Loe raamatut: «Un buen viaje»
UN BUEN VIAJE
Biblioteca Javier Coy d’estudis nord-americans
Directora
Carme Manuel
UN BUEN VIAJE
Simon Ortiz
Traducción y edición
Márgara Averbach
Universitat de València
Un buen viaje
© Simon Ortiz
© Traducción y edición, Márgara Averbach
1ª edición de 2014
Reservados todos los derechos Prohibida
su reproducción total o parcial
ISBN: 978-84-9134-157-4
Imagen de la portada: Sophia de Vera Höltz
Fotografías interior: Márgara Averbach
Diseño de la cubierta: Celso Hernández de la Figuera
Publicacions de la Universitat de València
Índice
Introducción
Prefacio de Simón Ortiz
De una entrevista
A GOOD JOURNEY / UN BUEN VIAJE
TELLING / CONTAR
Telling about Coyote
Contar sobre Coyote
They come around, the wolves and Coyote and Crow too
Vienen los lobos…, y Coyote y Cuervo también
Hesperus Camp, June 13th, 1971
Campamento Hesperus, 13 de junio, 1971
Brothers and friends
Hermanos y amigos
A San Diego poem, January/February, 1973
Un poema de San Diego, enero/febrero, 1973
Under Los Angeles International Airport
Bajo el Aeropuerto Internacional de Los Angeles
Survival this way
Sobrevivir así
Like myself, the source of these narratives is my home. Sometimes my father tells them, sometimes my mother, sometimes even the storyteller himself tells them
Como yo mismo, la fuente de estas narraciones es mi casa A veces, las cuenta mi padre, a veces mi madre, a veces las cuenta hasta el narrador en persona
And another one
Y otra
How to make a good chilistew—this one on July 16, a Saturday, Indian, 1971
Cómo hacer un buen guiso de chile, este, el 16 de Julio, sábado, 1971 indio
And there is always one more story. My mother was telling this one. It must be an old story but this time she heard a woman telling it at one of those Sunday meetings. The woman was telling about her grandson who was telling the story which was told to him by somebody else. All these voices telling the story, including the voices in the story – yes, it must be an old one
Y siempre hay una historia más. Esta me la contaba mi madre. Seguramente es una historia vieja pero esa vez ella oyó que la contaba una mujer en una de esas reuniones domingueras. La mujer contaba algo sobre su nieto que contaba la historia que le había contado otro. Todas esas voces que cuentan la historia, incluyendo las voces dentro de la historia: sí, seguramente es una historia vieja
NOTES FOR MY CHILD / NOTAS PARA MIS HIJOS
Grand Canyon Christmas Eve, 1969
Nochebuena, 1969, Gran Cañón
My children
Mis hijos
Speaking
Hablar
The magical thing
Esa cosa mágica
Notes for my child
Notas para mi hija
Earth and rain, the plants and sun
Tierra y lluvia, las plantas y sol
Pout
Puchero
Burning river
Río en llamas
A morning prayer and advice for a rainbow daughter
Una plegaria y consejo matinales para una hija arco iris
Canyon De Chelly
Cañón De Chelly
Baby bird prayers for my children, Raho and Rainy
Plegarias de pichones para mis hijos, Raho y Rainy
Between Albuquerque and Santa Fe
Entre Albuquerque y Santa Fe
A birthday kid poem
Un poema para el cumpleaños de un chico
HOW MUCH HE REMEMBERED / CUÁNTO RECORDABA
Woman, this Indian woman
Mujer, esta mujer india
Watching Salmon jump
Mirar saltar a Salmón
Some Indians at a party
Indios en una fiesta
Places we have been
Lugares a los que fuimos
How much Coyote remembered
Cuanto recordaba Coyote
Morning by a lakeside in Marion County, S. C. spring 1970
Mañana junto al lago en el condado Marion, S. C. primavera 1970
Woman dreamer, slender oak woman
Soñadora: delgada mujer roble
Apache love
Amor apache
Her story about saving herself
La historia que contó ella sobre salvarse a sí misma
Two Coyote ones
Dos de Coyote
WILL COME FORTH IN TONGUES AND FURY / VENDRÁN EN LENGUAS Y FURIA
A designated national park
Una zona designada parque nacional
Long House Valley poem
Poema del Valle Long House
Blessings
Bendiciones
Irish poets on Saturday and an Indian
Poetas irlandeses el sábado y un indio
Ten o’clock news in the American Midwest
Noticias de las diez en el Medio Oeste estadounidense
Grants to Gallup, New Mexico
De Grants a Gallup, Nuevo México
The following words are for a white friend who I was telling about the time, day before New Year’s 1972, that I helped a Jemez man off the pavement where he had fallen. The words, also, for that Jemez and for me
Las palabras que sigue son para un amigo blanco al que yo le estaba contando sobre esa vez, un día antes del Año Nuevo de 1972, en que ayudé a un jemez a levantarse de la calle donde se había caído. Las palabras son también para ese jemez y para mí
“And the land is just as dry,” line from a song by Peter Lafarge
“Y la tierra sigue tan seca como antes,” verso de una canción de Peter Lafarge
Vision shadows
Sombras de visiones
Heyaashi Guutah
Heyaashi Guutah
Time to kill in Gallup
Tiempo de matar en Gallup
For our brothers: Blue Jay, Gold Finch, Flicker, Squirrel
Para nuestros hermanos Urraca, Pinzón Dorado, Pájaro Carpintero, Ardilla
“The State’s claim that it seeks in no way to deprive Indians of their rightful share of water, but only to define that share, falls on deaf ears,” an April, 1974 editorial comment in the Albuquerque Journal
“Cayó en oídos sordos la afirmación del Estado según la cual de ninguna manera se pretende privar a los indios de la parte que les corresponde del agua: solamente se está intentando definir esa parte,” comentario editorial en el diario Albuquerque Journal en abril de 1974
I TELL YOU NOW / TE CUENTO AHORA
Waking
Despertar
My father singing
Mi padre cuando canta
This occurs to me
Me pasa esto
Uncle Jose
Tío José
That time
Esa vez
When it was taking place
Cuando estaba pasando
Poems from the Veterans Hospital
Poemas desde el Hospital de Veteranos
Along the Arkansas River
A lo largo del río Arkansas
Looking, looping
Mirando, mirando
For a Taos man heading south
Para un hombre de Taos que va al sur
I tell you now
Te digo ahora
Introducción
Márgara Averbach
En 2010, cuando Simon Ortiz y yo estábamos en el simposio NALS (Native American Literature Symposium), que se llevó a cabo en el hotel-casino Isleta Pueblo en Albuquerque, Nuevo México, le hice una larga entrevista. Quiero citar partes de esa conversación (traducida, claro está) y relacionarlas con Un buen viaje. Las relaciones son constantes y de ese modo, esta introducción sigue poniendo en el centro de todo la palabra de Ortiz.
Antes que nada, necesito hacer una aclaración sobre la entrevista misma. Hace años que soy traductora y doctora en Letras. Mi doctorado y después mis investigaciones en el marco de la Universidad de Buenos Aires estuvieron dedicados a la literatura en inglés escrita por autores amerindios de los Estados Unidos. Mi familia, como decía Jorge Luis Borges, vino “de los barcos” a la Argentina. Aprendí lo que sé de las culturas amerindias estadounidenses a través de los libros, el estudio y los viajes. Por lo tanto, la lectura que puedo hacer de estos poemas es la lectura de alguien que no pertenece al pueblo ácoma de Simon Ortiz y eso se nota en la entrevista. Como muchas otras personas de cultura occidental, soy impaciente y por otra parte, no hago entrevistas con frecuencia. Cuando quise pasarla al papel y la escuché de nuevo, y después cuando la traduje, me di cuenta de que no era una buena entrevista: cada vez que Ortiz hacía un silencio para pensar una respuesta (y es hombre de silencios largos), yo lo interrumpía tratando de completar la frase que él había dejado apoyada en el aire. Creo que eso dice mucho de mí y mucho de él. El silencio es importante. A mí, me cuesta reconocerlo. El problema es individual pero también cultural: vivo en un mundo más urbano que rural, con una concepción rápida y lineal del tiempo y cierto miedo al espacio vacío, al estar callado.
Las palabras de Ortiz son de él solamente. Quiero apelar a ellas para explicar en parte lo que veo en Un buen viaje a través de la poética del autor. Es un libro extraño en el que se cruzan y vuelven a cruzarse los tipos de texto que las culturas europeas llaman “poesía” y “prosa,” incluso dentro del mismo poema. El cruce, la mezcla, es una de las características de la obra de Simon Ortiz, que construye sus obras con una fluidez constante capaz de combinar géneros y formas que la literatura occidental separa terminantemente. La prosa y la poesía son, en realidad, dos herramientas semejantes y Ortiz las utiliza para destruir cuidadosamente los pares binarios básicos que forman la base de las culturas occidentales, pares opuestos como vida versus muerte (en “Contar sobre Coyote,” el primer poema del libro, donde, como acostumbra, Coyote muere pero “va a volver”); civilización versus barbarie (en “Para nuestros hermanos: Urraca, Pinzón Dorado, Pájaro Carpintero, Ardilla,” por ejemplo, Ortiz mira la supuesta “civilización” blanca con furia frente a la destrucción que deja a su paso en una ruta cualquiera); ser humano versus resto de la naturaleza (toda la poesía de este libro afirma que los árboles, los animales, los ríos, las montañas son parientes de los seres humanos, parientes de sangre a los que debemos respeto y cuidado).
La traducción, cualquier traducción, exige una lectura profundamente atenta. En el caso de la traducción literaria, esa atención debe ponerse tanto en lo que se dice como en la manera de decirlo. Tal vez no haya forma más intensa de acercarse a un texto original que a través de una traducción. Para traducir poemas, hay que tratar de sentir y entender las raíces hondas de la poesía del original (las dos cosas al mismo tiempo, sin separarlas como hace el par binario occidental razón versus emoción), para después intentar reproducirlas en otro código.
Uno de los elementos claves es el ritmo. El de Ortiz se construye palabra a palabra y varía mucho de poema en poema; a veces, dentro del mismo texto. En general, se trata de ritmos cercanos a los del lenguaje hablado, sobre todo el de la narración oral. En Un buen viaje, hay poemas que son historias contadas en voz alta, por ejemplo todos los que cuentan hechos de Coyote o Pehrru, que es según Ortiz es y no es Coyote (aquí, de nuevo, está presente la fluidez de significado). Pero además, hay otros poemas que son completamente distintos. Algunos tienen un ritmo cercano a la poesía vanguardista el siglo XX. En ellos, las palabras se combinan en un compás complejo y compacto que transmite imágenes y sensaciones lejanas, entretejidas para crear algo nuevo: un buen ejemplo es “Nochebuena 1969, Gran Cañón” en el que Ortiz compone una sinfonía en la que el ritmo se acerca y se aleja del habla mediante un uso muy pensado de lo telegráfico, la falta de puntuación y oraciones que pasan de ese lenguaje acortado a uno bruscamente fluido y bellísimo, totalmente lógico.
La de Ortiz es una poesía mestiza que lo abarca todo. Todo es poesía en Un buen viaje, desde un sentimiento hasta una receta de cocina. Cuando toma hechos o textos cotidianos como una receta, Ortiz los convierte en lugares estratégicos desde los cuales es posible leer el mundo y entenderlo como uno solo. Esto es así tanto en el poema sobre Nochebuena como en “Cómo hacer un buen guiso de chile,” poema complejísimo en el que prosa y verso se potencian entre sí, además de conversar con el poema anterior a través de las páginas.
Así, el libro no es una colección de poemas: todos los textos se miran y se comunican, tienden puentes, se abren a otros. Tal vez los dos primeros puentes a nombrar sean el ácoma y la tierra de la que proviene. En Un buen viaje, el ácoma toma al inglés del colonizador como lengua y como sistema de pensamiento lo cambia desde abajo. Aunque el inglés sea el idioma dominante en el libro, Ortiz agrega oraciones enteras en ácoma y a veces, las explica más tarde, implícita o explícitamente. En muchos casos, tanto el ácoma como el castellano cambian las formas del inglés, las mestizan (al fin y al cabo, Simon Ortiz es de Nuevo México y la influencia de los españoles es parte de su vida y por lo tanto, de su poesía). Ácoma, la tierra del poeta, está presente en todos y cada uno de los poemas: en este libro y en toda la obra de Ortiz, es personaje central del viaje poético.
Otro de los puentes que une a los poemas unos con otros, establece la charla entre ellos, es el claro enfrentamiento entre las visiones blanca y ácoma del mundo. La oposición aparece en gran parte de los poemas, por ejemplo en los versos del anteúltimo poema del libro, “8:50 AM FT. HV LYONS,” sobre un Hospital de Veteranos: “Aquí en el HV, por lo menos,/ los Estados Unidos alimentan bien a los hombres/ que han arrastrado a la locura”; o en “Notas para mi hija,” cuando el poeta espera el nacimiento del bebé y tiene un diálogo con una mujer, personal administrativo del hospital: “Una muchacha me pregunta: /“¿Es usted la persona responsable?”/Yo digo: “Sí.” /Quiere decir dinero, por supuesto./ ¿Quién va a pagar?/ Yo quiero decir que soy el padre/ del bebé que trae vida /y continuidad.” En ese breve diálogo, la cultura blanca estadounidense está dominada por el dinero; la india, en cambio, por la idea de continuidad, de tiempo circular, de vida.
Así que Un buen viaje es lo que dice su título: un único viaje en diferentes poemas, historias, voces, ritmos. Un viaje hacia una idea holística de la Tierra y de la humanidad que la habita, contado en historias enraizadas en Nuevo México, en Ácoma. Y todos esos temas y herramientas están en la voz de Simon Ortiz cuando contesta las preguntas que le hago y también en su silencio cuando deja de hablar para pensar lo que está por decir. Incluso, cuando tolera que yo lo interrumpa. Los fragmentos que cito a continuación enriquecen la lectura de los poemas y explican en una lengua más coloquial la poética de Ortiz, lo que quiere hacer cuando escribe.
CULTURA MESTIZA, CULTURA DOBLE
Al comienzo de la entrevista y después, casi al final, hablamos sobre la infancia de Ortiz en Ácoma, donde vive rodeado por varias culturas en pugna (la mexicana, la india, la WASP, la negra). Hablamos sobre el hospital donde nació y sobre la escuela de pupilos a la que tuvo que ir durante un tiempo. En esa parte de la entrevista, aparecen los temas de la superposición de culturas y la educación forzada, es decir, el tema esencial de la colonización. Ya en este fragmento puede verse la costumbre de Simon de decir ciertas palabras en ácoma (cuando la idea no puede expresarse en inglés) y después explicarlas para mí, como hace en muchos de los poemas de Un buen viaje.
Averbach: Cuando obligaron a los chicos indios a ir la escuela… ¿Los padres quisieron mandarlos o no?
Ortiz: Fue forzado, en otras palabras: era más fácil que uno…, a ver, ¿cómo se dice?, tuviera acceso a algún servicio si hacía las cosas de la manera en que quería el Gobierno Federal, usted sabe, la manera estadounidense, y sí, por lo tanto puede decirse que, en ese sentido, el pueblo estuvo forzado a hacer eso. Los “persuadieron” pero la fuerza era la influencia del Gobierno Federal.
A: ¿Y qué hizo la comunidad en todo esto? Porque la comunidad sigue ahí.
O: No, en realidad, la comunidad quedó afectada, no por el gobierno de los Estados Unidos sino por…, por europeos…, europeos como los españoles. Los españoles que estaban aquí muy temprano, alrededor del 1500, 1539… y después, claro está, Juan de Oñata fue el primer gobernador colonial oficial en 1598, 99 cuando se presentó México…, oficialmente, y se impuso a la comunidad pueblo. Y así, la fuerza del control gubernamental, la fuerza de la gobernación, empezó a ser verdaderamente importante. Y fue más la influencia europea que la influencia tradicional. Aunque es cierto que hubo funcionarios que nombraron las comunidades pueblos, el sistema de gobierno estaba tan influenciado por la forma europea, española que las formas tradicionales ya no…, a ver, ya no existían abiertamente. Seguía habiendo gobierno…, diría que todavía hay gobierno hoy, como entre los ácomas que son como…, ah, jefes de territorio o capataces de territorio, cuidan las tierras, usted ya sabe… Eso seguía, sigue…
(Silencio)
A: …ahí…
O: …en la práctica. Seguía, sigue en la práctica, creo, en la mayor parte de los pueblos, como los conservadores de Ácoma, en otras palabras, los conservadores tradicionales, usted sabe, sigue ahí el… (dice algo en ácoma), el sistema, quiero decir la forma de gobierno nativo o tradicional, pero además hay un gobernador y un primer funcionario, un segundo funcionario, y un Consejo, que es una forma de la influencia del poder español… Y entonces, en 1851, empezó el Gobierno Federal, quiero decir, reemplazaron a los españoles y reconocieron esa forma que ya estaba ahí y lo único que hicieron fue cambiarla un poco…
A: Se pasaron el poder, entonces, así no más.
O: Sí…, sí…
Las influencias española y católica aparecen con frecuencia en la poesía de Ortiz, aquí y en otros libros. Esas superposiciones culturales son parte de su temática y también la idea de que lo tradicional sobrevive, a pesar de todo. Por eso, en su obra, hay dos educaciones: una tradicional y una que se adapta al mundo “estadounidense” y se desarrolla como puede en instituciones totales como los hospitales y las escuelas. Esa convivencia difícil aparece en el fragmento de la entrevista que cito a continuación. Simon cuenta cómo, a nivel familiar, la tradición sigue transmitiéndose de padres a hijos. Cuenta cómo la recibió él de chico y cómo la pasó a sus propios hijos más adelante. En Un buen viaje, toda la sección “Notas para mis hijos” está dedicada a esa otra forma de transmisión cultural.
O: Fui a la escuela a los seis años, en 1947…, seis años era cuando se empezaba en 1947… Y fue como que seguí todo el tiempo la Ley Nacional de Educación…, usted me entiende, uno estaba en la escuela desde los siete o los seis hasta los dieciséis… Y eso era obligatorio, uno lo que hacía era más o menos obedecer la ley…, porque tenía que hacerlo, sí.
A: Y al mismo tiempo, usted recibía la otra educación, en casa. La tradicional…
O: Bueno, tradicional, sí, lenguaje, claro, influencia tradicional de los padres, tradicional, conocimiento ritual y ceremonial, formas tradicionales de plantar…
A: … como en el poema sobre su padre… (Me refiero a “La canción de mi padre,” que no pertenece a este libro).
O:…, sí, comportamiento tradicional, responsabilidad, relaciones entre hijos y padres, y el conocimiento tradicional de las relaciones en el clan… Yo nací en el Clan del Águila… (en Ácoma); un clan que es realmente grande. Mi madre venía de una familia de siete hermanas. Mi abuelo… (dice el nombre en ácoma) y mi abuela, su esposa, tuvo siete hijas, y así… Todos tenían familias grandes. Mi madre tuvo…, ¿cuántos?, siete hijos. Yo tuve tres hermanas mayores y dos hermanas menores.
A: ¿Usted era el único varón?
O: No, no, y dos hermanos varones. Mis hermanas mayores tenían otro padre y ese padre había muerto. Y así, cuando alrededor de 1939, ella conoció…, cuando mi madre conoció a mi padre, él era, claro, de otro clan, era de… (dice el nombre del clan en ácoma), y entonces, ella se casó y nací yo…, así que soy el hijo que está en el medio… En ese entonces, el sistema de conocimiento era tradicional en términos de la visión del mundo de... (en ácoma). Esa era la vida que uno conocía de todos modos y fuera de la escuela y fuera, fuera de la práctica religiosa de los estadounidenses que era el catolicismo.
A: Ah, sí, yo también vengo de un país de influencia católica…
O: El catolicismo vino con los españoles, y llegó hace tiempo, en el 1500. Cuando llegaron los primeros españoles… ¿Se da cuenta? La religión, la doctrina cristiana era realmente parte del colonialismo. Eso es lo que me parece tan loco personalmente. Porque la creencia en el Cristianismo sigue siendo una forma de control.
Hay en Simon una conciencia muy clara sobre la forma en que los europeos usaron la religión como control. El tema reaparece en varios de los poemas de Un buen viaje, desde el dolor del poeta cuando lo llevan a la escuela católica en “Entre Albuquerque y Santa Fe” (donde el chico que va a quedarse como pupilo se desmaya de miedo en su primera misa), hasta la expulsión del cura en “Te digo ahora” (donde se muestran tanto la presión católica sobre los indios como la resistencia de las comunidades): “Me gusta la historia sobre cómo el pueblo le puso esposas al cura católico, lo llevó hasta el final de la aldea y le dijo que no volviera nunca.” Ese suele ser el camino: primero el dolor de la colonización, después la resistencia. Pero para llegar a la resistencia es esencial la conciencia del rol de ciertas instituciones en la colonización, otro tópico en las literaturas amerindias en autores como Leslie Silko, Louise Erdrich, Linda Hogan, Gordon Henry, Anita Endreeze y otros.
Entre esas instituciones, la escuela tiene un lugar especial tanto en Simon Ortiz como en otros autores amerindios de los Estados Unidos. En el siguiente fragmento de la entrevista, se ven con claridad la existencia de “dos educaciones” (la tradicional, en la Reservación, y la occidental, en la escuela) y la tensión entre ellas, una dominante y legal (hasta obligatoria), la otra ilegal y subterránea.
O: …el sistema de creencias religiosas está sorprendentemente intacto pero varía de pueblo en pueblo, y como, usted ya sabe, Ácoma es, como ya dije antes, muy conservadora en lo tradicional…
(Silencio)
A: Así que pudieron mantener eso… Mantener… la religión de alguna forma…
O: En secreto… Bajo tierra. Por debajo de la superficie. Esa es la única forma. Y sin permitir ninguna participación de nadie de afuera. Es decir, de afuera de nuestra tribu pueblo. Y hasta en los pueblos que están algo mezclados, a veces uno… Así que es esquizofrénico tres, cuatro veces, incluso… ya sabe, todos hacen esas interpretaciones y superponen el cristianismo y el protestantismo…, hay mezcla y confusión y ambigüedad. Así que crecer dentro…, dentro de lo estadounidense y también de lo indio y de lo ácoma, ya sabe, todo eso estaba ahí, y eso puede sacarle mucho poder a uno. Porque a veces uno sí sabe lo que…, lo que…
(Silencio)
A: …lo que es…
O: …lo que… es uno. Y después, claro, los pueblos empiezan a pensarse a sí mismos. Bueno, ya sabe, lo pan-indio. ¿Es una palabra que usted conoc…?
A: Sí, sí, panindianismo.
O: En otras palabras, verse a uno mismo como uno de muchos, muchos otros, muchas, muchas tribus. Ese era el tipo de situación a la que se enfrentaba uno cuando iba…, cuando lo mandaban a la escuela de pupilos, distinta de… ya sabe usted, el sistema escolar en casa…
A: Sí, sí, como Carlyle …
O: Bueno, Carlyle fue solamente una parte del asunto, pero el sistema escolar local para indios para nosotros fue la Escuela India de Albuquerque, la escuela india de Phoenix, después, por supuesto, el sistema de escuela de día que también fue un sistema escolar para indios. Pero el sistema de escuelas de pupilos después de séptimo grado fue de dos tipos: las del Gobierno Federal y las de las Misiones, el Sistema de Escuelas Católicas de Pupilos. Ya me entiende: St. Catherine’s y ese fue el lugar al que fui yo hasta… séptimo grado…
A: Así que después de cierta edad se ponía peor porque uno no se iba a casa después de clases…
O: No, no se podía volver. Se podía si uno tenía dinero, si la familia lo tenía porque había que pagar el transporte… Así que uno creía en ese tipo de individualismo en el que uno podía hacer lo que quería. Porque eso es lo que los estadounidenses…
(Silencio)
A: …enseñan…
O: …alientan a hacer en la escuela. A uno lo educaban para que se “realizara,” llegara a alguna parte. Pero después venía la parte nativa, lo que decían los mayores. Es decir: uno iba a la escuela para ayudar a su pueblo. Para hacer que esa educación fuera relevante. Y así, nosotros crecimos con eso también…, claro, pero uno aceptaba ese sistema educacional, ya sabe, el BIA, desde el jardín de infantes a la escuela secundaria, sin ningún tipo de valor, ya sabe usted, ¿qué…? Quiero decir…, los padres se veían frente a un dilema verdadero… Y los abuelos se veían frente a un dilema real…, podían decir que No y listo, usted entiende, No vayas, no tiene sentido, y muchas personas daban dos tipos de consejos, ya sabe, como No queremos que recibas la influencia de esas malas formas de hacer…, claro que lo que se estaba implicando era que la manera de hacer las cosas de los estadounidenses era una de las malas maneras, las malas influencias, porque rompía la unidad, la integridad, la solidez de la comunidad, de la familia, porque para nosotros, eso siempre está primero. (Dice algo en ácoma). Eso es lo que somos primero… (en ácoma), ya sabe usted: la tierra de uno, la creencia de uno o la cultura de uno, y la… (en ácoma), que quiere decir, la “comunidad.” Y uno creía eso así que cuando uno iba a la escuela a veces sentía que los estaba traicionando, usted sabe, que uno estaba aprendiendo esas otras cosas, ya sabe, uno estaba aprendiendo el individualismo, y que lo estaba haciendo… porque, porque era algo que había elegido hacer. Si uno sacaba buenas notas en la escuela…, tantas veces en lo personal yo sentí…, quiero decir, yo era bueno en el estudio, pero después sentía: ¿Por qué soy tan bueno en el estudio? Usted sabe… Ser bueno en el estudio significa que uno está de acuerdo con el estudio y que está haciendo las cosas según las leyes de la Escuela India, o el director de la Escuela India de Pupilos o las monjas de la Escuela India de St. Catherine y que uno es parte de la Misión Católica, salvar al indio que era uno (se ríe). Ese tipo de cosa.
Y así uno se sentía, quiero decir, como mi hermana Rachel, me acuerdo, no hace tanto, hablábamos de eso y ella dijo, cuando las monjas nos decían que nuestras creencias y los dioses y las kachinas y las ceremonias, lo que hacen en la kiva, que todo eso estaba mal, que eran cosas del diablo, eso era… a ver, yo amo a mi abuelo… (dice algo en ácoma), y él era la cabeza de todo eso. Y yo sabía que él no era el diablo. No podía ser el diablo: era un gran hombre, un hombre bueno, siempre nos dio lo que necesitábamos, nosotros y sus hijas. Trabajaba duro, y todos lo querían mucho. Y así, ¿qué se hacía?
Ese lugar difícil entre dos culturas se plantea muchas veces en los poemas de Un buen viaje. En general, Ortiz lo presenta desde un lugar en el que el poeta ya no está entre los dos mundos: ha elegido lo ácoma, aunque acepte ir a un hospital para tener un hijo. Es eso lo que subyace en el poema sobre el nacimiento: a pesar de que tanto la muchacha de administración como él hablan inglés, es como si hablaran dos idiomas diferentes aunque el único consciente de esa diferencia sea el poeta.