Loe raamatut: «Dimensiones más allá de lo conocido»

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Dimensiones más allá de lo desconocido


Título original: Dimensions Beyond the Known Dimensiones más allá de lo conocido © Osho International Foundation, Suiza (www.osho.com/copyrights), 1997 Todos los derechos reservados. OSHO ® es una marca registrada de Osho International Foundation. www.osho.com/trademark

D. R. © Editorial Lectorum, S. A. de C. V., 2013

Batalla de Casa Blanca Manzana 147 A Lote 1621

Col. Leyes de Reforma, 3a. Sección

C. P. 09310, México, D. F.

Tel. 5581 3202

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L. D. Books,

Inc. ldbooks@ldbooks.com

Primera edición: noviembre de 2013

ISBN: 978-607-457-324-4

D. R. © Traducción: Carlos Marti?nez Molina

D. R. © Portada: Lucero Elizabeth Vázquez Tellez

Los textos aquí incluidos son la transcripción de una serie de discursos originales titulados Dimensions Beyond the Known, pronunciados por Osho ante diversos auditorios. Todos los discursos de Osho han sido publicados en versión original como libros y también están disponibles los archivos de audio. Éstos y los archivos completos de texto esta?n disponibles para consulta en Internet, en la Biblioteca Osho: www.osho.com

Características tipográficas aseguradas conforme a la ley.

Prohibida la reproducción parcial o total sin autorización escrita del editor.

Índice

1  Prefacio

2  Capítulo 1 · Nada más que decir excepto esto

3  Capítulo 2 · Por qué he venido

4  Capítulo 3 · Los senderos son muchos; los viajeros, pocos

5  Capítulo 4 · Éste es un tiempo de crisis

6  Capítulo 5 · El nacimiento de un nuevo hombre

7  Capítulo 6 · La vida está llena de misterios

Prefacio

Lo que el hombre llama Universo no es el límite de la existencia, es sólo límite de los sentidos del hombre. Más allá de éstos existe una extensión sin límite. Este espacio sin límites nunca se podrá alcanzar completamente por medio de los sentidos, porque los sentidos sólo perciben un fragmento, sólo una parte. Y lo que es ilimitado, infinito, no puede estar sujeto a división y fragmentación. Sin límites significa que no se puede medir; lo que es ilimitado se pude alcanzar sólo mediante lo ilimitado.

Y aquellos que lo han sabido no lo han descubierto mediante sus sentidos o su intelecto, sino transformándose ellos mismos en ilimitados.

Esto es posible porque en el hombre —aparentemente insignificante y limitado, también está presente lo ilimitado. El hombre no termina en los sentidos, no es sólo sentidos. Está empapado en dimensiones más allá de los sentidos. Lo que se ve es su punto de inicio y no su límite final. Él es visible. Lo invisible está sentado dentro de la circunferencia de lo visible.

Si un hombre realiza lo invisible dentro de él, realiza el Universo entero, porque todas las divisiones y fragmentaciones se relacionan con lo visible. Lo invisible no tiene fragmentos, el uno y el muchos son lo mismo. Por eso es que al lograr el uno se logra el todo. Mahavira ha dicho: “Aquel que ha conocido el uno, ha conocido el todo”. Ese uno está dentro. Ese uno es el que ve lo no visto. De ahí que el ojo no es medio para obtenerlo; el medio es cerrando los ojos.

Cerrando los ojos significa “libertad de lo visible”. Si lo visible fluye aun frente a los ojos cerrados, entiendan que el ojo es tan bueno como si estuviera abierto. Si lo visible no está a la vista, el ojo puede estar abierto y es igual que si estuviera cerrado. Cuando no hay lo visto y sólo permanece el ver, aparece el vidente.

El ver con el que está viendo el vidente es el ver sabio. Sin el ver sabio, el hombre es ciego. Teniendo ojos, no tiene vista. La vista se obtiene mediante el ver sabio: el ojo real, el ojo que va más allá de los sentidos. Entonces desaparecen las fronteras, ya no existen las líneas que dividen y se logra aquello que es una expansión sin principio y sin final. Se logra Brahman.

Este logro es liberación, porque cada limitación es un cautiverio; cada limitación es una dependencia. Ir más allá de las limitaciones es volverse libre.

Osho

Tomado de Semillas de sabiduría

Capítulo 1 · Nada más que decir excepto esto

Osho:

He leído su literatura, lo he escuchado. Su lenguaje tiene un encanto hipnótico y es muy claro. Algunas veces habla de Mahavira, algunas de Krishna o Buda y algunas otras también sobre Jesús o Mahoma. Divulga secretos del Gita de una manera muy inspiradora, da pláticas sobre los Upanishads y los Veda, y no evita dar sus pláticas en templos o iglesias. De la misma manera, sostiene que no ha recibido influencias de ninguno de los personajes mencionados anteriormente. Dice que no está de acuerdo y que no tiene nada que ver con ninguno de ellos.

Continuamente critica y destruye las creencias religiosas ancestrales y sus escrituras. ¿Cuál es su propósito? ¿Quiere establecer su propia religión? ¿Quiere mostrarnos que tiene un conocimiento ilimitado? ¿O quiere confundir a todos? Habla y explica en palabras, pero al mismo tiempo dice: “No se llegará a ningún lado apegándose a las palabras”.

Usted dice: “Ni me crean ni se apeguen a mí;

de otra manera, cometerán el mismo error.”

También dice que esta negación de sí mismo es una invitación.

Por favor, explique quién y qué es usted y qué es

lo que quiere hacer y decir.

¿Cuál es su intención?

En primer lugar, no estoy influenciado por Mahavira, Buda, Cristo o Mahoma. La belleza de la religión es que, en un sentido, siempre es vieja. Es en este sentido que las experiencias religiosas son conocidas por muchas personas. Ninguna experiencia religiosa es tal que uno pueda decir: “Es solamente mía”.

Para esto existen dos razones. En primer lugar, al tener una experiencia religiosa, muere el sentido de “sólo-mía”. Es por eso que en este mundo, un reclamo de “sólo-mío” se puede hacer de todo, pero no de una experiencia religiosa. Ésta es la única experiencia que va más allá de la órbita del “sólo-mío”, porque esta experiencia sólo se puede tener con la muerte del “sólo-mío”. Es por eso que un reclamo de “sólo-mío” puede estar ahí para todo, pero no para una experiencia religiosa.

Es en este sentido que yo hablo de Mahavira, Jesús, Krishna, Cristo y otros: todos tuvieron experiencias religiosas. Cuando digo que no estoy influenciado por ellos, solamente significa que lo que hablo viene de mi propia experiencia y conocimiento. Me refiero a ellos, uso sus nombres, porque lo que yo he llegado a conocer coincide con lo que ellos llegaron a conocer. Pero, para mí, la prueba está en mi propia experiencia.

En esta prueba he encontrado que ellos están en lo cierto, y es por eso que uso sus nombres. Lo que estoy diciendo lo digo por experiencia propia. Ellos también prueban estar en lo correcto en esa experiencia; por eso es que hablo sobre ellos. Ellos son mis testigos, y también son testigos de mi experiencia. Pero esta experiencia no puede decirse nueva, aunque, en otro sentido, pueda llamarse nueva. Éste es el acertijo y el misterio fundamental de la religión.

Una experiencia religiosa puede llamarse nueva, porque será absolutamente nueva para cualquiera que la esté viviendo por primera vez. No ha sucedido antes. Pudo haberle ocurrido a otro, pero para quien la ha experimentado por primera vez, resulta de este modo. Es de tal manera nueva, que no puede entender que esa misma experiencia pueda haberle ocurrido a alguien más.

En otras palabras, mientras esta experiencia tenga relación con la conciencia de la persona, la experiencia sucede por primera vez. La experiencia es tan original, tan fresca, que cualquiera que la tiene, nunca llega a sentir que pueda ser vieja. Es como la frescura de una flor abriéndose en la mañana, sus pétalos húmedos con el rocío, los primeros rayos del sol cayendo sobre ellos. Al ver esta flor, alguien que la hubiera visto por primera vez no podría decir que esa flor es vieja, aunque cada mañana se abra una nueva flor.

Cada mañana el rocío y los rayos del sol caen sobre flores nuevas. Los ojos de alguien pudieron haber visto estas flores todos los días, pero cualquiera que haya visto la flor en este escenario por primera vez, no puede siquiera pensar que esa flor haya sido vista antes. Es tan nuevo que si quien lo experimenta afirma que la verdad nunca puede ser vieja, que siempre es nueva y original, no está equivocado.

Decimos que la religión es ancestral y eterna, porque la verdad es imperecedera. Pero la religión también es nueva, porque cada vez que la verdad se realiza, la experiencia es nueva, fresca y virginal.

Si una persona cree que la religión es vieja o si cree que es nueva, no será inconsistente con la verdad. Si dice que la verdad es eterna y sostiene que no puede ser nueva, no podrás decir que sea inconsistente. Por otro lado, alguien más puede sostener que la verdad es siempre nueva.

Si preguntamos a Gurdjieff, diría que la religión es eterna y ancestral; si se le pregunta a Krishnamurti, diría que es absolutamente nueva, que nunca podría ser vieja. Sin embargo, ambos son consistentes.

La pregunta que me haces no se la podría hacer ni a Gurdjieff ni a Krishnamurti. Sus respuestas sólo serían verdades a medias. Las medias verdades pueden ser siempre consistentes, pero una verdad total siempre es inconsistente, porque en una verdad total el opuesto también queda incluido.

Una persona puede decir que la verdad es luz y sólo luz. Entonces ignoraría la oscuridad y la vería como falsa. Pero el sólo llamar a la oscuridad falsa, no niega la existencia de la oscuridad. Puede ser consistente, porque niega la oscuridad y no se preocupa por su existencia. Su filosofía puede ser clara, correcta y consistente, como las matemáticas. En su filosofía no habrá acertijos. Sin embargo, alguien que dijera que en todos lados hay oscuridad y sólo oscuridad, y que la luz es sólo una ilusión, puede ser también consistente.

Las dificultades surgen cuando una persona dice que hay oscuridad y que también hay luz. Alguien que acepta la existencia de ambas, está aceptando, de hecho, que la oscuridad y la luz solamente son extremos de la misma cosa. Si la oscuridad y la luz fueran dos cosas diferentes, entonces, al incrementar la luz, no se reduciría la oscuridad y, al disminuir la luz, no aumentaría la oscuridad. Pero es un hecho que debido al aumento o decremento de luz, la oscuridad puede disminuir o aumentar. El significado es claro: la luz es, de alguna manera, parte de la oscuridad y viceversa. Ambas son dos extremos de una cosa.

Entonces, cuando trato de decir verdad total, surge la dificultad de que parezco inconsistente. Estoy diciendo al mismo tiempo dos cosas que parecen contradictorias. Digo que la verdad es eterna y que está mal llamarla nueva, y al mismo tiempo, también digo que la verdad es siempre nueva y que no tiene sentido llamarla vieja. Cuando digo estas dos cosas al mismo tiempo, intento atrapar toda la verdad de una vez, en su completa plenitud.

Siempre que la verdad sea dicha en su plenitud, en sus múltiples significados, por tanto opuestos, se habrán hecho declaraciones inconsistentes. La teoría de Mahavira de styatavada es sólo un intento de balancear los puntos de vista opuestos. Contra todo lo que se diga en la primera oración, deberá hacerse una declaración opuesta en la segunda. De esta manera, también queda incluido y comprendido lo opuesto, que de otra manera permanecería sin decirse.

Si se deja fuera lo opuesto, la verdad será incompleta. Por tanto, todas las verdades que aparecen claras y sin ambigüedad, en realidad, son medias verdades. La inconsistencia es inherente a la verdad, y de ahí su belleza y complejidad. Pero su poder radica en la inclusión de opuestos polares.

Es interesante notar que algo falso no puede incluir su opuesto. Aquello que es falso sólo puede vivir en el polo opuesto a la verdad, mientras que la verdad absorbe dentro de ella a su propio opuesto. Es por eso que la falsedad no es ambigua, es clara.

La vida como un todo está cimentada en opuestos polares. En la vida nada ocurre sin la lucha de opuestos, pero tratamos de eliminar las inconsistencias con nuestra mente y nuestros razonamientos. Nuestro razonar es un intento de hacer consistente lo que en su totalidad aparece inconsistente. En la existencia, todas las inconsistencias están juntas. Vida y muerte están unidas entre sí.

La lógica parece pulcra, porque divide las cosas en opuestos. Por lógica, la vida es la vida y la muerte es la muerte; no pueden ir juntas. Con lógica decimos que A es A, y no B. Decimos que la vida es la vida, no la muerte. De manera similar, la muerte es la muerte; no la vida. De esta manera, nuestros conceptos se hacen pulcros y matemáticos, pero se pierde el misterio de la vida. Es por eso que no se puede llegar a la verdad razonando. Uno es el intento de ser consistente y el otro, por su propia naturaleza, es inconsistente. Puede, entonces, lograrse la consistencia razonando. Se puede razonar tan bien, tan lógico, que no es posible ser derrotado en una discusión. Pero la verdad se escapará.

No soy un filósofo o un practicante de la lógica, pero siempre la uso. La estoy usando con el único propósito de conducir tu pensamiento a un punto donde pueda ser impulsado a salirse de ahí. Si no se agota el razonamiento, no se puede ir más allá. Estoy subiendo por una escalera, pero mi meta no es la escalera; debo soltarla. Uso el razonamiento sólo para conocer lo que está más allá de él. No quiero dejar establecido nada por medio del razonamiento. En cambio, lo que quiero es probar su inutilidad.

Por tanto, mis declaraciones son inconsistentes e ilógicas. Mientras aparezcan como lógicas, por favor, entiende que solo estoy usando un sistema que las hace ver así. Estoy preparando el terreno para lo que sigue. Estoy afinando los instrumentos; la música aún no comienza.

Donde se pierda la línea que divide la razón de la no-razón es donde empieza mi música única y original. Tan pronto como los instrumentos estén afinados, empezará la música. Pero no confundan la afinación con la música; de otra manera, habrá dificultades. Se preguntarán: “¿De qué se trata? Antes usabas el martillo para el tambor, ¿por qué ya no lo usas?”. Sucede que el martillo sólo es para afinar el tambor, no para tocarlo. Una vez que el tambor está afinado, no tiene uso el martillo. No se puede tocar el tambor con el martillo.

De la misma manera, razonar es solamente la preparación para lo que está más allá de razonar. Una de las dificultades que tengo es que aquellos que aprueban mis razonamientos, después de pocos momentos, descubren que los estoy llevando dentro de un área de oscuridad. Mientras se pueda ver el razonamiento, habrá luz y las cosas parecerán brillantes y claras. Pero entonces, alguien dirá que prometí mostrarle la luz y ahora estoy hablando de conducirlo a la oscuridad. Entonces estará enfadado conmigo y me dirá: “Me gusta lo que has dicho hasta ahora, pero no puedo ir más allá contigo”. Confía en mí para razonar con él, sobre la verdad, y luego le digo que debemos ir más allá del razonamiento para alcanzar la luz.

Aquellos que creen en la confianza tampoco me aceptarán, ni me seguirán, ni caminarán conmigo, porque quieren que hable solo de misterios incomprensibles. Entonces ambos tipos de individuo tendrán problemas conmigo.

Los creyentes en la razón sólo me seguirán hasta cierto punto, mientras que los creyentes en la verdad, que creen en lo irracional, no me seguirán para nada; nunca entenderán que solamente si siguen mas allá de cierto punto, podré llevarlos dentro de la inconsistencia.

Entiendo esto. La vida es así. La razón puede ser sólo un instrumento, no una meta. Por eso, siempre haré declaraciones ilógicas después de haber hablado de asuntos completamente lógicos. Estas declaraciones parecerán inconsistentes, pero estarán bien pensadas y no serán hechas sin razón. De mi lado hay una razón lúcida.

En ciertos momentos diré que no estoy influenciado por Mahavira, Buda, Krishna o Cristo, que no digo nada bajo su influencia, que todo lo que digo, lo digo después de haberlo conocido por mí mismo. No obstante, cuando llegué a mi propia realización, supe que era idéntica a la que ellos habían tenido antes que yo. Entonces, cuando hablo sobre ellos o cito textualmente lo que dijeron, yo mismo me olvido de que he estado hablando de ellos. Me fusiono totalmente con ellos, de tal manera que sus declaraciones se vuelven mías.

De hecho, no veo diferencia alguna entre mis declaraciones y las suyas. Cuando empiezo a hablar acerca de ellos, hay una realización profunda de que solamente estoy hablando de mí. Entonces, cuando repito sus declaraciones no creo condiciones, me disuelvo completamente en ellos y en sus palabras. Aquellos que me hayan escuchado decir que no tengo influencia de ellos, se preguntarán: “¿Cómo es que te haces uno con ellos? Aun a los que están completamente bajo su influencia no les pasa eso; mantienen una distancia”.

Aquellos que están influenciados por alguien o por algo tendrán necesariamente que mantener una cierta distancia entre ellos y la fuente de su influencia. Aquellos que son influenciados, son ignorantes. Somos influenciados sólo por ignorancia. Con el conocimiento de uno mismo la sola palabra influencia no tiene significado.

En el conocimiento de uno mismo no existe la posibilidad de la influencia. Más bien existe una similitud en la experiencia, una resonancia similar, la escucha de voces similares. Si estoy cantando y al mismo tiempo llega la misma tonada de alguien más, mi ritmo y el ritmo del otro cantante son a la vez uno con el otro, no hay espacio entre nosotros para ser influenciados. Para ser influenciado, para ser un discípulo, es necesaria la distancia, es necesario lo otro.

Sin embargo, en lo que a mí concierne, no hay distancia. Cuando empiezo a explicar los conceptos de Mahavira o cuando hablo del Gita o Krishna, más o menos estoy explicando mis propios conceptos. Krishna o Cristo o Mahavira proporcionan una oportunidad, una excusa, una ocasión para hablar, pero olvido pronto que estaba hablando sobre ellos. Empiezo con ellos pero termino sólo con lo que he conocido. Ni siquiera estoy consciente del momento en que dejo de hablar de ellos y empiezo a explicar mis propios conceptos, o de cuando me he fusionado completamente con ellos.

Tal vez sería interesante para ustedes saber que no he leído el Gita ni siquiera una vez. Seguido lo he empezado, pero después de leer ocho o diez líneas, siento que ya fue suficiente y cierro el libro. Cuando hablo del Gita, a medida que lo hago, siento realmente que lo estoy escuchando por primera vez. Como no tengo antecedentes sobre él, no tengo manera de criticarlo. Aquel que haya estudiado el Gita, que lo haya ponderado y que haya pensado a profundidad en sus declaraciones, sólo podrá criticarlo o definir lo que ha leído. No habiendo leído el Gita, no puedo hacer ninguna de estas cosas.

Se puede mencionar otra cosa interesante, que cuando elijo leer el Gita, lo retiro a los pocos minutos, pero cuando me encuentro con un libro muy ordinario, lo leo de principio a fin, porque no forma parte de mi experiencia. Esto puede parecerles extraño. No puedo evitar leer completo un libro ordinario, porque no se encuentra dentro del rango de mi experiencia. Sin embargo, cuando empiezo a leer el Gita, retiro el libro después de pocas líneas, ya que no siento que pueda mostrarme nada nuevo.

Si me dan una historia de espías, puedo recorrerla toda, porque sería algo nuevo. Pero el Gita de Krishna parece como si hubiera sido escrito por mí. Lo sé, porque conozco todo lo que se encuentra escrito ahí. Sin leerlo, es sabido.

Entonces, cuando hablo del Gita, de hecho no estoy hablando del Gita; es solamente una excusa. Empiezo con el Gita, pero hablo sólo de lo que quiero hablar y sólo acerca de lo que puedo hablar. Si ustedes sienten que me ubico demasiado en el Gita, no es porque esté influenciado por Krishna, sino que Krishna dice las mismas cosas que yo estoy diciendo.

Entonces, lo que yo hago no son comentarios sobre el Gita. Lo que Gandhi ha dicho del Gita son sus cometarios o explicaciones. Ellos estuvieron bajo una influencia profunda del Gita. Pero lo que yo estoy diciendo no proviene, para nada, del Gita. Las opiniones tocadas por el Gita son también tocadas por mí. Ellas me llevan a mis propias opiniones; empiezo a explicar mi propio yo. El Gita sólo me proporciona una ocasión. Cuando estoy hablando de Krishna, durante esos precisos momentos en los que estoy revelando a Krishna en su mayor profundidad, empezarán a sentir que estoy hablando de mí mismo. Es en esos momentos que estoy hablando solamente acerca de mí.

Lo mismo es cierto con Mahavira, Cristo, Lao Tse o Mahoma. Para mí, lo único que diferencia a uno de otro es el nombre. Son diferentes lámparas, pero la luz que brilla dentro de ellos es la misma. Ya sea que la luz esté ardiendo en la lámpara de Mahavira, o de Buda, para mí no hay diferencia.

Muchas veces hablo en contra de Mahoma o de Mahavira o de Buda. Esto provoca un problema. Estoy hablando en profundidad sobre ellos y, sin embargo, al mismo tiempo también estoy hablando en su contra. Siempre que parezca que estoy hablando en contra de ellos, parece así sólo porque el escucha está dando importancia a la lámpara. Pero, para mí, cuando estoy revelando algo de mucha profundidad, hay un énfasis en la luz. Entonces, siempre que parece que estoy hablando en contra, es porque el énfasis está en la lámpara y no en la luz.

Cuando veo a una persona que está enamorada de la lámpara y del material que está hecha, siempre hablaré en contra de la lámpara. La persona se confundirá. Es natural que se confunda, porque para ella no hay distinción entre Mahavira la lámpara y Mahavira la luz eterna. Para ella, la lámpara y la luz son la misma cosa. Es por eso que cuando me parece que alguien está poniendo mucho énfasis en la lámpara, empiezo a hablar en contra de ella. Cuando siento que lo que se discute es la luz, me vuelvo uno con ella. Ésta es la diferencia.

Hay una diferencia entre la lámpara de Mahavira y la lámpara de Mahoma. Debido solamente a esta diferencia es que hay diferencia entre una jaina y un mahometano. Las lámparas están hechas diferentes. La lámpara de Cristo y la lámpara de Buda también son diferentes; están destinadas a eso. Pero éstas son diferencias del cuerpo, del entorno y de la forma. Para aquellos aficionados a la forma y al entorno no será visible la luz, porque para quien quiera que vea la luz, olvidará la lámpara. Es imposible que alguien aún recuerde la lámpara después de haber visto la luz. Se recuerda la lámpara sólo después de que no se pueda ver la luz.

La condición de un seguidor es tal que sólo puede permanecer en la sombra oscura de la lámpara y ver desde ahí. Desde ahí no puede ver la luz; sólo se ve el fondo de la lámpara. Los fondos de todas las lámparas son diferentes y hay una oscuridad profunda bajo de ellas. Sus seguidores tienen peleas sobre los fondos. Entonces, cuando veo a alguien parado bajo la sombra de alguien, hablo con severidad en contra de eso.

Es por eso que siempre digo que un seguidor nunca entenderá. Para hacerse un seguidor, tendrá que estar bajo la sombra, en la oscuridad, debajo de la lámpara. Entre más es uno un seguidor, más estará en la densidad de la lámpara. Aquellos seguidores que están en la periferia de la sombra pueden entender un poco a los otros, pero los que están directamente en la densidad de la sombra, nunca lo podrán entender. Sin embargo, si alguien verdaderamente quiere ver la luz, tendrá que ir completamente fuera de la periferia de la sombra. Una vez que haya visto la luz, para él ya no tienen ningún significado las controversias sobre las lámparas.

Entonces, para mí, no hay diferencia, ya sea que hable de Cristo o Krishna o Buda. Estoy hablando de la misma luz, una luz que ha iluminado muchas lámparas. Pero no tengo influencia de las lámparas. Solamente hablo de aquello que conozco. Cada vez que siento cierta resonancia, cada vez que siento que está vibrando la misma nota, no soy capaz de negarlo, porque negarlo también estaría mal, sería como estar parado dando la espalda a la luz. El seguidor comete el error de sentarse bajo el fondo de la lámpara. Volver la espalda o sentarse en la sombra son errores similares. Pero si se le pregunta a Krishnamurti, él no aceptaría esta resonancia. No aceptaría que lo que le pasó a él pudiera haberle pasado también a Krishna. Tampoco aceptaría que lo que le pasó a él pudiera pasarle a otros. Esto no lo discutiría.

Esto está mal, porque la verdad es totalmente impersonal. La grandeza de la verdad no disminuye si uno acepta que también fue revelada a alguien más. Por el contrario, su grandeza aumenta; no disminuye. La verdad no es tan débil como para echarse a perder simplemente porque haya sido experimentada también por alguien más. De ahí que también está mal la tentación de negar que la verdad pudiera ser compartida con alguien más.

Por tanto, mi dificultad es ésta: siempre que vea la verdad, la aceptaré. Para nada estoy influenciado. Pero siempre que vea que en nombre de la verdad la gente se aferra a algo que no es verdad, lo negaré y me opondré a ello. Todo lo que hago lo hago totalmente. Es por eso que cuesta trabajo entenderme. Estoy en contra de de los compromisos, porque nadie, nunca, podrá alcanzar la verdad comprometiéndose.

Está en mi naturaleza decir lo que digo con toda la fuerza de mi ser vital. Luego, si alguien está hablando acerca de la verdad, diré que Mahavira es Dios, que Krishna es una encarnación de Dios y que Jesús es el hijo de Dios. Pero si alguien que sólo está hablando de las lámparas dice estas cosas, entonces digo que el orador es culpable de un acto criminal. En ambos casos, en cualquier cosa que afirme, cuando la afirme, sostendré completamente lo que dije.

Cuando hago declaraciones sobre algo. No siempre recuerdo mis declaraciones previas sobre el tema. Pero las declaraciones son verdaderas y completas, y no se niegan unas a otras. Si estoy hablando de su cuerpo, mis declaraciones siempre estarán orientadas a la muerte, pero si estoy hablando acerca de ustedes, diré que son inmortales. No piensen que estas dos declaraciones son opuestas; de cualquier modo, la una no niega a la otra. No hay necesidad de algún compromiso entre ellas. Su cuerpo está destinado a morir; está orientado a la muerte.

Si tú crees que es tu cuerpo, entonces estableceré, con fuerza, que te vas a morir. No permitiré la menor oportunidad de que te salves. Si la discusión es sobre el alma, entonces diré que nunca has nacido. Luego, tú no has nacido y eres inmortal; no surge la pregunta de la muerte. Estas dos declaraciones son completas en sí mismas; no se cancela la una con la otra. Sus dimensiones son diferentes. De esta manera es como todo esto siempre crea dificultades.

La dificultad se vuelve aún más confusa debido a que todas mis declaraciones son habladas y no escritas. Hay cierta indiferencia en las declaraciones que están escritas por ahí. No están dirigidas a nadie. El escucha o el lector no está sentado enfrente mientras se escribe. El escucha o el lector está fuera del cuadro. Pero cuando se habla, el escucha está presente y también es tomado en consideración. Entonces, siempre que hablo de algo, no soy el único responsable de la declaración. El escucha también es responsable.

Entonces se comparte la responsabilidad. En definitiva soy responsable de las declaraciones, pero el escucha es también responsable por haber creado una situación que provocó que la declaración fuera hecha de una forma particular. Si ahí hubiera estado otro escucha, mis declaraciones podrían haber sido diferentes; en la presencia de un tercero, podrían nuevamente ser diferentes; si mis declaraciones no estuvieran dirigidas a nadie, nuevamente podrían haber sido diferentes.

Todas mis declaraciones están dirigidas, y todas las palabras habladas están más vivas. Éstas reciben vida tanto del orador como del escucha. Entonces, cuando no hay un escucha, el orador estará haciendo una especie de puente hacia algo que no está ahí. No hay otra ribera a la que pueda cruzar el puente. Pero ¿cómo puede haber un puente sin dos riberas? No puede ser. Un puente apoyado en una sola ribera está destinado a caerse.

Entonces, en este mundo, todas las declaraciones significativas acerca de la verdad son habladas y no escritas. Si escribo algo, escribo cartas, porque una carta es tan buena como algo que hubiera sido hablado. Está dirigida. No he escrito nada salvo cartas, porque para mí son una manera de hacerlo hablado. Cuando escribo una carta, el otro siempre está frente a mí.

De esta manera, cuando hablo delante de miles de personas al mismo tiempo, las declaraciones son multiplicadas por miles. Cuando ellas son reproducidas por alguien, él también se incluye a sí mismo en las declaraciones que reproduce. Esto crea más y más dificultades, pero esto es como es, y no estoy interesado en intentar hacer algo al respecto. Estoy interesado en que ustedes entiendan completamente la dificultad. Si pueden entender la complejidad de la verdad revelada, sólo entonces crecerán.