Diario de un adolescente precoz colombiano

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Diario de un adolescente precoz colombiano
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Diario de un adolescente precoz colombiano

SAMC

© Samc

© Diario de un adolescente precoz colombiano

Noviembre 2021

ISBN ePub: 978-84-685-6374-9

Editado por Bubok Publishing S.L.

equipo@bubok.com

Tel: 912904490

C/Vizcaya, 6

28045 Madrid

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Índice

Prólogo

Morbos infantiles

Cali primeras experiencias sexuales

La violación

Mi primera eyaculación

Morbos en Sameco y mi padrino Don Hernando

Primer servicio de escort

Drogas, Sexo y Fiestas

Orgías, Orgías, Orgías

La megafiesta

Lorena un problema de familia

El cirujano plástico, sexo y más

El costeño y mi nueva cómplice Lesly

Pagando la deuda del cirujano

Mi amor el Tieso y Mena su sombra

El Tieso me desconcertó

La fiesta del Rolo y Lorena estrenando

Remate* de locura del Rolo

Lago Calima, perversiones y pasión

Fin de año en Pódium con los duros* de Cali

Remate* de sexo total en “Noches de París”

El desastre de mi fiesta de quince años

Cambio de rumbo

Más cambios y siempre con sexo

En mi vida el sexo era como el comer

Dolor, ira y salida del armario

Vuelta al principio, Sameco y mi madre

De nuevo el Tieso

Viaje a Neiva, conocí a mi padre

Regreso a Cali

Fiesta en la finca de los mellizos Mejía

La muerte del Tieso un golpe muy duro

El Monstruo mi protector

Matan a la mamá de Lorena

Mi declive y crisis de convivencia

Ruptura violenta con Lorena

Mi nuevo barrio San Antonio, toqué fondo

Descubrí internet y los chats sexuales

Estudio de Juan Pablo, las Páginas* de Chats sexuales

Escort de lujo

Las saunas, mi parque de atracciones

Estudio de Doña Gloria, Páginas* Chats sexuales

Víctor último estudio de Páginas*

Nota del autor

Índice de asteriscos *

Prólogo

Esta es la historia real de un increíble adolescente colombiano que solo pudo sobrevivir a la pobreza y tristeza de su existencia, viviendo el sexo desde sus primeros años, porque era lo único que le proporcionaba felicidad y además era gratis.

La falta de padres responsables que le hubieran dado cariño, educado y ayudado a formarse, le convirtió en una víctima de las circunstancias que le rodearon.

Luego llegaron las humillaciones y la necesidad de defenderse, la explotación infantil de todos, con la inacción de su propia madre.

No tuvo niñez, pero siempre conservó un niño dentro de él. La naturaleza le dio la sensualidad y el arte de estimular los deseos de los que se encontraba en su camino, para ponerlos a su favor.

Las drogas eran las alas para transportarse a una dimensión que le alejaban de su insoportable realidad, le liberaban de las pocas trabas morales que tenía y le convertían en una máquina insaciable de sexo.

Su descaro, picardía y madurez precoz, la fuerza para sobrevivir entre tantos riesgos saliendo siempre vencedor.

En su relato describe con realismo total el sexo, las drogas, las perversiones y el uso desaforado de todas ellas. Manteniendo el léxico colombiano en su relato para no perder conexión con sus vivencias y el tiempo en el que sucedieron.

Una historia llena de excitación y desenfreno que transportará al lector a momentos de verdadero éxtasis de pasiones y morbos lujuriosos, no siendo apto para mentes conservadoras ni tradicionales.

A los veinte años consiguió encontrar al maestro que le sirvió de guía, para llevarle a vivir una vida plena y feliz, lejos de su pasado turbulento.

Morbos infantiles

Aún recuerdo cuando era niño, que mamá llegaba a casa pasada de tragos y me enfurecía, ya que desde siempre me gustó saber lo que acontecía a mi alrededor.

No sabía exactamente si aquello era bueno o malo, pero sí que necesitaba toda su atención, mientras mi inocente hermana desde una pequeña mesa pintaba los inexplicables dibujos que hacía y que a mí siempre me parecieron una chorrada.

Nunca tuve un recuerdo de mi padre, del que mi madre se separó nada más nacer mi hermana, que era nueve meses mayor que yo. Fui consecuencia de una reconciliación casual que no dio en nada, hasta mi juventud no conocía mi padre ni a nadie de su familia, tampoco a la de mi madre, ya que fue hija única y nunca se llevó bien con su temperamental padre, pero sí sé que fue inmensamente infeliz por la falta de su madre, que murió cuando ella era apenas una niña, quizás si hubiese tenido a su madre, hoy ella hubiera sido un poco feliz y nuestra realidad hubiese sido otra.

También recuerdo que por falta de oportunidades en mi ciudad natal Neiva Huila, mi madre tuvo que tomar la decisión de salir de allí con sus hijos, para quizás buscar mejores oportunidades para todos nosotros, pero fue allí donde empecé a notar que nuestras vidas iban a estar llenas de grandes decepciones, tristezas y tal vez alguna que otra felicidad, pero muy contadas.

Al salir de mi ciudad natal, mi madre tuvo que tomar la decisión de dejarnos solos en un pueblo, Zarzal Valle a tres horas de la ciudad de Cali, con una vecina de al lado de la casa de su padre, conocida de su infancia, donde vivía nuestro hermano mayor. Al dejarnos con aquella familia abusadora, donde solo se preocuparon siempre de ellos y que solo les interesaba el dinero que mi madre aportaba a final de mes para nuestro cuidado. Pero no fue hasta años más tarde cuando mi madre se enteró de su mal trato hacia nosotros y en especial hacia mí.

Tengo que admitir que querían mucho más a mi hermana, por ser una niña obediente y juiciosa, al contrario que yo, que era un chico muy extrovertido, rebelde y sobre todo piquiña* (que era como ¨Vaya angelito¨, pero a lo colombiano), era un niño que muy pronto iba perdiendo su inocencia para conocer su sexualidad a base de morbos y deseos.

 

A pesar de ser un niño piquiña*, era muy inteligente en el colegio, pero que aborrecía estudiar, siempre pensé que era perder el tiempo, ya que aún no sabía con exactitud lo cruel que podría ser el mundo exterior. Fui un niño enfermo de asma, así que debía tener algunos cuidados porque las crisis eran bastante traumáticas, incluso para aquella señora aprovechada.

Al no tener amigos, ni poder jugar con mi hermana y además tener esa enfermedad, siempre me tuvieron encerrado en un cuarto oscuro y angosto, pero con techo alto y con muchos retazos de tela, ya que la señora se dedicaba a la profesión de la costura, pero también allí tiraban en un rincón la ropa sucia de sus hijos, que en entonces recuerdo eran dos varones y dos hembras.

Todas las tardes después del colegio, al llegar a casa debíamos hacerle limpieza a la casa mi hermana y yo, luego comíamos, hacíamos las tareas del colegio y a continuación me encerraban. De tanto mirar hacia el techo viejo y oler los orines de los gatos, un día sentí en mi cuerpo algo extraño, pues tuve mi primera erección, no comprendía bien que me ocurría, lloré porque pensé que había hecho algo malo y si la señora se enteraba me pegaría, así que fue mi pequeño secreto en aquel cuarto horrible.

Un día el hijo menor abrió la puerta y me tiró en mi cara su ropa sucia, yo me enojé mucho porque me dio mucho asco, quizás porque les odiaba, pero al caer la ropa, vi su ropa interior y lo primero que vi fue una mancha blanca, que llamó mi atención inmediatamente. Me dio por oler y tuve un gran placer al sentir ese aroma que no sabía muy bien que era, pero producía en mí, que mi polla se pusiese tan dura y ponía mi cuerpo a pensar qué había hecho o por dónde salía aquel líquido que me producía tal desequilibrio en mis hormonas.

Pero que con esa edad de cinco años, no sabía que se le decía así y desde entonces, todos los días al entrar en ese cuarto, buscaba en la ropa interior a ver si encontraba aquel líquido, así descubrí diferentes aromas de las pollas de aquellos dos hermanos que fueron de gran placer para mí en aquellos momentos y fue así también cómo descubrí el olor a un coño, me gustaba oler la ropa interior de aquellos hermanos.

Al cumplir seis años tomé la decisión de saber cómo los hermanos sacaban aquel líquido blanco y en algún momento les pregunté, pero recibí una bofetada por parte de uno y la risa del otro.

Pero a su vez les había dejado una inquietud y quizás morbo de saber por qué yo había hecho aquella pregunta. Así que un día me escondí en la habitación del hermano mayor, que era fuerte, con un buen culo y sobre todo con cara de macho, por el que cualquier mujer estaría encantada de ser follada.

Él notó que yo estaba escondido detrás de un armario y tal vez sintió morbo de ser observado por un niño, que era obvio que estaba buscando respuestas, así que se desnudó poco a poco y fui viendo como la polla iba creciendo, a su vez mi cuerpo iba entrando en calor y sentía una tembladera, que me gustaba lo que aquel hombre hacía y ver como jugaba con su enorme polla, sentí como mi pequeña polla estaba a punto de estallar al ver aquel espectáculo, luego noté que él me estaba viendo, se puso de pie y me dijo que saliera. En sí yo quería que me utilizara, quería ser parte de eso, pero me dijo que pusiera mis manos hacia arriba y fue allí cuando sentí que aquel líquido blanco salía de su polla, caliente, su olor me encantaba y me dijo: “Chúpala y trágatela que es leche, te hará bien”. Efectivamente le hice caso y me la tragué toda.

Pasaron varios días y yo seguí en aquel cuarto horroroso haciendo lo mismo, masturbándome y oliendo la ropa interior de los hermanos, pero jamás me salía aquel líquido blanco que con tantas ganas quería probar de nuevo.

Una vez, desperté en la madrugada y estaba llegando aquel chico que me había enseñado lo que tanto placer producía en mí. Pero esta vez llegó en compañía de una mujer y estaban alcoholizados, pero él me vio escondido detrás del mueble del salón, se dirigió a su cuarto y dejó la puerta entreabierta, quizás para que viera lo que más me iba a impactar en ese momento.

Era una cama baja a un lado tenía una mesa con una lámpara que estaba encendida, porque la luz general estaba apagada y pude notar como la mujer se lanzó a él sin quitarle la ropa, solo medio bajó su pantalón y empezó a chuparle la polla. Era indudable que los dos sentían un gran placer, con rapidez se quitaron sus prendas y pude ver como esa mujer se tiró en la cama, con sus hermosos senos, sus piernas abiertas dejando ver su coño y le pedía que se la culiara*. Para mí fue lo máximo, deseaba ser esa mujer, quería sentir lo que ella sentía, poder sentir la polla y poder gemir con ese placer silencioso que la mujer hacía, cuando vi la leche que le salía por el coño y ver cómo él se restregaba allí mismo, sin duda era el momento de máximo placer.

Mi polla estaba a punto de reventar y muy húmeda, pero no quería perderme ningún detalle, así que no le presté atención a la mía. Él, fríamente se puso de pie y salió de la habitación y pudo ver que yo estaba espiándolos como ya sospechaba, pude verle desnudo, su polla estaba empezando a bajar, pero aún le goteaba leche y entre risas de complicidad me trajo a la cocina y me dijo que si me había gustado, le dije que sí, pero que quería saber qué sentía ella cuando se la metió, se me acercó, me hizo cogérsela y me dijo: ¨Ya serás grande y seguro lo harás, más tú no tienes cuca*, así que tienes que metértela por el culo¨. Se puso a reír mientras bebía agua e iba de regreso a su habitación y me mandó a dormir.

Esa noche no pude dormir después de lo que había visto, recuerdo que me masturbé muchas veces, quería ver como salía leche de mi polla, pero perdí la noción y me quedé dormido.

Transcurrieron las semanas y un día llegó una nieta de aquella señora que tenía mí misma edad y nos hicimos muy amigos, tanto que me dejaron jugar con ella, pero lo que no sabían es que ella era igual o más piquiña* que yo, porque en algún momento en nuestro juego, aquella niña me había metido debajo de una mesa y me hizo colocar unas sábanas para hacer la forma de una casita de juegos, pero lo que yo no sabía era que había otro interés oculto, pues en algún momento me pidió, cuando todo estaba ya cerrado bajo la mesa que me bajase los pantalones, al mismo tiempo que ella lo hizo, me dijo que ya que estamos jugando al papá y a la mamá, debemos hacer lo que la mamá y el papá hacen, así que déjame que yo te chupe el chichi* así como mamá se lo hace a mi papá.

Eso me interesó mucho, pues estaba deseando saber que se sentía chupándome la polla y efectivamente fue una sensación de cosquilleo, pero a la vez placentero que cada vez que la sacaba y la metía de nuevo en su boca, podíamos notar que se ponía dura, para luego pedirme que yo le hiciese lo mismo.

Debo admitir que la experiencia no fue muy agradable, ya que no me dio el gusto que imaginé, cuando aquella mujer le hacía una mamada a aquella polla y pude notar que quería estar en aquella posición, donde yo estaría chupando esa polla grande gorda y sentir como se corría dentro de mi boca, porque siempre me habían dicho que la leche debía tomarla porque era de gran alimento. Le hice una buena mamada al coño de aquella niña y de mi polla empezó a salir un líquido extraño pero transparente.

En algún momento perdí el control, estaba muy caliente y le metí los dedos en el coño para luego meterle la polla y hacer lo mismo que aprendí viendo aquella noche en la madrugada. A ella le debía gustar mucho porque estaba callada, pero podía notar su cara de placer hasta que llegó el momento del remordimiento, nos vestimos y seguimos jugando para que no notaran aquella picardía que sabíamos que estaba mal, pero fue de mucho morbo para los dos.

El tiempo transcurrió, yo seguía siendo un chico rebelde y deseoso de encontrar eso que tanto quería, pero jamás volvió a ocurrir, pero eso no evitó que yo siguiese oliendo aquella ropa interior con aroma a polla y coño que tanto me excitaba y me hacía unas cuantas pajas al día en aquel cuarto triste.

Un día todos se habían ido de la casa y me habían dejado solo, eso me gustó, pues pensé que llegaría aquel chico y al notar que estábamos solos podría pasar algo, pero no pasó. Eran tantas mis ganas de alimentar aquel morbo, que en un momento de silencio escuche el chorro de una ducha.

Era obvio que no era en casa, pero mi abuelo vivía al lado con mi hermano mayor con el que apenas tenía contacto, él era de una relación anterior de mi mamá. En ese momento podría tener catorce años, así que busqué la forma de subir por la pared del patio que daba al suyo, logré subir como pude y ver el cuerpo desnudo de mi hermano, él no era fuerte, ni tampoco le vi la polla dura, pero sí su cuerpo lampiño con una polla muy delicada, un culo blanco hermoso y un cuerpo atlético.

Sabía que era mi hermano, me sentí mal por espiarle de esa forma, pero me gustó verle duchándose en el patio de su casa, era más fuerte que yo y pude comprender que todos los hombres teníamos cuerpos diferentes independientemente de la edad y que en el algún momento el cuerpo de niño que yo tenía iba a cambiar.

Al cumplir los seis años me echaron del colegio, la señora no me quería más en su casa, yo de igual forma extrañaba a mi madre y sabía que en cada cumpleaños de mi hermana ella venía y lo celebrábamos con una tarta para los dos.

Cuando llegó ese día, mi madre vino como siempre con la tarta que había comprado donde trabajaba en la ciudad de Cali, sabía que nos gustaba mucho, traía pocos regalos, ya que no le alcanzaba para tanto como ella quería, pero lo que nunca pensó era que en ese viaje debía regresarse conmigo, porque ya no tenía cabida en aquella casa. Le sentó fatal porque no tenía un lugar seguro para ella y menos para mí, pero incluso así tuvo que aceptarlo y dejar a mi hermana allí, ya que ella sí tenía colegio y la señora siempre tuvo más apego hacia ella, pero solo porque le servía para que le hiciera los favores que ninguno de sus hijos le hacía.

Cali primeras experiencias sexuales

Me dolió separarme de mi hermana, era para mí la compañía de siempre, sabía que ella también deseaba venirse con nosotros y dejar aquella casa nefasta de gente abusadora. El viaje se me hizo muy largo, esa noche mi madre me tuvo que llevar en sus brazos, porque no le alcanzaba para mi transporte y encima yo llevaba nuestra bolsa de plástico con la ropa. Al llegar a Cali fuimos a una casa donde mi madre vivía con su mejor amiga y su familia.

Allí pude notar que había más niños de mi edad, la casa era más grande y sobre todo que la madre de su mejor amiga también era sastra, pensé que también me iban a encerrar en un cuarto horrible, me puse a llorar, mi madre se enojó y me preguntó: ¿Qué te ocurre? y le dije: ¿Si acá también me iban a meter en un cuarto horrible?, se puso a llorar, me abrazó y pude ver las caras de pesar* de las demás personas, aunque no entendía el porqué.

En el transcurso de los días hice amistad con los chicos de la casa, el hijo de la mejor amiga de mi madre y yo hicimos buena amistad, fuimos muy cómplices en picardías de juegos. He de admitir que hubo unos momentos donde Michael, su primo Wilmar y yo tuvimos ciertos momentos de morbos, pero fueron contados. porque pronto mi madre se trajo a mi hermana y alquiló una habitación en otra parte de la ciudad de Cali.

Un día entrando a la habitación de Michael pude ver cómo su primo Wilmar le estaba follando, esta vez descubrí que dos hombres podían tener sexo. Aunque al principio se escabulleron al ver que entré a la habitación sin avisar, pero después me hicieron cómplice de aquello.

Al entrar pude ver que Michael estaba acostado boca abajo y su primo Wilmar estaba encima de él y era evidente que le estaba penetrando, después de disimular que allí no pasaba nada, me mostraron una revista en la que se podía ver mujeres desnudas y hombres haciendo posiciones, estaba claro que estaban siguiendo al pie de la letra cada postura, Wilmar me dijo que si quería hacerme una paja con ellos, a lo que le respondí con un sí rotundo.

Me pidieron que me la sacara y que me la dejase chupar, pude notar que la mía era más grande que la de ellos y a los dos les gustó mucho, porque Wilmar pidió que se la metiera a Michael primero. Meterla por primera vez en un culo fue molesto, pero luego no pude parar de comer aquel culo rosado y sentir como su culo apretaba mi polla y sentir su polla dura, era obvio que lo disfrutaba, mientras su primo nos veía acostado a un lado tocándosela y a la vez mi polla entrando en aquel culo.

 

Luego pidió que se la metiera yo a él, pero nos asustamos mucho, ya que al sacar mi polla del culo de Michael, había mucha sangre y no sabíamos qué hacer. Michael lloró un poco de lo asustado que estaba, pero le convencimos de que nadie podía saber nada, así que se puso unas medias* y la ropa interior, nos vestimos, salimos de la habitación y nos pusimos a ver la TV. Desde entonces ni hablamos, ni volvimos hacer esas cosas, seguro que no queríamos vivir de nuevo aquella escena, pero fuimos inseparables desde aquel momento.

El tiempo transcurrió y llegó el momento de irnos a nuestra nueva casa, mi madre había alquilado una habitación en casa de una señora que tenía dos hijos, uno de diecisiete y otro de dos años.

En este sitio mi madre nos metió al colegio, mi hermana vino de Zarzal y allí empezamos a tener una vida más tranquila y normal. Mientras mamá trabajaba todo el día, nosotros íbamos al colegio, nos quedábamos solos en casa y veíamos la TV con la señora María.

Un día mi hermana se marchó con la señora María a hacer una vuelta* al centro de la ciudad, su hijo de diecisiete y yo nos quedamos solos en casa, el chico siempre estaba en su habitación haciendo sus cosas, pero esa tarde salió en ropa interior y pude ver que tenía la polla dura, me dijo que, si quería jugar a la Nintendo, yo no tenía claro que era eso, pero si era para jugar, era muy tentador y dije que sí.

Al entrar, pude notar que su habitación era agradable, allí tenía su cama, TV y unos controles que supuse eran del juego. Él empezó a explicarme de qué se trataba el juego, recuerdo que eran unos tanques, que tenían que ir derribando unos ladrillos y otros tanques enemigos. Estaba encantado de aprender a jugar y llegó el momento de tomar el control, pero no tenía ni idea de cómo hacerlo, así que el chico me dijo que me enseñaba. Me sentó entre sus piernas abiertas y pude notar en mi culo que su polla estaba dura y mientras cogía mis manos se pegaba más y más cada vez, yo no ponía ninguna resistencia, me gustaba y mucho.

Hubo un momento en el que el chico me dijo: “¿Has notado cómo se mueve mi polla?”. Le respondí que sí y me respondió: “¿Te gustaría verla?”. Y asentí con mi cabeza. Cuando la sacó, pude ver que era bastante grande, gorda y el capullo resaltaba bastante y tuve una erección. Él pudo notar que me gustaba, así que me dijo que, si se la chupaba, él me enseñaría a jugar bien a la Nintendo.

Lógicamente, como ya había visto cómo esa chica se chupaba la polla de aquel tío y como también vi algo de lo que Michael y Wilmar me enseñaron, esta vez lo quería hacer yo.

Sabía que no tenía experiencia, pero no lo debí hacer tan mal, porque el chico empezó a gemir poco a poco y sentí que era placer, me gustaba tener esa sensación de tener su polla dura en mi boca, chupar ese capullo fue muy rico, pude sentir cómo su polla se corría en mi boca y sentir la leche caliente, que al principio fue desagradable, pero al final me acostumbré a su olor y sabor y me la tragué por completo, hasta dejársela limpia, poco a poco fui viendo como regresaba a ponerse blanda.

Desde ese momento empezó una complicidad entre los dos, yo cada vez después de llegar del colegio y hacer mis tareas me iba a su habitación solo para mamársela, ya el juego no me importaba nada, me daba más placer jugar con su polla y dejar que él me metiera sus dedos en mi culo y aunque al principio me dolía, luego entraban con mucha facilidad, quizás porque me gustó, o porque ya estaba dando señales de tener un buen culo para que me lo follaran.

Una vez estando solo, me dijo que si quería hacer algo y le dije que sí. Ellos tenían una perra llamada Katy, no sabía bien que pasaría, pero lo que vi luego fue aún mucho más morboso. Su perra quizás estaba ya acostumbrada porque la noté muy tranquila, pude ver que él se puso un plástico en la polla, le puso saliva y al coño de la perra también y poco a poco vi como su polla entraba en aquel coño y su perra ni se mosqueaba, luego se la folló de una manera que la perra empezó a hacer unos chillidos extraños.

Luego le puso un plástico a la mía y me dijo que hiciera lo mismo y lo hice. Y mientras me follaba a aquella perra, él se masturbaba para luego correrse entre mi polla y el coño de su perra. Después me dijo que parara. Al sacársela vi como la perra se lamía el coño y a la vez su leche, eso para mí fue muy morboso.

Así transcurrió un tiempo, yo seguí entrado a su habitación, hasta que un día su madre le pidió a mi madre que nos teníamos que ir de allí. Seguro que su madre sospechaba algo, pero aun así no hubo problema, ya que yo nunca dije nada, porque era evidente que estaba encantado de chupar aquella polla. Mi madre encontró otra habitación en casa de una familia conocida, allí teníamos una habitación pequeña y esta vez estábamos con chicos de nuestra edad.

Era una familia estructurada, de dos mujeres y un hombre con sus padres mayores y tres nietos, eran dos varones y una chica, nos hicimos muy buenos amigos, también con otros chicos de la misma cuadra, recuerdo que enfrente teníamos una cancha donde podíamos jugar tranquilamente con mis amigos, es decir que por primera vez me sentía niño y a gusto.

Kelly era la nieta de la dueña de la casa donde vivíamos y recuerdo que era muy caprichosa, yo le gustaba porque siempre quería estar a mi lado, acostumbrábamos todos los chicos a jugar al padre y a la madre, ella siempre escogía ser la madre y me elegía para que yo fuese el padre. Es decir, que como desde muy pequeño, a la edad de siete años, empecé a hacerme pajas, tenía una polla bastante desarrollada para un chico de esa edad y como Kelly lo sabía, por eso siempre me elegía a mí para ser el padre de aquel juego.

Siempre que jugábamos terminábamos “haciendo el amor¨, me acuerdo que la primera vez que Kelly vio mi polla fue en la terraza de la casa, allí había dos grandes perros y en las noches siempre estaba vacía y oscura, entonces yo aprovechaba para subir y hacerme mi paja todas las noches.

Un día, ella por la curiosidad de verme subir a allí, me siguió y pudo notar que unos de los perros, mientras yo me hacía la paja, me lamía el capullo con esa lengua carrasposa que me hacía sentir tanto placer, con lo cual ella salió de su escondite y al vérmela quedó encantada, entonces espantó al perro, me limpió la polla con agua y siguió haciéndolo ella.

Cabe decir que en aquel entonces ya sabía perfectamente qué podía hacer, así que la tiré al suelo y se la empecé a meter, a ella le dolió y empezó a sangrar, eso fue porque le había robado su virginidad, pero aun así, ella quería que siguiese y no paré. Fue allí donde empezó una gran complicidad entre los dos, por eso siempre aceptaba ser el padre.

Como cada vez que jugábamos, todos nuestros amigos sabían que como buenos padres hacíamos el amor, se habían convertido en nuestros cómplices porque podían escuchar a Kelly gemir cada vez que se subía en mi polla y eso seguro que a todos les gustaba, por eso nunca les decían nada a nuestros padres.

Una vez Kelly se enfureció mucho. Recuerdo que era una tarde y todos los mayores estaban echando la siesta, yo estaba jugando con su primo William y en un momento nos metimos al baño y él me pidió que le mostrara la polla, yo no tuve ninguna objeción y empezamos a hacernos una paja, por primera vez a William le chupaban la polla, yo se lo hice aunque no me gustó, porque era muy pequeña, pero deseaba ver su cara de placer, en un instante alguien tocó la puerta y era Kelly, seguro había visto cuando entramos al baño y se puso muy furiosa porque no le quería abrir la puerta, así que subió a donde sus abuelos y les contó que nosotros estábamos en el baño.

Como excusa dije que estábamos orinando, porque estábamos jugando con agua y Willi no alcanzaba a subir a su casa, cosa que él confirmó. Kelly, envidiosa como siempre, estaba molestándonos, era lógico que yo no quería que nos viera la polla. Desde entonces Kelly fue enemiga pública de los dos, pues ella sabía que había pasado algo más, pero no podía decir nada porque ella era la más perjudicada, pero siguió el hostigamiento hacia ambos.

Un día Kelly quiso jugar de nuevo a la mamá y al papá y como era costumbre quería que yo fuese el padre, pero esta vez me negué, eso desató su ira y decidió contarle a su madre que William estaba masturbándose conmigo en el baño y que yo le había chupado la polla, su madre lo comentó con su familia y decidieron hablar con mi madre. Eso hizo que mi madre me pegara de una forma, que incluso ellos se apiadaron de mí, incluso le pidieron que parara. Unos días después decidieron decirle a mi madre que desocupáramos la habitación que nos tenían alquilada y como me querían mucho, le propusieron a mi madre que, si ella quería, ellos me podrían adoptar y así tener un mejor futuro, ella aceptó y al otro día se fue a la habitación que había alquilado en la cuadra siguiente.

Pero yo esta vez no podía permitir que mi madre me dejase de nuevo en un hogar al que yo no pertenecía, así que al día siguiente me puse histérico y empecé a insultarles a todos, quedaron muy decepcionados y me regresaron con mi madre, saliéndome con la mía, eso sí, mi madre no lo tomó nada bien, así que de nuevo me castigó y me dejó encerrado en aquel cuarto nuevo que había alquilado.

Unos días después todos seguíamos en nuestra rutina, del colegio a la casa y de la casa al colegio. Era muy aburrido, pues allí en esa casa no tenía cómplices, el hijo de la dueña de la casa era un adolescente malo y siempre nos estaba tratando mal, humillándonos y le odiaba. Así que fui un chico bueno pero triste, pues siempre estaba queriendo algo mejor para mí.

Durante un año vivimos en esa casa, a mi madre la situación le rebasó, se volvió agresiva, vulgar y sobre todo se mantenía muy estresada. Tenía una pareja, pero era un bueno para nada, no tenía carácter, tenía tres hijos a los que yo detestaba, ya que eran imposibles y no los quería como familia.

Pasado el año, a mi madre le entregaron una casa, que recibió como subsidio de vivienda. Por fin íbamos a ser felices, pues era nuestro sueño, tener una casa propia.

Nuestra casa estaba al oriente de la ciudad de Cali, en un barrio llamado Remansos de Comfandi y allí emprendimos nuestro gran sueño, aunque bastante lejos como lugar para vivir.