Preparen la tierra

Tekst
Loe katkendit
Märgi loetuks
Kuidas lugeda raamatut pärast ostmist
Preparen la tierra
Šrift:Väiksem АаSuurem Aa

Agradecimientos

Acerca del libro

Acerca del autor

Prólogo

Aclaraciones preliminares

INTRODUCCIÓN

I. TIERRA FÉRTIL Y TIERRA ESTÉRIL

II. LA VIDA ADULTA

III. LAS RELACIONES

1. Todo se trata de relaciones

2. La relación primordial

3. Relación entre padres e hijos y su impacto

4. Tipos de interacciones y niveles de comunicación

Tipos de interacción con los hijos

Niveles de comunicación con los hijos

IV. VÍNCULO DE APEGO

1. Derribando mitos

2. Comentarios actuales sobre el apego

3. Estilos de apego

Apego seguro

Apego inseguro ambivalente

Apego inseguro evitativo

Apego inseguro desorganizado

4. Sensibilidad del cuidador

5. Autocuidado y equilibrio

V. RELACIÓN CON EL PADRE

VI. FORTALEZA Y MADUREZ

VII. REGULACIÓN EMOCIONAL

1. Termómetro emocional

2. Origen y sentido de las pataletas (rabietas)

3. Los malos momentos y las estrategias para confortar a los niños

4. Las rabietas y las estrategias para regular a los niños

5. Cómo empeorar las cosas

a) Argumentar y fundamentar.

b) Pedirle que se calme o “pare”.

c) Desregularse uno.

d) Dejarlo solo.

e) Ridiculizarlo o etiquetarlo.

f) Usar la fuerza.

6. Las emergencias

VIII. EDUCACIÓN EMOCIONAL PARA TODA LA VIDA

Enseñarle a procesar

Enseñarle a conocerse

Enseñarle estrategias

IX. NIÑOS DEL MAÑANA

X. APEGO Y REGULACIÓN EMOCIONAL CON HIJOS MAYORES

1. Autocuidado y autogestión emocional de los padres

2. Apego seguro

La edad del medio: infancia intermedia y tardía

La edad difícil: adolescencia

3. Bienestar emocional

La edad del medio: infancia intermedia y tardía

La edad difícil: adolescencia

Hijos que volaron: vida adulta

XI. APEGO Y REGULACIÓN EMOCIONAL CON TROPIEZOS PREVIOS

1. Apego que no parece seguro

2. Reparando el vínculo

3. Crisis emocionales

4. Manejando las crisis difíciles

5. Educación emocional en arena movediza

6. Vida adulta con tropiezos antiguos

XII. Padres inversores

Bibliografía

Textos bíblicos

Textos de consulta

Textos de apoyo para educar sobre afectividad


A mi madre, quien dio lo mejor de lo poco que tenía, para amarme.

A mis tres hijos, a quienes di lo mejor de lo poco que tenía, para amarlos.

Agradecimientos

Podría representar mi primer libro como una hazaña pionera y éste, el segundo, como una aventura turbulenta. Fue un proceso ya recorrido y conocido, con más seguridad y capacidad de organización; pero en un año lleno de eventos y situaciones que por momentos me pusieron en jaque. De ningún modo habría sido posible sin la inspiración, dirección y acompañamiento directo de Dios. Sin duda Él me ha sostenido, animado, alentado y enseñado todo lo que he procurado compartir en este libro. Es para Papá toda la honra y la gloria.

Doy las gracias a mi esposo, que siguió creyendo en mí y apoyándome de manera práctica, supliendo muchas veces mis tareas en casa; a mis dos hijas mayores, que me han dado siempre una señal de confirmación de que he sido llamada a escribir y transmitir lo aprendido a otros padres y madres; y a mi hijo menor, que con su amor llena mi corazón, me da energía y me prueba que todo tiempo con él es una inversión invaluable.

Valoro el ánimo y aliento que en diferentes momentos me han dado mis amigas y todos aquellos que, aunque quizás ni siquiera conozco, sé que han orado por mí y por este llamado a edificar familias.

Agradezco a los padres y madres que han solicitado mis servicios de coach y que generosamente me han autorizado a compartir un pedacito de las historias tan valiosas que los han hecho crecer, porque siempre implican aprender y avanzar.

Mi reconocimiento especial a WorkCafé de banco Santander de Mall Los Domínicos, que me brindó un espacio cómodo y tranquilo para avanzar un trecho más cada lunes. Muchas gracias a todo su personal maravilloso que saluda con una sonrisa y ofrece tanta cordialidad; sobre todo, a Mónica, que me preparaba de manera privilegiada un latte con mi leche de almendras en cajita. Son las simplezas de la vida y los regalos de amabilidad, que muchas veces pasan inadvertidos, los que más alegran el corazón.

Por último, mil gracias al equipo editor: Paula, que siguió aportando su profesionalismo para que este libro sea de calidad; Gabriela, que ha sido creativa y cuidadosa para corregirme de acuerdo a mi sello personal; Roberto, que ha interpretado perfectamente el contenido del libro para hacer una portada hermosa e inspiradora; y Milenka, que ha dado luz y vida con sus diseños increíbles.

Acerca del libro

Este libro te da una visión comprensiva de dos áreas sensibles en la formación de los hijos: el apego seguro y la regulación emocional, que constituyen la base de los aspectos más importantes de su vida; éstos son sus relaciones y la autogestión de sus emociones. Te ayuda a comprenderlos mejor de acuerdo a su edad, favorece que te puedas centrar en lo relevante para ellos y prepara el piso para una disciplina con propósito. Te entrega herramientas prácticas y comprobadamente efectivas para lidiar con todos los conflictos que involucran relación y emociones: las peleas entre hermanos, las faltas de respeto hacia los padres, las frustraciones, las rabietas y las crisis emocionales de toda edad, en especial, de la adolescencia. En resumen, te equipa para preparar la base en el corazón de tus hijos, donde la buena semilla dará fruto con toda seguridad.

 

En nuestro mundo del siglo XXI es fácil diagnosticar problemas. En el libro Preparen la tierra, Carla Vivanco presenta respuestas y soluciones listas para ponerlas en manos de padres y educadores. Es un recurso valioso. En cada generación, los padres claman por fresca sabiduría para criar a los hijos. Las antiguas y fundamentales verdades bíblicas son inamovibles. Sin embargo, el mundo y la cultura están cambiando y, por lo tanto, las herramientas parentales y el entendimiento acerca de los hijos deben adaptarse para encontrarse con la realidad actual.

Con sus muchos años de experiencia, además de la gran pasión de Carla por acompañar a los padres, estas páginas están colmadas de cierto llamado profético: “Necesito padres que preparen la tierra”.

Después de publicar Un Mensaje, Carla prometió escribir más en las áreas de preparar la tierra, sembrar la mejor semilla y regar el suelo. Como lo prometió, Preparen la tierra está aquí. Este volumen aborda los verdaderos desafíos de la paternidad de nuestros días. El corazón de Dios, tanto para los padres como para los hijos, se encuentra aquí. Es un gran placer para mí recomendar la profunda visión encontrada en este libro. Su regalo está aquí, ahora, escrito. Que cada padre y educador encuentre en estas páginas las lecciones anheladas, junto al coraje, esperanza y fe para preparar la tierra.

Janet T. Strout

Actualmente sirve junto a su esposo, Phil Strout Director Nacional de la Asociación de Iglesias La Viña, EE.UU. Disponible en versión digital en las mejores tiendas online del mundo

Acerca del autor


PS. CARLA VIVANCO M. Psicóloga clínica de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Magíster en Psicología Clínica de la Universidad del Desarrollo, 24 años de experiencia en trabajo con padres, 22 años de vida cristiana, fundadora y directora de PadresCreciendo desde 2006, creadora de recursos parentales (materiales de apoyo al rol de padres), experta en Coaching Parental y autora del libro Un Mensaje.

carlavivanco@padrescreciendo.cl

www.padrescreciendo.cl

www.facebook.com/PadresCreciendo

Instagram carlavivanco7

Prólogo

Preparen la tierra es a la vez un llamado y un salvavidas que Dios nos envía a través de la autora, para no sucumbir en las turbulentas aguas de la crianza en los tiempos actuales. Es un llamado porque establece un rumbo claro y específico a los padres, basado en el diseño del ser humano, la infancia y las relaciones entre padres e hijos, específicamente de los efectos que éstas tienen sobre las relaciones adultas de nuestros niños y, crucialmente, sobre su relación con Dios. Para ello, la autora expone de forma clara, amena y muy cercana los conocimientos aportados por investigaciones sobre apego, regulación e inteligencia emocional, entre otros, y también por una revelación particular, siendo éste un aporte novedoso e invaluable para cualquier padre cristiano, cualquiera sea la etapa en la que se encuentre con sus hijos. Es también un mensaje liberador, de esperanza, para madres y padres exhaustos, sobrepasados o frustrados por sentir que no dan todo lo que quisieran a sus hijos o que luchan con sus propias heridas para no trasmitirlas a su descendencia. Este libro entrega herramientas concretas y prácticas que los salvarán de abandonarse a las corrientes que actualmente alejan el corazón de los niños de sus padres y de Dios; nos muestra no sólo el porqué, sino el cómo tomar las riendas en la tarea de criar, nos apropia de ella y reemplaza la culpa por la responsabilización de los corazones de nuestros hijos, la tierra en donde será depositada la semilla del amor que luego será derramada a otros. Éste es el plan de Dios.

Como psicóloga y como madre, me sentí profundamente desafiada, en humilde rendición a lo que discierno como una legítima revelación del Espíritu Santo a la autora, para fortalecer y equipar a los padres de esta generación para ser sensibles al llamado de la infancia y para reconocer que en nuestra tarea de criar también Él es soberano.

María Luisa Contreras P.

Psicóloga cristiana

Terapeuta de parejas y familias

Magíster en Psicología de la Salud, PUC.

Aclaraciones preliminares

Quisiera aclarar que:

• Cuando me refiero a padres, salvo que indique lo contrario, me refiero a los padres y madres indistintamente.

• Cuando me refiero a los hijos, salvo que indique lo contrario, me refiero a hijas o hijos indistintamente.

• Cuando me refiero a niños, salvo que indique lo contrario, aludo a niños y niñas indistintamente.

• Cuando me refiero a abuelos, aludo a abuelos y abuelas indistintamente.

• Cuando menciono a los padres, me refiero a los biológicos o adoptivos sin hacer distinción.

• Cuando hablo sobre el rol de padres, en general, me refiero a las personas que ejercen el rol funcional de crianza y formación, son los progenitores o quienes han decidido asumir un rol paternal. No desconozco que hay figuras que ejercen ese rol en las vidas de muchos hijos sin tener el título. Honro a padrastros y madrastras, abuelos, tíos y otras figuras cuidadoras que asumen este desafío por diversas circunstancias y lo hacen con amor y dedicación.

• En este libro estoy enfocándome en el rol de padre y madre, e intencionadamente no lo vinculo a una relación conyugal o amorosa entre ellos.


Cada mañana, desde que nuestra primera hija me hizo madre, me veo en la labor de gestionar vidas, desde lo material, simple y cotidiano, hasta lo más importante que anida dentro de los corazones de mis hijos. Me veo desafiada a hacer lo que pueda para darles lo que necesitan: sentirse amados, seguros y empoderados; además de recibir instrucción, dirección y corrección. Todo para ser ayudados a llegar a la casa del Padre. Sin embargo, me pasa que no siempre cuento con las capacidades, los conocimientos, la estrategia, la energía o el tiempo necesarios. A veces, mantenerme en la carrera me parece más fácil; y otras, me parece demasiado arduo.

Asumo que a los demás padres les pasa lo mismo. Después de más de 23 años trabajando con ellos y rodeada de amigas y familias en los mismos procesos, he constatado que todos nos vemos enfrentados a los mismos desafíos. Mucho depende de nuestro momento personal y también del momento que estén enfrentando los hijos.

Nuestro momento personal está sujeto a nuestras circunstancias. He visto a muchos padres atravesar momentos de suma dificultad, algunas veces estoicamente protegen a los hijos en medio de la tormenta; y otras, naufragan con ellos. También está sujeto a nuestro bienestar físico y emocional. Algunas temporadas nos descuidamos de lo más básico: nuestra alimentación, el descanso y conservar un estado de paz y equilibrio. Tarde o temprano, los problemas y nuestro desgaste nos pasan la cuenta. Quiero profundizar en este libro, entre otras cosas, algunas ideas básicas sobre el autocuidado y cómo impacta en nuestro desempeño cotidiano; porque nuestro cambio de estado emocional en nuestros procesos de vida, nos puede hacer inconsistentes.

Aparte de nuestro momento, es clave el momento por el que atraviesan nuestros hijos, siendo diferente la energía que necesitamos invertir en ellos y las estrategias que nos pueden ayudar. ¿Habías pensado que tu hijo pequeño también pasa por momentos difíciles? ¡Claro que sí! Es un mal momento si tiene hambre y tarda la comida, si está frente a una tienda de caramelos y le dices que no le comprarás uno, si está en el parque y un niño le quitó un juguete, si está feliz jugando y lo llamas a bañarse, si está cansado y es la hora de levantarse, si te extraña y el tiempo para verte es muy largo, si le levantas la voz… Si es mayor, atraviesa un mal momento si se saca una mala nota, lo molestan en el colegio, se siente solo, si no le das un permiso o intenta algo sin los resultados que espera. En los momentos difíciles de ellos, surgen las emociones intensas. Cambia la forma de expresión de acuerdo a su edad o características personales. Pueden aparecer las caritas largas, rabietas, portazos o malas conductas y nos veremos enfrentados a una demanda mayor de energía y recursos. Esa precisa interacción con nosotros requiere mayor esfuerzo y disposición cuando ellos no están bien. En sus momentos tranquilos, necesitaremos invertir menos.

Comienzo este nuevo libro con nuestra hija mayor recién casada y llena de desafíos laborales por los primeros años de su emprendimiento; con la segunda hija enamorada y a punto de entrar a su internado de nutrición, llena de sueños y también temores; y con el más pequeño con un síndrome de inflación intestinal1 que ha desordenado su sistema inmune, descompensando su dermatitis atópica, lo que lo tiene con respuesta alérgica a muchos alimentos y, como tratamiento, debe llevar dieta estricta y muy limitada. Cada uno, en un momento general diferente, cada uno, con necesidades diferentes de mí. He experimentado muchas veces la presión de responder a ellos y empatizo completamente con tu vida agitada y demandada. Sé que es muy difícil. Es claro que ser padres es un desafío supremo.

Sin embargo, aunque nos podemos sentir abrumados y solos, no lo estamos. Dios no nos ha dado hijos para transferirnos su cuidado. Él es el más interesado en ellos, son SU sueño. Más que “ayudarnos a hacer bien la tarea”, nos llama a alinearnos con Él en lo que ya está haciendo en sus vidas y quiere equiparnos para el momento preciso que estamos viviendo. Es más sencillo descansar en Él y aceptar su provisión y guía.

He compartido ya algunos de mis aprendizajes como hija de Dios, madre y psicóloga llamada por el Padre. En mi primer libro, Un Mensaje, abordo con detalle las diferentes etapas de la vida por la que atraviesan los hijos, desde su gestación hasta su vida adulta; describo sus necesidades y los desafíos a los que nos vemos enfrentados los padres, junto a lo primordial que debemos aportarles. En dicho libro, comparto también “un mensaje” que Dios me dio para los padres de este tiempo. Básicamente, Él me mostró que nos llama a tres simples pero relevantes procesos: preparar la tierra, sembrar la mejor semilla y regar la tierra. Él se encargará de dar fruto en su momento.

Son tres cosas simples, pero tan profundas. Entendí que lo que me decía aplicaba a momentos diferentes del desarrollo de los hijos. Mi objetivo en este segundo libro es enfocarme en lo que Dios me mostró como el primer llamado a los padres: “preparen la tierra”. Desde la perspectiva de la psicología, correspondería al periodo de la vida que va desde el nacimiento hasta los 5 años, que es el más sensible. El frágil ser humano en desarrollo está formando las primeras conexiones que darán piso a aspectos emocionales, cognitivos y relacionales de su vida posterior. Sin embargo, el cerebro también es plástico y puede seguir cambiando en muchos sentidos. Como creyentes, sabemos que para Dios no hay límites cuando Él quiere obrar. Muchos que tienen hijos mayores podrán evaluar cómo se dio ese proceso en cada uno de ellos y encontrar nueva esperanza en Dios para reparar áreas que quedaron agrietadas.

En términos generales, “preparar la tierra” tiene relación con habilidades emocionales y relacionales, de modo que mi centro en este libro, es ocuparme de tu vida desde estos sentidos y empoderarte a trabajar y aportar al desarrollo óptimo de la vida emocional y relacional de tus hijos en la etapa en que se encuentren.

Mi compromiso es ayudarte a desarrollar y entrenar las habilidades adecuadas para eso. Si tienes hijos pequeños, es el momento preciso de enfocarte en invertir en aquello en que su cerebro está abocado. Si son mayores, te animo a identificar los puntos débiles y dar a tus hijos un cuidado especial para sanar, reparar o fortalecer. Los padres somos los llamados a ese cuidado especial. En Dios siempre hay esperanza porque el poder viene de Él.


Tengo la convicción de que leer este libro será para ti una experiencia renovadora, porque Dios mismo abrirá tus ojos a verdades nuevas que Él quiere que sepas. Tu mente será reverdecida y tu manera de actuar irá demostrando tu amor de una forma nueva, porque nos ha dicho que en Él somos nuevas creaturas y que las viejas han pasado.

 

En Él, puede haber un nuevo comienzo cada vez que sea necesario. Cuando te da una nueva revelación, te da un nuevo desafío y te muestra cómo subir el peldaño siguiente. Podemos dejar atrás pautas y patrones viejos y renacer con Él. Te invito a darle espacio a la nueva versión de ti que Dios está queriendo formar, en beneficio de tus (sus) hijitos.

1 Quizás no sea el nombre técnico preciso. Lo describo tan solo como lo entiendo como madre.


En principio y desde cualquier punto de vista lógico, uno pensaría que en una tierra estéril no es posible sembrar vida. No obstante, Dios creó el mundo desde la nada. También en la Biblia se nos muestra cómo Dios sembró vida en el vientre de Sara. Personalmente he conocido al menos dos historias similares, donde Dios puso vida en vientres estériles.

Una tierra estéril puede ser una mente llena de paradigmas que no se dejan derribar, patrones de comportamiento que no se quieren soltar, pensamientos negativos o deseos de hacer las cosas a la propia manera. Para efectos de este proceso de ser modelados hasta alcanzar el ejemplo de Padre que es Dios, es necesario abandonarnos a sus manos con un compromiso consciente. Hace falta estar dispuestos a decirle: “Padre, eres mi Señor y como tal, quiero que me enseñes cosas nuevas y quiero cambiar”. No se va a tratar de lo que yo escriba en este libro, por muy “inspirada” que crea que estoy. Se va a tratar de lo que Dios revele a tu corazón mientras lo lees. Tu decisión de soltar el control para que Él lo tome, hará el cambio en ti, hará fértil tu tierra y la buena semilla de Dios dará fruto.

Por si aún no lo has notado, ¡TÚ eres el recurso principal! Dios te ha designado para ser quien prepara la tierra dentro del corazón de tu hijo, para que su llamado sea escuchado y pueda ser activado en su vida. En el tiempo más sensible de la vida de tus hijos, todo pasa por ti. Algunos padres (por la razón que sea) no alimentan a sus hijos y se desnutren. Otros los descuidan (por la razón que sea) y se accidentan. Otros los maltratan (por la razón que sea) y quedan heridos y vulnerables. En general, la mayoría de nosotros podríamos decir que los alimentamos, los cuidamos y no los maltratamos; eso hilando grueso.

Pero si hilamos más fino y nos vamos al mundo emocional más secreto y bien guardado, ese que solo Dios conoce y a veces nosotros alcanzamos a divisar, hay un símil de desnutrición, de accidentes, de maltrato. Espero que no duelan mucho mis ejemplos, pero lo tengo que decir. Una madre que amamanta y, mientras lo hace, está conectada a Whatsapp no entregó alimento emocional. Otras escenas podrían ser: un niñito que vio el aviso de un monstruo al pasar por el living cuando sus hermanos mayores veían una película y luego tuvo pesadillas. Un zamarreo y tirón de pelo cuando derramó su leche sobre la mesa. Quizás “un evento” no signifique mucho, pero “eventos reiterados”, pueden dejar huellas más profundas de lo que imaginas.

No quiero sembrar culpa en ti ni añadir peso. Tan solo quiero hacerte retomar las riendas, que te des cuenta de que tú eres relevante y que es importante que estés consciente de la etapa de la vida de tus hijos, de sus momentos y sus necesidades. Parafraseando lo que decía Blaine Cook2 en una conferencia a la que asistí hace poco: No te pierdas la oportunidad; porque si no vas tú, enviará a otros. Yo agregaría, en relación a la vida de padres, que ese primer llamado es nuestro, no lo podemos desaprovechar. No desperdicies la oportunidad de ser para tu hijo el indicado, el primero, el que le marcó para bien, el que derramó en su vida tanto amor que él no puede dejar de hacer lo mismo por otros. Pero Dios no pierde las batallas ni deja promesas incumplidas. Si nosotros hemos fallado, Él restaurará la vida de ellos con otros a su paso. Porque a pesar de nosotros, él cumplirá SUS sueños.

Si estás pensando, por si acaso, que tu infancia te dejó tan seco y tan destruido que tienes poco para dar, te levanto en esta hora para que declares que en Él no hay tierra estéril y que te puede convertir en la plantación más frondosa que existe. Sólo necesita tu corazón dispuesto y rendido. Lo demás lo hace Él. No se trata de hacerlo nosotros, se trata de dejarlo obrar a Él.

Si estás pensando, tal vez, que no sabes cómo, te animo en esta hora a que entiendas que esto no es por ti (por supuesto que tampoco por mí), sino que Él hará a través de ti (y de mí). No habrá padres sin fuerzas, porque Él los levanta; ni habrá padres sin instrucción, porque él mismo los guiará. No habrá padres incapaces, porque Él los hará capaces por medio de su gracia.

Mira tu vida. ¿Identificas heridas en tu historia? ¿Fuiste dañado, desnutrido, descuidado, maltratado? ¿Ya has sido sanado? ¿Estás en proceso? ¿Cómo te ha sanado Dios? Déjate tiempo para pensar, toma notas si quieres. Puedes usar un cuaderno personal en este proceso de ser guiado por Dios hacia una paternidad y maternidad renovadas.

¿Pensaste alguna vez en las cosas que tus padres habían hecho y que de alguna manera te dañaron, proponiéndote jamás repetirlas con tus hijos? ¿Te has visto repitiendo sin querer ese mismo patrón? ¿Te ha causado dolor verte a ti mismo actuando del mismo modo en que tus padres te dañaron a ti? ¿Lo estás viendo ahora por primera vez? Es difícil que esto no ocurra de alguna manera o en alguna ocasión. Porque las heridas, aunque sean pequeños rasguños, tienden a movilizar en nosotros pautas aprendidas. Activan en nosotros todo que hemos levantado para defendernos de ellas y ahora salen ante la mínima señal de ataque. Quiero ejemplificarlo con esta historia:

Víctor venía dotado por Dios con una sensibilidad especial a los cariños y abrazos, se sentía bien y cómodo siendo acunado y mimado. Pero sus padres no eran tan expresivos ni les quedaba cómodo mostrar su amor con abrazos. Sumado a esto, la llegada de un hermano menor, que tuvo necesidades especiales de atención y cuidado, fuer dejando vacíos y heridas por momentos de cariño físico no expresado y necesidades emocionales no correspondidas. Conforme crecía, Víctor, para no sufrir por lo que leía como rechazo, fue distanciándose físicamente de las personas, ya no buscaba abrazos ni esperaba besos ni caricias. Cuando fue adolescente y tenía que describirse, se dijo a sí mismo que era “frío”. Esta etiqueta fue aceptada por su esposa, también herida, sin descubrir ambos que habían sido creados para disfrutar y dar demostraciones de cariño físico.

Nota al margen es explicar que esta característica no es igual para todas las personas, sino que es una de las cinco formas en que las personas expresan amor y esperan recibirlo.3

Cuando fue padre y cada uno de sus hijos fue pequeño, era muy sencillo demostrar cariño físico, ya que los hijos pequeños no son de temer porque no rechazan. Pero cuando cada uno creció, cualquier señal de rechazo (un “no te pesco” del niño pequeño o del adolescente) activaba todas las alertas del vulnerable sistema y se levantaban todas las defensas de distancia y frialdad. En consciencia, siempre se dijo a sí mismo “no seré frío como mis padres”, pero al momento de ser padre, afloraba sin intención como mecanismo de sobrevivencia.

No es a propósito que actuamos como lo hacemos. La mayoría de las veces, actuamos sin la menor consciencia. Incluso aunque nos esforcemos, a veces aparece lo que nos hemos propuesto encarcelar.

¿Pensaste alguna vez en las cosas que tus padres no habían hecho y que de alguna manera esa falta o carencia te dañó? ¿Te propusiste que sí lo darías o lo harías con tus hijos? ¿Te has visto repitiendo sin querer ese mismo patrón? ¿Te ha causado dolor verte sin hacer o dar lo que decidiste? ¿Lo estás viendo ahora por primera vez? De nuevo, es sencillo fallar. Es difícil dar lo que no hemos tenido porque implica aprender y entrenarse en algo nuevo. Quiero ejemplificarlo con esta otra historia:

Amanda vivió una infancia llena de dificultades familiares y económicas. Particularmente, su adolescencia fue muy difícil porque estas circunstancias mantenían a sus padres muy atareados y descoordinados. Se sintió muy sola en una etapa vulnerable. Tuvo que escoger por sí misma lo que estaría bien o no, y muchas veces se equivocó porque no contó con un consejo oportuno ni consuelo cuando lo requería. Cuando fue madre, se propuso estar muy presente para sus hijos, especialmente en la adolescencia. Sin embargo, en esos momentos tan centrales de ellos, la vida pareció jugarle una mala pasada con temas que la distrajeron lo suficiente. No pudo ver lo que necesitaba su hija adolescente y no pudo aconsejarla ni guiarla como hubiera querido. Cuando los errores de la joven pesaron demasiado, llegó el dolor y la culpa, entonces pudo ver con claridad que el patrón ya estaba calcado.

Como compartí en mi primer libro, es inevitable para los padres cometer errores. Pero podemos estar lo suficientemente disponibles para que Dios nos corrija, nos guíe y nos sople lo necesario a tiempo.

Por favor, no pierdas de vista el hecho de que Él siempre nos quiere hablar y guiar. Somos nosotros los que, muchas veces, no damos a Dios la oportunidad.

2 Pastor y evangelista que sirve al Reino enseñando sobre los dones espirituales, la curación y el evangelismo de poder.

3 Esto alude a los postulados de Gary Chapman sobre los cinco lenguajes del amor. Tiene un libro con el mismo nombre y versiones para el matrimonio, los niños y los adolescentes.