Loe raamatut: «Los días eternos»
MARÍA ELENA HIGUERUELO
LOS DÍAS ETERNOS
ADONÁIS
672
EDICIONES RIALP
Madrid
Un jurado compuesto por
Eloy Sánchez Rosillo, Aurora Luque,
Enrique García-Máiquez, Carmelo Guillén Acosta,
Joaquín Benito de Lucas y Julio Martínez Mesanza
concedió a este libro
el PREMIO ADONÁIS 2019
© 2020 by MARÍA ELENA HIGUERUELO
© 2020 de la presente edición, by
EDICIONES RIALP, S.A. - COLOMBIA 63 - 28016 MADRID
ISBN (versión impresa): 978-84-321-5228-3
ISBN (versión digital): 978-84-321-5229-0
Realización ePub: produccioneditorial.com
A mis padres, José y Elena,
por el apoyo sin condiciones.
A Toni,
por la luz.
El anciano que vuelve hacia la fuente primera
entra en los días eternos y sale de los días cambiantes;
se ve llama en los ojos de los jóvenes,
pero en el ojo del anciano se ve luz
VÍCTOR HUGO, «Booz dormido».
No existe el infinito, pero sí el instante: […]
en él un gesto se hace eterno
CHANTAL MAILLARD, Matar a Platón.
Poetry unlocks our chains, and admits us to a new scene
(casi) RALPH WALDO EMERSON, «The poet».
ÍNDICE
PORTADA
PORTADA INTERIOR
CRÉDITOS
DEDICATORIA
CITAS
ÍNDICE
LOS DÍAS CADUCOS
NOCHE OSCURA
TODOS LOS DÍAS SON AYER
BIOGRAFÍA CERO
I AM HALF SICK OF SHADOWS
AMIGA IMAGINARIA
FIEBRE
FANTASMAS
MORNING SUN
LUZ PRIMERA
SERENDIPIA
EN EL CINE
DRAMATIZACIÓN DEL FIN DEL MUNDO O DEL SER ENAMORADO
DÍPTICO: LUNES, 21 DE MARZO DE 2016
La mañana o la despedida
La noche o la memoria
HE ENCONTRADO UN ATAJO
DOBLE STOP
EL OTRO QUE YO SOY
LA CAÍDA
DESPUÉS DEL SOL
PATIO DE RECREO PARA NIÑOS MAYORES
LA HERIDA
AQUELLA IMAGEN
RUT DESPIERTA
AMARILLO
DENTRO DEL PEZ
NOCHE BLANCA
SOMBRA ÚLTIMA
RAÍZ DE DOS
INVOCACIÓN
SACRIFICIO
TRANCE
PURIFICACIÓN
PERO ESTOY VIVA
COSECHA EL DÍA
ADONÁIS COLECCIÓN DE POESÍA
AUTORA
LOS DÍAS CADUCOS
A Carmen Fuentes
FRÁGIL libélula, danza la memoria
enjaulada en el abismo del pecho:
su efímero batir de ala escucho
erizar el silencio en agua trémula.
Brota ya con la sístole una imagen:
el fulgor del ayer eclipsa el mundo,
recorre la nostalgia todo el cuerpo
como crece por las venas la sangre
(pero también ahora estoy muriendo
como sucumben las flores cortadas).
Elástica sombra del tiempo— recoge
la fuente maternal su soplo
para que la vida se reanude
como el despertar deshace el sueño:
prosigan los días caducos
bajo la atenta mirada del insecto.
NOCHE OSCURA
Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar solo delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza […] ¿crees que han visto de sí mismos, o unos de los otros, otras cosas que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que tienen frente a sí?
PLATÓN, República, libro VII
TODOS LOS DÍAS SON AYER
HAY en mí una noche asumida,
una oscuridad aceptada que permite
ver en ella a estos ojos de negrura
que colorean las sombras de los huecos
de las cuevas que día a día habito.
Hay en mí un temblor asumido,
una punzada por costumbre que no duele
ya y hay
un nervio muerto que solía
atar mi yo al mundo de algún modo,
un canal de angustia que es ahora
poco más que un hilo absurdo
que me mueve, cual títere, por inercia.
Hay en mí una pena asumida,
y un silencio, y un vacío, y un montón
de todas esas cosas sobre las que
durante siglos muchos hombres
y mujeres mejor que yo han hablado.
No hay más luz capaz de alumbrar:
solo la que existió y no retorna
y lo acepto y por eso reconozco
la dicha que acontece en la tristeza.
Estoy tan viva que estoy muerta.
Todas las cosas son hoy tanto
que no son.
Ayer fue tarde todo el día.
Todos los días son ayer.
BIOGRAFÍA CERO
NINGÚN mal aquejó mi vida hasta la fecha;
no hubo guerras que asolaran la niñez,
ni en el hogar hambre o carencia.
No hubo epidemias, crueldad, ni sangre;
asomó siempre el amor en cada gesto,
sobrio, como la ternura en cada palabra.
No hubo tragedias naturales:
no arrolló el viento, no se abrió la tierra,
no clavó el agua en nuestra casa sus fauces.
No hubo traumas infantiles; por lo menos
no hubo a quien culpar de nada
—la inocencia es un apéndice
que el tiempo se encarga de herir—.
De dónde entonces la tristeza,
me pregunto, provenía si no acaso
del pecado precoz de buscar
antes de que madurase el día
el remoto origen de las cosas:
la descendencia de los hijos de Adán,
o ser el sueño de un gigante,
o integrar la ficción en la vida
y padecer en la carne tierna
la pena que nadie entiende, sufrir
en baja voz del culpable el castigo,
o llorar indefensa la pérdida
en alta mar del objeto sagrado.
Pagar deben los hijos de Occidente
con el desprecio de los hermanos
del padre la custodia; sea
esa la deuda y este el legado:
Tasuta katkend on lõppenud.