Elisa Alicia Lynch

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Elisa Alicia Lynch
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Anahí Soto Vera y Paola Ferraro

elisa alicia lynch

La madame en su contexto

colección

protagonistas de la guerra guasu

grupo editorial atlas

“El porvenir es mucho más de los corazones que de las mentes.Amar, eso es lo único que puede ocupar y colmar la eternidad.El infinito precisa de lo inagotable”.

Víctor Hugo

“Solo había una cosa solitaria sobre el pasado que valía la pena recordar, y ese era el hecho de que es pasado y no se puederestaurar”.

Mark Twain

Prólogo

Este libro trata sobre la vida Elisa Alicia Lynch, una mujer irlandesa que generó todo tipo de reacciones en la sociedad paraguaya de antes de la Guerra Guasu. Las circunstancias vitales de la señora Lynch la llevaron a conocer todo tipo de penurias en un siglo tan convulsionado como el xix.

Desde su natural Irlanda hasta el Paraguay pasando por Argelia, Francia e Inglaterra Lynch sufrió mil peripecias por seguir al que consideró el amor de su vida, decisión que conllevaría todo tipo de calificativos y denostaciones en contra de su persona y su fama.

Anahí Soto Vera y Paola Ferraro nos acercan una visión de Elisa centrada en esas circunstancias y peripecias que le tocó vivir. Asimismo, refieren al impacto que ella provocó en la tradicional sociedad paraguaya tanto en la moda como en las costumbres colaborando de una manera más que activa con la europeización que pretendía realizar el plan modernizador lopista. Esa colaboración fue, además, una oportunidad de negocios para la señora Lynch, transacciones que a la larga concluirían en varios litigios judiciales ante los tribunales ingleses y escoceses.

Mediante este libro, los lectores podrán conocer aspectos más que interesantes sobre la vida de una mujer cuyo destino vital estuvo ligado al Paraguay hasta el final de sus días y que pagó un precio altísimo por sus decisiones a tal punto que sus restos repatriados desde París en 1961 tuvieron que esperar casi una década para ser depositados en un cementerio. Madame Lynch seguirá generando controversias, esta obra aporta una nueva mirada sobre una indudable protagonista de la historia del Paraguay.

Herib Caballero Campos

Mayo de 2020

Introducción

“Hay libros cuya portada y contraportada son de lejos las mejores partes”.

Charles Dickens

La escritura de una biografía siempre supone una tarea abrumadora, ya que implica contener toda la vida de una persona, todas las décadas vividas, en unas cuantas páginas. En este caso en particular, abordar la vida de la señora Lynch plantea diversos bretes al tratar de encontrar algún equilibrio entre la enorme influencia que en sí misma tuvo durante su vida en momentos trascendentes de la historia nacional, y el peso del personaje construido a lo largo de casi siglo y medio de idas y venidas. Esto se vuelve aún más complejo cuando una mujer históricamente ineludible en el pasado del Paraguay, en realidad está rodeada de enormes silencios en las fuentes primarias, y las fuentes secundarias más antiguas no logran distinguir los límites entre la ficción, las pasiones y los datos verificables. Elisa Alicia Lynch era la bella irlandesa que conoció a Francisco Solano López en París. Desde ese momento, unió su destino al de él hasta el 1 de marzo de 1870, cuando fue testigo de su muerte. Fue su compañera, confidente y madre de siete de sus hijos. Además, asumió la responsabilidad por otros hijos de López, ya que no fue ni por lejos su primera amante.

La presencia, gusto y educación de Elisa desentonaron —por decir lo menos— con la sociedad paraguaya, totalmente ajena a las influencias europeas en cuanto a moda y estilos. Su estado civil —mujer separada— no era concebible en el mundo del siglo xix, mucho menos en la conservadora y católica clase alta asuncena. A pesar de todos estos impedimentos, no pudieron evitar recibir la influencia de “la irlandesa”: encajes, vestidos vaporosos, adornos, bailes, tertulias. Se tornó un referente y ella misma importaba objetos de lujo para comercializarlos entre la élite capitalina. La muerte de don Carlos Antonio López, quien nunca la aceptó en el entorno familiar, supuso el paso fundamental para que ella saliera de las sombras, pero solo a medias, ya que siguió sin aparecer en las fuentes oficiales, aunque los relatos de los testigos demuestran su participación activa en el despliegue del proyecto de modernización de Francisco, quien seguía la impronta de su gira por Europa.

En este relato pretendemos poner el foco sobre el contexto en el que vivió Lynch, procurando hilar el relato de su vida con su tiempo/espacio, con la finalidad de comprenderla. Si bien no ponemos especial atención a la Guerra Grande, este escenario es inevitable para articular todos los acontecimientos posteriores. Al mismo tiempo, los motivos de su permanencia en Paraguay durante el sangriento conflicto y su participación en la guerra son uno de los temas más polémicos en torno a ella. Para lograrlo nos basamos en el análisis de las fuentes bibliográficas más recientes acerca de la sociedad paraguaya del siglo xix y la vida de Lynch, las cuales a su vez contienen las revisiones más concienzudas de las fuentes primarias. Consultamos algunas fuentes primarias del Archivo Nacional de Asunción referentes al tema, aunque no podemos afirmar que haya sido una revisión exhaustiva de las fuentes primarias existentes.

Estudiar a cualquier mujer del siglo xix supone en sí mismo un problema en lo relacionado a las fuentes, ya que estas pueden pasar a una total invisibilidad en la mayoría de los casos (sea intencionalmente o no). En el caso de Elisa, su vínculo sentimental la puso en una posición difícil de ignorar para quienes relataron los acontecimientos de la época, debido a la influencia que pasó a tener en la sociedad por ser la compañera de Francisco. Al mismo tiempo, era un tema espinoso para quienes elaboraban las fuentes oficiales: periódicos, informes, actas debían evadirla, ya que era “la concubina”, figura intolerable para el proyecto conservador y “civilizatorio” de Juana Pabla Carrillo, esposa del viejo López. Eso se suma a que las primeras biografías publicadas acerca de Elisa fueron, en los años posteriores a la guerra, el motivo por el cual la retrataron como “la cruel prostituta de López”, figura que encajaba perfectamente con los salvajismos del “monstruoso tirano López” (Francisco Solano). En esta línea se encuentran las obras de Héctor Francisco Decoud y Héctor Varela. Al ser los textos “fundacionales”, se impusieron en su versión, dando apertura a toda una catarata de obras literarias plagadas de construcciones pasionales y, por qué no decirlo, licenciosas en torno a la figura de Elisa, que incluso se extiende hasta la actualidad, existiendo versiones tanto en español como en inglés.

El único relato de la época que la defiende, aunque no la tiene como protagonista, son las memorias de Martin McMahon, de hecho, “la irlandesa” no tuvo oportunidad de ser vista desde otra perspectiva hasta la reivindicación de Francisco Solano López por Juan E. O’Leary. La redención del mariscal fue la redención de la madame. Los gobiernos militares-nacionalistas oficializaron esta visión, dando apertura a una sacralización de la madame, de la mano del propio O’Leary y de Henri Pitaud. Lita Pérez Cáceres señala al respecto:

Una mujer cuyos orígenes no eran claramente conocidos, una mujer que había estado casada y que se unió libremente a otro hombre […], una mujer que no vaciló en acompañar al mariscal en todos los hechos azarosos de la guerra […], una mujer de ese calibre es un bocado demasiado tentador […] fue como una Ana Karenina digna de compasión y de tolerancia, cuya única falta fue el amor. Para otros, en cambio, encarnó lo inmoral, la ambición más despiadada y una crueldad cargada de resentimiento. Ni una posición ni la otra son justas, pero la justicia histórica no es la meta de quienes se ocuparon de Elisa Alicia Lynch.

De cierta forma, esa “justicia histórica” llegó de la mano de las más recientes investigaciones, tras la caída del stronismo. Fue entonces cuando se pudo hacer un acercamiento distinto al personaje (y por qué no decirlo, a la persona) de la señora Lynch. Historiadoras como Bárbara Potthast-Jukeit y Ana Barreto, junto con la exhaustiva investigación llevada adelante por Michael Lillis y Ronan Fanning han “derrumbado” ciertos mitos y proporcionado nuevas fuentes para la comprensión de la persona y del periodo.

El presente trabajo aspira a seguir esa línea, sin sacralizaciones ni satanizaciones, pero con las limitaciones ya expresadas en líneas anteriores. Este libro busca establecer una intersección entre el contexto histórico y los acontecimientos principales de la vida de la madame, organizando así el material en cuatro etapas. Inicialmente, se relatan sus primeros años de vida hasta que conoció a Francisco en Europa; luego, se describe su llegada al Paraguay y los años previos a la guerra; en el tercer capítulo se aborda la participación de Elisa en la Guerra Grande, y finalmente, se hace un recuento de su vida después de la muerte de Francisco Solano López, incluyendo la repatriación de sus restos en la década de los sesenta.

capítulo i

Irlanda y Francia en los ojos de Elisa

“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura”.

Charles Dickens

El siglo xix fue testigo de profundos cambios para Europa occidental y para América, pero estos cambios afectaron de manera distinta a los citados puntos geográficos. Fue el siglo de las grandes transformaciones científicas y económicas, dos revoluciones industriales provocaron una nueva visión económica y, por ende, política en el mundo. Inglaterra y Francia fueron hitos ineludibles de esos cambalaches, siendo ambos países, dos de los principales escenarios de la vida de Elisa en sus primeras dos décadas.

 

La unión de Gran Bretaña e Irlanda

El Reino de Gran Bretaña fue el resultado de la unión entre las coronas irlandesa e inglesa en 1800, por medio de las Actas de la Unión. Paralelamente, el Parlamento de Gran Bretaña y el Parlamento de Irlanda firmaron actas, cada una por su lado, las cuales declararon la unión de ambos territorios en un solo Parlamento, un solo Estado y un solo reino, con sede en Londres. Con este acuerdo, se dio fin a la autonomía irlandesa y se acabó con la amenaza de que un soberano católico accediera al trono inglés. Además, la Iglesia anglicana logró establecer su hegemonía indiscutible en todo el territorio desplazando al catolicismo irlandés, esto asociado al impuesto para sostener a la iglesia oficial. Con respecto a la estructura de la propiedad de la tierra, se estableció un sistema que era favorable a los aristócratas ingleses, con una fuerte presencia británica protestante en el norte de la isla.

El nacionalismo irlandés contaba con una larguísima memoria histórica que se sustentaba en diversos episodios de injurias inglesas hacia los irlandeses. El movimiento defendía la fe católica y la lengua gaélica como factores identificadores de la nación irlandesa, en contraposición a la identidad inglesa. Considerando este contexto es un poco difícil comprender que ambos parlamentos aceptaran “pacíficamente” la unión, en detrimento de los intereses de Irlanda. No obstante, eso responde a un hecho anterior.

En 1798, estalló una rebelión dirigida por la Society of United Irishmen. Esta organización política liberal fue fundada en Belfast en el siglo xviii, con el objetivo inicial de reformar el Parlamento irlandés, pero posteriormente comenzó a perseguir el sueño de una república autónoma. Este sueño se halló estimulado por la Revolución de las Trece Colonias (Estados Unidos, 1776), y contó con el apoyo político y militar de la Francia revolucionaria.

La revolución de 1798 pretendió deponer al poder británico e iniciar una república irlandesa libre, soberana e independiente. Bajo esta bandera contó con el apoyo de una rama disidente del protestantismo irlandés (mayoritariamente presbiterianos) y con los católicos irlandeses. La rebelión fue reprimida por las fuerzas británicas y unionistas irlandesas, quienes —a partir de estos acontecimientos— se unieron a fin de evitar similares levantamientos republicanos. El Gobierno irlandés vio en la unión una salida para sofocar a estos grupos disidentes, y negociaron su autonomía por el mantenimiento de “la paz”.

La aprobación se dio con mayorías sustanciales en ambos parlamentos, a pesar de sufrir un primer fracaso en 1799. Las causas del apoyo irlandés responden principalmente a tres cuestiones: por un lado, al temor de un nuevo levantamiento republicano (como indicamos), una considerable red de sobornos y la búsqueda del Gobierno de Irlanda por insertarse en el circuito económico generado por la Revolución Industrial, del cual aún estaba bastante marginado. Si bien hubo posteriores rebeliones, el 1 de enero de 1801 el Parlamento de Irlanda quedó abolido y nació el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda.

La principal actividad económica en Irlanda siguió siendo la producción agraria, ya que, con la Unión, pasó a ser una importante fuente de productos agrícolas y capital para la pujante industria inglesa. Debido a eso, no pudo desarrollar industria local, más allá de las factorías de lino.

Los primeros cincuenta años del siglo xix se vieron signados por la gran hambruna, en tanto que, para la segunda mitad, se iniciaron unos disturbios civiles conocidos como la guerra de la tierra, provocando nuevas emigraciones, y el consecuente descenso de la población.

El surgimiento del nacionalismo irlandés moderno ocurrió entre la segunda mitad del siglo xix y principios del xx. Una de sus principales figuras fue Daniel O’Connell, quien hizo una potente campaña para lograr la emancipación católica, en 1829. O’Connell propuso intentar aprovechar el propio sistema parlamentario para lograr suprimir la Unión. Con dicha estrategia logró ciertos beneficios a favor de los católicos irlandeses, pero se rindió ante la obcecación británica y por su profundo rechazo al uso de la violencia. Estos proyectos también se vieron truncados por la gran hambruna.

An Drochshaol (mala vida): la hambruna irlandesa

Entre 1845 y 1851, Irlanda sufrió una de las más devastadoras hambrunas de su historia. El tizón de papa provocó casi la total pérdida de la cosecha, y debido a su difícil erradicación y su volátil expansión tomó años la recuperación. Provocó la muerte de más de un millón de personas por inanición y enfermedades relacionadas con la hambruna. Esta “mala vida” (nombre que tuvo en gaélico) y la posterior crisis económica expulsaron a alrededor de dos millones de irlandeses, quienes en su mayoría emigraron a los Estados Unidos y Canadá, aunque también algunos fueron a otros puntos de Europa occidental.

La hambruna se tornó tan terrible que se hacían fosas comunes y entierros masivos por la cantidad de fallecidos. El hambre no era el único azote, ya que estuvo acompañada de pestes, principalmente la epidemia de cólera que diezmó a la población.

Tensiones entre unionistas y republicanos

En la segunda mitad del siglo xix, los irlandeses republicanos exiliados en París y Estados Unidos se organizaron para seguir luchando por la independencia de Irlanda.

Si bien con avances y retrocesos lograron algunas pequeñas “victorias”, como que Londres cediera —en parte— con respecto a la imposición de la Iglesia anglicana en la isla, no se resolvieron las profundas dificultades agrícolas y, por lo tanto, se profundizaron los problemas sociales y económicos.

Ante este estado de cosas, la felicidad de los campesinos irlandeses solo podía ser incompleta. Peor aún, a esto se sumó la enorme desigualdad entre ambos territorios. Mientras Inglaterra encabezaba la ola industrializadora, Irlanda fue condenada a mantenerse en una economía agraria, postergando su oportunidad de ingresar a la Revolución Industrial.

La lucha por la autonomía siguió durante todo el siglo xix, llegando al siglo xx hasta la partición de la isla en Irlanda del Norte y del Sur, consecuencia del Tratado Angloirlandés de 1921.

Elisa Alicia, la niña irlandesa

“Era como si en cada expresión de cariño quisiesen aprisionar el tiempo […], que se movía inexorablemente hacia un oscuro futuro”.

Nelson Aguilera

Los primeros años de vida de Elisa Alicia Lynch se hallan envueltos en una nebulosa. No obstante, el enorme interés en su figura ha generado múltiples publicaciones, motivando a su vez investigaciones sobre el periodo inicial de su vida. Esto permitió conocer algunos aspectos en torno a los orígenes de la célebre irlandesa.

Su fecha de nacimiento es uno de los aspectos que generan mayores dudas. Al menos en dos ocasiones Lynch se refirió al tema: en el marco de las acciones de litigio para recuperar su patrimonio, y por la herencia de sus hijos que se hallaban en Paraguay y en Buenos Aires.

En una misiva dirigida a Higinio Duarte y Bernardino Caballero, a fin de resolver asuntos pendientes de litigio por propiedad, ella indica que nació en Irlanda, el 19 de noviembre de 1833. Un año después, en su célebre Exposición y protesta, publicada en 1875, Elisa refiere que nació en 1835. Todos estos aspectos han generado más confusión que claridad sobre su vida antes del Paraguay.

Las primeras obras publicadas sobre su vida fueron escritas sobre las ruinas aun humeantes de la Guerra Grande, las cuales sirvieron de cimiento para toda una tradición literaria sumamente pasional y difamadora con la irlandesa. Desde ahí en adelante se cultivaron diversas leyendas en torno a ella, la mayoría juzgándola en los peores términos, basados en rumores sin mucho fundamento. Varela, Villavicencio y Decoud fueron los primeros que publicaron en esta línea y construyeron toda la posterior fama en torno a la irlandesa. El periodista argentino Héctor Varela señala que Lynch nació en Escocia en 1829, pero sin aportar ninguna prueba. Jacinto Villavicencio dice que nació en Escocia en 1822, y tampoco indica el origen del dato. Por su parte, Héctor Francisco Decoud calculó su año de nacimiento hacia 1831, el más acertado de los tres, probablemente basado en que la conoció durante su exilio en Buenos Aires en 1884.

Luego de esas publicaciones mucha tinta se ha derramado, pero sin grandes avances con respecto a este asunto, solo basándose en rumores difícilmente demostrables. Recién a principios del siglo xxi, una investigación realizada por Michael Lillis y Ronan Fanning (2009) logró dar los primeros avances, al localizar la fe de bautismo de Elisa Alicia Lynch. Con este hallazgo la versión inicial de que nació en 1833 y fue bautizada en 1834 cobra fuerza y tiene un respaldo documental, además de indicarnos el lugar donde ella pasó sus primeros años de vida.

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