Hipócrates sobre la naturaleza del hombre

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Hipócrates sobre la naturaleza del hombre
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Para Pablo Vial Illanes




© Álvaro Pizarro Herrmann, 2021

HIPÓCRATES SOBRE LA NATURALEZA DEL HOMBRE Estudio introductorio, traducción y notas

Registro de Propiedad Intelectual Nº 2021-A-3194

ISBN edición impresa: 978-956-17-0931-7

ISBN edición digital: 978-956-17-0946-1

Derechos Reservados

Ediciones Universitarias de Valparaíso

Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

Calle Doce de Febrero 21, Valparaíso

Teléfono 32 227 3902

Correo electrónico: euvsa@pucv.cl

www.euv.cl

Diseño: Alejandra Salinas C.

Corrección: Aldo Espina A.

HECHO EN CHILE

Índice

Prólogo de Oscar Velásquez

Prefacio

Abreviaturas

Introducción

1. Filosofía y medicina

2. Sobre el concepto de naturaleza en el Corpus Hippocraticum

3. El problema de las hipótesis especulativas en filosofía

I. La crítica a la filosofía en Sobre la naturaleza del hombre

1. La crítica a Diógenes de Apolonia

1.1. El argumento sobre el dolor

1.2. La crítica a los médicos que sostienen que el hombre está compuesto de un solo humor

1.3. La descripción de los elementos

1.4. El argumento sobre la generación

1.5. La descripción de los vasos sanguíneos

2. La crítica a Meliso

2.1. La crítica a la posibilidad del dolor

2.2. El argumento sobre el cambio

2.3. El argumento sobre la generación

3. La polémica entre Diógenes de Apolonia y Meliso

3.1. El problema del Ser y el cambio

3.2. Diógenes de Apolonia y Meliso: la crítica al pluralismo

3.3. La lógica del eleata

3.4. El verdadero rival: Diógenes de Apolonia

4. La influencia de Empédocles

4.1. El modelo de los cuatro elementos

4.2. Diferencias y semejanzas con Empédocles

II. La teoría de los humores

1. Antecedentes de la teoría de los humores

2. Los humores en el Corpus Hippocraticum

3. Características de los humores

4. Los humores en Sobre la naturaleza del hombre

5. La bilis negra en Sobre la naturaleza del hombre

6. La interpretación de Galeno sobre los humores

III. La salud y la enfermedad

1. La influencia de Alcmeón de Crotona

2. El testimonio del Anónimo Londinense sobre el origen de las enfermedades

3. La explicación de la enfermedad en Sobre la naturaleza del hombre

4. Las causas de las enfermedades en Sobre la naturaleza del hombre

IV. Dietética

1. Antecedentes de la dietética

2. Aspectos que comprende la dietética

3. Principios de la dietética y tipos de regímenes

4. La dieta y su vínculo con las estaciones en Sobre la naturaleza del hombre


Sobre la naturaleza del hombre

1. Estructura del tratado

2. Autor

3. Fecha

4. Nota sobre la traducción

Sobre la naturaleza del hombre (Traducción y notas)

Bibliografía

Prólogo

Sobre la naturaleza del hombre es ya una obra importante en el extenso Corpus Hippocraticum, y el hecho de presentarse una traducción anotada con una extensa y apropiada información, es de por sí un aporte de consideración para el conocimiento de la cultura y civilización griegas. La filosofía, la historia y la literatura han sido profusamente estudiadas en el mundo español e hispano americano, mientras que, comparativamente, la investigación sobre la medicina y su arte, tan importante para la comprensión global del humanismo helénico, se muestra menos representada. Hay, sin embargo, una vigorosa línea de estudiosos, en especial de España –y añadamos entre otros, de Francia y Gran Bretaña– que vemos ahora enriquecida por esta traducción e introducción de Álvaro Pizarro Herrmann. Esto, a mi juicio, es muy significativo, es decir, que Iberoamérica también vea surgir esta clase de estudios con la seriedad que este trabajo ha sido realizado.

El asunto se hace más relevante aún, si examinamos en primer lugar la Introducción, que se puede suponer que es para presentar la obra en estudio. Es mucho más que eso, sin embargo, puesto que bajo ese subtítulo se ha realizado un verdadero estudio que engloba prácticamente todo el mundo hipocrático, sin perder nunca de vista el tratado Sobre la naturaleza del hombre. Del mismo modo, el Sobre la antigua medicina, otra obra notable del Corpus Hippocraticum, ha de aportar a esta Introducción un elemento complementario, a menudo diferente, que servirá de un ingenioso medio de esclarecimiento de algún punto específico por medio de la controversia. Un trabajo admirable, el de Pizarro Herrmann, realizado con notable claridad de estilo, y una capacidad narrativa que transforma toda esta introducción en una atractiva experiencia de lectura. Por tanto, el lector de este libro, a menudo carente de información mayor sobre la medicina antigua –de donde nace la medicina occidental– encontrará aquí todo un ensayo sobre la medicina griega.

He aquí un modo excelente de suscitar una mayor atención al estudio de los orígenes del arte. Más todavía si, como es este el caso, la investigación comienza con un asunto que coloca a la medicina en el centro mismo del renacer cultural de la Grecia del siglo V a. C., a saber, el de la relación entre la medicina y la filosofía. La medicina, se puede decir, nace con las mismas culturas, que experimentan el dolor, la enfermedad y la muerte, y sienten la necesidad de hallar algún tipo de remedio a la fragilidad de la condición humana. De ahí que, al relacionar la medicina con la filosofía, surge un modo distinto de concebir la naturaleza del hombre, y, por tanto, el sentido antropológico de la salud, la enfermedad, y los medios de remediar en parte el sufrimiento humano. Una verdadera transformación desde aquel famoso episodio inicial de la Ilíada, en que el dios Apolo “suscitó una nociva peste (νοῦσον) entre el ejército, y los hombres comenzaron a morir” (Il. 1, 10). Paradójicamente, es el mismo dios de la medicina el que envía la pestilencia, y, al parecer la puede curar, él, una divinidad de la medicina, que fue posteriormente un tanto opacada por Asclepio. Pero podemos ver cómo de la filosofía jónica, que llevaba un siglo en esas mismas costas –que vieron el despertar racional de una civilización griega– surgió una nueva concepción de la medicina. De esta manera, “sin ese background de racionalismo jónico, la medicina hipocrática jamás podría haber sido concebida” (Longrigg 1993: 2).

 

De ahí que, como bien se analiza en la Introducción, la relación entre la medicina y la filosofía oscilará entre los extremos de aceptación y rechazo, y raramente el arte médico se mostrará indiferente a ella por una u otra razón. Como se muestra en el ensayo introductorio, hubo partidarios y adversarios de ‘una medicina filosófica’. Como se afirma aquí, este permanente estado, si se quiere, de tensión entre la medicina y la filosofía, fue sin duda muy fructífero, puesto que le permitió al arte médico clarificarse a sí mismo en muchos aspectos fundamentales de su actividad. La práctica es aquí fundamental –por algo es un arte– pero que necesita nutrirse de una visión teórica ante los acuciosos problemas suscitados por la propia condición de la naturaleza humana. Esta visión se hizo presente en la medicina, que adquirió diversos matices cuando nuevas regiones del mundo helénico, como la Magna Grecia y Sicilia, y filósofos como Empédocles, florecieron en el occidente helénico creando nuevos encuentros y desencuentros, todos fértiles en nuevas ideas. En especial, dado el caso, como se dice en la Introducción, del ‘significativo componente práctico’ de esta tékhnē iatrikḗ.

Así es entonces, Pizarro Herrmann nos conduce con evidente dominio de la materia y lucidez descriptiva, a través del desarrollo de este acontecimiento histórico fundamental para occidente, que fundó una teoría del saber médico. Ese es un saber teórico-práctico, de hecho filosófico aún malgré lui, que se transformó, dice nuestro introductor, en el ‘rasgo más destacado’ del hipocratismo. Vemos así, al autor del De natura hominis (Nat.Hom.) polemizando con Diógenes de Apolonia, Meliso o Alcmeón de Crotona. Como veíamos, fecundo diálogo, a menudo controversial, pero siempre creativo. Porque la medicina y la filosofía comparten un saber acerca de la phýsis, en su condición humana y corporal. La búsqueda de una sabiduría, desde Homero, surgió ya como una aspiración del alma griega en busca de una trascendencia. El ‘sabio’ en sus inicios es un práctico en diferentes artesanías, pero es también el objetivo superior del hombre desde los filósofos jonios hasta el final del helenismo como realidad histórico-geográfica. Por supuesto que hay mucho más en este ensayo introductorio, y el prologuista se complace en recomendar vivamente su lectura in medias res. Porque habrá que leer más sobre el tema de los elementos y los humores, y sus polémicas, en especial, con Diógenes de Apolonia, y la influencia, siempre presente, del complejo y controvertido Empédocles de Acragas, en Sicilia. Los temas de la salud y la enfermedad, de su etiología, son magistralmente tratados aquí, en este ensayo y uno se pregunta, por qué no existe en los estudios académicos tanto de medicina como de filosofía una cátedra que ponga a futuros filósofos y médicos al tanto de toda una visión antropológica originaria de Grecia y el helenismo romano. Fue típicamente griega en sus orígenes, siendo Platón y Aristóteles los que reiniciaron el camino, volviendo una y otra vez a mostrar su natural afición y cercanía con el arte médica.

La traducción del De natura hominis, al final del ensayo, vuelve a tener su propia introducción, que afina los hallazgos anteriores. Para qué abundar sobre la traducción misma, que es un ejemplo de prosa castellana, respaldada por un sólido conocimiento filológico del idioma de origen. Porque, además, como lo había aprendido yo mismo de mis maestros europeos –algunos de ellos expertos en la anotación y el comentario– la traducción y el comentario forman una unidad hermenéutica indispensable para la difusión de la cultura antigua. Esto lo maneja el Profesor Ávaro Pizarro Herrmann con acabada destreza. Es un arte difícil, que exige saber qué se ha de comentar y qué no, para evitar la información insignificante que solo consigue desviar la atención de lo que importa.

Prefacio

El tratado Sobre la naturaleza del hombre es uno de los escritos del Corpus Hippocraticum en el que se expone y problematiza, sobre todo en los primeros capítulos, la relación entre la medicina y la filosofía. Pero en esta obra no solo se examina agudamente la validez teórica de estas dos disciplinas, sino que además se exponen otros temas como: una ácida crítica de la medicina a las hipótesis especulativas de la filosofía; cómo se produce la generación en el hombre; cuál es la naturaleza del hombre; por qué los humores son los constituyentes últimos del ser humano; cuál es la causa de la enfermedad y de la salud; qué tipo de régimen debe seguir cada individuo según su constitución; cuál es la relación entre las estaciones y los humores, etc.

Con independencia de la variedad temática de este breve y condensado tratado del Corpus Hippocraticum, no se puede desconocer que su riqueza conceptual recoge parte del patrimonio médico y filosófico que se había acumulado hasta el siglo IV a. C., y es por ese motivo que ha sido muy comentado desde Galeno en adelante, tanto desde un punto de vista filosófico como filológico. En esta nueva edición del texto intento destacar los aspectos filosóficos y médicos por sobre los filológicos, puesto que la edición crítica ya fue realizada por Jacques Jouanna (1975). Bajo cualquier punto de vista el trabajo del eminente filólogo francés es una referencia ineludible para el que desee realizar un estudio serio sobre este tratado.

También atiendo en esta edición comentada a los aspectos filosóficos y médicos del tratado con la idea de ponerlos en contexto, es decir, los vinculo con otros escritos del Corpus Hippocraticum para proporcionar una visión más amplia sobre algunos tópicos fundamentales de la medicina hipocrática. Es por esa razón que este libro puede leerse como una breve introducción a ciertos temas esenciales de la medicina hipocrática.

Abreviaturas

CH: Corpus Hippocraticum.

DELG, Chantraine: Dictionnaire étymologique de la langue grecque.

EDG, Beekes: Etymological Dictionary of Greek.

IH, Kühn / Fleischer: Index Hippocraticus.

LSJ, Liddell, Scott, Jones: A Greek-English Lexicon.

Nat.Hom.: Sobre la naturaleza del hombre.

Introducción

1. Filosofía y medicina

Para algunos de los más destacados conocedores del pensamiento antiguo la medicina hipocrática tuvo un significativo componente práctico, incluso más importante que el teórico.1 Se sabe que en el inicio del siglo V a. C. el arte médico (τέχνη ἰατρική) comenzó a entrar en contacto con algunas de las teorías de los filósofos de la naturaleza, y como resultado de ese acercamiento la medicina hipocrática introdujo elementos hipotéticos en sus especulaciones sobre la naturaleza del hombre. El problema es que no es fácil determinar o especificar, en primer lugar, qué se entendió en esa época por ‘arte práctico‛. En segundo lugar, tampoco es sencillo determinar qué tipo de tratados del CH tienen una orientación exclusivamente práctica. Y, en tercer lugar, es complejo establecer cuáles son las obras hipocráticas que poseen una propuesta exclusivamente teórica. La verdad es que por lo general se observa una mezcla entre lo que se puede denominar teoría y práctica en el CH, ya que algunos tratados combinan ciertas teorías filosóficas con determinadas prácticas médicas, o bien hacen derivar sus teorías médicas de las doctrinas cosmológicas de los filósofos presocráticos.2 Tampoco es completamente acertado señalar que todas las obras del CH tienen, en mayor o menor medida, un punto de vista teórico o filosófico de la medicina,3 aunque algunos tratados contienen ciertas ideas o principios filosóficos.4 En términos más precisos, la evidencia muestra que existieron partidarios y adversarios de una medicina filosófica.5 De manera que la cuestión acerca de la relación entre la medicina hipocrática y la filosofía es bastante más compleja, y cualquier intento por esclarecer las críticas de los médicos contra los filósofos es un tema delicado. De hecho, aunque los autores del CH son pródigos en críticas a la filosofía, por lo general no mencionan los nombres de los filósofos. Y cuando por casualidad citan a un filósofo, no es necesariamente un rival directo. El mismo autor de Nat.Hom. cita a Meliso en su polémica contra la filosofía, pero el filósofo que tiene en mente es Diógenes de Apolonia.6

Entre los aproximadamente 70 tratados del CH7 es notable la influencia de la filosofía sobre la medicina,8 sin embargo, se debe precisar que ninguna obra es exclusivamente filosófica. En realidad, existen tratados en los que es difícil hallar algún indicio de esta disciplina.9 Pero también en varios casos se puede observar una especie de mixtura entre medicina y filosofía, y veces la fusión es tal que es imposible decidir si el tratado es obra de un médico o de un filósofo.10 Lo más probable es que algunos de los médicos del CH hayan incorporado a sus doctrinas las teorías físicas de los filósofos de la naturaleza.11 Varios de los supuestos de los filósofos presocráticos parecen haber sido adoptados por ciertos autores hipocráticos que no hicieron una comprobación expresa de las teorías,12 sino que intentaron, con mayor o menor éxito, aplicarlas al conocimiento de la naturaleza humana, y particularmente al de la salud y la enfermedad del hombre.

La influencia de los filósofos presocráticos se encuentra de manera dispersa en varias obras del CH, y en muchos casos es difícil separar los principios filosóficos de los médicos. Esto se explica porque numerosos filósofos se interesaron por la medicina, como es el caso de Diógenes de Apolonia, Alcmeón de Crotona, Empédocles, entre otros. E inversamente, son varios los autores del CH que se sintieron cautivados por la filosofía e hicieron derivar sus doctrinas médicas de las especulaciones teóricas. Bajo cualquier punto de vista, resulta evidente que se produjo un enriquecimiento mutuo entre estas disciplinas y cada una de ellas alcanzó sus propios logros.13 Es por eso que un autor del CH como el de Sobre la decencia reconoce el profundo vínculo entre la filosofía y la medicina, y cree necesario conducir la sabiduría a la medicina y la medicina a la sabiduría, porque el “médico filósofo es parecido a un dios” (5.3). De modo que en la medicina también se puede encontrar una realización plena de la sabiduría, es decir, el médico tiene que ser sabio para ser un completo experto. A pesar de esta conexión entre la filosofía y la medicina, es preciso volver a señalar que el vínculo entre estos dos saberes permanece en gran medida indefinido en el CH.

La relación entre la filosofía presocrática y la medicina hipocrática ha sido bastante tratada por los filólogos más destacados del siglo XX, quienes concuerdan en la influencia de los postulados jonios y sicilianos en determinadas obras del CH.14 Es por eso que las raíces y los fundamentos de la medicina hipocrática han de buscarse en la filosofía griega de la naturaleza, principalmente en los presocráticos que esbozaron por primera vez la idea de que tras el caos aparente de los fenómenos sensibles se oculta un orden racional e inteligible en el mundo.15 Un siglo antes de los tratados hipocráticos más antiguos, la filosofía ya había nacido en Jonia. Desde un inicio del siglo VI a. C. los filósofos más distinguidos como Tales de Mileto, Anaximandro, Anaxímenes, Heráclito, entre otros, comenzaron a estudiar la naturaleza, el cosmos, las relaciones entre los hombres, la religión, la ley, etc. Luego, en el siglo V a. C., la actividad intelectual se extendió por toda la costa mediterránea: Demócrito de Abdera, Diógenes de Apolonia, Empédocles de Agrigento, Hipócrates y la escuela médica de Cos son un buen ejemplo de ello.16 Esto demuestra que una de las características del pensamiento griego, al final del siglo de Pericles, fue la importante unión entre la filosofía y la medicina. Aunque la filosofía nació en Jonia, muy temprano comenzó a penetrar en Occidente sobre todo con la partida de Pitágoras y Jenófanes al sur de Italia.17 La mayoría de estos primeros filósofos se esforzaron en buscar explicaciones racionales en la naturaleza e intentaron alcanzar leyes aplicables universalmente, lo cual proporcionó el marco conceptual necesario para que la medicina griega llegara a ser una verdadera ciencia. Ahora bien, y a pesar de su deuda con la filosofía en la última parte del siglo V a. C., la medicina encontró sus propios principios y desafió en muchos tratados del CH la excesiva intrusión de las hipótesis especulativas de la filosofía en su propio campo.18

 

Aunque algunas obras del CH evidencian una clara influencia de la filosofía, este punto debe ser precisado. Laín Entralgo (1987: 104-105) discierne de manera un tanto escueta y esquemática dos actitudes en el CH frente a la filosofía, pues señala que, por una parte, están los autores que afirman a la filosofía como principio y fundamento de la medicina, y por otra están los que parecen situarse contra ella. Dan testimonio de la primera, Sobre la dieta, Sobre las carnes, Sobre los flatos y, en cierto modo, Sobre los lugares en el hombre y Nat.Hom. Manifiestan la segunda, Sobre la medicina antigua y, en alguna medida, Sobre el arte. Longrigg (1993: 89), en cambio, realiza una división más acuciosa, debido a que establece cuatro distinciones: 1) unos pocos tratados revelan la influencia de un único filósofo; 2) otros son eclécticos y seleccionan diversas teorías que se adaptan a sus necesidades particulares; 3) algunas obras no adoptan una teoría en particular y revelan estar profundamente influenciadas por los conceptos y las categorías de la filosofía presocrática en general; 4) ciertos tratados –como es el caso de Nat.Hom.– condenan la intrusión de los postulados filosóficos en la medicina, aunque son ambiguos al momento de definir los constituyentes del hombre porque no aclaran si se inclinan por los postulados de la filosofía o por los de la medicina.

2. Sobre el concepto de naturaleza en el Corpus Hippocraticum

Médicos y filósofos compartieron un saber –teórico o práctico– acerca de la naturaleza, y este es el rasgo más destacado del hipocratismo en lato sensu.19 Esto significa, por un parte, que la influencia de los filósofos de la naturaleza impulsó el desarrollo de la medicina. Por otra, que los autores del CH no solo se encargaron de repetir las teorías de estos filósofos, sino que idearon su propio saber con el fin de comprender la φύσις20 a partir de una parte de ella: el ser humano. El interés por el conocimiento de la naturaleza, que parece haberse iniciado a partir de las investigaciones de los presocráticos, se desarrolló con toda su fuerza en el campo de la teoría de la naturaleza humana física.21

La conexión entre la filosofía y la medicina hipocrática en el siglo V a. C. plantea un desafío que no solo radica en comprender el problema histórico de sus mutuas influencias, sino también en reconocer que la idea de naturaleza humana fue discutida en un amplio sentido que traspasó el ámbito de interés de algunos filósofos y médicos. De hecho, esa atención se encuentra en autores como Protágoras22 o Tucídides.23 La evidencia muestra que se desarrollaron nuevas aproximaciones al tema de la naturaleza humana a partir de distintos ángulos y con diferentes propósitos, pero todas con ciertas características en común. Esos nuevos estudios acerca del ser humano no se realizaron exclusivamente desde un punto de vista cosmológico, como fue el caso de algunos filósofos de la naturaleza.24 Además, se tendió a aceptar la idea de que existe una sola naturaleza humana. Lo que describe Tucídides al respecto es interesante, pues considera que, a pesar de que muchas calamidades pueden devastar a las ciudades, la naturaleza humana (φύσις ἀνθρώπων) permanece siendo la misma y sus cambios dependen de ciertas circunstancias (Historia III, 82). Esa misma idea se encuentra en algunos tratados del CH: la naturaleza humana es inmutable en lo esencial, pero varía de acuerdo con el medio ambiente en el que se desarrolla. El autor de Sobre los aires, aguas y lugares, al igual que Tucídides, cree que la φύσις humana posee diversas características que varían de acuerdo con el medio ambiente y el lugar geográfico en el que el hombre habita.25 Esta obra del CH parece ser el producto culminante del pensamiento biológico de esa época y además se aproxima, por primera vez en la historia del pensamiento médico, a una compresión unitaria de la naturaleza humana.26

Un destacado investigador como Hadot (2015: 41), que realizó un estudio sobre el concepto de naturaleza en la antigüedad, considera que en el caso de los tratados del CH el término φύσις “corresponde a menudo a la constitución física propia de un paciente, a lo que resulta de su nacimiento. Este sentido se extenderá poco a poco, en estos mismos tratados, a los caracteres propios de un ser, a su manera de ser primera y original, es decir, normal: lo que es ‘de nacimiento’, lo que es congénito, o incluso la materia de la que está constituido un órgano o, finalmente, el organismo, como resultado del crecimiento”. El autor de Sobre la dieta I, 2, pone en evidencia el problema de la φύσις, pues señala que para la dieta humana “es preciso reconocer (γνῶναι) y discernir (διαγνῶναι) la naturaleza del hombre en general”. Los verbos γνῶναι y διαγνῶναι proporcionan la pista para interpretar el texto. El verbo γνῶναι tiene aquí la acepción de ‘conocer‛; es lo primero que debe realizar el médico al examinar un paciente, porque si no conoce, observa o experimenta lo que tiene frente a él, difícilmente va a poder determinar su naturaleza. En realidad, esto constituye la primera aproximación razonada en la que el médico ejercita su λόγος (razón) frente al oculto λόγος de la φύσις.27 Luego, una vez que se ha conocido lo que ‘es‛, el paso siguiente consiste en distinguir (διαγνῶναι) ese ‘es‛ de las otras naturalezas, es decir, conocer distintamente, juzgar y decidir, lo que se ha observado anteriormente. Sin duda que este pasaje evidencia uno de los grandes problemas de la filosofía griega, dado que al ser la φύσις un principio unitario y radical es posible preguntarse: ¿de qué manera se diversifica en las distintas φύσεις (naturalezas)?, ¿existe algo común entre la φύσις universal y la φύσις individual?, y ¿cómo entender las diferencias entre seres tan disímiles como un hombre, un árbol, una piedra o una enfermedad? Cada ser posee una φύσις particular que la identifica y distingue de las demás, aunque participe de una u otra manera de la φύσις universal. El fundamento (ἀρχή) de la medicina –señala el autor de Sobre las enfermedades en las vírgenes– es precisamente la comunión de las cosas eternas (αἰειγενέων), en razón de que no es posible conocer la naturaleza de las enfermedades (τῶν νουσημάτων τὴν φύσιν) si no se conoce la naturaleza, en cuanto que indivisible (ἀμερεῖ), a partir del principio por el que se constituye (c. 1). De acuerdo con este texto, es probable que la medicina hipocrática se haya visto influenciada por el concepto general de φύσις de los filósofos presocráticos, porque en ellos esta es el fundamento de todas las cosas.

Pero esta visión acerca de la φύσις no fue compartida por todos los autores del CH. Por ejemplo, el autor de Sobre la medicina antigua aborda el problema de la φύσις desde una perspectiva diferente, puesto que critica a los médicos que se dejan influir por algunos filósofos presocráticos en su concepción del ser humano (c. 20). Hadot (2015: 42) observa aquí que el término φύσις comienza a tener en el siglo V a. C. un uso más amplio, lo que significa que no designa únicamente la forma de algo sino, sobre todo, el proceso de formación o el resultado de cómo llegó a ser. Es por ese motivo que el término φύσις no alude en Sobre la medicina antigua al conjunto del universo, sino más bien al proceso natural o funcionamiento de las cosas, es decir, a la relación entre las causas y los efectos de estas. De manera que si en esta obra se critica al filósofo Empédocles porque intenta describir qué es el hombre (τί ἐστιν ἄνθρωπος) a partir de la naturaleza, esto no quiere decir –precisa Hadot (2015: 43)– “a propósito de la naturaleza en general”, sino “a propósito de la constitución en general”, es decir, ‘constitución‛ (φύσις) debe tener aquí una acepción activa y pasiva porque designa dos aspectos o momentos. Por una parte, se refiere a la transformación mediante la cual las cosas nacen, crecen y mueren. Por otra parte, indica la naturaleza intrínseca de algo en virtud de ese proceso dinámico. De manera que estudiar la φύσις significa sobre todo observar la génesis de una cosa particular, sus causas y procesos que le permiten llegar a ser y perecer. Según lo que nos dice Aristóteles en la Política 1252a 24, este debe ser el método de investigación de la φύσις, y se niega a considerarla como algo meramente material; por eso, advierte que la mejor manera para observar estas cosas –se refiere a los fenómenos de la política–, al igual que en otros ámbitos, consiste en ver las cosas nacer en su desarrollo natural y desde el principio.

En el siglo V a. C. el término φύσις comenzó a usarse referido especialmente a la naturaleza humana y, en plural, a la naturaleza de los seres humanos individuales.28 Es por eso que el autor de Epidemias I, 3, se interesa por distinguir entre la naturaleza que es común a todos (κοινῆς φύσιος ἁπάντων) y la peculiar (ἰδίης) de cada uno. Esta investigación sobre la naturaleza humana se va a desarrollar de una manera especial en la medicina hipocrática. A diferencia de algunas concepciones filosóficas sobre la naturaleza del hombre de esa época que lo estudiaron desde una perspectiva ‘espiritual‛,29 los médicos hipocráticos iniciaron por primera vez en la historia del pensamiento occidental un estudio sistemático del hombre en términos físicos, de las diferencias que existen entre las distintas razas,30 de la estructura y función de los órganos,31 y también de los elementos o humores que componen su naturaleza.32

Ahora bien, y a pesar de las numerosas imprecisiones científicas o fantásticas descripciones acerca de la constitución del hombre en el CH,33 la hazaña del arte médico hipocrático no solo estimuló la comprensión de ciertos problemas de la medicina en amplios círculos, sino que concentrándose en un aspecto de la existencia humana como el cuerpo,34 obtuvo valiosos conocimientos filosóficos para una nueva imagen de la naturaleza del hombre.35 El médico hipocrático, luego de practicar el correspondiente examen corporal dirigido por la percepción sensorial,36 presume que existe algo que está más allá de los cambios fenoménicos y lo juzga, en algunos casos, por medio de la inteligencia.37 De lo contrario no habría concebido una naturaleza humana que está compuesta por elementos que existen siempre en el cuerpo del hombre.38

La idea de que el hombre posee una naturaleza se confirma por el uso de φύσις en el CH, y también porque a este sustantivo le corresponden ciertas estructuras sintácticas determinadas. Una de ellas evidencia que se construye con un complemento de genitivo, lo que indica que es la naturaleza ‘del hombre‛ la que se quiere observar.39 Además, como φύσις designa el acto de φύομαι, lo que en realidad expresa es el proceso de desarrollo natural o crecimiento que poseen todas las cosas, como el embrión humano.40