Loe raamatut: «La música de lalengua»
La música de lalengua
La música de lalengua
Incidencia del objeto voz en la clínica psicoanalítica
Ruth Gorenberg
Índice de contenido
Portadilla
Legales
Prólogo, Miquel Bassols
Presentación
Introducción
Capítulo I. De la palabra: resto mnémico de la palabra oída, al fonema
1.2. Concepto de pulsión en los textos freudianos
1.3. Fonema
1.4. … para (in)concluir
Capítulo II. Del Che vuoi? al shofar 2.1. El Otro sin Otro
2.1.1. Salvar al Padre
2.1.2. Declinación del Nombre del Padre
2.1.3. De la tragedia a la comedia
2.2. Che vuoi?
2.2.1. El diablo enamorado: Che vuoi?
2.2.2. Caperucita y el diablo, un velo de lo real.
2.3. Hamlet: toxicidad del verbo
2.4. “Wo Es war, soll Ich werden”
2.5. El gran secreto del psicoanálisis
2.6. …para (in)concluir
Capítulo III. Lacan y el shofar
3.1. Hueco
3.2. Shofar
3.2.1. Becerro de Oro
3.3. El padre como enigma de lo real
3.3.1. Lacan con Hegel y Kierkegaard
3.3.2. “No sin objeto”
3.3.3. “La existencia es un proceso ininterrumpido de activas separaciones”
3.4. Causa
3.5. Fonemización
3.6. Akedá
3.7. La zarza ardiente
3.8. “Lo que en el Sinaí brota de las piernas”
3.9. La cosa
3.10. La aleph
3.11. …para (in)concluir
Capítulo IV. La fonetización del Otro
4.1.¿“Incorporar la voz” o “una voz interrumpida”?
4.2. Ecolalias
4.3. “Detritus”
4.4. Ecos en lo real
4.5. ¿Por qué los ritos?
4.6. El estatuto de lo real
4.7. Constitución del campo de la realidad
4.8. …para (in)concluir
Capítulo V. La voz del objeto a: un objeto diferente
5.1. La voz del objeto a
5.2. Antecedentes de la alucinación en la psiquiatría
5.2.1. Alucinación/Ilusión
5.2.2. Percepción sin objeto
5.2.4. Alucinaciones motrices verbales de Jules Seglas
5.3. La alucinación como un hecho de lenguaje
5.4. Pasividad del sujeto ante el significante
5.5. Un perceptum en cuya estructura está la palabra
5.6. La voz del objeto a: un objeto diferente
5.7. …para (in)concluir
Capítulo VI. El analista “soporte” del discurso analítico
6.1. Voz dulce
6.2. La musicalidad de las palabras
6.3. Hablar - callarse
6.4. Amenaza de hablar
6.5. Los gritos del superyó
6.6. En síntesis...
6.7. …para (in)concluir
Conclusiones
...para seguir avanzando, el parlêtre
Bibliografía
Gorenberg, Ruth La música de la lengua : la incidencia del objeto voz en la clínica psicoanalítica / Ruth Gorenberg. - 1a ed . - Olivos : Grama Ediciones, 2020.Archivo Digital: descargaISBN 978-987-8372-16-71. Clínica Psicoanalítica. I. Título.CDD 150.195 |
© Ruth Gorenberg, 2016.
© Grama ediciones, 2016.
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ISBN edición digital (ePub): 978-987-8372-16-7
“…que el analista pueda
‘como el Dios de Israel’
plantearse como a”.
Jacques-Alain Miller
Prólogo Miquel Bassols
Un sonido brillante, un color chillón� Basta detenerse un poco en estas expresiones de la lengua –sinestesias, incluso metáforas calcinadas que ya no escuchamos ni vemos como tales–, para entender que el objeto de la voz y el objeto de la mirada le deben buena parte de su naturaleza al significante y a sus operaciones en la estructura del lenguaje. Y que pueden entonces cruzarse y sustituirse recíprocamente, hasta llegar a ver un sonido o a escuchar un color, hasta poder percibir un ruido que mira o una imagen que suena. La clínica clásica de las alucinaciones, de la que el lector encontrará un excelente análisis en varios pasajes de este libro, nos muestra muchos ejemplos de esta operación que sólo puede descifrarse a partir de dos axiomas lacanianos: la alucinación es un hecho de lenguaje, la percepción está estructurada por lo simbólico en el ser que habla. Entonces, el objeto de la percepción no es ya un dato de la realidad, dado de entrada, sino una sutil formación estructurada como un lenguaje que no se distingue de la propia estructura subjetiva, de aquello que la clínica analítica localiza como el fantasma. Ya no será entonces tan apropiado hablar del “objeto de la voz” y del “objeto de la mirada” como fenómenos puramente perceptivos sino más bien de la voz y de la mirada como objetos de la pulsión atrapados en las redes del lenguaje, fijados en la estructura del fantasma de un modo tan singular para cada sujeto como singular es su experiencia de goce y de sentido de esos objetos.
El objeto voz tiene sin embargo una particularidad con respecto al objeto mirada que el arte de Marcel Duchamp supo indicar con un preciosa fórmula: “Se puede mirar ver. ¿Acaso se puede escuchar oír?”. La reversibilidad del objeto mirada parece resistirse en el caso del objeto voz de una manera que escapa a esta duplicación o elevación a la segunda potencia propia del registro de lo imaginario. Sólo en la suspensión de un silencio tácito, un silencio que sería idéntico a su propio decir, un silencio que diría el hecho mismo de escuchar, podríamos intentar localizar este punto imposible en el que alguien escucharía oír. Algo así sucede a veces en la intimidad de la experiencia analítica, donde el diván hurta al sujeto la posibilidad de reintroducir su discurso en el espacio imaginario de la mirada del otro, cuando un silencio llega a ser tan o más elocuente que una largo discurso efectivamente dicho. ¿No es entonces, en el silencio del analista, cuando casi parece que se podría escuchar oír –¿o bien oír escuchar?– al Otro en su discurso? Allí se hace presente un real de la lengua que implica la imposibilidad de la reciprocidad o de la duplicación imaginaria que solemos evocar con la fórmula de Lacan: no hay Otro del Otro. No hay, en efecto, Otro del Otro que pueda escuchar que se escucha, ni oír que se oye� En este punto de imposibilidad de representación del acto de escuchar, de representarse también al Otro y a uno mismo en el acto de escuchar, aparece sin embargo una presencia irreductible, una presencia que toma la consistencia de un objeto, ese objeto que la enseñanza de Jacques Lacan formalizó con su famoso objeto a.
La voz como objeto revela entonces su naturaleza más escondida, la de una presencia silenciosa que atraviesa significantes y lenguas diversas, momentos cruciales en la vida del sujeto que han quedado marcados por una experiencia de satisfacción pulsional, ya sea de placer o de displacer, una experiencia de goce en todo caso que hace del objeto a el ombligo alrededor del cual se ordenan las significaciones más o menos ruidosas de esa vida. En cada uno de sus nudos, este objeto a sigue permaneciendo silencioso como el ombligo más real de la realidad, como la misma razón de su consistencia.
Es ahí también donde la fonética –el estudio de los sonidos físicos del discurso– se distingue necesariamente del fonema –la unidad fonológica mínima en cada lengua– en el que ese discurso articula sus significaciones.
Este es precisamente el punto de partida, tanto lógico como expositivo, de la excelente tesis de nuestra colega Ruth Gorenberg que el lector tiene en sus manos y que tenemos el gusto de presentarle gracias a su amable invitación. Es una investigación, tan minuciosa como amena, del recorrido del objeto voz en la enseñanza de Jacques Lacan, de su incidencia en la clínica psicoanalítica siguiendo la paciente construcción de su consistencia lógica. Y es también una enseñanza, en el sentido que este término tiene en el Campo freudiano más allá de su significación en el discurso universitario: no se trata sólo de la elaboración de un saber sobre su objeto, se trata de la experiencia misma de ese objeto para extraer de ella un saber siempre inédito. Y ello siguiendo las huellas de la experiencia clínica, desde la de los clásicos de la psiquiatría hasta la clínica más elaborada de los testimonios que en las Escuelas de la Asociación Mundial de Psicoanálisis llamamos “clínica del pase”, donde estos testimonios obtienen el más alto grado de densidad subjetiva.
El lector atento sabrá escuchar así en este recorrido las distintas modulaciones que el objeto voz tiene en la enseñanza de Lacan, hasta encontrar aquel “acorde resolutivo” que él mismo evocó muy pronto (cf. su texto “Intervención sobre la transferencia”, en la página 204 de los Escritos) como la anticipación de la melodía en la “frase musical” de la transferencia, la que mueve y agita a cada sujeto en su relación con el inconsciente y en su relación con el saber del psicoanálisis.
Una vez allí, seguirá siendo cierta aquella sentencia de Claude Debussy que vale tanto para la experiencia musical como para la definición de la propia transferencia: “Es el espacio entre las notas lo que define la música”.
Es a recorrer este espacio que las páginas que siguen convocan al lector.
Barcelona, abril de 2016
Presentación
Mi interés por investigar el objeto voz se despierta a partir del encuentro con una frase de Lacan del Seminario 21 en el marco de los seminarios de maestría. Dicha frase es la siguiente: “No hay que confundir la fonética con el fonema”. Ésta tuvo un efecto clave conduciéndome a un recorrido con el cual me propuse cernir una lógica que implicó algunos trayectos.
En primer lugar, fueron sin duda los testimonios del pase los que me permitieron confirmar las distintas incidencias del objeto voz. Bajo la forma de una interpretación, el analista hace uso de su voz imprimiendo comicidad, ironía o bien indiferencia. De ese modo fue posible vislumbrar algo del orden de la relación con el objeto, a partir de esa modulación de la voz que llega a producir un resonar en el cuerpo.
Así, vía la repetición fantasmática, fue válido corroborar la localización de los efectos del objeto voz, comprobando los diversos modos en que en la cura se produce una transformación, relativa a la operación de separación. Evidentemente, los efectos del análisis inciden en la relación del sujeto al objeto voz. Por ello, aislar el sesgo áfono de dicho objeto, ese “indecible”, suele acompañarse de un alivio respecto de los efectos de la voz del superyó.
En mi recorrido, el hallazgo del rasgo áfono del objeto voz se articuló al shofar, instrumento ritual judío que Lacan introduce en su Seminario 10 y que en el “Seminario Inexistente” aparece ligado al pasaje desde el Nombre del Padre a su pluralización. Su sonar me acompaña desde la infancia dada mi educación judía. Del mismo modo, me resultaron familiares las referencias bíblicas que Lacan toma para ilustrar aquella dimensión de goce que evoca el bramido del shofar en su función de fonemización.
Fue sorprendente, dada mi formación como médica psiquiatra, advenir a la operación de ruptura que implica la propuesta de Lacan sobre la alucinación como un hecho de lenguaje. Esta operación ha cuestionado las teorías psiquiátricas imperantes que atribuyen las voces audibles de la alucinación, a un error en la percepción o bien a una percepción sin objeto.
Es por ello que me resultó interesante convalidar la vigencia del valor de la palabra hablada en un análisis, en presencia de un analista y en transferencia, justamente en una era en la que imperan las imágenes, era de lo virtual.
Para concluir, me orienta la concepción del final del análisis de la “Proposición...” de Lacan de 1967, según la cual “el partenaire se desvanece por no ser ya más que saber vano...”. Así se alude al vaciamiento de la consistencia del Otro a la que apunta la experiencia analítica. En el caso de mi tema de interés, subrayo el valor de investigar los modos en que se evidencian los efectos de vaciamiento de la consistencia fantasmática ligada al objeto voz.
De tal modo, me produjo resonancias la fórmula propuesta por Leonardo Gorostiza acerca de la solidez de un vacío, definición paradójica que, en el caso del objeto voz, podría comprenderse en tanto ese vacío que primeramente alojaba goce, una vez localizado y separado al cabo de un análisis, adquiere la solidez de una construcción a la cual es posible arribar, cuya potencia validan los testimonios del pase.
Introducción
Nuestra tesis se basa en el interés por investigar la dimensión de exterioridad del objeto voz respecto de la voz efectivamente emitida. Por ello en nuestro desarrollo, nos interesa abordar la cuestión de la voz tal cual Lacan la propone a partir del Seminario 10, La angustia (2008): como uno de los objetos de la pulsión, como voz áfona, es decir, más allá de su sustancia sonora.
En tal sentido, el relato de Lacan acerca de alguien que va a verlo diciéndole “lo que me hacía falta, era su voz”, nos conduce a enfatizar que no es una cuestión de timbre, en tanto se trata del objeto a, orientándonos en relación a la diferencia entre la fonética y el fonema. Así, nos interesa la dimensión del fonema, esa entidad definida puramente por su función: el sonido silencioso, la voz sin sonido, a partir del bramido del shofar, instrumento ritual judío cuyo evocar, inspira a Lacan a la hora de proponer el objeto voz como objeto pulsional.
Gran parte de lo que el sujeto recibe del Otro a través del lenguaje, lo recibe en forma vocal, por lo cual observamos que la ligazón entre lenguaje y sonido es significativa. Así, la sonoridad tiñe de un modo singular el mundo imaginario. Nos planteamos si con el modelo de la esquizia –oposición entre el ojo y la mirada (Seminario 11)–, sería posible introducir una antinomia entre el oído y la voz.
Partimos entonces del problema que supone la articulación de la voz como función de la fonación con el objeto vocal en tanto objeto a, orientados por una pregunta: ¿cómo un analista podría ejercer su función si no es a partir de una radical transformación de su relación al objeto? En el caso de la voz del analista, instrumento insoslayable en una cura, cobra relevancia la noción de la voz como áfona, lo que nos conduce particularmente a explorar el estatuto del objeto, teniendo en cuenta que es aquello por medio de lo cual la pulsión se satisface, caracterizándose por su fijeza una vez que el programa de goce se ha escrito, aunque cabe destacar también su variabilidad.
En tal sentido, atendiendo al problema que nos planteamos, la voz del shofar, aislada por Lacan como resto, al indicar precisamente ese pasaje del dios del pacto, de la alianza, al dios oscuro cuyo resto vivo no se digiere, nos interrogará acerca de la noción de superyó, en tanto éste podría ser considerado como una de las formas del objeto a.
Anticiparemos en el cuarto capítulo, el pasaje desde el lenguaje hacia lalangue, que no es el lenguaje a nivel simbólico ni lingüístico. Así el laleo, sustrato gozante de la lengua como tal, forma parte fundamental de la experiencia analítica. De tal modo, interrogaremos si un análisis podría hacerse por escrito o si tiene que hacerse por la vía de la palabra hablada, incluyendo esa relación con la lengua en tanto materia fónica que atraviesa el cuerpo y que resuena en el cuerpo.
Nos proponemos como objetivos: distinguir el estatuto de la voz en tanto “resto mnémico de la palabra oída” (Freud) de su dimensión de “fonema” (Lacan). Introducir la noción de voz como objeto de la pulsión, en su vertiente áfona, para lo cual será necesario situar la noción de pulsión y su conexión con el término “objeto” en Freud, así como la fundamentación del objeto a lacaniano. Dar validez a la función de “fonemización” introducida por Lacan en su Seminario 10, para distinguirla del “soporte” del a. Aislar la vertiente enigmática del Otro a partir del objeto voz. Aislar lo singular que emerge a partir de concebir la alucinación como un hecho de lenguaje en confrontación con la definición de la psiquiatría acerca de la alucinación como percepción sin objeto. Dar validez a las incidencias clínicas del objeto voz y a la función del analista en tanto “soporte” del discurso analítico.
De acuerdo a nuestra hipótesis de trabajo, el objeto voz áfono presenta incidencias clínicas constatables, tanto en el marco de las neurosis (efectos de la voz del superyó) como en las psicosis (la voz en la alucinación).
En nuestro trabajo nos proponemos trazar un recorrido cuyo objetivo es la investigación sobre la voz como objeto de la pulsión y sus incidencias clínicas. Para ello, en el primer capítulo será necesario circunscribir el trayecto de Lacan en torno a la noción misma de pulsión, partiendo de comentar los movimientos conceptuales al respecto en la teoría freudiana. En tal sentido, el artículo de Freud “Concepto psicoanalítico de las perturbaciones psicógenas de la visión”, en su consideración del valor erógeno de la mirada, será tomado como antecedente del modelo lacaniano planteado en el Seminario 11 acerca de “la esquizia del ojo y de la mirada”, que servirá de orientación a la hora de nuestra investigación sobre la voz. Señalaremos como antecedente el hito que representa en la teoría freudiana el texto de 1923, “El yo y el ello”, punto de viraje desde el estatuto de la palabra como resto mnémico de la palabra oída hacia su dimensión de fonema. Por ello, aludiremos a los puntos de vista de la lingüística (desde la teoría saussureana) y de la fonética, para extraer de allí la definición de fonema, orientándonos con el trabajo de Dollar en Una voz y nada más.
Ahora bien, para responder a nuestra interrogación acerca del surgimiento del objeto voz, haremos necesaria, en el segundo capítulo, una aproximación a la noción del Padre en Freud y en la obra de Lacan, para así señalar el pasaje desde la metáfora paterna (referida al Padre simbólico, sede de la ley) hacia la declinación del Padre y sus consecuencias; de “salvar al padre” al cuestionamiento del padre.
Así, a partir de “La significación del falo” de 1958, nos referiremos a la idea allí expresada en cuanto a que la castración no procede del Padre sino del lenguaje, quedando el complejo de Edipo como una ficción: de la tragedia a la comedia. El “desmontaje del mito freudiano del Edipo” implicará el pasaje desde la respuesta, por vía de la identificación, a la respuesta con el ser de goce. En tal sentido, elucidaremos la perspectiva del mito a partir de aportes de Hans Blumenberg en su Trabajo sobre el mito, y de Arnoldo Siperman en su obra Pensamiento trágico y democracia.
Situaremos, entonces, el “gran secreto del psicoanálisis” en torno a la afirmación de Lacan en el Seminario 6: “No hay Otro del Otro”. En tal sentido, será necesario mencionar el che vuoi? en tanto trasunta la “relación de objeto” referida al fantasma y al deseo del Otro en un nivel aún imaginario. A los fines de nuestro trabajo, el bramido del espectro de El diablo enamorado (Cazotte) alude a la exigencia de reconocimiento por parte del Otro, que en el transcurrir del relato se transforma en una mujer apetecible que encierra al diablo mismo. Relacionar el bramido de El diablo enamorado con el bramido del shofar, cuyo sonido evoca la voz misma del Dios hebreo, dimensión real en el Otro enigmático, nos conducirá a captar la vertiente real del objeto tal como se introduce en el Seminario 6.
De la mano del clásico de Shakespeare, Hamlet, situaremos, más allá del mito edípico, otro modo posible de situar la castración en relación al deseo mismo de la madre y su goce. Destacaremos el estatuto del objeto voz al acentuar la “toxicidad del verbo” como objeto pulsional en la comunicación del padre al personaje de Hamlet (Philippe de Georges, 2014).
En el tercer capítulo, el shofar, tal como Lacan lo describe, indica de qué se trata el goce más allá de la palabra: la voz en su dimensión de goce. Por ello será necesario detenerse especialmente en lo que se conoce como la única clase del “Seminario Inexistente” para cernir la introducción del objeto voz ligada al Dios hebreo, que le habla a Moisés en la zarza ardiente. En efecto, en dicho contexto, la atribución a Dios del término causa sui, será confrontada con la definición del Dios hebreo como Ehyeh asher ehyeh. En ese sentido, será oportuno apreciar el paralelismo propuesto por Bloom entre Hamlet y el Dios hebreo, ambos personajes que desafían nuestra capacidad de conceptualizar.
Señalaremos el modo en que Lacan, siguiendo ciertos textos bíblicos, concluye acerca de la función del shofar en tanto el mismo es mencionado cada vez que se trata de renovar la alianza con Dios. Para ello, abrevaremos en el libro de Reik, El ritual. Estudio de los ritos religiosos, en el cual se desarrolla que el sonido del shofar pone de manifiesto la voz de Yahvé, la del propio Dios. Siguiendo a Lacan, en el Seminario de La angustia, el evocar del shofar, nos situará en relación al objeto a, de modo tal que el “soporte del a” deberá distinguirse bien de la “fonemización”. Así, exploraremos el modo en que se articula la voz en su función de fonación con el objeto vocal áfono, enlazándose ambos a nivel del deseo del sujeto, a su vez anudado a la angustia.
De tal modo, ilustraremos la forma en que el Nombre del Padre y la voz del Padre se encarnan en el sonido del cuerno del carnero, cuya resonancia evoca a su vez el recuerdo de su sonido y el pacto al que refiere: función de la repetición. El resonar del shofar evocará el bramido de un toro, sustituto totémico del Padre, en alusión al Otro en su vertiente de enigma.
De la misma forma, la escena mítica de “El becerro de oro” será analizada con los aportes de Karen Armstrong y Diana Sperling. La escena de la zarza ardiente ilustrará a un Dios que inspira terror en tanto su respuesta: Ehyeh asher ehyeh, implica que se trata de un “real sin concepto” al igual que el objeto a, lo que nos permite arribar a la dimensión del Padre como “enigma de lo real”.
Será válido mencionar, en tal sentido, la referencia en el Seminario 16 al Dios de la zarza ardiente como “lo que en el Sinaí brota de las piernas”, en tanto se trata de un dios que, a diferencia del Dios de los filósofos, puede decir “yo”. Un Dios que, al decir de Miller (2006), es un parlêtre con el que se juega la partida.
Respecto del objeto a, será necesario citar a Hegel primero, pero en especial a Kierkegaard, quien lee y recrea el relato de Akeidat Isaac del Génesis, subrayando el estatuto de la angustia que “no es sin objeto”. De tal modo, el objeto a se articulará a la “descomposición del nivel especular”, indicándose su función en relación a la falta, tema que ilustraremos a partir de la referencia a Margaret Little en el Seminario 10.
Confrontar la idea de padre como causa sui, nos permitirá considerar la noción de causa, lo que nos conduce a captar esa suerte de “homenaje – elogio del padre” que resuena en los últimos párrafos del Seminario 10, indicando algo de lo concerniente a la función misma del analista en tanto puede hacerse causa de deseo: “reintegrar el deseo a su causa”.
Observaremos asimismo que, para arribar al objerto a, será necesario previamente detenerse en la noción de “la Cosa” (das Ding). Asimismo, la alef cantoriana será destacada en cuanto al esfuerzo de Lacan de fundamentar el pasaje del concepto al matema.
En el cuarto capítulo, consideraremos a la voz más allá de las teorías de la comunicación, subrayando el carácter que
Lacan, en su Seminario 10, destaca: el de ser ante todo una voz “interrumpida”. Así, referiremos a la complejidad en las relaciones de S con A, en tanto el lenguaje existe en lo real con sus propias reglas.
Por ello, el “monólogo primordial” de los niños pequeños y las “ecolalias” de Heller Roazen ilustrarán la pasividad del sujeto frente a la “fonetización” del Otro (Bassols, 2014).
En tal sentido, será oportuno aludir a lo planteado por Lacan en su “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”, en tanto implicará referir a la noción de lalangue: significante encarnado en el lenguaje.
El oído como resonador que “resuena en el vacío del Otro” en sentido metafórico, aludirá a la estructura del Otro en tanto le corresponde alojar cierto vacío a la hora de la constitución subjetiva, operación cuya falla evidencia la experiencia clínica de la psicosis a través de las alucinaciones auditivas.
Ahora bien, la función de los ritos en el duelo permitirá examinar la función del “objeto en el deseo”, que a su vez anticipa al objeto causa. Asimismo, el estudio de los ritos, en tanto el trabajo de duelo pone en juego a lo simbólico frente a la muerte como “agujero en lo real”, nos permitirá captar el estatuto de esas voces inmateriales en lo sonoro presentes en la psicosis. Será tiempo de referir, entonces, a la función indicativa de la angustia que, al modo del objeto a, hace aparecer “lo que no engaña” indicando lo real mismo.
En tal sentido, en el capítulo quinto, respecto de la voz del objeto a, ilustraremos la falla en la operación de “extracción del objeto”, mediante el caso Isabella comentado en el Seminario 10. Nos referiremos, también, a la relación descrita por Schreber en sus memorias respecto de la función del sonido de su piano, como así también a la descripción de Cramer de las alucinaciones en sordomudos enfermos mentales.
Mencionaremos algunos aspectos del recorrido de Lacan a lo largo del cual abrevó en referentes de la psiquiatría, señalando en Esquirol la diferenciación entre ilusión y alucinación, como así también en Falret, su definición de la alucinación como percepción sin objeto. También contemplaremos el aporte de Baillarger, en su propuesta de las alucinaciones psíquicas, que enlaza lo oído con el pensamiento, y el aporte de Séglas, en el sentido de su observación de movimientos fonatorios en las alucinaciones motrices verbales.
Destacaremos las formulaciones de Lacan acerca de la alucinación, al afirmar que el perceptum tiene la estructura
del lenguaje en tanto incluye a la palabra y, en tal sentido,
el percipiens es dividido por el significante y su ley, siendo la represión su condición. Asimismo, el “Síndrome de pasividad” descripto por Clérambault, será un fundamento clave para Lacan en cuanto a la pasividad del sujeto ante el significante.
El último capítulo ilustrará, mediante ciertos fragmentos de testimonios del pase, las incidencias clínicas del objeto voz, y la función del analista en tanto “soporte del discurso analítico”.
Por ello, en el Testimonio 1 el síntoma será el mutismo y un “no saber dónde meterse” al servicio de un fantasma de “captación del Otro”, siendo el “callarse” su modo de consistirlo. Sobre el final de la experiencia analítica, podrá aislarse la dimensión de resto de su voz en dos vertientes: la voz dulce y la voz “vozarrón” del superyó, lo que habilitará libidinalmente para operar con ese resto según su deseo de trabajar para la causa analítica.
En tanto, en el Testimonio 2, el aislamiento del objeto voz será nombrado como “quedar a solas con la nana”, cuya musicalidad vela para la sujeto el fantasma de “un sentimiento trágico de la vida” de contenido superyoico.
En el Testimonio 3, se ilustrará, vía el análisis, el pasaje desde un momento inicial en el que el sujeto quedaba preso de las distintas formas sonoras en que el Otro se presentaba adjudicándoles un sentido fantasmático, hacia su posibilidad de habitar un silencio que se torna operativo en su praxis como analista lacaniano.
El Testimonio 4 permitirá aislar la dimensión de goce que habita en su posición de estar dedicado a la voz del Otro que amenaza con hablar, sobre el trasfondo de la figura perversa del Padre.
Finalmente, en el Testimonio 5, se mostrará el pasaje desde una sumisión a “el grito del loco” en su sesgo superyoico, hacia la localización, a partir de las intervenciones del analista, del objeto voz como objeto a, que evoca la voz del padre. Esta localización abre las puertas a una diferente versión del padre ligada a lo más vital en su deseo.