Ferreira se propone en su Lógica viva estudiar unos paralogismos que ha identificado y, si bien es cierto que los comprende como errores del razonamiento o mal razonamiento, en lo que concuerda con la definición citada de Quintas, es interesante que no haga una diferencia entre paralogismos, falacias y sofismas, que utiliza indistintamente; por su parte, Quintas sí atribuye a los paralogismos el ser de carácter involuntario y al sofisma de carácter voluntario, diferencia que no concuerda con la definición de sofisma que nos ofrece Bentham (1834), cuando dice que:

Sofisma es un argumento falso, disfrazado de una forma más o menos capciosa: en él entra siempre algún fondo de sutileza; pero la mala fe no es elemento suyo necesario, porque puede uno emplearle engañándose a sí mismo, así como puede expender moneda falsa teniéndola por buena. Entre error y sofisma hay una diferencia fácil de notar: el error designa simplemente una opinión falsa, y el sofisma, una opinión falsa que se emplea para alcanzar algún fin. El sofisma entra como influyente en la persuasión de otro para sacar algún resultado […] (p. 17).

Esta definición de sofisma puede concordar con la concepción de Vaz Ferreira. El grado de conciencia o no-conciencia del error también es importante, porque, al analizar el componente psicológico, entra un factor que así mismo determina e influye el razonamiento. Y la pretensión de persuasión le da un carácter práctico a razonar, pues no se queda solo en ideas, sino que puede inspirar una acción.

Esta vía negativa que toma Vaz Ferreira, como ya lo había mencionado, no parte de cero, sino que toma el material de lo ya razonado y el cómo se ha razonado precisamente para identificar los errores y, a partir de la identificación de este mal razonar, sugerir el buen razonar, que correspondería con el nuevo modo de pensar de nuestro filósofo. Esto se evidencia cuando en el prólogo de esta obra capital piensa en los posibles títulos que propondría para su estudio:

Paralogismos comunes; sus manifestaciones, sus causas, circunstancias que hay que tener presentes, o hábitos mentales que conviene contraer, para evitarlos (la esquematología de las falacias está casi acabada por la obra de los lógicos; pero no su psicología).

Ejemplos de malos razonamientos (tomados de la realidad); su análisis. Muchos de esos malos razonamientos serian utilizables didácticamente como ejercicios (en distintos grados de la enseñanza), señalándose al estudiante la tarea de analizarlos. […] yo presiento algún descubrimiento práctico, que nos enseñará procedimientos para pensar mejor (Vaz Ferreira, 1979, p. 4).

Ahora bien, la clasificación de malo y bueno, que molesta mucho en estas épocas, podría ser cuestionable si nos preguntáramos ¿bajo qué criterios Vaz Ferreira define que está mal o bien a la hora de razonar? ¿Cómo sabemos que el modo de pensar propuesto por Vaz Ferreira es el correcto? Intentaremos resolver estos interrogantes a medida que avancemos en el análisis de los paralogismos que identifica. Pero es necesario aclarar de antemano, y el filósofo uruguayo hace mucho énfasis en ello, que su propuesta no es un sistema cerrado que excluya, como si dijera que es el único camino para seguir, sino más bien que sus conclusiones son producto de un aprendizaje. Y que los errores que se identifican no desechan todo el razonamiento de quien los comete, porque uno de los peligros de este tipo de errores no es necesariamente que no se llegue a la verdad, sino que retrasan mucho el camino para alcanzarla.

Falsa oposición

El paralogismo de falsa oposición «consiste en tomar por contradictorio lo que no es contradictorio; en crear falsos dilemas, falsas oposiciones. Dentro de esta falacia, la muy común, que consiste en tomar lo complementario por contradictorio» (Vaz Ferreira, 1979, p. 7). Vaz Ferreira propone ejemplos sacados de artículos de todo tipo, donde ha identificado este error del que parece que el autor no es consciente, pero que tiene serias implicaciones, como el siguiente:

De una exposición sobre la importancia del cultivo de las flores en instituciones de enseñanza:

‘Por otra parte, ¿pensamos acaso formar o dirigir el sentimiento estético con lo importado? ¿No será más lógico inspirarse en la esbeltez de la diamela americana, en los tonos potentes de la margarita silvestre o en la extraña coloración de la azucena del monte, que ir a buscar el astro en las estrafalarias corolas de la orquídea o en la incomprensible seriedad hierática del loto? ¡Día feliz aquel en que el corazón y la mente nacionales hallen y busquen más el pedestal azteca del Artigas de San José, que en los ya inexpresivos retorcijones de Laocoonte! Lessing pudo cantarle un himno: los europeos podrán, depositarios de sus leyes y su historia, venerarlo todavía; nosotros no podemos concederle ya otra cosa que el valor atribuido a un documento interpretador de ambiente, nada más’.

Se inicia la falsa oposición sobre el punto concreto a propósito del cual versa el informe, esto es: sobre el cultivo de las flores; y parece sacarse en consecuencia que si es bueno cultivar flores nacionales, será malo cultivar flores extranjeras: paralogismo de falsa oposición. Después, el asunto se ensancha y se trata de toda la oposición del arte americano y del arte europeo: la oposición que es lo que se siente aquí. Es cierto que, literalmente, a veces se dice solo que ha de darse preferencia al arte nacional; hasta ahí, el pensamiento es o puede ser justo; pero se vuelve falso (falseado siempre por el mismo paralogismo) desde el momento en que se procura excluir el arte extranjero o el arte antiguo, o cuando se los trata, como aquí, hasta cierto punto, despectivamente (Vaz Ferreira, 1979, pp. 10-11).

Como es posible observar en el ejemplo y acorde con la definición que ha dado el filósofo de este paralogismo, la denuncia es a la tendencia en la argumentación a establecer relaciones de oposición entre factores, de los cuales se tiene preferencia por uno, y es al que se ensalza como único camino, excluyendo al mismo tiempo a los demás. Se crea aquí la falsa oposición cuando se muestra ese camino como único o, más bien, que no es posible seguirlo si se tiene en cuenta el otro. Parece necesario desechar uno de los dos. Es aquí cuando Vaz Ferreira habla de un falso dilema: o lo uno o lo otro, «el arte extranjero o el arte nacional», «la literatura romántica o la literatura realista», «el pensamiento clásico o el pensamiento moderno»; como lo aclara en el ejemplo, es posible optar por uno de los dos, pero sin que esto implique desprecio o exclusión total de lo otro. Además, el dilema se vuelve más falso cuando las cosas no son contradictorias, sino más bien complementarias. ¿Qué determina la constitución subjetiva: la economía o la cultura? ¿Acaso no son ambas una parte de un todo, aunque en distintos grados? La lógica eurocéntrica parece ser la productora insigne de este falso dilema y es notorio, en distintas discusiones, cómo priman en el pensamiento actual las ciencias exactas sobre las ciencias humanas, la objetividad sobre la subjetividad, el sujeto sobre la comunidad, etc. Pero es posible notar, y al parecer Vaz Ferreira no fue del todo consciente de esto, que no solo cometen el paralogismo quienes defienden estas afirmaciones, sino también quienes dicen contradecirla; aquí la cuestión es más peligrosa, en cuanto que aquello que se establece como pensamiento crítico se convierte en réplica discursiva de lo que crítica. Eso sucede cuando no se transforma el modo de pensar, sino solo los contenidos que se toman por insignia. Es precisamente lo que ocurre en la muestra que nos ofrece el pensador uruguayo, pues en su afán de rescatar el arte nacional y buscar que se lo aprecie y se le dé preferencia, cae en el error de excluir el arte extranjero y tacharlo inconscientemente de inválido: «nosotros no podemos concederle ya otra cosa que el valor atribuido a un documento interpretador de ambiente, nada más» (Vaz Ferreira, 1979, p. 11).

Muchas veces en la búsqueda del pensamiento propio suele tenerse la tentación de formar un dilema entre la filosofía canónica y la filosofía latinoamericana: ¿ya no debemos leer entonces a los europeos; debemos leer solo a los latinoamericanos? Este dilema falso, porque no es necesario ni lo uno ni lo otro, se trasmuta de la exclusión opuesta y error primigenio: solo debe leerse a los europeos. Cuando aun sin confesarlo, no nos imaginábamos leernos a nosotros mismos. Lo ratifica que exista la cuestión de si hay o no filosofía latinoamericana. Puede existir la tentación de caer en el falso dilema cuando se habla de lo local o lo global. Es necesario entonces poner mucho cuidado para no caer en el error de replicar el discurso cuando se quiere argumentar a favor de algo, generando así un problema que requerirá de «esfuerzo vano» para llegar a ser resuelto: hace que «gran parte del esfuerzo pensante pueda gastarse en pura pérdida» (Vaz Ferreira, 1979, p. 16). Esta lógica atravesó el razonamiento sobre la historia, dejando una parte de la realidad excluida, desde la máxima cristiana de «quien no está conmigo está contra mí», pasando por el «ser o no ser, esa es la cuestión», hasta «los proletarios o los burgueses». El problema de estos falsos dilemas con solo dos opciones y la necesidad de elegir una en demérito de la otra, genera acciones que inciden en la realidad, muchas veces, de una forma sesgada y negativa. Es posible que una buena cantidad de españoles conquistadores y colonizadores vinieran a América con esa categoría en sus mentes, lo que no era cristiano era diabólico y por eso toda la amalgama de creencias y espiritualidades autóctonas se vieron satanizadas y reducidas a una: lo diabólico, el enemigo que hay que acabar. Este pensamiento se trasplantó a los autóctonos y aún se establecen iguales relaciones. Con los españoles cristianos este pensamiento excluyente se convirtió en acción, en la destrucción de varias culturas, mostrando el peligro arrasador del falso dilema (Dussel, 2008, p. 55).

Una cuestión igual sucede ahora con el problema de la ciencia y lo que se considera científico, identificando lo científico como verdad y excluyendo aquello que no es considerado como tal. Pasa también con la educación en Latinoamérica, ya que de tanto en tanto se adopta un nuevo modelo importado de Europa o Norteamérica, desechando el anterior y, con él, los esfuerzos y logros alcanzados para partir de cero en un nuevo modelo que ni siquiera se comprende bien y que, regularmente, no corresponde en nada al ambiente regional y sus necesidades. Fenómeno que no es nuevo y que el mismo Vaz Ferreira denuncia, demostrando así que esa forma de obrar a partir de un esquema de pensamiento responde a una misma ideología, que lleva a los mismos resultados una y otra vez, cayendo en un círculo vicioso que es necesario romper y que solo puede hacerse identificando el error y midiendo las cuestiones con nuevas perspectivas.

La ciencia, el arte, los idiomas son complementarios: no hay contradicción entre estas ramas de la actividad humana; pero Spencer ha sido llevado por el paralogismo a establecer una falsa oposición y, refiriéndose, por ejemplo, a las artes, las compara con las hermanas que ostentan sus ‘oropeles’ a los ojos del mundo: hermanas ‘orgullosas’, que caerán en abandono ‘merecido’.

Ahora bien: todo esto no es teórico. Los que escriben son pedagogistas; los que leen pueden ser maestros, o legisladores, que serán llevados a orientar la enseñanza, hasta de una nación a veces, en sentido absoluto y estrecho.

La historia de los procedimientos pedagógicos, de su boga, de su desuso, de las discusiones a su respecto, no es, en la mayoría de los casos, más que una historia de este sofisma. Llegan los pedagogistas a la conclusión de que es bueno y conveniente hacer que sea el niño quien descubra lo que se le quiere enseñar; en seguida concluyen que el otro procedimiento, el natural, que consiste en enseñar propiamente el maestro al niño, es malo. Se aplica así un buen procedimiento, pero desterrándose completamente otro procedimiento que también era bueno. No había incompatibilidad entre los dos: eran complementarios; pero a causa de haberlos tomado por contradictorios, uno fue excluido; y si bien se ganó, por un lado, se perdió por otro (Vaz Ferreira, 1979, p. 19).

No hay un paso progresivo, no hay un estudio de conveniencia y se crea una oposición total con el modelo anterior (Guerrero, 2002, p. 21). Este modo de razonar, por tanto, lleva siempre a crear una oposición inexistente entre los elementos que se analizan, para hacer más convincente su argumento, al apegarse a una posición radical y por temor a lo complejo. Nótese aquí que son emociones las que rigen el destino final de un argumento.

Cada novedad se presenta generalmente contra lo existente; por cada cosa buena que se implanta, hay generalmente varias cosas buenas que caen en descredito por algún tiempo; y es necesario un trabajo larguísimo, difícil y que hubiera debido ahorrarse para restablecer las cosas y ponerlas en grado justo (Vaz Ferreira, 1979, p. 26).

¿No es acaso esta la esencia del pensamiento colonial? En la actualidad se hace un esfuerzo muy grande por recuperar una identidad originaria que fue excluida por la tendencia unilateral y homogeneizadora de los colonizadores (Mignolo, 2007, p. 32). Ciertamente, esto no puede cambiarse en la historia, pero puede servir como aprendizaje para no caer en el mismo error, que es lo más peligroso de este paralogismo. El problema no está en juzgar a otros por el uso incorrecto del razonamiento, sino en tener cuidado de no caer en el mismo error, precisamente porque, aun desde otra posición, se juzgan las cosas bajo las mismas categorías. Nada haríamos cayendo en un latinoamericanocentrismo. La cuestión está en la ampliación, en evitar la exclusión y en tener en cuenta.

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